Recuerdo del primer mensaje :

No pude evitar sentir una punzada en el corazon cuando contemple la antigua Taberna Del Cojo Tuerto Manco. Habia sido renombrada por La Hija de la Luna y el cartel con el baston,el parche y el gafio sustituido por un lobo blanco. Al menos estaba entera,cosa que no se podia decir del resto de la ciudad. Habia llegado un dia despues de que la Señora del Desierto muriera durante una cruenta batalla de la cual la ciudad tardaria bastante en recuperarse. Cuando vi en lo alto de las murallas de uno de los distritos uno de los simbolos de la Inquisición me temi lo peor. No fue hasta que pregunte a un pescador que trataba desesperadamente de sacar su carga de una pequeña barca que me conto la situacion. Al parecer un grupo de mercenarios,piratas e inquisidores habian formado una precaria alianza contra Dahiena,revelandose que era una nigromante. A pesar de que el pescador y otras personas que interrogue contaban mas o menos la misma historia,casi siempre variaban al final. Segun el pescador un pirata de dos metros y fuerte como las rocas habia desmembrado a la nigromante,segun un tendero habia sido el lider inquisidor quemandola en su propio fuego y otro habia dicho que uno de los mercenarios habia matado a la poderosa hechicera. Nada nuevo tras una batalla tan traumatica. De hecho tuve que contener a Emma cuando contemplo el humo que salia aun de algunas casas. Tras varios meses habia conseguido dominarse en mayor o menor medida y como le prometi a su padre prodria visitale de vez en cuando. Cuando entre en la taberna el tabernero,que por cierto ahora que recordaba nunca me habia dicho su nombre, salio de la barra cojeando a toda prisa.

-¡EMMA!-grito el pobre hombre mientras abrazaba con su unico brazo a su hija.

La escena era muy emotiva,pero no le preste mas atencion de la necesaria y mas por que estaba impresionado por el cambio del lugar. En lugar de los estandartes de antaño ahora colgaban cuadros y pendondes con referencias a lobos. Solo lo que habia tras la barra habia quedado intacto,con un pendon de la Armada del Sur y dos espadas cruzadas.

-Gracias por cuidar de ella-me dijo el tabernero haciendome volver a la escena.

-Lo prometido es deuda. Es lo menos que podia hacer despues de lo sucedido.

El tabernero me sonrio y se llevo a su hija dentro de la barra. Tenian mucho de que hablar. La otra hija,Hatsu si no me equivocaba, no tardo en indicarme que la siguiera hasta una mesa. Era la mesa donde me sente aquel dia,alejado de la puerta pero de cara a esta. Se ve que en las cartas familiares contaban mas cosas de las que pensaba. En la taberna habia poca gente aun,un par de hombres que me saludaron alzando sus jarras y a los que identifique como namorianos y cuatro marineros borrachos ya con la mirada perdida. Hatsu no tardo en traerme una jarra de Wilfrestuken,una bebida del Este. Desde luego tendria que tener unas palabras con Emma. Contar esos detalles en cartas que podrian llegar o no a su destino y que de ser asi caerian en malas manos era peligroso. Sobre todo para quien interceptara la carta. Pero hoy no. Hoy era su dia y yo podia relajarme en aquella taberna amigable con los lobos.

Cínicamente, no podía estar más decepcionada consigo misma por no poder pertenecer a la inquisición. Es algo que ya tenía bien sabido. Si bien es cierto que la magia podía resultar interesante, el hecho de pertenecer a un concilio de magos iba mucho más allá del simple interés en la magia - Entiendo, mi respuesta sigue siendo "no" - le dijo al jovenzuelo - Ninguna de las dos cosas significan mi meta en esta vida.

Si no se encontraba lo suficientemente cómoda con la presencia del licántropo recién llegado, la risotada del jovenzuelo junto a lo que dijo por consiguiente, hicieron que se sintiera apresada dentro de una pequeña disputa entre su especie. Sus dos "compañeros" de barra habían eludido fácilmente el problema, un apodo y un nombre completo, "Yan" y "Racks Gotar". El Capitán del Ejercito hablo de manera oficial, dando a entender que no se trataba de un nombre falso, Yan aun seguía siendo un incognito, al igual que el chico joven.

Ferzan. No es un apodo - dijo tan solo, levantando la mano derecha levemente como si de un vago gesto de rendición se tratara - Y no busco guerra entre hermanos - era centrogarnalica, de eso no tenia duda. Ahora, su manada no era centrogarnalica sino mas bien errante, incluso su procedencia podría ser de muy, muy lejos de Garnalia, del continente Elfico y del mundo conocido - Solo soy una loba solitaria.

Podría haberse callado todo esto y evitar que Racks supiera más de la desconocida mujer que estaba en la barra, y así mismo hubiera sido blanco de la mirada del joven y por tanto, de las futuras sospechas que pudiera tener. De todas formas, ellos ya han dado su voto de no otorgar más quebraderos de cabeza a los propietarios de esta taberna. Cualquier problema con su persona se solucionaría fuera, donde ella tendría libertad para moverse.


"¿Miedo a permanecer encerrada en una guarida de lobos, Corderita?"
Esa sería una de las frases de su hermana, si estuviera aquí.


Ferzan aunó fuerzas en su interior, Racks la había ignorado en un principio y la verdadera ocupación de ella como carromatera en aquellos tiempos, no debería ser un problema ahora que la princesa nigromante había caído. Libre desde el momento en que huyo de su condena, y aun sigue siendo libre. Se giro hacia "Yan" lo suficiente para proseguir lo interrumpido - Y bien, se sabe algo de Dahiena y sus rituales?

Lobos esteparios. Habia oido hablar muy poco de ellos por no decir que era la segunda o tercera vez que oia ese nombre. El licantropo se presento como Racks y afirmaba ser capitan del Ejercito del Crepusculo,que seguramente era uno de los ejercitos que habia tomado la ciudad. Vaya,vaya. Que casualidad.

-Es lo que quieren los dioses-dije mientras contestaba al comentario de "Licantropos peleando entre si"- Que estemos todo el dia peleando. Y vamos a ser sinceros,nos va la marcha. Creo que los que estamos en esta sala ahora mismo no podemos negarlo.

Entonces oi como la llamada Ferzan insistia en saber que rituales realizaba Dahiena. Por primera vez senti envidia por ciertos inquisidores que podian ver el aura de las personas,por que estaba seguro de que la suya era negra. Y si era negra significaba que adoraba al Dios. Eso seria un problema.....para ella. Decidi ignorar ese ultimo comentario,entre otras cosas por que no se dirigia a mi.

-Ferzan....curioso nombre para una loba solitaria.-entonces me gire hacia el llamado Racks- Entonces ¿vosotros sois los piratas o los mercenarios?

No se mostraba diferente ante aquella afirmación de que, los licántropos, han sido creados para luchar eternamente entre ellos. Los humanos, ya de por sí pueden haber sido creados con el mismo fin, igual que los Etéreos a los que Ferzan pertenece también podrían haber sido creados para ese mismo objetivo. Tal vez sea el fin de la creación de las especies o no, tanto sobrenaturales como de la propia naturaleza desde el inicio de los tiempos. No quería pararse demasiado tiempo a pensarlo, peleen lo que peleen los licántropos ella seguiría su camino con tranquilidad, con o sin peleas, sin necesidad de ir buscándolas constantemente. Lo que si le importaba en aquel momento era la insistencia de "Yan" por callarse aquello que ya le había preguntado dos veces... tsk, hombres, tendría que buscarlo ella misma... aunque tal vez la palabra "rituales" no fuese la mejor manera de definir lo que buscaba.

No le dijo nada al muchacho de la barra, le escuchó por supuesto, pero no encontraba respuesta que darle sobre su nombre. El mundo está lleno de nombres e historias, en concreto de nombres exóticos y poco comunes, difíciles de hallar pero seguro que habían bastantes más extraños y/o bellos que el de Ferzan.

Racks y Yan dejaron claro que no son piratas o mercenarios, aunque solo dieron razones de peso para lo segundo. Un pirata no debería tener hogar cuando puede ir junto a su tripulación adonde le plazca? El mundo entero puede ser su hogar. Un pirata no debería poder tener lealtad? La mayoría solo se mueven por dinero, pero necesitan un mínimo de lealtad para que la cooperación funcione, algunos más, otros menos... es más relativo. La única experiencia similar que ella tuvo fue un mes a la deriva en el mar, en un barco repleto de marineros que se dirigían a Garnalia desde Ewë. Se terminó su bebida a la par que oía la extraña insinuación de "Yan" sobre los dientes del Dragon. Si, extraña, sin duda. "Yan" rió y Racks sonrió en consecuencia...

Ahora vengo, guardadme el sitio - dijo sin más, abandonando la taberna a la vez que se colocaba la capucha. Fuera en la calle, a estas horas del día ya empezaba a hacer frio, podía notarlo perfectamente a pesar de las protecciones de su vestimenta. El astro solar ya estaba por esfumarse por completo, dejando paso a la luna que tantas veces la había acompañado en sus noches de caza junto a su amada. Ferzan se escurrió hasta la entrada de un callejón colindante sin adentrarse, apoyó la espalda en la pared y se cruzo de brazos. A simple vista parecía estar haciendo nada, pero su espíritu tras unos segundos de paz y tranquilidad, estaba emitiendo energía Etérea a raudales por el resto de la ciudad. Al no tratarse de una energía mágica, sino mas bien espiritual, ningún mago corriente podría sentir esta presencia. Solo alguien especializado en magia "Aérea" o "Chamánica" podría sentir estas energías y aun así, le costaría bastante distinguir el origen de este poder cuando en este caso, dicha energía se está extendiendo por una cantidad de espacio muy elevada en intervalos regulares, véase gran parte de Aleketh. Ferzan emitía la energía de forma alterna, es decir, su energía Etérea no se estaba extendiendo a una intensidad en concreto, sino que esta variaba indefinidamente de más a menos intensa. A lo lejos en las afueras, una señal Etérea le respondía de la misma manera. Estuvieron así un buen rato hasta que Ferzan se vio "interrumpida" por dos hombres que salían del callejón. No mostraban armas a primera vista pero ella se negó a correr riesgos. Desde la cintura hasta la cadera guardaba su Katana de acero Deldrimor, a la que no dudo en llevar la mano hasta su empuñadura cuando pasaron enfrente suya. Chocaron miradas durante un pequeño rato, hasta que al final se fueron. Supieron desde el principio que era una mujer, aunque no se le viese la cara, su anatomía estaba marcada por la forma feminizada de su armadura. No parecían buenos hombres después de todo, sus caras de pocos amigos parecían molestas de encontrarse con una mujer armada en un callejón, tendrían que esperar otro día para violar a alguien.

Volvió a entablar comunicación con aquella señal, sin dudas se trataba de su hermana, quien la había traído hasta aquí a galope. La energía Etérea de ambas hermanas subía y bajaba a intervalos regulares, algunas veces más altas, otras más bajas. Era su forma de comunicarse, como la comunicación mental sin emplear palabras. Su espíritu hablaba por ellas, empleando el nivel de la intensidad para formar señas y palabras (más o menos como el "Código Morse"), solo descifrable para otros Etéreos, pues este es un don de nacimiento que no se aprende sin más.

Estaré bien, hermana - suspiró en voz baja para sí misma.

Los pequeños granos que caían sin fuerza desde el colorido firmamento estaban teñidos de un naranja brillante filtrados por la luz del sol que poco a poco se escondía en el desértico horizonte. Su capa marrón oscura bailaba al son de la brisa que soplaba paulatina y alegre, sus dorados bordados reflejaban el brillo del sol poniente junto con los que su plateada armadura arrancaba. Velenior alzó la cabeza e hizo una pequeña mueca de desánimo, era la primera vez que viajaba tan lejos con su magia, la última vez lo hizo para adelantar apenas unos metros y ahora la había utilizado para adelantar medio continente. Cada día que pasaba estaba más alegre de haber escogido la especialidad de magia aérea, con un simple mapa podía materializarse donde quisiese incluso sin haber visto jamás el lugar a donde se dirigía. Aun así teniendo aquél control sobre el aire siempre había sido bastante tímido usando sus poderes, pero hacía poco había tenido una charla con Narshel quien le había dejado claro que debía aprender a usar sus habilidades en su máximo esplendor, y cuanto antes. Por eso había decidido comenzar una aventura en algún lugar desconocido para él donde aprendería a usar todas y cada una de sus habilidades, o al menos eso esperaba. Y para él no había nada más desconocido que el sur de Garnália, entre otras cosas porque el desierto nunca había sido algo que lo atrajese demasiado, pero a opinión de la señora de La Torre el desierto era el lugar ideal para no provocar grandes destrozos y sin embargo poder hacer uso de la magia con total libertad.. y bueno, también por interés propio, corrían muchos rumores de que algo grande había pasado en aquella ciudad que alzaba ahora sus muros frente a él.

Su mueca de desánimo era comprensible, había acabado fuera de la ciudad y no dentro como había querido, tendría que practicar el hechizo, pese a la energía que requería el hechizo Velenior sentía que aún tenía la reserva completa lo que significaba que en ese aspecto la magia de aire no le requería esfuerzo alguno. Tras mirar un rato el sol decidió extender sus alas blancas de las que estaba tan orgulloso y volar en dirección a la ciudad. No tardó en alcanzarla pero una vez dentro no supo qué hacer y se decantó por enterarse del estado de esta ahora, y qué mejor lugar para enterarse de cosas que una taberna. La más cercana que sobrevoló fue "La Hija de la Luna" y de ella salían fuertes vozarrones animados por lo que no dudó en aterrizar en un callejón no muy lejano a la puerta replegando las alas sobre la capa, agradeció en silencio al sastre que la había tejido teniendo en cuenta sus alas para que la capa no las aplastase, claro que cuando se trataba de ocultarlas no era un punto a favor. Se dio cuenta entonces de un detalle bastante evidente que aún así no había captado hasta ahora, lo más probable sería que fuese el único elfo en la taberna y seguramente el de las ropas más llamativas, tal vez no hubiese sido del todo una buena idea coger su mejor armadura pero así  mismo la más llamativa que indicaba su clase social, y su capa con el bordado de la casa Neldrel acababa de rematar la faena, qué estúpido había sido creyendo que si había algún peligro estaría bien protegido puesto que se encontraba en tierra desconocida en la que todavía hacía poco que se había llevado a cabo una gran batalla. Ahora parecería gritar al peligro que viniese a por él; en ese momento se le escapó una sonrisa - "Si el peligro viene a por mi, le estaré esperando."- Pensó, aunque lo cierto era que nunca había participado en una pelea en serio, era de aquellos que le incaban más codos a la mesa estudiando que espadas en vientres ajenos, tal vez fuese por eso que le hacía tanta ilusión su primera batalla la cual esperaba poder encontrar en aquél aparentemente infinito desierto. Pero aún así, mientras los últimos rayos de sol se reflejaban en su armadura de plata, se aplicó un hechizo de transformación que lo convirtió en un hombre un poco más bajo para adecuarse a la altura media humana, sus orejas se adecuaron a las humanas también y su pelo se tornó marrón a juego con su capa negra medianamente rasgada con una capucha que se echó sobre los hombros. En cuanto a sus alas desaparecieron en forma de una suave brisa que lo rodeaba.

Sumido en sus pensamientos avanzó por el callejón en dirección a la taberna, dos hombres le salieron al paso con unas caras que no trasmitían confianza alguna, no llevaba el rostro tapado así que una mirada de su seria expresión bastó para acelerasen el paso desechando cualquier idea en su contra que hubiesen tenido en un principio. De pronto algo lo trastocó mucho, su gran afinidad con la magia aérea le trasmitía una extraña sensación, como si una potente energía fluyese por toda la ciudad sin un claro punto de origen pero su instinto le hizo mirar hacia delante donde podía ver una figura apoyada en la pared con los brazos cruzados aparentemente inmóvil, aunque nada indicaba que tuviese algo que ver. Sin conseguir descifrar el significado de aquella energía prosiguió su camino en silencio, cuando estuvo en frente del sujeto lo miró de reojo pero sin pararse identificándolo con una mujer por la forma de su armadura ya que en cuanto a su rostro estaba oculto por una capucha.

Iba a pararse y preguntarle algo pero tampoco se le ocurría nada que decirle y la típica pregunta de "conoces algún lugar.." era bastante estúpida teniendo una taberna en frente. No dejó mostrar su indecisión pues tenía que guardar las apariencias de aquél disfraz pero se dio cuenta de que si ella había estado allí todo el tiempo era muy posible que le hubiese visto aterrizando antes de transformarse y la transformación misma.. sacudió la cabeza tratando de evadir aquellos pensamientos y continuó caminando.

A lo lejos, en la otra punta de la calle una peculiar escena llamó su atención mientras se alejaba de la mujer, unos soldados de brillantes armaduras cargando a un hombre a sus hombros, supuso que era un borracho que se había pasado más de la cuenta con la lengua. Entró a la taberna y vio unos hombres que  se miraban entre si con cierta tensión casi a corro de un hombre que parecía estar en pleno relato de algo o al menos no hacía mucho lo estaba. En la barra, un tanto alejado se encontraba un hombre bastante joven que también miraba a aquellos guerreros. Tomó asiento en la barra sin pedir nada aún observando a los guerreros presentes que contrastaban con las demás gentes. Velenior hizo una barrida con la mirada por la taberna por si había alguna cara conocida pero no había nadie a quien conociese, la situación  en si parecía animada pero él no sabía de qué habían estado hablando y aún no conseguía captar el hilo de la conversación, de ahí su silencio. Además, nunca había sido bueno relacionándose con otros, decían que los humanos eran más abiertos pero con un elfo no sabía si sería así, pocos de los que se había encontrado habían sido amables con él y la mitad por dinero, sobretodo los posaderos. Por suerte se había transformado para ocultar su identidad la cual habría resaltado bastante entre los presentes.  La situación le intimidaba un poco, no quería dar un mal primer paso porque tenía la sensación de que si lo hacía la mitad de la taberna se le echaría encima, y no dudaba de sus habilidades pero no tenía ganas de ganar enemigos de buenas a primeras. Por lo que decidió pedir una jarra de aguamiel mientras se limitaba a tratar de averiguar de qué estaban hablando, aunque el silencio en aquél momento reinaba.

Un juglar entro en la Taberna la hija de la luna. Sus ropas abarcaban toda la gama cromática centrándose los cálidos a la derecha y los fríos a la izquierda así como su pelo, entre dorado y moreno a un lado, y rojo como el fuego en el otro. Una combinación de lo más variopinta. A su vez, la pintura de su cara era también diferente de una mitad a otra.
Los presentes parecieron acallar sus ruidosas conversaciones para contemplar, siquiera por un instante, a este extraño individuo que se había presentado y llenado ese ínfimo segundo, el silencio, con el tintinear de sus cascabeles.
Portaba un violín a su espalda, que, sin embargo, lo cargaba como si de una espada se tratase. A fin de cuentas, su música era su mejor arma. Era capaz de acabar conflictos...o provocar una guerra civil.
Dedicó una pícara sonrisa al dueño del local a través de una de las mitades de su cara. La otra, contemplaba la escena con sentimientos diferentes ¿pena? ¿compasión?.
Se dirigió al tabernero:
-Voy a actuar gratis.-su voz, vibrante, al igual que su aspecto, parecía transmitir dos tonalidades distintas pero armónicas de una forma mágica- Tras ello, será decisión tuya pagarme o apalearme.
La perplegidad del hombre no le dejó responder a tiempo. Ya se había subido a una silla y empezaba a entonar su canción.

Sus Majestades, oigan
llegan los dos reyes
Liberación y Salvación
es lo que prometen
mirad al cielo
mirad las calles
Ni Luz ni Libertad,
sólo sangre

Observad el cielo,
está llorando
como toda familia
a la que han matado
Gracias por nada,
por favor, marchaos.
Solo dadnos la paz
que nos habéis quitado.

Levantó su cabeza de su absorción en la música y, mientras una lágrima surcaba de uno de sus ojos para golpear el suelo, su otro ojo dirigía una sutil pero furibunda mirada a Yandrack durante un pequeño momento. Mirada solo dedicada a este y que nadie mas podría haber percibido de esa manera pues estaba enfocada en esa unica perspectiva.

Apenas había terminado de expandir su "seña" por Aleketh, Ferzan alzó la cabeza tras percibir un ruido sobrevolar por encima de ella. Un aleteo grave, sonoro, pesado; no era casi imperceptible como el de un cuervo mensajero o ligero como el de un águila. El ruido se había trasladado en dirección al final del callejón, intensificándose hasta perderse de golpe, emulando el sonido de un ave aterrizando a tierra. Desde el origen de aquello, emergió en la oscuridad una figura venida de la podredumbre que como es de esperar en alguien así, traía el rostro cubierto y las ropas algo demacradas.

Fue en el momento que dicha persona pasaba por su lado, cuando Ferzan se mostraba incomoda con su presencia, encorvando un poco su figura a un lado. Esta vez su mano no ocupaba la empuñadura de la Katana, sino la de su Daga de Medialuna que portaba atada al cinturón. Al inclinar su cuerpo a un lado estaba ocultando este gesto, atenta y en guardia por si aquella persona se le echaba encima. Era consciente de que el ruido cesó en el callejón antes de que el llegara aquí, antes de que aquellos hombres se perdieran de vista para ella. Ellos guardaban claras sus intenciones al momento que se le acercaron de reojo, Aleketh esta políticamente derruida y cualquier malhechor aprovechara ahora para hacer de las suyas, pero este... no había hecho nada al momento de pasar por su lado. La estaba observando por supuesto, su vestimenta y en especial sus armas no eran nada comunes en el Sur ni en el resto de Garnalia. Lo que temía de este individuo era su apariencia unida a la procedencia de donde había emergido el ruido, estaba asociándolo a los enemigos a los que buscaba.

Alas de cuervo, vestimentas rasgadas y en ocasiones decoradas con plumas del mismo animal, de piel dañada y seca, que viajan lejos de la civilización ubicándose en lugares desamparados, esta es la forma más común que representan. El en cambio estaba aquí, sin mostrarse afectado por la gente que poblaba las calles, su piel parecía normal después de todo, lo que pudo ver de ella bajo sus ropas.

Pasó de largo después del rápido vistazo que le dedicó. Ferzan volvió a colocarse recta, examinó su equipamiento en una ojeada y siguió los pasos de aquel hombre. Se dirigió hacia la taberna donde estaba antes, curioso que un Gehrich se atreviese a pasarse por semejante lugar, aun así ella no bajo la guardia. Entró después de él, observando la escena que había montado cierta persona peculiar, erguida en mitad de la propiedad cargando un instrumento musical en su espalda, cuyas palabras se filtraron en su oído de refilón cuando estaba fuera de la taberna. La comunicación Etérea le requería un nivel de concentración que le impidió escuchar las palabras del Juglar en su momento. Pasó por su lado sin más y volvió a su sitio el cual se encontraba despejado, tal como esperaba, libre y limpio de la presencia de un hombre, aunque no se podía decir lo mismo del resto del local - He arruinado la canción? - preguntó a Yan después de unos segundos de sentarse, su rostro manifestaba fastidio y no quería reforzar ese sentimiento. El sospechoso se había sentado lejos de ella, a una distancia más que respetable. De momento no pudo apreciar en el ninguna señal de energía Etérea, por mas ínfima que fuese.