Tomás Blancatormenta
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Ser no tendría si algo pareciera por Tomás Blancatormenta, Miér Jun 30, 2021 12:11 pm
Me encontraba en el bosque, a una distancia prudencial de mi escondite, hacia norte. No me conocía tan bien la zona pues hasta ahora no me había encontrado en la necesidad de tantear otras partes del terreno, pero últimamente la comida me era escasa y me vi en esta necesidad. Podía escuchar, si ponía el oído, el sonido del agua. Había un arrollo cerca de mi campamento, si acaso pudiera llamarlo así. ¿Mi refugio, quizás?

Alcé el brazo. Al final del puño, apretaba con fuerzas el puñal de mi arma.

¡Atrás, vándalo! ¡Ríndete, póstrate! ¡No querrás probar el filo de mi cuchillo! —Me dirigía a un árbol caído. Le puse mucha emoción, pero no dejaba de ser un árbol caído. Elevé el tono, bajé el brazo y apuñalé al aire.
Quitando que, uno mientras trata de sobrevivir más o menos se entretiene, me aburría en exceso. Llevaba mucho tiempo sin visitar a Cob, o sin marchar a alguna ciudad a trabajar esporádicamente de jornalero. Me sentía solo porque llevaba mucho tiempo sin hablar con nadie… real.

Quizás pueda usar su madera para hacer algún fuego —supuse en voz alta, encogiéndome de hombros. Solía pensar en voz alta —, y con un poco de suerte, las ramas me sirven para hacer una trampa —di un paso adelante, sin guardar el cuchillo. Examiné la madera del tronco con mis manos, y comprobé la flexibilidad de las ramas. No se partían con facilidad. Eso podía valerme.
Neion
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Neion, Vie Dic 03, 2021 9:35 pm
–  ¿Sabes? Quizás te llevarías bien con los aprendices nuevos de la escuela si no fueras tan gruñona. – comentaba en voz alta mientras intentaba no atragantarme con el bocadillo de tomate y queso que me prepare en la cocina de la Torre. Además que era difícil comer y pisar sobre las raíces visibles de los arboles sin tropezar, la comida siempre me distraía de todo e ir a pie desde mi habitación hasta las montañas del centro de Garnalia era un viaje que convertía mi estomago en un pozo sin fondo.

“No recuerdo haberte pedido la opinión respecto a eso, Nei. Al igual como no recuerdo por qué demonios tenemos que ir al monte, mas aun cuando hay bastante montaña alrededor del Valle.” Clásico de Íon, quejarse de cualquier cosa aun cuando ella no tiene que hacer nada. Aunque no voy a negarlo, yo empezaba a preguntarme lo mismo. ¿Realmente valía la pena la caminata? ¿Solo por un trozo de madera? Había oído que cortar la madera y hacer tu propio arco por ti mismo podía crear una conexión especial, casi mágica, entre el arquero y dicho instrumento. Decían que era mas que solo hacerlo a tu medida, se trataba del esfuerzo mental y físico que unía tu alma al arco. Al igual que afilar tus flechas mejoraba la puntería. O eso es lo que cuentan, seguro que se trate de cuentos antes de dormir. Pero me aburría demasiado últimamente y sin tener nada mejor que hacer, me pareció una buena idea comprobar la validez de todos aquellos rumores. También sabia que la madera de tejo era una de las mejores opciones, y ésta abundaba en el lugar al que me dirigía.

Ahora ya no me hacía tanta gracia la excursión.

– ¿Crees que deberíamos crear el arco juntas? ¿Y si la unión con el alma es real y solo una de nosotras la obtiene por hacer todo el proceso sin la otra? Quizás funcione si cada una hace una pala del arco por separado.
“Mira, como te atrevas a involucrarme en tu locura–“ Shh. Tenía que callarse por un momento. Aun no había avanzado demasiado a través del bosque al pie de la montaña, pasaba cerca de un riachuelo que rompía el silencio, después de mi propia voz, obviamente. Quería prestar atención a mis alrededores, en caso de que un animal salvaje intentara atacar. La temporada de caza acababa de empezar, así que la mayoría debieron retirarse a las alturas de la montaña, pero nunca se sabe si alguno se quedó atrás o le importaba muy poco lo que meros humanos pudieran hacer. Sin importar el motivo, una alimaña perdida en una zona deshabitada estaría hambrienta y yo me podría volver en su cena si no tenía cuidado.

Seguí subiendo en dirección opuesta a la corriente del agua hasta que me aburrí de ver el mismo paisaje y volví a adentrarme en el bosque, sin perder el arroyo como indicador de mi posición. Un rato mas tarde pude ver, a la distancia, una figura moviéndose de un lado a otro, incluso dando brincos alrededor de lo que parecía ser un árbol caído. Aunque la verdad es que no sé si fue su voz o sus gestos lo que me llamó la atención primero. Me acerqué con cuidado, asegurándome de no hacer mucho ruido hasta que llegué detrás de un árbol lo suficientemente grueso para ocultar mi cuerpo. Nos encontrábamos en una zona rodeada de tejos; no eran muchos, pero crecieron tanto que simulaban un tejado de ramas y hojas.

“Oye, Íon. ¿Crees que ese tronco del suelo es lo que busco? Será mucho más fácil trabajar con él.” Pues sí que iba en serio cuando dijo que no quería tener nada que ver con mi aventura. Así que me quedaban dos opciones: ser amigable al interaccionar con el chico o empezar disparando una flecha como advertencia. Nah, la segunda era muy típica de mi “amiga”, parece que se me pegaban sus ideas.

Salí de mi escondite y caminé hacia el desconocido con las manos detrás de mi cabeza, con aire despreocupado.
– Interesantes movimientos. Un poco torpes, pero se puede arreglar. –  comenté, dando a entender que asistí al espectáculo. – ¿Tienes algo que hacer con todo ese tronco? ¿Te importaría compartir?
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Tomás Blancatormenta, Mar Dic 07, 2021 7:20 pm
Me encuentro absorto ante mis pensamientos mientras examino, más de cerca, la madera del árbol caído, preguntándome los usos que les podría dar. No soy precisamente un erudito en cuanto a maderas se refiere, así que hasta que no deseque la madera y trate de fabricar algo con ella, no puedo asegurar nada. Me encojo de hombros.

A muy malas, para un par de fuegos sí que me da—suspiro, algo desanimado.

Escucho de repente un ruido entre la maleza que me saca de mis pensamientos. Me giro rápidamente, extendiendo el brazo con el que agarro el cuchillo y antes de entender exactamente qué está ocurriendo, doy un paso hacia atrás y me tropiezo con una de las ramas del árbol del suelo y caigo de culo. Trato de levantarme rápidamente, por si pudiera estar en peligro. El corazón me va a mil, hasta que levanto la mirada y consigo por fin encontrar en medio de la foresta, la figura de una mujer y la causante de aquel ruido.

Algo en ella me llama la atención, como si… No, no creo. Es la primera vez que nos vemos. Es guapa, eso sí, pero lleva un arco: quizás sea peligrosa, porque hasta que yo sepa, por esta zona no caza nadie, ni esta área del bosque le pertenece a ningún noble, así que… ¿quizás se trata de una matrera? ¿Una bandida? Tampoco tiene sentido. Quiero decir, no hay prácticamente caminos en este bosque, ni carreteras comerciales ni nada. Vamos, que, si esta mujer se dedica al pillaje, mal sitio ha elegido. Y... maldita sea. Juraría que sus ojos me son familiares, pero cuanto más esfuerzo hago por recordar, más lejos me siento de poder hacerlo.

Cuando me quiero dar cuenta, llevo un buen rato medio de cuclillas. Me he quedado demasiado tiempo absorto mirándola, y se me escapa una vergonzosa sonrisilla.

Estaba ensayando —le respondo a la que me levanto. Tras ello, me paso las manos por los pantalones para quitarme la tierra y me paso los dedos por las zarrias de los lados, tratando de ver si se me pudieron desatar con la caída. Pero no, todo en orden — por si acaso aparecía una pelirroja a intentar quedarse con mi hacienda, que no es mucha, pero oye, fijate. El árbol intentó hacer lo que no debía, y mira dónde ha acabado.

Evidentemente es una broma, de hecho, me reído al final. No es que esté relajado, pero mejor aliviar tensiones de esta manera, que si esta mujer tiene malas intenciones, quizás se apiade de un bufón o un chaval graciosete. Aunque bueno, quizás también es raro para ella. Yo no dejo de ser una especie de desconocido en el bosque, también armado, aunque su arco me preocupa más que mi chuchillo. Pero por si acaso, lo sujeto con más fuerza, preparado para cualquier cosa.

Respondo al nombre de Tomás, aunque todavía no me queda claro si para servirle —me presento, aunque no me muevo del sitio. No quiero ser descortés, pero primero quiero saber si me tengo que echar a correr o si me puedo quedar tranquilo —. ¿Vas con buenas intenciones? ¿O las habladurías son ciertas?

Sonrío, de manera algo burlona. Y de alguna manera, emocionado: esté o no en peligro, es de agradecer de recibir visita de vez en cuando. Ver gente, y que no sea por ir bajar yo a la ciudad o rondar por los pueblos de la zona.
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Neion, Sáb Ene 15, 2022 9:52 pm
Pfft. – intentaba contener la risa, pero fallé. Una tremenda carcajada salió de mí, retumbando entre los árboles que nos rodeaba. Nunca pensé en darle un susto al muchacho que hace un rato estaba danzando con un cuchillo y ahora... tirado en el suelo, tras tropezar con un tronco. Y la risa no paraba. Hasta tuve que abrazar mi estomago para aliviar el dolor y mis ojos se llenaron de lágrimas. Hacía mucho desde la ultima vez que me divertí tanto, se sentía un tanto nostálgico. Quizás unas vacaciones fuera de la escuela eran necesarias al fin y al cabo.

Perdón. – alcé las manos al nivel de mi cabeza en un gesto de disculpa. Yo me sentiría ligeramente humillada si alguien se hubiese reído así que mí, así que deseaba que el chico no se lo tomara muy personal. Parecía que tenía un sentido del humor decente según sus bromas, aunque nada superaría la caída.

Estaba a punto de hacer un comentario sarcástico sobre los rumores que había mencionado, aunque otro detalle me llamó la atención. Tomás. Interesante nombre. Una ligera punzada de dolor se hizo presente en mi pecho, aunque no entendía por qué. Había un montón de hombres con ese nombre en Garnalia, aunque yo no conociera a todos y cada uno de ellos. Además, era un nombre muerto para mí. Sonreí y decidí ignorar ese sentimiento, volviendo a fijarme en el peliblanco.

¿A qué habladurías te refieres? Que yo sepa, estamos demasiado lejos de alguna aldea o ciudad como para haber alguien hablando en la cercanía. A menos que puedas hablar con los pájaros o serpientes, caso en el cual te sugiero una siestecita, porque no me imagino el cansancio que uno lleva si empieza a conversar con criaturas no humanas. – noto que sigue sujetando su cuchillo como si su vida dependiese de ello, y quizás así era. Obviamente mi arma tenía la ventaja, así que no me sorprendía lo tenso que estaba. Dejé mi arco en el suelo y di un par de pasos hacia Tomás, mirándolo fijamente como si quisiese avanzar a través de él, solo para sentarme en el tronco que se volvió nuestro objetivo común.

Puedes llamarme Nei, por cierto. – podía relajarme en cierta medida. Tras medir al chaval con la mirada fue fácil asumir que en una pelea quizás yo ganaría si me ponía en serio, al fin y al cabo, tenía suficiente experiencia y las flechas aun seguían detrás de mí, pudiendo servirme para apuñalar si en algún momento no podría alcanzar mi arco. En conclusión: el árbol era mío. Claro que no me importaba compartir, no lo necesitaba entero igualmente. Así que me valía con cortar una parte al tamaño ideal para... Oh. Cierto.
“¿Y con QUÉ voy a cortar la madera?”

Volteé la mirada hacia mi nueva compañía, con el semblante más serio que pudiese tener en mi vida. – No tendrás tu por casualidad algún hacha, ¿cierto? Acabo de notar que no traje uno... – finalicé la frase en un susurro, avergonzándome de mi propia estupidez. “Así que hemos caminado todo este tiempo sin las herramientas necesarias para tallar un arco.” Por supuesto que Íon no podía perder una oportunidad para meterse conmigo. – Puedes quedarte con mitad del tronco si me ayudas. – añadí, consciente de que nadie haría nada sin recompensa alguna. Aunque tampoco me importaba mucho su respuesta, ya me había perdido entre mis pensamientos intentando obtener una solución a mi problema. Podría bajar a la aldea más cercana y comprar algunos instrumentos con las monedas que tenía a mano. Aunque el otro competidor por el tronco podría llevárselo mientras yo estaría fuera. Además, no era una promesa que alguien me presara un hacha o incluso venderlo en los pueblos pequeños.

“Eres un caso perdido.”
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Tomás Blancatormenta, Miér Ene 26, 2022 5:28 pm
Me encogí de hombros.

Dicen algunos que las pelirrojas realmente sois brujas —apunté, tratando de explicar lo de las habladurías a las que me refería —, aunque bueno, no tengo derecho alguno a opinar —Tras decir esto, algo irónico, me agarré un mechón de pelo del flequillo y lo acaricié distraídamente con las yemas de los dedos, estirándolo un poco para que se fijara en él —: el pelo blanco en personas jóvenes al parecer es algo que también se asocia con la magia. Y quién sabe, quizás sí que puedo hablar con los animales —Y concluyendo de esta manera, haciéndome un poco el misterioso, le devolví una sonrisa de oreja a oreja, cínica. Principalmente no quería darle demasiadas explicaciones acerca de mi situación actual. Es cierto que no es recomendable bromear con este tipo de cosas con desconocidos, pero me dio la sensación de que aquella joven no era de las que se escandalizaban fácilmente, ni tenía pinta de ser una inquisidora.

Solté mi flequillo, aunque me pasé un par de veces la mano por la cabellera para atusarme un poco el cabello. De hecho, parecía bastante simpática; y dando que no parecía tener malas intenciones conmigo, me relajé un poco.

Encantado, Nei —Y con algo de torpeza, le dediqué una de mis mejores reverencias. Es decir, estuve a nada de volverme a caer —. Yo soy Tomás, un placer —añadí, al reincorporarme de nuevo. Pestañeé un par de veces y cuando caí en la cuenta de cierta cosa, me puse rojo como un tomate: no estaba muy acostumbrado a tratar con gente nueva —. ¿Es posible que me haya presentado dos veces? Sí, es posible —Bueno, era mejor reconocerlo en voz alta que tratar de disimular mi patanería. Traté de apartar mi mirada de ella, para pasar más fácilmente la vergüenza. Tenía los labios sobrecogidos y las cejas levantadas, algo desconcertado conmigo mismo.

Di un par de pasos alrededor del tronco, y me arrodillé para observarlo con mayor detenimiento. También era una excusa para no mirarla. Me estaba intentando hacer el misterioso y el interesante, pero en cambio, no paraba de hacer el ridículo. Además, que fuera tan guapa lo empeoraba todo con creces. Suspiré.

Al rato, volvió a hablarme, así que me entorné un poco hacia ella, ladeando un poco la cabeza para mirarla de refilón. Me preguntaba si tenía alguna hacha, y me quedé un rato pensativo, frunciendo el ceño. Negué varias veces con la cabeza mientras me levantaba del sitio, usando el tronco para apoyarme. Me volví hacia ella.

¿La mitad del tronco si te ayudo? —pregunté, totalmente atónico y sorprendido— ¡Pero si el tronco lo vi yo primero! —Manifesté mi indignación alzando algo la voz y moviendo mucho las manos. Aunque de pronto, recordé que iba armada, así que cerré los puños y decidí morderme la lengua —. Bueno, da igual. Tengo el hacha en casa, a un par de minutos de aquí. Podemos ir si quieres, y luego volver. Más que nada, te veo capaz de llevarte el arbolito a cuestas a la que no estoy —me reí, pese a la extraña situación en la que nos encontrábamos.
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Neion, Dom Jun 12, 2022 8:14 pm
El hecho de que ambos éramos torpes disminuía mis preocupaciones: yo me olvidaba traer un hacha - sabiendo que iba a trabajar con madera, y él se olvidaba que ya se había presentado una vez. Aunque una tontería es obviamente mayor que la otra.

Notaba su inquietud, su constante necesidad de moverse era cómica, aunque su energía quizás nos viniera bien pronto. Además, tomaba en cuenta el tiempo que nos quedaba hasta el anochecer.

- Es cierto que podría llevármelo entero, aunque no te sería muy difícil alcanzarme. Soy bastante fuerte para levantarlo, pero igual sería muy lenta. También me empieza a entrar un poco de hambre. - la última frase se volvió un susurro, más para mí misma. Alcé la cabeza, aunque veía más verde de los árboles que azul del cielo. Si, podría llevarme todo el tronco, pero sería peligroso andar con tanto peso a través del bosque, especialmente por la noche. Y quién sabe, quizás el chaval me iba a seguir todo el tiempo y esperaría a que me duerma para llevárselo él mismo.

Era claro que no confiábamos el uno en el otro, y con razón. Pero tenía que tomar la mejor decisión a largo plazo.
- ¿Qué tal si nos llevamos el tronco a tu casa? Lo partiremos ahí y tú te puedes quedar tu parte cuando acabemos. No es lo mejor pasar tanto tiempo en medio de la nada y yo necesito tomar un descanso, llevo caminando desde que salieron los primeros rayos de sol.

Tampoco era muy seguro acompañarlo a su hogar, bien podía ser una trampa así que planeaba tenerlo siempre en la mira, por si acaso.

- Venga, hora de mover el trasero. - dije mientras me levantaba para agarrar el tronco, por un lado - Si no te das prisa me lo llevo sola, gracias. - añadí justo antes de empezar a arrastrarlo en una dirección cualquiera. No tenía ni idea donde estaba su casa, pero esperaba motivarlo lo suficiente para ayudarme. "A este punto ya no se si debería confiar en tus ideas o temerlas." Oh, por favor, calla.
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Tomás Blancatormenta, Lun Jun 13, 2022 2:51 pm
No me respondió ni dijo nada acerca de lo de la brujería, lo cual me pareció extraño, pero preferí no insistir en el tema. Según Cob me había contado, que, por cierto, pude corroborar con el paso del tiempo, es que las personas suelen ponerse nerviosas cuando uno saca el tema de la magia, sobre todo ante desconocidos. Pero Nei… no reaccionó. Quizás no me tomaba en serio, que era bastante posible, la verdad. Y razón no le faltaría. Pero también era posible que aquella joven ocultara algo. No podía saber el qué, pero quizás, y solo quizás, aquella chica tuviera algún tipo de vínculo con la magia. En tal caso, la necesitaba, pues necesitaba respuestas.

Me relajé un poco cuando me confesó que sería incapaz de llevarse el tronco ella sola. O sea, sí que sería capaz, porque era bastante fuerte, pero que no le interesaba hacerlo porque no le sería práctico: iría muy despacio, y deduje de ello que tampoco confiaba en mí. Es decir, a más se cansara, a más despacio fuera, más fácil me sería de cazarla. Es decir, no tenía pensado hacerlo, no soy un monstruo: pero podía entender razonamiento. Yo tampoco terminaba de confiar en ella. No era una cuestión solo de practicidad, sino de supervivencia.

Aunque luego murmuró que le estaba comenzando a entrar hambre y no pude evitar reírme. Me pareció adorable, pero al rato, me percaté de las posibles intenciones que me llevaba y fruncí el ceño.

No me dirás que también quieres que te invite a media ración de comida, ¿verdad? —No estaba molesto ni enfadado, no demasiado, pero… sí que le solté aquello con cierto tono acusativo. Se lo quise decir medio de broma, pero no me salió el humor de ninguna parte —. Es decir, no tengo problemas en invitarte a comer. —continué, para tratar de retractarme y no sonar demasiado borde, aunque no estaba siendo sincero del todo. Vivía prácticamente sin recursos. Compartir lo poco que tenía me suponía un sacrificio muy grande —. Pero… —Me quedé sin palabras —. bueno, no es nada.

No continué. No sabía muy bien qué decir, así que preferí no decir nada. Si tenía que elegir entre el hambre y la soledad… Miré al horizonte, dándole la espalda a la pelirroja. No podía ver mi rostro, pero notaba la ausencia de toda expresión él. No quería que me viera tan serio. Me preocupaba mi pobreza. Me preocupaba compartir lo poco que me quedaba con ella. Me preocupaba querer hacerlo.

El sol descendía lentamente por el horizonte, escondiéndose perezosamente tras las montañas y los árboles y todo se iba volviendo ligeramente más oscuro, sutil. Pero el cielo estaba en su plenitud: día y noche bailaban una danza macabra, luz y sombra formaban el ocaso. Por el este comenzaba a soplar un aire frío, que zarandeó mi cabello lánguido y blanco. Las nubes también eran hermosas, si uno se paraba el suficiente rato a mirarlas.

Nei no me dio mucha chance a continuar reflexionando ni de contemplar el cielo, pues insistió de nuevo sobre el tema del tronco. Sugirió llevarlo a mi casa, lo cual me pareció una idea muy inteligente.

Pues me parece bien, la verdad —le respondí, ladeándome un poco para volver a mirarla —. Aunque realmente no es una casa. Tampoco lo considero un hogar. Es más… ¿un refugio? —puntualicé, con ciertas dudas —. Lo comprenderás mejor cuando lo veas.

Me volví a girar, devolviendo la mirada otra vez al cielo. Me perdí otra vez en las nubes, quedándome absorto en sus formas, su lento y pausado movimiento, ingrávido… Parecían llamas. Estuve a punto de invitarla a que se quedara un rato mirando las nubes conmigo, pero me instó a que la ayudara a mover el tronco. Suspiré.

Me volví al tronco y lo agarré, por el extremo opuesto. Hice un gesto afirmativo con la cabeza para que comenzáramos a tirar a la vez, y levantamos el tronco. Me impresionó: era más fuerte que yo. Y comenzamos a caminar, yendo yo por delante y dirigiéndola a través del tronco, torpemente, andando casi como un pato. Era difícil moverse por aquel terreno con un árbol a cuestas.

Eso sí —le comencé a decir, entre jadeos por el esfuerzo físico mientras seguía caminando —. Cuando lleguemos… uf, uf…. te recomiendo que… erg… te quedes mejor fuera. No esperaba visita y… Ay, cuidado con el desnivel. Vale, sí. Tengo todo hecho un desastre y no quiero que te asustes.

Continuamos con el camino. Fuimos esquivando maleza, piedras, árboles y pendientes, y tuvimos la suficientemente suerte como para no encontrarnos a ningún animal salvaje. Al cabo de varios minutos a pie, nos acercamos lo suficientemente como para escuchar el riachuelo. Tras cosa de un cuarto de hora, habíamos llegado.

Tuvimos que atravesar el agua, aunque el riachuelo apenas nos llegaba hasta las pantorrillas. El arroyo rodeaba una pared rocosa que se levantaba y anunciaba un gran desnivel, aunque dejaba entremedias del muro y el agua una pequeña vereda de tierra que nos permitía estar sin mojarnos.

Vale, aquí es —Dicho esto, dejamos el árbol sobre el suelo.

No tardé en sentarme en el suelo, fatigado y cansado. Tenía las manos doloridas de agarrar el tronco, incluso tenía alguna heridilla en las manos y se me habían formado algunos callos en las yemas de los dedos. Tenía los dedos agarrotados y entumecidos. Y por supuesto, tenía hambre.

¿Ves eso? —Le señalé a la mantilla de hojas que crecían a uno de los lados del murete de piedra. Lo cubrían casi por completos. Casi dos metros de pura hiedra —. Si te fijas detenidamente, de cerca… Bueno, mejor te lo enseño.

Dicho aquello, me levanté muy a mi pesar, y con cierto andar caído y sin fuerzas, me acerqué a aquella pared rocosa, cogí uno de los extremos de la hiedra y de sus hojas, y la levanté, revelando la entrada a una cueva.

He aquí mi casa —expresé, con cierta teatralidad, mientras dejaba otra vez caer el extremo de hojas y tallos que me servían de puerta natural, tapando otra vez el acceso a la cueva. Me acerqué otra vez a ella, tranquilamente —. Puedo ofrecerte para comer un guiso de alubias con carne, con patatas, claro está, y unos huevos duros que me sobraron de ayer. Pan no sé, que no sé si se me ha puesto malo...En fin, que puedes comer conmigo, si quieres. No tengo ningún problema... Aunque hay algo que me gustaría saber primero. Antes bromeé con el tema de la brujería, pero no me respondiste. ¿Te molestó lo que te dije? ¿O fue otra cosa? —Aproveché aquel momento para preguntárselo sin tapujos. Necesitaba respuestas, y no podía simplemente esperar, quedarme comiendo con ella y pasar el rato sin más. Necesitaba información.

La miraba muy fijamente. Algo escondía, era evidente. ¿Pero el qué? Podía intentar tocarla y... Pero no, descarté rápidamente la idea. Era demasiado arriesgado. Además, nunca lo había probado con personas. Si tenía que sonsacarle algo, tenía que ser a través de las palabras y... ¿de mi encanto natural?
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Neion, Lun Jun 20, 2022 10:38 pm
Me molestaba un poco que el albino tuviera tan malas expectativas de mí. ¿En serio se pensaba que pretendía consumir su comida como si nada? Entendía que le ofendiera el hecho de compartir la madera, pero las clases de etiqueta que me forzaron a tomar cuando era nada más que una niña me enseñaron bien que cuando uno toma, también he de dar. Al final mis padres no fueron un buen ejemplo... Aun así, era sentido común ofrecer ayuda con el almuerzo - o cena, dependiendo de cuando llegaríamos a su hogar. Además, no recordaba haber sugerido que compartiera su plato, solo me quejaba de mi estómago. Mira que sacar tales conclusiones en mi nombre...

Pero no me quejé, él no conocía mi pasado, ni siquiera mi presente. Es cierto que hay mucha gente aprovechada por el mundo y uno no se puede confiar en nadie hoy en día. Decidí no comentar al respecto, pero pensamientos similares seguían rondando en mi mente durante todo el camino, sin prestarle mucha atención a la condición del chico. Aunque se me escapo una risa cuando mencionó el estado de su "refugio", era gracioso que le importara tanto la opinión de una desconocida a la que seguramente no volvería a ver en el futuro.
Prometo esperar fuera hasta que estes listo, no sea que me desmaye al ver el desastre. — estaba claro que exageraba con mi posible reacción, pero disfrutaba burlándome de él un poco.

Al final noté que la caminata le costaba más a él que a mí, aunque era más alto que yo, claramente le ganaba en fuerza.
Y... ¿pretendías quedarte el tronco entero? — al parecer, su plan inicial y sus habilidades físicas no estaban muy... balanceadas.
Soltamos el tronco y espere a que describiera el menú del día, no era mucho pero tampoco me podía quejar. Añadió otra pregunta más, relacionada a su anterior mención a la brujería. Me resultaba ligeramente mono que hubiese notado mi falta de reacción anteriormente, y su curiosidad era graciosa.
Te responderé en cuanto vuelva. Tienes tiempo para llevarte el tronco dentro, recoger un poco y hacer un fuego para calentar la comida. Me voy a buscar algo para traer a la mesa, viendo lo fino que estas no me confío mucho en la cantidad de carne que prometes. — consideré las instrucciones claras así que me alejé sin esperar su respuesta. Ya sabía su localización, no le quedaba de otra que hacerme caso si no quería irse a dormir con el estómago medio vacío. Y sin tronco. Y sin manos.

Vagué por los alrededores, estudiando el terreno. No había muchas posibilidades de encontrarse con un animal grande en esa zona del bosque, y lo cierto es que tampoco tenía ganas de cazar algo de gran tamaño. La carne de ciervo estaba rica... y de jabalí... Pero estaba hambrienta y un poco cansada, no quería cargar tanto peso de vuelta. Estaba rodeada de helechos que, aunque llegaban a distintas alturas cada uno, la mayoría casi me llegaban a la cintura. Noté algunos moviéndose ligeramente así que me detuve. Segundos más tarde se podía ver un conejo marrón saliendo del mar verde que me rodeaba. Agarré mi arco, saqué una flecha y disparé. Una fue suficiente con mi puntería.

Me acercaba a la cueva de Tomas cargando mi presa en una mano, aunque tenía ambas un poco ensangrentadas. El conejo tenía un agujero en la cabeza, me sorprendí a mí misma con la precisión de mi disparo. Ya sin previo aviso me atreví a entrar y dejé el animal en el suelo.
Lo despellejas tú, que a mí me da mucho asco eso. Y ponlo sobre el fuego cuanto antes, ahora sí que estoy muerta de hambre.
Senté mi cuerpo a cierta distancia del cadáver y descansé mi espalda en una de las paredes rocosas. Por fin podía descansar un poco, así que me tome mi tiempo para mirar alrededor. No parecía tal desastre como el chico describió, pero notaba ciertas manchas por el suelo. Y en las paredes. parecía que alguien intento frotarlas, borrarlas. Aunque algunas aun eran más visibles que otras. Estaba a punto de ignorarlas completamente hasta que note unas líneas al lado de mis piernas. Runas. Aunque muy mal hechas.

"No eres quién para quejarte, tu ni siquiera puedes leer runas, menos escribirlas." Ahí vamos de nuevo.
Pretendí no prestarles mucha atención, al fin y al cabo, tampoco me quedaba mirando al mismo punto por más de un segundo.
¿Crees que será suficiente carne para ambos esta noche? No quería pasar mucho tiempo fuera cazando más. — comente, intentando volver el ambiente a lo normal. Decidí tumbarme y cerrar los ojos, quizás una siestecita no estaría mal mientras Tomas preparaba la comida. — Despiértame cuando estes listo para comer.
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Tomás Blancatormenta, Dom Jul 03, 2022 2:43 pm
Respondía a cada mofa suya con algún monosílabo, pero era tal mi sofoco, que más que palabra alguna, se me iba el aire y lo único que podía hacer era jadear. Si pude responderla en algún sentido, si acaso de mi boca pudo salir alguna palabra, ninguno de los dos pudimos entender qué pude refunfuñar o maldecir. Incluso cuando nos paramos, encontró el valor de criticar… mi fineza. ¡Mi fineza! Habráse visto. El flato había menguado un poco, así que ya me encontraba en mejor ánimo para hablar.

Flexioné el brazo contra mi hombro, traté de hacer fuerza con tal de sacar algo de músculo, aunque debo de admitir que tampoco había mucho por donde sacar. Mi túnica corta de color sucio dejaba ver mis brazos: se dejaba atisbar una delgadez que rondaba lo preocupante, pero también cierta firmeza y consistencia en ellos que dejaba claro que estaba acostumbrado al trabajo físico, si bien es cierto que, tan esmirriado como estaba, la musculatura estaba definida, pero abultaba prácticamente nada. Parecía… un saquito de huesos, joven y medio desnutrido. Aún así, traté de sacar músculo, alcé el brazo contra el cielo y casi me puse rojo del esfuerzo.

¿Ves? Pura chicha —le respondí, avalentonado, aunque ciertamente irónico. Era plenamente consciente de mi situación, y no podía hacer más que reírme. Al bajar el brazo, suspiré —. Está bien, está bien. Pero me quedo con la piel y con lo que sobre —añadí, sonriendo con ciertos aires de pícaro.

Me despedí de ella y me puse manos a la obra.

Mientras se fue a cazar, barrí un poco mi cueva —algo un poco estúpido a mi parecer, pues vivía en una cueva— y estuve tentado a limpiar las paredes también. No quería asustarla con… todos aquellos intentos de runas grabadas con sangre seca. Pero si lo hacía, no me daría tiempo a preparar todo lo demás y, habiéndose ido a por carne, tardaríamos más en preparar la comida y sinceramente, estaba hambriento. No podía postergarlo más.

Decidí que primero habría que preparar el fuego, después la carne, y posteriormente calentaría las alubias, una vez cocinada la carne, claro está. Solo esperaba que trajese algo pequeño, y de traer algo grande, que fuera un ciervo porque las astas se podían vender a buen precio. Pero algo pequeño era más fácil de despellejar. Además, por su actitud conmigo, tenía bien claro que sería yo quien se encargaría de la faena. Algo que me parecía asqueroso, pero no quedaba otra. Es decir, siempre tenía que hacerlo yo: estaba acostumbrado.

La cueva era no demasiado amplia, era algo más grande que una habitación de taberna y el techo no era muy alto y era bastante irregular, al igual que las paredes. El techo tenía cierta forma abombada por el medio, así que mientras no me acercara demasiado a las paredes, no hacía falta que caminara encorvado. En la pared opuesta a la entrada, tenía una estantería vieja la cual había puesto de lado para que cupiera. Sobre aquel mueble y en el interior de algunos de los estantes, había algunos recipientes, tinajas, frascos repartidos sin mucho orden y algunas velas apagadas: cada vela ofrecía un grado diferente de desgaste y de uso, aunque todas eran de una cera amarillenta, pálida y oleosa. Cogí una, la encendí y la deposité en el suelo de la caverna para poder iluminar aquello. Por la parte de la derecha de la pared, casi haciendo esquina, había un cúmulo de sacos ni demasiado grandes ni demasiado llenos, pero estaban todos cuidadosamente cerrados. También había algo de leña tirada y sobre la pila de sacos, había un cofre cerrado con llave el cual cuero parecía que se le estaba comenzado a corroer. Sobre el cofre, había un diario hinchado por la humedad.

A la izquierda de la entrada, pegado a la pared, se podía distinguir una especie de camastro que consistía en una especie de funda de cuero sobre un lecho de heno, paja, hojas y ceniza para repeler a los insectos. Lo normal sería rellenar la funda, pero a mí se me hacía más práctico de esta manera. Sea como fuere, tenía algunos que otros objetos y utensilios desperdigados por los azares de la cueva.

De tal manera que, al cabo de cuarto de hora, había conseguido montar en las afueras de la cueva, fuera del riachuelo, una hoguera no demasiado grande. Había cavado un pequeño hoyo el cual había rellenado con hojarasca, virutas de madera, ramas, trozos de hongo yesquero y en cuanto aquello había comenzado a prender, había ido depositando troncos de mayor tamaño. Rodeé aquel pequeño cerco con piedrecitas y puse una trébede para poder cocinar. Había sacado una mesa de la cueva, que la tenía apoyada a una pared para que no ocupara demasiado espacio —aunque no era tampoco demasiado grande, no llegaba siquiera a medir el largo de mis brazos extendidos—, aunque ahora descansaba casi al lado del fuego. Su aspecto era algo ruinoso. La mesa consistía en tablas las cuales se habían unido por medio de clavos de forja y la separación entre las tablas era bastante como para poder meter un dedo dentro. Lo bueno es que las patas las había reforzado con caña atada en los extremos, a cada lado de la mesa, las patas se cruzaban en forma de equis, lo que mejoraba bastante su consistencia y evitaba que se cayera. Había unido, además, ambos lados de la pata con un travesaño de madera para aumentar todavía más su equilibrio y durabilidad. Además: había limpiado la superficie de la mesa con agua del riachuelo para que no tuviera polvo.

Había colocado sobre el mueble —obra mía, por cierto, por si no lo había dejado claro— un perol de pequeño tamaño, y al lado, había un caldero tapado, pero en su interior se escapaba un sutil olor a alubias frías, caldo, patatas y hierbas aromáticas.  Al lado de estos, había una tinaja con aceite de oliva, pero estaba tapada con un pequeño rodete de madera para que no se le metieran los bichos, que ya se comenzaban a arremolinar por la zona, sobre todo las moscas y siempre que se me acercaban, trataba de apartarlas de un manotazo. Estaba sudando a mares. El calor de la tarde no ayudaba, pero el calor intenso de la hoguera tampoco. El olor a madera quemada llenaba mis pulmones y me dificultaba tomar aire.

Miré al cielo. Tampoco había pasado demasiado tiempo, pero comencé a preocuparme. No sabía cuánto tiempo tardaban las personas en cazar cosas, o si acaso era cierto que se había ido a cazar. ¿Y si me había mentido? ¿Y si era una especie de delincuente y tenía una banda de salteadores a la espera de sus órdenes? ¿Y si acaso trabajaba para la Inquisición y había decidido que era lo suficientemente sospechoso como para actuar en mi contra? Miré con nerviosismo todo el humo que despedía la hoguera. Delataba, pese al todo el espesor del bosque, mi posición. Y comenzaron a inundarme las dudas y el miedo. Si iban a robarme, tampoco tenía mucho que perder: lo pasaría mal durante un tiempo, pero podría recuperarme con ello. Contaba con el apoyo de Cob. Pero si trabajaba para la Inquisición… tenía que deshacerme de pruebas. No había poblados ni ciudades relativamente cerca, pero…

No apagué el fuego, no tenía sentido. Nei, si acaso aquel era su verdadero nombre, sabía cómo localizarme. Y si todo resultaba una paranoia mía, mejor tener el fuego preparado. Pese al miedo, tampoco me olvidaba de lo hambriento que estaba.

Entré corriendo a la cueva, cogí mi diario y tras varios minutos dudando sobre si debía de quemarlo o esconderlo, decidí meterlo en el interior del forro de mi camastro, rezando para que decidieran no mirar adentro. Miré nerviosamente las marcas de sangre de la pared, traté de borrarlas con un paño que se me olvidó humedecer, pero fue imposible. Estuve a punto de salir para mojar el trapo en el río, pero antes de salir, eché la mirada a las oquedades de la hiedra que cubrían la salida y divisé a Nei cruzando el riachuelo. Maldije por lo bajo. Tiré el trapo a un lugar al azar, me acerqué a la pared contraria y decidí tratar de relajarme. Y por supuesto, tratar de disimular. Cogí de la estantería dos tarritos de barro, de aspecto muy rústico: uno contenía sal y el otro pimienta. En cuanto escuché a Nei tirar del lecho de hiedra, forcé mi mayor sonrisa y me giré hacia ella. Forcé tanto el aparentar normalidad, que aún cuando mi mirada se cruzó con los difuntos ojos del conejo mi expresión no cambió ni un poquito.

Oh, bienvenida —saludé, de manera bastante mecánica. Todo mi cuerpo mostraba una rigidez casi extrema—. Veo que has tenido suerte con la caza —apunté, señalando al conejo, aunque mi tono de voz tampoco varió ni un ápice. Me reí nerviosamente.

Lo despellejas tú, que a mí me da mucho asco eso. Y ponlo sobre el fuego cuanto antes, ahora sí que estoy muerta de hambre —me dijo. Quizás no lo hacía a propósito, pero era un poco borde. Y me las estaba haciendo pasar canutas, la verdad. No sabía exactamente que era un psicólogo, pero probablemente necesitara uno después de aquello.

Por algún extraño motivo, aquello me relajó. Vale, seguía siendo la misma pelirroja que se aprovechaba de un sintecho… bueno, techo si tenía. ¿Qué se aprovechaba de un pobre? ¿De un muerto de hambre? ¿De un eremita? Sí, algo así. Mi cuerpo se destensó y pude tomar aire. Asentí con la cabeza, y al hacerlo, debo de admitir que me mareé un poco y me dio la sensación de tener algo de febrícula.

Las chicas de aldea no suelen tener problemas con la matanza —apunté, o más bien, se me escapó. No lo quise decir en voz alta, pero tal era mi estado de ánimo y me encontraba tan atontado, cansado y hambriento, que lo dije sin querer. Me sonrojé al momento —. Quiero decir, a mí también me da algo de asco —Traté de rectificar, no sé si con mucho éxito.

Y no añadí nada más. Tampoco dije nada ni traté de darle explicaciones sobre las marcas de la cueva. Cuando me preguntó acerca de la cantidad de la carne, me encogí de hombros.

A ver, preferiría que me invitaran a un banquete real y poder comer hasta reventar, pero medio conejo tampoco me suena mal —le expliqué, con cierto retintín irónico. No sé por qué, pero ante la idea del medio conejo me ruboricé y bajé un poco el tono de voz. En cuanto me pidió que la despertase cuando estuviese la comida hecha, estuve a nada de hacer algo muy salvaje y violento, pero me contuve. Prefería aquello que quedarme solo. Resoplé, y en su defecto…

Le señalé con el tarro de la pimienta al camastro. Por alguna razón, sentía el tarro verdaderamente pesado.

Puedes dormir allí —expliqué, algo enfurruñado, olvidándome por completo de que acababa de esconder hacía prácticamente escasos minutos mi diario allí. ¿Qué? Estaba atontado —. Pero sí, te avisaré cuando termine.

Cuando vi que ya habíamos terminado de hablar, salí con el conejo en la mano. Até sus patitas a la rama de un árbol con una cuerda, que me la había traído con antelación, y le hice un corte en la yugular para que se desangrara. Me impresionó que hubiera matado a aquella alimaña con un flechazo directo en el ojo. No todo el mundo podía hacer algo así. Es decir, yo apenas sabía agarrar el arco… En fin. Tratar con aquel cadáver me repugnaba un poco. No olía especialmente bien

Y no sé el motivo, ni la razón. Pero en cuanto hundí el cuchillo en el pescuezo del animal para proceder a despellejarle… No sé. Quizás fuera el calor, el asco, el hambre, el estrés… Quizás fuera un poco todo, quizás fuera ver mis manos manchadas de sangre, pero me entró un fuerte mareo que no tardó en convertirse en un agudo dolor de cabeza. Decidí ignorarlo. Aguanté las ganas de vomitar, y procedí a tirarle de la piel, y al hacerlo, sentí que me faltaban las fuerzas, las piernas me comenzaron a fallar, las manos se me escurrían. Se me cayó el cuchillo de las manos. Todo se emborronó de golpe y de repente, sentí que todo a mi alrededor se derrumbaba. Dejé de sentir mi cuerpo y me desplomé contra el suelo como un trozo de vidrio, igual de frágil. Con hambre, con sed, la oscuridad lo cubrió todo.

Y entonces, cuando perdí por completo la consciencia, fue entonces cuando fui capaz de verlo.
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Neion, Dom Jul 03, 2022 4:44 pm
De alguna forma parecía como si estuviésemos compitiendo por quien podía ser más borde y sarcástico. No sabía si se debía a la tensión y falta de confianza que nos teníamos o si nos caíamos mal de verdad. Pero no, su presencia no me molestaba e Íon tampoco se quejaba, es más, estaba sorprendentemente callada. Simplemente me sentía cómoda tratándolo de esa forma, era divertido como me respondía y tampoco podía enfadarme. No importaba lo mucho que intentaba quejarse a través de sus comentarios, aun mantenía algunos modales a tal punto que me dio permiso para descansar en el... catre que había cerca a la salida de la cueva. Me quede en el suelo, aunque apreciaba su intención, siempre considere que la cama es el rincón más personal y vulnerable de uno; me parecía de mal gusto invadir dicho espacio ajeno.

Me concentraba en pensar en todo tipo de cosas aleatorias para mantener mi mente distraída y finalmente caer dormida, una de ellas seria si valía la pena explicarle que los banquetes reales no son tan satisfactorios cuando te tienes que preocupar más por los propios ademanes que por la comida. Quizás era una observación inútil para alguien como Tomas y tampoco quería pisar sobre sus sueños culinarios.
Luego me molesté un poco recordando su mención a las "chicas de aldea", era un poco frustrante cuando las expectativas de otros en mí no tenían nada que ver con la realidad y no poder corregirlos porque solo yo tenía el derecho de conocer la verdad.

Me di la vuelta para cambiar posición, esperando a que el sueño viniera pronto, cuando de repente se escuchó un ruido desde fuera del refugio. Quise ignorarlo al principio, pero la preocupación empezaba a invadir mi mente. Tomas estaba ahí fuera preparando la comida, ¿y si le había pasado algo? Al final de una pequeña lucha mental me levanté y salí.
Encontré al muchacho a cierta distancia de la cueva, tumbado en el suelo mientras que el conejo estaba atado a unas ramas, balanceándose y desangrándose casi sobre el cuerpo del peliblanco. La suerte que tenia de no acabar ensuciado con la sangre.
Conseguí levantar a Tomas del suelo y lo cargué de vuelta adentro, tumbándolo con cuidado en el camastro que me mostro antes. Sin embargo, note algo extraño en cuanto toque la cama. Era aceptablemente blanda, excepto por una pequeña zona que estaba dura. Toqueteé un poco, intentando no molestar al desmayado, y conseguí sacar un... ¿libro? Parecía bastante gastado y hojeándolo también parecía completamente vacío, hasta que me topé con la primera página. Asumí que era un diario, quizás el del chico. No estaba en mi derecho leerlo, pero empezaba a tener mis dudas con las manchas que había por cada rincón. ¿Y si estaba tratando con alguien no-tan-bueno? O bien podría ser un completo ignorante y, si podía alejarlo de tal camino, mejor.

Dejé el diario junto a su cuerpo inconsciente y me tomé la libertad de explorar el lugar para asegurarme de que tendría todo lo necesario para preparar la cena. Conseguí encontrar las alubias y patatas que me prometió en el camino y salí a preparar el conejo. Rezaba para que no despertara antes de tener la comida lista, no quería que le entrase pánico despertándose en su cama y yo desaparecida. Me asegure de que el fuego no era demasiado grande para que la carne no se quemara mientras yo me acercaba al riachuelo que había visto cuando traíamos el tronco, quería traerle un poco de agua fresca a mi "compañero". también mojé un trapo que había encontrado por ahí tirado, volví a la hoguera para quitar el conejo del fuego y poner los demás alimentos a calentar antes de hacerle una corta visita a Tomas para ponerle el trapo húmedo sobre la frente para que se relajara un poco. Y quizás eso le haría despertar pronto, ya era hora de comer igualmente.

Durante todo el proceso había notado que teníamos una mesa preparada afuera, pero no confiaba en sus fuerzas como para compartir la cena ahí. Separe la comida en dos cuencos que me encontré y espere sentada junto al camastro, tampoco podía darle tortazos. Aproveche ese tiempo para planear la charla que tendríamos después. Primero debía asegurarme de que se bebía el agua, luego la comida y cumplir con mi promesa de darle las respuestas que buscaba.
No tardó mucho en empezar a moverse, así que simplemente alce mis brazos con uno de los cuencos de comida y un vaso con agua para que los pudiera alcanzar.

— Buenos días, bella princesa. Bebe esto y come, no te muevas mucho o te va a dar otro patatús. Ahora solo escucha, sé que estas confuso, pero intentare responder a tus dudas cuanto antes. Te has desmayado mientras despellejabas el conejo – quizás por el calor, el cansancio o el hambre – así que te he traído adentro. Si, al lado tuyo esta tu diario, lo encontré cuando te dejé aquí. Y si, lo he leído. Me disculpo por ello, sé que es privado, pero las runas que hay en este lugar ya dan mucho que pensar. — intenté hablar lentamente para no solicitar su mente demasiado, pero con firmeza para que no se atreviera a interrumpirme. Tenía que aclarar las cosas antes de que desconfiase más de mí y antes de que intentara huir. — Y si, sé que todos estos dibujos son runas. Aunque no es muy sorprendente, dudo que meros aldeanos tengan alguna idea. Eso sí, no puedo leerlas. Y con respecto a tu pregunta de antes, no soy una bruja, ni hechicera, ni maga. Soy una arquera. Pero conozco varios magos. Considerando lo que hay en tu diario, dudo que te atrevas a usar esta información en el exterior, ya que la Inquisición bien podría sospechar de ti también en cuanto intentes delatarme. Ellos no perdonan. — me di la vuelta para mirarlo mientras tomaba el primer bocado de mi cena. — Tomas, vengo de un lugar donde hay mucha más gente como tú, personas con dotes... especiales. Un lugar donde el pensamiento tiene más libertad que en los pueblos y ciudades, donde las leyes de la naturaleza no son solo lo que uno puede ver con el ojo libre. — tome una pausa para seguir comiendo, no quería que se enfriara completamente y él quizás también necesitaba unos segundos para pensar. — Y ahí tenemos más comida que aquí, te lo aseguro. Tienes todo el derecho a estar enfadado conmigo por invadir tu intimidad, lo entiendo y lo acepto. Aun así, me voy solo al amanecer y dudo que puedas hacer mucho para convencerme de irme antes. — comenté, haciendo mención indirecta a la diferencia en fuerza y posibilidad de defendernos o atacar cada uno. Aunque... si algún día se volvía un mago, la situación podría cambiar muchísimo en su favor. Me tumbé nuevamente en el lado opuesto de la cueva de donde estaba Tomas, no sin antes dejar mi arma a menos distancia de el que de mí. No tenía miedo de que la usara en mi contra, podía intentarlo y aun así fallar perfectamente. Pero quería darle la oportunidad de tener una duda menos sobre mí.

— Tienes toda la noche para pensar en lo que quieres hacer. Mas te vale no jugar con las flechas a menos que quieras dormir por una semana. Tu decides si vendrás conmigo o no. Buenas noches. — le di la espalda y me forcé a ignorar cualquier posible comentario hasta quedarme dormida.

"Vaya, nunca te había visto tan dura con las palabras como lo eres con las flechas."
"Las dos conocemos el miedo de no saber cuál es nuestro propósito, vagando sin rumbo, perdidas en un mundo al que no le podemos confiar nuestros secretos. No pienso condenar a alguien más a tal locura."

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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Tomás Blancatormenta, Lun Jul 04, 2022 7:50 pm
Me desperté con los ojos cerrados, y lentamente fui recuperando la consciencia. No tenía ganas de despertar. Podía sentir mi boca pastosa y seca. Me retumbaban los oídos. Me dolía todo el cuerpo, especialmente la cabeza y las articulaciones. Debía de haberme hecho daño al caer en el hombro derecho, porque me escocía y sentía, además, todo el brazo entumecido. Aún así, podía moverlo un poco, así que no me preocupe. Sentía algo húmedo cubriéndome la cabeza, y abrí lentamente los ojos, aunque estos me pesaban como piedras. Pude divisar el techo de la cueva, sus aristas, las sombras que pendían del airado baile de la llama de la vela, temblando y retorciéndose.

Tuve el impulso de gritar y maldecir, pero me contuve: no era capaz de recordar nada de lo que había soñado, pero tenía la sensación de haber vuelto a soñar con la marca. Me daba algo de rabia, pero me resigné.

Levanté el brazo y toqué el paño que tenía sobre la frente, y mientras me incorporaba, con cierta dificultad, pues me sentía algo débil, lo retiré y lo dejé a un lado. No me quería ver como un enfermo. Me sonrojé un poco al ver a Nei. Al parecer, me había estado cuidando. Es decir, era lo mínimo que se podía pedir de alguien, pero igualmente, lo agradecí enormemente para mis adentros. Se me hacía extraño que alguien se ocupara de mí, pero me hacía feliz el hecho de que alguien me cuidara. Quizás hubiera verbalizado todo aquello, pero que nada más despertar me saludara con un «buenos días, bella princesa» me cortó todo el rollo. Y si fuera poco, me encontraba bastante débil y no me sentía con el ánimo de hablar.

Bella durmiente, más bien —increpé, en voz baja y con gesto cansado. Me reí. Fue una risa breve, fatigada y angosta que terminó en una profunda exhalación.

Me estiré con cierta dificultad para alcanzar la comida y el vaso de agua, y lo primero que hice fue beberme prácticamente toda el agua de golpe por toda la sed que tenía, con tanta ansía, que estuve a punto de perder el equilibrio y caerme de bruces contra el suelo. Acto seguido, tras rectificar un poco mi centro de gravedad, dejé sin mucho cuidado el recipiente de cerámica en el suelo y no me esperé a que Nei comenzara a comer para hacerlo yo. Era una sensación extraña: no tenía demasiado apetito, pero era evidente que tenía hambre. No devoré el plato, pero si fui comiendo lentamente, disfrutando cada cucharada que me llevaba a la boca como si no existiera en el mundo manjar más delicioso que aquel. No sabía hasta que punto era el hambre, o si la pelirroja tenía ciertas dotes culinarias, pero aquel plato de alubias con carne me estaba sabiendo a gloria. Al menos el punto de la carne estaba bastante logrado.

Cuando mencionó que había leído mi diario me quedé un momento paralizado, con la cuchara en el aire, pero no tardé en seguir comiendo. Es decir, no se lo podía echar en cara. Yo en su lugar hubiera hecho lo mismo, y sinceramente, el diario en aquel momento no era de mis mayores preocupaciones. Si quería hacerme daño alguno, si las escuetas notas del diario me llevaban directo a la hoguera, en aquel preciso instante solo me importaba tener algo que llevarme a la boca. Nada más. Todo lo demás me parecía un tanto irrelevante. Tampoco es que no me importara, pero… ya me entendéis. Aunque tampoco mentiré: me sorprendí un poco cuando admitió que reconocía los símbolos de las paredes. Y cuando admitió que conocía a varios magos, incluso alcé una ceja y dejé de comer. Y ya cuando habló de aquella manera sobre la Inquisición, me relajé por completo. No sería mi último plato de alubias con conejo, y aquello me hizo un poco feliz. Es decir, estaba a salvo, aquello era una buena noticia. Y continué comiendo tanto como me permitían mis fuerzas.

Esperé pacientemente a que terminara de hablar, y sinceramente, no sabía como procesar todo aquello. Simplemente no podía. Demasiada información, pero también, sentía mucha incertidumbre. No conocía el lugar al que se refería la pelirroja, y por supuesto, tampoco sabía si aquel lugar del que hablaba sería el adecuado para mí, si llegarían a aceptarme o si acaso sería capaz de adaptarme a algo que no fuera… la soledad. Después de todo, todos mis intentos de vivir en sociedad habían fracasado estrepitosamente. ¿Quién podría asegurarme que no volvería a pasar? ¿Acaso sería justo volver hacerme aquello? ¿Revivir una y otra vez la misma desilusión? No obstante, tenían comida. Y conocimientos mágicos, y necesitaba de ambos. Suspiré. Tendría que consultarlo con la almohada. Ah, no. Que no tenía almohada. Bueno, ya le daría vueltas cuando despertara.

Carraspeé varias veces para aclararme la voz y traté de apoyar mi espalda a la pared rocosa para estar más cómodo. Estiré mis piernas y le devolví a la joven una mirada cansada. Estaba dolido, aunque no solo físicamente. Estaba cansado, sí. Pero estaba comenzando también a cansarme de aquella actitud que se traía. En aquellas circunstancias era incapaz de morderme la lengua. No podía lidiar con tantas cosas a la vez.

No estoy enfadado, solo algo confundido —admití, y a partir de aquel punto, comencé a alzar un poco la voz. Vale, estaba enfadado, pero no por el diario —. Lo que no sé es que hecho para que me trates con este desprecio. Entiendo que no confíes en mí, el sentimiento es mutuo, pero es evidente que no tengo ni una sola posibilidad contra ti. Es… casi retorcido que no pares de dejarlo caer. Sé que intentas intimidarme para que no cometa ninguna locura, pero es que no tengo razones para hacerte daño. Si tienes tantas dudas sobre mí, no me ofrezcas tu ayuda. No la necesito. Me las apaño muy bien yo solito, gracias —zanjé, algo enfurruñado con ella. Una cosa era soportar puyas constantes antes de haberme desmayado, ¿pero iba a seguir insultándome acaso toda la vida?

Pero de pronto, me rugió la barriga. Me sonrojé y disimuladamente, cogí mi plato y mi vaso, ya vacíos, y se los acerqué un poco, ofreciéndoselos en el aire

Ergh... ¿Te importaría echarme un poquito más de comida y pasarme el agua antes de que te vayas a dormir? Es que… bueno, no me puedo levantar —le pedí, muerto de vergüenza. No podía ser que después de ponerme de esa manera y de haberme llenado la boca con lo bien que me iba solo, tuviera que depender de ella. Era un poco hipócrita por mi parte, pero es que tenía hambre. Quizás sí que tendría que haberme quedado calladito y haberlo dejado pasar. Después de todo, quizás estaba exagerándolo todo porque estaba agotado y me estaba recuperando del desmayo.

⁕ ⁕ ⁕

Pese a que me desperté bastante temprano, podría decirse que dormí bastante bien. Me levanté muy despacio, y aunque me dolía algo la espalda por el lecho tan incómodo, pude desenvolverme bastante bien como para no hacer mucho ruido. Estaba lo suficientemente acostumbrado a la oscuridad como para poder manejarme con la escasa luz que se filtraba desde los recovecos de la hiedra de la entrada, luz que, por las horas, tampoco era mucha. Vigilé que Nei siguiera dormida, y por su postura, deduje que así era. No sabía si es que estaba roncando o si acaso estaba respirando muy fuerte, pero sí, parecía que se había quedado roque. La verdad es que después de haber descansado y haber recuperado fuerzas me encontraba de bastante mejor humor. Sentía ciertas necesidades fisiológicas pues las alubias no son un plato precisamente ligero, pero la verdad es que me habían sentado de vicio.

Caminé con bastante cuidado hacia la estantería y agarré dos piezas de fruta que había reservado en caso de emergencia. No solía desayunar, pero aquel era un caso especial. Estaba de celebración y, además, el desmayo del día anterior me dejaba claro que tenía que comer más. Con estas ideas en mente, me acerqué con cierta cautela a la pelirroja, aunque dejando cierta distancia prudencial por si le daba un acto reflejo chungo y se decidía por atacarme. Aclaré mi voz. En otras circunstancias, hubiera sentido algo de empatía por ella y la hubiera dejado descansar algo más, pero aquella sería mi pequeña venganza personal por la forma en la que me había estado tratando. Por mucho que me hubiera ayudado, lo cortés nunca ha quitado lo valiente.

Oye. Si, tú, la arquera. Venga, levántate, que tenemos que ir de excursión a no sé qué sitio —le dije, alzando bastante la voz y aguantándome las ganas de reír—. Por cierto, ¿de qué eres más? ¿De pera o de manzana? —le pregunté, jocosamente, mientras le ofrecía tales frutas. Estuve casi a nada de tirárselas para continuar con la revancha, pero tampoco quería tentar a la suerte. De poder elegir, quería conservar los testículos.

Podrá cantar misa, pensé, pero lo que ella tenía de tipa dura, lo tenía yo de tipo… ¿silencioso? O sea, tampoco era tan silencioso, pero estaba acostumbrado a moverme por terreno difícil y estaba bastante habituado a la cueva. Además, aquel no era mi único talento: por raro que pueda sonar, no se me daba nada mal la esgrima. Quizás si se volvía a poner chula, me animaba hasta retarla a un duelo, que sabía de algunos caballeros que tenían aquello por costumbre.
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Humana
Nombre : Neion de Sessa
Escuela : La Torre
Bando : La Diosa
Condición vital : Viva
Rango de guerrero : Guerrero experto: Armas a distancia - Arco
Clase social : Pueblo llano - Noble
Mensajes : 101
Fecha de inscripción : 31/03/2015
Edad : 22
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Re: Ser no tendría si algo pareciera por Neion, Sáb Jul 01, 2023 11:12 am
Estaba disfrutando un buen asado de venado con patatas hechas al horno, en el comedor de la escuela, cuando una voz me llamó de lejos. Miré detrás de mí y no vi a nadie, pero la voz se acercaba con cada palabra.

Abrí los ojos lentamente y sentí su voz martilleándome la cabeza. Solté un gemido cansado y frustrado, ¿por qué diablos tenía tanta energía en la mañana?
"Déjamelo a mí."
Por supuesto que Íon tenía que despertar de mal humor también. Pero no podía arriesgar nada esta vez.
"Nah, me quedo el cuerpo por ahora. Si te necesito te aviso. Vuelve a dormir, Íon."
Me respondió con un murmuro insatisfecho, pero al menos se hizo silencio en mi mente.

Me di la vuelta y miré al chico. ¿Pera o manzana?
— Manzana. Y buenos días a ti también. — respondí mientras intentaba levantarme lentamente del suelo. Me dolían los huesos, o los músculos, o todo el cuerpo. Echaba de menos mi cama y mi almohada, pero aún más el despertar en silencio.
Me crujían la espalda y los hombros al estirarme, pero el dolor que acompañaba era bien recibido, ya que me sentiría mejor después.

— Te veo con muchas ganas de partir. — comenté mientras tomaba la manzana de su mano. Le di un mordisco y me quedé en silencio por unos segundos para saborear la fruta. Nada mal. — Decías que tienes un hacha, primero déjame cortar el tronco. A menos que quieras cargarlo todo el camino. Que, por cierto, ¿todavía necesitas la madera? Si nos vamos a mi hogar dudo que hagas gran cosa con esto ahora. — la verdad es que nunca me dijo para qué lo necesitaba, pero tampoco recordaba si le dije para qué lo usaría yo. Empecé a dar vueltas por la cueva en busca del hacha, aunque no me gustaba tocar lo que no era mío, ya había descubierto uno de sus secretos y leí su diario así que ya crucé un par de límites, sin querer, eso sí.

— Asegúrate de llevar lo que necesites, el diario, tu puñal... no te cargues con muchas cosas porque seguro tenemos lo necesario ahí. — en cuanto encontré el hacha empecé a cortar el tronco de largo, por suerte los arcos no requieren mucha madera ya que son relativamente finos. Incluso una rama sirve de arco, pero buscaba calidad, no chapuzas. Recordé que traía un bolso de piel en el que guardé unos bocadillos cuando salí de la Torre. Estaba aplastado contra mi cuerpo tras dormir encima de él, gracias a la Diosa que al menos estuvo vacío cuando me olvidé de tenerlo.

— Por cierto, puedo ayudarte a llevar un par de cosas, si necesitas más espacio. Dámelo cuando estes listo. — lancé mi bolso hacia él, para que lo usara como le venía mejor. También le devolví el hacha cuando estuve satisfecha con el grosor de la madera que corté. Comparé el tamaño y daba para hacer un arco largo. No estaba acostumbrada a los arcos de gran tamaño, pero siempre tuve un especial interés por ellos. Quizás era en honor a mi guardia personal de mi lugar de origen. Sessa... hacía mucho tiempo que no pensaba en nadie de esa casa que no fuera mi hermano fallecido.

Desperté de la nostalgia abrumadora y miré al chaval. Si mi hermano estuviera vivo, tendría la misma edad que Tomás, quizás serían iguales en altura también. ¿Era este uno de los motivos por lo que quería ayudar al peliblanco? ¿Para satisfacer mi culpa? O quizás, ¿le trataba un poco mal en un intento de alejarlo por miedo de hacerle daño?
Que estupidez.

— Si necesitas el resto del tronco, lo vas a cargar tu solito, yo me llevo lo que corté de el. Ahora, vamos. Si nos movemos rápido llegaremos en 2 días, no está muy lejos. — no quería perder mucho mas tiempo, además que me hacía un poco de ilusión presentarlo a los maestros de la escuela, algo me decía que todo iría bien para él.


˳༄꠶˳༄꠶˳༄꠶

Mientras caminábamos intentaba recordar sus palabras del día anterior. Tenía razón hasta un punto, pero no del todo.
— Sabes, solo porque tienes menos fuerza en los brazos no significa que seas débil. Cuando no puedas golpear a alguien, usa la mente a cambio, verás que eres más fuerte que muchos otros en ese momento. No digas que no tienes ninguna posibilidad contra alguien. Esas palabras te limitarán más que cualquier otra cosa. Todos tienen un punto débil, incluso yo, solo tienes que encontrarlo. — no estaba segura si se acordaría de lo que dijo él mismo, y aunque me sentía mal por tratarlo de esa forma, me sentaba peor ver que Tomás de verdad consideraba tener cero posibilidades contra mí. Está bien ser realista, pero se estaba poniendo limites solo a este paso.

— Y creo que es tiempo de que sepas adónde vamos. La Torre. Para la mayoría es solo una escuela de magia, para los inquisidores es un nido del pecado, pero para nosotros es "hogar". Ahí tendrás comida y agua, un techo sobre tu cabeza, una cama y una almohada, y grandes maestros que te guiarán en el camino de la magia. Vas a aprender runas y hechizos y, quien sabe, quizás descubras más sobre ti. — casi ni me daba cuenta de que tenía plantada una sonrisa estúpida en mi cara mientras describía la Torre, siempre me llenaba de calidez y emoción cuando pensaba en el lugar que me servía de refugio. — Cuando lleguemos, crece y vuélvete fuerte Tomás. En cuerpo y mente.
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