Recuerdo del primer mensaje :

Como le había prometido a Kestra estuve puntual en la sala de entrenamiento. No le diría donde estuve, si preguntaba me limitaría a decir que estuve repasando los puntos que quería tratar con ella cuando llegase. Realmente ni siquiera estuve en mi habitación, me había dedicado a buscar aquel sitio por mi cuenta. No quería parecerle totalmente perdido. Me haría débil a sus ojos y esa debilidad no sería ficción, como mi presunta "inocencia" que le había intentado transmitir. No llevaba el libro encima, pero recordaba los hechizos, no en vano me habían enseñado cierta base antes de ingresar en este sitio.

Cuando llegase la mujer elfa me encontraría en el suelo, leyendo plácidamente una hoja de papel. Si me preguntaba por él me limitaría a esconderlo y sonreír. Si intentaba leerlo le reprocharía:

-Es de mala educación cotillear asuntos ajenos. Tienes suerte de que no sea nada importante y que yo no sepa ni cómo lanzar hechizos ofensivos -mentí-. Conozco gente que mataría por nimieces como esta.

En el caso de que consiguiese leerlo sólo vería un montón de símbolos garabateados y algunas runas arcanas, por lo que podría pensar que eran apuntes. Daría la imagen de chico aplicado, eso podría beneficiarme más adelante. Sin embargo, no le daría tiempo a que leyese nada. No querría que leyese aquella hoja, me la dio mi padre como último recurso en caso de necesitarlo. Un hechizo para perder la memoria...

Dos de los estudiantes se alejaron del campo de entrenamiento, entre ellos estaba el que constantemente despreciaba o menospreciaba a los demás.
Noté que el nigromante creía que yo había quemado al otro alumno a propósito pero yo estaba tan sorprendido como los otros y cuando se alejaban le dije -No quería quemar la ropa de ese tipo, es de familia y no pude controlar mi ira. Aún así, si hubiera sabido que podía hacer eso lo hubiera hecho sin dudarlo.-

Tras decir esto comencé a alejarme del campo de entrenamiento y mi descendencia draconica salió a flor de piel, casi sentía el fuego sobre mi cuerpo y durante un minuto pensé que mi ropa podría quemarse en cualquier momento.
Luego de ese arrebato de furia logré controlarme y tome en cuenta una vez mas la opción de salir de la Cueva Oscura y unirme al bando de La Diosa, o al menos ir a Guardiadragonesdel Mar y vivir ahí.
Añoré estar en el reino que había sido mi hogar, pero me dije que no, debía ser un mago negro, especializarme en magia negra y ya luego podría alejarme y hacer lo que se me quisiera. Una fugaz imagen de los dragones que habitaban en los Volcanes pasó por mi mente, pero mas que revivir el temor de los años en que vayamos por esos lugares, sentí que veía una parte de mi familia, algún día vería un dragón de nuevo, frente a frente, y no sentiría temor. Algún día yo sería un dragón mas, viviría con ellos.

Bien no podía tener un enfado mayor Kestra me empezaba a despreciar. ¡Perfecto! Quizás le había molestado como había actuado ante este muchacho que había ofendido a la escuela. No iba a mostrar en público mis verdaderos sentimientos por ella y mucho menos delante de un nigromante. Quizá ella no lo entendiera y creyera que no me interesaba. No me importaba demasiado en este momento segúni postura pero era por quien más temía en este momento. No dudé en ur tras de ella al salir del campo de entrenamiento. Hablaría mejor cuando hubiera estado màs calmada sin embargo no podía ser en públivo y por lo que sabía de ella se iría sola a algún lugar en el que nadie la pueda encontrar. En verdad sería un escondrijo un lugar perfecto estaba cerca de allí y nadie mas que yo sabía el camino. Aprovecharía cualquier oportunidad para llevarla conmigo y explicarle realmente lo que había pasado en el campo de entrenamiento.