Escuché su historia en silencio. Me temblaban las manos y tenía frío. Ya había oscurecido, y el invierno era bastante duro por mi tierra.
Su historia no era algo para tomar a la ligera, estaba segura de que había omitido detalles, y que aquello era mucho más complicado de lo que él contaba.
¿Suicidarse?
Me sonaba a que era más facil decirlo que hacerlo.
Estaba sentada al lado de un mago oscuro, muy poderoso, más de lo que yo podría imaginar, y aunque sabía que si quería podría matarme pestañeando, me sentía segura.

Hacía mucho tiempo que no me sentía así.
-Respondiendo a tu pregunta, Dam es el nombre de un jóven que hizo todo por buscarte. Que se suicidó para renacer más poderoso y así tener mayor acceso a tí. Que vendió su alma para ello. Dam es el nombre de quien te buscó. Para tí seré Azoth, porque ese es el nombre de quien debería estar a tu lado.

-También es el nombre del que un día se marchó.- dije distraída, sus palabras realmente me habían logrado conmover. Le miré a los ojos.

Me quedé en silencio unos segundos, meditando como empezara contar mi historia.
-Poco después de tu marcha empecé a pelearme por la comida. Aprendí a luchar, muy bien, mejor de lo que piensas estoy segura. La anciana que me cuidaba murió, ¿la recuerdas? Fue entonces cuando empezó lo peor de mi vida. Robos, palizas, cosas de las que no sentirme orgullosa... Tenía que ganarme la vida de alguna manera- dije justificandome.- Y entonces sucedió. Tenía diecisiete, y estaba robando en unas habitaciones de una posada. Me pilló, un hombre viejo aunque bastante fuerte... bueno eso da igual, la cosa es que intentó aprovecharse de mi como pago por el intento de robo, y fue ahi cuando descubrí que no soy otra chica cualquiera Azoth. Puedo introducirme en tu mente y ver tu pasado, tus recuerdos... Puedo arrebatartelos y matarte, pero no sé como hacerlo. No lo controlo. Solo recuerdo querer matarlo y de pronto... Y fue ahi que conocí a Kato. También él me dejó entrar en su mente una vez. Es como si te robara el alma. En Ereaten me llaman la Ladrona de Almas por algo.... Es raro que tu no supieras nada de mí. La gente dramatiza, pero he perdido el control con algunas de mis victimas, no soy capaz de saber cuanto quito, cuanto veo y dejo sin tocar, y cuanto no veo....

Me encontré temblando descontroladamente, con lagrimas en las mejillas. Los recuerdos de aquella noche eran una pesadilla.

Asentí, arrepentido ante sus palabras. Avivé el fuego, parecía tener frío. Luego empezó su historia.
Ella, inmersa en sus recuerdos no lo notaba, pero yo sí que veía como su expresión iba cambiando, cuando las lágrimas surcaron sus mejillas me acerqué hasta ella y la envolví en un abrazo. Usé el hechizo térmico para caldear sus ropas y que dejase de temblar. Le enjugué las lágrimas.
-He oido hablar de tí, sí. Y por eso te encontré, quizás no lo sepas, pero cuando me mirabas yo sentía cómo rozabas mi mente, pero no lo llegabas a ser, porque yo soy mentalista. -alargué mis brazos para coger sus dos manos. Luego, puse mi mano en su barbilla para sujetarle la cabeza. Apoyé mi frente en la suya y clavé mis ojos en los suyos mientras volvía a coger sus manos:-Si no quieres que lo borre, al menos vamos a hacer que dejes de temerlo.-susurré, suavemente.
Entonces entramos en su mente.
Ella veía la escena de forma real desde su anterior punto de vista, yo era una tercera persona, me vería como un fantasma. Estaba a punto de ser violada, pero yo no permitiría eso.
Ella miró a los ojos del hombre, deseando que muriese, y lo hizo, pero no como ella recordaba, sino con mi espada atravesando su cuello. Miré a sus ojos.
Volvimos al presente a la misma posición en la que antes estábamos:
-Prefiero que me odies a mí antes que a tí misma. Pero si sigues sin odiarme, te prometo que te enseñaré a controlarlo. Y esta vez, sí cumpliré mi promesa.


OFF: no he alterado su recuerdo, sino que le he hecho verlo de una manera diferente

Ademas de mago oscuro Azoth también era mentalista... vaya aquello mejoraba por momentos.
Me acomodé en su abrazo, sintiendo como el calor me invadia reconfortando mi cuerpo. Cerré los ojos.
De pronto me tomó las manos y puso su frente contra la mía. Le miré a los ojos y entonces vi al niño que se escondía detrás de aquel hombre.
-Si no quieres que lo borre, al menos vamos a hacer que dejes de temerlo.

Sentí como él entraba en mi mente esta vez. Aquello me asustó, pero no pude echarle.
En mi recuerdo el hombre moría mirandome a los ojos, moria por mi culpa. Nunca me habia sentido mal por matarlo. Le odiaba tanto como odiaba a todos los nobles que se hospedaban en aquella posada de lujo, pero si lo habia matado a el podría a matar a cualquier otra persona.

En la vision era la espada de Azoth lo que hacía que el hombre perdiera la vida.

Pestañeé cuando volvimos a la realidad. Sabía que aquello no había sido real, que yo había sido la asesina de aquel hombre. Ya no me aterrorizaba matar a nadie. Me sentía poderosa.
La frente de él seguía sobre la mía, y nuestras manos aun estaban en contacto.
-¿Odiarte?- pregunté rozando mi nariz con la suya.- Nunca te odiaría Azoth...- dije con la voz casi quebrada.- solo quería que volvieras a por mí.

La situación era única, nunca me había encontrado así con nadie, ni siquiera con Ahriel. El máximo contacto físico cariñoso no pasaba de abrazos consoladores o por atenuar el frío.
¿Qué debía de hacer? ¿besarla?
-Ya lo he hecho, siempre quise hacerlo. Yo no elegí mi destino, pero puedo cambiar el tuyo y el de Kato. Podeis...podeis... veniros conmigo. Ser de nuevo como una familia.-dije con voz suave sin apartar mi mirada de la suya en ningún momento. Nuestras manos continuaban entrelazadas, las acaricié levemente con mis pulgares. No había cortado el contacto de ninguna manera. Eso tenía que significar algo, ¿no?. No quería leerle la mente y no tener el control de la situación era algo nuevo para mí. Tuve miedo. Miedo de hacer algo que rompiese nuestra amistad intentando convertirla en algo más.
Volvió a asaltarme el mismo terror que cuando el Dios me mandó clavarme una espada en el corazón. Pero con toda seguridad si salía mal esto sería mil veces más doloroso para mí.
La visión de sus ojos era casi hipnótica, mágica, misteriosa.
Ella había acercado aún más nuestros rostros. Nuestros labios estaban a apenas 4 centímetros uno del otro.
No sabía qué hacer, estaba paralizado.
Podría ser un poderoso mago y guerrero, podría entrar en la mente de la gente. Pero en lo respectivo a las chicas aún era un crío.


OFF: aish mi Dam, pobretico xD. To kiss or not to kiss that is the question se agradecería un empujoncito, ya es tu elección si figurado :onaww: ... o literal :onalone:

Una familia.... Nunca había tenido una familia...
Sus labios se encontraban a apenas unos centímetros de mi boca. Podía respirar su aliento, sentir con intensidad sus ojos sobre los míos.
Reparé entonces en sus ojos, uno azul y uno rojo, este ultimo tapado por su pelo negro. Su mirada me quitaba la respiración.
Nuestras manos se entrelazaban con ternura. Y acerqué levemente mi rostro al suyo.

¿Que era aquello que sentía en el pecho? Nunca había notado nada parecido.
Levanté una mano, y le acaricié la línea de la mandíbula. Mi boca se acerco aún más, y él no rechazaba mi contacto.
Me mordí el labio inferior. Nunca me había sentido tan viva.

Dejé mis dedos caer en su cuello, y lo atraje hacia mí. No sabía muy bien lo que hacía.

Estaba pasando, ella no había rechazado nada. Mis manos se separaron de las suyas para meterse en su pelo y alcanzar así, acariciándolo, su nuca. La atraje más hacia mí hasta una distancia donde nuestras respiraciones se mezclaban. La distancia se hacía más y más pequeña a cada milisegundo en una espera sin fin para alcanzar su objetivo. Nunca unos centímetros me habían molestado tanto.
Finalmente, ocurrió, por fin, tras casi 15 años Ahriel había correspondido a mí.
Nuestros labios se juntaron en un beso y mi corazón volvió a latir.

Nuestra bocas se juntaron.
Mis labios rozaron los suyos con dulcura, en un beso lento y delicado. Mi respiración volvió a mis pulmones, pero no de forma agitada.
Unida a él en un beso calmado y puro, enredé mis dedos en su pelo, de la misma forma que lo hizo él. Sentí el roce se su piel contra la mía, y mi pelo se erizó.

Me separé de él unos instantes, anhelando automaticamente su contacto.
-Nunca me habia sentido tan viva.

Le odié. Una milesima parte de mi le odiaba por haber conseguido sacar mi debilidad.

Ahora tenía una debilidad...pero a caso nunca la tuve? Siempre he estado enamorado de Ahriel, y por fin se había hecho realidad. Y si alguien le hacía algo...no vería un nuevo amanecer.
La miré con ternura, explorando con mi mirada cada resquicio de su rostro de una forma que nunca antes había hecho.
-Yo nunca me había sentido vivo-susurré, dulcemente. Hice un amago inclinando la cabeza y como no encontré oposición por su parte, volví a besarla.
Esta vez no había vacilación, no había duda, mis manos se deslizaron por su espalda, atrayéndola hacia mi en un abrazo.
Fue más largo y sin la timidez, más elaborado. Desde esa perspectiva sus ojos me absorbían y yo lo disfrutaba. Mis manos en su pelo, nuestros labios entrelazados...todo parecía un sueño.

Sentí como Azoth me miraba... podía casi palpar el sentimiento de ternura.

-Yo nunca me había sentido vivo.- me dijo. Dejé que se acercara de nuevo. Mis ojos bailaban entre su boca y su mirad.
Con una sonrisa lo besé de nuevo.
Ese beso, mas intenso que el segundo me consumió, obligandome a dejar atras todo lo que nos rodeaba.
Sus dedos rozaron mi espalda y hicieron que me estremeciera. Me agarre a sus ropas y pegué aun más mi cuerpo al suyo.

Sentía vibrar cada milimetro de mi.

Me separeé de él de nuevo.
-Deberíamos... dormir.- dije mirando a Kato. Me apoyé en el hombro de Azoth esperando a que me respondiese.

Se volvió a separar y comentó algo:
-Claro, un momento-dije mientras le daba un beso fugaz en la frente.
Me levanté(estábamos sentados) y me acerqué a Kato. Se había salido de su almohada, posiblemente acostumbrado a no tener una. Le giré la cabeza para que respirase mejor y lo coloqué bien.
Le alboroté el pelo y volví con Ahriel.
No tenía más almohadas asi que la tapé con una manta primero y luego me puse dentro a su lado, estiré mi brazo para que durmiera en mi hombro.
-¿Que me dices, cómo en los viejos tiempos?-sonreí mientras nos cubría con una manta.

No presté atención a Azoth mientras se movía.
Estaba demasiado cansada, y se me cerraban los ojos. Me pregunté qué me depararía el futuro. ¿Acaso tendría grandes cosas por hacer? De momento solo pensaba en Azoth, en su regreso, en Kato y lo que aquel chico me hacía ser.

Azoth se acercó de nuevo, me tumbé junto a él, apoyando mi cabeza en su hombro. Pegué mi nariz a su pecho y luego le miré a los ojos.
Su cara me resultaba sumamente graciosa desde aquella posición.
Sonreí y enarqué una ceja ante su frase.

-Digamos que simplemente, es mucho mejor que en los viejos tiempos.
Me quedé dormida, pensando en lo extraño de mi día.

Sonreí ante su comentario y dejé que se durmiera. Durante un tiempo que no podría definir quedé mirándola con ternura, jugueteando con mechones de su pelo.
Entonces, me dormí. Y tuve un sueño plácido por primera vez en mucho tiempo, era algo extraño, soñaba con ese mismo momento, como si aún no me hubiese dormido, sabía que lo era porque no podía ver más allá de la oscuridad que nos rodeaba, solo podía mirar hacia Ahriel y hacia Kato cuyas figuras se encontraban recortadas por el negro, pero no necesitaba nada más.
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Me desperté con un:
"-Puaj"
Abrí los ojos extrañado justo para encontrarme con la mirada extrañada de un niño: Kato.
"-Sabía que esta se moría por tenerte en sus brazos. Espero por vuestro bien que haya ropa bajo las mantas"
Sonreí, aguantando una carcajada para evitar despertarla. Con agilidad felina me quité de debajo de su cabeza donde puse la almohada de Kato que atraje con telequinesis.
Me sacudí las manos y golpeé mi espalda para quitarme la hierba que se había pegado. Señalé mi cuerpo por supuesto tapado tras mi túnica negra:
-No te preocupes, chico no hicimos nada raro. Tu tenías dos mantas y una almohada, nosotros hierba y frío.-sonreí.
-Bueno, como esta señorita parece no despertarse ¿qué te parece si los hombres vamos a por un poco de comida?. ¿Has cazado alguna vez?-le tendí unos cuchillos y sonrió.
Aprendía rápido, la verdad. Pero lo suyo no eran los cuchillos, el arco se le daba mejor, volvimos con varios pájaros ensartados, dos de ellos, suyos.
Al llegar encendí un fuego y comenzamos a asarlos en el propio palo de la flecha. Los dejamos reposando y luego hice algunas tonterías para ganarme su confianza:
-Sabes, yo siempre he tenido un pequeño problema en la piel...-hice como si estornudase y me "limpié" en la manga, al enseñarle mi cara ésta se había "difuminado" porque la había transformado, pero parecía que había sido la manga la culpable. Estalló en carcajadas y despertó a Ahriel, devolví mis facciones a su aspecto normal y dije:
-Vamos bella durmiente, este granujilla y yo hemos preparado el desayuno-le alboroté el pelo y rió.

Me desperté sola con una almohada bajo el cuello. Tras una magnífica noche los recuerdos vinieron a mi mente como un torrente.
El beso con Azoth...
Me ruboricé al oír su voz.

-Granujilla...- dije con una sonrisa.- Ten cuidado por que el granujilla acabade robarte la bolsa de dulces que quedaban.
Observé el bulto bajo la camisa de Kato, y me reí. Me levanté y extendí la mano para que me los diera.
El me los devolvió y yo se los tendí a Azoth.

-Solo era una broma...- asentí con la cabeza.
-Tengo hambre.- murmuré mirando a Azoth a los ojos. No supe que hacer. ¿Debía acercarme? ¿Mantener las distancias? -¿Como has dormido Kato?

Tal vez el se arrepintiera...
-¿Carne para desayunar? Vaya... si que apuntais alto.- dije señalando al fuego. Me senté y esperé a que uno de los dos dijera algo, o me dejaran comer.

-Oh, no te preocupes, no me importa. Los dulces eran para tí y tú se los diste a él asi que son cosa suya. "Santa Rita Rita, lo que se dá no se quita", es una norma universal-me encogí de hombros- Y bueno, podría decirse que no son muy frescos exactamente. Después de todo, tienen quince años-reí
-Bueno Ahriel-dije, sonriente:-Ven, vamos siéntate con nosotros.-golpeé el suelo a mi derecha, invitándola a sentarse mi lado.
Kato ilusionado le tendió uno de los pájaros, ya hecho:
"-¡Mira Ahriel! Tu novio me ha enseñado a cazar!"
Le miré extrañado pero luego le alboroté el pelo:
-Bueno, aún no se ha hecho "oficial" nada. Todo depende de la señorita-comenté, mirándola a los ojos con una sonrisa

Me senté con ellos. Kato había sido un poco... deslenguado. Le fulminé con la mirada, y se disculpó con una sonrisa.
No dije nada, y cogí el pájaro que Kato me daba. No tenía demasiada carne. Yo habría hecho un mejor trabajo con Azoth pero supuse que debía conformarme con lo que tenían.
Miré al caballo que se encontraba tumbado en el suelo, e intenté evadir la mirada de Azoth. Cuando todo el silencio empezó a volverse incómodo me giré.

-Tienes razón. Aun no hay nada oficial.- No quise decir más, pues no quería hablar y luego arrepentirme. No significaba que no me sintiera atraída por Azoth, pero quería caminar sobre seguro.
Había habido demasiadas arenas movedizas en mi vida, como para meterme en un barrizal yo sola.

-¿Me habéis dejado sola mucho tiempo?- dije dándome cuenta, de que por su buena acción podría haber ocurrido algo no deseado por ninguno.

Ahriel estaba algo distante y evitando mi mirada. Sentí un nudo en el estómago, quizás se arrepintiera...

Antes de que yo respondiera a su pregunta, un pequeño hombrecillo lo hizo por mí con una voz de pito y rápida y vestido y formado por pequeños tallitos y pétalos de flor haciendo una combinación arcoiris bastante cómica:
-Sir Colorines para servirle mi señora.-dió una voltereta junto con otros movimientos exagerados-No soy un gran guerrero, pero sí un bravo mensajero. Soy veloz como el viento y salto de flor en flor como...como...
-¿Una mariposa, una abeja?-sugerí aguantando la risa
Negó fuertemente con la cabeza y abrió los brazos de forma superlativa:
"-No mi señor. COMO UN PODEROSO HALCÓN-pegó un salto hacia una flor y apareció por otra más lejana, hizo otra vez lo mismo y apareció en una flor que parecía haberse quedado enredada en el pelo de Ahriel su poco peso y estatura, unido a su gran habilidad evitó causarle ningún daño-Uh, hola señorita, qué alto se ve todo desde aquí. Wiii!-exclamó mientras saltaba al suelo."

Un ser raro, que jamás había visto antes apareció de repente.
¿Un poderoso halcón? Aquella cosa parecía más bien una mariposa como había dicho Azoth.
Sacudí la cabeza para comprobar su agilidad, mientras con el rabillo del ojo vi como Kato se preparaba para darle un manotazo.
Que malos modales.
-Un halcón podría comerte de un bocado.

De pronto algo hizo que me tensara. Un ruido en el arbol situado detrás de nosotros hizo que Azoth y yo nos mirásemos.
Me llevé el dedo a los labios mientras mi mano derecha se deslizaba por mi pierna hacia donde un puñal se guardaba escondido dentro de mi bota.

Kato parecía no haberse percatado, y seguía intentando cazar al duendecillo.

Se escuchó un sonido, yo no estaba preocupado, asi que esperé. Pero hubo alguien quien no. O mejor dicho, algo.
"-¡Colorines es un bravo guerrerooooo!-gritó el duende, que se metió entre las llamas de la hoguera y, ardiendo se lanzó en un salto desde la copa de un árbol donde apareció hasta estamparse en la cara del intruso: un atracador de caminos de poca monta.
El hombre, extrañado, gritó por la chamusquina pero logró zafarse del enredo que había hecho entrelazando sus tallos alrededor de su cabeza y lo lanzó hacia nuestros pies.
"-¿Pero qué co...?-dijo con la cabeza chamuscada entre una nube de humo de colores mientras intentaba enfocar su mano. Dió un traspié hacia atrás, chocó contra un árbol, dió unas vueltas y cayó al suelo.
El duende nos miró, sintiéndose un héroe:
-He volado...como un poderoso halcón...-dijo con su último aliento.
Miré a Kato y a Ahriel, con cara de poker.
Entonces, un sonido de hojas bajo nosotros dió lugar de nuevo al anterior duendecillo que se alzaba, orgulloso:
-¡Sir Colorines ha vuelto mis señores! No soy un halcón. ¡Soy mejor! ¡Soy como un FENIX!. Soy...-sus palabras se vieron interrumpidas por mi voz:
-
Y el pequeño ser volvió a convertirse en un charquito de flores de colores esparcidas azarosamente:
-Oh, qué alivio, espero que no le hubieseis cogido cariño. La próxima vez me quedo yo contigo, Ahriel. Y me lo apunto-reí:-No usar opio ni similares en su invocación.