Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)
Valerian Raynor
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Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Jue Jun 18, 2015 10:00 pm
Después de lo sucedido en Wolfkrone y lo que ya se conocía como "Masacre de Condes" en un pequeño castillo cerca de Ereaten me había parecido justo perderme un poco por las tierras del sur. Allí la gente era mas abierta que en la capital y menos fría que en El Norte. Ademas, también había vampiros. Ya habían sido varios los que había desangrado o mutilado entre aquellas malditas arenas, pero ese día no buscaría ni mataría a ninguno por iniciativa propia. Ese día no.

Entre en la Taberna El Cojo Tuerto Manco y me dirigí a una de las esquinas a sentarme,como era mi costumbre, y espere a que el camarero viniera a servirme o me gritaran desde la barra que no me encontraba en los grandes salones de Ereaten ni era un noble de alta cuna. En esta ocasión sucedió lo segundo y no me quedo mas remedio que levantarme e ir a la barra. Maldito gruñón. Sin embargo esto me sirvió para comprobar el por que de tan extraño nombre para una taberna y que este tenia poca imaginación. Al tabernero le faltaba el ojo y la pierna izquierda,así como el brazo derecho. Era lo que algunos llamaban "mediohombre" y solían ser respetados cuando sus heridas eran por participar en grandes empresas y batallas. Por los estandartes y armas cruzadas al otro lado deducía que era un veterano. La noche seria muy larga y me había parecido ver a una o dos de sus hijas,ya mayores y en edad de trabajar, deambulando por ahí y no quería moverme del sitio.

-Esta por la jarra de vino del Este,esta como tributo a un hombre que ha luchado en brava batalla y estas dos para aquel o aquella que no me haga levantarme otra vez a la barra a por otra jarra.-dije mientras sacaba dos dirkam de cobre,uno de plata y otros des de oro.

El tabernero me miro pensativo, tratando de ver mas allá de mi capucha, sin éxito y seguramente tratando de ver que noble de alta cuna se escondía en su pequeña taberna. La verdad es que le daba igual, aunque me viera la cara no me reconocería. No era de alli, ni siquiera era un noble extranjero conocido. Con la jarra en la mano y una amplia sonrisa me volví hacia mi sitio. La taberna estaba bastante llena,pero todos estaban agolpados en la barra, con solo unos pocos sentados en las mesas. Varios encapuchados. Era curioso,sobre todo para el tabernero acostumbrado a su habitual clientela, tener a tanta gente así en un mismo lugar. Era curioso.
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Miér Jun 24, 2015 4:38 pm
Solo recordaba haber estado en el sur en dos ocasiones. La primera fue en Puerto de Nagda, al sur del Centro, con mi padre, cuando era un niño. Me había llevado en una de sus travesías con la Luna de Medianoche, y todo cuanto recordaba de aquella experiencia era un robo y una brújula que había conservado hasta poco antes de partir hacia la Torre. La segunda, con el nigromante Riak, en las ruinas del Sol Poniente, ayudándolo a abrir la puerta al Laberinto de las Sombras para que él pudiera conseguir su preciado Ars Sacratorum. Maldita la hora en que se me había cruzado por la cabeza la idea de hacer algo como aquello. De ninguna de mis dos visitas tenía un buen recuerdo. Aún así, había llevado la Pelirroja hasta Aleketh.

Viajar a una región que pocas alegrías me había traído en el pasado no era una decisión que viniera motivada, precisamente, por el deseo de conocer mundo. En realidad cada día me quedaban menos lugares a los que ir: tras el juicio en el Concilio, no podía pisar los lugares de la comunidad mágica; tras la batalla naval contra la Inquisición, era mejor que pasara un tiempo lejos de Puerto Agnolia. Aunque podría haberme refugiado en las tierras de Santiago Prestalanza, lo cierto era que llevaba varios meses sin tener noticias de él, y yo era incapaz de pasar demasiado tiempo en un mismo sitio. Así que reuní a la tripulación que quiso acompañarme y, sin permiso de mi benefactor, puse rumbo a Aleketh.

No fue complicado convencer a mis hombres: estaban deseando conocer —algunos por segunda, tercera o cuarta vez— los placeres de las tierras del sur (sus arenas, sus texturas, sus playas, sus pieles morenas, sus fiestas, sus hermosas y sugerentes danzas...). A medida que nos acercábamos a nuestro lugar de destino, incluso yo iba sintiendo más y más interés por el exotismo de la Garnalia sureña. Y cuando llegamos, nadie se decepcionó. Era un paisaje precioso: arenas inmensas, palmeras, hombres y mujeres vestidos con colores vivos y muchas, infinitas, telas y velos transparentes. Y luego los mercados de especias, y sus aromas...

Mis compañeros piratas estaban encantados, y consiguieron transmitirme su emoción. Así que la primera noche unos cuantos de nosotros, seis o siete, decidimos entrar en la taberna que nos recomendó un vagabundo que encontramos en una plaza, mientras los demás iban en busca de otras diversiones. Había bastantes personas en la taberna, pero solo estuvo verdaderamente llena cuando nosotros nos agolpamos en torno a la barra, sobre todo por las voces estridentes de mis compañeros. «¿Qué cervezas tienes, tabernero?», preguntaba uno; «Con estos cuatro dirkam sírveme todo el alcohol que puedas», el otro. Cuando conseguí llegar hasta la barra, vi al tabernero y comprendí el por qué del curioso nombre de la taberna, pero no comenté nada al respecto, y nadie lo hizo, porque lo cierto era que la expresión del hombre infundía respeto:

¿Tienes sidra?

El hombre me miró extrañado, sin responder. Había entendido a mis compañeros, por lo que conocía la lengua del Centro. «No seas imbécil, Will —dijo Roquar, uno de mis hombres que había nacido en algún lugar del sur que no era Aleketh—. Eso aquí no se toma. Vamos a pedirle una botella de licor de arukham y la compartimos». No tenía ni la más remota idea de qué podía ser el licor de arukham, pero acepté el ofrecimiento y me alejé un poco de la barra. Casi todas las mesas estaban vacías: sentados en ellas solo vi hombres encapuchados. Sospechosa tal vestimenta en una taberna del sur.

Mientras esperaba a Roquar con el licor y a los demás, me senté en una mesa cercana a la barra. Aunque, en principio, me costó reparar en su presencia, cuando mis ojos dieron con la figura encapuchada que ocupaba una de las mesas más alejadas, mantuve mis ojos fijos en él un tiempo. Algo en él era distinto, algo en él llamaba mi atención, pero no alcanzaba a descifrar el qué. «Qué más da», pensé. Era una noche alegre, y la taberna estaba llena de hombres y mujeres, algunos de los cuales podía captar para mi tripulación. Quizás, si las cosas se prestaban a ello —y aunque no fuera mi primera intención—, podíamos encontrar algún rico o noble entre los encapuchados a quien robar la bolsa, o saquear la taberna entera si de ello podíamos conseguir un beneficio considerable. Ya no éramos marineros sujetos a las leyes, y, desde luego, no siempre habíamos sido unos santos en todos los lugares que habíamos visitado por el camino.

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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Jue Jun 25, 2015 4:02 pm
Parecía que iba a ser una noche tranquila, hasta que aparecieron ellos. Parecían marineros, aunque bien podían ser piratas o mercenarios. No era raro encontrarse en las tabernas de las ciudades como aquella gente así, pero era un fastidio en una noche tan importante. Habría pelea, seguro. Se emborracharían como si no hubiera un mañana y se meterían con la persona equivocada. Posiblemente hasta fuera conmigo, con la suerte que tenia últimamente. Aunque estas situaciones también tenían toques divertidos. Por ejemplo, uno de los nuevos era un pijo de mucho cuidado. Pedir sidra en una tierra como aquella..... Era raro que un marinero fuera tan.... No,no podía ser un marinero corriente. Este me miro, como si tratara de ver a través de mi ropa. Habia llamado su atención y eso era malo. Podía ser que simplemente estuviera sorprendido por la cantidad de encapuchado, por lo que no pasaba nada. También podía ser un pirata y buscar gente rica a la que robar, y eso a mi abarrotada bolsa no le interesaba. También podía ser uno de esos inquisidores del mar,que solían ir acompañados de algún cazador.¡Maldita sea!Hasta el podía ser un cazador.En cualquier caso, aun no habia dado muestras de ser hostil. Acabe la jarra y la levante para que el camarero la viera. Rapidamente una chiquilla salio de la barra con otra jarra y un plato de madera.

-Aqui tiene,señor. Lo he hecho yo misma.

Era un plato extraño para mi,originario del Este, pero seguramente estaría bueno o al menos comible. Había sido un detalle por su parte. Era obvio que lo que le había dado al camarero lo cubría mas que de sobra, pero yo no lo había pedido y no tenían por que habérmelo dado. Saque una moneda de oro, aunque esta era un real de Ereaten, y se lo di. Sus ojos lo decían todo y tras darme las gracias se fue a la barra corriendo con la moneda en la mano, a la vista de todos. Era un autentico genio. Podía estar ante la presencia de varios piratas y lo que se me ocurría era darle a una niña una moneda para que lo pregonara. Na. Eran cosas mias. Tenia muchas preocupaciones y la fecha no acompañaba. Demasiados recuerdos. No le quitaria los ojos de encima a aquel hombre en toda la noche.
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Vie Jun 26, 2015 2:11 pm
El encapuchado de la esquina se dio cuenta de que lo miraba, y yo aparté la mirada con disimulo, clavándola en la barra. Pero cuando vi a la chiquilla salir hacia su mesa con un plato de comida no pude evitar volver a posar mi atención sobre él. ¿«Aquí tiene, señor» había dicho la niña? ¿Le llevaba la comida hasta su mesa? Era, cuanto menos, curioso en una taberna de tal calaña. Aquello, sin embargo, no era nada en comparación con lo que sucedió después. Capté el brillo, el destello dorado del oro, en cuanto le puso la moneda en la mano a la camarera. No, un plato como aquel no costaba tanto. Tenía que ser un noble, o, al menos, un comerciante adinerado, aunque me inclinaba más por la primera opción, pues sentarse en la esquina más apartada de la taberna podía interpretarse como el prepotente deseo de no mezclarse con "la plebe".

Desde que tenía un barco y compañeros piratas había desarrollado un creciente amor por el oro. Fruto de algunos robos, algunos saqueos y ciertos intercambios, había conseguido hacerme con una considerable cantidad de dinero y de objetos valiosos, pero no era suficiente. Nunca sería suficiente hasta que pudiera comprar ya no solo un barco, sino una flota; no una humilde cabaña, sino un palacio; no el cargo de capitán, sino un auténtico título nobiliario. Tenía que aprovechar todas las oportunidades de incluir una moneda a mi fortuna. Y mis tripulantes me acompañarían en mi deseo sin más condición que compartir el botín.

Prueba esto, capitán, y no querrás beber otra cosa en la vida —dijo Roquar, dándome una palmada en la espalda.

Puso la botella en la mesa, pero, antes de que se sentara, me levanté yo. Mi compañero bebió un trago y luego me pasó la botella. Sin pegar los labios a la boca, tomé yo también otro trago. Era una bebida fuerte, que pasaba ardiendo por la garganta como el sol por el Desierto Eterno. Se la devolví; aunque no me desagradaba su sabor, no quería tanto alcohol que me entorpeciera esa noche.

Las he probado mejores. —Sonreí—. Pero no es una mala elección.

Sabrás mucho de mar, pero no tienes ni idea de bebidas —respondió, soltando una carcajada.

Mantuve la sonrisa, mientras le pasaba una mano por la espalda y lo conducía, discretamente, hacia la otra pared del bar, de modo que diéramos ambos la espalda al encapuchado de la esquina. En lo que podría haber sido un simple gesto amigable, me acerqué al oído de Roquar y le susurré, en voz muy baja:

El de la esquina, el de la capucha con la jarra de vino; ese tiene dinero. Probablemente sea un noble. Acabo de ver como le daba una moneda de oro a la niña. —Los ojos de mi compañero se iluminaron. Volvió a llevarse la botella a la boca—. Puede que esté aquí solo, ya sabes que algunos nobles se escapan por las noches para irse a tabernas y burdeles sin que los reconozcan... Pero no es el único encapuchado. Los otros pueden ser compañeros suyos, otros nobles, quizás, o sus propios guardias.

Puede que también tengan oro —añadió él, en el mismo tono de voz—. El tabernero no tiene demasiado, por lo que he podido ver tras la barra, así que no creo que valga la pena asaltar la taberna entera, salvo por llevarnos estos licores a la Pelirroja, claro. —Soltó una risa—. Hacemos lo de siempre, Will. No son tantos y Rutty y Tom ya están haciendo amistades.

No beban más de lo necesario. Me gustaría salir de Aleketh con más dinero del que entré. Y con más tripulantes, o con los mismos, al menos. Tú quédate aquí, informa a los otros, y ven luego. Hacemos lo que hicimos en la isla... Dame la botella.

Cogí el licor y le di unas palmadas en el hombro, sonriendo. Luego, me alejé de él, y Roquar se fue a la barra. Me mantuve quieto un momento, mientras pensaba qué podía decir en aquella situación, y me alisé el cuello de la camisa. Justo junto a la mesa del hombre de la esquina había una ventana, la única que había visto en toda la taberna. Era un detalle que podía aprovechar.

Qué calor hace... —comenté mientras caminaba hacia la ventana, sin mirar al encapuchado.

Aún botella en mano, abrí la ventana y me apoyé en el alféizar. «Bien, ahora solo...». Como para limpiar el sudor de la frente, me pasé el brazo por ella. No todo era teatro: entre el clima de Aleketh y el licor, verdaderamente tenía calor aquella noche. Miré, distraído, las mesas de alrededor, hasta detenerme en la que tenía justo al lado. Solo estaba sentado el encapuchado. Sobraban sillas.

Eh —dije, para llamar su atención—. ¿Te molesta la corriente? Si tienes frío dímelo y cierro la ventana.

Dada su vestimenta, cualquiera habría podido suponer que estaba helado a pesar de las condiciones del tiempo.

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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Vie Jun 26, 2015 4:32 pm
El hombre que me miraba aparto a uno de los marineros de la barra,seguramente para hablar en secreto. Mi oído,como el de todos los hombres lobo, era muy fino pero aun así insuficiente como para poder entender lo que se decían. Entonces fue hacia la ventana que tenia a mi lado y la abrió tras hacer un comentario de que hacia calor y luego hacerme una pregunta un tanto estúpida por aquellos parajes.¿Quien iba a tener frió allí? Tal vez en medio del Desierto Eterno de noche si que podía hacer frió, pero en la ciudad......No era un comentario muy inteligente.

-No puede hacer mas frió que en Wolfkrone y hace relativamente poco la recorrí a pie.-le dije con la mirada aun puesta en la barra. Entonces le mire, con la cara parcialmente tapada con la sombra de la capucha.- Aunque si lo que pretendes es que entre aire por esa maldita ventana,te deseo suerte y te concedo un asiento para que tu mismo te desengañes.

Estaba claro que venia a por mi. Ahora la cuestión era si venia a por mi bolsa,a por mi cabeza o a por ambas. Daba igual, el resultado seria el mismo para el. Varios encapuchados mas entraron en la taberna y ocuparon mas mesas,siempre en solitario. El tabernero tenia que estar bastante alucinado, aunque eso también hacia que mas monedas corrieran por la barra y la posibilidad de una refriega aumentaba.

-Por vuestro aspecto deduzco que no sois marineros de la armada sureña. De un barco mercante quizás, teniendo en vuestro poder nuevas de todos los rincones del mundo. He oído que las guerras se extienden,pero aun no se por donde y me gustaría evitarlas a toda costa.

Claro que sabia por donde se estaba extendiendo. Rumores sobre humo por encima de la Santa Academia y la Masacre de Zhante habían llegado a todos los rincones del mundo, pero tenia que romper la muralla natural de depredador y presa para tratar de desanimarle.
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Sáb Jun 27, 2015 9:02 pm
¡Wölfkrone! De todas las ciudades del mundo, tenía que mencionar precisamente esa. Al escuchar el nombre, cambié de posición, y fruncí el ceño, y tomé otro trago de la botella. Cuando se dirigió a mí pude ver, por la zona que su capucha dejaba al descubierto, que tenía los ojos del color del café, y que no lo había visto en mi vida. En cuanto me ofreció un asiento, ocupé la silla que estaba más cerca de la ventana, posición desde la que tenía una perspectiva amplia del resto de la taberna. Y de mis compañeros, y de los encapuchados, que eran quienes más me interesaban.

Hay que tener valor para poner un pie en ese reino de mierda —comenté, dejando el licor en la mesa—. Prefiero mil veces soportar el calor de Aleketh.

No me pareció distinguir en su voz ningún acento del Norte, pero, casi instintivamente, su mención al reino de Crescent consiguió que brotara en mí cierta aversión hacia el desconocido. Aparté de mí todos los recuerdos que eran inútiles en aquel momento y me concentré en el oro, en la moneda que le había visto darle a la niña, en lo que podíamos conseguir esa noche. Más encapuchados entraron en la taberna. No me pasó desapercibido. Tampoco a mis hombres. Uno de ellos, Rutty, salió de la taberna entre risas, tomando a una mujer de rizos negros por la cintura.

Volví mi mirada hacia mi nuevo compañero de mesa. No creía que fuera un noble estúpido, o un joven inocente. Pero su comentario era una obviedad: salvo Roquar, ninguno de nosotros tenía aspecto de sureño.

No somos ni de la Armada ni un barco mercante. Somos mercenarios, parte de una tropa mercenaria. Nos ha contratado la corona del sur para guardar las costas. Como ya has dicho, las guerras se extienden: he escuchado algo sobre un ataque a la Inquisición y mucho sobre la reconquista de Zhanthé por parte de Ereaten. Si quieres evitarlas, quédate aquí; el sur todavía es zona de paz. Y no se puede negar que hay muchos lugares donde divertirse.

No le faltaba razón: era tarea imposible conseguir que entrara alguna brisa fresca por la ventana. Respiré hondo. Los demás encapuchados entraban sin hacer apenas ruido, y se sentaban, solos, en las mesas. A cada segundo que pasaba estaba más convencido de que todos ellos, incluido el hombre con el que estaba hablando, pertenecían a un mismo grupo. No eran pocos, pero no estaba preocupado. Teníamos nuestros recursos y nuestras tácticas para resolver situaciones como aquella.

Pero no era todavía tiempo de pensar en una lucha. Antes me interesaba saber algo sobre la persona con quien hablaba. No me gustaba llevar a cabo ningún robo ni ningún delito sin saber previamente quién era mi víctima, o hasta qué punto merecía que le quitáramos la bolsa.

Imagino que eres un viajero, ¿me equivoco? Te aconsejo viajar por mar mejor que por tierra: menos peligros y más libertad.

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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Lun Jun 29, 2015 1:52 pm
-Wolfkrone no esta tan mal. Tiene nieve y......tiene nieve.-le dije al hombre que se había sentado a mi lado. Entonces me acorde de Catherine.-Y también hay personas que merecen la pena.Ademas, con el frio solo tienes que ponerte capas para protegerte de el. Con el calor te las tienes que quitar y llega un momento en el que se te acaban las capas.

No pude evitar darme cuenta que el tono que había usado no era de alguien al que no le había gustado el clima. Era algo......algo mas. La verdad es que importaba poco. Yo era del Este,no del Norte, así que en principio no tendría que temer que eso fuera un problema mas. Uno de los marineros salio por la puerta con una mujer, seguramente a traer mas marineros. No me había pasado desapercibido que lo había hecho justo después de entrar los encapuchados.

-¿Mercenarios? Entonces somos casi compañeros de profesión, aunque a mi no me contrataría nunca para patrullar las costas. Y esta bien saber que el Celathia esta que arde,por lo que me dirigiré mas al norte o mas al este. Aleketh no me sienta bien. La gente aquí es muy rara y el calor no ayuda. Y aunque he de admitir que aquí me he divertido mucho, solo ha sido durante el trabajo. Las danzas y los teatros no son para mi.

Entonces me recomendó ir por mar en vez de por tierra. No me gustaba el mar. Allí había muy pocos vampiros y cuando los había no te podías esconder. Sin embargo,por tierra había aldeas y ciudades,bosques y montañas. Por otro lado, el mar no me sentaba muy bien.

-Puede que sea mas seguro, pero te quita conocer muchos lugares y gentes. Sobre todo esto ultimo. Soy una persona a la que le gusta pararse a cada paso para ver los detalles de nuestro bello mundo. Aunque el que me maree en los barcos tambien influye algo.Por cierto, creo que uno de tus compañeros ha desaparecido con el alma del lugar.Espero que tenga cuidado con ella. Es una bruja.
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Mar Jun 30, 2015 4:51 pm
«Y también hay personas que merecen la pena».

Me invadió, durante un instante, un temor injustificado a que aquel hombre fuera un noble del Norte, a que conociera a Crescent, a que supiera quién era yo, a que hubiera sido enviado por el príncipe para buscarme y matarme. Apoyé los dedos sobre el borde de la mesa. «Es estúpido pensar eso. No tiene acento del Norte. ¿Y cómo iba a saber nadie que yo estoy aquí? No me han seguido». Estaba pensando en un ataque rápido, antes de que pudiera levantar la mano contra mí, pero siguió hablando:

«¿Mercenarios? Entonces somos casi compañeros de profesión».

Aquello me hizo descartar la loca idea que había aparecido en mi mente. «Aquí son muy frecuentes los mercenarios. Eso justificaría el dinero que tiene. No hacen falta tantos hombres para matarme». Pero no era casualidad: todos ellos estaban allí por alguna razón. La forma en que entraban en la taberna levantaba cualquier sospecha. Levanté la cabeza, retiré la mano de la mesa. Los míos, pese a su aparente distensión bebiendo y riendo frente a la barra, estaban analizando la situación mejor, incluso, que yo.

Ante las palabras del desconocido, argumenté:

Bueno, en cada puerto se conocen lugares y gentes diferentes; y el mareo desaparece con la costumbre y, aseguran algunos, con el ron. Por no olvidar que solo por mar se puede acceder a las islas y a sus bellezas. Nadie debería morir sin haber desembarcado alguna vez en territorio isleño.

Después mencionó la salida de Rutty de la taberna con una mujer. Su comentario solo podía interpretarse de una forma: estaba vigilando nuestros movimientos, y quería que yo lo supiera. Pero no di muestras de inmutarme. «Dice que es una bruja; ¿pretende asustarme con eso?». Sonreí:

Ya me he fijado —respondí—. ¿Es una bruja de las que hacen la vida imposible, de las que aseguran lanzar mal de ojo o de las que saben hacer fuego de la nada? Te aseguro que mi compañero tiene experiencias con los tres tipos de brujas, y puede que hasta con un cuarto. Sabe cómo llevarlas.

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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Mar Jun 30, 2015 7:56 pm
-Encerrado durante días o semanas en un habitáculo reducido, a merced de la suerte de encontrarse o no con piratas,tormentas y demás calamidades nunca ha sido mi forma preferida de viajar. De hecho en mi viaje hasta aquí casi nos hundimos al pasar Puerto de Magda. Prefiero la tierra, donde allí al menos puedes correr,esconderte o luchar según te convenga.

Bueno, y que por el camino siempre caía algún que otro vampiro a mis manos. Sonreí ante mi afirmación de que su compañero se había ido con una bruja y me pregunto que tipo de bruja era.

-Lo segundo y lo tercero no lo descartaría, pero de lo primero puedo dar fe. La gente suele huir de la ciudad después de "desaparecer" un rato con ella. Por algo sera,supongo.

Entonces un hombre de piel morena,con una túnica parecida a la mía y la de los encapuchados, salio corriendo de la puerta que llevaba a las habitaciones hacia la salida. No sabia quien era, pero me había parecido ver brillar un emblema de la nobleza de Aleketh. Era frecuente que este tipo de tabernas tuviera habitaciones para alquilar que los adinerados y la nobleza lo usaban para "visitar" a sus queridas o a las profesionales que rondaban por allí. Era un espectáculo, pues aun se estaba subiendo los pantalones cuando salio aunque nos ahorro el "otro espectáculo" teniendo los calzones subidos. Un grupo de encapuchados se levanto y le rodearon, por lo que seguramente era su escolta. No tardo mucho en salir una mujer por la misma puerta con un candelabro en la mano.

-Cobarde. Irresponsable.¡Si fuiste tan valiente para aventurarte por aquí, se ahora valiente para asumir tus responsabilidades!

La escena resultaba como poco cómica y al mismo tiempo daba algo de vergüenza, ver huir a al menos siete hombres de una mujer armada tan pobremente.

- En el mar no se disfrutan de cosas como esta-dije tras lo cual di un trago a mi jarra una vez mas.
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Miér Jul 01, 2015 6:51 pm
No habría problema: lo cierto es que, sucediera lo que sucediese, acabaríamos huyendo de la ciudad y embarcando de nuevo. Bebí un poco más de la misma botella, cuando, de pronto, algo llamó mi atención. Levanté los ojos tranquilamente, y los abrí, sorprendido por la situación que estaba presenciando. Que los nobles visitaran posadas con sus amantes no era extraño, pero que sus esposas estuvieran en el mismo lugar para recriminarles en público su fechoría...

No pude evitar soltar una carcajada; no solo por el aspecto asustado del noble semidesnudo, sino porque los misteriosos encapuchados, o al menos algunos de ellos, se levantaron enseguida, revelando que formaban parte de su guardia. Y mi compañero de mesa no hizo lo propio. «No pertenecen a un mismo grupo; los otros son de la escolta del noble». Aquello era una buena noticia, y las buenas noticias siempre alimentaban mi buen humor.

Tú ganas —admití—. Ni siquiera ver a un marinero borracho recitando un poema inventado tiene tanta gracia como esto. ¿No serás parte de la guardia de este... señor? —añadí, en tono de burla.

La cara de la mujer reflejaba tal estado de ira que estaba seguro de que, si le tiraba el candelabro a su marido, este acabaría con una buena brecha que le permitiría recordar su aventura por el resto de su vida. Le estaría bien empleado. Un noble debería saber que todo lo que puede constituir un escándalo debe realizarse con la máxima discreción.

Vaya, vaya —dijo una voz a mi espalda—, qué señor tan desconsiderado. Yo nunca engañaría a mi mujer. Si tuviera una.

Volví la cabeza y me encontré con Roquar, mi compañero, que me puso una mano en el hombro y ocupó la silla que estaba a mi lado. Debido al tumulto que estaba causando el incidente en la taberna, no me había fijado en que estaba allí.

¿Ya te has refrescado, Will? No, imposible, ni aquí llega el aire. —Le echó un rápido vistazo a la botella—Al final te ha gustado, ¿eh?

No está tan mal.

Como si no lo hubiera visto antes, el marinero reparó entonces en el encapuchado que nos acompañaba a la mesa. Y, con una sonrisa amigable, le tendió una mano a modo de saludo:

Encantado, señor, soy Roquar Ibnazil: mercenario de profesión y bebedor de vocación, aunque hace unos cuantos años era al revés.

Como de costumbre, mi compañero se presentaba desaliñado: tenía los rizos negros revueltos y el poblado bigote que nunca se afeitaba entumecido por el licor, o los licores, que había bebido desde que entrara en la taberna.

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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Miér Jul 01, 2015 7:40 pm
-No, pero es posible que algún día esa mujer me contrate debido a esta situación.-dije mientras me reía un poco.

La situación era muy divertida. Estaba riéndome de un noble sureño con uno hombre que posiblemente intentaría cortarme el cuello en cualquier momento. Aunque,tal vez no fuera así. A lo mejor era un simple marinero que quería conversación un poco mas avanzada que la que podía tener con el resto de marineros. Todas estas teorías cayeron destrozadas cuando apareció su compañero. Inicio una conversación con el marinero...como había dicho que se llamaba.No,no lo había dicho pero me había parecido oírlo. Si,cuando había pedido la sidra le habían llamado Will. Me tendió la mano a modo de saludo, lastima que no iba a corresponderle. O al menos no le tendería la mano. En lugar de eso,agarre el borde superior de la capucha y me incline un poco a modo de saludo.

-Esa profesión es muy habitual por aquí,por lo que veo.-dije mientras echaba una mirada a la barra. Las niñas estaban atentas y casi podía verlas empujarse una a la otra por traerme otra jarra.- De hecho,diría que las dos son habituales.

Una niña,hermana de la anterior seguramente, llego con otra jarra y otro plato típico. Me daba un poco de cosa darle una moneda delante de estos truhanes, pero no era justo y sobre todo que me estaba mirando con una carita irresistible. Odio a los niños,me recuerdan a mi y a las desgracias del pasado. Saque otra moneda y se la di.

-Pocas cosas pueden ser tan agradables como la cara alegre de un niño. Aunque dicen que unos magos peleando son mas espectaculares.-afirme al tiempo que escuchaba unas campanas lejanas. Eran ya las once y media. Quedaba poco.
William E. Arkwright
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Vie Jul 03, 2015 2:34 pm
Roquar se quedó unos segundos con la mano extendida, y la sonrisa se le congeló en los labios. Cuando comprendió que no iba responder a su saludo, retiró el brazo y lo apoyó distraídamente sobre la mesa. No nos miramos, ni comentamos nada, pero no hacía falta: sabía que estábamos pensando lo mismo. El gesto de no corresponder al saludo y, además, no dar su nombre, era una muestra de desconfianza hacia nosotros, una desconfianza que no se esforzaba por disimular; al contrario, era como si pretendiera que lo supiéramos.

No me gustaría estar en una pelea entre magos.

«Y menos si soy yo quien tiene que protagonizarla». Cabía la posibilidad de que nuestra víctima conociera las artes de la magia, y que aquel comentario no fuera más que otra advertencia velada. Desvié la mirada hacia la barra. El noble, los encapuchados de su guardia y la mujer ya habían abandonado la taberna entre gritos, y debían estar discutiendo fuera. Uno de mis hombres había observado atentamente toda la escena, y sus ojos parecían relamerse ante la posibilidad de atacar o secuestrar al noble y a su mujer. Me miró, y yo lo miré. Y, mientras mi mirada regresaba al encapuchado, negué levemente con la cabeza. Toda la atención de la taberna se había focalizado en el adúltero, y trabajar en esas condiciones sería más complicado. Además, ya había elegido a mi víctima, y mi curiosidad por saber quién era crecía cuanto más se esforzaba por esconderse.

¿Mercenario también? —preguntó Roquar—. No creo que a las órdenes de la corona; la corona de Aleketh paga mejor.

El encapuchado cometió el —supuesto— error de darle otra moneda, un real de oro de Ereaten, a la otra chiquilla. ¿Tan cauto para esconder su identidad y tan imprudente para revelarnos de forma tan descarada que tenía la bolsa llena? «¿Qué pretende? Quiere que sepamos que tiene dinero». Se me pasó por la cabeza la idea de que, en realidad, quisiera contratarnos para hacer algún trabajo, y que estuviera, por tanto, sugiriéndonos que tenía dinero suficiente para pagarnos. Pero, en ese caso, ¿sería necesaria tanta discreción?

Para reforzar sus palabras, Roquar llamó a la chiquilla, y esta vez fue su hermana —la primera niña a la que le había dado el desconocido el real— quien retuvo a la otra para ser ella quien se acercara, sonriente. Mi compañero rebuscó en sus bolsillos y sacó cuatro relucientes dirkam de oro, que multiplicaba con creces el valor de la única moneda que le había dado el otro. Cuánto conocía yo aquellos dirkam...

Toma, chica, por el licor que sirve tu padre. El mejor que he probado en mucho tiempo. Sírveme otra botella.

La cría, más feliz que nunca, recogió las monedas con los ojos abiertos de asombro. Yo me recosté en la silla, con una expresión seria. La niña volvió al instante con la botella y luego se fue hacia la barra, pero, antes de llegar, una voz la llamó:

Eh, niña; sí, tú, ven aquí un momento.

Era Rutty, llamándola desde el umbral de la puerta. Desde mi posición no podía ver si la mujer con la que se había marchado unos minutos atrás estaba o no junto a él. No sabía si por el buen humor causado por las propinas recolectadas esa noche o porque lo reconoció como uno de nuestro grupo, la niña se acercó corriendo y sonriente al marinero. Él se la llevó fuera, y marinero y niña desaparecieron de nuestro campo de visión. Rutty, como siempre, tenía la daga correctamente ajustada en el cinto.

Tomé otro trago más. Empezaba a acostumbrarme al sabor ardiente del licor.

Pocos trabajos generan más ingresos que este —dije—. Y pocos dejan tanto espacio a la diversión. Lamentablemente sospecho que no estaremos trabajando para la corona demasiado tiempo; demasiado gasto para las arcas reales.

No necesitábamos robarle la bolsa y Roquar lo había demostrado. A pesar de ello, queríamos hacerlo. Pero, y mi compañero seguramente lo tendría en cuenta, si tenía alguna intención el desconocido de hacer negocios con —supuestos— mercenarios que nos dieran mayores beneficios, no desaprovecharía la oportunidad.

Si trabajamos en el mismo mundo podríamos compartir contactos: nobles que requieran algún trabajo, ciudades en busca de protección... —sugerí.

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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Vie Jul 03, 2015 3:55 pm
-Estar no, presenciar.-aclare al primer marinero-Y no soy exactamente un mercenario. Soy un asesino y ahora mismo estoy de asueto. 

Bebí otro trago mientras esperaba sus reacciones. Esto tendría que disuadirles de lo que narices quisieran hacer allí. No pude evitar sonreír cuando vi al segundo marinero cuadriplicaba las monedas doradas a una de las niñas que me habían servido, aunque rápidamente se me borro cuando vi que un marinero la llamaba y desaparecía fuera de la taberna. Había sido un necio y por ello podía haber condenado a una niña, o simplemente aumentaría sus propinas por que iba afuera a servirlos allí. Si, eso era mas probable y era lo mas beneficioso para todos.

-Conozco a muchos nobles necesitados de buenas espadas, pero ninguno que necesite marineros. Tengo entendido que la Inquisición busca barcos para hacer algo,pero poco mas y es posible que fuera para la reconquista de Zhante. Lo siento, nos movemos en los mismos círculos pero a escalas distintas.

Eso era verdad,aunque ahora que lo pensaba a lo mejor esa era la solución al problema en Namor: contratar mercenarios. No, esa clase de guerreros trabajaban para el mejor postor y a nuestros enemigos no les faltaban las monedas. Posiblemente se volverían en contra nuestra tras el desembarco. La niña aun no había vuelto y eso no me gustaba. 

-Espero que la niña que se ha ido con vuestro compañero vuelva sana y con sus monedas correspondientes-me sorprendí diciendo. Bueno, ya la había liado y bien.

Entonces algo sucedió. Entro un nativo algo alterado y empezó a hablar muy deprisa mientras se acercaba a todos los presentes de uno en uno corriendo.

-¡Lo he visto!¡Un barco que vuela!¡Ha sobrevolado la ciudad y se ha dirigido a las montañas!¡Pero las tropas han ido a por ellos y ya no están!¡Un barco que vueelaaaa....!-grito justo mientras me zarandeaba un poco y le dejaba inconsciente de un puñetazo.

Toda la taberna me miraba y no sabia por que. Entonces note que la capucha se me había quitado cuando me había zarandeado y levantado. Los que mas atención me prestaban eran los encapuchados.

-Alguien ha mezclado los Polvos del Desierto con unas cuantas jarras de cerveza.

La muchos de los feligreses de la taberna,aunque ninguno de los encapuchados, empezaron a reírse del pobre hombre inconsciente.
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Sáb Jul 04, 2015 9:44 pm
«Un asesino...». Cinco, seis, siete años atrás me habría puesto a temblar solo con escuchar esa palabra. En aquel momento, por el contrario, no me inmuté. ¿Cómo hacerlo? Después de hacer tratos con dos de los mayores asesinos de la historia, después de participar en una guerra, de haber estado tantas veces al borde de la muerte, y tantas otras al borde de matar... «Y matando. Yo he matado a personas». ¿Lo había olvidado? La tranquilidad con la que recordaba —¡y con la que había olvidado!— sus muertes era espeluznante. Ni siquiera creía que, por ellas, mereciera el calificativo de asesino.

A veces asesino y mercenario pasan a ser dos maneras de nombrar lo mismo —comentó Roquar, sin dar tampoco muestras de estar sorprendido por la afirmación del desconocido.

«No viene a matarme a mí ni a ninguno de nosotros; si quisiera hacerlo, lo habría hecho sin revelar su condición». Quería, otra vez, advertirnos y asustarnos. Si era un asesino, estaría armado. Sabría luchar.

Dijo que no conocía a nadie interesado en contratar marineros salvo la Inquisición.

Una lástima. Trabajar para la Inquisición va contra nuestros principios.

Roquar me lanzó una mirada fugaz, como diciendo que él no compartía tales principios. No había estado en mis primeras misiones con Santiago; si no hubiera viajado en mi barco, nada le impediría ser contratado por la Inquisición.

A continuación, el encapuchado hizo un comentario sobre la niña que mostraba, claramente, su desconfianza. Se imaginaba que no era casual que, justo cuando Roquar le daba una generosa propina, la llamara otro de los nuestros. Pero no tenía motivos reales para desconfiar, ni nosotros ningún interés en hacerle daño. Mi compañero iba a responder cuando, de pronto, algo volvió a acaparar la atención de toda la taberna: un hombre acababa de entrar muy rápido, diciéndole a cada persona que se encontró que acababa de ver un barco que volaba. Levanté una ceja, extrañado. Roquar sonrió.

Cuando el loco llegó a nuestra mesa, fue al encapuchado al primero que se dirigió. Él le respondió de una forma... bastante violenta. Y, aunque el hombre se quedó inconsciente por el puñetazo, nadie fue a socorrerlo; casi todas las noches había peleas en las tabernas que no tenían desenlaces especialmente trágicos. «Dudo que esto sea casualidad y que este hombre sea un simple loco», pensaba yo. «Quizás lo ha golpeado porque le interesa callarlo». Yo no dudaba que fuera posible hacer a un barco volar, aunque nunca hubiera visto uno: la magia era capaz de muchas cosas.

De todas formas, más allá de la existencia o no de dicho barco, me interesaba otro detalle: las tropas de la ciudad habían ido a las montañas. Mejor.  Con el zarandeo, la capucha había dejado al descubierto, al fin, el rostro de la víctima. Rubio, ojos café. Nada llamativo en su rostro; muy llamativo que justamente los encapuchados le prestaran tanta atención.

Con el último trago, vacié el poco licor que quedaba en la botella y la dejé sobre la mesa.

Puede que te gustara más viajar en ese barco volador que en uno convencional —comenté—; muchos...

Una saeta disparada a toda velocidad interrumpió mis palabras. No iba dirigida a mí, sino al encapuchado sin capucha, pero, aún así, mi primer impulso cuando el proyectil entró en la taberna a través de la ventana fue empujar mi propia silla bruscamente hacia atrás. Roquar hizo lo mismo. Incliné ligeramente la cabeza, pero, a través de la ventana, no se veía nada más que una noche muy oscura sobre el paisaje desértico de Aleketh. Todos en la taberna estaban sobresaltados por lo acontecido.

Y luego, varios gritos. Seguidos de alguien que decía:

¡¡UN LOBO!! ¡¡HAY UN LOBO!! ¡¡VA A MATAR A LA NIÑA!!

Tales exclamaciones sembraron el pánico en la taberna. ¿Un lobo en el sur? Era lógico que estuvieran sorprendidos; no se veían a menudo. Roquar fue el primero en levantarse y salir al exterior, y yo también lo acompañé, rápido, junto con la multitud, curiosa y asustada, que avanzaba hacia la puerta. Nos abrimos paso y lo vimos: un lobo enorme, de pelo dorado y ojos de color del hielo, tenía agarrada entre sus fauces a la niña, que no dejaba de gritar y llorar. Algunos se habían atrevido a adelantar un paso hacia la fiera, entre ellos Rutty, con la daga desenfundada, y la mujer de rizos. Se les sumaron varios encapuchados de la guardia del noble, que empezaban a desenfundar espadas.

El lobo no retrocedió. En sus ojos había un brillo de inteligencia, y parecía dispuesto a despedazar a la cría en cualquier momento.

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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Dom Jul 05, 2015 12:40 am
-Los mercenarios suelen ser contratados para asuntos bastante menos delicados que los asesinos.-dije mientras les mostraba una sonrisa.

Me alegro saber que no trabajarían para la Inquisición, aunque seguramente todos esos principios se irían por la borda. Esa era otra diferencia entre los mercenarios y asesinos, que estos últimos solían regirse por un estricto código de honor. Estaba comentando lo del loco que me había zarandeado cuando una flecha paso cerca nuestra y fue a clavarse en una silla cercana. Me levante,junto con el resto de encapuchados. Entonces escuchamos a alguien gritar desde el exterior. Un lobo,decían. Los únicos lobos que había en el desierto eran los que a veces caminaban sobre dos piernas. Salimos todos afuera y la escena que nos encontramos me hizo hervir la sangre. Un lobo dorado tenia a la niña atrapada y algunos parecían dispuestos a entablar combate. Esto seria una sentencia de muerte para la niña.

-¡Alto!-le grite a los hombres mientras me acercaba un poco al lobo. 

Me seguían de cerca los encapuchados de la taberna que no eran guardias del noble infiel que aun andaba por allí. Algunos de estos últimos me miraron con cara de pocos amigos,pero se amedrentaron cuando les devolví la mirada. Siempre pasaba igual con los guardias. Acostumbrados a tratar con el temeroso pueblo llano, en cuanto alguien con mala pinta les hacia frente ya no se sentían seguros. Entonces use un hechizo que ya había practicado en otra ocasión. Era una modificación del hechizo de comunicarse con los animales y la comunicación a distancia que solía usar para hablar con los míos cuando estaban transformados.

-Lo primero suelta a la niña si no quieres tener problemas con algo mas que hombres-le dije mentalmente,dejandole ver que también eramos licantropos.- Y dime que ha pasado aquí. Nadie te hará daño, a no ser que nos obligues.

Tras esta comunicación mental comprobé que los encapuchados habían formado una especie de perímetro para evitar que alguien intentara hacer alguna heroicidad. Acostumbrados a ir solos, seguíamos siendo en parte lobos y los lobos trabajan en manada sin apenas comunicarse. Hoy era uno de esos días que agradecía el Don de Fenris.
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Lun Jul 06, 2015 5:45 pm
El rubio también salió de la taberna, y lo acompañaron los encapuchados restantes, confirmando nuestras sospechas de que todos formaban parte de un mismo grupo. Y nosotros nos habíamos fijado, precisamente, en el hombre que los dirigía a todos ellos. Roquar y yo dimos unos discretos pasos hacia atrás, mientras la multitud se congregaba en torno al lobo que aferraba a la chiquilla. Nuestro ex compañero de mesa acababa de detener a los guardias, pero no había pronunciado ninguna palabra, razón por la que los demás se quedaron a la espera de que dijera algo más que «¡Alto!».

El lobo apretó a la niña solo un poco más, pero bastó para que esta se asustara todavía más y chillara más fuerte. ¿Cuántos de los que estaban allí sabrían que aquel lobo era un licántropo? Estaba convencido de que el rubio sabía o, al menos, intuía que no se trataba de un lobo normal.

La criatura centró su atención en cada uno de los encapuchados, y luego se detuvo largamente sobre el joven que los dirigía, y olfateó el aire, como buscando reconocer sus olores. Al cabo de unos segundos, una figura humana cobró forma a su lado, apareciéndose de la nada y provocando una ola de exclamaciones asombradas. Algunos huyeron corriendo; los guardias del noble infiel se quedaron, todavía sosteniendo las espadas en gesto amenazador, pero no me pasó desapercibido que los brazos les temblaban. No podía culparlos. Aunque la Inquisición no obrara en Aleketh, la magia no se practicaba casi nunca libremente o en lugares públicos.

El hombre que se apareció junto al lobo era un chico joven, de pelo castaño y ojos oscuros, con su delgado cuerpo enfundado en una túnica roja muy vieja, sucia y raída por el uso. En las manos sostenía una ballesta. «Fue él quien disparó», deduje fácilmente. Ya lo había sospechado. Se quedó en silencio unos segundos y, a su lado, el lobo asintió levemente con la cabeza, dos veces.

Atrás —advirtió, apuntado con la ballesta a la cabeza de la aterrorizada niña—. Un paso en falso y la mato.

¡No la toques, por favor, a ella no! Es solo una niña... —suplicó el propio tabernero, que acababa de salir a duras penas desde la puerta.

Suspiré. No me gustaba aquella escena; ¿era necesario todo esto? «Magos y licántropos, capitán», sonó la voz del mago en mi mente. «Todos son licántropos y al menos uno es mago». Tragué saliva. Prefería no tener como enemigo a ningún licántropo; a manos de uno de ellos había estado a punto de morir en una ocasión, y no quería revivir una experiencia como aquella. «Es demasiado arriesgado. Mago y licántropo, mala combinación. Déjalo estar», le respondí, también mentalmente.

Retrocedí un poco más, y dejé que mis pensamientos fluyeran hasta Roquar: «Son licántropos, y uno es mago». Al principio no dijo nada, pero me miró, y una mirada bastó para comprender que a él tampoco le parecía buena idea iniciar una pelea contra aquellos hombres. Aun si solo hubiera sido uno, o dos...

Mira atrás; eso no es mala idea —me susurró, con un hilo de voz.

A varios metros de distancia, medio escondido tras la pared de los establos, había un carruaje sencillo tirado por dos caballos. Junto a la puerta del mismo reconocí al noble y a su mujer, protegidos por solo dos encapuchados; los demás estaban preocupados por detener —o, más bien, rodear— al licántropo y al mago que lo acompañaba.

¿Cuánto pagas por tener de regreso, sana y salva, a tu niña, tabernero? —preguntó el mago, con cierto tono de burla—. Puedo matarla, o convertirla en cerdo; tú decides...

«¿Pero qué está haciendo?». No tuve tiempo de hacer ni decir nada; Roquar tiró de mí para guiarme en dirección al carruaje. Distinguí a mis otros marineros merodeando por la misma zona. Los guardias nos miraron con desconfianza. Mi compañero se acercó a uno de ellos y le puso una mano en el hombro, para decirle en tono alegre: «Bonita estampa: una niña en peligro, y un guardia cobarde protegiendo a un cobarde señor». Antes de que el guardia protestara o levantara su espada contra él, lo apuñaló varias veces en el costado, ante la mirada asustada del matrimonio. Yo, que me había colocado silenciosamente tras el otro soldado, me llevé un dedo a los labios y tuvieron la prudencia de callar. Cuando el otro encapuchado fue a atacar a Roquar, desenfundé la daga que llevaba en el cinto y se la clavé varias veces en la espalda, hasta que el cuerpo cayó inerte sobre el suelo. Casi al instante, mis piratas rodearon el carruaje, metiendo a los nobles a la fuerza dentro de él.

Rápido, rápido —los apuré, mientras echaba una ojeada a la multitud, que permanecía atenta a los gritos de la niña.

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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por Valerian Raynor, Lun Jul 06, 2015 7:53 pm
¿Era solo eso?¿Un chantaje al tabernero? Era muy poco probable, pero así parecía. Tal vez solo se tratara de un ajuste de cuentas disfrazado. No podía saberlo, pero si podía hace una cosa. Saque una bolsa prácticamente llena de monedas de la túnica y la arroje a los pies del mago. Por el rabillo del ojo pude ver como los marineros secuestraban a la pareja de nobles en su carruaje. No era asunto mio y no me interesaba lo mas mínimo, a no ser que estos nos dieran una recompensa por rescatarlos. Le mire a los ojos al que supuse que era el líder y sonreí.

-Síguelos-le dije en namoriano al encapuchado que estaba mas cerca- No los pierdas de vista aunque suban a un barco. Iremos hacia allí en cuanto terminemos aquí.

Este asintió y se dispuso a cumplir su tarea. Mientras me volví hacia el mago de la ballesta. Eran una vergüenza para los magos y los licantropos. Ganar dinero aterrorizando a una niña. Era despiadado,cruel y cobarde. Los encapuchados,los namorianos, terminaron de rodear la zona y estaban preparados para actuar en cualquier momento.

-El tabernero nunca vera tantas monedas juntas como las que tienes ahí a tus pies. Ahora, suelta a la niña.

Algo seguía sin encajarme en esta situación y comencé a preparar hechizos que rompieran las posibles defensas del mago y agarre con fuerza mi daga. Aun no podía creerme que pasaría esa noche, precisamente esa noche, enfrentado a otro licantropo. La noche mas sagrada para los mios arruinada por un maldito cachorro.
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Re: Por un "Triste y Amargo Guarg"(Libre)por William E. Arkwright, Sáb Jul 11, 2015 2:44 pm
Me miró. Estaba seguro de que el líder de los encapuchados acababa de mirarme, con una sonrisa inquietante en los labios. Pero no le presté atención: lo esencial era salir de allí antes de que los guardias del noble se dieran cuenta y comenzaran a seguirnos. Los lobos no tenían ningún motivo para entrometerse en nuestros asuntos, o, al menos, así lo demostraron volviendo a centrar su atención en el licántropo, el mago y la niña.

Les quitamos las capuchas a los cadáveres y Roquar y yo nos las echamos sobre los hombros. Mi compañero subió a uno de los caballos, y yo me dispuse a hacer lo mismo, pero, antes, me dirigí brevemente a la pareja de nobles:

Cállense, obedezcan y no pasará nada. Esto no tiene por qué acabar en tragedia.

Apretujados dentro del carruaje y entre otros de mis hombres, me miraron con terror, en el más absoluto de los silencios. Subí al caballo y tomamos las riendas justo cuando el mago, o el licántropo, hacían algún otro truco llamativo para captar la atención de los demás, de forma que, cuando los guardias se dieron cuenta de que el carruaje corría velozmente sobre la arena, ya era demasiado tarde para que nos alcanzaran a pie.
~ o ~

Con respecto al mago, lo primero que hizo al ver la bolsa con las monedas fue sonreírse. No se agachó para recogerla; se limitó a pronunciar unas palabras arcanas que hicieron volar la bolsa, ante la mirada asombrada y asustada de los guardias del noble. La recogió con deseo y dulzura, la abrió y comprobó que hubiera suficientes monedas dentro. Efectivamente, el tabernero no podría haberle dado más. Era un buen trato.

Ha sido un placer —comentó, haciendo una reverencia sobreactuada—. Me alegra que nos entendamos tan fácilmente. Tendrás que agradecérselo, tabernero.

Y, todavía con la bolsa en la mano, se inclinó junto al lobo y posó una mano sobre su lomo. Por la expresión de su rostro, parecía concentrado. La criatura soltó a la niña que lloraba arrojándola a un lado sin ningún cuidado. Lo primero que hizo la cría fue salir corriendo hacia el tabernero sin mirar atrás, y, cuando se giró, tanto el lobo como el mago habían desaparecido sin dejar rastro, con su real de Ereaten, los cuatro dirkam y la bolsa cargada de monedas que le había dado el generoso encapuchado como rescate.
~ o ~

En tierras del desierto, cuando era de noche, era muy fácil borrar las huellas de un hombre e, incluso, las de dos caballos y un carruaje. Bastaba con invocar un poco de viento para que la arena borrara el rastro; bastaba con jugar un poco con la tierra y las sombras para que los perdieran de vista; y bastaba con invocar alguna barrera temporal para frenar a los guardias que los perseguían, que, cuando lograban al fin avanzar, ya no tenían la más remota idea de hacia dónde podría haber ido el objeto de la persecución.

La adrenalina revoloteaba por todo mi cuerpo, y tenía la grata sensación de que las cosas habían salido bien. Cabalgamos, impulsados por lo que pude hacer con el poco viento que soplaba, a toda la velocidad de la que éramos capaces. Y luego, llegados a un claro entre las dunas apartado de cualquier rastro de humanidad o de civilización, nos detuvimos.

Mis marineros, apiñados dentro, en los laterales y sobre el carruaje durante todo el camino, agradecieron la pausa y bajaron enseguida. Yo también descendí del caballo de un salto, y me quedé quieto frente a la puerta abierta del carro unos instantes, pensando cuál era el siguiente paso que íbamos a dar. «Que me ceda título y propiedades... No, sería sospechoso. No tardarían en descubrirme y en atacarme», me dije, con la decepción de siempre. Obtener un título y propiedades no era tan complicado como defenderlo cuando se tiene, y no contaba con suficientes hombres como para conseguirlo.

Así que decidí que haríamos lo que hacíamos siempre:

Fuera, los dos —ordené, y el marido y la mujer salieron con la cabeza gacha y temblorosos. El secuestro parecía haber conseguido que se olvidaran del anterior altercado y hasta se daban la mano—. Suelten todo lo que lleven encima.

Obedecieron, empezando a despojarse de lo poco que llevaban consigo. El hombre sacó una bolsa con unas cuantas monedas, probablemente el dinero que pensaba emplear para pagar a las prostitutas; la mujer se quitó lo único valioso que llevaba: un colgante, dos pendientes y tres anillos. Roquar recogió la bolsa; yo las joyas. Uno de los anillos tenía incrustada una esmeralda parecida a la del anillo que llevaba yo.

La ropa también —comentó Alan, un antiguo hombre de la Armada que se había unido a nosotros en Nagda—. Seguro que cada hilo de sus calzones vale más que todo mi sueldo en la Armada.

Ignoré sus palabras.

Díganme nombre, título, riquezas y propiedades —ordené, alzando la daga para atemorizarlos.

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