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Joseph Winterose
Humano
Nombre : Joseph Winterose
Escuela : Escuela del Lago de la Luna
Bando : La Diosa
Condición vital : Vivo
Rango de mago : Archimago
Clase social : Pueblo llano
Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 24/11/2012
Despierta [Priv. Catherine]por Joseph Winterose, Jue Mayo 23, 2013 11:31 pm
Catherine aún no había despertado cuando fui a visitarla. Era de noche, una noche tranquila y apacible. Dos semanas habían pasado desde el intenso juicio donde le hicimos creer a todo el mundo que la muchacha estaba muerta. Y todo había ido sobre ruedas, porque Riak seguía encerrado en el Supplicium y sería ejecutado más pronto que tarde.
Pero el tiempo transcurría y la alegría inicial de la sorpresa cada vez se atenuaba más y regresaban los problemas y el descontento ante la derrota en los duelos por los Secretos… Ya no estaban en La Muralla y habían sido recogidos en el reino élfico, en la misma región en la que me encontraba aquella noche. Ahora la Fortaleza de Aryewïe volvía a ser una fortaleza y todas sus entradas estaban protegidas contra un posible ataque del exterior.
Eran tiempos convulsos. Los cuerpos de Guzmán y Sasha habían sido encontrados en la enfermería de la Torre (alguien debió tener la decencia de devolverlos) y en todos lados se respiraba un ambiente de desconsuelo. Tal vez el Concilio pronto celebrara un funeral por los caídos en batalla, aunque no lo sabía a ciencia cierta.
Así eran las cosas. Yo llevaba dos semanas en la Fortaleza de Aryewïe, haciéndome cargo de Catherine. Caroline Gallagher, una de las testigos del juicio, había estado allí un par de días, pero su recuperación fue rápida y no tardó mucho en regresar a su tierra. La mujer había sido utilizada por Riak para intentar hundirnos, pero nosotros supimos volver todos los factores en su contra. Por haber actuado bajo las amenazas del nigromante y haber ayudado al Concilio —aunque no fuera consciente de ello—, nadie tomó represalias contra ella y pudo marcharse en paz.
No sucedió lo mismo con William. Él cargaba con varias acusaciones a sus espaldas y, en teoría, tendría que hacerles frente. Sin embargo, por el momento permanecía internado en la Fortaleza de Aryewïe, recuperándose física y psicológicamente de todo lo que había sucedido en los últimos meses. Sabía que algunos empleados del juzgado lo habían interrogado en un par de ocasiones, pero yo no había estado presente. Mi encuentro con él aún estaba por llegar.
Regresemos, pues, al momento presente. Catherine permanecía acostada sobre la cama, con los ojos cerrados. Ya no estaba tan pálida ni tan fría y sus labios habían recuperado el color. Aún tenía cicatrices por el cuerpo, porque el conjuro que le habíamos aplicado era intenso, pero al menos respiraba y ya no parecía muerta.
Efectivamente, le habíamos aplicado un conjuro a la chica para hacerle creer a todos que estaba muerta. Aquel engaño formaba parte de la estrategia que el Concilio llevaba preparando desde hacía tiempo. Era un conjuro duro y peligroso, porque cualquier error podía hacer que la víctima muriera de verdad, pero, afortunadamente, las cosas habían salido bien.
Y ya era hora de que despertara. Me senté a su lado y dejé fluir la magia hacia ella. Los elfos que trabajaban en Aryewïe la habían sumido en un sueño preventivo para que se recuperara mejor, pero, como pude comprobar al rozarla, ya no era necesario mantenerlo.
No me costó mucho romper el conjuro de sueño. Catherine abrió los ojos y frunció el ceño, y luego me miró con los párpados entrecerrados; parecía confundida.
—¿Cómo te encuentras? —le pregunté y, para ubicarla un poco, añadí—: Estás en la Fortaleza de Aryewïe. Ya ha pasado todo.
Pero el tiempo transcurría y la alegría inicial de la sorpresa cada vez se atenuaba más y regresaban los problemas y el descontento ante la derrota en los duelos por los Secretos… Ya no estaban en La Muralla y habían sido recogidos en el reino élfico, en la misma región en la que me encontraba aquella noche. Ahora la Fortaleza de Aryewïe volvía a ser una fortaleza y todas sus entradas estaban protegidas contra un posible ataque del exterior.
Eran tiempos convulsos. Los cuerpos de Guzmán y Sasha habían sido encontrados en la enfermería de la Torre (alguien debió tener la decencia de devolverlos) y en todos lados se respiraba un ambiente de desconsuelo. Tal vez el Concilio pronto celebrara un funeral por los caídos en batalla, aunque no lo sabía a ciencia cierta.
Así eran las cosas. Yo llevaba dos semanas en la Fortaleza de Aryewïe, haciéndome cargo de Catherine. Caroline Gallagher, una de las testigos del juicio, había estado allí un par de días, pero su recuperación fue rápida y no tardó mucho en regresar a su tierra. La mujer había sido utilizada por Riak para intentar hundirnos, pero nosotros supimos volver todos los factores en su contra. Por haber actuado bajo las amenazas del nigromante y haber ayudado al Concilio —aunque no fuera consciente de ello—, nadie tomó represalias contra ella y pudo marcharse en paz.
No sucedió lo mismo con William. Él cargaba con varias acusaciones a sus espaldas y, en teoría, tendría que hacerles frente. Sin embargo, por el momento permanecía internado en la Fortaleza de Aryewïe, recuperándose física y psicológicamente de todo lo que había sucedido en los últimos meses. Sabía que algunos empleados del juzgado lo habían interrogado en un par de ocasiones, pero yo no había estado presente. Mi encuentro con él aún estaba por llegar.
Regresemos, pues, al momento presente. Catherine permanecía acostada sobre la cama, con los ojos cerrados. Ya no estaba tan pálida ni tan fría y sus labios habían recuperado el color. Aún tenía cicatrices por el cuerpo, porque el conjuro que le habíamos aplicado era intenso, pero al menos respiraba y ya no parecía muerta.
Efectivamente, le habíamos aplicado un conjuro a la chica para hacerle creer a todos que estaba muerta. Aquel engaño formaba parte de la estrategia que el Concilio llevaba preparando desde hacía tiempo. Era un conjuro duro y peligroso, porque cualquier error podía hacer que la víctima muriera de verdad, pero, afortunadamente, las cosas habían salido bien.
Y ya era hora de que despertara. Me senté a su lado y dejé fluir la magia hacia ella. Los elfos que trabajaban en Aryewïe la habían sumido en un sueño preventivo para que se recuperara mejor, pero, como pude comprobar al rozarla, ya no era necesario mantenerlo.
No me costó mucho romper el conjuro de sueño. Catherine abrió los ojos y frunció el ceño, y luego me miró con los párpados entrecerrados; parecía confundida.
—¿Cómo te encuentras? —le pregunté y, para ubicarla un poco, añadí—: Estás en la Fortaleza de Aryewïe. Ya ha pasado todo.
Catherine
Humana
Nombre : Catherine Earnshaw Bennet
Escuela : La Torre, Fortaleza de Aryewïe
Bando : La Diosa
Condición vital : Viva
Rango de mago : Maga consagrada, Experta en Magia Curativa
Clase social : Plebeya
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Fecha de inscripción : 02/05/2011
Edad : 30
Localización : La Torre
Re: Despierta [Priv. Catherine]por Catherine, Jue Mayo 23, 2013 11:38 pm
Cuando abrí los ojos era de noche y, por un momento, pensé que estaba en mi habitación de la Torre o en la casa de mis padres, en Ereaten. Luego mi visión se aclaró y me desprendí de los brazos del sueño. Miré a mi alrededor y descubrí que estaba en una bonita habitación de estilo élfico y que no estaba sola.
Joseph estaba a mi lado. Y entonces me fijé en mis manos y vi las cicatrices y gemí al percibir el dolor. Y empecé a recordarlo todo. Lo primero que me dijo fue que estábamos en la Fortaleza de Aryewïe, que, por lo poco que sabía, era el único hospital especializado en heridas mágicas. Pero eso no era lo que más me importaba.
—¿Qué ha pasado? ¿Han… capturado a Riak? ¿Y Narshel? —Tenía muchas preguntas y no fui capaz de contenerme. Me senté sobre la cama; aún me sentía débil y cansada, y estaba harta de las convalecencias. Solo esperaba que todo aquello hubiera servido para algo—. ¿Dónde están mis padres? Y los duelos…. —Hice una pausa, porque no sabía si sería capaz de afrontar la respuesta—. ¿Están todos vivos?
Temía por todos ellos. El plan del Concilio era complicado y arriesgado, lo había sabido desde el primer momento, y, cuando me pusieron al tanto de todo el asunto de los Seis Secretos, aumentaron mis motivos para preocuparme.
Me mordí el labio, nerviosa, y aguardé su respuesta. Al mismo tiempo, me llevé una mano hacia el brazo y dejé fluir parte de mi energía mágica para regenerar una de las cicatrices que tenía. Dolía, dolía mucho. Supongo que puede resultar extraño que yo misma me hubiera ofrecido voluntaria para pasar por un proceso tan desagradable, pero tenía mis razones. Y eran razones de peso.
El día que encontré la casa de mis padres devastada me prometí que movería cielo y tierra hasta saber qué había sido de ellos. Pronto supe que la Inquisición se los había llevado a la Prisión de las Piras, acusados de protegerme bajo su techo, y supe también, por el anillo que encontré entre los escombros de mi antiguo hogar, que William había estado allí.
Fue tal mi desesperación que acabé viajando hasta Ekhleer para pedirle ayuda al Concilio. Ellos accedieron a rescatar a mis padres a cambio de que participara en la estratagema para capturar a Riak. Y yo accedí, aunque ninguno de nosotros contaba con el estallido de la batalla de los Secretos.
Yo llevaba mucho tiempo encerrada en Ekhleer, preparándome para el día del juicio, y otro tanto en la Fortaleza de Aryewïe, porque sabe la Diosa cuánto tiempo llevaré inconsciente.
—Cuénteme la verdad, por favor. Sea cual sea.
Joseph estaba a mi lado. Y entonces me fijé en mis manos y vi las cicatrices y gemí al percibir el dolor. Y empecé a recordarlo todo. Lo primero que me dijo fue que estábamos en la Fortaleza de Aryewïe, que, por lo poco que sabía, era el único hospital especializado en heridas mágicas. Pero eso no era lo que más me importaba.
—¿Qué ha pasado? ¿Han… capturado a Riak? ¿Y Narshel? —Tenía muchas preguntas y no fui capaz de contenerme. Me senté sobre la cama; aún me sentía débil y cansada, y estaba harta de las convalecencias. Solo esperaba que todo aquello hubiera servido para algo—. ¿Dónde están mis padres? Y los duelos…. —Hice una pausa, porque no sabía si sería capaz de afrontar la respuesta—. ¿Están todos vivos?
Temía por todos ellos. El plan del Concilio era complicado y arriesgado, lo había sabido desde el primer momento, y, cuando me pusieron al tanto de todo el asunto de los Seis Secretos, aumentaron mis motivos para preocuparme.
Me mordí el labio, nerviosa, y aguardé su respuesta. Al mismo tiempo, me llevé una mano hacia el brazo y dejé fluir parte de mi energía mágica para regenerar una de las cicatrices que tenía. Dolía, dolía mucho. Supongo que puede resultar extraño que yo misma me hubiera ofrecido voluntaria para pasar por un proceso tan desagradable, pero tenía mis razones. Y eran razones de peso.
El día que encontré la casa de mis padres devastada me prometí que movería cielo y tierra hasta saber qué había sido de ellos. Pronto supe que la Inquisición se los había llevado a la Prisión de las Piras, acusados de protegerme bajo su techo, y supe también, por el anillo que encontré entre los escombros de mi antiguo hogar, que William había estado allí.
Fue tal mi desesperación que acabé viajando hasta Ekhleer para pedirle ayuda al Concilio. Ellos accedieron a rescatar a mis padres a cambio de que participara en la estratagema para capturar a Riak. Y yo accedí, aunque ninguno de nosotros contaba con el estallido de la batalla de los Secretos.
Yo llevaba mucho tiempo encerrada en Ekhleer, preparándome para el día del juicio, y otro tanto en la Fortaleza de Aryewïe, porque sabe la Diosa cuánto tiempo llevaré inconsciente.
—Cuénteme la verdad, por favor. Sea cual sea.
Joseph Winterose
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Re: Despierta [Priv. Catherine]por Joseph Winterose, Jue Mayo 23, 2013 11:45 pm
Catherine despertó y yo la recibí con una sonrisa. Me alegraba que hubiera recobrado la conciencia sin mayores problemas, porque eso significaba el éxito total de nuestra misión. Como es natural, la muchacha tenía muchas preguntas que necesitaban respuestas y yo la escuché, paciente, mientras pensaba qué debía contarle y de qué forma.
—Tranquila, niña, tranquila… Llevas más de dos semanas inconsciente y han pasado muchas cosas, pero bueno, solo quiero que sepas que no tienes por qué preocuparte. Todo ha salido bien. —Me detuve unos segundos para tomar aire y ordenar mis pensamientos—. Hemos mandado una partida de rescate para que liberen a tus padres. Contamos con algunos magos que se conocen al dedillo el funcionamiento de la Prisión de las Piras, entre ellos Rahnag, que no sé si sabes algo de sus asuntos con la Inquisición. No tienes que preocuparte por ellos. Les brindaremos una casa en Ekhleer, si quieres, para que no vuelva a suceder nada parecido.
Para dejarle un poco más de espacio, me levanté de la cama y cogí la silla del escritorio, colocándome frente a ella. Mi intención era aliviar sus preocupaciones en la medida de lo posible, pero no sabía cómo podría maquillar la realidad para que creyera que todo iba sobre ruedas sin mentirle. No habría sido lícito mentir en un caso como aquel.
—En cuanto a los duelos… —continué—, hemos conseguido recuperar el Secreto de la Tierra y el de la Oscuridad. Como supondrás, ha habido una batalla y ha sucedido lo que en todas. Los nombres conocidos que hemos podido encontrar entre las víctimas son los de Sasha, Guzmán Elaguadelvalle y Alquamed. También se rumorea que Amelia Lackless está muerta, pero nada es seguro (y menos tratándose de una nigromante). Los demás, por lo que sabemos, han sobrevivido. Xehanorth y Flextus se encuentran en paradero desconocido, pero estoy seguro de que pronto serán rescatados. El Concilio se está implicando mucho en este asunto…
»Por otro lado, el juicio salió bien. Mejor de lo esperado. Riak al fin ha sido capturado y pronto pagará por todo lo que ha hecho. Narshel está bien, ya ha regresado a la Torre. No le gustó que no la informáramos de esto por el mal trago que ha pasado —sonreí—, pero entiende que, en este caso, el fin justifica los medios.
»Y creo que ya he contestado a todas tus preguntas. ¿Algo más que quieras saber?
—Tranquila, niña, tranquila… Llevas más de dos semanas inconsciente y han pasado muchas cosas, pero bueno, solo quiero que sepas que no tienes por qué preocuparte. Todo ha salido bien. —Me detuve unos segundos para tomar aire y ordenar mis pensamientos—. Hemos mandado una partida de rescate para que liberen a tus padres. Contamos con algunos magos que se conocen al dedillo el funcionamiento de la Prisión de las Piras, entre ellos Rahnag, que no sé si sabes algo de sus asuntos con la Inquisición. No tienes que preocuparte por ellos. Les brindaremos una casa en Ekhleer, si quieres, para que no vuelva a suceder nada parecido.
Para dejarle un poco más de espacio, me levanté de la cama y cogí la silla del escritorio, colocándome frente a ella. Mi intención era aliviar sus preocupaciones en la medida de lo posible, pero no sabía cómo podría maquillar la realidad para que creyera que todo iba sobre ruedas sin mentirle. No habría sido lícito mentir en un caso como aquel.
—En cuanto a los duelos… —continué—, hemos conseguido recuperar el Secreto de la Tierra y el de la Oscuridad. Como supondrás, ha habido una batalla y ha sucedido lo que en todas. Los nombres conocidos que hemos podido encontrar entre las víctimas son los de Sasha, Guzmán Elaguadelvalle y Alquamed. También se rumorea que Amelia Lackless está muerta, pero nada es seguro (y menos tratándose de una nigromante). Los demás, por lo que sabemos, han sobrevivido. Xehanorth y Flextus se encuentran en paradero desconocido, pero estoy seguro de que pronto serán rescatados. El Concilio se está implicando mucho en este asunto…
»Por otro lado, el juicio salió bien. Mejor de lo esperado. Riak al fin ha sido capturado y pronto pagará por todo lo que ha hecho. Narshel está bien, ya ha regresado a la Torre. No le gustó que no la informáramos de esto por el mal trago que ha pasado —sonreí—, pero entiende que, en este caso, el fin justifica los medios.
»Y creo que ya he contestado a todas tus preguntas. ¿Algo más que quieras saber?
Catherine
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Re: Despierta [Priv. Catherine]por Catherine, Vie Mayo 24, 2013 8:58 pm
Guzmán muerto y Xehanorth desaparecido. La noticia me impactó, porque eran los dos a los que había conocido en persona, pese a que solo nos habíamos encontrado en un par de ocasiones. Los demás nombres también los conocía, los había escuchado en la Torre, y sentí pena por ellos, por sus muertes. En cuanto a Amelia, no podía decir que me alegrara si los rumores eran ciertos, porque la muerte no es un asunto de celebración, pero tampoco me entristecía. Al fin y al cabo ella había sido la culpable de que yo perdiera la memoria, la que le había dado a William el Ars y la que me había utilizado como cebo para herir (casi matar) a Crescent.
Definitivamente, no me entristecía su mala fortuna.
—Por la Diosa…, es… es terrible. Espero que, al menos, se puedan salvar las vidas de los que aún están vivos. Si puedo ayudar, cuenta conmigo. No me gustaría ver caer a más compañeros… —susurré. No era más que un deseo, porque todos sabíamos cómo funcionaban las cosas en tiempos de guerra—. Me alegro de que todo esto del juicio haya servido para algo. Riak nos ha hecho mucho daño a todos y será un problema menos. Supongo que ya tienen bastante luchando contra los Secretos…
Suspiré y utilicé una pequeña parte de mis energías para sanar alguna de las cicatrices que me quedaban. Con un poco de suerte, pronto me dejarían regresar a la Torre.
—¿Y Crescent y Michelle? ¿Están bien? ¿Estuvieron en el juicio?
No sabía si aquel conjuro me habría brindado un aspecto creíble de muerta, pero, en ese caso, esperaba que el Concilio los hubiera informado.
Definitivamente, no me entristecía su mala fortuna.
—Por la Diosa…, es… es terrible. Espero que, al menos, se puedan salvar las vidas de los que aún están vivos. Si puedo ayudar, cuenta conmigo. No me gustaría ver caer a más compañeros… —susurré. No era más que un deseo, porque todos sabíamos cómo funcionaban las cosas en tiempos de guerra—. Me alegro de que todo esto del juicio haya servido para algo. Riak nos ha hecho mucho daño a todos y será un problema menos. Supongo que ya tienen bastante luchando contra los Secretos…
Suspiré y utilicé una pequeña parte de mis energías para sanar alguna de las cicatrices que me quedaban. Con un poco de suerte, pronto me dejarían regresar a la Torre.
—¿Y Crescent y Michelle? ¿Están bien? ¿Estuvieron en el juicio?
No sabía si aquel conjuro me habría brindado un aspecto creíble de muerta, pero, en ese caso, esperaba que el Concilio los hubiera informado.
Joseph Winterose
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Re: Despierta [Priv. Catherine]por Joseph Winterose, Vie Mayo 24, 2013 9:59 pm
Me preguntó luego por sus dos amigos, como ya suponía, y no pude evitar recordar cómo había salido Michelle del juzgado, hecha una furia. Su actitud no le había gustado nada a Shewë, se le había notado en la cara, y estaba convencido de que, si hubiera sido por ella, Michelle ya tendría algún tipo de castigo.
—Sí, estuvieron en el juicio y están bien. Los dos sobrevivieron a la batalla y te aseguro que están mejor que tú y yo juntos —dije, sonriendo—. Los duelos fueron duros para todos y solo conseguimos ganar dos de ellos…, pero las cosas no quedarán así.
»En fin, Catherine, como te decía, el juicio salió bien (al fin algo va como esperábamos). William y Caroline también estuvieron presentes —la informé y la miré a los ojos, aguardando su reacción. Pero no dijo nada—. Los dos estaban siendo utilizados por Riak, pero pudimos aprovechar las circunstancias para que todos sus argumentos jugaran a nuestro favor. Ese nigromante encontró su propia ruina cuando buscaba la nuestra.
»Caroline ya está recuperada y en libertad, porque no es más que una aprendiza de primer grado que actuó bajo coacción y, gracias a ello, pudimos darle caza a nuestro enemigo. Solo algunos propusieron señalarla como culpable, pero finalmente se desestimó esa idea.
»Con William las cosas cambian. —Hice una pausa. Suponía que le dolería hablar de él o que preferiría evadir el tema, pero si le decía que se estaba barajando una condena para él (aunque no fuera cierto), eso la ayudaría a vivir más tranquila—. Crescent lo acusó de tantear con las artes oscuras siendo plenamente consciente de sus actos y… de lo que te hizo a ti.
Silencio. Ella permanecía callada, serena, como esperando a que terminara de hablar. Sin embargo, cuando la miré a los ojos, la vi rota. Yo había visto muchas miradas como aquella y sabría reconocerlas en cualquier lugar. La imagen de la chica en aquel momento, en la penumbra de la noche, me trajo recuerdos tormentosos del pasado, recuerdos que aparté enseguida de mi mente.
—Debiste decirlo antes, Catherine. Habrías contado con la protección del Concilio. Ahora él está preso —dije, aunque no concreté en dónde— y entre los Doce hay opiniones divididas. Construir un juicio falso trae consecuencias, porque los que no estaban informados desde el primer momento de esta treta ya no saben diferenciar lo que fue verdad de lo que fue mentira. Unos —y, cuando decía unos, quería decir Shewë— no se fían ni de Crescent ni de Michelle, otros piensan que la declaración de William (que reconoció los hechos) no puede ser tomada en cuenta porque hablaba bajo el control de Riak y otros consideran que merece ser castigado. La variedad está servida, pero supongo que este asunto se pospondrá hasta que se solucionen los problemas fundamentales, como los Seis Secretos o la ejecución de Riak.
»De cualquier forma, no lo dejaremos en libertad hasta que se trate el caso, así que no tienes de qué preocuparte. No te tocará mientras yo pueda impedirlo —me incluí a mí porque era el único del Concilio que le había prestado importancia a aquello—, ni a ti ni a nadie. Pero insisto, si las cosas fueron como Crescent las expuso, debiste decirlo antes. Al fin y al cabo, es traición; y todo habría sido mucho más rápido y sencillo si el caso hubiera sido tratado antes de la aparición de los Secretos.
—Sí, estuvieron en el juicio y están bien. Los dos sobrevivieron a la batalla y te aseguro que están mejor que tú y yo juntos —dije, sonriendo—. Los duelos fueron duros para todos y solo conseguimos ganar dos de ellos…, pero las cosas no quedarán así.
»En fin, Catherine, como te decía, el juicio salió bien (al fin algo va como esperábamos). William y Caroline también estuvieron presentes —la informé y la miré a los ojos, aguardando su reacción. Pero no dijo nada—. Los dos estaban siendo utilizados por Riak, pero pudimos aprovechar las circunstancias para que todos sus argumentos jugaran a nuestro favor. Ese nigromante encontró su propia ruina cuando buscaba la nuestra.
»Caroline ya está recuperada y en libertad, porque no es más que una aprendiza de primer grado que actuó bajo coacción y, gracias a ello, pudimos darle caza a nuestro enemigo. Solo algunos propusieron señalarla como culpable, pero finalmente se desestimó esa idea.
»Con William las cosas cambian. —Hice una pausa. Suponía que le dolería hablar de él o que preferiría evadir el tema, pero si le decía que se estaba barajando una condena para él (aunque no fuera cierto), eso la ayudaría a vivir más tranquila—. Crescent lo acusó de tantear con las artes oscuras siendo plenamente consciente de sus actos y… de lo que te hizo a ti.
Silencio. Ella permanecía callada, serena, como esperando a que terminara de hablar. Sin embargo, cuando la miré a los ojos, la vi rota. Yo había visto muchas miradas como aquella y sabría reconocerlas en cualquier lugar. La imagen de la chica en aquel momento, en la penumbra de la noche, me trajo recuerdos tormentosos del pasado, recuerdos que aparté enseguida de mi mente.
—Debiste decirlo antes, Catherine. Habrías contado con la protección del Concilio. Ahora él está preso —dije, aunque no concreté en dónde— y entre los Doce hay opiniones divididas. Construir un juicio falso trae consecuencias, porque los que no estaban informados desde el primer momento de esta treta ya no saben diferenciar lo que fue verdad de lo que fue mentira. Unos —y, cuando decía unos, quería decir Shewë— no se fían ni de Crescent ni de Michelle, otros piensan que la declaración de William (que reconoció los hechos) no puede ser tomada en cuenta porque hablaba bajo el control de Riak y otros consideran que merece ser castigado. La variedad está servida, pero supongo que este asunto se pospondrá hasta que se solucionen los problemas fundamentales, como los Seis Secretos o la ejecución de Riak.
»De cualquier forma, no lo dejaremos en libertad hasta que se trate el caso, así que no tienes de qué preocuparte. No te tocará mientras yo pueda impedirlo —me incluí a mí porque era el único del Concilio que le había prestado importancia a aquello—, ni a ti ni a nadie. Pero insisto, si las cosas fueron como Crescent las expuso, debiste decirlo antes. Al fin y al cabo, es traición; y todo habría sido mucho más rápido y sencillo si el caso hubiera sido tratado antes de la aparición de los Secretos.
Catherine
Humana
Nombre : Catherine Earnshaw Bennet
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Re: Despierta [Priv. Catherine]por Catherine, Vie Mayo 24, 2013 10:06 pm
Guardé silencio mientras Joseph hablaba. Recordar a William me hacía daño, sí, pero no hice nada que lo demostrara. Solo escuché y el archimago me habló del transcurso del juicio y del futuro del prisionero. Por una parte, me avergonzaba que lo que había pasado fuera ahora un asunto de dominio público; por otra, me aliviaba saber que, al menos por el momento, no tendría que convivir con el miedo de que volviera a hacerme daño.
—Lo sé y sé que usted tiene razón. Pero es complicado. No es lo mismo decirlo que vivirlo. —Tomé aire y paseé mi mirada por la habitación. No me gustaba hablar de lo que sentía tan abiertamente con alguien a quien apenas conocía, pero ya no había nada que esconder. Y él me inspiraba confianza—. Yo no soy de piedra. A nadie le gusta que lo traicionen, que lo maltraten o que lo humillen. Que todo eso venga de un amigo, o de alguien a quien consideraba un amigo, es todavía más doloroso. Esas cosas te destrozan…
»Reconozco que yo sé de sus tratos con Riak desde hace mucho, mucho tiempo, pero no quería delatarlo porque pensaba que sería un error puntual. Luego me di cuenta de que no era así y ya… Lo siento. Sé que desde fuera no se ve de la misma manera y hasta yo me sorprendo de lo que pensaba entonces. Pero yo acabé creyéndolo cuando él me culpaba y… supongo que por eso me callé, aunque sabía que eso no mejoraría las cosas. No pasaba por mi mejor momento y aprovechó mis debilidades para hundirme.
»Pero eso ya es pasado, y todo queda en manos de ustedes, del Concilio. No sé lo que habrán dicho Crescent y Michelle, pero seguro que es cierto. Y ya está.
Esperaba que Joseph entendiera mis razones, aunque no había concretado demasiado. La historia era larga; había empezado hace más de cuatro años, en los tiempos de la profecía. A partir de la pérdida de mi magia todo había ido de mal en peor y, desde entonces, William empezó a cambiar, empezó a perderse, y me arrastró consigo a su oscuridad.
Noté una sensación de angustia oprimiéndome el pecho. Me pasaba algunas veces, cuando recordaba las malas experiencias vividas, como el día que perdí mi magia, la noche en la cueva o la muerte de Cres. Realmente había estado hundida. Realmente William me había hundido.
Aquella noche, en la Fortaleza de Aryewïe, bajo la luz tenue de las velas, fui consciente de que el sueño de una vida de paz, de un camino de rosas, no iba a hacerse realidad. Escuchar las palabras de Joseph me abrió los ojos y la precaria situación en la que nos encontrábamos, con el mundo a punto de sumergirse en una guerra sin precedentes y con muertos, heridos y desaparecidos cargando a nuestras espaldas, me hizo entender las cosas de otra manera. Sentí rabia. Rabia porque estaban tocando a las personas que me importaban: mis padres, mis compañeros de la Torre, mis maestros,… Rabia porque ya estaba muy cansada de William, de las culpas que me echaba y de la marioneta que me hacía sentir.
—Quiero salir de aquí cuanto antes —le dije a Joseph, muy seria—. Es más, me iría esta misma noche. Las cicatrices van bien y podré encargarme de ellas sin problemas en la enfermería de la Torre. Tal vez mi presencia no signifique mucho, pero llevo varios años en la magia y dos manos más nunca vienen mal.
»Supongo que los Secretos querrán recuperar lo que perdieron. Si es cierto lo que dicen, que pueden conseguir quitarnos la magia, tenemos que pararles los pies cuanto antes. Arrebatarle su don es lo peor que se le puede hacer a un mago y hablo con conocimiento de causa.
Me puse en pie y miré al archimago, que aún estaba sentado en la silla, al lado de mi cama.
—Lo sé y sé que usted tiene razón. Pero es complicado. No es lo mismo decirlo que vivirlo. —Tomé aire y paseé mi mirada por la habitación. No me gustaba hablar de lo que sentía tan abiertamente con alguien a quien apenas conocía, pero ya no había nada que esconder. Y él me inspiraba confianza—. Yo no soy de piedra. A nadie le gusta que lo traicionen, que lo maltraten o que lo humillen. Que todo eso venga de un amigo, o de alguien a quien consideraba un amigo, es todavía más doloroso. Esas cosas te destrozan…
»Reconozco que yo sé de sus tratos con Riak desde hace mucho, mucho tiempo, pero no quería delatarlo porque pensaba que sería un error puntual. Luego me di cuenta de que no era así y ya… Lo siento. Sé que desde fuera no se ve de la misma manera y hasta yo me sorprendo de lo que pensaba entonces. Pero yo acabé creyéndolo cuando él me culpaba y… supongo que por eso me callé, aunque sabía que eso no mejoraría las cosas. No pasaba por mi mejor momento y aprovechó mis debilidades para hundirme.
»Pero eso ya es pasado, y todo queda en manos de ustedes, del Concilio. No sé lo que habrán dicho Crescent y Michelle, pero seguro que es cierto. Y ya está.
Esperaba que Joseph entendiera mis razones, aunque no había concretado demasiado. La historia era larga; había empezado hace más de cuatro años, en los tiempos de la profecía. A partir de la pérdida de mi magia todo había ido de mal en peor y, desde entonces, William empezó a cambiar, empezó a perderse, y me arrastró consigo a su oscuridad.
Noté una sensación de angustia oprimiéndome el pecho. Me pasaba algunas veces, cuando recordaba las malas experiencias vividas, como el día que perdí mi magia, la noche en la cueva o la muerte de Cres. Realmente había estado hundida. Realmente William me había hundido.
Aquella noche, en la Fortaleza de Aryewïe, bajo la luz tenue de las velas, fui consciente de que el sueño de una vida de paz, de un camino de rosas, no iba a hacerse realidad. Escuchar las palabras de Joseph me abrió los ojos y la precaria situación en la que nos encontrábamos, con el mundo a punto de sumergirse en una guerra sin precedentes y con muertos, heridos y desaparecidos cargando a nuestras espaldas, me hizo entender las cosas de otra manera. Sentí rabia. Rabia porque estaban tocando a las personas que me importaban: mis padres, mis compañeros de la Torre, mis maestros,… Rabia porque ya estaba muy cansada de William, de las culpas que me echaba y de la marioneta que me hacía sentir.
—Quiero salir de aquí cuanto antes —le dije a Joseph, muy seria—. Es más, me iría esta misma noche. Las cicatrices van bien y podré encargarme de ellas sin problemas en la enfermería de la Torre. Tal vez mi presencia no signifique mucho, pero llevo varios años en la magia y dos manos más nunca vienen mal.
»Supongo que los Secretos querrán recuperar lo que perdieron. Si es cierto lo que dicen, que pueden conseguir quitarnos la magia, tenemos que pararles los pies cuanto antes. Arrebatarle su don es lo peor que se le puede hacer a un mago y hablo con conocimiento de causa.
Me puse en pie y miré al archimago, que aún estaba sentado en la silla, al lado de mi cama.
Joseph Winterose
Humano
Nombre : Joseph Winterose
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Rango de mago : Archimago
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Re: Despierta [Priv. Catherine]por Joseph Winterose, Vie Mayo 24, 2013 10:18 pm
Catherine se explicó con sobriedad, manteniéndose seria y firme. Cuando se trata de leyes, se tiende a tratar a las personas como objetos que deben cumplir con una serie de pautas. Muchas veces no se tiene en cuenta el dolor que no se ve, las razones subjetivas que tenemos todos. Por eso, yo podía entenderla, aunque seguía pensando que todo habría sido mucho más fácil si hubiera hablado antes.
Decidí no insistir más en el tema, pero no pude sino negar con la cabeza cuando escuché sus últimas palabras y se puso en pie, decidida a marcharse.
—No, Catherine, no puedes marcharte todavía. Lo que a ti te preocupa ya está en nuestras manos y no tienes por qué arriesgarte por nada. Has pasado por un hechizo complejo y necesitas tiempo para recuperarte. No seas impaciente. Aquí te tratarán bien; no hay nadie más en esta torre —dije, pues estábamos en una de las torres más altas de la Fortaleza, la zona restringida—, solo los directivos y algunos empleados que vendrán a ver cómo estás.
La pelirroja no pareció muy convencida con mi respuesta. Había otras razones para que se quedara allí un tiempo más; de hecho, yo se lo había pedido al Concilio. Sin embargo, aún no era conveniente revelarle toda la verdad.
—Verás, no sabemos cuál será la reacción de los nigromantes cuando sepan de la caída del líder de la Necravia. Si saben que estás viva, puede que vayan a por ti. Eres conocida como la ladrona del Báculo. Aún eres vulnerable, porque pesan sobre ti los efectos de hechizos que han derrocado tus barreras mentales —improvisé—. Y no creo que quieras volver a pasar por lo que ya has pasado, ¿no es así?
»Yo estaré aquí. Vendré a menudo y te enseñaré todo lo que necesites saber sobre la magia. Puedo facilitarte libros, tratados…; lo que quieras. Trabajaremos duro para que puedas reincorporarte cuanto antes. Pero tienes que hacerme caso y quedarte aquí. Te vendrá bien alejarte un tiempo de todas las presiones.
Esta vez fui yo quien se puso en pie.
—Ahora quédate aquí y descansa. En la estantería tienes algunos libros con los que puedes entretenerte si no tienes sueño. —Le señalé el mueble de la esquina—. Hasta mañana.
Sin borrar la sonrisa de mis labios, abandoné la estancia y cerré la puerta con cuidado. Antes de marcharme vi cómo Catherine se resignaba y volvía a sentarse sobre la cama; pronto se acostumbraría a su estancia en la Fortaleza.
Decidí no insistir más en el tema, pero no pude sino negar con la cabeza cuando escuché sus últimas palabras y se puso en pie, decidida a marcharse.
—No, Catherine, no puedes marcharte todavía. Lo que a ti te preocupa ya está en nuestras manos y no tienes por qué arriesgarte por nada. Has pasado por un hechizo complejo y necesitas tiempo para recuperarte. No seas impaciente. Aquí te tratarán bien; no hay nadie más en esta torre —dije, pues estábamos en una de las torres más altas de la Fortaleza, la zona restringida—, solo los directivos y algunos empleados que vendrán a ver cómo estás.
La pelirroja no pareció muy convencida con mi respuesta. Había otras razones para que se quedara allí un tiempo más; de hecho, yo se lo había pedido al Concilio. Sin embargo, aún no era conveniente revelarle toda la verdad.
—Verás, no sabemos cuál será la reacción de los nigromantes cuando sepan de la caída del líder de la Necravia. Si saben que estás viva, puede que vayan a por ti. Eres conocida como la ladrona del Báculo. Aún eres vulnerable, porque pesan sobre ti los efectos de hechizos que han derrocado tus barreras mentales —improvisé—. Y no creo que quieras volver a pasar por lo que ya has pasado, ¿no es así?
»Yo estaré aquí. Vendré a menudo y te enseñaré todo lo que necesites saber sobre la magia. Puedo facilitarte libros, tratados…; lo que quieras. Trabajaremos duro para que puedas reincorporarte cuanto antes. Pero tienes que hacerme caso y quedarte aquí. Te vendrá bien alejarte un tiempo de todas las presiones.
Esta vez fui yo quien se puso en pie.
—Ahora quédate aquí y descansa. En la estantería tienes algunos libros con los que puedes entretenerte si no tienes sueño. —Le señalé el mueble de la esquina—. Hasta mañana.
Sin borrar la sonrisa de mis labios, abandoné la estancia y cerré la puerta con cuidado. Antes de marcharme vi cómo Catherine se resignaba y volvía a sentarse sobre la cama; pronto se acostumbraría a su estancia en la Fortaleza.
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