Sinceramente, no tengo ni idea de cómo he llegado hasta aquí. Recuerdo haber llegado a la Fortaleza, luego transformarme... Y ya. No me acuerdo. Sólo sé que esto en Zhanthé. La ciudad de Armynia (nombre más rarito no puede ser).

La ciudad es grande, y está abarrotada de gente en las calles principales, comprando en el mercado y en los puestos que hay. Toda la gente se abre a mi paso, y por alguna razón, me envía sentimientos contradictorios. Molestia y alegría. Pasé delante de una niña, bueno, sólo parece tener un año menos que yo, tampoco es tan pequeña. Su pelo es blanco, muy blanco, y cuando la miré a los ojos... A decir verdad, retrocedí un pequeño paso al verlos rojos. Volví a adelantar ese paso, no voy a mostrar vulnerabilidad. Estaba tirada en el suelo. Ladeé un poco la cabeza.

-¿Cómo te llamas?-le pregunté a la chica.

Me acuclillé frente a ella mientras esperaba su respuesta y me colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.

Comencé a andar lentamente, mientras temblaba por el frío. No sabía cómo podía mantenerme en pie, estaba realmente débil. Tenía frío, hambre y, sospechaba que podía estar enferma.
Cuando digo que tenía frío y hambre, realmente tenía frío y hambre. Imaginad cómo me podía sentir… llevaba semanas comiendo un día sí y el otro no, y la comida consistía en un pequeño, frío y duro trozo de pan. Notaba como si tuviera un agujero en el estómago.
Llegué a la ciudad con un vestido blanco… Ahora… quien lo diría que llevara un vestido blanco, ya que era de todo menos blanco, y de vestido… De vestido quedaba poco. Estaba tan  viejo y sucio… Que solo la suciedad que cubría mi clara piel me servía para protegerme del calor.

Entonces, mi corazón paró de latir durante unos segundos… Estaba en el mercado, y ante mí, se encontraba un puesto con montones y diversos tipos de fruta… Mi estómago rugió con fuerza.
No tenía dinero, y no pensaba robar. No porque este mal robar, o por el pobre vendedor del puesto, era simplemente... Que la primera vez y última vez que había intentado robar…
Me toqué las costillas recordando la primera vez y última vez que había intentado robar algo… La paliza que me llevé me dejó dos días inconsciente, con 4 costillas rotas, una muñeca rota y una herida en la espalda. Después de eso, no volvería a robar en la vida.

Me acerqué lentamente al puesto. El vendedor era un anciano, su mirada… Daba un poco de miedo. No me fijé en nada más de él… no podía pensar en claridad, no podía fijarme en otra cosa que no fuera la fruta.
-Buenas tardes… Señor, verá…
-¿Tienes dinero? –Me cortó con una voz grave, y áspera, con una voz, que me decía claramente que no pensaba perder el tiempo conmigo.
Negué con la cabeza y me fui… Y entonces… todo me comenzó a dar vueltas.
No sabría cómo explicarlo, fue una sensación muy rara… Tuve la sensación de que estas soñando que te caes y te despiertas, pero noté como si ese sensación en la cabeza, y a continuación noté como si algo se desgarrará en el interior de mi estómago. Me caí.
Todo lo que sentía, parecía nada en comparación con lo que sentía en aquellos momentos… Notaba como si mi estómago estuviese ardiendo, un dolor frío recorría todo mi cuerpo… No veía nada, todo estaba como empañado... No podía moverme.
Vomité sangre.
Pasaron varios minutos...  Y me noté apartada del mundo. Nadie, nadie, hacía nada para ayudarme. Todo el mundo había visto como una niña se había desplomado al suelo, como había vomitado sangre... y nada.
-¿Cómo te llamas? -Escuché... Noté como si la pregunta hiciera eco dentro de mi cabeza, como si revoloteara al rededor mía...
-A... A... U... A-A...u...r...i -Susurré lentamente. Cada letra que decía, notaba como si una afilada ardiente espada se clavara en mi pecho.

Al principio me costó un poco entender lo que decía, pero al final lo conseguí. Auri. O al menos, eso entendí. Saqué una manzana de mi chaqueta y se la di. ¿Y por qué me comporto así? Me ha tocado el nervio sensible.

-¿Auri, no?-pregunté, algo insegura, pero acabó por asentir débilmente-. Bien. Yo soy Maddie. ¿Qué haces aquí?

Entonces me fijé en el suelo. Sangre. Respiré hondo, pero eso sólo atrajo más el olora mis fosas nasales. Tal vez no debí darle la manzana, porque ahora la que tenía hambre soy yo. La muchacha no opondría mucha resistencia, estaba débil, pero de todas formas, ¿por qué hacerlo? Además de que había más gente por allí

-Vuelvo en un segundo-le dije.

Me levanté rápidamente y fui un segundo al mercado y me compré algo de comer. Funciona, pero no en el efecto que yo esperaba. Apenas y puedo aguantarme. Regresé con Auri y me senté en frente de ella, con las piernas cruzadas. La miré un segundo y después pregunté:

-¿Qué te ha pasado exactamente?

Me moví de mi posición de estar sentada en frente de ella a estar con la espalda apoyada en la pared, con la pierna flexionada y el pie apoyado en el muro.