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El Hermano llevó al archimago Hernôt muy lejos del Concilio, este, ajeno a todo lo que había pasado en aquella sala solo recibió la petición de buscar algo en una cueva de hielo, la enorme caverna tenía una apertura de casi cincuenta metros y el hielo del interior brillaba como el mar a la luz del Sol.

Un pasillo de hielo separaba al joven archimago de la primera sala de aquel lugar, fue al dar un par de pasos cuando se percató de las runas mágicas que había en la puerta, por lo que él pudo leer ya que se encontraban muy deterioradas fue:







Aquello que encerrara aquella cueva debía significar algo para aquel poderoso guerrero y era misión del archimago llevarlo a la Torre, si era algo que les ayudara a derrotar al mal que se avecinaba no podía fracasar.

El frío de las Tierras Muertas me habría dejado para el arrastre de no ser por los conjuros térmicos del Libro del Fuego. El individuo que se presentó ante nosotros en la reunión del Concilio no hizo sino aumentar mis dudas con respecto a todo lo que estaba ocurriendo. Y por si fuera poco, me dice a mi que vaya la Diosa sabe donde para recoger un objeto que a saber para qué sirve.

Aún con todo, no estoy en posición de quejarme. Prometí que haría todo cuanto estuviese en mi mano por ayudar y así lo haré.



Me adentré en aquella helada caverna y observé que había una puerta en el fondo. En ella había inscritas unas runas. Estaban muy deterioradas, pero aún así pude descifrarlas:


Me quedé pensativo mientras permanecía con el ojo avizor. Lo cierto es que aquel lugar me daba escalofríos. Me pregunto para qué me habrá traído aquí ese hombre...

Al atravesar las pesadas y heladas puertas Hernôt se vio en una  gran sala de hielo circular, un pequeño pero ancho puente se elevaba sobre un abismo y llevaba a una plataforma de hielo, no parecía que fuera a caerse pues se sostenía en un cilindro exacto al relieve de la cima, como una columna rota con dos accesos pues otro puente llevaba a un pasillo de hielo blanco, las paredes de alrededor estaban totalmente pulidas y solo algún hilo nevado engañaba la precisión de construcción del lugar.

Cuando el archimago puso un pie en la plataforma se escuchó un fuerte crujido sobre su cabeza y se teletransportó hacia la puerta de nuevo al ver caer un gigantesco carámbano, pero para empeorar la situación a los pocos segundos se dio cuenta de que no era lo que había pensado, varios kilos de polvos de hielo se desprendieron y dieron lugar a un dragón de cincuenta metros hecho enteramente de escarcha, esta creación rugió y lanzó un zarpazo al muchacho.


LIMITACIONES PARA EL SIGUIENTE POST: Una acción en dos segundos.

¡Era enorme! ¡Aquella criatura, hecha completamente de hielo, me atacó en cuanto me dispuse a cruzar el puente!

Sin tiempo para reaccionar, lo único que pude hacer fue pronunciar nuevamente las palabras del conjuro de teletransportación. Esta vez, decidí teletransportarme en su retaguardia, procurando permanecer en su punto ciego en todo momento.

Aquella bestia debía medir un cincuenta metros. Y para colmo de males, era realmente veloz. No estaba muy seguro de si podría hacerle frente... pero soy un archimago. Un archimago del Concilio. Un elegido de la Diosa. No puedo hacer otra cosa que intentarlo.

Decidido, me dispuse a analizar la situación. Debido a su rapidez y su gran tamaño, lo más sensato sería tratar de inmovilizarlo. Y, sorprendentemente, se me ocurrió el hechizo perfecto:


Y golpeando el suelo con las palmas de mis manos, un círculo de invocación se dibujó rápidamente a los pies del dragón, quien repentinamente se vio envuelto en una prisión de violentas llamaradas. El Elemental Cárcel de Fuego tenía orden de cumplir con su función, impidiendo que el dragón pudiera salir de su cautiverio.

Sin embargo, la naturaleza de mi estrategia residía en otro aspecto: el dragón, al estar hecho enteramente de hielo y nieve, precisaba estar en temperaturas gélidas para poder mantener su cuerpo. Al encontrarse en una prisión hecha enteramente de fuego, la temperatura aumentaba, por lo que pude ver cómo el cuerpo de aquella terrorífica criatura comenzaba a derretirse por el calor.

Aún con todo, aquella criatura seguía midiendo unos cincuenta metros. Un elemental de magnitudes similares requiera una gran cantidad de energía, y si bien he logrado neutralizarlo, esperar a que se derrita del todo me llevara un tiempo. Y puede que sea un archimago, pero mis reservas de magia no son infinitas.

El dragón rugió ante las llamas y lanzó su furia helada contra toda la sala, Hernôt se ocultó tras un carámbano de hielo grande y tras casi un minuto de fuego y hielo todo quedó tranquilo, el archimago se asomó con el rabillo del ojo y vio que el dragón se había ido de nuevo arriba y le miraba con sus ojos azul brillante, pero lo interesante era la presencia de una mujer de pelo y ropas blancas, esta portaba un bastón y llevaba el símbolo de la Torre en una tiara de acero. La mujer le señaló con el bastón y el carámbano se deshizo dejando al archimago a solas con aquella mujer, la opción de la huida quedó negada pues las puertas de piedra volvieron a cerrarse y surgió en ellas un sello de hielo, durante unos segundos que parecían eternos solo el silencio hacia acto de presencia hasta que aquella mujer posó su mirada en el dragón y dijo:

- ¿Quien eres? Extraño -.

Sus ojos, tan azules como el mismo cielo atravesaron los de Hernôt y los sintió como examinaban minuciosamente cada centímetro de su cuerpo, aquella mujer parecía poderosa con su simple presencia, un poder similar al suyo, el poder de un elegido por el unicornio, esa sensación relajó relativamente al joven archimago.

Por su parte el dragón siguió mirándole hasta que tras poner la mujer sus ojos en él desapareció por un agujero del techo, lo único que quedó a la vista fue su cola que se iluminó, formando una curiosa lampara de araña que dio una tenue y tenebrosa luz a aquella sala helada.