Era tarde, iba apresuradamente ya que pronto la noche caería sobre el sendero que conducía a la famosa escuela de magia llamada, ''La torre''.
Iba en una yegua blanca con crines largas y onduladas que se movían con el gélido viento al cabalgar. Danah llevaba ya un rato visualizando la enorme estructura que se alzaba al pie de las montañas, en mitad del valle de los lobos. Se apresuró a parar bruscamente a Venus (su yegua) que esta protestó con un ligero relincho. Desmontaba de su montura, iba encapuchada y a menudo intentaba que no le vieran el rostro, había tenido un pasado oscuro y en más de una ocasión se encontró carteles por los pueblos y en árboles cerca de ellos, con su rostro, esto tampoco le importaba demasiado pero a los habitantes de la torre quizás no pasaban por alto este detalle.

Llevaba cogida a Venus por las riendas, no era la única que estaba nerviosa; ella también lo estaba. Pero no estaba sola; Leon su mejor amigo la acompañaba siempre y aunque él no tenía dotes mágicos luchaba como nadie al menos para Danah.
-¿Dónde dejamos a Venus? -Decía el chico de ojos azules como el cielo y pelo castaño claro, visiblemente preocupado.
-No lo sé. Ya encontraremos un lugar.
Eso no era el mayor de sus problemas. Aquel lugar era extraño pero Danah se sentía mejor de lo que nunca se había sentido, por fin tenía un hogar.