Mi puño golpeo el suelo cuando pronuncio"gobierna sobre la región de Namor". Era increíble que ya hubieran olvidado que hace apenas unos años lo gobernábamos nosotros. Magos. Esto no dejaba de confirmar mis sospechas de que eran unos seres egoístas que no miraban mas que por si mismos, iguales a aquellos a los que decían combatir.

-El usurpador Locktharn es un vampiro,pero no uno cualquiera. Es el Rey de la Sangre, de los Vampiros Puros. Como buen adorador de Nashulk, que no es otra cosa que una representación del Dios, desea dominar este mundo y esclavizarlo.-explique lleno de rabia-Mi pueblo,los verdaderos señores de Namor, los ha combatido desde que se alzo con ese fin. Tu bardo era uno de sus secuaces en Wolfkrone. De hecho era el líder de la zona.

Hice una pausa. Tenia la garganta seca y no tenia nada para beber. Otro gran secreto que revelar a la dama, que podía haber combatido con ella en igualdad de condiciones y aun así me había rendido.Mire fijamente al rincón de la celda y pronuncie las runas del hechizo "Brotar manantiales". El agua estaba helada, pero tampoco iba a quejarme. Cuando termine de beber lo hice desaparecer.

-Mi pueblo no suele hacer daño a los inocentes, a menos directamente. No debéis temernos a nosotros, Lady Catherine.

-Nunca dejaria que nadie entrara en mi mente. Guardo demasiados secretos en mi mente para que alguien los lea-le conteste a viva voz, para que incluso el carcelero me escuchara.

Este se levanto y empezó a gritarla para que se fuera. La verdad es que había tardado mucho,teniendo en cuenta las circunstancia. Le había olido, le había observado como me dirigía miradas de rabia. Al principio pensé que me equivocaba, que a lo mejor había tenido a algún prisionero especial hace poco. Pero no, su olor era fuerte.

-No os molestéis, Lady Catherine. No va a haceros caso por que ha escuchado y entendido toda nuestra conversación- dije mientras le miraba fijamente a los ojos y en mi cara se dibujaba una media sonrisa.-¿No es así,vampiro?

Esa ultima palabra la había escupido con rabia y asco. Me levante de un salto y coloque mi espalda contra la pared para evitar sorpresas. No sabia si era mago o no, esos olores quedaban camuflados bajo la peste del vampirismo. Aun así, yo era mago consagrado y es posible que Catherine me ayude así que podíamos ser dos contra uno. En el peor de los casos, uno contra uno con una inocente en medio. La Diosa volvía a hacer gala de su amor por los suyos.

Iba a por mi. Le dio la espalda a Catherine y fue a abrir la puerta para ensartarme con un cuchillo. Craso error. Seguramente no era un guerrero muy experimentado y tampoco se le veía muy avispado. Cuando abrió la puerta me lance hacia esta corriendo. Salte y me agarre a los barrotes que había encima de la puerta para coger impulso y poder golpearle con los pies por delante. Mis botas sacudieron su pecho, haciéndole caer de espaldas. Aun tenia el cuchillo en la mano y estaba consciente. Me abalance sobre el para arrebatarle el cuchillo y evitar que se levantara. Sus golpes eran fuertes y me castigaban duramente las costillas mientras yo me aferraba a la mano del cuchillo intentando quitárselo. No hacíamos mas que revolvernos de un lado para otro,sin ningún resultado. Entonces me mordió la mano.

 Dolía, como si me inyectaran fuego directamente en las venas. Era su saliva, la que convertía a las personas normales en horrendas criaturas sedientas de sangre. A mi no me podía convertir,pues me protegía mi licantropia. Sin embargo actuaria como una infección y me iría consumiendo las fuerzas poco a poco hasta morir si no lo curaba pronto. A los vampiros les gustaba hacer eso. Dejar que un licantropo tardara días en morir. Era una muerte horrible. Lleno de rabia y con la fuerza de todo mi pueblo, comencé a gritar y a golpear su cabeza con la mía. Una y otra y otra vez. La sangre empezaba a recorrerme la cara y a teñirme el pelo de rojo, en el cual apenas se veía un pequeño mechón dorado que delataba su autentico color. No pare hasta que no dejo de moverse. No estaba muerto, aun. 

Recogí el cuchillo de su mano y me levante para dirigirme a donde estaba Catherine. Las fuerzas que me habían sido concedidas por la rabia del momento comenzaban a abandonarme, haciéndome desplomarme prácticamente a los pies de la mujer. Me retorcí de dolor, pues el veneno del vampiro actuaba muy rápido en seres inmunes. No había muchas opciones. En mis pertenencias estaba el resto Azúcar Lunar que me había dado mi compañero, que podía actuar como un contraveneno, ademas de ponerme como una moto y aumentar mi fuerza. Lo necesitaba.

-Mi bolsa, un polvo azul. Agua- le suplique a Catherine-Por favor.

El dolor se me fue pasando poco a poco al tiempo que un hormigueo empezaba a recorrer mis extremidades, efecto secundario del azucar lunar.

-Bastante- dije mientras me incorporaba y quedaba sentado en el suelo contra los barrotes de una celda.-Sobre todo después de machacar con mis propias manos a un monstruo como ese.

Aun tenia el cuchillo en la mano¿Como podía haberlo tenido aferrado todo este tiempo? Supongo que la rabia provocada por el mismo dolor. Este siempre había sido mi compañero y mi amigo incluso,dándome fuerzas cuando ya no me quedaban mas. Lo cogí por la hoja y se lo arroje a los pies de Catherine. Ya no lo necesitaba, no mataría al vampiro. Rendiría cuentas ante el Reino de Wolfkrone gracias a Catherine. Ahora que lo pensaba, le debía la vida. No solo no había ayudado al carcelero, si no que me había curado las heridas y suministrado el azúcar lunar. Nunca podría agradecérselo lo suficiente, aunque podía intentarlo.

-Te debo mi vida. La verdad es que es la primera vez que alguien que no es de mi pueblo ha hecho esto por mi. Pregúntame lo que quieras y si solo me concierne a mi contestare gustoso y sinceramente. Lo que sea.-dije mientras me arrancaba uno de los símbolos de la Garra Rota(Dos alas entrecruzadas,una azul y otra blanca, aunque en realidad eran katanas cruzadas) y se lo entregue.-Si alguna vez estas en peligro y ves este símbolo en algún sitio o portado por alguien, dile "Die Hijso von Namor niemals sterben"* y enseñales esto. Te ayudaran.


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*Los hijos de Namor nunca mueren

-Antes del éxodo era el símbolo de la Guardia Joven, aquellos que aun no habían sufrido lo que llamamos El Primer Cambio. Hoy es un símbolo de luto y emblema de los que luchamos contra los vampiros: La Garra Rota-comencé a responder a sus preguntas. La gente me reprocharía lo que estaba haciendo, pero después de lo ocurrido esto era lo menos importante.- Y para destronar al usurpador se necesita un milagro, Lady Catherine.

Había obviado una de sus preguntas aposta, esperando que se me ocurriera una forma de decírselo. No era sencillo, pues podría ponerla en el punto de mira de Locktharn. Pero había sido su deseo.

-Me llamo....Un momento- me interrumpí mientras escuchaba pasos por las escaleras.-Pueden ser compañeros de ese- dije mientras me colocaba a un lado de la puerta, preparado para emboscar a quien se le ocurriera pasar por allí.

Los pasos cada vez estaban mas cerca y fueron bajando el ritmo según se acercaba a la puerta. Estaba justo detrás de la puerta. Le hice un gesto a Catherine para que estuviera preparada. La puerta empezó a abrirse poco a poco y yo aproveche para abrirla del todo, agarrar al recién llegado y estampanarlo contra el suelo. Si hubiera sido un humano corriente posiblemente le habría dejado sin sentido, pero no. Era el hermano por el que me había dejado atrapar.

-Majestad-dijo mientras se protegía la cara con las manos.-He venido en cuanto he podido a rescatarle, pero ya veo que no ha hecho falta.

-¿Te ha seguido alguien?¿Algún problema con la Guardia?

-No, están ocupados en las puertas con un grupo de gente que pide tu cabeza.

-Bien, ve arriba a vigilar, bocas.

Vi como ese maldito zopenco provinciano, que acababa de revelar la información sobre la que dudaba si revelar o no, volvía a desaparecer y corría escaleras arriba. Ahora ya no me quedaba otra que hacerlo, aunque tampoco tenia la obligación. Me había preguntado mi nombre y eso seria lo que le daría.

-Valerian. Me llamo Valerian.

-Valerian I de la Patria Errante de los Namorianos. O al menos así me llaman los sacerdotes de la Diosa y alguno que otro mas-dije pronunciando con desprecio variar palabras- Para el resto de los mortales soy Valerian Raynor,Señor de la Garra Rota.

Entonces ella dijo que recordaría mi nombre, que el milagro podía cumplirse. Sabia que Wolfkrone tenia buenos guerreros, pero no eran infalibles. Los vampiros eran bastante débiles y fáciles de matar en pequeños grupos , pero en Namor no había pocos. Todo esto suponiendo que pudiera conseguir ese ejercito¿Quien era Lady Catherine? No conocía a nadie de la corte con ese nombre.¿Podría estar tomándome el pelo? No lo creía. Seguramente era una especie de consejera con mucho poder. Entonces me insto a huir y me dio recomendaciones para ello.

-No se preocupe,Lady Catherine. Muerto el principal esbirro de Locktharn en Wolfkrone ya no se requiere mi presencia aquí. Iré al sur, a Ereaten. Allí tengo mas trabajo que hacer.

Hice una reverencia mientras me llevaba el puño al corazón para acto seguido dirigirme a la puerta. Allí me detuve, para resolver una ultima duda.

-Espero que algún día,en circunstancias mas propicias, puedas presentarme a tu amigo el lobo..-dije refiriendome claramente a aquel que había dejado su olor el Lady Catherine

No pude evitar sonreír cuando vi que se ponía nerviosa. La verdad es que me había imaginado el origen del olor a licantropo, pero solo quería asegurarme de que simplemente se había tropezado con uno. Uno ya no podía fiarse ni de su olfato en estos tiempos.

-Lady Catherine-dije mientras volvía a hacer una reverencia, esta vez con una sonrisa picara.

No quería seguir molestándola y recordé que había una marea de personas que querían mi cabeza, así que corrí escaleras arriba donde me esperaba mi compañero. Este me indico que le siguiera hasta las vacías murallas, las que dan al lado del rió. Ambos nos lanzamos al vació, cayendo de cabeza en el agua. Con un hechizo de teletransporte, envié mis ropas a un lugar seguro y me transforme rápidamente en lobo. Mi compañero me imito, aunque al no ser mago yo mismo envié sus cosas con las mías. Entonces aullé. Aullé por Namor. Aullé por Wolfkrone. Aullé por la muerte de los vampiros y sobre todo, por mis padres. Este se escucho por toda la ciudad y fue contestado por una gran cantidad de aullidos de animales. La mayoría eran simples perros o lobos salvajes, pero al menos tres o cuatro sonaban distintos. Sonaban a Hijos de la Luna. Algunos serian namorianos y sabrían perfectamente el significado del mensaje, otros simplemente se solidarizarían con un hermano que sufre. No tenia nada mas que hacer allí, así que corrí junto a mi compañero rumbo a los bastos bosques verdes del sur.