Equipo A:


Alguien mas había entrado en la sala pasando totalmente desapercibido, toda la atención estaba centrada en la norteña que había conseguido realzar de súbito la moral del equipo, en algunos casos extraviados había levantado algo más que unas grandes expectativas hacia una victoria que parecía inminente. Kaith, el recién llegado, era uno de ellos. A sabiendas de que panorama iba a encontrarse ahí dentro, no fue consciente de la remota posibilidad de encontrarse a una mujer participando en un juego de hombres. Menos aun esperaba ver a semejante belleza femenina vestida con sendos ropajes para nada habituales en el campo de batalla.

"¡Mi madre!" -el fornido guerrero del Este se hallaba bajando la pequeña pendiente hasta el punto de quedar casi inmóvil de pie y a espaldas de ella a unos metros de distancia. Sus ojos, abiertos como platos tras su destacable yelmo draconiano oriental, recorrieron de arriba a abajo las espaldas de Kaira estancándose en su visible retaguardia. Una vez ella se diera la vuelta, su mirada volvió a escalar por su cuerpo un metro más arriba sin tomarse ninguna prisa en el acto- "Menudo caballo de carreras..." -asintió con la cabeza frente a ella sin disimulo.

No esperaba encontrarme con alguien como vos en este antro -ante todo, es alguien sincero y con gran autocontrol, no pierde los estribos fácilmente y ante aquella muchacha no iba a ser menos. Sin perder su pose firme, se golpeo la coraza del pecho con el puño manteniendo la extremidad en él unos instantes, mostraba una gran seguridad consigo mismo- Kaith Ragner, he alcanzado a oír vuestras palabras desde la entrada y comparto vuestra opinión -toma asiento en uno de los bancos, acomodando su espalda sin cederle sitio de primeras- No es que sea un caballero con las damas, tampoco me comporto como un bárbaro con ellas, solo quiero decir que como equipo que somos eres una más, y bajo mi mano serás respetada como tal. Si bien, ver a una mujer participando en un coliseo no es algo casual, me alegra ver que no estaré rodeado de puros hombres -apoya los brazos en el respaldo trasero mirando al techo, suspira alto intentando meditar- Cuan larga es la distancia que he debido tomar hasta llegar aquí, espero que merezca la pena. Vos supongo que sois de un caso parecido al mío -la encara sin cambiar la pose- Hasta el momento he visto mujeres con velo, hombres con túnicas y turbantes por doquier pero nadie que se parezca un mínimo a lo que llevas puesto. Confió en que sabes lo que haces vistiendo así, nadie del Sur de este continente portaría ropajes tan livianos solo por este calor -ríe. Intentaba dar pie a una conversación agradable mientras terminaba la preparatoria de la siguiente prueba, que con el tiempo se hacía cada vez mas eterna.


(...)


Bueno, llego la hora del baile -se levanta casi de súbito estirándose y moviendo hombros y brazos con tal de prepararlos para cargar las armas. Guadaña y escudo en mano, se dirigió hacia la puerta sin empujar al pequeño montón que ya se había acumulado en esta. Tendió un brazo en horizontal hacia Kaira cortándole el paso- Deja que salgan ellos primero -le dijo a modo de consejo. Espero paciente a que las puertas se abriesen antes de echar a correr tras ellos- Los impacientes siempre son los primeros en amontonarse, carne de cañón para los primeros ataques. Tu y yo somos más importantes -una vez fuera observo el campo de batalla con cierto detenimiento. El pequeño laberinto de arena y piedra no le permitía ver bien por donde moverse pero si le ofrecía una buena vista de los puntos a conquistar y proteger. Tomo la opción de ir a la defensiva- Bien, uno de nosotros debería quedarse en "A" mientras el resto... -ya que era el único que se había quedado quieto en el punto de partida. Todo su equipo se había lanzado en masa por un solo pasillo en dirección al punto "C", ocupando toda la anchura del mismo- Esta bien, iré yo...

Equipo B:


Detrás de las dos figuras de resplandeciente armadura, cierta escurridiza y esbelta muchacha cuya autentica vestimenta estaba escondida tras un par de harapos sureños, se movía inquieta de un lado a otro guardando un par de metros con los recién llegados sin dejar de observarlos- Que bonito, precioso y hermoso plateado... bello, tan bello como la flor de piel al amaneceeer~ -murmuraba en voz baja dentro de su delirio mental, sus manos estaban entrelazadas y su pose cabizbaja hacia ver que estaba maquinando algo en su cabeza. En un momento dado se acerco a ellos dando un pequeño saltito con las manos por detrás de su cintura.

Hola! Que hermosas ropas vos lleváis sobre vuestras ropas! -su vocabulario no era del todo correcto- Tan brillante, sedoso y suave... -dirigió una mano hacia la armadura de Relia, al mínimo contacto con la misma retiro la extremidad de inmediato- No! Dura como una pared! Que horrible e incómoda, no me gusta -alejándose en el acto, volvió a su rincón oscuro metiéndose mano por debajo de la ropa sureña, a la altura de los hombros y el abdomen casi abrazándose a sí misma, con tal de sentir la suavidad que ella consideraba de su ropa ajustada de cuero y látex- Ooh esto sí es suavidad -miro un par de veces hacia atrás controlando con la mirada al hombre y a la mujer con armadura sin mediarles palabra. Después de un pequeño tiempo consiguió calmarse y recuperar un mínimo de cordura, sentándose en uno de los bancos vacios.


(...)


Se nota que tú no quieres jugar a esto, verdad? -Nimue se hallaba frente a frente semi-agachada hablando con uno de los muñecos de entrenamiento ubicados en la esquina inferior derecha de la habitación- Mmmm está bien, si... tenéis razón, son unos aburridos. Si no fuese tarde para echarse atrás estaría en tu lugar, tan cómoda ahí quieta e ignorante a todo lo que me rodea, sin tener que soportar a esos molestos y sudorosos guerreros... ¡Como los odio! -levanta los brazos y puños en el momento de la exclamación. Desde la arena, el anunciante había dado rienda suelta a todos los participantes al poco de que se abrieran las puertas de los tres equipos -¡Ya esta aquí! -Nimue se dirigió de súbito hacia la puerta atravesando a todo hombre o mujer que encontrase en su camino por cualquier método a su alcance. Empujes, saltos, hasta colarse por debajo de sus piernas, todo le resultaba valido- ¡Habrán paso a esta zorra! ¡Es hora de jugar! -miro a su alrededor un leve momento asimilando todo lo que podía del campo de batalla- Si por este lado tenemos "A" y por este tenemos "C", donde demonios estará...? Ah claro, "B" somos nosotros, ahora todo tiene sentido -dirigiéndose al medio sin ningún temor, señalaba con el dedo el camino a seguir- Pito pito gorgorito tu serás mi favori- A ESE! -comenzó a correr en dirección al punto "A" con los brazos tendidos hacia los lados y el cuerpo inclinado hacia delante formando una "Y" humana que se desplazaba a gran velocidad- ¡¡¡Wiiiiiiiiiiiiiiii!!!

Equipo A:


Conforme la norteña se alejaba del engreído luchador, al darse media vuelta, en la distancia la mirada inquieta de otro hombre acechaba cada milímetro de su cuerpo, lo cual no se trataba de una novedad. Sus pasos se dirigían hacia el pequeño cuadrado asfaltado donde estaban los bancos y por ende, hacia su acechante que se encontraba justo al lado. La mirada de Kaira recorrió el cuerpo del sujeto en un rápido vistazo, desconocía por completo el origen de sus ropas y no estaba en disposición de intentar reconocerlas, con el poco mundo que había recorrido lo mas que podía decir es que no eran ropas para nada comunes en el norte. Siguió subiendo hasta su yelmo, de un aspecto más exótico y extravagante, cuya visera desvelaba toda la verdad que la muchacha necesitaba saber sobre él, por ahora.

Te gusta lo que ves? -Kaira había retomado la pose tras envainar su espadón al coselete, se mostraba neutra sin llegar a ser nada desagradable con él, había comenzado la conversación en primer lugar antes que él- Nadie espera encontrarse alguien como yo en ninguna parte, es por eso que pocos se atreven siquiera a hablarme -responde abiertamente a su primera reacción, inclinando la cintura a un lado con una mano en el borde de la cadera adoptando una pose tentadora- Kaira Stegalkin, encantada Kaith- permaneció de pie en el sitio, asintiendo con la cabeza ante lo que el recién presentado Kaith estaba diciéndole, y no podía estar más de acuerdo con algo tan simple y a la vez tan complicado de entender para muchos- He visto desde el primer minuto que no eres nada caballeroso -haciendo amago de su impresentable forma de sentarse casi obstaculizándola a ella- Sin embargo, en ninguna parte de mi está escrito que sea una dama o alguien tan sensible que con solo golpearme me haga añicos como un cristal. Haces bien en no tratarme como una niña -se acerca al mismo banco en el que está sentado a pocos centímetros de sus piernas, en espera de que se retirase un poco para poder sentarse a su lado. Le dedico una sonrisa al momento de captar el favor, desenvainando su arma apoyándola de pie sobre el suelo y el banco mientras la sostuvo por el filo con la mano, con tal de adoptar una pose similar a la suya sin herniarse en el intento- Hasta el momento he visto hombres que apestan a kilómetros de distancia, mujeres que con verme se dan por aludidas y me lo pagan con odio puro porque no las represento bien... pero nada que se parezca a ti -lo encara desafiante, respondiéndole de la misma forma- Confías bien en mi entonces, señor trapos largos. Con esas pintas debes estar pasando más calor que yo, eso es seguro -corresponde su risa entablando una conversación duradera con él, no le parecía un hombre para nada desagradable y congeniaba bien con su forma de ser. Durante aquella hora de espera, empezó a ver en él la figura de un hombre que no solo se había detenido a verla por su físico, y eso le gustaba.


(...)


¡Por fin ha llegado la hora de repartir mamporros! - Kaira se levanto seguido de Kaith estirándose y chocando los puños de ambas manos entre sí. Con el arma envainada dio un pequeño salto hacia el bullicio que ya se estaba montando a la salida, cuando el brazo de Kaith la detuvo. Sonrió, se trataba de una sonrisa dulce y a la vez traviesa- Eres malo... vas a dejar que vayan primero? -dijo casi halagando sus intenciones, las cuales captó de primeras cuando el resto de luchadores comenzaron a correr hacia la arena una vez dada la luz verde- ¡No prometo que pueda defenderte de todos ellos cuando se te echen encima por haberles tratado como carnaza! -bromeo, chocando puños con él en un gesto de simpatía. En ese momento había oído a Kaith decir algo en la lejanía pero apenas pudo oírle, ya estaba enfrascada en mitad de la batalla y no le dio importancia a aquellas palabras.

Comenzó a correr por el pasillo que llevaba a "C" con el espadón desenvainado y apoyado en su espalda sujeto por el mango con una sola mano. Los luchadores del susodicho Equipo "C" respondieron la ofensiva con otra ofensiva de la misma índole, ambos equipos chocaron en el mismo hueco del pasillo simultáneamente enfrentándose cara a cara en múltiples batallas individuales. Varios quedaron atrás por la falta de espacio, Kaira estaba entre estos últimos, se vio forzada a frenar casi al momento dejando que sus compañeros al frente se pegaran de bruces con los oponentes del contrario que estaban también en la primera línea- Eh, chicos? Voy a poder pegarme ya? -tomaba distancia tratando de evitar los repentinos empujones- Hablo en serio, no he venido a mirar como otros se pegan...

¡Muerte, muerte!
¡Tu camarada ha caído!
¡No cedáis ni un solo metro!

Kaira miro a su alrededor intuyendo cuales eran las intenciones del equipo restante, siguió sus pasos con la mirada de vez en cuando sin perder de vista el frente.


Equipo C:


Nada especial ni relevante había ocurrido en las puertas del Equipo "C" antes de la campanada de salida. Al poco de empezar las pruebas transcurrida una hora completa, Phoenyxia se situó primera frente a la puerta de salida con lanza y escudo en mano adoptando una pose firme y estándar, algo que no le había gustado nada a cierto individuo que en todo momento se hallaba cerca de esta.

Eh, hombretón -vestía una multitud de tiras de cuero grueso a través de un fornido pecho desnudo donde en el centro se hallaba una anilla de hierro que mantenía unido todo el conjunto superior. De cintura para abajo le acompañaba un faldón de cuero reforzado por una fina capa de filigranas de acero que le servía mas como decoración que como protección. A sus espaldas, un martillo a dos manos cuyo cabeza sería capaz de hundirle el pecho a cualquiera - Te crees importante robándome el sitio?
Todo lo contrario, buen hombre -la pacifica pero imponente voz de la caballera salió a relucir a través de su robusta armadura, dando a conocer su autentico genero- Vos parecéis un perfecto guerrero de asalto pero carecéis de proteccion eficaz. Dejad que mi escudo os abra camino a vuestros contundentes golpes.
Vas a decirme que hacer? -hincho el pecho de orgullo, chocando frente a frente con ella- Mujercita de tres al cuarto, a mi no me intimidas con esa armadura -escupiéndole al pecho casi por la zona de la garganta. Phoenyxia tomo la saliva con cierta repulsión interna, si bien es cierto que guarda respeto hacia sus competidores, no toleraba que mancillasen tan preciada armadura. Golpeo al responsable con el guantelete en la cara impregnándole con su propio escupitajo, antes de que se lanzase de nuevo sus compañeros lo agarraron por cada hombro intentado hacerle entrar en razón. La caballera abandono el encuentro por su mano, acabando de limpiarse el pecho de aquella horrenda sustancia.

Sin alejarse de la puerta, espero paciente a que diesen luz verde para la salida. Comprobó que su casco estuviera bien ajustado al resto de la armadura así como el estado de la misma y de sus armas, una vez se sentía lista se coloco en posición de carga- Si son listos prescindirán de combatir en lugares tan estrechos siempre que puedan, algún espabilado intentara colarse y conquistarnos la base. Yo seré la encargada de que eso no ocurra, el resto está en vuestras manos -informaba al resto del equipo antes de su salida, cargando con el escudo a un lado y lanza en ristre. El desplazamiento hacia la base "C" fue rápido y fácil, nadie seria lo suficientemente rápido y suicida como para colarse de súbito en las puertas del enemigo y quitarle su más preciada posesión en sus propios rostros justo en el inicio de la batalla, donde más influencia existe en la zona de inicio. Los espectadores cuyas gradas se encontraban más cerca de la base comenzaron a agitarse de la alegría, muchos de ellos ya sentían que estaban dentro del bando ganador, que la victoria y el dinero apostado les pertenecían ya de antemano, solo con ver la imponente figura de Phoenyxia aposentada en el mismo centro del circulo. Junto con los ánimos por parte del público, pronto empezó a llover la confusión y las miradas extrañadas entre ellos, todo por la composición y el llamativo contorno de su armadura.

Eso es un hombre o una mujer?
No lo sé, parece un hombre con bultos...
-Uno de los más longevos y espabilados espectadores se alzo de súbito y grito al cielo- ¡Yo me la tiraba con la armadura puesta! -lo que provoco carcajadas entre el público que se mezclaron con toda la euforia acumulada en las gradas.

"Los nuestros se han enfrentado de bruces contra esos brutos del Equipo "A", si el "B" toma la iniciativa en ese enfrentamiento en lugar de partir a las bases esta batalla podría ser determinante bajo su mano... si lo hacen bien, tendrán el control absoluto... o lo intentaran" -pensaba desde su posición aferrándose bien a las armas.

Tras matizar sus palabras el rey dio comienzo a los juegos, participantes variopintos se repartían entre los tres equipos, algunos muy extravagantes, otros más clásicos. Mientras iban tomando posiciones Velenior observó el palco. El blanco resaltaba como monocroma en aquél espacio, paredes y techo. Además del improvisado trono que se hallaba casi al borde, con un pequeño alzado para poder ver bien los juegos incluso sentado, se hallaban dos asientos, uno a cada lado. No eran tan grandes como el trono pero sí igual de cómodos. Velenior, que había permanecido de pié todo el tiempo buscó un lugar donde sentarse, una silla de madera oscura le proporcionó lo que quería, con reposabrazos lo que destacaba su alto respaldo acabado en punta, en él había diferentes grabados en un idioma que no reconocía.

Reparó entonces en la mesa que se hallaba como una isla en medio de la estancia aunque lo suficientemente alejada del trono para no resultar agobiante. Si bien las vistas se reducían considerablemente desde aquella posición otras cosas la suplían, en concreto una serie de bandejas y cuencos con manjares de toda clase; lo segundo era lo que más destacaba con frutas variadas y colores vivos. Tomó una uva y se la comió, para estar en el desierto no les faltaba agua, se preguntó de dónde las traerían. Al lado del racimos, esparcidos por el cuenco, había unos frutos de piel arrugada y marrón, que por el aspecto parecían haber estado una eternidad allí, pero sin dejarse engañar por las apariencias tomó uno y se lo llevó a la boca, en efecto el sabor era exquisito. Como nunca había visto un fruto parecido miró a Yandrack: - ¿Son típicos de la región majestad? - Preguntó mientras alzaba uno con la mano derecha.

Una chica extraña se unió al reducido grupo de participantes en aquella sala. Un chico alto y rubio, de cara cuadrada y penetrante mirada azul se levantó de los bancos dispuestos en fila en los que reposaban la mayoría. Se dirigió sin mediar palabra a la parte trasera de la estancia donde se encontraban aquellos muñecos de entrenamiento de los que parece que nadie se había percatado, el suelo era arenoso y tenía alguna que otra piedra no muy grande. Se sentó, llenó el puño de piedras y empezó a lanzarlas desganado a lo que se suponía la cabeza de aquellos maniquies. La recién llegada pareció fijarse pero no se interesó en lo más mínimo por él así que se digirió allí aunque por diferentes motivos (cambiar de lugar en que recostarse) . Cuando llevaba ya diez piedras y vio que no quedaban más a su alrededor puso los ojos en blanco, no tenía ganas de levantarse para recoger las que había lanzado,

- ¿A qué viene tanto silencio?

Los hombres que había allí le miraron sin ver, todos estaban aburridos esperando. Uno de ellos respondió sarcástico: - La calma antes de la tempestad – El chico sonrió – Tienes razón – Se levantó apoyando una mano en su rodilla derecha. Una voz reconocible anunció el comienzo de los juegos.

- Bien, ya es la hora. A ganar.

Todos salieron poco a poco, ninguno tenía prisa y él menos. Excepto aquella pequeña chica que hablaba sola, que salió disparada como un rayo a Dios sabe dónde. Una voz le saludó por detrás.
- Tu cara me suena amigo, ¿a qué te dedicas?
- A nada en especial – Respondió cogiendo un pequeño escudo redondo y un gran palo acabado en punta que asemejaba a una lanza casera.

El sol brilló sobre sus cabezas cuando salieron sobre la arena, pese a que podían ver a los rivales unos caminos señalados con piedras dificultaban la tarea de acercarse. Sin apuro, como si no tuviese nada que temer, llegó hasta la mitad del camino que llevaba a la zona A, al parecer la zona C estaba abarrotada de gente que llegaba por la a y algunos de la B que les siguieron. Aquello parecía no importarle, se situó sobre la arena, derecho y serio pegando el pequeño escudo a su cuerpo. Podían haberlo confundido con uno de los guardias que circundaban el recinto para asegurar que nadie era herido de muerte, es más ¡vestía exactamente igual que aquellos guardias!

Pero nadie tenía ojos para ellos igual que no los tenían para él, no era de extrañar sin embargo; si algo resaltaba sobre la arena eran las brillantes armaduras plateadas de una pareja alta con porte caballeresco que nada más salir comenzaron a pegar a diestro y siniestro, lo curioso era que aún ni siquiera habían usado sus lanzas, sus grandes escudos acabados en pico eran herramientas más que suficientes para despachar a sus rivales casi sin esfuerzo.

El sol asediaba y no era `para menos, estaban en el desierto. Por suerte para aquellos que se hallaban en las gradas había ciertas comodidades (innovadoras o no lo cierto es que eran de agradecer), como por ejemplo algún que otro toldo o incluso cubos de agua transportados por un joven mozo de cuadra. Pese a estas comodidades la cara de Alakrad  (por suerte tapada por sus ropajes) era un cuadro, y sus compañeros casi tan indignados como él.

- ¿No se supone que vamos de incógnito?¿Por qué se ponen su mejor armadura ahora?
- Una buena pregunta que de seguro le haremos a esos dos cuando ganen
- Eso eso disfrutemos del espectáculo – corroboró Therion sin ganas de discutir con un pequeño aleteo de mano para restarle importancia.

Alakrad sabía que esto les podía acarrear problemas pero eso ya no lo podía evitar. Se concentró en el juego sin fijarse en el caballero del camino de la A, un simple guardia más.

Importante:

===========================================(On Rol)===========================================


¡¡AIHEEEYAAAAAA!!

El grito de la norteña se alza imparable desde un lateral del pasillo donde se desarrolla el pequeño campo de batalla. Pese a portar un espadón sobre el hombro diestro apoyado por la mano que corresponde esta pose, la guerrera escogió una mínima de las muchas oportunidades de distracción que pudo encontrar para flanquear el pasillo y escoger a uno de los desafortunados de atrás que como ella o otros tantos esperaban su turno para entrar en el frente. Con esto no solo lograría adelantar la batalla como otros tantos ya comenzaban a hacer, sino que les daría algo que hacer a los susodichos que se encontraban en la retaguardia.

Y hablando de Kaira, les daría algo más que quebraderos de cabeza...

Desde el exterior del pasillo, la pelirroja esboza su grito de guerra en lo que demuestra su habilidad acrobática subiéndose hasta las piedras de un salto, donde clava el espadón en la arena con fuerza propulsándose al frente y golpeando de una patada con las grebas al primero que encuentra. En ese momento estaban teniendo un confrontamiento directo con el Equipo C. La victima retrocede por la contundencia del golpe siendo sujetado por sus compañeros antes de resbalar y llegar a tocar suelo con la nuca, quienes alertan al resto de su presencia sin perder de vista al resto del Equipo A que en ese momento también estaban flanqueándoles.

¡Allí! ¡La macizorra pelirroja!

¿Macizorra? -sonríe confiada en lo que retoma el espadón completamente en su mano diestra golpeando de revés con la zurda a uno de los contrincantes despistados que tiene en la retaguardia, probablemente por las vistas que le ofrece, con la suficiente potencia para que retroceda y tropiece torpemente sobre las piedras del pasillo- ¡Me encanta cuando lo reconocen! ¡Vamos allá!

Lo que parecía un intento de ofensa o más bien un piropo en toda regla, solo lograría motivarla a su máximo nivel.

Kaira desplaza el mango del arma al frente en un golpe rápido que es fácilmente bloqueado por el primero de sus oponentes. Un segundo a su costado se agacha forzosamente en cuanto la guerrera se percata de su cercanía, quien zarandea el arma en horizontal en su dirección sobre su cabeza desde el hombro a la vez que gira hacia el responsable dándole la espalda pateándole en el estomago, como si de un burro dando una coz se tratara antes de cederle una oportunidad para atacarla. Inclina la cabeza al frente situando una parte del filo entre dicha extremidad y el arma de su rival interceptándola en seco mientras retoma la posición frente a frente en otro giro semi-completo. Prepara su arma para un poderoso golpe descendente que amaga sin siquiera sacar el arma del hombro, tomando al rival del cuello y lanzándolo al suelo con todas sus fuerzas.

Se desplaza a su segunda víctima que yace en el suelo tratando de erguirse quien recibe un rodillazo en la barbilla por parte de la pelirroja, amagando de nuevo un golpe en horizontal frente a ella con la espada hasta que propina el golpe, forzando al rival a mantenerse bajo y recibir el rodillazo, lanzando posteriormente el espadazo al frente que más bien sirvió para mantener a ralla al resto mientras se les arrojaban encima el resto del Equipo, adelantando posiciones del mismo. Mientras esta susodicha victima cae al suelo, Kaira se aprovecha de la situación ventajosa y se acerca hacia el primero de sus oponentes boca arriba en el suelo en actitud chulesca pisando su mano obligándole a soltar el garrote que trae con él. Clava el espadón con fuerza en la arena y se abalanza de culo (literalmente) situada de lado sobre su pecho interrumpiendo cualquier intento de levantarse por su parte. Sus 85kg de musculo y grasa a pares iguales son suficientes para mantener a raya hasta a un hombre medianamente fornido bien atado al suelo con todo el peso de su cuerpo.

Mándame al soldado más poderoso de tu equipo, o muere feliz aquí mismo~ -sonríe atizándole pequeñas bofetadas. Sería su forma "amable" de mantenerlo quieto con los brazos pegados a la arena.
¿De qué hombre me habla uste´? Aca tenemos a una señora asin de alta. -intenta en un nulo gesto imitar la altura de quien se encuentra custodiando el punto C. Kaira al contemplar como levanta el brazo, le propina un puñetazo a la nariz.

¡Sea Soldado o Mujer, Kaira Stegalkin necesita un reto de verdad!
¡`Ta bien! ¡Mira en el punto "Se"! -deja esta vez entrever su inocente gesto señalando adonde se encuentra la negra figura azabache que hasta en la distancia intimida a casi cualquiera que osara acercarse a ella. Kaira mira el dedo hasta la caballera oscura, volviendo a entonar una cierta dulzura en sus palabras.

Bien hecho, mi esclavo. -tomándolo del pecho en lo que levanta su trasero del mismo para volver a lanzarlo a la arena después de levantarlo unos palmos de la misma. A todo esto, observa divertida como el otro oponente que había derribado estaba intentando con todas sus fuerzas sacar el espadón de la arena, en lo que la pelirroja toma el arma desde abajo de la empuñadura por el filo, cuyo guante le impediría cortarse con este lo más mínimo.

¿Te la levanto, abuelito? -haciendo fuerza poco a poco hasta el punto final donde desclava de sopetón la espada golpeando al individuo con la punta de la empuñadura en toda la barbilla con la misma fuerza que saca el arma. Sin soltarla del filo, la empuña a dos manos por esta zona golpeando en horizontal contra el pecho de su adversario en un fuerte empujón que le serviría de advertencia, y también para visitar de nuevo el suelo con su espalda. Retoma el espadón desde la empuñadura manteniendo el arma sobre su cintura arrastrando el filo por la arena, dispuesta a golpear a todo aquel que ose cruzarse por su camino.

Avanza confiada en carrera hasta la susodicha figura que se detiene a observar preparando el espadón sobre su hombro. En un principio se siente ligeramente intimidada por los, aproximadamente 2 metros de la figura abultada que se encuentra junto a ella y que probablemente a juzgar por todo lo que lleva en cuanto a armadura y armas, le sacara un par de decenas más de su propio peso en cuanto a musculo. Phoenyxia así mismo, observa impasible la figura de la pelirroja semi-desvestida situándose con un paso al frente, su lanza en ristre y el escudo de torre clavado en la arena. Su llana presencia es suficiente para transmitir su mensaje.

*Tu... de todos los pueblerinos y soldados aquí residentes en esta batalla. Precisamente tú, te atreves a acercarte a mi...* -piensa. A través de ese yelmo oscuro se esconde un gesto arrugado que denota una cierta Ira bajo la concentración de acero que la caballera muestra en esos ojos castaños, que es sino lo único que se percibe de su autentico ser bajo esa montaña de armadura.

Jeje... ¡por fin alguien que merezca la pena! -Kaira sonríe en confianza abalanzándose con una estocada a dos manos hacia la caballera, que para casi en seco con su escudo de torre. La pelirroja toma el arma por la empuñadura y el filo que permanece en horizontal sobre el escudo cuando Phoenyxia responde con toda la fuerza de su brazo zurdo, y a pesar de la desventaja en cuanto a las extremidades de cada una empujando simultáneamente, parecía incluso que la caballera estaba ganando el encuentro por momentos.

Kaira se separa de su contrincante tratando de flanquearla por el costado viéndose incapaz de superar la férrea defensa que le proporciona semejante escudo a su rival, con el único fin principal de invadir el circulo que recae en los pies de Phoenyxia sin éxito. La caballera no necesitaba moverse en exceso viendo que era la propia pelirroja quien debía de moverse en mayor medida para llegar siquiera a poner un dedo dentro del área. En ocasiones, la caballera amenaza con su lanza sin llegar a precipitarla al frente solo para contemplar cómo se estaba moviendo la muchacha en esos instantes que la rodea sin cesar, sin dejar de moverse.

En un momento dado, la pelirroja torea a la caballera en diferentes direcciones golpeando numerosas veces el escudo con la empuñadura solo para despistarla por el ruido ocasionado, haciéndola pensar que se dirige a la dirección contraria de la que realmente pretende ir, hasta que se abalanza de nuevo con el arma por delante a dos manos sobre la empuñadura y el filo empujando con fuerza a la vez que se desplaza un poco de lado apoyando una extremidad dentro del circulo- ¡JA! ¡He apoyado el pie izquierdo! ¡Territorio en disputa, puerco acorazado!

Phoenyxia levanta la mirada aun impasible- Olvídalo. -en lo que por primera vez en la batalla una voz ronca abandona las cuencas de su yelmo que no pasa desapercibida para Kaira, quien rápidamente la distingue pese a lo rota que pueda sonar- *Ostias! Es una mujer?* -la caballera rubia abandona su lanza tomando el escudo de torre a dos manos que inclina en diagonal dejando que la pelirroja caiga sobre la superficie de este con el peso de su empujón, para posteriormente con la fuerza completa de sus dos brazos carga y arroja por los aires a la guerrera hacia el lado contrario del área esférica reflejada en el suelo. Kaira sorprendida en una leve exclamación, solo se ve capaz de observar como recorre volando por unos instantes toda el área que fue incapaz de invadir, cuando al momento de tocar suelo, toma el arma con las dos manos tratando de girarse en el aire para caer de lado con la espada al frente mientras se encoge de brazos y piernas sobre su eje de gravedad, que no es otro que su vientre.

Al momento de la caída, sigue la fuerza de la trayectoria clavando la espada en diagonal sobre la arena cuando se ve capaz de extender los brazos y realizar la maniobra evitando un auto-lesionamiento sobre las partes desprotegidas de su cuerpo con el filo, mientras extiende las piernas formando un montículo de arena con el que se impulsa levemente ejerciendo fuerza con los brazos hacia arriba, reincorporándose de rodillas en lo que saca el espadón de golpe hacia Phoenyxia provocando una pequeña ola arenosa hacia su persona. Gira en un circulo completo con el filo extendido siguiendo el trazado con su propio cuerpo, ya que se estaba dejando llevar por la fuerza de esta última maniobra, terminando alejada a unos pocos metros de la caballera con el espadón de vuelta al hombro en una pose firme con la cadera inclinada. La pobre desafortunada por el impacto se ve obligada a bajar la cabeza de bruces en una tos descontrolada por culpa del fuerte golpe en el abdomen al caer y la arena que se ha tragado al momento de impactar y rodar, sacudiéndose de la frente con la mano libre su larga cabellera que ahora ondea totalmente dispar por los hombros y espalda, salpicada por el susodicho impacto.

Phoenyxia, el torreón de acero humano, quien ha recuperado su lanza, se planta nuevamente impasible guardando las distancias con su oponente sin abandonar el circulo del Equipo C. Clava el escudo y la lanza en tierra sin soltar sendas armas, firme e inmóvil como lo que representa. Sus ojos castaños reflejan exactamente el mismo vacio que antaño sin mostrar ningún indicio de cansancio vigente.

¡Pronto conocerás a la Guerrera más fuerte y hermosa de todo el Norte de Garnalia! -se recupera orgullosa alzando la cabeza preparada para pasar de nuevo al ataque.




Lejos de estas dos, al otro extremo del campo se encuentra Kaith custodiando la base del Equipo A sin ninguna eventualidad relevante a la vista. Porta la guadaña sobre su mano diestra que rasga y afila sobre el escudo de lagrima en su otra mano, observando el frente de vez en cuando bastante aburrido.

*Si por lo menos la pelirroja del tanga me hubiese acompañado, tendría unas buenas vistas...* -sus ojos parecen más puestos en la figura de Kaira que se encuentra en ese momento combatiendo a la caballera oscura, cuyo genero es incapaz de diferenciarse desde tanta distancia- *Pero no estoy ni remotamente cerca de ver bailar esos glúteos, tsk...*

Se muestra mínimamente fastidiado en lo que algo a su alrededor despierta su atención. Mira hacia una de las paredes del supuesto pasillo que conduce al Equipo B viendo una mano ajena salir de la pared de piedra formando pequeños montoncitos de arena que arroja torpemente hacia la posición del guerrero del Este. Kaith observa extrañado y callado la situación, alarmándose cuando algo sale de esta cobertura agazapada avanzando hacia él a gran velocidad en círculos, mas rápido de lo que esperaría.

La figura inquieta que resultaba ser la muchachita en cuero y látex, avanza agazapada y escarba en la arena un pequeño agujero formando un montículo donde esconde la cara sin molestarse en ocultar el resto del cuerpo. Se mostraba gacha, con la espalda inclinada y el trasero en pompa al lado contrario donde mira Kaith, cuando de pronto sale en carrera hacia las piernas del guerrero lanzándose de cabeza a través de ellas. Antes de que este pudiera darse la vuelta, ese algo trepa por sus hombros rodeando la cintura de Kaith con sus piernas en lo que empieza a darle golpecitos en la cabeza con los nudillos.

¡Cucucucucucu! -exclama en una liviana voz bajando por donde ha venido en un descuelgue sumado a un ruedo por el suelo cuando Kaith logra reaccionar al "ataque".
¡¿Pero qué coj...?!

Se gira precipitadamente hacia la dirección donde vino la muchacha, y allí la encontró inclinada de espalda como si estuviera haciendo una reverencia, erguida en esta ocasión sobre sus pies, mostrándose divertida y alegre frente a las reacciones del joven adulto armado con guadaña y escudo, que a diferencia de ella, no parecía portar ningún arma- Hola! Que hermosas ropas vos lleváis sobre vuestras rop... No, eso no era. -para por un momento dubitativa con el dedo en el mentón.

Hoy es mi día, no paro de encontrarme jovencitas extravagantes, y... -calla por un momento fijándose en la pose de la muchacha y en la ropa que llevaba. Los ojos del guerrero se desplazan a través de esos muslos inclinados siguiendo la curvatura que asciende mucho antes de llegar a la espalda y que es claramente visible desde su pose y su altura- *Oh... mierda, deja de pensar en eso, que es solo una niña. Al menos lo parece. Que hará alguien tan joven en esta competición?*

Aja! -despierta de pronto la joven señalándolo en lo que recupera la postura completamente erguida de un saltito- Tu también hallarse sorprendido por encontrarse con la poderosa zorrita! No temer! -emplea un dialecto en ocasiones bastante erróneo- Puedo acabar en un momento con esto. Solo quédate ahí, y procura salir cuanto antes de ese circulito~ -se acerca intimidante- Espera, no, no te quedes ahí, más bien sal, huye! Déjame a mi ese área tan bonita y chiquitita!

Je, tienes el sentido de tu dialecto donde mi compañera pelirroja se ha dejado la dignidad en su vestimenta. -sonríe correspondiendo su acercamiento, preparando la guadaña para golpearla en una desconfianza inicial que muy pronto se mermaría al ver como la muchacha Nimue antepone el brazo hacia el arma y detiene el ataque. Solo se escucha un ruido metálico bastante liviano sobre la zona afectada, como el acero que compone sus armas y escudo. Kaith trata de atacarla por varios flancos enfocando sus extremidades, en lo que Nimue responde en agiles acrobacias de esquive llegando a saltar por encima de la guadaña en una voltereta mortal, o a apoyar los brazos en el suelo para hacer el pino y parar los ataques con las piernas a la altura de las pantorrillas sin dejar de moverse hacia los lados, donde a la hora de bloquear los cortes se escuchan de nuevo esos chirridos de metal rasgando una superficie que no parece afectar al traje que porta. Durante uno de estos esquives, Nimue se reincorpora atacando con la mano desnuda hacia el pecho de Kaith en un arañazo, cerca de la nuez. Al principio no llega a notar nada, pero cuando este se lleva la mano a la zona afectada víctima de una irritante molestia y ve su guante empapado en unas gotas de sangre, logra sobresaltarse levemente.

La muchacha alejada de su posición no hace más que sonreír cada vez con mayor travesura. Sus escudetes han realizado su función a la perfección ocultos bajo su peculiar e intacto traje. Más arriba, cuando Kaith mira las manos de la chica, nota que de pronto y de la nada sus uñas han crecido llegando a desarrollar unos escasos centímetros de altura pareciéndose mas a pequeñas zarpas que a las uñas de una persona común.

Bicha rara... -esboza en un enojo visible enfocando su completa atención en la pelea. Antes le bastaba con contenerse por enfrentarse a una niña, ahora ve en la muchacha de enfrente algo más que lo aparente. Nimue tan solo permanece sonriente en una pose firme haciéndose una rápida pasada con las uñas por la lengua, sorbiendo rápidamente la sangre que ha extraído de Kaith con el arañazo, deleitándose con su sabor.

Mmmm, bicha rara... -lo imita- Zorra Nocturna es el conjunto de palabras que buscas. Miau, miau, miau~ -inclinándose de nuevo sobre su espalda rodeando al individuo a través del circulo, aunque más bien esto ultimo parecía importarle poco o nada. En ocasiones, amenaza con agazaparse en la arena y avanzar como una gata arañando la arena en rápidas pasadas que arroja a Kaith como distracción.

Una canción pegadiza le empezó a rondar por la cabeza sin motivo aparente, el ambiente cálido en contraste con la suave brisa que llegaba del oeste colándose entre las columnas lo llenaba de energía. Magia, tenía sentido, aunque se sentía un poco decepcionado, había esperado cosas como carretas repletas de frutas exóticas, pero lo cierto es que la magia era mucho más eficaz en ese aspecto. Arrancó tres uvas más del racimo y las dejó sobre la palma de su mano izquierda. Un instante después empezaron a flotar en círculos casi rítmicos, abrió la boca divertido y una de ellas entró en su boca. Miró para ver si el rey lo miraba pero no era el caso, aunque la pregunta le pilló por sorpresa.

- Según he oído es un adorador del Dios muy poderoso, pero no sé mucho más majestad.

No sabía bien qué pretendía el rey con aquella pregunta pero trató de quitarle el hierro al asunto. Lo cierto es que había dedicado media vida a sus estudios y la otra mitad viajando pero tenía poca formación en cuanto a rencillas personales y personajes del espectro bélico. Dam Gurth era conocido por ser alguien despiadado y de hecho alguna vez había escuchado a madres asustar con él a sus hijos, sobretodo en Wölfkrone. Pero nunca en territorio élfico, sin embargo si había que ser justos lo cierto era que los elfos eran muy altaneros y jamás hablaban de sus miedos, si es que no eran demasiado arrogantes para tener miedos siquiera, muchos se consideraban dioses o al menos muy superiores a las demás razas y, por supuesto, a los seguidores del Dios. Su actitud les ha llevado a hacer grandes cosas pero también a llevarse grandes sustos. Dejó de pensar en ello, quería introducir el tema por el que había querido una audiencia con Yandrack, aunque no sabía cómo abordarlo realmente.

- Majestad - Dio un paso adelante - He oído rumores sobre la restauración de la escuela de Sol Poniente, ¿es eso cierto? - Había dejado las uvas sobre la mesa, y aunque trataba de ocultarlo había una mezcla entre curiosidad, deseo y nerviosismo en su tono y su expresión. Para ser un elfo lo cierto es que nunca se le habían dado del todo bien esos juegos que tanto les gustan a los demás, sobre todo los del anillo, su arrogancia llegaba tan alto como sus torres, y creedme si os digo que eran altas. Seguramente se debía a que había pasado mucho tiempo entre otras culturas que no tenían por costumbre todo aquello.

La respuesta del mago no le sorprendió porque aquella descripción era de dominio publico en el mundo mágico-Si nunca se han encontrado mejor- le transmitió Vulcana y Yandrack estuvo de acuerdo con ella por primera vez en varios días. Velenior habló e hizo su siguiente pregunta, una pregunta que el rey no pudo ignorar, aunque quizás le habría gustado hacerlo. Una pequeña brisa se hizo notar, acariciando las telas, las sedas y la madera-Los rumores son inexactos, me temo- dijo el dragón mientras alteraba el gesto-Es cierto que ahora mismo cuento con los medios para restaurar Sol Poniente en todos sus aspectos- dio un largo suspiro-No obstante, restaurarla traería consecuencias importantes tanto para el resto de archimagos como para la Necravia y los sirvientes del dios- alzó la vista y le miró fijamente, porque sabia que no era ninguna casualidad que un elfo estuviese especialmente interesado en todo aquello-¿Puedes anticipar que ocurriría si yo reparase el mal del lugar? No, seguramente no puedes porque como la mayoría de los magos ves Sol poniente como un centro de poder de hace muchos siglos. Es mas que eso y te garantizo que Sol  Poniente no volverá mientras no haya unanimidad y acuerdo entre los archimagos...Resucitar la antigua institución hará que los nigromantes monten en cólera y sera necesario que ese sea el único de los problemas que podamos tener.


Aquello era cierto pero es que aun quedaban dos alumnos de Sol Poniente vivos, uno un archimago y otro un nigromante y ambos querrían aprovechar la vuelta del lugar para si. No habría tal acuerdo en el concilio, no confiaría Sol Poniente a ninguno de esos dos descarriados, ya que fueron ellos los que provocaron su colapso, fueron ellos los que la transformaron en ruinas y solo solo llevaba a una única conclusión. Si la escuela ha de volver no sera mientras los díscolos discípulos estén vivos-¿Conoces al archimago loco? El participó en la caída de la escuela,todo por intentar salvar a su amigo Arthenos, que acabó como nigromante para vengarse de el ¿Crees que yo o cualquier otro que pudiera debería resucitar el poder de la escuela?   - la mirada del rey era ahora mas inquisitorial, aquel tema era suficientemente serio como para poner en peligro el mundo magico y recrudecer la guerra entre los dioses innecesariamente

Descripción Relia y Helm:

- Mira a ese - Apuntando con su gran dedo a un hombre flacucho, casi perdido, que sostenía un pequeño escudo de madera y una lana igual de fina que él - Menudo soplagaitas, en mis tiempos los chavales así morían en el campo - La voz de Therion viajaba lejos pues era grave y además gritaba. Alakrad hizo un amago de hablar pero ya iba a ser la quinta vez que lo reprendía, lo dejó estar. - Tal vez no tenga músculo, pero se mueve rápido - Observó Elric agitando el dedo para crear énfasis - Para músculo el de aquella bestia, yo ya no sé si es hombre o mujer - Todos rieron ante la frase

Con un brusco movimiento se dejó caer al suelo justo a tiempo para esquivar un hachazo, el hombre que la sostenía rió mientras se acercaba, el arma era grande y pesada, como él, y le sacaba dos cabezas a Helm. - Oye de qué vas, en las reglas pone no matarás - Dio un salto hacia atrás para tomar distancia - ¿Te crees muy listo verdad? - Ante la negativa del hombre por calmarse Helm dejó caer el escudo y desenvainó la espada, con un movimiento rápido y certero rodó por el suelo en una rápida voltereta situándose tras el corpulento individuo, en su camino había asestado dos cortes en los músculos traseros de sus piernas haciéndole caer al suelo. El hacha cayó con tan mala suerte que al caer él después sobre ella y se dio en toda la cara con el mango, con cara de sorpresa, rabia y frustración cogió el hacha intentando alcanzarlo en un esfuerzo que sabía de antemano inútil. - La gente tiende a pensar que el armadura reduce la movilidad del caballero, craso error el confiarse amigo - Mientras hablaba, con la mano enguantada, lanzó la espada al aire cogiéndola por la hoja y asestó un rápido y preciso golpe en la cabeza del hombre con el mango dejándolo inconsciente.

Relia se le unió tras dar una patada a un hombre vestido con ropas tribales, aunque no fue muy fuerte lo apartó y varios se le abalanzaron aprovechando el momento. - Parece que se les da bien - Señaló a la base C - Meh, novatos - Contestó al tiempo que salió corriendo espada en mano abriéndose paso entre aquel pasillo infernal. Un rostro le resultó familiar mientras pasaba, sí, era de su equipo, pero su agilidad y destreza eran muy superiores a las que él jamás soñaría, y más llevando armadura, sonrió al ver que combatía. Con una carga de hombro tiró a un hombre que se le abalanzaba y con la pierna hizo un barrido para derribar a la oponente de su compañera mientas que con la espada imitaba el gesto un metro más arriba obligándola a apartarse o cortarse.

Por su parte, y sin perder el tiempo, Relia se dirigió hacia la base C. La recibieron un monstruo descomunal armado hasta los dientes y una joven diestra en el arte el escape, oponentes difíciles sin duda pero eso no la amedrentó, los había estado observando un poco para ver su estilo de juego. No llevaba casco, no le gustaba, sabía que si bien la armadura no quita movilidad al guerrero su consumo de aire es mayor y más con casco, por lo que muchas veces puedes estar consumiendo hasta tres veces más aire con tan solo caminar y sin embargo el casco hace que la entrada de ese bien preciado sea limitada. Por eso ahora su melena se metía entre las rendijas de su armadura sin penetrar obviamente la cota de malla.Tomando carrerilla se dirigió de lleno lanza en mano hacia la montaña humana que al ver la fiereza de su movimiento no pudo sino recibirla con el escudo, pero justo cuando iba a llegar dio un salto y apoyándose en el escudo tomó impulso saliendo disparada hacia la joven sin armadura en un rápido movimiento que no le dio tiempo al monstruo acorazado a responder. No tuvo la misma suerte su oponente quien esquivó su golpe pero ya lo había predecido e hizo un barrido con la lanza haciéndole un corte antes de soltarla para caer en una voltereta y levantarse al instante con el impulso. - ¿Os aburríais?[/b]

El torneo estaba por llegar a su fin...

Kaira y Phoenyxia permanecieron en su pelea personal más que en el transcurso de la fase del torneo en sí misma. La gigantesca mujer embutida en armadura azabache se vio obligada a salir de la propia base que estaba protegiendo para lanzar hacia atrás a la pelirroja de un escudazo. Las pocas veces que el espadón de su enemiga la alcanzaba no parecía hacerle ni mella, en ningún momento cedió la rodilla al suelo víctima del cansancio pese a todo el peso que debería llevar a sus espaldas.

De hecho, era la propia Kaira la que estaba más exhausta de las dos. Apenas lograba reincorporarse del suelo, solo podía notar una fuerte respiración tras el casco azabache de Phoenyxia.

-*Pero esta tía no se cansa o qué?* -pensaba Kaira envuelta en sus propios jadeos, suficiente era que lograba levantar su espadón todavía. Mira a espaldas de su rival para ver una repentina marabunta que de algún lugar, mientras estaban distraídas con lo suyo, emergió para tomar la base.

-¡Hey! ¡Que te la quitan! –bramo al aire apoyando el filo del arma para señalar al lugar. Phoenyxia supo que no era un truco, no solo por el evidente ruido, sino por otra muchacha que se arrojo hacia su enorme escudo rebotando sobre el mismo hasta Kaira. Phoenyxia se cubrió a tiempo, lo esperado para la muchacha para realizar su maniobra, mientras la pelirroja se apoyaba de nuevo en su espadón pseudo-clavado en la arena para bloquearla.

-¡Ah...! Un todos contra todos ahora... –el aire salía a duras penas por su boca. Phoenyxia retrocedió apurada hacia la base tras mirarlas a ambas, y al menos Kaira no hizo nada por detenerla. De hecho, se quedo mirando a la recién llegada con algo de decepción, herida por orgullo frente a lo agotada que estaba al no esperarse para nada tener que pelear semejante armatoste antes. Simplemente se apoya de rodillas y se pasa la mano por la frente, mirando a Relia sin saber bien como decirlo en un inicio.

-... Me rindo, paso. –Se le escapo un poco la risa floja- Demasiado para mí esa tia, yo ya tuve suficiente, niñita. Mejor ve tu si es que llegas... –mencionaba justo antes de que se oyera un cuerno de fondo. El gratuito repartimiento de palos parecía haber terminado, dejando a una pelirroja enérgica en un inicio tirada de espaldas en la arena.

Phoenyxia por su mano, no pudo hacer la gran cosa para parar ella sola a toda la plebe que se metió de golpe y sin ningún orden en el circulo donde estaba -*Demasiado tiempo perdido con esa niña, me ha obligado a esforzarme y salir... Tsk.* -No sabia hasta que punto podría completar su objetivo, el verdadero por el que había venido aquí. Se quedo mirando hacia Kaira mientras anunciaban los ganadores del Equipo B.

Mientras tanto en el otro lado de la arena...

La base del Equipo A había sido tomada mayor tiempo y por sorpresa por Nimue. Pese a su agresividad, no dejaba de esconderse de Kaith con propositos completamente diferentes a la supuesta pelea que tenían por librar. Cuando sono el cuerno anunciando el final del evento, Nimue salto de la arena sobre la base con las manos sobre la cabeza.

-¡Treinta segundos! Ahora tu la llevas!-
-¡Ni siquiera estábamos jugando a eso! –Kaith tenía peor sentido de la orientación que la chavalita encuerada, o bien, la chica era muchísimo mas rápida de lo que pensaba. En cualquier caso la había subestimado, esta se había quedado en la base por más tiempo del que pudo protegerla.

Volviendo con Kaira y Phoenyxia. La caballera de azabache respiro profundamente y volvió con Kaira a paso lento y pesado sin soltar las armas.

-Menuda pared estas hecha, que has tenido que salir para poder pelearte con alguien como yo. Si no te destrozo ahí mismo con toda la plebe de sureños.-

-El objetivo era que tú no entrases. –apoya el escudo en tierra sobre la cadera y clava la lanza en tierra, tomando el casco con las dos manos para quitárselo con firmeza. Fue en ese momento cuando el rostro adulto de treinta inviernos y cabellos rubios de la caballera salían a relucir, así como su fascinante arañado en la mejilla derecha, desde el ojo hasta la boca. –El resto fue mero entretenimiento, solo he tenido que esforzarme un poco de mas contigo. No obstante, eso no quita lo que portas ahí. –señala el espadón.

-¡Llevas media pelea molestando con eso! ¿Qué te pasa con él? Ni siquiera conozco de oído a esa secta que dices!-

-Da igual cuanto te molestes en esconderlo. Si lo que dices es verdad, sabrás mantener ese engendro lejos de la civilización y el reinado del futuro Rey que la gente de Garnalia merece. –buscaba a su alrededor el puesto de la persona a quien se refería, no era otro que Yandrack, a quien le dedico un vistazo neutral antes de recolocarse el casco lentamente mientras hablaba- Yo he venido aquí a servir a ese mismo propósito. Esto no es más que un calentamiento, y por tanto, aunque matarte estuviera permitido no tendría sentido hacerlo. Si te veo ejerciendo el mal con ese poder que llevas fuera de esta ciudad, hare todo lo posible dentro de la ley para apartarte de mí vista para siempre.

Sus palabras viajaban con resonancia a través de ese casco cuyas cuencas dejaban vislumbrar una mirada rencorosa. Kaira se quedo con las palabras en la boca mientras la veia alejarse.

-¡... ¡ Bah, es como hablarle a una pared... nunca mejor dicho. –se levanta algo mas ágil para regresar con Kaith.