Reencuentros y explicaciones {Godric}

Rurik Helgason
Rurik Helgason
Humano
Nombre : Hroerekr Helgason "Rurik"
Escuela : Escuela del Lago de la Luna (ex-alumno), La Torre (actualidad)
Bando : La Diosa
Condición vital : Vivo
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Reencuentros y explicaciones {Godric}por Rurik Helgason, Mar Jul 03, 2018 2:11 am
Recuerdo del primer mensaje :

«Espero verte muy pronto. Tu siempre fiel Godric».

Cuando leí las últimas palabras me dejé caer en la cama y recordé que la gente normal necesitaba respirar para vivir. Se me había cortado el aliento nada más recibir la carta (me la entregó un mensajero que decía que era una carta de Godric Valahi, por lo que pensé que se había equivocado de Godric) y la leí con la velocidad del relámpago y la releí de cabo a rabo dos o tres veces antes de decidir que sí, Godric había dado al fin señales de vida tras haber desaparecido de la faz de la tierra de la noche a la mañana.

En ese momento me sentí invadido por todo un ejército de emociones que libraban guerras en mi interior y alborotaban mi corazón y mi cerebro y mi estómago. Me quedé unos minutos con la mirada clavada en el techo esperando a que este bullicio que me impedía pensar se callara, o al menos redujera el ruido que hace lo suficiente para poder hilar unos pensamientos y ver qué demonios hago. Es decir, tengo por seguro que quiero ver a Godric. Hace meses que no le veo, le echo de menos y, por muy tonto que pueda sonar, es el amigo más cercano que he tenido en mis veintisiete años de vida.

¿Pero le escribo una carta? No, ya no está en Siris según lo que ha escrito. Entonces, ¿espero a que vuelva? Pero puede ser que Siris sea un lugar perdido en la otra punta de Garnalia y que tarde meses en llegar a la Torre. Podría ir a Siris para ir a buscarle, ¿pero y si no le encuentro? ¿Dónde iría a preguntar por él? Godric ha dicho que habló de mi en el palacio, diciendo que se habían quedado sorprendidos cuando les contó la historia del chucho-demonio. Sí, está decidido: iré a preguntar en el palacio de Siris en qué dirección se había ido Godric, a ver si podía interceptarle antes de que llegara a la Torre.

Pero, primero, ¿dónde demonios está Siris? Una visita rápida a la biblioteca, evitando los libros antropófagos a base de hechizos protectivos, me reveló que se encontraba en un lugar remoto del centro de Garnalia. Con saber esta información, podría invocar un óculo para ver un lugar de Siris y materializarme ahí con el hechizo de teletransportación. Es lo que hice, realmente: invoqué un óculo en mi cuarto y visualicé el palacio de Siris, que tenía varios guardias frente a las puertas. Sin pensar mucho en las consecuencias desaparecí de mi habitación para acabar plantado frente a los guardias, que no parecían muy acostumbrados a que alguien se materializara frente a ellos.

Les puse dos preguntas: «¿es esto Siris?» fue la primera, y como respondieron afirmativamente, les pregunté «¿dónde está el duque?». Insistí en que se trataba sobre su hijo Godric y nada más mencionar su nombre me vi rodeado de un mar de siervos, guardias y magos que, más que escoltarme hasta el duque, me llevaban en brazos como a un héroe o un campeón, y no creo que llegara a pisar una vez el suelo del palacio. Quizá me habían reconocido o estaban aún de fiesta por la naturalización de Godric como hijo del duque, pero una vez me encontré ante el hombre en carne y hueso le pregunté por dónde se había ido su hijo y nada más recibí mi respuesta me elevé por los aires impulsado por mis poderes mágicos, dejando a la gente con toda pompa y circunstancia.

Tomó la carretera del sur al salir la ciudad y yo hice lo mismo, invocando el primer hechizo que se me ocurría para acercarme a Godric. El hechizo invocaba una esfera de luz que cambiaba de color según lo cerca o lo lejos que estaba, de azul a rojo. De momento brillaba de un color morado: no estaba ni lejos ni cerca. Así que pasé no sé cuánto tiempo volando pero sé que se hizo noche y que apenas podía ver algo que no fueran las copas de los árboles iluminadas por la luz de la luna y el orbe que lentamente se volvía más y más rojo, hasta que finalmente se desvaneció, lo que me indicaba que me encontraba muy, muy cerca de mi objetivo.

Durante unos momentos pensé que el hechizo había fallado porque me sentía exhausto. Había gastado muchas energías en mi vuelo demente y sentía que en cualquier momento iba a desfallecer, pero pronto divisé algo de luz entre las hojas malignas de los árboles así que floté vagamente hacia la fuente de luz. En el último momento me di cuenta de que, más que flotar, estaba cayendo. Al momento siguiente, me encontraba cayendo entre las ramas de los árboles, dándome golpes y llenándome de hojas, para acabar colgando de un árbol porque se me había quedado atascado el pie entre dos ramas. La túnica me tapaba la cara porque, con la gravedad, se había dado la vuelta y sabía que intentar recolocársela, y más estando bocaabajo, era un despropósito, por lo que me deshice de ella como bien pude, quedando en la ropa que llevaba debajo. Por suerte para mí no hace tanto frío como en el valle porque no podría utilizar un conjuro térmico, y no quería ningún resfriado.

Pero al fin le veo. Godric, sentado contra un árbol junto a una pequeña hoguera que es la única luz que ilumina la espesura del bosque, con su chucho-demonio, ahora de tamaño considerable, tumbado a su lado. Le miro y no sé si es por la sangre que se me va subiendo a la cabeza pero me vuelvo a ver invadido por esa mezcolanza de sentimientos que me poseyó hace horas. Por una parte quiero abrazarle y decirle que le había echado de menos, pero por otra parte quiero darle una bofetada por haberse ido de tal manera, sin avisar ni nada. Hay otros sentimientos que no llego a comprender y a los que no alcanzo a ponerles nombre, pero esos son menores que los dos antes mencionados, que son los principales bandos beligerantes en esta guerra.

Godric... —alcancé a nombrarle, aún en el trance de la sorpresa de volver a verle tras tanto tiempo, pero pronto me recuperé, quizás por el ridículo de la situación—. Godric... esto... ¿Me ayudas a bajar? ¿Por favor? Tengo mucho que decirte y preguntarte, y quizás te merezcas alguna que otra bofetada por irte sin avisar pero sabes que no creo en la violencia... —Tras un momento de silencio incómodo, se me acercó el perro—. Anda... hola, Sacharissa. Cómo has crecido...

Rurik Helgason
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Re: Reencuentros y explicaciones {Godric}por Rurik Helgason, Dom Jul 15, 2018 1:06 am
Pese a mis atenciones, Sacharissa sintió algo que le hizo saltar de la cama y corretear por la estancia. Resultó ser un pájaro cantando sus trinos y Sacharissa parecía tener ganas de tomarse un tentempié. Yo me levanté de la cama lento y me acerqué al chucho para tranquilizarle un poco, y en el proceso vi que la bañera ya estaba llena y humeante. De reojo me fijé en las alfombras y los jardines y en la ventana en sí, pero decidí que un baño caliente me haría mucho bien en este estado.

Además, como tampoco tenía intención de comer, cuanto antes me bañara antes podría intentar conciliar el sueño, algo que también me parecía una tarea difícil en estas circunstancias. Me quité las botas y los calcetines y los dejé ordenados. Había perdido la túnica en medio del bosque pero no me importaba mucho, porque no llevaba encima nada de valor o irreemplazable. Me quité la camisa, intentando no tocar las manchas de sangre, resultado de Sacharissa intentando consolarme y me fui bajando los pantalones a medida que me iba acercando a la bañera, protegida por un biombo.

Había toallas y frascos en una mesita cercana, aunque no tenía mucha idea de qué era cada cuál y para qué servía, así que pasé un rato, con los pantalones a medio desabrochar, oliendo frascos y vertiendo parte de sus contenidos en el agua de la bañera.

Godric
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Re: Reencuentros y explicaciones {Godric}por Godric, Dom Jul 15, 2018 1:22 am
Aun quedaba cena en las cocinas de palacio, al estar celebrandose las reuniones del tratado en Siris nunca se sabía cuanta comida haría falta, y por tanto, siempre sobraba.

Godric había subido sopa en grandes cantidades, asado, una colección de las mejores frutas de todo el ducado y algo de vino.
Al entrar en la habitación oyó el sonido de líquido impactando contra el agua de la bañera.
No pudo evitar ponerse rojo, Rurik estaba en la ducha.

Con el paso firme y decidido, intentando que no pareciera que la posibilidad de ver a su amigo bañarse le emocionara sobremanera, dejó la cena en una mesa espaciosa y se dirigió directo a la bañera.

Al ver a su amigo darle la espalda, desnuda, y con el pantalón medio bajado le pareció que se iba a marear.
Rurik era guapo, era muy guapo, pero jamás se podía haber imaginado lo bien que le quedaba...nada.
Aprovechó una pared cercana para apoyarse con pose de despreocupación, mientras intentaba mantenerse en pie ante tal exposición de belleza masculina.

— Esas sales son mágicas. — Godric intentó evitar tartamudear o mirar demasiado descaradamente a su desnudo amigo. — Al mojarlas, en contacto con la pi-piel se activa un conjuro sencillo de ma-masaje, es muy relajante. — Esta vez el tartamudeo nervioso se escurrió entre el trabajado protocolo de Godric.
No podía mirar mucho rato más o todo su autocontrol acabaría lanzadose por la ventana que el perro demoniaco tanto miraba.

— He traído algo de cena, por si quieres... comer, o algo, no se.
Rurik Helgason
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Re: Reencuentros y explicaciones {Godric}por Rurik Helgason, Dom Jul 15, 2018 1:37 am
Al escuchar la voz de Godric no pude evitar pegar un brinco en el sitio y ponerme rojo como un tomate. Giré la cabeza para mirarle mientras me subía rápido y torpe los pantalones. Solté la botella que tenía entre manos pero cayó contra la alfombra mullida del suelo por lo que no se partió, aunque se vertieron algunos de sus contenidos. Me estaba explicando algo sobre no sé qué sales mágicas, supongo que las que se me habían caído.

Me agaché rápido a recogerlas, con una mano sujetándome los pantalones mientras con la otra intentaba recoger la botella de las sales. ¿Desde cuándo se había vuelto Godric tan sigiloso? ¡Y pensar...! Es culpa de que estamos en un palacio, claro. Aquí las puertas no crujen al abrirse y las alfombras silencian los pasos.

Jo- ¡joder, Godric! Haber avisado... un poco más y me ves desnudo...

Aún con la espalda hacia Godric, me até con rapidez los pantalones para que no se me cayeran en el momento menos oportuno. Me encontraba rojo de vergüenza y algo incómodo, pero había pasado por cosas peores hoy y que Godric me viera desnudo ciertamente no era una de las peores cosas que podría pasarme, aunque tampoco es algo que me llame especialmente la atención.

Me había dicho que había traído algo para comer.

Gracias... La verdad es que tengo hambre —mentí, pero tampoco quería quedarme junto a la bañera hasta que Godric entendiera que quería algo de privacidad. Así que me moví, sin pensar mucho en coger algo más de ropa, intentando ocultar un poco mi bochorno, y me acerqué a la mesa, llena de manjares y cosas ricas—. Por Svea, ¡qué banquete! Debe de costar una fortuna... No sé ni por dónde empezar.

Godric
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Re: Reencuentros y explicaciones {Godric}por Godric, Dom Jul 15, 2018 1:47 am
Rurik se había puesto rojo, si tenía vergüenza era por algo. Ese dato tenía que ser valorado y razonado, pero sería más tarde, lo primordial para Godric era hacer su papel de buen anfitrión.

Sin pensarselo dos veces empujó a Rurik hasta la bañera de nuevo, ignorando sus elogios a la comida.

— Vas a empezar por darte un baño relajante. Puedes desnudarte, si no quieres me quedo fuera para que estés más cómodo, tómate tu tiempo que la comida no va a ir a ningún lado. — Godric se separó lentamente de Rurik.

Obviamente en sus más oscuros deseos esperaba que Rurik soltara el cinturón del pantalón y le pidiera que le pasara la esponja por la espalda, cosa que haría con total devoción, pero ante todo era un caballero, y tenía que ser respetuoso, así que con una sonrisa le brindó a su amigo la intimidad que había pedido.
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Re: Reencuentros y explicaciones {Godric}por Rurik Helgason, Dom Jul 15, 2018 2:02 am
Al parecer, no se estaba tragando mi estrategia de elogiar la comida y me decía que, si quería tomarme un baño, me tomaría un baño. Bueno, no lo dijo así, y hasta me empujó de vuelta a la bañera, pero no de una manera desagradable sino quizás un poco arrepentido por haberme sorprendido de aquel modo. Yo me dejé llevar aún rojo y la verdad es que la bañera, con la infinidad de olores agradables que desprendía, me resultaba cada vez más atrayente.

Godric dijo que podía desnudarme mientras se separaba de mí, y esperé a que se fuera al otro lado del biombo para dejar caer al fin los pantalones y sumergirme en las cálidas aguas de la bañera (aunque antes agarré un puñado de esas sales mágicas de baño que mencionó). La verdad es que estaba en la gloria. Nunca había pensado que darse un baño puede ser tan curativo y hacer tanto bien. Cuando vuelva a la Torre, tendré que pasar un tiempo intentando recrear alguna de las recetas de los frascos que tenía Godric.

Ah, uh... no te he dado las gracias por todo esto... La habitación es muy bonita y creo que este es el mejor baño que me he dado en toda la vida...

No entendía por qué me sentía así. Es decir, en una situación como cualquier otra estoy seguro de que no habría tenido tanta vergüenza, y que se me habría pasado antes. Tenía mucho calor, y me sumergí casi por completo en la bañera, dejando fuera del agua la cabeza a la altura de la nariz. Por mucho que lo pensara, había algo que no encajaba del todo.

Godric... —dije, sacando la cabeza de debajo del agua—, ¿hay algo que quieras decirme? Es decir, te has comportado de manera muy rara hoy...



Pero no es verdad. Realmente no dije nada; me quedé sumergido bajo el agua en silencio. Dudaba que Godric quisiera hablar del tema si es que hubiera algo de lo que hablar, y dudaba de querer tener esta conversación tal y como estábamos, los dos en una misma habitación, separados solo por el velo de un biombo nos mantenía alejados pese a estar a apenas pasos uno del otro. Nunca pensé que se debieran hablar de cosas importantes estando uno desnudo en una bañera. Pero aún resonaba su voz —no voy a decir que no he soñado con esto, me susurró con sus labios contra los míos— en el silencio que había devorado toda palabra, fuerte como el rayo o el clamor de la batalla; tanto que callaba hasta mi propia voz y mis propios pensamientos. Dudo que se refiriera al hecho de que su hermanastro mandara matarle, así que solo queda el beso.

No le veía ni le oía, pero no me hacía falta para verle. Me lo imaginaba rodeado por un tormentoso manto, quebrando en relámpagos con cada segundo que pasa, en un pestañeo cubriéndose por efímeras telarañas de luz y fuego. Pero su tronar no era ese que conocía desde pequeño, ensordecedor, que siembra temor en el alma, pero no por eso menos terrible. Veía en él un bravo mar rompiendo sus olas contra la pedregosa costa de Narell, el crepitar de las llamas reduciendo el bosque del Valle a cenizas, los dioses castigando a sus pobres hijos desencadenando avalanchas en los níveos picos que rasgan los cielos. Pero todo lo que oía —rayo, fuego, agua— eran los ruidos de la lucha, los gritos de los mercenarios, el volar de las flechas. El humo y la sal marina tenían ahora olor a sangre.

Le veía —y a la vez no— peligroso, pero no puedo culparle por lo ocurrido, de la misma manera que no es mi culpa. La llama de cada vela amenazaba con convertirse en una serpiente cada vez que me descuidaba, y parte de mí temía que bajo la espuma el agua de la bañera resultara ser sangre. Me levanté de pronto, molesto por esta posibilidad y asqueado por el repentino calor del agua. Tomé una toalla y me sequé y me limpié de esos pensamientos. No sabía cuánto tiempo habíamos estado en silencio, cada uno encerrado en sus pensamientos, pero ahora esta quietud me resultaba incómoda, así que la rompí:

Yo... te he echado de menos —las palabras se escapaban de mi garganta torpes y herrumbrosas, como si el silencio me hubiera oxidado la lengua y cubierto la voz de telarañas—. Me alegra volver a verte, aunque haya sido en estas circunstancias. —Quizá quisiera haber dicho más cosas, quizá no. Ahora mismo no sé ni en lo que pienso y a la vez lo sé. Quiero hablar con Godric y a la vez no quiero, estar con él pero también alejarle. Me había besado tras rechazar el abrazo, mudando una expresión de amistad por otra de... ¿qué?

Se hizo de nuevo el silencio hasta que se despidió y me deseó las buenas noches. Se fue, dejándome solo en el cuarto. Escuché cómo la puerta se cerró y la atmósfera casi sacrosanta se fue con él; se llevó su manto de nube y ola y nieve y llama, la cacofonía de grito y muerte, y lo primero que sentí fue frío del ambiente; lo segundo, el calor de la ropa. Disfruté de la comida que me había traído pero sin llegar a saborear nada, distraído por mis pensamientos, aunque no se pudiera decir que estuviera meditando, sino que estaba luchando de manera en su contra. Extinguí hasta la última de las velas y me metí en la cama bajo pesadas sábanas que pesaban sobre mí, sofocándome. Me concentraba en el más mínimo detalle, analizando cada sensación hasta tal punto que me perdía en mi mente y no podía ver el bosque por culpa de los árboles.

Veía la Luna a través del ventanuco y entraban en el cuarto algunos filamentos de su tenue luz; brillaba como la hoja de un cuchillo pero su roce no cortaba ni dañaba. Mientras luchaba contra el sueño —no quería ir más allá de este estado liminal en el que me encontraba, como si la noche eterna pudiera hacerme olvidar lo que había ocurrido—, la miré y me acordé de Rimis, la doncella del cielo nocturno, que presidía sobre todos los astros de la bóveda celeste. En las historias se dicen muchas cosas de ella, como es común en la mitopea, donde se le adjudicaron variados roles y epítetos, y a lo largo de los siglos se ha visto sincretizada a otras deidades, dividida en múltiples ocasiones, remendada en otras tantas. No soy alguien muy devoto; al contrario, soy blasfemo y, si no fuera por la magia, posiblemente renegara de los dioses, pero espero que por una vez hagan una excepción. Te ruego, Rimis, reina de la noche: esconde la Luna y borra las estrellas del firmamento. No dejes que se acabe nunca esta noche.


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