Habitación de Rurik (Noveno piso)

Rurik Helgason
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Habitación de Rurik (Noveno piso)por Rurik Helgason, Jue Abr 02, 2015 11:04 pm
Recuerdo del primer mensaje :

Habitación de Rurik


Escenas

• Escena I — Estudiando
• Escena II — Demonios



Ya era bastante tarde.

Entró por la ventana tras haber intentado realizar el hechizo de levitación. Esta vez, por suerte, no había fallado en medio del intento, aunque, por suerte, aquella vez había aterrizado sobre unos cuantos arbustos y no desde muy alto. Su habitación se encontraba en el piso noveno, y no había nada bajo su ventana, salvo alguna que otra ventana y césped. Entró, evitando pisar su libro del Aire, abierto sobre el escritorio, y se sentó en la cama, pronunciando el contrahechizo:

AshTótIakVèthEwëLindur

Cayó un centímetro o dos sobre la cama, y, un segundo después, nuevamente se levantó, acercándose a su escritorio. Se lo estaba pasando bastante bien con los hechizos del libro del Aire, eran... entretenidos. Se sentó frente el libro, y, entonces, pasó una página, y leyó otro hechizo, este para crear un tornado.

Sí, crear un tornado en los recintos de la Torre, ¿qué podía ir mal?

Por si las moscas, se leyó la página del hechizo varias veces antes de intentar experimentar. Cuando se sintió preparado, se levantó de su asiento, le dio la vuelta al libro, y miró al suelo. Inspiró y expiró, concentrando sus energías mágicas en las manos, preparándose para expulsarlas y que se entremezclasen con el aire. Luego, las redirigió, y las concentró en un único punto del suelo.

Pronunció:

OblêvDòhAshNän

Al principio no pasó nada, y pensó que el hechizo había fallado. Sin embargo, una brisa que le atraía hacia el centro de la estancia le indicó que algo estaba pasando, por lo que volvió a colocarse en la posición adecuada, dispuesto a domar el tornado que iba a aparecer. Y apareció. Primero no era más que una cosa pequeña, débil. Rurik le ordenó que creciese, y este lo hizo, y tomó unos cuantos papeles que había dejado en el escritorio.

Nej, svriflegæd met!1 —exclamó Rurik, casi gritando— Hjälde, virf! Hjälde!2

Sin embargo, supuso que las palabras no servían tanto como los hechizos, por lo que, para hacer que el tornado parase, pronunció:

NänAshDòhOblêv

El tornado desapareció en aquel instante, y las hojas de papel se desperdigaron por la habitación. Rurik no se entretuvo demasiado tiempo en recogerlas, había sido un día bastante movido, sin contar el tornado. Los dejó en el libro, el que cerró. No quería que acabasen saliendo por la ventana por una brisa indiscreta. Esto le llevaba a pensar... ¿qué tiempo haría mañana? Quizá necesitase volver a entrenar, pues pensaba presentarse pronto a la prueba.

Tomó aire y lo soltó, mirando el cielo, y dejó que sus energías se fundiesen de nuevo con el aire. Se concentró, y pronunció el siguiente conjuro:

PùtherLindurEwëVèthEwëSasel

Le vino a la mente la imagen de un valle lluvioso. No era bueno, tenía la intención de salir fuera a entrenar, o quizá pasear para tranquilizarse antes de la prueba. No podía hacer eso si estaba confinado en la Torre, en el mismo lugar en el que se examinaría. Volvió a abrir el libro y buscó un hechizo que había recordado ver anteriormente en el libro, uno que permitía cambiar el tiempo atmosférico. Podría hacerlo mañana, pero, seguramente, si veía que llovía, esperaría a otro día para hacer el entrenamiento.

A fin de cuentas, ¿quién lo conocía mejor que él mismo? Tras encontrar el hechizo, siguió las instrucciones, imaginándose un valle soleado, alzando ambas manos hacia el cielo, y pronunció el encantamiento:

YeferAshGajaDòh

No sabía si el hechizo había funcionado, porque, aunque hoy el cielo apenas estaba cubierto, la previsión para el día siguiente era la contraria, y él intentó que el día siguiente también fuese soleado. Suspiró, cerró el libro y lo guardó en la estantería, y cerró la ventana. No confiaba demasiado en sus poderes tras un día tan extenuante. Ni tenía fuerzas para cenar, simplemente se descalzó y se tumbó en la cama, durmiéndose todavía con la túnica puesta.



1 ¡No, mis apuntes!
2 ¡Para, tornado! ¡Para!



Última edición por Rurik Helgason el Dom Mar 18, 2018 2:57 pm, editado 1 vez
Rurik Helgason
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Rurik Helgason, Jue Oct 07, 2021 9:35 am
¿Quién pensaría que podría ser tan difícil atrapar a un chavalín? No entiendo cómo tiene tanta movilidad cuando parece un cilindro de pieles y tela, porque el tiempo refresca y Lotta no quería que el nene pillara un resfriado. Pero pese a todo, se escabullía por debajo de las mesas y las sillas, se colgaba del candelabro del salón, se escabullía por la ventana y trepaba hasta la ventana del piso siguiente. Lotta, haciendo alarde de la fecundidad de sus campos, había vuelto a concebir hacía unos meses, y su vientre ya comenzaba a pesarle. Tía Svenja no estaba en edad de perseguir mequetrefes, y Éirik solía estar ocupado con sus negocios mercantiles.

Así que me quedaba a mí, Rurik Helgason, WyrmtåmaDomadragones, la tarea de atrapar al criajo una vez se cansara de todos estos trotes y acrobacias para las que ya no estoy en edad. Lotta no quiere que utilice mis conjuros para atraparlos, lo que haría infinitamente más fácil la tarea, porque, como me dijo con su tono directo y honesto, «no quiero que me lo dejes tonto con tus embrujos». Aunque le explicara que un simple hechizo de levitación no tenía por qué afectar de manera negativa el desarrollo del chavalín, su respuesta era un rotundo no. Así que tenía que usar mi ingenio para ponerle trampas al niño, mi encanto para sobornarle con dulces y golosinas, mi aguante para seguirle el ritmo, mi templanza para no renegar del cuidado de las criaturillas.

Así que cada noche me iba a la cama más cansado que Sijgarð, y cada mañana quería quedarme cinco minutos más en el abrazo de Rimis, diosa del descanso, porque las sábanas eran cálidas y el colchón era tan mullido como me permitían mis hechizos. Pero hoy no podía languidecer en la cama, porque tenía planes. Planes que necesitarían, en condiciones normales, semanas de viaje a pata o a caballo, pero yo podría resolverlo en cosa de cinco minutos. Así que me estiré y me obligué a enfrentarme a mi primer enemigo del día: una pila de agua fría, que tocaba lavarse y afeitarse. Dejó de ser fría tras un truco sencillo del Libro del Fuego, y mis abluciones mañaneras fueron muchísimo más placenteras que si me hubiera sometido al beso espabilante del agua fresca.

Me vestí con primor pero a la vez con prisa con mis mejores galas, y algunas que le había tomado prestadas a Éirik. Abrigo de piel forrado, túnica de lana azul bordada, guantes de gamuza, un buen par de botas... en fin, que daba la impresión de ser gente de bien, que lo soy, pero me refiero a la buena posición económica, que también la tengo. Me encontré a Lotta toda emperifollada, con un delantal nuevo, un calientamanos de piel de zorro, el pelo en dos trenzas rematadas por pesados anillos de oro, intentando calzarle a Sijgarð un nuevo par de botines recién abrillantados para la ocasión. Me había pedido que les llevara de excursión a la escuela de magia, porque albergaba la esperanza secreta de que bien ella o su crianza tuvieran poderes mágicos. Es decir, si yo soy mago y Éirik es primo mío, entonces igual es cosa de familia. Igual le contagió la magia al yacer juntos. Lotta, que no sabía nada acerca de las reglas de la magia, lo veía todo plausible.

Al acabar de asear y preparar a Sijgarð, vino tía Svenja con un cesto de pan recién horneado, algunos tarros de frutas en almíbar, algunas botellas de meðe de calidad... y más cosas que me habría hecho llevar si no le advirtiera de que la Torre es, en mi experiencia, el lugar con más comida de todo el mundo. Tras prometerle que volvería pronto, que a fin de cuentas no tenía pensado quedarme en la Torre, Lotta cogió el cesto y se agarró a mi brazo, yo atrapé a Sijgarð que no dejaba de patalear y retorcerse y realicé el pase mágico del teletransporte, pensando en mi antiguo cuarto, dejando que la energía mágica nos bañara a los tres.

Lo primero que vi al abrir los ojos fue una mata de pelo rojo rizado. No me hacía falta adivinar de quién se trataba, porque esa melena de fuego me resultaba inconfundible. Sijgarð estaba aún un tanto atontado por el teletransporte así que no hacía ruido, lo que me permitió inclinarme con sigilo y descaro hacia el oído de la señora Chisparroja, y susurrarle:

Bú.


Última edición por Rurik Helgason el Dom Oct 10, 2021 10:17 pm, editado 1 vez
Zane Beren Ciryatan
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Zane Beren Ciryatan, Jue Oct 07, 2021 6:56 pm
La pelirroja dobló el codo, sin girarse siquiera, y estirando un poco el brazo, adaptando una posición un tanto incómoda, comenzó a acariciarle la parte del mentón a su amigo, sonriendo al comprobar que se había afeitado. Todavía sin mirarle, hizo como si gritara de terror, aunque sin demasiado entusiasmo. No la hubieran contratado en ninguna obra teatral, pero sí que dejo entrever claramente que se lo estaba tomando bastante a guasa.

¡Ohhhhhhhhhhhh, no! ¡Qué susto! —gimió la pelirroja lentamente, impostando claramente la voz, mientras se levantaba del sitio y alzaba los brazos, de manera muy teatral. Dio un par de pasos, y comenzó a girarse hasta su amigo —¡Creo que…! ¡Oh! ¡Visita! —Y bajó abruptamente los brazos, hasta tenerlos casi pegados al tronco, sintiéndose terriblemente avergonzada de que la hubieran pillado haciendo el payaso. Tosió, con el ánimo de… disimular. Tenía el rostro encendido como un trozo de ceniza todavía demasiado caliente y recién golpeado. Aunque paulatinamente se le iba reduciendo el color del gesto, no podía dejar de sentirse ridícula. ¡En cuanto tuviera un rato a solas con el viejo este, le pensaba cantar las cuarenta!

¡Pero bueno, Rurik! ¡Tendrías que haber avisado que ibas a traer gente! —Mientras pasaba por su lado, hizo el amago de golpearle débilmente en el hombro, pero abandonó el gesto con una sonrisa.

Sin saber muy bien cómo interactuar con el infante, se inclinó hasta el pequeño diablillo y chapuceó algo de nórdico, aunque sin dejar de sonreír.

¿Ek em Zane?¿Yo soy Zane? —Tras ello, intentó hacerle cosquillas con una mano, pero tuvo que apartar la mano rápidamente porque le intentaba morder. Cielo santo con el niño. Sonrió nerviosamente, quedándose perpleja. Decidió no tomárselo personal, se encogió de hombros, y optó por acercarse a la madre. Le pasó la mano por el brazo como gesto respetuoso y de cariño, sonriéndola con afecto. Le pasó la mano varias veces e hizo una pequeña reverencia con la cabeza.

Enhorabuena, Lotta —Y la abrazó con fuerza —. Es una alegría volver a verte. Espero que el viaje haya ido bien. —dijo tras separarse de ella.

Acto seguido, se volvió hacia su amigo. Le gesticuló con los labios un "felicidades atrasadas", y una pequeña reverencia acompañó su retorno hacia él.

Te abrazaría a ti también, pero no quiero aplastar al niño —advirtió. Realmente, le daba algo de pánico estar tan cerca de Sijgarð. Principalmente, le daba miedo que el pequeño tuviera a su alcance algún mechón de su pelo. Parecía potencialmente peligroso. —. Me alegro mucho de verte. Aunque hiciste algo de ruido al venir. Me imaginaba que te teletransportarías, así que… estaba preparada... ¿Rurik?

Sin embargo, su amigo parecía extrañado, como molesto por algo. No parecía que la estuviera prestando demasiada atención. Miraba a los lados de la habitación como si no entendiera qué estaba pasando o si hubiera algo que no le terminara de encajar. Oh, claro. No se lo había contado todavía.

¡Verás…! Parece que hay rumores de que quieren trasladar a los alumnos de Aressher a la Torre, y los profesores están que se echan las manos en la cabeza. Como llevabas tanto tiempo sin venir, los profesores querían quitarte tu habitación, para ganar más espacio. Evidentemente, no iba a permitir algo así. Hice un poco de intermediaria y les convencí para que no lo hicieran. Lo único es que ahora la compartes con otro estudiante, allí ya no pude hacer nada. De hecho, él se ha encargado de la limpieza durante todo este tiempo. Antes lo hacía yo, pero… —Zane no sabía qué más decir. ¿Acaso, aquello no formaba parte del pasado? ¿Qué más daba? Todavía no podía creer que estuviera Rurik allí, en su habitación de la Torre, de pie como si nada. Le embargaba un sentimiento tanto de felicidad como de pena por partes iguales. Pero no quería que lo notara —. ¡Ya verás, cuando lo conozcas…! ¡Te va a caer genial! Se trata de… ¿una persona muy interesante? —Y se mordió los labios con una tierna sonrisa. Tenía el rostro plagado de ilusión, pero también tenía un brillo distante en la mirada.

Era, interesante, sí. Pero repleto de rarezas que, hasta a ella, por mucho empeño que la pusiera, le costaba entender. Ni siquiera era capaz de comprender porqué había venido exactamente a la Torre, pero… bueno, eso es otro tema.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Carnal, Vie Oct 08, 2021 12:25 am
Carnal subió las escaleras de la torre con un cesto colgado en un hombro, par que tonteaba con una serie de melodías que se iba inventando y las silbaba. Subía con paso alegre, decidido. Con la otra mano, acariciaba los muros de piedra. Le gustaba sentir su tacto poroso y frío, distante y eterno. Al llegar al noveno piso, estaba un poco fatigado y de su boca salían más bien, sino es que se le escapaban, jadeos pudorosos y tímidos. Iba a conocer a su compañero de habitación, y estaba nervioso e intranquilo, aunque también algo soñador y precavido. Zane hablaba mucho de él, pero nunca contaba demasiado. La consideraba una mujer muy inteligente, pero tristemente, muy equivocada con el mundo; aunque consideraba que había algo bello y honesto en su particular manera de locura.

Abrió a la puerta, y vio a la pelirroja, pero a varias personas más. Asumió que aquel que parecía varón era ese tal Rurik, pero no reconoció al resto. “Parece demasiado joven para estudiar magia”, pensó mientras contemplaba al niño acunado en los brazos de su tío. No pudo evitar sonreír tiernamente.

Los infantes son como el vidrio, transparentes y frágiles, y si se rompen, pueden cortar a sus padres —soltó de repente, a apenas unos pasos de la puerta. Tenía una voz más grave que aguda, profunda y resonante. Hablaba con lentitud, como con una profunda sabiduría o como si fuera un profeta—. Tiene expresión de poeta.

Y comenzó a reírse para sus adentros, brevemente. Verdaderamente les estaba tomando el pelo. O no. Aún así, su forma de reír era melodiosa, casi podías escuchar una escala escondida en ella. A Zane se le erizó el vello, y parecía nerviosa. Sonreía forzadamente, aunque estaba claro que no sabía muy bien cómo interactuar con Carnal.

Que no os asusten mis afueras, no soy una bestia —apuntó, aunque sin amenaza alguna. Lo dijo como la dulzura miserable de un anciano. Y se dirigió hacia su cama y depositó la cesta sobre ella, y apartó el paño que la cubría. Había una selección de setas y frutos silvestres bastante variados. Agarró la cesta y se la mostró a las gentes aquellas —. Traje alimento para la celebración —Y volvió a dejar la cesta sobre la cama. Se acercó un poco al grupo.

Carnal iba con ropa muy sencilla, prácticamente de ropa de estar en el bosque, con sombrero incluido, el cual no se había quitado todavía. Quizás lo más extraño, aparte de su rostro o sus prominentes barbas, era que llevaba uno de los ojos tapados con un paño oscuro de modo de parche. Como llevaba un prominente sombrero, no se divisaba el cómo se lo había colocado.

Podeis llamarme Carnal, nacido de los bosques—Y de repente, apuntó a Rurik con un dedo —. Asumiré que sois Rurik. Es un placer, soy vuestro compañero—Y dejó caer el brazo sobre su cuerpo—. Al resto, salvo a Zane, no os conozco, aunque reconozco y detecto ciertos rasgos comunes en cada una de vuestras caras. ¿Familiares, quizás? ¿Amigos muy cercanos? —La broma del final, salvo que no terminaba de parecer una broma, sí logró que la pelirroja se riera. Carnal a veces era un poco... especial. En aquel día de celebraciones, parecía un tanto más agitado que de costumbre.

Zane suspiró, y cruzándose de brazos, se acercó disimuladamente a Rurik y le susurró al oído:

Está como un cencerro.
Rurik Helgason
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Rurik Helgason, Vie Oct 08, 2021 8:27 pm
Tienes que practicar tus dotes dramáticas —fue mi veredicto ante la falsa sorpresa que demostró Zane ante mi intento de pillarla por sorpresa. Sí, imagino que se esperaba que me apareciera de pronto en la habitación, he de reconocer que no es la manera más creativa de hacer una entrada triunfal, pero con el nene en los brazos tampoco quería ponerme a hacer acrobacias aéreas.

Al menos, el factor sorpresa de traer mis propios invitados a la Torre había surtido el efecto de descolocar a la Chisparroja. Pero se recuperó pronto e intentó chapurrearle un poco de nórdico a Sijgarð; ambos tenían más o menos las mismas competencias lingüísticas, así que no me cabe duda que acabarían entendiéndose. Sijgarð intentó morderla, algo que hacía mucho, un remanente de cuando aún le estaban saliendo los dientes.

Næææj, ġebán frjændin bittanNooooo, está prohibido morder a los amigos —reñí al nene, girándolo para que me mirara y sujetándolo a la altura de los ojos. Mientras tanto, Zane se había dirigido a Lotta, que no hablaba una pizca de común, pero esta, quizás por el tono afectivo o por los gestos de la pelirroja, había conseguido enterarse, más o menos, de sus intenciones y le había respondido con una retahíla de oraciones en su particular dialecto, entremezcladas con apretones de manos, infinidad de besos y pellizcos en las mejillas—. Dice... eh, en resumen, que hola, un placer volver a verte, ¡cuánto tiempo!, te ves muy sana, ¿cómo te van los estudios?, que ha venido a visitar la escuela, que el tiempo en Wölfkrone está muy bueno en esta época del año, que está de cinco meses...

Lotta es, en una palabra, efusiva. Sijgarð seguramente acabara siéndolo de mayor, aunque hoy en día solo era un manojo de energía. Zane dijo que me abrazaría pero que no quiere aplastar al niño. Miré al enanito y lo dejé en el suelo, de pie, sujetándolo unos segundos para que no perdiera el equilibrio, que aún era bastante novato en el arte de la ambulación bípeda.

Bueno, ya no vas a aplastar a Sijgarð, pero cuidado con tropezarte con él. Le gusta agarrarse a las piernas de la gente —le advertí, con una sonrisa, tras lo que tomé la iniciativa con eso del abrazo. Y al ver que Sijgarð había aprendido a abrir cajones me apresuré a llevármelo en volandas antes de que se pinchara con un abrecartas, o que se bebiera la tinta, o se le metiera arenilla en los ojos... Él pataleó un poco; sin duda en su mente infantil yo era el peor de los tiranos, el enemigo número uno de la diversión, pero bastó con coger un puñado de plumas de una almohada y suspenderlas en el aire para que tuviera algo más con lo que entretenerse, intentando alcanzarlas con sus manitas.

Hjerr, hjerrMás alto, más alto —me pedía, y no me quedaba otra que subirle un poco para que alcanzara las plumas.

Zane me hablaba acerca del motivo por el que mi habitación ahora era una compartida, algo que observé al llegar pero que no había tenido ninguna oportunidad de abordar. Una nueva generación de alumnos, según cuentan los rumores de Aressher, pero eso no pueden ser más que patrañas. Es decir, ¿por qué aceptaría Narshel que le metieran en la Torre a seguidores del Dios? Esto es una Escuela de Alta Hechicería, no un reformatorio.

Ya, claro. ¿O los envían a la Torre como una escala para acabar en las Horcas? —bromeé—. Qué van a ser alumnos de Aressher, Zane. Serán gente como yo, que se cansó de estar todo el día de noche, o elfos de los majos, de los que no se sienten a gusto en el Bosque Dorado —Y luego explicó que aún tenía una habitación por su intervención, aunque compartida—. No tendrías que haberte molestado. Si aquí necesitan habitaciones, me podía quedar perfectamente con Éirik y Lotta...

Poco después, mientras Lotta estaba jugando con Sijgarð, aún en mis brazos, entró otra persona en la habitación. Por lo que acabábamos de hablar, me hice una idea de quién sería el individuo con pinta tan animalística. Mi primera impresión es que había llegado al capítulo de la magia transformativa del Libro de la Tierra: ya parecía haber pasado del hechizo de ojos de gato, pero no parecía haber llegado aún al de talones de águila. Le miré, expectante, y filosofó acerca de los niños antes de adjudicarle a Sijgarð expresión de poeta. Volví a mirarle fijamente, entornando un poco la cara.

Este diablillo, ¿poeta? Qué va. Más bien caricaturista. Ha arrasado con mis cuadernos esta mañana —Sin embargo, no podía esconder una pequeña sonrisa. Me había hecho un retrato y, aunque no hubiera salido extremadamente agraciado, me alegraba saber que Sijgarð me apreciaba pese a poner fin a sus travesuras. Zane había puesto una cara rara. Quizás estaba pensando en la carta que le envié, con los garabatos de Sijgarð.

Lotta se había girado y se había quedado mirando boquiabierta al pelirrojo, con una clara expresión de incredulidad, sorpresa y deleite. Era la primera vez que veía a alguien que no fuera yo o Zane exhibiendo efectos tan obvios de la magia, o al menos ella consideraba la estrafalaria apariencia del señor anónimo como el resultado de un hechizo. Este enseñó un cesto lleno de bayas y setas y Lotta, sonriendo y encantada de la vida, alzó el suyo propio, con pan, frutas en almíbar y meðe.

Se presentó como Carnal y yo le fui interpretando a Lotta (Karnal ġenåma, wealdġeboren...Se llama Carnal, nacido de los bosques...), tras lo que se dirigió a mí.

Sí, Hrœrekr Helgason, pero todos me llaman Rurik. Esta es Kjærla, aunque todos la llaman Lotta. Y este mequetrefe es Sijgarð —Se sentía muy raro referirme a Lotta con su nombre y no su apodo, porque, al igual que a mí nadie me llama Hrœrekr, a ella nadie la llamaba Kjærla—. Aquí solo Zane y yo te entendemos. Estos dos no chapurrean ni una palabra de centrogarnálico. Bueno, Sijgarð apenas chapurrea el nórdico, aunque se le perdona porque aún lleva pañales.

Preguntó acerca de la relación que había entre mis invitados y yo, y supongo que es comprensible, porque ver a un señor con una mujer embarazada y un nene en brazos suele llevar a ciertas ideas. Zane, quizás por saber la verdad, acabó riéndose con las insinuaciones, y me susurró que Carnal estaba como un cencerro. Yo puse una sonrisa un tanto incómoda.

No, ella es mi cuñada y este es mi sobrino. Lotta quería ver una escuela de magia y me pidió que la trajera de visita.

Sijgarð estaba comenzando a impacentarse tras tanto estar en mis brazos y comenzó a patalear. Acabé dejándolo sentado sobre mi cama, lejos de la cesta de setas que había traído Carnal. Le dediqué una segunda mirada. No debería haber setas venenosas, ¿no? Porque seguro que Sijgarð querría pegarles un mordisco. Aunque bueno, recordemos que nos encontramos en una escuela de magia en la que les podemos preguntar a las setas si son venenosas. Tomé una con una pinta variopinta, con un sombrero marrón, ancho y puntiagudo, y se la enseñé al nene, poniéndome en cuclillas. Cómo no, este intentó agarrarla y llevársela a la boca, pero yo tenía un truco en la manga.

hobos —susurré. De pronto, a la seta le salieron brazos, piernas, y una cara. Correteó por mi brazo hasta mi hombro, y al final saltó al suelo. Sijgarð, al ver lo que acababa de ocurrir, se quedó boquiabierto y se bajó de la cama y comenzó a corretear tras el duende, con sus pasos trastabillantes e inciertos. Me puse de pie—. Bueno, eso lo mantendrá entretenido durante... cinco minutos o así. Solo espero que no se tropiece.


Última edición por Rurik Helgason el Dom Oct 10, 2021 10:17 pm, editado 1 vez
Yil
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Yil, Vie Oct 08, 2021 11:04 pm
Estoy escondido en el armario. Tengo que adoptar una postura muy incómoda para poder estar dentro, pero se lo prometí a Zane. Quiero ser mejor persona para Il, quiero adoptar sus costumbres. Parece que acaba de llegar, o quizás Zane se haya vuelto loca. Vale, acabo de escuchar su voz, pero no siento que sea mi momento para salir. Aquí todo es oscuridad. Les quiero dar un poco más de tiempo, no interrumpir nada. Oh, ha llegado Carnal. Todavía no sé qué opinar de él, y en el fondo, me asusta: parece saber cosas. Cosas que nunca he contado a nadie. Si tan solo pudiera librarme del miedo...

Ha pasado un rato, pero me da vergüenza salir. En mi mente, parecía distinto; pero soy un adulto. Me siento ridículo. Quiero decir, acabaré saliendo. Pero me gustaría serenarme un rato, mentalizarme. No sé siquiera qué piensa Rurik de mí, nunca hemos tenido una relación demasiado estrecha. Si estuviera con Il, me sentiría más seguro, aunque las cosas se han vuelto algo raras entre nosotros. Quizás Zane habló con él, y haya cruzado junto con el resto. No sé…

Una gota de sudor recorre mi rostro. Acabo de sentir esa vibración en el aire, esa tensión, ese cosquilleo, ese chasquido inaudible. Siempre he sentido la magia de manera muy intensa, y de pronto… runas. ¡Oh, no! ¡Carnal!

Salgo de mi escondite, tropezando apresuradamente de él, abriendo con urgencia las puertas del armario. Era la voz de Rurik. Ha sido Rurik. Zane no se lo ha contado. La luz me golpea, pero de repente, se me dibujan las figuras.

¡Para el hechizo, para el hechizo! —le digo, alzando un poco la voz y corriendo hacia él y acercándome a él con bastante urgencia, agitando apresuradamente los brazos.

Ya le felicitaría después. Primero tenía que evitar problemas.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Carnal, Sáb Oct 09, 2021 10:22 am
Zane respondió a Lotta por medio de Rurik. No ocultó su sorpresa cuando descubrió que se había vuelto a quedar en cinta, aunque no tardó en felicitarla, aunque un poco contrariada. Ella dudaba que llegara a ser madre alguna vez, pero decidió no expresarlo en voz alta. Respecto a los estudios…

Bien, bien —respondió, un poco seca —, lo único es que el fuego me está costando lo suyo. Siempre me estoy quemando.

Después abrazó a Rurik. Al separarse, miró al niño, y se sintió un tanto intranquila. Quizás fuera por todas las expectativas que ponía la sociedad sobre ella, pero la idea de la maternidad le producía picores.

Bueno, son solo rumores —Zane arrugó el rostro, pensativa. Cuando Rurik mencionó lo de sus habitaciones, se puso en alerta y abrió mucho los ojos, sorprendida. No obstante, prefirió quitarle hierro el asunto, aunque sí se quedó intranquila —. A ver, tampoco hay que preocuparse. Si hay problemas de espacio, simplemente hay que crearlo. Por algo somos magos —Y le dio unos golpecitos en la cabeza.

❋❋❋

Carnal observó con atención al nórdico mientras este le contaba sobre las preferencias artísticas del pequeño. El pelirrojo asentía asertivamente con la cabeza de vez en cuando. Su compañero parecía tratarse de una persona bastante agradable, y muy dulce, por la manera de tratar y de prestarle atención al niño. Pensó que aquello le honraba.

¿Arrasó el cuaderno? Vaya —Aunque no le sorprendía, ya que el niño tenía mirada de travieso. No se acercó a él precisamente por aquel motivo, quería ahorrarse cualquier tirón de barba —Guardaos en educarle bien, no sea que le dé por alistarse en el ejército —aconsejó, con cierta ironía, aunque con palpable resentimiento, incluso se le endureció el gesto durante unos segundos. Después, se tranquilizó y volvió a sonreír —. Seguro que dibuja mejor que yo.

Al rato, Rurik le presentó la identidad de aquellos invitados sorpresa, y reveló que eran familia. Carnal se colocó la mano en el pecho y realizó una reverencia bastante ceremonial. Cuando se incorporó, tuvo que ajustarse un tanto el sombrero.

Mis conocimientos acerca del nórdico son bastante escasos, aunque… —Y señaló al primo segundo de Rurik —: kjúklingr —Y al momento, se dirigió a Rurik y le guiñó un ojo. Aunque como solo tenía uno a la vista, pareció pestañear simplemente, aunque de manera un tanto exagerada.

» Mi auténtico nombre es Carnë, que significa rojo, rauðr —explicó, haciendo mucho énfasis en la palabra nórdica, y agarrándose un mechón de pelo de la barba —. Pero aquí nadie pronuncia bien mi nombre, así que decidí adaptarlo a algo que me hiciera gracia.

Al cabo del rato, ocurrió. Carnal sabía que tarde o temprano acabaría pasando, pero eso no evitó que se pusiera tenso y apretara los puños y se le frunciera el ceño. Rurik acababa de realizar el tipo de magia que los suyos repudiaban. No pudo evitarlo, sintió asco, y una sensación de desagrado terrible al ver cómo forzaba de aquella manera la naturaleza, de aquel modo tan ilegítimo y oscuro. Carnal era capaz de sentirlo, o creía hacerlo. El cómo se retorcían el centro de las cosas ante aquel acto, el cómo aire se volvía más pesado a su alrededor, extrapolándose esa pesadumbre en estómago... él podía sentirlo. Y solo, para entretener a un niño.

Fue a decirle algo, quizás hasta gritarle, pero de repente, saltó Yil del armario y e intercedió en su lugar, diciéndole que parara. Carnel se avergonzó de que tuvieran esa visión, mas no falsa, de él, y se calmó un poco. Se aplacó. No debía juzgarles: ellos no podían saberlo, no tenían el vínculo. Dejó de apretar los puños, aunque seguía con cierto gesto de irritación en la cara.

No pasa nada, no pasa nada —dijo, tratando de calmarles a todos. Zane se había puesto también algo tensa, y mirando a Rurik, decidió soltárselo, sin importar que lo juzgara —. Formo parte de una comunidad que no acepta vuestras prácticas mágicas, del mismo modo en que yo tampoco las acepto. Para nosotros, vuestra magia es cruel, violenta… Imponéis vuestro dominio sobre las cosas. Sin embargo, por razones de peso, necesito estudiar y aprender vuestra magia y vuestras costumbres, y no es nada fácil para mí. Por eso —hizo una pausa para tragar saliva —, me gustaría que, en mi presencia, si pudiera ser, no emplearais vuestros hechizos si no fuera necesario, o al menos… me avisarais primero.

Dicho esto, Carnal se dio la vuelta, y abrió uno de los cajones de su escritorio, y sacó un par de hojas de papel y se las ofreció a Rurik. No quería montar un espectáculo, y se sentía bastante incómodo y algo enfurruñado por la situación, pero prefería que pasara rápido.

Si quiere, puede dibujar.
Rurik Helgason
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Rurik Helgason, Sáb Oct 09, 2021 6:31 pm
Zane progresaba con sus estudios de la magia (se lo hice saber a Lotta) aunque tenía ciertas dificultades con el fuego; arguyó que los magos no deberíamos tener problemas de espacio porque podemos crearlo; llega Carnal. Recomendó que educáramos bien a Sijgarð para que no acabara en el ejército, aunque ahí arriba es una profesión honorable como cualquier otra, porque hay una gran tradición de ganar gloria en batallas y jactarse de batallas y morir en batallas y prácticamente hacerlo todo en batallas.

Luego admitió que sus conocimientos de mi idioma eran rudimentarios, pero eso ya era más de lo esperado. Señaló al nene y le dijo kjúklingr, que en algunas partes significa 'gallina' y en otras significa 'polluelo', y que a menudo era utilizado como término afectivo. Esta única palabra comprensible en un mar de algarabía centrogarnálica pareció llamar la atención de Sijgarð que, como respuesta, soltó un quejido y protestó:

'k ben niiiiiiijt kúklinnur, ik Sijgarð!¡No soy un pollito, soy Sijgarð! —Al chavalín aún le costaba pronunciar correctamente los grupos consonánticos como 'ngr', así como también palatalizar las velares, pero esa es una habilidad que no se desarrolla hasta los cinco años y, por otra parte, aquí solo Lotta y yo tenemos consciencia de sus errores lingúlisticos.

Dice que es Sijgarð, no un polluelo —le expliqué con una sonrisa un tanto apologética a Carnal, mientras le daba botes a Sijgarð en mis brazos, para tranquilizarle. Se presentó y tradujo su nombre, señalándose su barba y diciendo rauði; Lotta rió y, tomando una de sus trenzas, exclamó «dunnMarrón claro»—. ¿Carnë, dices? Vaya. Yo hablo élfico, ¿sabes? Pero no esa variedad, sino la del norte. Esa en la que tu nombre sería caran. O gaer.

Yil irrumpe del armario para intentar parar mi hechicería, aunque con un tanto de tardanza porque para entonces la seta ya estaba correteando por el suelo con Sijgarð siguiéndola. Lotta suelta un gritito, al no esperarse ese tipo de sobresaltos, y yo también pego un bote ante la irrupción de otro pelirrojo. Tras las insistencias de Zane hacía unos años, intenté hacerme amigo de él, pero fue justo entonces cuando me llegó la carta que habría de darle un vuelco a mi vida y hacer añicos mi corazón, así que no ahondamos mucho en ese propósito.

No me había fijado hasta entonces en Carnal, más preocupado con mantener entretenido a Sijgarð para que no hiciera ninguna travesura ni se metiera en problemas ni se hiciera daño. Le veía un tanto descompuesto, temblando, como si tuviera que contenerse. Explicó que venía de una comunidad que «no acepta vuestras prácticas mágicas», lo que en otro contexto casi podría ser una confesión de ser, en verdad, un inquisidor o alguien de esa calaña. Pidió que no hiciéramos magia en su presencia a no ser que fuera necesario, o al menos avisarle antes de hacerlo. Había mencionado que tenía que aprender magia por motivos de fuerza mayor, así que suponía que se encontraba en un continuo dilema interno, pero...

«Pues en menudo lugar ha ido a parar», le comenté a Zane por vía mental, algo que, esperaba, no le provocara desagrado a Carnal por el mero hecho de que esas cosas no se detectan a no ser que las estés buscando. Tenía más pensamientos, pero consideraba que sería más prudente consagrarlos al papel por la noche, cuando todo esto hubiera acabado. Quizás para entonces tendría una visión diferente del asunto, más allá de las reacciones viscerales ante tales revelaciones.

Lo tendré en cuenta, aunque... no esperes que toda la escuela lo acepte. A fin de cuentas, la Torre es una Escuela de Alta Hechicería, y aquí la gente viene a aprender a hacer magia —Decidí ser bueno y diplomático, agarrando con una mano la seta, y con la otra rodeando la cintura de Sijgarð y sugetándolo como a un barrilete. En mis manos, la seta volvía a ser solo un hongo normal y corriente—. Al menos aquí la gente suele ser agradable. En el Bosque Dorado... no, no pensemos en eso. —Si esto hubiera ocurrido en el Bosque Dorado, seguramente Carnë sería el objetivo de burlas y desprecios de sus compañeros. ¿Sería capaz Anaë'draýl de expulsarle por decir algo así? O, como castigo, quizás le hacía asistir a los exámenes de magia como asistente al profesorado, solo por maximizar su contacto con la magia tan injusta y cruel que desprecia.

Es decir, conozco los rumores sobre el elfo y su difunta esposa. Fruncí el ceño y negué con la cabeza. Carnal me había ofrecido unas hojas de papel.

Ponlas sobre el escritorio, y... —le ofrecí a Sijgarð—. Tranquilo, solo me muerde a mí porque sabe que acabaré perdonándole —Y es cierto. Al encontrarse en los brazos del señor que se pensaba que era un pollito, Sijgarð parecía un angelito. Al menos por el momento, antes de pillar confianza y hacer alguna trastada.

Me acerqué a mi armario y lo abrí, medio esperándome encontrarme otro pelirrojo (¿no solía Yil ir acompañado de un elfo de esa descripción?), pero solo vi unas cuantas túnicas, pantalones y camisas, unos pares de botas... Y unos libros gruesos y pesados. Eran la De re draconica de Almaloxes, el Parf hein o rhoeg emlygLibro universal acerca de criaturas fieras con escamas de Indaril Helqualondë y el Alles ġecyþne abus ligfamblawenðr askr oððe WyrmbuchTodo lo conocido acerca de los lagartos que vomitan fuego, o Libro de los Dragones, de autor desconocido. Con este taco de libros entre brazos, aparté la silla del escritorio, los coloqué encima (solo me hicieron falta dos) para que alcanzara una altura aceptable y, tras cubrirlos con un cojín, senté ahí encima a Sijgarð.

Lo último fue darle un lápiz y dejarle que arrasara con las hojas. En ese momento Lotta, llenando el silencio con su manera campechana y siempre alegre, riéndose a la menor provocación, dijo unas cuantas cosas en nórdico, que les comuniqué a los demás visitantes:

Dice que ahora los pelirrojos sois mayoría —Tanto Lotta como Sijgarð tenían el pelo de un castaño claro; el mío era oscuro—, y que si no has escondido a alguien debajo de una cama, Zane. Ah, y Yil... —me giré a Lotta y le expliqué que el hombre que había salido del armario se llamaba Yil, o Ġil, que le pegaste un gran susto pero que está encantada de conocerte.

» ¿Esperamos a que llegue a alguien más, Zane? No sé a cuánta gente habrás invitado, pero al ritmo que vamos igual tendremos que trasladarnos al comedor...
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Carnal, Sáb Oct 09, 2021 8:42 pm
Ma quetil Eldarin?¿Sabes hablar élfico? —preguntó sorprendido, percatándose de que Rurik era bastante políglota. Se le escapó una risotada con la aportación de Lotta a la conversación, correspondiéndola con una fuerte sacudida de cabeza como forma de camaradería —. Mi élfico es que no es de Elendë, aunque también hablo un poco del continental de allí. Me impresiona que domines tantas lenguas.


Carnal pudo respirar tranquilo con la reacción de Rurik, aunque no le gustó mucho la risilla de la pelirroja. Aunque la fallaba la cordura, poco había que hacer. A veces daba la sensación de que escuchara voces.

Gracias por entenderlo, sé que no es fácil, y más teniendo las circunstancias de muchos de vosotros —declaró, sintiéndose agradecido —. Y respecto a lo del Bosque Dorado… Dudo que pudiera estudiar allí. Digamos que los míos no tienen una buena relación con los elfos.

Tras ello, siguió las palabras de Rurik y depositó las hojas sobre el escritorio, y cogió al niño, aunque no se relajó hasta que le aseguraron que con él se portaría bien. Se quedó mirándole a los ojos.

Pues a mí me ha intentado morder —soltó Zane, divertida, aunque algo indignada.

Pero Carnal no prestó atención. Tan cerca de él, tuvo la sensación de notar algo, como un pequeño calambre en la punta de los dedos, y notó una mirada inusual en el pequeño, profunda y oscura. Quizás fueran imaginaciones suyas. Pero…

Quizás ese niño hubiera nacido con el don. Carnal podía comprobarlo, pero no se quería quitar el vendaje de la cara, no en aquel momento. Quizás más tarde se lo comentara a Rurik, en privado. Cuando este le preparó el asiento a Sijgarð, Carnal se lo pasó con mucho cuidado, aunque ausente, con la boca entreabierta, muy lejos de repente de aquella reunión entre amigos.

Bueno, da igual —confesó para sí mismo, aunque en voz alta. Recordando que era el cumpleaños de Rurik, se fue dando trotes hasta su zona de la habitación, y sacando una llave de uno de sus bolsillos, abrió el cajón superior de la mesilla de noche y sacó un objeto envuelto en paño, de no demasiado tamaño y se acercó al nórdico —. Lo tallé yo mismo. Feliz ciclo.

Y de manera bastante ceremonial, le puso el regalo entre sus manos, poniendo las suyas propias sobre las de Rurik, apretandolas con firmeza y cierto cariño. Las manos del pelirrojo eran muy cálidas, y bastante grandes, más incluso que las del nórdico, y estaban bastante ásperas.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Rurik Helgason, Sáb Oct 09, 2021 9:33 pm
Carnal me dijo algo en élfico. Imaginaba por dónde irían los tiros, y mis investigaciones en los idiomas de los elfos me han enseñado que, por ejemplo, lo que en el sur comienza por qu- en el norte empieza por p-, y otras tantas discrepancias dialectales que el paso de los milenios ha convertido en dos idiomas diferentes que manan de la misma fuente. A veces pienso que lo mismo ocurrirá con el nórdico si nos descuidamos.

Pedin edhellen Hablo élfico—le ofrecí con una sonrisa—, ach ú-bedin i lameg.pero no hablo tu idioma

•••

En fin, una vez desescalada la situación con Sijgarð apuñalando el papel con el lápiz mientras hacía garabatos (una figura humanoide con lo que parece ser un arbusto a la altura del pecho), y con las disculpas y agradecimientos de Carnal, Zane se quejó de que Sijgarð le había intentado morder. Con toda la parsimonia y naturalidad de la que podía hacer apecho, me dejé caer sobre mi cama, estirando los brazos.

A ti es que te conoce, o casi. Lotta no deja de hablar de ti, siempre anda preguntando cuándo volverás a visitarnos. —Al escuchar su nombre, Lotta levantó la cabeza, porque se había acercado al escritorio a supervisar a su pequeño artista, no fuera a ser que se cayera de la torrecita de libros en la que estaba sentado, y me sonrió. Me había pedido que le extendiera a Zane más invitaciones de venir a vernos.

Me incorporé cuando se me acercó Carnal con algo entre las manos y me lo ofreció: un regalo de cumpleaños. Me apretó las manos con sus manazas, aunque no sentí nada de su calor y su aspereza porque aún llevaba puestos los guantes. Quizás iba siendo hora de ir quitándome algunas capas, porque, pese a que el clima aquí es similar al de allá, en el Norte refresca mucho más.

Vaya, de verdad que no hacía falta —A fin de cuentas, nos acabábamos de conocer. Lotta se sentó a mi lado y me animó a desenvolverlo con su mirada insistente, así que retiré el paño y me encontré con una serie de tubos huecos de diferentes tamaños, ordenados de menor a mayor, sujetados por una banda de madera.

Sƿá mauƿi, nej? Pero qué bonito, ¿no? —opinó Lotta mientras giraba la flauta entre mis manos. Luego, miró a Carnal y le dijo unas cuantas palabras en su idioma—. Þú 'st trygg cræftsmannur. Rurik ealsƿa þƿitles, mar nej sƿá góðe.

Hej!¡Oye! —Exclamé, mirándola con el ceño fruncido, aunque realmente no me molestaba. Suspiré antes de hacer otra vez de trujamán—. Dice Lotta que eres un verdadero artesano, y que tallas la madera mejor que yo —Volví a observar la flauta, intercambiando alguna mirada con Carnal. Recuerdo que los mitos les atribuyen a ciertas criaturas forestales este tipo de flautas, pero imagino que comentarlo sería un tanto insensible—. Gracias por el regalo; tendré que aprender a tocarla. La música no es precisamente uno de mis múltiples y variados talentos innatos.

Luego, con una mirada divertida, miré a los otros dos pelirrojos.

¿Y bien? ¿Vosotros tenéis algo que regalarme en este, mi día especial (que realmente fue hace seis meses), o habéis venido solo a disfrutar del pan y las conservas de la tía Svenja? —Aunque preguntaba más por no dejar que el buen ambiente muriera. Es decir, hacerle regalos a un mago tiene que ser lo más difícil del mundo, teniendo en cuenta que la magia puede hacerlo casi todo—. Según los dichos del Norte, si bebes en un cumpleaños sin traer un regalo, tendrás la peor resaca de tu vida. —Me acabo de inventar ese dicho, pero nadie aquí puede contradecirme.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Zane Beren Ciryatan, Dom Oct 10, 2021 3:18 pm
Zane, respecto a lo de que Lotta no dejaba de hablar de ella y preguntarse sobre sus próximas visitas, se le dibujó una sonrisa tonta en la cara y jugueteó tontamente con un mechón de su pelo, distraída.

Como me estoy preparando para la prueba del fuego, apenas tengo tiempo, pero me encantaría volver. El Norte es muy frío, pero tiene su encanto —reconoció —. Quizás cuando me gradúe… —Y dejó la frase colgada en el aire. No sabía qué sería de su vida después de la escuela de magia, pero tampoco quería pensar mucho en ello. Le agobiaba un poco. Sentía que desde que liberó Lorem, su vida había dejado de tener un propósito, pero había tenido que pasar algunos años hasta darse cuenta de ello.

Al ver como Carnal se adelantaba y le daba su regalo, se sintió un tanto celosa. ¡Se le había adelantado! Aunque le pareció bonito. No es que se llevara mal con Carnal, pero tampoco tenían una relación del todo sana. Solían discutir. Pero, cierto era, que Carnal solía tener este tipo de detalles con las personas, y Zane los apreciaba. Era, ante todo, una persona muy hospitalaria.

¡Oh! Dile que exagera, que con las manos que tengo, solo puedo hacer cosas muy rudimentarias. Hay gente de mi pueblo que hace verdaderas maravillas —respondió Carnal ante las alabanzas de Lotta, y dirigiéndose a Rurik, añadió —: luego te enseño a tocarla, y si te portas bien, quizás pueda enseñarte alguna de nuestras canciones.

Zane se santiguó.

Los músicos no son de confianza —Posiblemente, la pelirroja recordó ciertos episodios de su infancia, con algo de vergüenza y trauma. Aún recordaba, muy a su pesar, cierta canción que la dedicaron hace muchos años…

Estoy de acuerdo —confesó Carnal, para sorpresa un poco de todos —. ¿Qué pasa? Es verdad. Tocar música no te convierte en músico. Yo no cobro, ni vivo de ello.

Yo no conozco a ningún músico, creo —confesó Yil —, pero me gusta lo que hacen. Yo no podría.

Zane le dio unas palmaditas en el hombro a Yil, y después se giró hacia Rurik.

Por cierto, respecto a lo de la fiesta atrasada… —Zane se quedó pensativa, tratando de pensar seguramente en alguna excusa —, bueno, culpable —y comenzó a reírse.

Metió la mano en su limosnero, y sacó de él un saquito de tela marrón. Venía atado con una cinta de color rojo vibrante. Era pequeño, pero en su interior aguardaba un objeto algo pesado. Le tendió el regalo a Rurik.

No va a venir nadie más, en teoría, pero aquí tienes un pequeño presente —Sonrió —. Es un talismán para el peligro. Si detecta que alguien o algo tiene intenciones de atacarte o dañarte de algún modo, se calienta. Te lo puedes poner a modo de colgante, o como anillo. Carnal me ayudó a hacerlo de… ¿manera más responsable y ética? Al menos, mágicamente hablando.

Digamos que apruebo su uso —reconoció Carnal, contento que hubieran tenido en cuenta sus principios para la magia —. Con las ofrendas necesarias, y algunos rituales, vuestra magia se vuelve un poco más aceptable.

—confirmó Zane, aunque sin mucho entusiasmo —. Eso sí, tiene un rango de acción bastante limitado, como de 5 metros de distancia. Pero bueno, no está mal. Algo aprendí de los enanos —dijo, altamente orgullosa.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Yil, Dom Oct 10, 2021 5:21 pm
Yil se disculpó por haberse presentado tan de súbito, y que esperaba no haber asustado a nadie, al menos en exceso, y saludó a los familiares a través de pequeñas reverencias, que estaban más cercanas a una especie de confirmación con la cabeza que otra cosa.

Este llevaba una saya de manga larga, de color beige, que llevaba atada con un cinturón de cuero. Pese a la simplicidad de su hebilla, bastante rudimentaria, el cinturón estaba adornado con algunos grabados étnicos y algunas tachuelas de cruz trebolada a lo largo del cuero. En la parte de abajo, tenía en la pierna izquierda una calza de color marrón, y la otra, de color negro. Llevaba unos escarpines de cuero, de cierre de tira simple.

Viendo que todo el mundo estaba sacando sus regalos, Yil cogió de su zurrón una pastilla de jabón y se la ofreció a Rurik. No sabía que los regalos se tenían que envolver.

Es de rosa mosqueta, aunque no lo hice yo —se disculpó Yil —. No se me ocurría un regalo mejor, lo siento. Eso sí, huele muy bien.

Zane decidió intervenir.

A mí me parece un buen regalo, la verdad. Es muy engorroso tener que hacer tu propio jabón, o incluso tener que ir a comprarlo.

Ya, eso pensé —musitó Yil, aunque no demasiado convencido. Siempre parecía desanimado o preocupado por algo, y eso le daba lástima a Zane. Le consideraba un buen tipo. Muy sensible, pero buen tipo. Aunque siempre parecía más animado en presencia de cierto elfo.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Zane Beren Ciryatan, Dom Oct 10, 2021 6:00 pm
¿Pues sabes lo que estoy pensando yo? ¡Exacto! ¡Hay que comenzar a picar, o se nos hará tarde! Yo os sirvo, ¿qué queréis que os eche a cada uno? —Y como una tormenta impredecible, Zane fue corriendo hacia la mesa de las bebidas y de los picoteos. Tuvo que esquivar a Lotta, y comenzó a ir sirviendo a cada uno.

Yo quiero sidra —pidió Carnal, acercándose a la mesa y agarrando uno de los vasos y acercándoselo a Zane, aunque no se terminaba de fiar —, pero no hace falta que la escancies —añadió. Tampoco es que tuvieran algo para escanciarlo.

Ya, yo tampoco me fío —reconoció Zane, riéndose.

Yo creo que voy a querer hipocrás —sopesó Yil, algo dubitativo.

¿El de Coscojuela? —preguntó educadamente Zane. Había distintas variedades, hasta tenían alguna que otra bebida nórdica. Como hacía algo de frío, las bebidas frías permanecían frías, aunque las calientes también seguían calientes.

Mejor el otro —sonrió Yil —. El de Coscoja es realmente un intento fallido de hacer hidromiel.

En general, el hipocrás es un intento fallido de hacer hidromiel —puntualizó Carnal, que ya estaba con su vaso de sidra entre las manos, esperando religiosamente al brindis —. Realmente soy más de vino, aunque hoy me apetecía variar.

Zane sonrió pacíficamente. ¿Sería raro si se sirviese agua? Lotta quizás por estar embarazada, no tomara alcohol. Quizás podría acompañarla. De hecho, también tenían algún que otro zumo. Y supuso también que el niño no tomaría. Esperaba. Una nunca sabe qué esperarse del Norte.

Por cierto. Nada de hierro en la mesa, por favor —suplicó Carnal —. No aguanto el hierro, me sienta como una patada en el... —antes de terminar la frase, de acordó que estaban en horario infantil, lo que hizo que tuviera que autocensurarse. No le gustaba decir malas palabras delante de niños, menos cuando sus madres estaban presentes — ¡estómago! Eso es. Una patada en el estómago.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Rurik Helgason, Dom Oct 10, 2021 10:42 pm
A Lotta, con una mirada de superioridad y una sonrisa que más bien podría calificarse de rictus, le transmití el mensaje de Carnal:

Siǵeþ hins þæt ðu 'st misġefangeDice que te equivocas —Y le saqué la lengua. Ella me propinó un golpe en el brazo, pero ninguno de los dos estábamos realmente molestos. Recuperé mi expresión de persona normal y volví a mirar al primer pelirrojo que me ofreció un regalo—. ¿Qué te hace pensar que me voy a portar mal? Que te lo digan tus camaradas otoñales: soy un encanto de persona.

Zane opinaba que los músicos no eran de confianza y Carnal le dio la razón, pero Yil no se posicionaba ni a favor ni en contra al respecto. Yo, como buen nórdico que soy, le tengo respeto a los músicos y los poetas, no por nada llevan a sus espaldas todo el peso de la identidad cultural de nuestras gentes. La pelirroja (porque a ella sigo pudiéndome referirme como tal sin caer en ambigüedades) declaró que ya estábamos presentes todos los que habríamos de venir y, hablando de presentes, me entregó el mío. Un saquito que contenía dentro un círculo plateado, del tamaño más o menos de un pfenning, una moneda pequeña de mi patria.

Me quité el guante de la mano izquierda y coloqué la monedita sobre la palma de la mano. Estaba frío.

Vale, parece que nadie entre los presentes alberga malas intenciones hacia mi persona —Aunque, por si aún quedara duda, acerqué la mano con el amuleto a Sijgarð, que había estado muy calladito, dejándose llevar por lo que le dictaran las musas—. No. Frío. Ni morderme quiere. Gracias, Zane, tan práctico como tú.

Recordaba que hacía unos tantos años juguetaba con anillos y otros tantos artefactos mágicos, y también recuerdo lo bien que se lo pasó cuando Éirik accedió a dejarnos acompañarle a una excursión al Reino de los Enanos. Le expliqué a Lotta que se trataba de un fryþlibsenhringramuleto protector en forma de anillo, mientras me lo ponía en el pulgar. Carnal había ayudado con su elaboración, mediante rituales y ofrendas que no entendía muy bien para qué eran, pero supongo que no soy más que un humano ignorante.

Yil, por su parte, me ofreció una pastilla de jabón, sin envolver ni nada de eso. Le sonreí mientras le aceptaba, y pensé en la posibilidad de bromear acerca de su elección del regalo («¿Jabón? ¿Es que apesto?») pero si algo me habían enseñado mis pocas interacciones con Yil es que... no pillaba las cosas. Corría la posibilidad de que ese tipo de broma a sus oídos sonara a una acusación, y ya habíamos tenido un momento tenso en lo que llevábamos de mañana. Sabe Svea que no necesitábamos más.

Gracias, Yil. Sí que huele bien —le dije al recibir el regalo y acercármelo a la nariz. Lotta confirmó mis palabras y, al no tener nada que hacer con la pastilla, la dejé sobre la mesita de noche.

Zane decidió que iba siendo hora de comenzar el comercio y el bebercio y fue preguntando a cada uno qué quería de beber. Habían peticiones de sidra, de hipocrás...

El aguamiel y el hipocrás no tienen nada que ver, en absoluto. Si no me crees —le dije a Carnal, acercándole una botella ambarina—, échale un trago a esto. Auténtico meðe de mi patria.

A fin de cuentas, el hipocrás era vino azucarado, hervido con hierbas y especias. El aguamiel era una mezcla de agua y miel (de ahí el nombre) fermentada hasta que se volvía ligeramente alcohólica y espumosa. Se podía hacer una especie de hipocrás con aguamiel, de hecho, utilizándolo en lugar de vino: es lo que ahí arriba llamamos meþeglinn. Por lo general se bebe caliente y en invierno, para evitar la congelación y la hipotermia.

Pero creo que yo también quiero hipocrás, que no se bebe mucho ahí arriba —A fin de cuentas, las uvas tenían dificultades para crecer en ese clima tan frío y hostil, por lo que no hay tanto vino. ¿Sidra y aguamiel? Podrían manar ríos enteros de nuestras destilerías—. Lotta, hwǽr hast·ðu skjørr ġehyndanLotta, ¿dónde pusiste el skjørr?

Lotta escarbó un poco en la cesta y sacó un cantarito de entre las botellas y los tarros de frutas en almíbar. Le quitó el paño que lo cubría y dejó entrever sus contenidos, un líquido blancuzco, del espesor de la nata y de aroma agrio, pero esto último en el mejor de los sentidos. Preparó dos vasos, uno para ella y otro para el nene, que se había quedado sin hojas y estaba tirando del brazo del pelirrojo monoojo, a ver si así conseguía más papeles. En la mesa había representaciones rudimentarias de todos los aquí presentes, aunque la única diferencia era dónde colocaba la mata de pelo en la figura de palo. Había un par de dibujos en los que los sujetos se parecían tanto que no sabía decir cuál de ellos era Zane y cuál de ellos era Yil.

La cuñada cogió uno de los tarros de fruta en almíbar y lo abrió con la habilidad practicada de alguien que ha preparado este mejunje cientos de veces, y dejó que un almíbar rojizo, del color de las moras, se mezclara con el skjørr. Con cariño infinito, cogió a su nene en brazos y se llevó uno de los vasos. Se sentó en la cama, colocó a Sijgarð en su regazo y comenzó a darle a beber poquito a poquito.

Zane —la del pelo trenzado le llamó la atención—, skjørr. —Y asintió en dirección al vaso, salvando así cualquier barrera lingüística que les impidera comunicarse. Y es que Lotta, con esa atención al detalle que tienen las amas de casa, se había fijado en el hecho de que la pelirroja no había bebido ninguna bebida alcohólica cuando estuvo de visita, y supuso que o bien le sentaban mal, o bien no le gustaban, o bien tenía una historia pasada con el alcoholismo y no quería volver a caer en malas costumbres.

Por mi parte, con el vaso de hipocrás entre manos (me había empeñado en probar el de Coscojuela, ¿porque qué clase de nombre es Coscojuela?), me había puesto de pie (también me había quitado el otro guante, ¿porque qué clase de persona come con guantes en las manos?). Carnal pidió que no utilizáramos utensilios de hierro.

¿El acero vale? Es que nos trajimos los puñales... aunque esta comida no es muy de pinchar con el puñal —comenté, mirando el smörgåsbord en el que se habían convertido los escritorios—. En fin, diría algunas palabras inspiradas, pero no me hizo mi madre ni orador ni poeta... Así que gracias por venir y skål.

Lotta alzó el vaso de skjørr con una sonrisa y repitió, mucho más entusiasta:

Skål!

Y por no ser menos, Sijgarð, con un bigotito rojiblanco, acompañó:

Schkål, schkål!
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Lumière Noire, Lun Oct 11, 2021 2:03 pm
Narshel y yo nos habíamos quedado hasta tarde tratando temas logísticos, el tipo de asuntos que fríen el cerebro y que quitan las ganas de ser productivos. Teníamos cientos de hechizos para moldear la realidad a nuestro parecer, pero ninguno que nos permitiera afrontar la supuesta oleada de alumnos que habríamos de recibir. Ambas conocíamos los rumores y no estábamos seguras de cuánto creerlos. Según el número que llegaran, sería más o menos factible mantenerles vigilados, al menos hasta que estuviéramos seguras de que no son siervos del Dios enviados aquí para sacudir nuestra frágil paz. Pero eso duraría hasta que inevitablemente aprendieran a protegerse de tales intrusiones.

En momentos como este maldecía a los demás Señores de Escuela. Anaë'draýl el que más. Mi antipatía por el individuo había aumentado hasta límites insospechados desde que tenía que tratar con él de manera tan regular. Sabíamos ambos que el Bosque Dorado era enorme y que tenía espacio de sobra, pero se negaba a abrir sus puertas cuando las demás escuelas necesitaban apoyo, incluso si los alumnos eran elfos. Alice no me caía mal, y tenía en cuenta que el Lago de la Luna era la escuela más popular del continente...

Lo que más temía de todo era un regreso a cómo iban las cosas en el pasado. Si es cierto eso de que Amelia se cansó de ejercer de Señora de la Fortaleza y echó a todos sus alumnos para que dejaran de estancarse bajo tierra y fueran a sembrar el caos entre nosotros... Sabía de primera mano lo tentadora que puede ser la oscuridad; varios de mis compañeros de promoción sucumbieron a ella. Felix y Sasha, los príncipes del Reino de los Elfos, ambos vistieron la túnica negra. Estela, Svea la tenga en su gloria allá donde esté, y sus enfrentamientos con Morgan. Sask, ahora Templar, y Crescent, sometidos a los experimentos de la nigromante.

Me despedí de Narshel con cansancio y un espectro de preocupación pesando sobre mí. Por primera vez en mucho tiempo, me quedé a dormir en la Torre; ya era demasiado tarde para regresar a casa y dejar las últimas tareas del día en orden.

•••

A la mañana me desperté cuando el sol se asomaba desde detrás de las montañas. Maldecía la puntualidad de mis ritmos internos, en especial ahora que no les confundía una existencia puramente de noche. Me di la vuelta, me cubrí la cabeza con la almohada y me puse a contar ovejitas. Aún estaba cansada, y aunque solo fuera por hoy, me negaba a comenzar mi día con el amanecer.

•••

Me resigné a salir de la cama unas horas después. ¿Qué clase de ejemplo estaría dándoles a los alumnos si me quedaba en la cama hasta el mediodía? Al menos fuera ya había clareado y no sería la única persona despierta en el Valle. Así que me levanté, me aseé, me vestí con la túnica marrón de los maestros y salí de la habitación. Debería ir a la granja a atender mis asuntos cotidianos ahí, pero primero debería desayunar, algo que normalmente hacía en casa, pero también es que normalmente dormía allí y no aquí, y ya que estamos en la Torre...

Pues a enfrentarse contra las temibles escaleras de caracol, que cuesta abajo no cuestan tanto. Apenas bajé un piso cuando escuché algo de alboroto de una habitación que tenía la puerta abierta. Pero no cualquier clase de alboroto, no señor, sino una palabra familiar pronunciada en varias voces.

Hƿæt 's ġefreoslen?¿Qué estamos celebrando? —Pregunté con una leve sonrisa al asomarme. Dentro vi tres matas de pelo pelirrojo, una mujer con un niño en brazos y a un señor castaño. A la mitad les conocía: Zane, Yil, Carnal (el nuevo aprendiz que era un pequeño quebradero de cabeza). A la mujer y al niño no les podía identificar, pero el señor me quería resultar familiar.

Justo él fue el que respondió.

Ach, ġebyrþsdaġe minn, þó segs monaðs ġelachtAh, mi cumpleaños, solo que seis meses atrasado —Y tras un instante, añadió—... tǽkjerinMaestra

La mujer de las trenzas me miró con una sonrisa, poniéndose de pie, y se me acercó.

Dank·je Svea þæt þú spræhst nordskå, vrouw tǽkjerin!¡Gracias a Svea que usted también habla nórdico, señora maestra! —Me acometió y no hubo forma de librarse del abrazo y de dos sonoros besos en la mejilla, uno en cada una—, volk hjer 'st kömlich, þó aleen mit Rurik cann ik talkjen...La gente aquí es maja, pero solo puedo hablar con Rurik

Ahí es cuando al fin identifiqué al sujeto: Rurik Helgason, que había dejado la Torre tres años atrás, o así. Sorprende lo mucho que puede cambiar una persona en tres años... aunque no soy precisamente la más indicada para hablar, teniendo en cuenta mis propios cambios a lo largo del tiempo. Le sonreí a la mujer y me dirigí al hombre.

Qué sorpresa volver a verte por aquí, Rurik. De haberlo sabido, habría traído un regalo —Y luego miré a los demás invitados—. Espero que estéis pasándooslo bien, aunque recordad no hacer mucho ruido, que seguro que hay algún alumno perezoso que aún no ha salido de debajo de las sábanas.
Zane Beren Ciryatan
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Zane Beren Ciryatan, Mar Oct 12, 2021 10:09 pm
De nada, viejo amigo —expresó la pelirroja, aunque bastante satisfecha —. Trátalo bien, y nunca te fíes. Recuerda: no detecta el peligro, sino la intención que tengan sobre ti o sobre tu grupo. Y bueno, nunca se sabe cuándo puede dejar de funcionar. Si eso sucede, mándamelo de vuelta, aunque según mis cálculos, cinco años te debería de aguantar, más o menos.

Zane se sentía orgullosa con aquel cachivache suyo, sobre todo, porque era el primer artilugio que podía considerar verdaderamente útil. El único motivo por el cual no había construido varios, era, sin duda alguna, por lo difícil de su elaboración, y más sí tenía que respetar que Carnal metiera sus narices en el proceso de fabricación, pusiera mala cara cada vez que la veía inscribir glifos y métricas mágicas. Más adelante, se construiría uno para ella, aunque primero quería recuperarse del proceso y de la fatiga del primero.

Tras ello, tras un rato debatiéndose si echarse agua, zumo de piña (con sus onzas respectivas de azúcar de remolacha) o aventurarse con alguna bebida alcohólica, pese a su poca tolerancia a estas, Rurik acabó por seguir el ejemplo de Yil y optó por el hipocrás. Zane se lo sirvió de una jarra de cerámica, interrumpiendo sus debates internos. El líquido era casi transparente como el agua, aunque poseía cierto rubor sopizo, como si no se hubiera terminado de filtrar del todo. Era una de las pocas bebidas caseras de la mesa, y bueno. A los pelirrojos les había gustado el resultado final, aunque a Yil, no tanto.

Es de elaboración propia —explicó Zane mientras le servía —. Seguimos las instrucciones de un recetario de la biblioteca, aunque nos pasamos con el azúcar…

Comenzaste a echar azúcar sin ton ni son —rectificó Yil, escapándosele un amago de sonrisa —. Y realmente, queríais hacer hidromiel, pero os equivocasteis de receta.

… tuvimos que usar un poco de bellota molida de coscoja para rectificarlo. Hay una aldea que se llama Coscojuela, algo conocida por la calidad de sus coscojas, y de allí sacamos las bellotas —Zane ignoró deliberadamente a Yil y continuó con explicación —. Nos hizo gracia y decimos que es de Coscojuela, pero realmente es nuestro. Sigue estando algo dulzón, pero no está malo. A Carnal le gustó cuando lo probó.

Tras un breve periodo de tiempo reflexionando sobre el hipocrás de Coscojuela, quizás viendo que Zane no terminaba de decidirse, Lotta le acabó ofreciendo un vaso del famosísimo skjørr.

¡Oh! ¡Muchas gracias! —expresó Zane con un renovado fervor religioso y una sincera mirada de agradecimiento. Le gustaba mucho el skjørr de Lotta, y así que agarró casi instantáneamente el vaso tras ver la mínima señal de ofrecimiento, aunque por educación, esperó hasta que el resto bebiera o que Rurik inaugurara el bebimiento con unas palabras.

Después de un coro de skåles y de brindar y de alzar sus bebidas, aunque el pequeño Sijgarð ya había dado un buen trago de skjørr antes de alzar su propio vaso, todos comenzaron a beber, incluida Zane, que disfrutó de su bebida como una chiquilla.

¡Está de muerte, Lotta! Te ha salido un scoior muy rico—exclamó Zane después de haber dado un buen trago. Estaba algo más azucarado de cómo solían prepararlo, y la pelirroja supuso que cierta persona estaba al tanto de sus preferencias por el dulce.

Después de unos minutos de conversación distendida, acabó entrando la maestra Lumière en la habitación, quizás para sorpresa de todos, o al menos, para la mayoría. Zane y Yil la saludaron nada más verla con una reverencia casi informal, aunque Carnal parecía que no terminaba de entender la asimetría de las relaciones sociales entre maestros y alumnos, porque actuó más bien con indiferencia, saludándola escuetamente con la mano.

¡Buenas, maestra! —saludó Zane, amigablemente —¡Discúlpenos si hemos armado algo de jaleo! Se nos debió de abrir la puerta.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Carnal, Miér Oct 13, 2021 12:30 am
El moreno preguntó a Carnal sobre aquellos pensamientos desconfiados sobre su pregunta. Este se encogió de hombros.

Nunca se sabe —bromeó Carnal, y sonrío maliciosamente —. Siempre me han dicho que hay que cuidarse de los morenos. Que a veces, sus intenciones son tan oscuras como lo son sus cabelleras —se defendió, mintiendo con cierta picardía, respuesta evidente al comentario aquel de los “camaradas otoñales”. Él también sabía jugar a ese tipo de juegos.

Tras un rato de charleta, Rurik respondió a su comentario acerca de que el hipocrás y el aguamiel no tenían nada que ver, ofreciéndole a beber un trago del segundo. El pelirrojo, el que no era Yil, dejó su vaso de sidra sobre la mesa, y cogiendo otro vaso vacío, dejó que Rurik se lo comenzara a llenar. No lo tenía del todo claro, pero Carnal percibía que estaban comenzando a entrar en una dinámica un tanto especial con Rurik, no exactamente de llevarse la contraria, pero si de ir el uno en contra del otro, aunque fuera amistosamente. No le terminaba de disgustar aquel rollo, aunque no fuera su estilo, pero se divertía tratando de picarle.

Vale, ya puedes parar —le indicó, cuando apenas le había llenado un cuarto de vaso de un líquido amarillento casi dorado. Levantó el vaso y lo agitó cuidadosamente, a modo de brindis provisional, llevándolo hacia delante y hacia atrás —¡Skål! —pronunciado aquel vocablo nórdico entre susurros, se acercó ligeramente hacia Rurik para que solo lo oyera él. No quería robarle su brindis, así que trató de ser cuidadoso en no hacerlo. Mejor hacerlo en voz baja, para que nadie le tomara accidentalmente en serio.

No quería alardear, pero sí quería dejar claro a Rurik que conocía, aunque fuera tangencialmente, algunas costumbres de las regiones frías del continente. Sin embargo, aunque no era la primera vez que probaba una bebida nórdica (ni sería tampoco la última), y hubiera lanzado aquel comentario a modo de broma, Carnal consideraba que sería un tanto rudo explicárselo, así que prefirió seguirle el juego. Echó un trago rápido a la bebida, aunque abrió los ojos, sorprendido. Siempre los había probado muy dulzones, pero este sabía algo distinto.

Oh, creo que este aguamiel lleva algo de lúpulo. Tiene como un toque más amargo —sopesó Carnal, dándole otro trago, algo absorto entre sus propias meditaciones, aunque sin ánimo de rectificar—. Me gusta, tiene más cuerpo que el hipocrás. ¿Puede ser que sea también menos fuerte?

A ver, la diferencia principal es que mientras el hidromiel es algo más próximo a la cerveza y emplea miel, el hipocrás es una especie de mezcolanza de vinos, azúcar y especias… Bueno, vale, realmente no tenían nada que ver, sí. Pero es cierto que ambos son dulces, así que… Vale, no. No tenían nada que ver. Carnal llegó también a esa misma conclusión.

Vale, quizás no se parezcan tanto —tuvo que reconocer al rato, dejando un vaso vacío sobre la mesa. Rectificar es de sabios —. No ha sido una comparación muy acertada, aunque, lo único que quería decir es que me gusta más el concepto del hidromiel, nada más —se justificó Carnal, un poco en voz baja. No parecía del todo satisfecho de tener que darle la razón.

En un momento dado, mientras el pelirrojo se acercó al pequeño para ver qué dibujaba. Sinceramente, no entendía aquel compendio de líneas y circunferencias, pero supuso que debía de ser algo cultural, o simplemente había echado un vistazo demasiado rápido como llegar a comprender lo que estaba viendo. Sentadito en aquel trono de libros, no tardó aquel pequeño monarca en reclamar la intención de Carnal, seguramente para conseguir más papel. Este captó el mensaje, y sacó más papel de uno de los cajones y se los cedió, aunque aprovechó para darle un par de palmadas en la espalda como para decirle “mola mucho lo que estás haciendo, sigue así y llegarás lejos”. Al reincorporarse nuevamente al grupo, alabó las grandes dotes artísticas del pequeño.

Más adelante, la conversación los llevó a la aldea de Coscojuela, y a sus coscojas y chaparros, así como la bebida casera que secretamente habían hecho, pese a que no habían tardado en revelar el secreto. Una bebida, por cierto, algo fallida.

Me gusta más el nombre de hipocrás chaparrero, o… chaparro hipocrático —opinó Carnal, sosteniendo su vasito de sidra y riendo a carcajada limpia por su último comentario. Estaba siendo pedante de manera irónica, algo que le hacía bastante gracia, porque allí en la academia solían tener ese tipo de conversaciones, pero con la magia, que le parecía algo entre frívolo y infantil. Además, la palabra “chaparro” le parecía graciosa —. Creo que denominarlo “de Coscojuela” da a entender cosas que no son —añadió, como último termino, ciertamente más serio y sosegado, quizás para que no le siguieran tomando por raro.

Por último, brindaron a la nórdica. No pudo evitar reírse con aquel brindis improvisado. Le gustaban las energías de ese tal Rurik. No le importaría llegar a conocerle mejor, al menos, en el plano de la amistad. Aunque sentía ciertas contradicciones internas. No quería confabular demasiado con magos, aunque también había sido educado en el perdón y en comprender a los demás.

¿Acero? —Se quedó pensativo, lo que provocó que agitaran nerviosamente sus orejillas de animalillo, algo que pudo parecer bizarro o adorable —. Preferiría que no, aunque el acero lo podemos tolerar mucho mejor. De todas maneras —dijo, señalando al otro lado de la habitación, teniendo que esquivar a Yil entre medias —, allí tienes cubertería de plata y cobre. Creo que también tienes algunos palillos de madera, por si quieres pinchar algo —le explicó —. Yo quizás sea un poco salvaje, pero prefiero comer con las manos desnudas. Tengo intenciones de lavármelas primero, eso sí. Espero que no te moleste.

Tras ello, Carnal se alejó a la fuente de agua y sumergió allí las manos y comenzó a hacer lo propio, hasta dejárselas bien limpias. Se las había lavado antes de subir, pues las tenía bastante sucias de su travesía por el bosque, llenas de tierra y barro, y vete tú a saber qué otras cosas. Su siguiente paso fue agarrar el cuenco de manera, el que contenía pan con miel y vino, y se volvió a arrimar a Rurik, ofreciendóselo cortésmente.

Esto sí que se parece algo más al hidromiel, ¿Cierto? —le comentó, jocosamente.

Pero la llegada de la maestra les interrumpió. Carnal la saludó amistosamente, sonriendo. Después, se dirigió a ella:

Hola, profesora. ¿Te apetece unirte a nosotros?
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Rurik Helgason, Dom Oct 17, 2021 4:30 pm
Carnal parecía empeñado en llevarme la contraria. Comprensible, porque yo también sentía algo parecido por él. No sé, parecía que estuviéramos destinados a incordiarnos mutuamente; este tipo de relaciones podrían haber estado bien hace ya quince años, cuando era un chavalín de, bueno, eso, quince años, pero ahora que soy un señor respetable en la treintena de mi vida el prospecto me agotaba. No soy viejo, ni me siento así, pero ya no tengo el cuerpo para esos alborotos. Así que en lugar de responderle algo sobre su pelo rojo, me callé. Total, ya tendríamos otras oportunidades de incordiarnos.

Le serví el aguamiel y no tuvo ninguna otra opción que admitir que llevaba razón. No me sorprende, ¿quién va a poder llevarle la contraria a un norteño en tema de fermentos y licores?

Ese en concreto, quizás, pero por norma general el aguamiel suele ser más fuerte que el vino o la cerveza. Es todo por el producto base, ¿sabes? La miel está mucho más concentrada que el mosto.

Continuando con esta conversación de borrachines eruditos, Zane me explicó el origen del hipocrás de Coscojuela que habían hecho de manera accidental y accidentada. Esbocé media sonrisa mientras bajaba la mirada a mi copa, sin entender muy bien por qué le echaron bellotas a la bebida a la vez que me alegraba de no tener tropezoncitos flotando en el vino.

No entiendo cómo no os disteis cuenta de que la receta no era de aguamiel —retomé la línea argumental que había abierto Yil—. Todas las recetas comienzan con una barrica de miel, no una de vino... y sin mencionar que son procesos totalmente diferentes —Probé a degustar el resultado de su trabajo. Intensamente dulce, un tanto fuerte (¿hubo un segundo proceso de fermentación?), y había un saborzuelo por ahí que no sabía si era de bellota de coscoja o de otras especias—. Bueno, es una bebida... perfectamente aceptable.

Es una manera más que generosa de definirla. Lotta le preparó un poco de skjørr a Zane, yo me acabé el hipocrás en cosa de dos tragos para no prolongar mi sufrimiento más de lo necesario. Carnal aceptó a regañadientes los puñales de acero y no pude evitar fruncir el ceño un poco mientras pensaba en los cuentos que me contaban de pequeño, de hadas y elfos que rehuían las herraduras y los clavos porque les quemaban y robaban los poderes. Igual algo parecido le pasara a él. Al principio pensé que su apariencia era debida a un hechizo, pero con sus admisiones posteriores... O tenía esas pintas por una rama de la magia desconocida para mí o no era del todo humano.

Bueno, hoy estrenaré el jabón que me acaban de regalar —sentencié con tranquilidad.

Carnal, que había acabado de lavarse las manos, me acercó un cuenco de migas con la pregunta de si eso se parecía más al aguamiel. Fue entonces cuando se apareció la maestra Lumière preguntando a qué se debía el alboroto de antes. Le expliqué el motivo de esta pequeña reunión, me felicitó y Lotta, encantada por encontrar a alguien más con quien poder hablar, fue a asaltarla. Zane se disculpó por el barullo y Carnal le preguntó si se quedaba.
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Re: Habitación de Rurik (Noveno piso)por Lumière Noire, Dom Oct 17, 2021 5:11 pm
La oferta es tentadora, en especial viendo todos los manjares que habéis reunido —admití, mi mirada paseando entre cestos llenos de comida, posándose también en los escritorios a rebosar de platos—, pero yo también fui aprendiza, y sé que en aquel entonces nada me habría puesto más nerviosa que tener a Narshel vigilándonos mientras celebrábamos algo por el estilo. La presión por ser una alumna modelo, por no hacer ninguna idiotez con los poderes... —Y les sonreí—. Creo que lo mejor va a ser dejaros solos y, si os metéis en problemas, que os las apañéis vosotros mismos. Ayuda a fortalecer el carácter, lo sé por experiencia propia.

A fin de cuentas, aunque me llevo bien con mis alumnos, porque no tengo motivos para llevarnos mal, es cierto que existe entre nosotros una barrera que nos separa. Bien de estatus, con todo lo que conllevan las relaciones con desigualdades de poder, bien de edad, aunque en este grupúsculo somos todos casi de la misma quinta (aunque sigo siendo la más vieja, creo). Es mi responsabilidad velar por ellos y evitar que se metan el peligro, pero por otra parte son lo bastante grandecitos como para no hacer estupideces.

También es mi deber proteger a los inocentes y, aunque confiaba en el raciocinio de mis alumnos para no meter a una mujer embarazada y a un niño en una situación peliaguda, también es cierto que eso es mucho aguamiel, mucha sidra, mucho vino, mucha birra.

Saġe·þú, vrouwchen, ƿist·þú het Tårne besækjer?Y dígame, señorita, ¿no quiere usted visitar la Torre?

Ik ƿeald een most likänan, vrouw tǽkjerin! Mijn nåm 'st Lotta.¡Me encantaría, señora maestra! Me llamo Lotta.

Ik ben LumièreYo soy Lumière —Y, al ver su expresión sorprendida (seguramente se pensara que tenía más cara de Freya o de Sigrún o de Gunhilda), añadí la primera excusa que se me ocurrió—. Ik wæs útlændskr ġegrowt, als ræres mijn sind nordsvolk. Hab ik en mauƿe farmstædsche op Wölfkrone, njörr het Östvark.A mí me criaron en el extranjero, pero mis padres son nórdicos. Tengo una granjita muy mona a las afueras de Wölfkrone, cerca del Fuerte Oeste.

Ante eso, Lotta soltó una pequeña exclamación y sujetó a Sijgarð con más fuerte.

Skårst·þú nicht å ƿichtr?¿Y no te asustan los fantasmas?

Ƿichtr sind ġeskårst å minLos fantasmas me tienen miedo a mí —le respondí con una sonrisa mientras me alejaba un paso de la puerta—. Voy a enseñarle a Lotta la escuela —les expliqué a los que no nos podían entender—, vosotros pasadlo bien dentro de lo sensato. Nada de malabares con bolas de fuego o de volar borrachos, ¿entendido?

Lotta dejó el vasito de skjørr a medio beber sobre una mesita y salió conmigo de la habitación, no sin antes despedirse enfáticamente de los celebrantes. Se le podía leer la emoción en la cara, y quizás una pizca de alivio entremezclada de no tener que pasar toda su visita a la Torre en la habitación de Rurik. Yo, por mi parte, sabía a dónde llevarla y qué contarle, puesto que había hecho el recorrido cientos de veces con aprendices recién llegados. Teniendo en cuenta su estado, no quería hacerla subir demasiadas escaleras, así que dejaría el observatorio como la última parada, y podríamos llegar ahí teletransportándonos o levitando. Seguro que le encantaría.

Cerré la puerta, esta vez del todo, y le indiqué a la mujer del cabello trenzado que me siguiera.

Het Tårne wæst ġebilt fár in eretide...La Torre fue construida hace muchísimo tiempo... —Comencé a explicarle mientras descendíamos por la columna vertebral del edifico, la interminable escalera de caracol. Mi voz reverberaba en los pasillos, aunque estaba segura de que no distraería a los estudiantes concentrados en sus estudios o en sus festejos.
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