En las maltrechas puertas de la ciudad de Zhante dos adversarios tan distintos y parecidos al mismo tiempo se preparan para el combate. A un lado un joven noble de gran corazon y poca cabeza que se presta a defender a aquellos que no conoce de nada: Al Haman de Tyris. Al otro un guerrero experimentado servidor del oscuro Dios pero de nobles intenciones que no dudara en matar a aquellos que se sobrepasen con la poblacion civil. Esta batalla, la Batalla de Zhante, se decidira no en la lucha de formaciones, si no en pequeños duelos como este que se disputaran por toda la ciudad.
____________________________________________________________________________________________________________

La ciudad estaba siendo atacada. Piratas por el puerto, la Inquisición por tierra. Tuve la mala suerte de tropezarme con una patrulla de estos últimos. Por suerte vieron mi tatuaje y les explique que estaba de permiso. Me hicieron unirme a ellos en una misión de reconocimiento a una posible entrada de guerreros extraños por una de las puertas. Y vaya si estaban alli. Un solo hombre había roto las puertas y varios hombres estaban ya atacando. Me percate de que el hombre que derribo las puertas estaba rezagado y solo. Mis compañeros corrieron a alcanzar a los guerreros mientras yo, con la espada desenvainada, avanzaba hacia el guerrero.

-Habéis cometido el error de atacar la ciudad durante mi visita- dije cuando me encontré lo suficientemente cerca de el.

Al fondo se oía los ruidos de la batalla, pero para mi lo único que importaba era lo que pasara entre ese hombre y yo.

Tras matar a los arqueros Raud se giró y vio como un guerrero se acercaba hacia él con su espada desenvainada, Raud preparó a Pesadilla pero tras planteárselo un poco decidió transformarla en Sueño Lúcido para ser más rápido, antes de encontrarse cara a cara otro guerrero se cruzó ante él pero el nórdico solo necesitó moverse a un lado para esquivar el ataque, acto seguido le ensartó con el arma y pateó el cadáver para lanzarlo a los pies de su nuevo atacante.

A su alrededor los hombres estaban cumpliendo su cometido de solo matar guardias y soldados, incluso los milicianos que les atacaban eran reducidos pero con vida, y atados para evitar más percances. Uno de sus aliados se acercó a su capitán para ayudarle pero este dijo:

- No, este es mio, ayuda en la calle oeste -.

El soldado asintió con firmeza y corrió a obedecer las ordenes, mientras tanto Raud se puso en guardia y comenzó a caminar en círculo en torno a ese guerrero que le había retado.

- Demuéstrame lo que vales guerrero -.

Estaba en plena forma. Hacia ya varios días que los dolores y molestias de mi pierna no aparecían gracias a las pócimas de la Escuela, por lo que no tenia miedo de un combate a muerte como era aquel. Gire varias veces la espada y me acerque al guerrero. Tenia una espada mágica, pues la había visto cambiar de aspecto. Yo solo tenia unos pocos hechizos del Libro de la Tierra para defenderme de semejante artefacto.

Hubo una pequeña pausa y Raud habló

- Bien hecho, sabes mantener la distancia guerrero ¿Podría conocer tu nombre? -.

Aquel guerrero era rápido, el golpe casi da en su pecho pero Raud pudo detenerlo con el escudo de luz de su espada que surgió a tiempo por poco. Era su turno, lanzó dos rápidas estocadas contra su adversario, intentando golpear sus muslos, que probablemente sangrarían bastante, tras la segunda estocada lanzó un tajo vertical hacia arriba y allí transformó su espada de nuevo haciendo caer por su propio peso a Pesadilla Infernal.

(Es lo que hago si no te alcanzo, para que el rol sea un poco más largo)

-Me llamo Al Haman,Heredero del Emirato de Tyris, Capitán de la Guarnición del Fortín y Graduado de  la Santa Academia y Exinquisidor. Y tu eres vulgar un pirata-dije mostrandole mi mas profundo desprecio.

Entonces me ataco con varios golpes. Los que tenían como objetivo mis piernas los pare rápidamente con la espada, pero entonces intento partirme en dos con un tajo vertical ascendente y tuve que retroceder para evitar morir. Ya no pensaba que era un vulgar pirata. Sabia moverse muy bien y el truco de la espada le identificaba como mago. O al menos con aliados magos. Iba a ser movidito, aunque confiaba plenamente en mis capacidades. No en vano yo era el hijo de un noble y habia entrenado desde que pude alzarme con la espada.

-Buen movimiento, pirata.

Avance lentamente en círculos hacia el pirata y cuando estuve lo suficientemente cerca comencé a lanzar ataques sin parar.Tajos verticales y horizontales fueron descritos por mi espada antes de volver a retroceder y preparame para su mas que obvio contraataque.

Raud pudo detener el rápido tajo con el filo de Pesadilla cuyo ojo miró a su rival, al volverse a separar el nórdico se deslizó sobre su propia sombra a gran velocidad para poder agarrar a Al Haman, al cogerle del cuello lo levantó y dijo:

- No te confundas exinquisidor, estas hablando con un general del ejercito que ondea el estandarte del Dios, un vulgar pirata precisamente no es que sea, así que no te descuides -.

Acto seguido lo arrojó contra el suelo a varios metros, permitiendole levantarse. A su izquierda Raud vio como uno de sus guerreros se encontraba tras una puerta a punto de matar a un niño, sin pensarlo le lanzó un cuchillo a la mano, este impacto en la espada y se la hizo volar, el guerrero miró atrás y vio a Raud apuntarle con la espada y haciendo un gesto con la cabeza para que se retirara, Al Haman no sabía como actuar pero por instinto no atacó en ese momento. El guerrero salió frente a Raud que le miró con verdadero desprecio, el guerrero tragó saliva y tembló un poco cuando el nórdico le hizo un pequeño corte con su espada la cual dejó en su piel, a los pocos segundos el guerrero cayó inconsciente y fue apartado del campo de batalla de una patada, Raud miró a su adversario y dijo:

- El mínimo precio de atacar inocentes -.

Se puso en guardia y esperó a su oponente.

-Un general de un ejercito oscuro y siervo de un Dios horrendo.-escupí mientras me levantaba apoyado en la espada- Hipócrita es tu actitud que privas a tus hombres lo que vuestro Dios clama.

Vale, de acuerdo. No era un pirata, era un general. Tendría que tener mas cuidado y mas con esa maldita espada mágica. Tendría que usar yo también algún hechizo. Se me ocurría uno, pero me dejaría casi seco de energía mágica. El Golem de Piedra. Pesado y contundente, aguantaría bastantes ataques antes de caer y me daría tiempo para flanquear al guerrero o para recibir refuerzos, preferiblemente de la Guardia de Zhante. El golem se alzo de una casa derrumbada y se dirigió a mi adversario mientras yo avanzaba también hacia el.

-Que la Luz de la Diosa te ciegue. Que el Fuego de Dios te purifique-fueron mis ultimas palabras antes de lanzarme de nuevo al ataque, mientras el golem hacia lo propio por el otro lado.