Estuve varias semanas memorizando los libros que había cogido de la biblioteca. Cuando los memoricé por completo, el aburrimiento llamó a mi puerta. No tenía nada que hacer, así que comencé a pasearme por la escuela. Hasta que me la conocía como la palma de mi mano.

Hasta que la idea vino a mi mente. Ya que no tenía nada que hacer ¿porqué no iba a visitar a la que en su día fue la mejor amiga que tuve? Había escuchado que recientemente la habían coronado reina de Garnalia por la muerte de su hermano. A su hermano no lo conocía mucho, pero siempre que pudo me ayudó en todo lo que podía.

El barco que había utilizado para llegar a la escuela seguía donde lo dejé.Así que solamente tuve que buscar al capitán. No me costó mucho ya que prácticamente vivía en el barco. Le di la dirección: El palacio de Ereaten. Y pronto, zarpamos rumbo: el nuevo reino de mi vieja amiga.

El viaje otra vez se me hizo muy largo, comenzaba a pensar que era algún problema mental. No se cuánto tiempo estuve en el barco, pero otra vez me pasé el trayecto leyendo y, ahora que sabía, practicando con la espada. Aunque el viaje mereció mucho la pena cuando lleguemos al continente y pude ver el galardonado palacio, era monstruosamete grande, y el oro, adornaba todas las paredes . Era precioso. La gente aún estaba de fiesta por la coronación de la reina seguían vitoreando su nombre y las tabernas estaban llenas.

Entré en el palacio entrando en una estancia mucho más hermosa que la vista que mostraba por fuera. Vinieron varios sirvientes a mi encuentro.

-¿Puede decirnos que desea, señor?- me preguntó una de las sirvientas, la cual se veía bastante feliz de trabajar en palacio. La reina debía de tratarles bastante bien.

-Desearía poder reunirme con la nueva reina. Soy un antiguo amigo suyo y seguro que se alegra de verme. Además quiero felicitarla por su nuevo puesto y prometerle eterna fidelidad.- dije intentando ser todo lo natural posible.

-De acuerdo, aguarde aquí. En seguida sale su majestad a su encuentro-afirmaron las sirvientas desapareciendo por un gran portón.

Había pasado una semana desde que rescatamos a aquel individuo de las fauces de aquellos horribles lobos. Le encontramos inconsciente y todavía no se ha despertado. Ha debido de sufrir un trauma terrible.

Me hallaba en el Salón del Trono cuando una de mis sirvientas me avisó de que un hombre solicitaba audiencia conmigo.  Un antiguo amigo, al parecer:

- Hacedle pasar - le dije a mi sirvienta

Me acomodé en mi trono, lista para recibir a mi supuesto amigo. No sabía de quién se trataba, mas lo cierto es que me invadía la curiosidad...

Las sirvientas me hicieron entrar ante la reina. Pude ver el rostro de Isabella. Había cambiado mucho. Yo creo que de no ser po la corona que adornaba su cabeza no la habria reconocido.

La habitación era digna de una reina. El oro era mucho más abundante que en el exterior del palacio. Había retratos de santos y virgenes por todas partes. Una estancia digna de una creyente firme. Me gustaba ese lugar, auqnue un poco menos de lujos no le vendria nada mal.

Me acerqué al trono de la reina y hice una reverencia. Alcé mi cabeza pudiendo observar sus ojos, era lo único que no había cambiado.

-Buenos días Isabella de Garnalia. Mi nombre es Lock Brandford y no sé si te acordaras de mi pero...- mi frase se vio interrumpida por el ruido del gran portón de la sala. Los sirvientes habían decidido dejarnos solos.

- ¡Lock! - exclamé, dibujando una sonrisa

No pude evitar levantarme y darle un abrazo a mi amigo de la infancia. Desde que me marché a la Santa Academia, no había vuelto a saber nada de él. No podía creer que estuviera aquí delante

- ¡Dichosos los ojos! - le dije, tras separarnos - ¿Cuánto tiempo ha pasado?

No estaba segura, pero algo me decía que había pasado más de lo que debiera entre dos buenos amigos.

La reina vino rápidamente a abrazarme, la sorpresa se veía ilustrada en su cara.La abracé fuertemente, recordando así, tiernos recuerdos de mi infancia. Cuando me separé no pude evitar fijarme en el gran adorno que llevaba sobre la cabeza. ERa bonita y elegante, digna de un rey, pero con el olor del amado fallecido.

-¿Cómo sucedió?-dije con voz triste dando a entender que me refería a su hermano, a nuestro hermano.

Aún podía rememorar aquellos tiempos en los que nos gustaba bromear con él.Unas veces se lo tomaba a risa, otras no tanto. Pero siempre demostró gran amor por nosotros.

Una lágrima se escapaba por mi mejilla. Aunque el mayor roce lo tuve con Isabella, había pasado muy buenos momentos con su hermano. Ya lo dije antes pero, también era mi hermano.

- Mientras cenaba - respondí, algo apenada por la pregunta - Ya sabéis que nuestro hermano era de estómago delicado

Recordar a Henricus me entristeció. Pero me serené. Donde él fracasó, yo triunfaré, pues tal es el deber de la reina de Garnalia.

- Decidme - le dije a Lock - ¿Dónde habéis estado todo este tiempo? ¿Por qué no habéis venido antes?

En todo este tiempo... Estuve aprendiendo letras con mi padre. Hasta que decidí unirme a la Santa Academia para poder entrar en la Inquisición. Esa es otra razón por la que vine a visitarte, necesito ingresar en la Inquisición.

Dije mientras la miraba fijamente a los ojos. ERan de un color muy bonito y, para rematarlo su forma endulzaba su mirada.

Hace un tiempo empecé a desarrollar una pasión por eliminar a los herejes.

La verdad es que eliminar no entraba en mi vocabulario. Simplemente quería ofrecer un camino de salvación y redención a los herejes. Pero todavía no podía anunciar mis verdaderas intenciones porque me tratarían como aliado de los herejes.

Derrepente mis tripas sonaron.Llevaba mucho tiempo sin comer, se me había quitado el hambre hacía días.

Pero antes, ¿podríamos tomar algo?

Lock me expresó su interés en ingresar en la filas de la Inquisición, pues deseaba acabar con la herejía en el mundo. Le comprendía. Aquella también era mi misión.

- Os felicito por querer dar este paso - le dije - Mas debes saber que la aniquilación no es nuestro principal objetivo

Muchos herejes no son más que almas desdichadas que se han desviado del camino. Es el deber de la Santa Madre Iglesia velar por el bienestar de todas esas almas, y asegurarnos de que estas lleguen a buen puerto, en el seno de nuestro señor.

Lock me preguntó entonces si podíamos tomar algo:

- Por supuesto - le dije, con una sonrisa - Acompañadme

Me levanté del trono y juntos caminamos hasta el Comedor, donde seguramente habría un montón de comida esperándonos.

La reina me llevó hasta el comedor. Los adornos eran todos iguales por todas partes. La mesa real lógicamente siempre estaba puesta, por y esa vez no fue diferente.

Me senté y comencé a comer después de bendecir los alimentos y apartar una silla para que la reina se sentase como símbolo de cortesía.Me inflé a comer, y la comida estaba riquísima. Se lo anuncié a la reina y después le pregunté sobre lo que me había dicho anteriormente.

-Que más opciones tenemos los miembros de la Inquisición para redimir a los herejes. Porque me parece genial lo que has dicho, ya que mi pensamiento cuando decidí ingresar en la inquisición no era eliminarlos, sino mostrarles un camino de salvación. Uno de mis principios consiste en creer que todo el mundo necesita una oportunidad de arrepentirse y poder salvarse.- dije anunciando mis verdaderas intenciones al ver que me había formado una mala imagen en la cabeza sobre la Santa Inquisición

-Eso sería fantástico - le confesé a mi amigo, al revelarme sus intenciones - Pero mucho me temo que hay almas que no pueden redimirse

"Existen rumores entre las filas de la Inquisición. No hace mucho, un mago reveló a una inquisidora la ubicación de una escuela donde se practica y enseña la brujería. Armada con un ejército, partió hacia la Fortaleza de Aressher, un bastión situado bajo las entrañas de la tierra, lejos de los ojos del mundo. En ella sólo habitan magos oscuros, hombres malévolos que sirven a su señor con un único objetivo: que el Mal reine en el mundo.

Se rumorea que la fortaleza está regentada por una organización llamada "La Necravia", compuesta por los magos oscuros más poderosos del mundo. Un grupo así nunca puede planear nada bueno. Dudo que sus almas lleguen siquiera a plantearse que sus almas puedan redimirse. Se han abandonado al mal. Y no hay nada que podamos hacer por ellos salvo asegurarnos de que ardan en las fauces del Infierno."

Deseaba que aquellos que cometieron pecados leves puedan redimirse y ganarse el perdón. Pero lamentablemente, esa no va a ser la suerte de la misteriosa Necravia.

Lamentablemente me temo que en este mundo las cosas son así. Pero siempre hay una solución, y si encontramos el punto débil de algún estudiante, por supuesto que los jefes no podrán, pero con ayuda de Dios a algún estudiante novato sí podamos salvar. - dije de un tirón-además, repito, con ayuda de nuestro misericordioso Dios siempre tendremos la victoria, aunque las pruebas se presenten duras, no fallaremos. Porque nuestra misión en este mundo es única y intentaremos que salga lo mejor posible. Por supuesto que la necravia está perdida, tendremos que eliminarla, pero a algún estudiante conseguiremos redimirlo- dije poniéndome de pie por la emoción.Me tranquilicé, ocupé de nuevo la silla y dije:

-¿Cuando tendré mi primer entrenamiento como inquisidor?- intenté calmarme.