Recuerdo del primer mensaje :

Me había quedado impresionada, tanto, que ni podía hablar, había presenciado un hechizo, un hermoso hechizo de agua.
Iba detrás de Zoe, ya que ella me guiaba, y cuando llegamos, no pude evitar abrir la boca del asombro.
-Es... hermoso...- Pensé en voz alta, pero cuando me dí cuenta, me ruboricé.
Los olores de las flores se juntaban y hacían aromas únicos, las flores danzaban cuidadosamente, acorde el viento, los árboles desnudos saludaban a los alumnos con sus ramas a los estudiantes.
-Muchas gracias... por traerme aquí... ¡Es precioso!-Le dije a Zoe, con una gran sonrisa.

Miles de ataques no alcanzaron a mí y a Felix, o eso parecía al princio antes de que una explosión acabase con todos.El elemental de la maga acabó destruyendo a los otros ataques, y aunque la explosión hubiese dañado a Felix yo era inmune al fuego, de amnera que simplemente absorbí el calor, reponiendo mis energías.

Sin embargo aún quedaron unas llamas a nuestro alrededor y entre ellas salió la figura de un elfo pelirrojo, de ojos como brasas y que ahora, además, tenía una vena bastante hinchada en la frente.

-¿Que se supone...que es esto?-dije, tan enfadado como si fuese un profesor pillando dos alumnos con chuletas, aún sin creerme que aquellos novatos que se habían añadido a la pelea. No era solo que la molestia que representaban, si no que estaban coqueteando y pensando en como celebrarían nuestra derrota, aún cuando si no contuviese a Felix probablemente ya no tendrían cabeza.

Era evidente que ello me provocaba bastante ira, y también pena por quien fuera que les tuviese que enseñar, pero sobretodo estaba sorprendido. Me imaginaba a cualquiera de ellos en la batalla de la Muralla y solo me aparecían o ensartados por los enemigos o por sus propios aliados, de la rabia que daban.

Pero paso por paso. Alcé mi estoque y esas llamas que aún nos ocultaban a Felix y a mí giraron en torno a este, formando un remolino. Entonces corrí hacia el elemental de Tierra del muchacho que había transformado las lanzas en plumas, enviándole una estocada con toda mi fuerza. Ademas de la propia fuerza de mis brazos y al carrerilla que había cogido corriendo hacía él, se unió el remolino de llamas, que se concentró en la punta del estoque cuando esta tocó el elemental. ¿El resultado? Atravesé el ser de roca de una manera limpia, y se volvió en poco mas que piedras inanimadas. en el suelo.

Ahora tocaban los chicos. El hechizo que había preparado antes de desafiar a la espadachín, mientras Felix me cubría, consistía en una red de hilos de sangre bajo tierra. Los convoqué y aparecieron, cogiendo los tobillos de aquellos chicos. Los red en sí no costaba mucha magia, porque era poco útil, pero entonces convoqué un rayo para que cayese en otro de los hilos de la red. Al ser la sangre conductora parte de la descarga se perdería por el suelo, y el resto se repartiría entre los chicos, lo que bastaría para herirles gravemente y dejarlos inconscientes, pero no para matarles.

Había decidido dejar en paz a la chica que Felix había dejado inconsciente antes, ya que no había intentado nada contra nosotros. la miré durante unos segundos, tratando de adivinar sus intenciones, pero tras decidir que no era un peligro me volví a encarar a la espadachín.

Sabía que, en cuanto a energía estaba en desventaja: ya no podría conjurar mas hechizos si no quería caer rendido, con excepción de los hechizos de fuego usaban la energía sacada del gigante de fuego y elemental de la maga, y ni de esa energía tenía mucha. Sin embargo, esperaba que ella actuase de acuerdo con la regla no escrita de no usar magia, por lo que dije lo siguiente:

-Me parece que le voy a dar el privilegio del primer golpe, madamisela.

-!!Eh¡¡Mira lo que le has hecho, has destruido los hechizos que iban hacia él.
Le dije exhasperado a la maga
Entonces mi golem se rompió en mil pedazos y quedamos expuestos al ataque que ahora se cernía sobre nosotros.
La red de sangre pasó por el suelo, como golpeado por un martillo, me vino a la cabeza para que había hecho ese hechizo y las consecuencias que tendría el contiguo. Con un ataque de rabia repentina cogí por los brazos a las dos hechizeras qué se habían quedado paradas ante la ineficacia de los hechizos, por suerte no pesaban mucho, y conseguí llegar a subirnos a una gran roca justo cuando el hechizo ya tocaba la red. La rabia se me pasó y las consecuencias de ello llegaron también, caí sobre la roca exhausto, no llegué a desmayarme pero apenas podía moverme y no quería perder las últimas fuerzas que me quedaban.
"Insensatas"
Pensé
"Humanos, cómo no. Siempre tan atolondrados y tan impulsivos"
Les dirigí una mirada de reproche pero sin ladear la cabeza.

Pobre de ellos,llevaban un buen rato atacando a una figura de obsidiana,claro esta estaba encantada con mi aspecto,el Felix real había salido disparado con aquella ráfaga fuerte de viento fusionando su materia con la del viento,desde luego que torpes,se centraron tanto en atacar a algo físico...ni siquiera pudieron notar la magia que se movía conmigo por el bosque,no muy lejos de allí se escucho una risa cuando la estatua empezó a destruirse,ni siquiera parecía que Bast se hubiese dado cuenta,hasta había dado el arma a la estatua,lo cierto es que aquella estatua no era una obra maestra pero colaba bien,solo un simple hechizo de invisibilidad,uno de reducir el peso y una ráfaga de viento me sirvieron para salir silenciosamente del campo de batalla.

-Torpes,torpes,torpes y mil veces más pecareis de torpes-Ya me aburrí del juego he hice lo que sería el inicio de mi plan maestro.


Aparecía allí delante de todos con una sonrisa muy amplía,un conjuro de color negro en mi mano izquierda y en la derecha portaba una especie de luz anaranjada,tan solo un hechizo de atracción el cual atrajo ha la maga consagrada (Zooe) hasta mi.

-Bueno,señores,señoras,un placer haber jugado juntos,pero se acabo el juego,un rey tiene cosas que hacer-dije intentando imitar el tono de pena de un niño,seguidamente sonreí maliciosamente y procedí a lanzar mi hechizo sobre el resto y no sobre Bast y Lumiere.El hechizo tan solo era un portal modificado,al crearlo una enorme fuerza atrajo a todos menos a Bast,Lumiere,Zooe y yo.Lo mejor de aquello es que no podían reaccionar ante el hechizo demasiado rápido para cualquier persona,bye,bye aprendices saludad al arenoso desierto de mi parte,no podrían volver allí rápidamente ya que aquel tipo de viajes forzosos aturdían un buen rato,mire a Lumiere y Bast y sonreí,me acerque al suelo y recogí la espada de Bast.

-Cuidare de ella,a Bast por cierto,no la mates,debe informar al concilió de mi poder actual...

Aquél plan estaba funcionando a la perfección guarde la espada de Bast en mi cinto y algo cansado volví al reino el elfico junto con mi victima,La maga consagrada,ella sería una pieza clave en mi plan.

-Hijo de...

Ese maldito mago oscuro había aprovechado para sacarme la espada antes de que me zafara fácilmente de las enredaderas (segunda vez que usaban plantas contra un mago de fuego, ¿quien les había enseñado a pelear?).

Y lo peor era que había cogido una rehén, y de todas, justo la chica que no había movido un dedo contra nosotros, lo que solo podía empeorar la situación.

Recuperé mi mandoble que en un principio había abandonado, y por un momento estuve tentado a lanzarselo a mi "compañero" y partirlo por la mitad, pero desapareció antes que tomara una decisión.

Entonces me vi en un ligero problema: la única energía que me quedaba era la del infinity inferno, y esta solo la podía usar para magia de fuego. Eso significaba que probablemente habría de sobrevivir a esa maestra hasta que encontrase lo que me devolvería suficiente energía como para volver: sangre. No iba a matar a nadie, pero necesitaba volver cuanto antes para ajustarle las cuentas a Felix y, sobretodo, controlarlo, y por eso no dudaría en clavar mis colmillos si tenía oportunidad, sin importar lo que pensaban de mí.

Necesitaba sangre, y rápido.

Empuñando el rojo mandoble, de forma parecida a un inmenso cuchillo carnicero para que hubiese mas fuerza en un solo punto, mas presión y por lo tanto cortase mejor.

Vi la finta de la profesora en el último momento, como suele pasar, pero esta se quedo con las ganas de ver si modificaba mi estrategia, porque mi postura volvía para ambos golpes. Había puesto mi mandoble frente de mí, con la ancha parte plana actuando como escudo. No me quede esperando a que su espada rebotase contra mi metal, como si de un escudo se tratase, si no que me abalancé hacía ella usando mi espada como un muro de acero. Ella estaba a medio golpe, así que no tuvo oportunidad de esquivarlo, y ni su arma podía cortar a través de la mía ni la fuerza de su brazo humano podía comparase con la de todo mi cuerpo vampírico, por lo que acabó recibiendo el golpe de lleno en el brazo que empuñaba la espada, esperaba que lo suficientemente fuerte como para que no volviese a alzar su hoja contra mí hasta que se curase.

También su cuerpo recibió parte del impacto, quizá no muy fuerte, pero sí lo suficiente como para derribarla. Apenas llegó al suelo salté bre ella y mientras aún estaba en aire hice un único amplio corte horizontal. Debido al tipo de corte y su dimensión no podra rodar para esquivarlo, y levitar solo implicaría acercarse a mí ya que yo estoy encima de ella en este momento. ¿Que hará? ¿Con que me sorprenderá? Quien sabe que cartas se guarda bajo la manga una maestra de escuela...

Estaba tendido sobre la roca cuando el poder succionador del hechizo me tragó,
"Será cretino"
Pensé antes de zambullirme en el negro agujero.
***
Caí estrepitosamente y mi túnica verde se llenó de arena.
"¿Dónde estoy?"
Me pregunté.
Miré a mi alrededor, estaba en un paisaje árido y de sofocante calor. A mi lado se encontraban las dos chicas de antes.
- ¿Dónde estamos?
Les pregunté.