Capitán Sherak
Capitán Sherak
Humano
Nombre : Sherak
Escuela : La Torre, Castillo del Mar Espectral (magia), Guardiadragones del Mar (lucha)
Bando : La Diosa
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Mentalista
Rango de mago : Mago consagrado, Especialidad en Magia del Agua, Especialidad en Magia de Sangre
Rango de guerrero : Guerrero exaltado, Experto (espadas, una mano; lanzas,una mano; hachas, una mano), Especialidad en Guerrero de Hielo, Especialidad en Guerrero de Tierra
Clase social : Ex-General del Ejército de Wölfkrone; Capitán del Ōmibozu; Guardián de los Oceanos.
Mensajes : 142
Fecha de inscripción : 10/03/2015
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Fusión de reyes (Post Único)por Capitán Sherak, Vie Ago 21, 2015 6:03 pm
La fauna que habitaba los alrededores de las Cuatro Columnas permanecía en silecio, expectante de lo que iba a ocurrir en aquel lugar, en cualquier momento. Y sabían que lo que saldría de aquello sería algo completamente nuevo, formado a partir de algo ya existente.

Aparecí en el lugar mediante un hechizo de teletransporte. Y allí me esperaba una persona: El Rey Bastardo, el hijo de un archimago del Concilio, el Carcelero de Supplicium. Delante de mi tenía a Kvothe Assherai. Aquella persona a la que todo el mundo daba por muerto. Y allí estaba, preparado para el ritual al que nos íbamos a someter ambos.


-Llegas tarde.-

-Lo se, lo lamento. No podía seguirme nadie.-Dije acercándome a él y estrechándole la mano de forma amistosa.
Había tenido que teletransportarme hasta tres veces, contando aquella, para llegar a las Nueve Columnas. No podía permitir que siguieran mi rastro mágico y tampoco podía gastar mucha energía teletransportándome desde la Torre hasta el Bosque de las Hadas de una sola vez. Me agotaría enseguida.


-Creo que está todo listo para empezar. Yo te ayudaré, como ya te dije.-Asentí con la cabeza y me coloqué en el centro del círculo que formaban los nueve pilares. Me quité la capa y el parche, dejando ver un ojo azul, ciego, y una cicatriz que cruzaba por éste. Tiré ambas cosas a un lado y miré a Kvothe, le indiqué con la cabeza que viniera a mi lado, y mientras se acercaba se deshizo de su túnica y sus armas. Una vez a mi lado, me concentré y respiré hondo. Canalicé mi energía mágica hasta dejarla fluir por mis manos. Pronuncié unas palabras y la energía golpeó el suelo. Abriendo un círculo de invocación justo delante de nosotros. Kvothe estaba a mi lado, compartiendo su energía mágica conmigo: Tenía que hacer una invocación poderosa y no agotarme, de lo contrario, la invocación podría salir mal. Volví a pronuciar otras palabras, esa vez para invocar al Mercator que quería.

Entonces, el suelo empezó a agrietarse y a retumbar. Y en el centro del círculo de invocación hubo una explosión. Una tan fuerte que traspasó las barreras mágicas del propio círculo, tan fuerte que la llegamos a sentir nosotros y por poco me hizo perder el control de la invocación.

Pero no pasó, y el demonio apareció ante mi llamada. Estaba allí, esperando, con la tipica sonrisa burlona y superior que tenían todos los demonios.


-Me has invocado, mortal. Y aquí estoy.-

-Gracias por acudir a mi llamada, señor Mercator. Te he llamado para pedirte algo que solo alguien como tu, una entidad poderosa, puede hacer.-El demonio permaneció en su lugar, aparentemente impasible, pero pude ver en sus ojos una pequeña chispa de curiosidad. Perfecto.

-¿Y de que se trata, mortal?-Kvothe se mantenía en silencio, ya no necesitaba su energía, y por lo tanto trataba de permanecer atento a la conversación.

-Queremos fusionar nuestras almas, y no tenemos del poder necesario para hacerlo.

-Interesante... ¿Y que tengo yo a cambio?-Perfecto, el demonio estaba dispuesto a hacerlo. Solo faltaba poner un precio. Y ya lo tenía pensado.

-Todas las almas de aquellos Inquisidores a los que mate, quinientas creo que son suficientes.-El rostro del demonio cambió completamente y se relamió al escuchar la oferta.

-Ámbos sabréis que esto podría salir mal o incluso mataros, ¿no?-

-Lo sabemos, y asumimos lo que pueda pasar.-Respondí con seguridad, y el demonio cambió de posición. Nos invitó a que pasaramos al círculo de invocación, donde él tenía poder. Kvothe fue el primero en hacerlo, y yo le seguí.

-Diría que esto no os va a doler, pero sería mentira.-No me dio tiempo a pensar nada más, pues el demonio empezó la fusión sin avisar. Sentí como me arrancaban lentamente y de forma dolorosa mi alma, no pude evitar gritar. Sintiendo como poco a poco empezaba a perder fuerza y mi cuerpo empezaba a desaparecer, igual que el de Kvothe, que estaba experimentando el mismo dolor.

Entonces, todo se volvió oscuridad. No supe cuanto tiempo, no supe cómo. Ni siquiera sabía si existía. Solo sabía que ya no estaba en mi cuerpo. No tenía tampoco uno. Era todo... Extraño... ¿Estaba muerto? No, no lo estaba. Conocía esa sensación. Pero tampoco estaba vivo.

Entonces... ¿Qué ocurría?

De pronto, una luz. Después, falta de aire, me costaba respirar, y tenía un fuerte dolor en mi interior. Mil imágenes recorrieron mi conciencia, imagenes que conocía, y otras que me eran desconocidas totalmente: Los recuerdos de Kvothe. Y después, cesó todo.
Cuando abrí los ojos, y digo ojos porque curiosamente tenía los dos, observé que seguía en las Nueve Columnas. Pero estaba yo solo, no había nadie más. El demonio se había marchado de vuelta a su plano y solamente quedaba yo, o nosotros.

La sensación que tenía era extraña, sentía que era yo, pero que también era otra persona. Eramos Sherak y Kvothe a la vez, pero juntos formábamos una sola persona. Me sentía fuerte y seguro. Me sentía capaz de cualquier cosa que se me pasara por la cabeza.

Invoqué un espejo que me permitiera ver mi nuevo aspecto y cuando observé el resultado, no pude evitar esbozar una sonrisa curiosa:

Mi pelo era más largo, de color negro. Mis ojos se habían vuelto de un color azul como el oceano, con un brillo de ferocidad y rebeldía. Y mi cuerpo... Mi cuerpo, ahora desnudo, había sufrido un cambio radical. Era mucho más alto y musculoso. Era condenadamente musculoso, tanto que podría ser capaz de matar a un hombre solo con los puños, ya que incluso mis manos eran grandes y fuertes. Parecía un auténtico hombre del norte.


-Sin duda un trabajo impoluto... Dioses... Me siento como nuevo.-Hice desaparecer el espejo y miré a mi alrededor, tenía que buscar algo de ropa antes de volver a la Torre. Por lo que tendría que ir a la aldea que estaba no muy lejos de aquel lugar. Tenía que explicarle a Narshel lo que había pasado, solo esperaba que no se asustase al ver mi nueva apariencia.
Recogí las armas de Kvothe e hice el hechizo de teletransporte hacia la aldea.

Había vuelto a nacer.

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