Recuerdo del primer mensaje :

Robin y yo llegamos a dónde se encontraba la manada gracias al hechizo de teletransportación. Antes de irnos a adentrar a buscar a la manada, llevamos a cabo la transformación. Cuando nos transformamos, miré a Robin. Ya era de mi misma altura en lobo, pero a él le faltaba crecer y yo ya había crecido del todo.
Empecé a recorrer el bosque hasta encontrarme con un árbol hueco.
-En la manada lo llamamos el árbol aullador-le dije.
Metí la cabeza en el inmenso hueco que tenía cerca de las raíces y aullé, mientras ese aullido resonaba por todo el bosque. Me puse a olisquear el aire, y pronto eché a correr en dirección a donde había supuesto que se encontraba la manada.
Pronto, nos encontramos con la manada. Me acerqué a ellos, sin dejar atrás a Robin, ya que como ya no era de la manada, probablemente lo atacarían. Keryll, una adulta reconocida y respetada en el clan, se me acercó y habló conmigo. Después, se fijó en Robin.
-¿Qué hace él aquí?-me preguntó. A lo que yo respondí:
-Lo he traído yo, si hay algún problema me lo dices, ¿de acuerdo?
Keryll cogió a una cachorra y me la dejó entre las patas delanteras. La miré, sorprendida.
-¿Y esto? ¿Qué quieres que haga con ella?-le pregunté, confundida.
-La tienes que criar y educar-me respondió.
Me quedé parada. "¿Educarla? ¿Criarla?", pensé. ¿Pero para eso no estaban sus padres? Keryll dio media vuelta e hizo ademán de irse. Se lo dije, y me contestó, mientras seguía caminando:
-No lo entiendes, Maddie. Su madre era tu madre. Y ya no volverá jamás. Un cazador se la llevó.
Me derrumbé. Cogí a la cachorra y me la llevé a la cueva. A la mañana siguiente, me desperté y me llevé a la cachorra a dar una vuelta. Empecé a hablarle sobre que tendría que ser una líder algún día, pero ella solo estaba persiguiendo animalillos pequeños y buscando cosas con las que jugar.
-Ya está bien, Zira, escúchame-la reprendí.
Me miró, y me sentí rara, ya que como nunca había estado enseñando cosas a un cachoro de como liderar una manada, si exceptuamos a mi hermano, claro.
-Empecemos de nuevo. No puedes seguir persiguiendo cosas cada vez que quieras, ni tampoco buscar cosas con las que jugar, algunos humanos nos cazan, ¿recuerdas?-le dije a Zira.
-Vale-me contestó.
-Ante todo ya verás, que no comprenderás por qué razón un deseo no se cumplió cómo lo planeó tu corazón-le empecé a decir-. Más sabrás sin dudar que te vamos a ayudar, y tus dudas por fin cambiarás. No lo olvides jamás , nuestro orgullo sentirás; eres más una loba, eres de nuestra manada.
-Dime cómo he de vivir para ser yo y cumplir la ley del clan. ¿Es que puedo en mí confiar? ¿O no es más que estropear algún gran plan?
-Sigue a los que hoy no están, dónde estés contigo van. Tu rumbo también guiarán. En el bien y el dolor, nuestro orgullo y nuestro honor, es formar y amparar nuestro clan. Somos más que tú y yo, la manada nos creó; familias que al sol se unirán. El saber dirigir y el coraje de vivir, llegarán a sentir que eres parte del clan-le dije-. Mientras vivas aquí, esto es lo que eres. Algún día lo entenderás-le dije al ver su desconcierto-. Y recuerda: eres clan.
La cogí por el pescuezo y la llevé de vuelta con la manada.

Maddie me intentó animar, y en cierto modo lo consiguió. Pero seguía habiendo algo en mí que me echaba para atrás.

Se había hecho demasiado rápido de noche-para mi gusto-y aprovechemos para observar un rato las estrellas. Brillaban, mucho. Todavía no sabía muy bien lo que eran pero parecían la llama de una pequeña vela.Me gustaban, eran bonitas.

Mi armonía interior se vio interrumpida por unas voces suficientemente conocidas como para discernir de dónde y de quién provenian. Se trataban de Zira y Uru. Se encontraban muy acaramelados. Era muy romántico, y creo que Maddie y Vitani -que no sabía exactamente de dónde había salido- estaban discutiendo porque tenían ideas diferentes sobre lo que estaba pasando entre los cachorros, que ya no eran tan cachorros.

Todo pasó muy rápido.Nos dirigimos a la cueva.

Al día siguiente Maddie me despertó, era la hora de cazar. Me dio unos consejos. Se ls agradecí y sin más dilación partí para mi objetivo.

El bosque aún contenía pequeñas gotas de rocío de la mañana. Como me dijo Maddie, clavé mis garras en la tierra y lo sentí. Sentí un ciervo. Por suerte no duró mucho. Resultaba que el ciervo estaba malherido, y aproveché esto en mi favor. Lo maté clavándole mis colmillos en el cuello.

Minnutos después se me podía ver a mi arrastrando a la cueva un ciervo lleno de sangre, algo que para los lobos salvajes sería aún más suculento.

Corrí a recibir a Rigg y ayudarlo a cargar con la presa.
-Te dije que lo harías bien-le comenté-. Ahora es mi turno. Vuelvo en un rato.
"A ver como se me da esta vez", pensé. Cuando me puse a cazar delante de Rigg, había tenido suerte, ya que ese cervatillo era pequeño y aún muy débil, y lo había cogido "por sorpresa". Me interné en en el bosque, y aceché a un ciervo. Moví un poco los hombros hacia arriba y hacia abajo, preparándome para saltar. El ciervo levantó un poco la vista del suelo y cuando me vio un poco el lomo, echó a correr. Lo empecé a perseguir y entre los árboles. Ya casi lo tenía, un poco más... Había un árbol muy grande y muy ancho enfrente de él, y sus raíces avanzaban varios metros hacia nosotros, se metió en el agujero que había entre las raíces y el tronco del árbol y saltó sobre ese tronco y se dirigió a las paredes del árbol, iba detrás de él, y me estaba engañando fácilmente. "¿Cómo es posible?", pensaba. Se dirigió a las raíces y se me escabulló de nuevo, pero se estaba cansando. Yo no negaba que también, pero tenía que resistir. Creyó que pasaría entre unas raíces algo altas y se introdujo por allí debajo y se atascó un poco, y para cuando consiguió salir, yo ya estaba encima y le ataqué. Por el rabillo del ojo vi a otro lobo observarme como si estuviera a punto de atacarme... ¿Por cazar a ese ciervo? Lo clavé los colmillos en el cuello al animal y lo arrastré hasta donde estaba la manada. Una vez que acabamos de comer todos, me dirigí otra vez hacia ese altibajo para volver a mirar las estrellas. Le comenté a Rigg lo que había pasado.
-¿Alguna vez has visto a un lobo que defienda a un ciervo? Porque yo no-concluí divertida-. ¿Quién será? Debo saberlo pronto, está en mis dominios. No creo que fuese un desterrado, todos están aquí, sino más bien un renegado. Mañana lo averiguaré, cuando vuelva a cazar.
Lo miré, a ver que me decía.

Maddie vino a recibirme. Yo dejé el ciervo para que la manada disfrutara de él. Como eramos mucha gente la hembra alfa salió a cazar a algo más ya que mi presa no era suficiente.

Vi a la manada entera comer feliz, con mi presa, eso me puso contento. Al poco rato llego Maddie con más comida.Esta vez yo tambien comí y la verdad, comenzaba a gustarme la comida.

-Bueno Maddie, si quieres mañana podríamos salir a investigar. Nunca viene mal coger más agilidad con mi cuerpo de lobo- dije en respuesta a la de Maddie.

-De acuerdo-le dije, y añadí-: Y gracias.
Me fui a la cueva y me eché a dormir. Al amanecer, me fui a hablar con Zira, y me habló de todo lo que sentía, hacia Uru y hacia el resto de las cosas. Y se volvió a hacer de noche. Me interné en el bosque, no sabía si Rigg me había visto, pero no me importaba, iba a descubrir quién era ese renegado. "Renegado", repetí para mí misma. "En esta manada solo ha habido dos renegados: Robin y Nash", recordé sus nombres. Me volvía acercar a los ciervos, y otra vez lo acorralé en el lugar donde lo había visto la última vez. Y apareció. En cuanto iba a coger al ciervo para llevármelo, saltó por encima de las raíces y me gruñó. Me quedé parada, mirando hacia arriba y esperando. Me arrolló y empecé a gruñir y dirigí mis garras hacia su cabeza, aunque no llegué a hacerle ningún rasguño. Vi por el rabillo del ojo al ciervo desatacarse y salir corriendo. También vi a otro lobo, que estaba acompañando al otro. "Vamos, muérdela", le gritaba. "A la yugular, a la yugular". "Vaya monstruo, me quiere aplastar", pensaba yo. Al final, la pelea terminó y rodamos un momento por el suelo, para terminar él con las patas hacia los lados y yo encima gruñéndole. Me miró a los ojos.
-¿Maddie?-me preguntó mientras yo retrocedía y me sentaba en el suelo, ya sin gruñirle-. ¿Eres tú?
-¿Quién eres?-le pregunté, mirándolo más fijamente.
-Soy yo, Nash.
-¿Nash?-repetí, y él asintió-. ¡Ah!-dije acercándome a él y chocando su cabeza contra la mía-. ¿De dónde has salido?
-¡Qué alegría verte! ¿Qué haces aquí?
-¿Cómo que qué hago? ¿Y tú que haces aquí?
-¿Qué sucede?-chilló su amigo.
-Max, ella es Maddie, era mi mejor amiga, hasta que me fui-dijo-. Maddie él es Max, Max Maddie.
-espera a que todos se enteren de que has estado siempre aquí-le dije-. ¿Y la manada? ¿Qué pensarán todos?
-Ella no debe saberlo. Nadie debe saberlo.
-Claro que deben saberlo, creen que has muerto.
-¿Ah sí?
-Pero estás vivo-le dije, asintiendo con la cabeza, me alegré al recordar una cosa, ya que era mi hermano mayor-. Y eso significa, que tú eres el líder.
-Chica, creo que se te cruzaron los cables, no es el líder. ¿Lo eres?-añadió mirándolo.
-No-respondió, pero yo le dije "¡Nash!"-. Tal vez iba a serlo, pero eso fue hace mucho tiempo.
-¿Te importaría dejarnos solos un momento?-le pregunté a su amigo.
Cuando él se fue, le hablé de todo lo sucedido, de la muerte de nuestra madre, Sara, pero él se rió. Me dijo que nuestra madre no era Sara, como también me dijo Vitani. Al final, lo convencí de volver con nosotros. Dijo que sí, pero con dos condiciones. Eso ya no me gustó.
-La primera, dejarás a Max entrar también.-Asentí con la cabeza, mientras esperaba su otra condición-. Y la segunda, seguirás siendo la hembra alfa.
Al principio dije que no, pero al final acepté. Volvimos a la explanada y se los volví a presentar a la manada. Todos se acercaron a él, incluida Keryll, y le dijo algo como "hijo mío". Me quedé petrificada. "No es posible", me dije. Keryll se giró hacia mí, y se hizo consciente de lo que dijo, y la miré con rencor. Eché a correr hacia el interior de la cueva, ya que no me dejaron salir, pero no me iba a quedar allí. Una vez en la cueva, vi una agujero de luz y empecé a rascar allí. Se abrió y salí. Miré hacia atrás y eché a correr hacia el bosque. Me acomodé en una roca que estaba dentro del río y que era lo suficientemente para que me pudiese tumbar en ella. Tenía los ojos cerrados, y cuando los abrí vi mi reflejo, pero no era normal: solo salía la mitad. Pero solo era mi cuerpo, porque el resto de reflejos salían enteros, solo el mío la mitad. Salí del río y me subí a una roca, lejos de la cueva, y aullé. No se oiría, estaba demasiado lejos. Tal vez lo oiría, un lobo que estuviese cerca, o incluso un cazador, pero no era temporada.

Me quedé dormido durante la Diosa sabe cuánto. La busqué y la encontré hablando con Zira. Parecía una conversación bastante íntima así que me aparté a descansar, pues aún seguía manteniendo el hechizo. Después de una larga charla volví a acompañar a Maddie.

Al día siguiente me volví a dormir. Creo que la manada comenzaba a pensar que adoraba dormir, y aunque así era tenían que comprender mi constante cansancio por el conjuro. Busqué a Maddie y no la hallé. Me pasé todo el día buscándola. Pero no estaba en la cueva. Y como no me atrevía a salir de casa por si me ocurria algo y bajaba el hechizo descontrolándome, no salí a buscarla.

A medio día o por esas horas la alfa se dejó ver acompañada de dos lobos que al parecer iban a ingresar en la manada. La familia se mostró muy contenta, pero yo como no los conocía mostré una alegría un poco fingida. Me apreció escuchar que alguna loba decía algo de : Hijo mio.Lo que causó que Maddie huyera rápidamente a no se donde. Como la manada obstruía la única salida que tenía la cueva, se vio obligada a huir adentrándose en el lugar.

-¡Maddie!- grité yo al ver su reacción, pues era mi amiga y me dolía verla reaccionar de ese modo. La seguí inconscientemente ,pero me vi en medio de una gran multitud que trataba de acercarse a los nuevos y me tapaban la salida de aquel matojo de lobos. Cuando pude salir eché a correr en la misma dirección por dónde había ido Maddie. Me topé con una salida hecha artificialmente con las garras.

Sin duda había pasado por allí. Con las técnicas que me había enseñado Maddie pude detectar su olor. Y estuve siguiéndolo durante un buen rato. La encontré muy alejada de la cueva, subida en una roca, aullando. Me acerqué a ella y, cuando terminó de aullar le dirigí unas palabras .

-¿Qué te pasó?¿Por qué saliste corriendo?

Estaba gimoteando, cuando oí que me estaban hablando y me giré. Era Rigg.
-¿Que qué me pasa?-le pregunté, levantando el tono-. Lo que me pasa es que me acabo de dar cuenta de que mi madre no era mi madre, y que ella no debía ser la hembra alfa, eso es lo que me pasa. Y no estaba llorando, ni nada por el estilo-le aseguré.
Me eché boca arriba, volviendo a mirar las estrellas. Me encantaba verlas.
-Además-le dije-, estoy empezando a pensar que no sé ni quién soy. Si una cachorra asustada, una alfa o una loba común. O puede que todas esas cosas. Quiero estar sola.
Me levanté y me dirigí al río a beber agua y volví a contemplar mi reflejo. Salté al río y nadé hasta la otra orilla, por suerte no había corriente. Cuando toqué la orilla, me sacudí y me volví a internar en el bosque por se lado. Tenía hambre, no lo negaba, había pasado un buen rato fuera, y había agotado mis fuerzas al correr. Aceché a una manada de ciervos, pero pisé una rama y salieron despavoridos. Los seguí corriendo y me volví a esconder en un roca alta para que no me vieran y bajé para volver a acecharlos. Miré al suelo y vi una roca, levanté para no moverla y me alegré. Pero no, la moví con la pata trasera y volvieron a salir corriendo. Volví a correr detrás de ellos, pero no los alcancé y abandoné. Olisqueé el aire. Se olía una hoguera por allí cerca. Humanos. Y fuego. Y viento. Era una mala combinación, aunque la manada no estaba cerca, seguía temiéndole al fuego. Soplaba viento fuerte, y creo que ellos lo sabían al venir aquí, porque con un soplido más fuerte, el fuego salió de la hoguera. Eché a correr, pensando que no se expandería, que ellos lo cortarían. Volví a acechar, pero estaba respirando fuerte y me oyeron. "¿Pero qué me pasa hoy?", pensaba. Ellos corrieron un poco hacia abajo, detrás de unas rocas. Pero volvieron en seguida, y las llamas aparecieron detrás de ellos. Abrí la boca y eché a correr. Pronto toda la base de la montaña tenía llamas, y yo me vi en medio de todas ellas, muy asustada. Me giré hacia todos lados y vi una roca, que si saltaba lo suficiente, podría salvarme. Me arriesgué. Cogí carrerilla y salté y me quedé colgando, agarrada con las garras. Me estaba resbalando, pero me acordé de una misma situación hace unos meses. Cogí fuerzas de flaqueza y salté hacia arriba. Me quedé de pie un momento, pero en seguida me caí hacia un lado, ya sin fuerzas de nada, y solo oí el sonido de mi cuerpo al golpearse contra el suelo.

-Tu eres la chica que me ayudó a controlarme, a conocer mi nueva naturaleza. Eres el futuro de Zira. La actual alfa de la manada y el único recurso para salir adelante- le dije a Maddie intentando responder a las preguntas que me propuso. Después volvió a salir corriendo y pasó el río. Yo la seguí. Pasé nadando el río y cuando llegué a la orilla me sacudí como hizo Maddie. Pero la perdí de vista.

Estuve buscándola por todas partes. Y olí humo. Era fuego y estaba cerca, el rastro de Maddie se dirigía hacía el peligro. Mientras buscaba a Maddie me topé con unos cazadores. Por suerte con la sigilosidad suficiente no se percataron de mi presencia. Pero pude ver lo que estaban haciendo. Trataban de incendiar el bosque.

Corrí para buscar a Maddie. Y la hallé cayendo de una roca muy alta. Traté de ir a socorrerla, pero las llamas me cortaban el camino. Me acerqué al fuego y susurré, para que los cazadores no me encontraran, las runas un hechizo del libro del agua. Gracias al conjuro surgieron unas olas de la nada extinguiendo hasta el mínimo indicio de fuego de la zona. Cuando las llamas se apagaron me acerqué a Maddie. Estaba agotadísima y no podía ni levantarse. Así que reuní todas mis fuerzas y arrastré a Maddie lo más cerca a la cueva que pude.

Sentí algo muy húmedo por mis patas. Me reanimó, pero había respirado humo, y no tenía fuerzas ni para abrir los ojos; poco después sentí que algo o alguien me arrastraba, iba a atacar, pero no tenía fuerzas de nada. Una vez que paramos pestañeé un poc antes de abrir los ojos. Intenté enfocar y cerré de nuevo los ojos, mareada. Abrí los ojos bruscamente, dándome cuenta de lo que acababa de pasar.
-¿Dónde estoy?-dije enfocando la vista hacia arriba. Era Rigg-. Oh, me has salvado, gracias. Aunque creo que lo tenía todo controladoañadí, intentando recordar.
Me levanté tambaleándome un poco, y empecé a caminar en dirección a la cueva. Un par de lobos vinieron a donde estabn nosotros, mis hermanos, y me acerqué a ellos con lentitud. Me estaba cayendo al suelo, y Nash (que era más grane que mi otro hermano Robin) fue el que me tuvo que ayudar el resto del camino. Me giré hacia Rigg y le intenté sonreír, para darle las gracias. Llegamos a la cueva, y me eché un rato, a dormir, y cuando me vio Keryll intenté caminar un poco más rápido para llegar. Me eché sobre una roca más elevada en la cueva y me puse a dormir. Me dormí durante el resto del día, y de la noche. Me levanté a la mañana siguiente y me dirigí hacia el río. Por el camino vi gran parte de los árboles del bosque carbonizados.
-No pensé que hubiese sido tan grave-dije en voz alta, pero hasta a mí me sonó raro, dado que estaba hablando sola.
Me incliné hacia el agua y apareció Keryll detrás, el agua me lo reflejó. me pegué un susto. Le pregunté que qué hacía allí y me explicó todo, de por qué me había criado con la hembra que fue mi madre. Lo comprendí y asentí con la cabeza. También se inclinó a beber y vi su reflejo, la mitad, que se juntó con el mío, la mitad de su rostro y la mitad del mío.
-Eh, mira. Somos clan-dijo. Y se fue.
Eché a correr, ya llena de fuerza y vitalidad y me encontré a Rigg. Lo aceché por detrás y salté sobre él y lo tiré al suelo.
-¿Sorpresa?-le dije, apartándome de él y mirándole con un brillo juguetón en los ojos.
Me incliné un poco hacia adelante y le gruñí amistosamente, jugando. Como Rigg el otro día, quería jugar, de vez en cuando hay que soltarse un poco y olvidarse de todo.

Maddie agradeció el gesto, aunque luego aportó que lo tenía todo controlado. Después hubo un momento de reconciliación entre ella y sus hermanos. Yo no pintaba nada allí,y, como me sentía sucio por el humo las cenizas y todo decidí irme al río a lavarme un poco. Me adentré en el río. El agua estaba una temperatura más bien fría. Pero con el calor que hacía no me importó. Estuve intentando cazar varios peces para entretenerme y picar un poco. Pero solo conseguí unos cuantos pescaditos. Que me zampé en unos segundos.

Cuando ya me cansé del agua salí. Me quedé en la orilla un rato. Me sacudí y me tumbé al sol. Quería secarme antes de volver con la manada. El suelo no era tan cómodo como mi cama allá en la Torre, pero no me importó. Llevaba semanas viviendo como lobo,incluso había días en los que me había planteado no volver a mi forma humana. Resumiendo, esa vida de lobo me encantaba. Y lo único que tenía que hace como humano era ensimismarme con mis preocupaciones de los estudios de magos. Quería que estas vacaciones duraran todo lo posible.

Pero algo se abalanzó sobre mí. Era Maddie gritando sorpresa. Cunado me di cuenta de que era ella dejé de gruñir, ya que se había convertido en mi primer acto de defensa.

-¿Sopresa? ¿Esto te parece sorpresa?-dije sonriendo. En venganza me abalancá sobre ella como antes hio conmigo.

-Sí, me lo parece-respondí antes de que me tirase al suelo.
Estuvimos un rato así, tirados en el suelo luchando de mentira. Dimos unas volteretas por el suelo y terminé encima de él.
-¡Ja! Te vencí-dije apartándome de él.
Me senté y le di la espalda para mirar algo más abajo. Se veía todo verde, y nada más que montañas y bosque. Era un paisaje precioso. Pero estaba triste. Con el incendio de ayer y con la batalla de hace unos meses habían muerto algunos, por no decir bastantes miembros de la manada, sobre todo los más ancianos. habíamos pasado de ser 30 lobos a ser 18 nada más. Pero bueno, ciclo de vida.
-Vámonos a casa-le dije a Rigg.
Llegamos a la cueva y se me acercó una cachorra, no me acordaba mucho de su nombre, era muy pequeña, pero creo que era Dotty. Se me acercó y me dijo que si le enseñaba el lugar, pero como ya era tarde, le dije que mañana, y me hizo prometerlo. me fui a dormir. A la mañana siguiente oí unos ruidos, pero estaba aún muy cansada y no hice mucho caso. Sentí que algo tiraba de mi oreja y la moví para soltarme. Pero volvió a morderla y al tirar un poco esa "cosa" se cayó de espaldas y rodó por el suelo. Y después volvió para darme un cabezazo y despertarme del todo.
-Me lo prometiste-me dijo Dotty, una vez que enfoqué la vista.
-Bueno, ya voy, ya voy-respondí.
Me levanté y salí fuera, donde me sacudí y me estiré. Subimos encima de una roca para ver todo lo que se iluminaba por la luz del sol. Bajamos y le enseñé las manadas de los caballos, los osos, le dije que no entrase en la montaña que aún pertenecía a los antiguos desterrados, el cementerio improvisado que teníamos para todos los seres vivos de las montañas, etc. Además, le advertí de que no se acercase a los lobos solitarios, son muy peligrosos para los cachorros si no hay nadie para defenderlos. Y volvimos a casa. Pero como no, tenía que ir donde los lobos solitarios. "Soy idiota", pensaba. "¿Para qué le digo dónde están?". Me dirigí hacia donde estaban y les grité desde una roca que había lago más elevada de donde ellos estaban.
-¡Meteos con alguien de vuestro tamaño!
Y me respondieron:
-Como... Tú
-Oh.
Salté y cogí a Dotty por el pescuezo y eché a correr. La dejé en una roca alta y le ordené que volviese a la cueva, y lo hizo sin rechistar. Eran solo dos, que creo que se habían juntado para coger a Dotty. Corrí hasta encontrarme con una pared de piedra. Me giré y los vi llegar. Del primero me libré fácilmente ya que al coger demasiada velocidad me aparté y se estampó con la piedra. Y con el segundo tuve que luchar, y no fue fácil, ya que al ser un macho, obviamente, era más fuerte que yo. Pero una vez que lo hube conseguido me dirigí a la cascada y me metí debajo del agua hasta pasar al enorme hueco que había detrás de la cortina de agua. Me lavé las heridas y no aparecí por la cueva el resto del día ni de la noche.

Arwin, Astrick y yo llegamos a Ënawe, donde estaba Maddie.
-Pues no es tan difícil controlar a un dragón.-le dije a Arwin al darme cuanta de que no estábamos a punto de morir mientras volábamos.-Bueno, y ahora a buscar a Maddie.

No nos tomó mucho tiempo encontrarla, pasamos cerca de un río y vimos a un lobo por ahí. Nos acercamos y vi que tenía unas heridas, no eran profundas pero se podían ver a simple vista. El lobo se nos acercó también y no parecía tener la intención de atacarnos, aunque me habría dado igual, incluso yo podía encargarme de un animal.

Claro, no fui tan estúpida como amenazar a la criatura, ya que Arwin y yo nos dimos cuenta de que no era un lobo normal.
-Hola otra vez...Maddie.-saludé fríamente.

Ya llegamos a Ënawe. Shana manejó bastante bien a Astrick, que había batido su récord de velocidad al llegar allí. No tardamos en encontrar a Maddie.
-Hola Mads-la saludé. La miré más fijamente y me di cuenta de que tenía ciertas heridas, no profundas pero sí abundantes-. ¿Qué te ha pasado?
Me senté en una roca junto al río y cogí un poco de agua en las manos formando un cuenco y se la tiré a Maddie, no pretendía jugar, sino limpiarle un poco las heridas, pero sólo conseguí mojarla aún más.
-Ups.
Me senté al lado del costado de Astrick, que estaba tumbada y coloqué las manos sobre mis muslos.
-¿Algo nuevo?-les pregunte a las dos.

Arwin intentó limpiarle las heridas a Maddie, pero la mojó mas de lo que estaba. Se sentó al lado de Astrick y yo sobre una roca que había junto al río. Nos hizo una pregunta a Maddie y a mi.
-De momento no...creo.-respondí. Miré a mi alrededor y me levanté de repente.

Miré a las chicas y suspiré.
-Disculpen, tengo que hacer un trabajo.-les dije mientras me alejaba.- No se cuando nos volveremos a ver. Hasta otra.