Santiago se encontraba en el despacho de su fortaleza mirando la noche por la ventana, abajo, entre los densos bosques un ancho río discurre hasta el cercano Mar, atracado en el astillero hay dos barcos, un enorme galeón y una fragata elfica, el maduro capitán se giró y vio una misiva sobre su mesa, esta decía que unos bandidos habían cerrado sus fronteras por tierra y que debía pagar muchísimo dinero para que les dejaran salir, para empeorar las cosas tenían unos curiosos aliados. Santiago se sentó y se pasó la mano por la cara mientras suspiraba. Al instante se escuchó que llamaban a la puerta.

- Adelante -. Entró un elfo de pelo castaño claro ataviado con una armadura nada normal para su gente sino común entre humanos, dos falcatas esperaban ser usadas en sus vainas a la espalda. El elfo saludo efusivamente al capitán y este le respondió del mismo modo.

- Santiago, he oído de tus problemas en tierra y me he permitido tomar cartas en el asunto, he logrado contratar una mercenaria... -. Tras esa palabra dejo caer en la mesa un pergamino con información sobre la misma que el capitán recogió y se puso a leer. - ... Me consta que hará un buen trabajo ya que sus aptitudes son impecables -. El humano asintió y dejo la carta en un cajón de su escritorio, se giró y entrecruzando las manos se acercó al elfo.

- ¿Esta aquí? Reinor -. El orejas picudas asintió y el capitán continuó:

- Hazla pasar por favor, veamos como es nuestra invitada -. Reinor volvió a asentir y salió de la habitación.

No se porque pero un elfo me llevo a un galeón. Entre allí. Subimos unas escaleras de madera hasta una gran puerta del mismo material. El elfo entró y yo me quede fuera un poco extrañada. Ese elfo me había visto cazando en el bosque y me había dicho que Señor S-no sequé necesitaba mis servicios. Pensé en Stuart y sin dudarlo dije que si. Pero en que lío me había metido. El ruido de las olas me inquietaba. Entre a una gran habitación era bastante lujosa para mi. Miró al viejo señor que había frente a una mesa. Alzo una ceja bastante confusa

-¿Y tu quien eres?-

Santiago la invitó a soltar sus armas y la chica dio un voto de confianza al maduro mercade, dejó su arco sobre una mesita y tomó asiento, Santiago llenó dos copas de ginebra con un terrón de azucar, acto seguido se la tendió a la chica, él bebió y dejó la copa en la mesa, suspiró y dijo:

- Mis observadores llevan algún tiempo observándote Damon Albarn, tu destreza con el arco es inigualable y quisiera pedirte un favor, hace unos días unos bandidos cazan de forma indiscriminada animales de todo tipo e interfieren en mis envíos... esto es inaceptable pues los poblados de los alrededores del valle necesitan la caza para alimentar a sus familias... - Dio otro sorbo. - ... no soy ningún noble, no tengo obligación de protegerles pero me ayudan comerciando y eso si me incumbe, necesito que acabes con ellos Damon, te aseguro que el pago sera más que cuantioso, para empezar y como adelanto... -. Dio una palmada y de la puerta trasera del despacho salió un hombre ataviado una extraña armadura negra que le dio un carcaj con cinco flechas, acto seguido se retiró y el maduro señor sacó una de las flechas sobre la mesa para que Damon la observara de cerca.

- Este es un proyectil preparado para matar, su punta dispara pequeñas puntillas impregnadas en anti-coagulante al impactar, te daré muchas más  si acabas con estos bandidos... -. Sacó de su escritorio un informe que dejo sobre la mesa para que Damon lo leyera, en el decía la localización de los bandidos que eran unos diez o doce, acampados a unos kilómetros de la fortaleza, en medio del bosque.

Sonreí... BIEN, trabajitos y bien pagados... pensé observando las flechas. -Muy tentador...- lo mire a los ojos desafiante -Y donde esta... La trampa- dije bastante contarte. Ya me tomaron el pelo hace mucho tiempo... y esta no iba a ser otra oportunidad para ello. También me preguntaba porque de tantos arqueros me tocó a mi... Tal vez sea porque soy la mejor arquera de Garnalia... o porque nadie añoraría mi perdida.

Santiago rió, era normal que al traer a una desconocida a su fortaleza y darle un trabajo de mercenaria pues era un poco extraño, el Mercader volvió a beber y respondió:

- La verdad, la única trampa posible es la que te pongan los bandidos, estas son mis ''tierras'' como quien dice, soy una persona importante por aquí a pesar de tener mi propio ejercito prefiero contratar a los mejores, así puedo evaluarlos y llamarlos más veces si la situación se tuerce... No hay trampa Damon, de hecho puedes elegir entre irte con las manos vacías o quedarte y probar si puedes llevarte la recompensa -. Acto seguido se levantó y le tendió la mano para estrecharsela.

bandidosMire su mano y dudé. Pero una gran recompensa... tampoco era muy avariciosa, pero unas cuantas monedas no estaban mal de vez en cuando. Miro al mercader a los ojos y dudó de su mirada. Finalmente sonrío y le estrechó la mano. -Trato echo- se dio media vuelta y se acercó al informe que había sobre la mesa. Y volvió a leerlo detenidamente: unos diez o doce, acampados a unos kilómetros de la fortaleza, en medio del bosque. Cogió las flechas de su antiguo desgastado carcaj y las paso a su nuevo carcaj de un color negro con toques morados sus anteriores flechas tenían las plumas timón de color verde y las otras dos plumas de cada flecha eran rojizas. Mientras que las flechas anti-coagulantes eran de los mismos colores de su nuevo carcaj. Se lo colgó, cogió su arco y miro a Santiago -Deseadme suerte mercader-

El maduro contrabandista asintió y la dejo irse, uno de los guerreros abrió la puerta y la acompañaron fuera por la puerta trasera, que daba al bosque, allí había un enano con una armadura digna de un general, este se acercó a ella con un paquete, se quedó quieta y el enano sacó un brazalete con un extraño artefacto, se lo dio y le dijo:

- Aquí tienes, por petición personal del Mercader te he construido esto, es un alma de último uso, o sea, úsala cuando no te quede otra o cuando tengas tiempo de recargarla, para activarla lo que debes hacer es apuntar con tu brazo al objetivo y esto... - Señaló un tubo con un percutor - ... lanzara un proyectil envenenado hacia él, el veneno es muy potente y lo matara al cabo de un minuto o dos, solo tendrás tres cargas, aprovéchalas -.

Acto seguido se retiró dejándola sola ante el inmenso bosque que se extendía hasta más allá del horizonte.

Pasadas unas cuatro horas Damon se encontraba siguiendo el rastro y localizó el campamento a unos metros, debían de ser tres grupos pues en este solo había cuatro hombres a simple vista.

Observé el campamento que se habían montado. El blanco desde abajo era fácil desde tierra pero... me acerqué a un árbol. Lo escalé y observe a los bandidos. Había una parte en la cual el follaje daba lugar a un hueco perfecto por el cual podía apuntar sin problemas. Respiré hondo. Cargue el arco y apunté a uno de los cuatro hombres, después a otro, y a otro... y uno detrás de otro cayeron los cuatro de un flechazo en puntos vitales

Tal y como Damon había esperado los bandidos cayeron y murieron a los pocos segundos en silencio, pero en contra de todo pronostico surgieron dos más de entre las penumbras, se pusieron a buscar a la chica pero como estaba por encima de ellos ninguno miró, tras medio minuto de búsqueda uno de ellos corrió al siguiente campamento a avisar a los demás, Damon quedó pues sola, contra un hombre que la buscaba sin cesar mientras a lo lejos se empezaron a ver varias antorchas encendidas que se movían en un perímetro concreto.

La noche acompañaba a la chica pero debía mantenerse lejos de las luces y en silencio pues cualquier sonido podría romper su sigilo y ser descubierta por todos aquellos hombres que probablemente no dudarían en hacerle cosas horribles hasta dejarla para el arrastre donde sería eliminada y dejada como festín para cuervos y buitres...

Observé al hombre que me buscaba. Parecía bastante cabreado, solo me he cargado a dos de los tuyos pensé. Observé todo el campamento que venía tras el hombre, que anteriormente se había marchado. Recordé un hechizo del libro de la tierra: El Gólem de Piedra, Pùther Ewë Tót Reve Ash pronuncie las runas en voz baja, muy baja, con los ojos cerrados concentrando mi energía y visualizando el lugar exacto en el cual el gólem iba a aparecer.Abrí un ojo, vi como lentamente se materializaba tras el hombre que se había quedado solo buscándome. Cuando se materializó por completo suspire y descansé un poco. El gólem atacó al hombre antes de que este se diera cuenta de su existencia.

La mole de roca hundió la cabeza del soldado y volvió a convertirse en tierra, ahora Damon debía salir de su escondite y dirigirse al muy vigilado campamento siguiente.

La noche estaba de su parte y no había bestias que alertaran de su presencia a excepción de unas tres jaulas en las que habían encarcelado a tres huargos, los lobos huargos eran bestias sanguinarias pero bastante más listos que sus familiares de menor tamaño. Damon puede elegir entre liberarlos ahora, más tarde o dejarlos allí a su suerte.

No conseguí ver el campamento sin embargo decidí observar la zona. Me coloque en una rama con cuidado, me concentré. Poco a poco fui embebiendo y transformándome en una criatura negra con alas parecida a una rata. Sobrevolé los campamentos. Percibí que eran grandes y escuché a alguien hablar sobre unos lobos. Me encontré con más criaturas aladas, se acercaban a mi y producían chillidos. A cualquier humano les abrían parecido irritables. Pero para mi eran bellas melodías. Me gustaba contestarles. A veces me acompañaban en mi misión de acercarme a los campamentos y observarlos sin ver, más bien notarlos. Cuando terminé la hazaña me aleje del campamento y desaparecí entre la espesura de los árboles. Segura de que no me podrían ver me pose en un árbol, volví a mi aspecto normal. Gracias a un hechizo mi ropa y mis armas se materializaron con migo. Sigilosamente ande por el bosque guiándome de mi vista y oído. Pronto llegué cerca del campamento y volví a subir a un árbol.

El campamento constaba de un recinto circular amurallado con una rudimentaria empalizada, habían apostado tres arqueros, dos espadachines y tres perros de caza alrededor de las jaulas de animales, la zona en la que Damon se encontraba era la más defendida pero en el otro lado apenas había vigilancia, debía pensar si dar un rodeo o atacar a los bandidos desde su posición donde todos estaban muy atentos a cualquier movimiento.

El centro del campamento tenía un carruaje con pieles y a su izquierda estaban las jaulas en las que había algunos ciervos, los animales estaban muy estresados y advertirían cualquier movimiento brusco que se diera en el límite del lugar, la noche de Luna llena no ayudaba a Damon pues estaban a punto de retirarse las nubes que la tapaban y la luz podría delatarla.

Observe el campamento, estaba muy bien vigilado. Suspire y me recosté sobre el árbol. Y me di cuenta de que al otro lado no había tanta vigilancia. Bajé del árbol sin hacer mucho ruido. Me alejé un poco y me concentré de nuevo. Tomé las energías de los vientos y me aseguraré de que estas llegaran a todos los rincones de mi ser.  Con el  hechizo de velocidad ,pude llegar al lugar en el que no había vigilancia, antes de que las nubes dejasen ver la luz de la luna. Me adentré en el campamento sin hacer ruido. Cogí una flecha del carcaj. Cargué el arco y fui al centro del campamento. Allí pude ver a los ciervos. Me oculté tras el carruaje lleno de pieles. Y ataqué a los ciervos con las flechas que el Mercader me había dado.

Al disparar al ciervo con la flecha anticoagulante el animal comenzó a patalear a sus compañeros y a llenarlo todo con sangre, los bandidos lo advirtieron y dos de ellos corrieron a socorrer a la bestia, al ver el proyectil se percataron del ataque y alertaron a los demás comenzaron a buscar a Damon y la encontraron pasados cuatro minutos, al reconocerla los dos espadachines fueron a por ella con uno de los perros mientras un arquero le disparaba un proyectil.

Ahora la joven arquera debía pensar un plan para acabar con ellos rápidamente antes de que la hirieran pues de ella dependía ahora salvar su propia vida, cargó otra flecha y actuó:

levitación:
Apunté al pesado del arquero que no hacía mas que lanzarme flechas, y yo me deslizaba sobre el aire esquivándolas. Le apunté al cuello y solté la cuerda. El perro de caza venía a toda velocidad hacia mi. Aproveché que detrás de mi estaba el carro lleno de pieles. Cuando estaba apunto de rozarme, me volví a desplazar hacia un lado gracias al hechizo, haciendo que el perro chocara contra el carro. Me dio tiempo a volver a apuntarle y a dispararle.