Recuerdo del primer mensaje :

Javier de los Mares se encontraba reposando en la taberna de la norteña ciudad costera de Herg. El hidromiel corría sin cesar por las gargantas de los presentes,un pequeño grupo de trovadores tocaba música animada y voluptuosas mujeres danzaban por la sala, todo estaba bastante alegre y el capitán había dado permiso a sus chicos para que disfrutaran de un merecido descanso. Aquella ciudad no iba a ser asaltada por él ya que tenía una poderosa guardia y su barco no podía alcanzarla ya que quedaba en la desembocadura de un río estrecho que se encontraba amurallado, además por razones obvias no quería romper el buen rollo que había en el lugar, se giró y pidió al camarero una ronda más.



Tras ser servido bebió al tiempo de entrar una mujer encapuchada, esta se quedó en la puerta un momento antes de acercarse a la barra, al tomar asiento en uno de los taburetes se quitó la capucha dejando ver una mujer de pelos rubios, muy alta aunque con aspecto de ser joven, Javi siguió bebiendo e hizo caso omiso de la chica hasta que habló:



- Du! Gi meg en drink. Nå! -.

Parecía una dama de carácter fuerte, a su espalda Javier se percató de un arco junto a un carcaj, la joven se percató de que era observada, se giró, se abrió un poco el escote y dijo:

- ¿Es esto lo que quieres mirar? Bastard! -. Sacó una daga y se acercó para ponérsela en la entrepierna al pirata que no sabía bien como reaccionar, cuando sirvieron una pinta a la chica esta la cogió con su mano libre y bebió no sin antes cerrarse de nuevo el escote.

Araña:

El arácnido ser bajó del todo de su prisión de tierra y miro a Javier con todos sus ojos, de sus colmillos empezó a salir un viscoso liquido azulado, tras un desagradable sonido de regurgitación la araña lanzó un esputo hacia Javi que lo esquivó rodando. El resquicio disolvió parte del suelo en pocos segundos, la araña por su parte corrió a toda velocidad hacia el pirata, le agarró con una pinza y comenzó a apretarle con fuerza. mientras diminutos pelos comenzaban a erizarse como espinas por toda la extremidad.

La maldita araña había conseguido atraparme la pierna. Era rápida, no podía negarse lo. Me sentía igual que cuando mate a mi primer sirena. Ella también tuvo la idea de agarrarme de la pierna y le había salido bastante caro. Ahora ademas contaba con una espada mágica. Podía repetir la operación y ver si de verdad valía la espadad. Estire el brazo para coger impulso y golpee la pinza que me tenia atrapada. Al mismo tiempo parte del agua del suelo fue impulsado hacia la cara del monstruo con intención de cegarle momentáneamente. Tenia que salir de esa situación. Tenia que comprobar....

La espada hirió a la araña que soltó a Javier, por desgracia este cayó al abismo, su destino, similar al de Sif iba a ser la muerte, veía su cuerpo atravesar la sima durante casi un minuto que en caida no dejaban de ser más de medio kilómetro, en un momento justo vio una roca que cruzaba como un puente el agujero, el pirata se preparó para la muerte pero se vio rodeado por una esfera de agua que le ralentizó hasta que se posó sobre la roca dando solo un pequeño tropiezo. Se levantó y vio a Sif, se encontraba bajó una pequeña cascada de agua con la mano en el costado, aparentemente agotada pero con una cara más viva que antes, su abdomen no sangraba.

La altísima mujer trató de levantarse pero debido al cansancio solo lo logró apoyándose en en una dura raíz que había arrancado de los alrededores de la caída de agua, al acercarse al él dijo algo en idioma común, una de las pocas cosas que había dicho en esta lengua.

- Muy lento... let's go -.

Sif caminó pesadamente por el puente mientras se mordía el labio por el dolor, al final de la caverna donde se encontraban ya se apreciaba una pequeña luz, Sif caminó hasta la mitad y se cayó de rodillas gritando de dolor pero respiró hondos y tras un fuerte gruñido se levantó y llegó a la salida, allí había un gran valle verde, de altísimos y frondosos arboles. Sif se sentó a descansar mientras veía las enormes águilas volar sobre las verdes copas. A su lado se encontraba Javier.

Justo cuando salimos de la caverna la espada a mi mano. Era verdad que el enano me había hablado de esa peculiaridad, pero aun asi me sorprendía. Estábamos en un valle verde y varias águilas enormes nos sobrevolaban. no me gustaba mucho que esas bestias estuvieran por ali,pero mi antigua captora se había sentado a descansar. La imite,pero deje un poco de espacio entre nosotros por si se le ocurría lanzarse a por mi y quitarme la espada.

-¿Estas mejor?- la pregunte mientras clavaba la espada en el suelo y brotaba agua-Deberíamos movernos de aquí. Estamos en campo abierto a expensas de cualquier gran depredador.

Sif asintió a la primera pregunta de Javier pero negó con la cabeza ante el siguiente argumento, no le había entendido pero se hacia una pequeña idea de lo quería, en vez de eso se levantó y dio un par de pasos al frente, echó un vistazo a la colina y se tumbó sobre la confortable hierba, tenía su rubia y larguísima melena suelta formando un mar de oro un metro y medio entorno a su cabeza, se permitió el lujo de relajarse y el pirata vio como su cuerpo se iluminaba, más concretamente en todo su cuerpo surgieron unos tatuajes como el suyo que refulgían en un tono azulado, esta extraña magia hizo que el agua de las plantas se acercara a la chica y comenzara a cicatrizar su herida, tras unos segundos un suspiro helado surgió de sus labios y sonrió al Sol naciente. Giró la cabeza a Javier y pestañeó diciéndole que se acostara a su lado, aunque todo apuntaba a que quería únicamente disfrutar de la vista y el agradable clima del momento.

Tras ese leve acto la altísima nórdica siguió mirando las rojizas nubes que se alzaban desde poniente, dando a todo un tono cobrizo, incluido a ella misma.

Aun no sabia si fiarme de mi antigua captora. Había dicho en mas de una ocasión que yo era de su propiedad, daba igual que yo le hubiera salvado la vida, ella también lo había hecho. Podía ser un estratagema para quitarme la espada. Mientras yo la tuviera tendría una oportunidad. Me senté a un par de metros de ella, y no llegue a tumbarme. Me quede alli un rato, sentado con las piernas cruzadas. Saque la espada de la vaina y la clave en el suelo al tiempo que empece a entonar una silenciosa plegaria. Una plegaria a mi dios,Mantus, como había hecho todos los días desde mi conversión. Entonces entre en una especie de trance. Todos los sacerdotes podíamos entrar en este estada, que no nos dejaba indefensos. Podíamos oír y sentir todo lo que teníamos alrededor con una agudeza y precisión mayor a si estábamos fuera del trance. Durante este estado se me apareció un pájaro bastante grande y que ya había visto antes. Este ser habitaba en mi interior, ya que era un regalo de mi dios. Este estaba apoyado sobre un cuerpo grande, bastante grande. El cuerpo de mi captora. No hacia falta ser adivino para saber lo que me estaba diciendo. Tenia que matarla. Sabia que intentarlo ahora, rodeada de agua, era una insensatez. Esperaría a que se durmiera o estuviera mas distraida. Salí del trance y me levante del sitio,avanzando un poco hacia los arboles. No tenia intención de adentrarme allí todavía, pero esperaba que mi excaptora me siguiese y continuáramos el camino.

Sif miró por encima de sus pechos desaparecer a Javier, se levantó y avanzó pesadamente, ya no cojeaba pero seguía pareciendo muy cansada, tenía los pensamientos algo alejados de la cabeza y se limitó a seguir a una distancia prudencial a su compañero, por su cuerpo se arremolinaban pequeñas lineas de agua que iban formando extrañas runas.

Caminaron durante unos diez minutos hasta que llegaron a un claro donde cruzaron sin demasiado sigilo, lo que les llevó a sufrir una emboscada de unos cinco hombres, tan altos o más que Sif que rauda invocó su arco de hielo no sin antes lanzar un fuerte quejido, agarró a Javier y lo puso tras ella para protegerlo ya que ante las enormes hachas de guerra de aquellos hombres barbudos y en taparrabos no iba a aguantar mucho.

- No morir Javier... -.

Tras esas palabras armó una flecha helada y disparó contra un enemigo que pudo detener el proyectil con su arma pero acto seguido no vio la siguiente que se clavó en su hombro, era evidente el agotamiento de Sif pues chistó al no haberle matado de un golpe.

¡Una trampa!¿Como habia sido tan descuidado? Los días de esclavitud me habían pasado factura y podía acabar con mi recorrido en este mundo. Escuche la advertencia de mi captora y sonreí. Recordé la vez que volamos por los aires un almacén de la Armada Inquisitorial y caí al mar medio muerto. La vida se me escapaba y no podía hacer nada. La sangre salia de mi cuerpo y fue junto al sol y el agua las partes de la ultima imagen que contemplaria en ese mundo. Era precioso y se me olvido por completo que iba a morir o simplemente no me importaba. La oscuridad se apodero de mi y solo finalizo cuando un Sacerdote de Mantus, el primero que veia, me llevo de nuevo a la tierra de los vivos. Ese fue el dia de mi muerte y mi renacimiento.

-Lo que esta muerto no puede morir-dije mientras salia de detras suya con la espada preparada- Esos hombres no saben hasta que punto se han equivocado de presa.

Los mire a todos uno a uno mientras mi captora se divertía lanzando flechas a uno de los supergigantes y avance hacia los dos que estaban mas cerca de mi. Recordé mi derrota ante mi captora,pero también mi victoria contra el dragón marino de la Costa de las Estacas. No era lo mismo,pero serviría. Clave la espada en el suelo y de este empezó a salir algo de agua. No demasiada, lo justo para crear un pequeño charco. Entonces los gigantes me atacaron a la vez, pero los estaba esperando. Rodé hacia un lado mientras veía las hachas clavarse muy cerca de mi. Ordene a la espada que rompiera su hoja, vertiendo el ácido sobre la cara de uno de los atacantes, que empezó a disolverse rápidamente. Hundí el mando en el charco, que llegaba hasta donde estaba  para volver a tener la espada completa, ante la atónita mirada del resto de atacantes.

Dos de los enemigos quedaron cegados y uno de ellos trató de huir no sin chocarse contra varias veces con los arboles, por el lado de Sif otros tres enemigos la atacaban sin cesar pero ella se defendía con el arco bastante bien a pesar de su estado, tras combatir varios golpes recibió una patada en el abdomen que la hizo volar junto al charco de Javier, la herida se había abierto y la mujer jadeaba, se dio la vuelta y vio el agua, respiró hondo e hizo algo que sorprendió a su compañero, se desnudó a toda prisa y se sumergió en el charco, no la cubría entera pero tras dar dos vueltas desapareció.

Todos los enemigos la empezaron a buscar, Javier no dejaba de prestar atención hasta que escuchó un susurro tras él, muy cerca de su oído.

- No morir Javier -.

Como si le hubiera dicho otra cosa se agachó y vio salir de la nada una flecha de hielo que impactó en la frente, al igual que en el pueblo la flecha estalló y lanzó cientos de astillas de escarcha contra los enemigos, que quedaron muy entumecidos y casi sin movilidad incluyendo el que ahora estaba ciego que trató de escapar del lugar, por desgracia para él su sangre, a punto de hipotermia le jugó una mala pasada y le hizo caer inconsciente.

Solo quedaban dos contra dos pero el número varió al reaparecer la nórdica de rodillas, con la boca y el abdomen sangrando, se tapó sus partes femeninas y cayó de bruces a los pocos segundos de boca contra la hierba.

- Shit... -.

Mi captora había caido y tenia mala pinta. La imagen del cuervo sobre su cuerpo volvió a mi cabeza. Era tan fácil como dejarla morir. No. No podía. Era mi única oportunidad de salir con vida de esta maldita isla.¿De verdad aun pensaba en eso? Lance la espada hacia ella, logrando clavarse en el suelo junto a ella. De la espada empezó a manar agua que debería ayudarla. Yo en cambio agarre una de las enormes hachas. A pesar de mi fuerza aumentada por estar dentro de los charcos, pesaban mucho y apenas podia levantarlo. Uno de los gigantes vino hacia mi corriendo y yo me prepare para realizar una acción un poco extraña. Gire sobre mi mismo y ,usando la inercia del giro, levante el hacha que se clavo en el cuerpo del gigante que no le había dado tiempo a detenerse. Uno menos,solo faltaba uno. Con una sonrisa en los labios me gire hacia el y de repente sentí un gran dolor en la tripa. Era una especie de púa de madera que me atravesaba de parte a parte sostenida por el gigante restante. Me levanto en el aire y tuve que dejar caer el hacha mientras el dolor aumentaba y las fuerzas me abandonaban. Con una fuerza brutal clavo la púa en el suelo,manteniendome fijo al suelo, y agarro su hacha para rematar la faena. Era mi fin hasta que recordé algo. Justo cuando levanto su arma para descargarla contra mi convoque a mi espada, que se materializo en mi mano, y de un tajo le cercene el pie derecho. Con un grito de sorpresa y dolor se derrumbo en el suelo, dejando su cabeza y cuello a mi alcance. No desaproveche la oportunidad y le separe la cabeza del resto del cuerpo. El agua cubría parte del claro, pero con la pua aun atravesandome no podía curarme. Era el fin.

Tras agonizar Javier miró a un lado y vio a Sif que se arrastraba hacia él ensangrentada, no llegó a alcanzarle cuando todo se volvió negro.

El pirata despertó en una casa grande, la reconoció al instante, era la de la nórdica, estaba en la cama de la propia mujer, sin pensárselo se intentó sentar y tras varios quejidos lo consiguió, la manta de piel se escurrió y se vio la herida del pecho, era una horrorosa cicatriz en forma de espiral aun con los puntos de sutura en algunas partes, entorno a ella tenía varias runas dibujadas, A su lado se encontraba el lider de la aldea, ostentando sus tres metros de altura, sus ojos se cruzaron con los de Javier, el monstruoso hombre levantó la mano y el joven esperó un guantazo pero en vez de eso recibió una fuerte palmada en la espalda, no era con malas intenciones, todo lo contrario, el gigante no dijo más, se levantó y desapareció por la puerta no sin antes agacharse para no chocar contra el marco, tras él apareció Sif, vestida con un traje de lana y apoyada en una muleta de madera, esta le sonrió fugazmente y se fue también.

Apareció a los cinco minutos con dos objetos, uno largo envuelto en un trapo y otro más pequeño metido en un cofre, tras dejárselos a su lado se retiró, el pirata se acercó pesadamente el trapo y desenvolvió su espada, no le era raro pero el pequeño cofre si le llamaba más la atención, lo abrió con cuidado y sacó un colgante de piedra tallada con una runa en el centro, bajo este un papel que rezaba en idioma de allí:

''Libertad''

No tenia ni idea de lo que ponía en el colgante, pero debía ser importante. Me lo puse al cuello y también la espada al cinturón. Cada vez que daba un paso me dolía la cicatriz. Era un autentico suplicio. Salí de la habitación y de la casa no sin dificultad y me apoye en la pared para contemplar una vez mas el pueblo. Vi como la gente iba y venia al puerto e incluso a la cueva por donde nos perdimos. Era algo desconcertante que los inclusos los niños fueran de mi propio tamaño o incluso mas altos. Lentamente me fui resbalando en la pared y allí me quede contemplando el paisaje. Ya estaba a punto de irme cuando a lo lejos escuche una voz familiar gritar mi nombre. No el nombre por el que me conocian o podian conocer estas gentes, ni siquiera el nombre que me pusieron mis padres. No, era mi nombre de Dragon de las Arenas. Un nombre que solo ellos conocian.

-¡Dragon Blanco!

A su lado vio a uno de sus viejos amigos que también portaba un colgante como el suyo, este se acercó corriendo y le ayudo a levantarse no sin antes darle un amistoso puñetazo en el hombro.

- Dragón Blanco, eres definitivamente el bastardo con más suerte de los siete mares... nos has salvado a todos ¿Sabes? Tu chica es la hija del jefe de la aldea, y tu al luchar a su lado te has ganado el honor de ser libre, y ese honor se nos ha dado a los demás, eres bueno cabrón, muy bueno, iré a por los demás ¿Vienes? -.

Antes de poder decir nada Sif apareció, no le miró, únicamente se dirigió al borde del precipicio y se apoyó en la valla de piedra a respirar aire puro no sin antes dejar su muleta a un lado. Ahora se la veía tan débil, tan desprotegida y sin embargo seguía inspirando respeto y fuerza, así como una extraña belleza a la luz del Sol cuando reflejaba sus cabellos dorados tan largos que le llegaban a las caderas.

El dragón de las arenas miró a su amigo y continuó:

- ... o quizás tengas algo que hacer aquí -.

-Puede,mi querido amigo. Pero antes debo hacer otra cosa-dije mientras empezaba a caminar-Reunelos mientras. No tardare.

No iba a reunirme con mi antigua captora ni con mis hombres sin terminar cierto asunto pendiente. Y debía hacerlo en privado, por lo que me dirigí a la cueva donde me enfrente al gran pez que en esos momentos estaba vacía. Allí aun quedaban cañas y cuchillos para destripar pescados. Recogí uno de estos y un cubo de agua, sentándome al borde del pequeño estanque.

-¡Espiritu del Cuervo de la noche! Escucha al Gran Sacerdote Aclaham.

De mi estomago empezó a surgir una densa niebla negra. Esta empezo a transformarse en un gran cuervo negro que se alzaba ante mi con una mirada de reproche.

-No has cumplido con tu cometido,Aclaham. Te ordene matar a la mujer. A ella y a todos los que habitan estas tierras.

-No puedo

-¿No puedes o no quieres?

-No quiero.

-Estas ligado a un pacto con un dios,Aclaham. Y mientras exista ese vinculo tendrás que obedecer o pagar las consecuencias.

-¿Por que crees que he traído esto?- le dije mientras le mostraba el cuchillo y una sonrisa.

-¡No!- grito el cuervo mientras se abalanzaba sobre mi,pero era tarde. 

Clave el cuchillo en mi abdomen y tire hacia arriba para rasgar aun mas. No era mi fin, era el principio de un complicado ritual que existía en el rito mantiano para desligarse del sacerdocio. Mi mente quedaría nublada mientras luchara con el llamado Vinculo. No tarde en verme armado con una pobre espada corta al pie de un castillo. Debería enfrentarme a todo tipo de peligros y siervos del cuervo antes de acabar el ritual. Si lo lograba, recuperaría mi libertad y todo vinculo con el oscuro dios desaparecería. Si no lo lograba, iría al mismo abismo para ser atormentado durante toda la eternidad. No tenia otra opción. Entre con decisión en el castillo, cuyas rejas se cerraron justo al pasar.

Tras el cierre de las puertas aparecieron de la oscuridad dos guerreros armados con cadenas, estos permanecieron impasibles durante unos minutos hasta que Javier se movió, entonces lanzaron unas cadenas que el pirata pudo esquivar fácilmente y las armas chocaron contra las paredes de roca negra del castillo, el muchacho desenfundo su espada y esperó la próxima carga pero al parecer los enemigos decidieron esperarle a él y era evidente que el joven no iba a poder pasar por su lado sin matarlos, dependía ahora de todo su potencial como guerrero y aprendiz de magia para llegar al culmen de la torre del cuervo ¿Que le depararían esas oscuras tierras y salones?


Al mirarles a la cara se dio cuenta de que esos guerreros no eran más que antiguos sirvientes de aquel dios que optaron por hacer lo mismo que Javier pero fracasaron, si el pirata moría allí se convertiría en otro guardián que impediría el paso al siguiente pobre muchacho o muchacha que decidiera obtener su libertad.

-Piratas. Siervos del Dios.¿Acaso no habeis oido hablar de Aclaham?- dije mientras corría hacia ellos espada en manos.

Las cadenas volvieron a salir en mi encuentro, por lo que me tire al suelo resbalando un poco. Una vez en pie de nuevo fije mi vista en mi objetivo: el guardián de la izquierda. Este azotaba sus cadenas contra el suelo como si fueran un látigo. El otro le imitaba. Seria complicado concentrarme solo en uno, pero esperaba que mi plan funcionara. Lance una estocada que fue parada por la cadena de mi contrincante. Si dejar un instante para que se recuperara le di una patada en la pierna para tirarle al suelo,pero no sirvió de nada. Era como si no sintiera ninguna clase de dolor. Me cogió por el cuello con su brazo y me alzo del suelo varios centímetros, ahogándome. Me tenia atrapado y mi espada no me servia de nada,por que me estaba sujetando también ese brazo. Entonces me fije en sus ojos. Unos ojos metálicos, iguales a las espadas. Allí podía ver el reflejo de su compañero que se acercaba para rematar la faena. Pero yo soy Javier de los Mares. Balanceándome un poco conseguí poner mis pies en la parte superior de su pecho e impulsarme hacia arriba justo cuando el otro guardián lanzaba su cadena. Caí detrás de este ultimo, pero no pude usar esta ventaja al no estar de pie. La cabeza de su compañero en el suelo me confirmo que estaban muy afiladas, pero ahora solo tenia que enfrentarme a uno. La cadena volvió a volar buscando segarme la cabeza, pero fallo el golpe. Trabe mi espada en la cadena y tire de esta para arrebatársela. Su fuerza era considerable, pero la mía no se quedaba corta. Era un claro empate, solo que el no se cansaría nunca y yo si. Entonces solté. Vi la cadena volver hacia su amo que se la fue enrollando sobre la marcha. Craso error, pues aun tenia la espada trabada. El cuerpo sin vida del guardián no mostraba ninguna emoción. Nada. Había muerto como lo había visto vivir. Recupere mi espada y me dirigi a la entrada de la fortaleza. La puerta se abrió como había hecho la reja. Eche un ultimo vistazo al patio, solo para comprobar que no había nada que demostrara lo que había pasado allí. Ni guardianes ni armas ni nada. Todo estaba como cuando llegue. Sonreí, pues significaban que esos guardianes no me molestarían mas aunque solo el Dios y ese horrible pájaro sabían lo que me aguardaba en mi recorrido a la mas alta torre del Castillo.