Entré en la taberna, estaba de paso. La gente de aquel lugar parecía agradable, aun que había también hombres bebidos o con copas de más.

Me adentré en aquel lugar para tomar un trago un tanto amargo, la muchacha de la barra me preguntó:

-Usted doncella ¿qué necesita?

La moza tenia un cabello castaño y alocado, la mujercilla me parecía un poco conocida.

-Deme un trago

Al paso de unos minutos, apareció alguien no se sabía su genero...

Aquel humano era un hombre de ojos castaño, parecía no ser mago tan solo un simple humano. Tenía algo extraño notaba una esencia rara que los demás no tenían ¿ Y si a lo mejor era mago ? o tal vez sería otra cosa. Aunque el echo de no llevar la capa no significara que fuera mago o no yo tampoco la llevaba y sin embargo era maga.

Deje de mirarle, aun siendo que me entraba la curiosidad. Cuando mire a la barra vi ya el vaso con lo que había pedido aquella muchacha,
tome el trago, esta vez lo mire automáticamente mi curiosidad no podía más, aquel hombre era tan extraño...

Me pillo, que le estaba mirado, me dijo de no quedarme levantada.

- No se la verdad, a mi me gusta estar levantada - lo decía sinceramente,no me gusta estar mucho sentada - y a tu pregunta mis ojos son libres de mirar a lo que se le antoje.

no me gusto su tono, no me gustaba nada a el que le importaba si le miraba.

- Aunque si quieres charlar no me incomoda sentarme - No quería peleas estaba sin ninguna fuerza como para poder ganar

Sus ojos marrones son los que ahora sentía penetrar en mi mirada,decidida fui a la mesa más cercana.

- ¿Te vienes?- le pregunte

Aquel hombre se sentó enfrente mía puso dos cervezas, por lo que hablaba era del bando contrario
y no parecía importarle mucho, así que a mi tampoco debía importarme mucho ya que yo lo tuve que aguantar varios años estando en la torre.

Tome un trago de cerveza que había puesto aquel hombre, de repente uno de los humanos de las mesas del fondo gritaba tal como si lo fueran a matar.

El muchacho formulo una pregunta.

-No lo reconozco.

Ya sabia lo que decía no me gustaba lo mas mínimo, apenas me acordaba.

- Si, pocos recuerdos tengo de el, me desterraron.

Me había tocado la pregunta, cualquier persona lo sabría viendo mi cara.

- Que de por sabido que no lo echo de menos, solo a mi familia, por si lo preguntas  por que es por  licantropa, vine aquí antes de la próxima luna llena.

Ahora ya sabia mi real problema, la luna llena no salia hasta dentro de unos días.

- Si soy licantropa, no señora de los lobos, la verdad, cuando me transformo no se que hago la verdad.

No me gustaban tantas preguntas, me tome toda la cerveza de un maldito trago. Mire para todos los lados cuando vi que ningún humano miraba me la rellene otra vez.

- No me gusta que se me pregunte de ello, ni por supuesto responder.

Despues de aquello repare en un hombre, que otra vez entraba esta vez se sabia que era un hombre, además se veía claro que era de mi bando, aquella situación me iba gustando mas...

Aquella tierra fría me traía recuerdos, muchos recuerdos de buenos momentos en los que aprendices volaban por los aires y edificios ardían para luego ser cubiertos por una capa de nieve.

Entré en aquella horrenda taberna en la que tan buena bebida parecían servir y lo primero que me recibió fueron estruendosos gritos de hombres humanos, había olvidado que me hallaba entre humanos y al parecer también lo molesto que resultaba estar con la mayoría de estos. Yo era humano pero hace mucho tiempo que no me consideraba como tal, era un término demasiado generalizado y terminaba siendo usado como insulto por otras razas.

- ¿Se puede saber a qué viene tanto chillido niñas? - Mi voz sonó fría e insultante, pese a los gritos de los hombres lo escucharon con claridad, se giraron en mi dirección, claramente heridos en su orgullo y con mirada asesina.

Ignoré a los hombres volviendo la mirada a una mesa de donde procedía aquella mirada, alcé el rostro para ver mejor al joven y sonreí, un seguidor de la Diosa. No tardé en advertir la presencia de la maga oscura con la que compartía mesa el chico, antes de acercarme escuché varias voces detrás mía.

Los hombres se habían levantado y sacado espadas, navajas y alguna maza. No me volví sin embargo.
- Guardad vuestros juguetes antes de haceros daño - Sonreí avanzando hacia la mesa, estaba seguro, los hombres se abalanzarían sobre mí, ignorantes de mi rango como Nigromante, aun así me gustaba provocarles, hacerles rabiar, resultaba mucho más divertido.

el hombre al cual miraba por el carácter no era nada mas ni nada menos que un nigromante, su carácter infundía mas que respeto si no terror, le invite a sentarse y a los que tenia detrás avalanceandose sobre el les desafile las armas ahora si que parecían juguetes. Al nigromante le puse una silla por arte de magia delante suya.
- siéntese, amigo
no es que me sintiera acobardada por el bando de la diosa es mas al contrario hiva de toda la buena onda y eso  me daba ganas de matarlo a cuchillazos de tan bueno que era, pero nop habia razones para hacer aquello.

Como había previsto los hombres se me abalanzaron aunque con juguetes parecidos a armas, ya no eran armas, la maga se había encargado de ello. Me giré y con un simple movimiento de mano todos los hombres salieron disparados hacia atrás como revotando contra una pared invisible, no era tan invisible sin embargo la pared contra la que se estamparon al llegar al fondo, un instante después caían habiendo perdido el conocimiento.

- No querría dejarte sin clientes tabernero - Sonreí al aterrorizado tabernero que se escondía tras el mostrador rezando por su vida que con suerte no le viera.

Me acerqué a la barra y tras tocarla casi rozándola esta estalló dejando al tabernero al descubierto.

- No reces a la diosa, no te servirá de nada - No le dañé sin embargo, me di la vuelta.

Me senté con los magos, el chico era consagrado y la otra oscura. Ya era extraño ver dos juntos, pero en la misma mesa era algo todavía menos común.

- ¿Qué hace que dos magos contrarios se sienten en la misma mesa a conversar? - Me dirigí a la mujer mientras bebía de mi jarra cogida cuando me acerqué a la barra.

el nigromante se sentó a nuestro lado con una birra en la mano

- la verdad yo descansar, el que quiso acercarse a mi y ya que por una vez en la vida vienen en son de paz...no me voy a justificar-dije con una sonrisa- a estado gracioso lo de los humanos ¿ viste sus caras de miedo ?- reí a carcajada limpia


La verdad el nigromante me daba cierto respeto ya que era un nivel bastante mas alto que yo y aunque fuera del bando de dios no seria capaz ni matar a una mosca solo me encanta aterrorizar a los humanos pero aquel hombre era despiadado.


- la verdad nigromante, este me aburre un rato con su maldita curiosidad


el mago consagrado no me daba miedo, era demasiado buenito tanto que iba de incógnito para no tener peleas. Como no fuera de justiciero no era para dar miedo parecía muy ingenuo al menos para mi edad a mis 93 años de vida

La maga me habló como si fuese su compañero o algo parecido, lo de los humanos no había sido nada, es decir, eran simples humanos sin posibilidad alguna de defenderse, no había diversión alguna en ello. Mientras que ella hablaba preparé en silencio un hechizo que tras cargarlo con disimulo lancé al mago de la diosa, pero éste ya no estaba allí para entonces, tal vez se hubiese percatado de mis movimientos, pero lo más seguro era que fuese simplemente suerte el hecho de apartarse en ese preciso instante. El asiento donde antes se hallaba el mago literalmente se había desintegrado, no había cenizas, ni restos, nada, como si no hubiese habido algo allí jamás.

Me sorprendió lo veloz que había sido el mago pudiendo realizar casi cuatro hechizos en tan poco tiempo, para su desgracia el Tiempo no era algo que corriese en su favor, sonreí mientras cinco lenguas de fuego volaban en su dirección, pero mi sonrisa se hizo más amplia al ver que estos impactaban sobre los hombres que había puesto a modo de escudo, éstos corrieron despavoridos mientras ardían agitando sus ropas confundidos habiendo sido despertados tan bruscamente. Mi primer ataque había errado, el segundo también, pero el mago ya no contaba con su barrera humana, un hechizo de oscuridad salió despedido de entre mis manos pero no llegó a alcanzar su objetivo, la luz que entraba por todas partes lo debilitó siendo fácilmente repelido por aquél extraño báculo que parecía irradiar la misma luz de la que se alimentaba, incluso más fuerte, tal vez la concentraba.

- Eso no es jugar limpio servidor de la Diosa - Le reproché con burla, claramente me refería a usar la barrera humana, humanos inocentes, no era muy propio de un servidor de la Diosa. Pero también me había molestado el hecho de haber conseguido evadirse de mis ataques por tres veces.

Viendo que el hechicero pretendía continuar usando el terreno a su favor salté y caí con el pié derecho, un combinado de raíces, fuego y viento arrasó en un instante la taberna de la que no quedaron ni las paredes ni el tabernero, aquello era un simple solar. Volví a atacar esta vez con raíces, aprovechando la tierra del solar estas irían con mayor rapidez, además me apliqué un hechizo temporal que aumentó drásticamente mi velocidad. Quería divertirme un poco con aquél gusano.