¡Ay, cuánto me apena abandonar la Torre!

Ya son muchos los años que he permanecido tras sus murallas, aislada de todos los problemas que afectan los reinos humanos y élficos y enanos. Apenas tengo noticia del mundo exterior, de los eventos -según parece, negativos- que ocurren más allá del Valle. No es algo que me moleste, además de que es mi obligación: Siempre tiene que haber un maestro en una escuela, y, al parecer, soy aquel maestro.

Pero ahora he dejado de estar sola entre estudiante y estudiante: Han vuelto Crescent, y Michelle, y Narshel. No he visto a Xehanorth, ni a Flextus, pero sé con certeza que Flextus es preso de la organización llamada "Seis Secretos", contra los que combatieron Crescent y Michelle.

Recientemente, individuos de aquella misma organización se presentaron en los jardines de la Torre, con el objetivo de conseguir más gente para su causa, según parece. Se convirtió en una lucha, que acabó tan rápido como empezó. Esa lucha me dio a entender que no era lo bastante fuerte. Si tenía que quedarse un maestro en la Torre, pasase lo que pasase, tendría que poder defender a sus alumnos, ¿no?

Yo fallé: Varios de los alumnos fueron llevados a no sé qué lugar alejado de la mano de la Diosa, y parte del jardín fue destruido. Fue más fácil arreglar lo segundo que lo primero.

Bueno, por eso he tomado esta decisión: Me iré de la escuela durante algún tiempo para perfeccionar mi dominio sobre la magia y aumentar mis poderes. Dejaré mi túnica marrón y volveré a portar la flameante túnica de los magos consagrados, y me dirigiré hacia el noreste, hacia el Reino de la Noche, hacia la Escuela del Lago de la Luna.

Ya me he asegurado de que conocen todos mi propósito. De ahí a tener el beneplácito de todos, no tengo ni la más remota idea, pero eventualmente entenderán que lo hago por el bien de la escuela.

No me arriesgo a dejar el Ars Goetia en la Torre. Confío en los que habitan en ella, confío en mis compañeros, pero es demasiado arriesgado, teniendo en cuenta que ha sido el centro de varios ataques por parte de nuestros enemigos durante los últimos días. Simplemente espero no llevar la misma mala suerte al Reino de la Noche.

Ya puedo ver los albores, y es hora de que me vaya.

Acabaré volviéndome loca.

Esta escuela tiene... no sé, algo raro. Pero acabará volviéndome loca. Será el hecho de que sea tan silenciosa -he de decir que solo mis pasos y los demás ruidos es lo único que suelo escuchar, además de cuchicheos-, o el hecho de que siempre sea de noche y nunca vea el sol, o quizá el hecho de que toda la rutina que había establecido en la Torre se ha desmoronado al perder el sentido del tiempo.

No sé, quizá sea la falta de sueño o el hecho de que duermo mucho, pero ya no consigo pensar con tanta claridad con la que pensaba hace unas semanas atrás. Es como si lentamente descendiese hacia la locura, paulatinamente perdiendo toda noción de qué es real y qué es una alucinación, provocada por mi futura mente enloquecida.

O simplemente es la aislación. En esta escuela apenas hablo con nadie y nadie habla conmigo. Está bien, en la Torre tampoco es que hablase mucho, pero mantenía conversaciones con la gente que me encontraba en sus recintos, aunque solo fuese un simple "hola" y un simple "adiós". Pero aquí... Parece que este es otro mundo, parece que aquí desconfían de mi. Como si me viesen como una extranjera. No puedo evitar sentirme como me sentí cuando el pueblo entero se dio cuenta de que no era... normal. Me siento casi como cuando me condenaron a arder en la hoguera. Todo el mundo me mira, pero nadie dice nada.

Es extraño.

Ay, apenas puedo dejar de pensar en el día en el que pueda dejar este lugar. Deseo con toda mi alma volver a la Torre, a mi vida de todos los días, a mis alumnos y a las prácticas en el campo de entrenamiento. A ver el sol alzarse sobre las montañas, a dar largos paseos por el bosque. Lo echo de menos, sinceramente.

Sin embargo, mis estudios de la magia acuática progresan velozmente, y confío que sigan haciéndolo de tal manera para poder escapar de este encierro en esta escuela, que más que escuela me parecía una cueva de ermitaño. Con gente, pero sin apenas comunicarme.

Bueno, no del todo. Hace unos pocos días me encontré con una aprendiza durante uno de mis entrenamientos. Pensó que la serpiente que había invocado iba a atacarme, y una cosa llevó a la otra y acabé haciendo de maestra y le enseñé el alfabeto arcano. En fin, al menos así no olvido todas mis responsabilidades para cuando regrese a la Torre.

En fin, intentaré dormir un poco. No tengo ni idea si es de día o de noche, pero sé que tengo sueño.

Ya está.

Finalmente, mis estudios ya han acabado y ya me he convertido en una maga especializada en la magia del agua. Por fin se ha acabado mi aislamiento del mundo, por fin se han acabado todos los días sumidos en la oscuridad de la noche eterna. Por fin podré regresar al Valle de los Lobos, a mi querida Torre. Por fin podré regresar a mi vida normal.

Mi estancia aquí, como he relatado anteriormente, ha sido bastante solitaria, casi como una ermitaña, aunque eso ha beneficiado a mi estudio, de tal manera que acabé consiguiendo completar mis estudios en mucho menos tiempo del previsto. Y menuda suerte la mía, pues según me contó Caliandra, antigua alumna mía, el Valle había sufrido unos cuantos incendios, sin duda obra de individuos del bando del Dios. Al menos, en el caso de que eso ocurra en el futuro, estaremos más preparados.

Sin embargo, no puedo decir que aquí no he conocido a gente maravillosa. Realmente solo una persona, que me recordó un tanto a mi en mis primeros días de aprendizaje. Su nombre es Veda y le animé a no darse por vencida con sus estudios de la magia. En fin, me apena un tanto dejarla aquí sola, pero mi trabajo está en la Torre.

No tengo nada más que hacer aquí, por lo que supongo que tendría que empaquetar mis cosas e irme.