Joseph es un hombre de mediana edad, alto y corpulento. Tiene los ojos de color verde; su pelo es rubio y le cae sobre los hombros. Suele dejarse crecer una barba incipiente que le confiere un aspecto de madurez sobre sus rasgos un tanto juveniles para su edad. Sus ojos, pese a ser de color claro, encierran las sombras y el sufrimiento escondidos en su pasado y en su personalidad. Todo en él parece estar envuelto en un aire de misterio y ambigüedad que no permite discernir si es realmente una persona de confianza o no.

Tiene un porte elegante y regio; los labios finos y la nariz rígida. Suele llevar puesta la túnica dorada que corresponde a su rango, pero, cuando tiene la oportunidad de vestir otro atuendo, prefiere los colores oscuros.

Inicialmente, Joseph era una persona jovial, emprendedora y deseosa de adquirir nuevos conocimientos. Su curiosidad sobre el mundo y su empeño por realizar sus proyectos no ha cesado, pero, a causa de las experiencias que han marcado su vida, se ha rodeado de murallas, frío y oscuridad. Es un hombre de pocas palabras en lo que a hablar de su pasado o de sus verdaderos sentimientos se refiere, pero, en la vida pública, cuenta con una gran elocuencia y capacidad de convencimiento. En sus palabras se demuestra que no solo es una persona culta y altamente inteligente, sino que cuenta con una visión del mundo basada en la experiencia y en la madurez que le han conferido los años, alejándose de la alocada juventud pero sin perder aún la vitalidad.

Es una persona que lucha para conseguir sus propios fines, actuando muchas veces de forma egoísta y escogiendo las opciones que más le convienen. Apenas conserva la pureza que le mereció la túnica dorada, pero siempre le ha sido leal a la Diosa y no se plantea traicionarla, porque toda su vida ha estado marcada por ella.

Su experiencia vital es muy extensa y, por diversas causas, no todo puede ser contando, de modo que pasaremos a relatar los hechos "oficiales" más relevantes de su vida. Joseph nació en Wölfkrone, en el seno de una familia de médicos y bajo un apellido que nadie recuerda ya, pues a muy temprana edad decidió colocarse él mismo el apellido de "Winterose". Ingresó en la Escuela del Lago de la Luna con apenas once años y se graduó con quince. Sus maestros siempre alabaron sus capacidades brillantes, aunque aseguraban que, si hubiera sido un alumno más constante y aplicado en sus estudios, se habría graduado en menos de un año. Sin embargo, él siempre anduvo ocupado persiguiendo una vieja leyenda del norte, ya olvidada tiempo atrás, pero que él tomaba como cierta.

Esta conducta y espíritu soñador y valiente le valió la aceptación de La Diosa y del unicornio, convirtiéndose así en archimago a muy temprana edad. En pocos años, se ganó una buena reputación en el Concilio, que quedaron maravillados por sus avances y descubrimientos. No obstante, una experiencia personal funesta que nunca reveló a nadie lo alejó de la vida pública, convirtiéndolo en un hombre solitario. Se sabe que se casó y tuvo hijos, el primero con veintiún años, con los cuales se retiró a vivir en el Förstgard. Pocas noticias se obtuvieron de él durante los años venideros y, hasta que no contaba con treinta y seis años, Joseph no volvió a ser el centro de interés del Concilio. Dicen que, propiciado por la muerte o la desaparición de su familia (nunca se esclareció este asunto), Joseph enloqueció. Un buen día, el hombre se plantó en Wölfkrone y atacó la ciudad, él solo. Su ataque se llevó la vida de varias personas y el asunto llegó a oídos del Concilio, que, tras la celebración de un juicio, le aplicó una condena de ocho años en la Prisión del Supplicium, en Ekhleer (debido a su rango de archimago, se le perdonó la pena de muerte).

Durante su estancia en prisión, Joseph aseguró no saber lo que hacía y se creyó que había sido víctima de su propia locura. En los últimos ocho años, el Concilio se ha ocupado de "sanarlo" y, tras el vencimiento de la condena, se le devolvió su puesto en el Concilio, con el pretexto de pagar sus deudas y demostrarle al mundo su arrepentimiento e inocencia volviendo a obrar al servicio de La Diosa.