Yuki
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Dragona
Nombre : Yuki
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Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 01/10/2016
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Entre las nubes. (Priv. Valenior.)por Yuki, Mar Oct 04, 2016 9:31 pm
Era realmente sencillo volar en aquel terreno desértico lleno de dunas, tierra cuarteada y rocas. El sol calentaba la superficie de la tierra y el calor ascendía hacia arriba, lo que hacía que volar resultara fácil y sencillo, pudiendo planear largas distancias. Había entrado en aquel territorio poco antes del amanecer, y al contrario que las primeras horas ahora resultaba muy sencillo mantenerse en el aire. junto a ella pasaba alguna que otra nube de color blanco e hinchado, aunque no eran nubes de lluvia, eso se notaba. Lo único malo de aquello era que el Sol pegaba demasiado fuerte. Cierto que le gustaba tomar el sol, y le encantaría revolcarse en aquella arena fina y suave. Pero el Sol era demasiado intenso, bochornoso y seguro que aquella arena debería abrasar como brasas encendidas. Yuki había estado haciendo piruetas, aprovechando la corriente de aire que la ayudaba a mantenerse sobre las ardientes arenas del desierto. De vez en cuando vislumbraba el brillo de algo entre las arenas, el reflejo del sol en pequeñas pozas de agua cubiertas por un poco de vegetación.


Esperaba cruzar pronto aquellas tierras yermas o bien encontrar un buen oasis donde poder darse un buen chapuzón y tumbarse a la sombra. Tras pasar un por par de aquellas nubes, Yuki suspiró decepcionada, no tenían humedad suficiente como para refrescar su cuerpo. Tras atravesar la segunda nube, inspiró profundamente, provocando una especie de ruidito o vibración en su pecho y exhaló con fuerza un chorro de su aliento de hielo. Éste salió despedido por delante de ella, choró con una nube y pareció estallar al contacto, formando una nube mucho más densa y fría que empezó a dejar caer una fuerte lluvia. El impacto del aliento de hielo con el vapor de la nube, formó una nube mucho más grande, donde las partículas de hielo relucieron y brillaron como miles de diamantes, por lo que el reflejo con la luz del sol en aquellas partículas se verían desde varios kilómetros. Después de zambullirse en aquella lluvia fría y placentera, cerró los ojos dejando que las gotas se deslizaran por su cuerpo de blancas escamas, lanzando también pequeños destellos, como diminutos diamantes en el aire. Mantuvo las alas extendidas y dejó que las corrientes de aire la mantuvieran mientras seguía volando en linea recta, atenta al olor de agua fresca que anunciaría un oasis cercano donde poder descansar, beber y quizás comer algo si había peces o animales en las inmediaciones.
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