Ahora es cuando te das cuenta de todo lo que es tu vida, y eso te hace en qué pensar. ¿Por qué vivimos en una sociedad tan escéptica? Todas las malas situaciones de este planeta dónde algunos tienen tanto y otros tan poco. ¿Cómo algunos puede juzgar lo que desconocen? Durante siglos ha habido personas que odia a las personas con dotes mágicos y después de tanto tiempo sigue habiendo personas así y no solo en el campo de la magia sino también en otros. Aún me acuerdo cuando me quedaba horas mirando a la nada, pensando e imaginando historias que me gustaría que pasaran, todo eso es lo que pensaba Danah en estos momentos. Aparte de numerar casi todas sus estupideces.

No pudo retener una lágrima que bajaba desde sus preciosos ojos azules como el cielo hasta su mejilla, dejando un rastro húmedo a su paso. Danah odiaba llorar, le hacía débil, pero esta vez era diferente. No podía dejar de pensar... Más lágrimas resbalaban por su rostro hasta que la joven tuvo que cerrar los ojos para evitar que hubiera más.

Cuando por fin los abrió se separó débilmente de la muralla de piedra que evitaba caídas inesperadas desde una altura considerable. Alzó la mano derecha y la giró dejando ver una marca; un triángulo invertido. Danah se informó en libros antiguos que esta marca hacía un símbolo de trinidad que representaba, presente, pasado y futuro aparte que si era invertido indicaba un signo de feminidad. Por desgracia para la joven no pudo elegir tener o no esa marca dado que era de nacimiento. En varias ocasiones había intentado quitársela de distintas maneras (algunas bastante dolorosas pero es mejor no dar detalles). Ahora observaba detenidamente ese triángulo y por una vez en su vida hizo algo maduro y correcto.

Ya era hora de aceptar su pasado ¿no?  ¿Y cómo hacía eso? Madurando. Danah seguía sumida en sus pensamientos, paralela de la realidad...

El crujir del hielo es lo ultimo que recuerdo, una lluvia gigante de fuego sobre nosotros. No habíamos tenido ni tiempo de salir de aquella helada tierra y se había convertido en nuestra tumba, tumba de sueños y de un nuevo mañana, una gélida y húmeda tumba que nos mantuvo atados allí durante años.


Pero algo había cambiado, el pútrido cuerpo que cargábamos con nosotros, mi antiguo cuerpo, me reclamaba, la maldición me ataba al sufrimiento eterno, me ataba a no poder elegir nada de mi vida, quizás fue mi culpa que nos masacrasen, a fin de cuentas llevaba una diana en la espalda, la maldición de los dioses podía resultar interesante para cualquier facción.


Abrí los ojos, no notaba nada de lo que ahora era mi cuerpo, el hielo lo había conservado en un estado medianamente habitable, sin poder mover las extremidades por el congelamiento absoluto de estas moví mis ojos, o al menos eso intente, estaban igual de congelados que el resto de mi cuerpo por lo que mi visión se veía enormemente reducida, apenas discernía siluetas, y un haz de luz, la parte por donde años atrás había quebrado la enorme placa de hielo.


Días en los que el ahogamiento era un sufrimiento constante,moría y mi alma volvía una y otra vez a ese cuerpo, no tenía donde ir. A cada momento en el que volvía aprovechaba para desligar de una parte de mi mano aquel don oseo que tantas veces me había sacado de apuros. Días, semanas, meses, pasaron hasta que conseguí alcanzar mi meta, salir a la superficie. Una vez en la superficie nada fue mejor, pase días en el hielo hasta que puede ejecutar un simple hechizo para calentarme internamente. Lentamente comencé a descongelar cada recoveco de aquella jaula.



No paré de buscar a quien nos había atacado, resultaba satírico como pretendían hacer como si yo nunca hubiese existido, como si la causa de los Secretos no hubiese sido más que un mal sueño. Nuevos "villanos" habían aparecido en escena y nosotros, los que buscábamos un mundo justo habíamos quedado relegados a no ser más que un viejo fantasma del que nadie quería hablar.

El Anillo, aún reconstruyendo gran parte de el mismo fue el primer sitio que visite buscando respuestas, obviamente, mi atuendo y físico se diferenciaban mucho de lo que habían sido en el pasado, ahora volvía a lucir unas orejas de elfo esplendidas, o bueno eso decía el tipo al que se las arranque, en mi mente aún escuchaba los chillidos y lagrimas del elfo que me había acogido después de lograr salir de aquel estado de parálisis por el hielo, decía creer en nuestra causa, no entendía nada y ese fue su castigo.

No encontré nada en El Anillo, tampoco en Garnalia central. Nada en tierra de humanos, y ya solo quedaba un sitio...

Alcé la vista, ante mi de nuevo aquella imponente torre que tan amargos recuerdos traía a mi mente, reconozco que sentí miedo, si alguien sentía mi fuerza allí probablemente sería de nuevo encarcelado y ahora mismo necesitaba mi libertad más que nunca. Que mi poder mágico actual estuviese tan bajo podía ser una ventaja ya que no llamaría la atención de nadie y ahora era un frío recuerdo y con un parecido lejano al Félix que todos conocían, así que me aventure sin muchas más dudas al interior de la torre, comencé a subir escaleras sin topar con nadie, hasta llegar a las almenas.

Me detuve en seco, sentí algo, alguien vivo, aún no era poderoso, pero apuntaba maneras. Entreabrí la puerta, observe a alguien que miraba su mano con demasiado interés al observar la marca a lo lejos sonreí abrí la puerta de golpe.

-Vaya...eso es nuevo para mi.- Dije forzando una sonrisa, a pesar de mis cicatrices y mi blanquecino tono de piel seguía resultando igual de embaucador y engatusador.-Me llamo Aeglos. Veo que eres nueva, soy un antiguo alumno de la torre, venía de visita ¿Sabes si Narshel anda por aquí? me gustaría darle una sorpresa - Probablemente ella no conociese mi antiguo nombre y aún había registros en La Torre con ese nombre por lo que era la mentira perfecta, claro que no venía buscando a Narshel, de hecho mi plan era esquivarla y poder husmear todo lo posible por allí en busca de algo de información, cartas, escritos o ordenes contra Los Secretos o contra mi. Extendí la mano esperando que estrechase aquello guantes negros mientras sonreía de manera amistosa.

Danah seguía observando atentamente su muñeca viendo ese maldito triángulo que tantas veces había odiado. Cerró los ojos una vez más para volver a distanciarse del mundo que le rodeaba cuando una voz la trajo de vuelta a la realidad.

Era fría y podría decir que tenía un tono sarcástico. La joven se volvió lentamente para ver quién era el portador de aquella siniestra voz que tanto le intrigaba. Para su sorpresa vio a un chico aparentemente joven de piel bastante pálida. Se presentaba como un tal Aeglos, Danah nunca antes había escuchado ese nombre pero tampoco le llamó demasiado la atención.

Mientras el desconocido le extendía la mano que lucía con unos elegantes guantes negros Danah no podía dejar de mirarlo, era extraño pero a la vez parecía tan normal... He visto cosas peores... Al cabo de unos pocos segundos decidió estrechar su mano con la del tal Aeglos. El contacto era frío pero aún así no la apartó.

-Siento mi desconfianza... Aeglos...?-Arqueó una ceja- Se puede decir que estoy acostumbrada a que me sorprendan -Esbozó una sonrisa con descaro indisimulado- Y no, no sé donde está Narshel, últimamente no es tan fácil dar con ella -Danah no podía dejar de mirarlo había algo en él que no le gustaba pero lo prefería así... Sentía una inmensa curiosidad que costaba contener.

Durante unos segundos dude de si sabía mi verdadera identidad o quien era "Siento mi desconfianza... Aeglos...?" Aquellas palabras y duda al final... fue como si recordase mi nombre, pero por fortuna solo parecía ser que no estaba segura de mi nombre, mi semblante paso de uno amistoso a uno agresivo volviendo a uno amistoso en aquellos segundos. Aún me costaba volver a relacionarme con la gente, demasiado tiempo solo, incluso las voces de la gente seguían resultando molestas y desagradables para mi.

-Bueno, puede que no sea la sorpresa que esperabas- Dije sonriendo más relajado, podía notar aún la tensión que podía sentir al ver a un cálido ser vivo en frente mía, en otras circunstancias habría robado ese calor, la hubiese hecho explotar en una fuente de sangre en la que bañarme para sentir ese calor aunque fuesen unos segundos, unos preciados y deliciosos segundos...

Volviendo en mi puede escuchar su ultima frase a medias pero lo suficiente como para saber que Narshel no estaba allí, aunque ya lo suponía, llevaba varios minutos en la torre, si ella hubiese estado allí hubiese sido aplastado en el mismo instante en el que abriera la boca.

-Una autentica pena, debe estar en uno de sus viajes... por lo que veo la afluencia cada vez es menor, ya poca gente se interesa en estudiar su don lejos de casa y más con todas las desgracias que ocurrieron hace un tiempo, ya sabes, el ataque al anillo y demás- escapo una siniestra sonrisa de mi, quizás era satisfacción al recordar el asesinato de los dos miembros del consejo en mis manos y como podía casi seguir saboreando su magia.

-Debe ser duro tener que vivir marcada- dije señalando con los ojos la marca de su muñeca, no sabía que era exactamente, de hecho por eso hablaba sobre ello, la información era poder y si esa muchacha sabía algo acerca de su marca yo lo quería saber, quizás fuese útil arrancarla el brazo, quizás contuviese algún tipo magia, o tuviese que ver algo con los dioses, sea como fuere, me interesaba.-Yo tengo algo similar, solo que no sobre mi piel- dije intentando generar una situación de complicidad favorable para mi. No había venido por ella, pero aquella marca había conseguido atraer mi interés, y el teatro era una de mis cualidades.

Cada preciado segundo que pasaba al lado de aquel chico se me hacía más extraño. Finalmente decidí apartar esos pensamientos de mi cabeza, era absurdo ¿Qué ganaba con pensar en eso? Nada. Escuchaba atentamente cada una de las palabras que decía con extraña atención, raro en mí... En fin hoy estaba bastante abierta socialmente hablando.

Aeglos dijo algo de un hecho sucedido hace ya un tiempo en el anillo. Había leído muchos artículos y en uno de ellos mencionaba ese caso. Aún así retuve el impulso de hacer un repentino interrogatorio a aquel joven sobre ese tema. Había pasado mucho tiempo en la biblioteca y había leído acerca de muchos temas y lo mejor de todo es que cada uno era diferente y tenía su propia esencia, de todas formas ya sabía bastante sobre los mismos.

-Debe ser duro tener que vivir marcada -Vi que señalaba con la mirada la marca que estaba plasmada en mi muñeca. Notaba como mis ojos cambiaban de color lentamente a un rojo intenso incapaz de disimular, era contra mis fuerzas. Y solo significaba una cosa, si mis ojos azules llegaban al color rojo por completo estaría verdaderamente enfadada, ocurría esto cuando era verdaderamente incapaz de controlarme pese a mis fuerzas. Pero tampoco tenía un efecto secundario, solo cambiaban a ese color, nada más. Una razón importante para poder decir que soy bastante transparente a lo que a las emociones respecta...

Odiaba que me miraran la marca que se encontraban en mi piel. Discretamente escondí mi brazo fuera del alcance de su mirada. Mis ojos iban volviendo al azul de siempre. En ese momento me di cuenta de que pronto anochecería y el sol daba paso a una suave brisa... Y con ella a la noche.

-Yo tengo algo similar, solo que no sobre mi piel -Proseguía el chico, ya me había olvidado que estaba en las almenas hablando con un tal Aeglos que ni conocía formalmente... Suspiré algo más relajada y decidí contarle algunas cosas sobre mí, parecía entenderme bastante bien así que supuestamente no habría ningún problema.

-Sí, es bastante duro, sobretodo cuando piensas que jamás podrás quitarte esta maldición que esta marcada en mi piel... De por vida. -Después de tragar amargamente decidí continuar- Pero se lleva bien... Bueno, si no te metes en líos no tienen porqué colgar carteles con tu cara o tu marca de nacimiento para reconocerte y castigarte de por vida por hechos ''que se salían de las normas''... Pero ese es otro tema. Esta marca la tengo desde que nací... Al principio no sabía muy bien que simbolizaba pero poco a poco me fui informando y descubrí que gracias a ella pueden saber cuál es mi mayor debilidad dado al significado que representa y no sé si tendrá alguna relación con el arco de Venus o los lobos... -Sabía perfectamente que había bastantes clavos sueltos que Aeglos no sería capaz del todo de enlazar puesto que tenía detrás una larga historia.

Lo miré brevemente y me acomodé en aquel balcón de piedra para después perder mi mirada en el horizonte.

-Quizás no lo sepas pero... -Hice una breve pausa- Uff es una larga historia, además no sé si te interesaría escucharla de todas maneras

Escuche atentamente todo lo que decía como si de un libro que trataba de descifrar se tratase

.-¿Maldición? Cuéntame más


Su pausa me inquieto, no quería que parase de hablar ¿Quizás no supiese que? yo lo sabía todo, o eso pretendía, la omnisciencia de un dios, quizás así encontrase la capacidad de liberarme que aquella maldición que me afligía, además solo podía perder mi tiempo, el sitio parecía estar completamente vació por el momento, ella y yo solos.

Quise aprovecharme de la situación creando un ambiente menos hostil y más relajado para que empezase hablar más, si sufría un tipo de maldición tenía que saber de que se trataba, si encontraba alguien con una maldición similar a la mía podría llegar a experimentar con su cuerpo para encontrar el camino a la liberación de todo mi poder y no tener que estar encerrado en un cuerpo de carne muerta y altamente limitado.

-Yo también estoy maldito de alguna forma si te sirve de consuelo, mira.


Obviamente no iba a ceder mi secreto más identificable, nada sobre la maldición de los dioses, pero si le mostraba que había sido mordido por un licántropo quizás consiguiese que se sintiese más cómoda, además, menciono algo sobre lobos.

Aparte una parte de la túnica que cubría mi torso dejando ver mis clavículas, aquello era suficiente, mostrar más la hubiese hecho dudar, un cuerpo blanquecino rozando el color de la nieve, lleno de cortes, arañazos y cicatrices nunca era buena señal.

Un plan metódico y precioso empezó a rondar mi cabeza, además, ayudaría a cabrear a los dioses o al menos a los maestros de La Torre, una chica recién transformada en licántropa suelta por la escuela sin ningún tipo de ayuda o conocimiento por parte de los demás, quizás si no me era útil ese sería su destino,  morir a manos de alguno de sus compañeros sin que estos supiesen si quiera quien era, o quizás podría matar a unos cuantos de los suyos, o quizás incluso si me era útil ese sería su destino, así estaba escrito.

Me volví a cubrir apartando mi largo pelo de por medio, y cerrando esta vez mi túnica hasta arriba para crear un sentido de vergüenza que me hiciese verme más humano, " a nadie le gustaría estar maldito de esta forma, de esta y de ninguna" dije en mi mente mientra lo acompañaba de una leve sonrisa casi imperceptible.

-¿Ves? Licantropía lo llaman-Me apresure a decir volviendo en mi rápidamente .

Mis ojos seguían clavados en el horizonte viendo como el sol se escondía, lentamente. Estaba preocupada por mi destino y aunque al principio no me resultaba cómoda la presencia de aquel chico terminé acostumbrándome.

-Yo también estoy maldito de alguna forma si te sirve de consuelo, mira.

Me giré lentamente para observarlo. Vi que se retiró una parte de su túnica dejando ver una pequeña parte de su torso, inmediatamente supe a lo que se refería. Tenía una mordedura de no podía ser otra cosa que de un licántropo. En un pasado aprendí a identificarlas, podría decirse que el lobo es parte de mí, no literalmente pero sí espiritual. Para muchos es la destrucción personificada pero para mí es la lealtad en persona, representaba la astucia, el valor y la lealtad que caracterizaba. Quizás por esos pensamientos fue por lo que me quedé embobada mirando aquella marca, cuando reaccioné, lo miré nuevamente a los ojos. Se volvió a cubrir.

-¿Ves? Licantropía lo llaman

Yo... eh... -Tartamudeaba sin poder evitarlo, cualquiera hubiera dicho que era por miedo pero la verdad es que era de tal asombro, no podía hablar, se me quebraba la voz, tragué costosamente e intenté no decir una estupidez, sabía que ese hombre había sido amable conmigo pero eso no quitaba el hecho de que pudiera devorarme- No lo veo como una maldición, para mí sería un regalo poder poseer la licántropía.- Intenté que sonara más formal.- Todos la ven como una maldición y la verdad no sé por qué, te da muchas ventajas... Si sabes controlarte...

Podía atacarme en cualquier momento, estábamos solos y era un licántropo... Pero pensándolo bien era imposible estábamos en la Torre se suponía que era un lugar seguro y sobre todo no se permitía morder gente por ahí. ¿O sí? Aún así no retrocedí en absoluto y decidí pensar que todo estaba escrito, hasta el día de nuestra muerte.

-No lo veo como una maldición, para mí sería un regalo poder poseer la licantropía.-

¿Acaso sabía a lo que se exponía? Realmente no creo que sepa ni una décima parte del sufrimiento que conlleva y lo dolorosas que pueden llegar a ser las primeras transformaciones, escuchar tu cuerpo como si de un mecanismo se tratase encajando, desencajando, alargando y encogiendo tus huesos hasta tomar la morfología de un animal, por no hablar del intenso y duradero dolor que producía el crecimiento del bello y el endurecimiento de la piel hasta formar un denso pelaje.

Debería haberme acostumbrado a esa sensación después de tanto tiempo pero aún seguía evitando la transformación por todos los medios, desde brebajes a talismanes para minimizar el numero de veces en la que esto ocurriría, aunque no estaba en mi repertorio de pociones u objetos mágicos que podía crear y de suponer una inversión "económica" cualquier costo era poco para evitar volver a esa forma... monstruosa y que tan malos recuerdos me traía.

-Todos la ven como una maldición y la verdad no sé por qué, te da muchas ventajas... Si sabes controlarte...- O era idiota o una inconsciente, pero parecía quererlo a toda costa, era como si alguien quisiese patearse la entrepierna así mismo pero ¿Quién era yo para juzgarla?

Podría haber oteado su mente con un simple hechizo mental, pero ¿acaso estaba bien aquello? a fin de cuentas viviría hasta el fin de los días viendo como todos morían sin más, hasta que toda la luz y oscuridad del mundo desaparecieran por completo ¿quería que mis demonios me persiguiesen tanto tiempo?

-Escucha- Hice una parada para suspirar y negar con la cabeza -¿De verdad quieres condenar tu vida? se ve por tu forma de hablar de ello que eres lo suficiente...- no quería resultar mal educado en un primer contacto y quería evitar la palabra idiota a toda costa- Intrépida para buscar maldecirte de cualquier forma. - De intrépidos e idiotas estaba lleno el cementerio- ...No es un juego, una vez llegue no se irá jamás, perdurara en tu cuerpo hasta que mueras y con ella será más pronto que tarde. -Que desagradables que podían a llegar a ser los humanos, no se en que momento pude pensar que su marca podría ayudarme a obtener algo cercano a información, más bien parecía una flor de Lis pero adaptado a su estilo, al de los inconscientes.

Negué una vez más con la cabeza -Por mucho que lo pudiese hacer ahora mismo no ganaría nada - y yo siempre jugaba por mis intereses, por algo era quien era.