Recuerdo del primer mensaje :

Participantes escribió:-Fuerzas Armadas de Zhante,comandadas por Kvothe Assherai y ayudado por Josep
-Expedición Venganza, comandada por Rohar Tormenta y ayudado por Mark Hammerhand

-Piratas de Mantus, comandadas por Pax(NPC de Javier de los Mares) y ayudado por Yandrack
-El Colmillo, comandado por Dam Gurth y ayudado por Raud

-La Santa Inquisición
*La Orden de San Telmo, comandada por Titus El Grande
*La Orden de San Yago, comandada por Marcus Caesar

-Sin faccion
*Draken
*Al Haman de Tyris
*Firxon

Duelos escribió:-Pax vs Marcus vs Rohar
-Titus vs Kvothe
-Dam vs Josep
-Yandrack vs Mark
-Raud vs Al Haman
-Firxom vs Ogadrack

La normativa par esta batalla no es diferente al resto del foro. 

-Nada de OP, por muy fuerte que sea nuestro personaje,arma o  ejercito. Todo puede fallar o afectar menos al objetivo
-En cuanto dos pendientes de duelo se encuentren o se vayan a encontrar se les avisara y creara un post aparte para garantizar fluidez. Una vez en un duelo no se puede postear en el post general salvo que dirijas tropas y solo las tropas.
-En el rol general, primero postea el jefe de facción y después su acompañante. Solo Yandrack esta exento hasta que Pax(Javier de los Mares) haga su aparición. Con esto se pretende no perder la linea
Al principio no estaremos todos en Zhante: Kvothe, Josep, Al Haman, Yandrack, Rohar y Mark seran los únicos que estén allí,salvo que los demás den una buena explicación del por que están allí y como han llegado. Por lo demás, disfrutar del macrorol.
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Llegue a la ciudad de Zhante poco después del amanecer y sus calles ya rebosaban de vida. Era magnifico, aunque se respiraba cierta tensión. Había muchos hombres armados que portaban la Cruz de Dios y la marca de otro dios extraño llamado Mantus que se vigilaban mutuamente. Por lo que oí ya habían tenido mas de un encontronazo, casi siempre empezando los de Mantus. Mientras avanzaba por una calle alguien vio mi tatuaje de la Inquisición y decenas de creyentes de Dios  se arremolinaron a mi alrededor pidiéndome ayuda. Arroje unas monedas al aire y aproveche la confusión para perderme entre los callejones. Tras llegar a la plaza de mercado saque la lista de objetos y especias que me habían encargado comprar y llegue a la conclusión de que iba a tardar bastante

Las calles estaban llenas de gente que corría de un lado para otro y apenas me dejaban avanzar. Estaban tan asustados que ni siquiera se habían percatado de mi presencia. Me interne por un pequeño callejón tranquilo para evitar el atasco. Avance con lentitud mientras recordaba lo que había pasado. El viaje, la llegada a la ciudad y el arrasamiento de los barcos piratas. La verdad es que sabia de una persona que habría estado orgullosa de haberme visto. Entonces me surgió un problema. Una banda de cinco piratas se estaban acercando a mi.

-Mira lo que tenemos aqui. ¿Cuanto crees que nos pagaran por una cria de dragon viva?

No tuve que oir mas. Di la vuelta y empece a correr por otro callejon, seguido de cerca por los piratas.

La lucha en las calles cada vez era mas sangrienta. Los civiles trataban de impedir que los atacantes abrieran las puertas de sus casas mientras la milicia inquisitorial, la guardia y algún que otro inquisidor vestido de monje trataba de impedírselo. Ya había asumido que durante aquella batalla la Santa era nuestra aliada y no nuestra enemiga, aunque fue raro salvar a un par de ellos de un derrumbamiento. Estos no mostraron estar furiosos cuando los empuje con un simple hechizo de aire, solo se inclinaron a modo de agradecimiento y siguieron combatiendo. Era muy raro. Harald me seguía de cerca cuando otro inquisidor grito.

-¡Un mago negro!

Me volví en la dirección señalada por el monje-soldado y vi a quien se refería. Un albino, pensé al ver su piel y pelo pálidos que contrastaban mucho con las ropas negras que portaba. Le hice una seña a Harald para indicarle que iríamos a por el, por que no me hacia gracia tener a un mago negro a mis espaldas. Me lance hacia el con la espada por delante,pero no llegue. Cicerón, siempre tan oportuno, apareció detrás mía y volvió a desaparecer conmigo como carga. Me volví dispuesto a partirle la car cuando me señalo detrás mía. Estábamos en el puerto y allí había dos hombres combatiendo rodeados por unos veinte hombres. Uno llevaba puesta una túnica de monje, debía ser inquisidor. El otro vestía igual que un pirata y colgando de su cuello tenia el símbolo de Mantus.

-Aclaham-susurre antes de avanzar lentamente hacia el. Cicerón desapareció justo después.

Off/ Rohar entra en el duelo de Pax y Marcus. Mark y Yandrack pueden iniciar su duelo.

La ciudad era un completo caos. Parecia que todos se habian puesto de acuerdo para atacarla o defenderla. Nadia sabia quien era quien o con que bando iba. Era toda una suerte para los inquisidores, que eran enemigos de todos. La Orden de San Telmo luchaba a lo largo de la calle que iba al Palacio mientras las catapultas se cebaban con los arqueros situados en los tejados y edificios. Pero era una lucha desordenada, aunque eso estaba a punto de acabar.

-¡San Telmo,formar filas!- grito un hombre claramente mayor.

Era el Padre Claudius, Hermano de la Orden de San Telmo de mas edad salvando al propio Titus. Innumerables batallas había vivido y dirigido, convirtiéndole en uno de los mejores generales de la Inquisicion. Y por eso los hombres de San Telmo abandonaron el combate para formar una fila frente a los guardias de la ciudad.

-¡Escudos al frente!¡Picas por delante!¡Arqueros detras!¡AVANCEN!

La formación era perfecta y al final se rompia el estancamiento en aquella parte de la ciudad y avanzaban sobre los cadáveres de los guardias que se atrevían a intentar detenerlos. Varios magos estuvieron a punto de romper la formacion, pero los arqueros dieron cuenta de aquellos provocando solo pequeños retrasos.

En el puerto y las zonas que lo rodeaban comenzaban a acallarse los gritos y el ruido del metal contra el metal. Si bien en el resto de la ciudad aun había lucha, la zona donde se encontraba San Yago había quedado tranquila. Soldados de Zhante e Inquisidores curaban sus heridas y comenzaban a preparase para la siguiente parte de la batalla. Los soldados no querían huir de la ciudad, pero conseguimos al final convencerles de que no podían ganar aunque usaran trucos o hechizos. Ya no tenían nada por lo que luchar en Zhante. Deberían coger al máximo de civiles leales y huir. Nosotros nos los perseguiríamos y los milicianos de Dios ya habían abandonado la zona para luchar en otras partes de la ciudad. Solo nosotros estábamos de testigos y no pensábamos decir nada. Me senté en un saco de trigo en un puesto de mercado algo destrozado. Su dueño aun estaba alli, con los ojos abiertos mirando al vació. No, ya no miraba a ningún lado. Seguramente ya estaría en las puertas del Juez Supremo, con su vida siendo pesada en la Gran Balanza. Tenia suerte. Para el seguramente habían terminado los sufrimientos. Había visto el fin de las guerras,de las epidemias y las hambrunas. Era a nosotros, los supervivientes, quienes seguiríamos luchando en este mundo. Entonces escuche ruido de un callejón cercano. Risas,golpes y una especie de lamento. Un remanente de piratas, sin duda. Con la espada guardada en la vaina me adentre en la oscura abertura y allí contemple la ultima escena que esperaba ver. Eran cuatro piratas con estacas y alfanjes que golpeaban un bulto oscuro. Al principio no fui capaz de distinguir bien su forma pero , cuando uno de los piratas retrocedió después de que diera una dentellada al aire, pude ver que era un dragón. No era muy grande, quizás del tamaño de un pato o un águila,seguramente un cría. No tenia ninguna oportunidad, pero aun los tenia a raya a los cuatro. Sin pensarlo demasiado, me acerque a uno de los piratas por detrás y tras quitarle una daga del cinturón se la hundí directa en el corazón. Sus compañeros se asustaron y tardaron unos segundos en reaccionar, segundos que yo aproveche para sacar mi espada y decapitar al pirata mas cercano. Su cabeza rodó hasta los pies de uno de sus aun vivos compañeros, que se juntaron para atacarme. Esquive la ofensiva y empuje a uno de ellos contra un poste debilitado,cayendo sobre el parte de un pequeño tejado de palos y paja. El ultimo de los asaltantes temblaba como una vela en una ventana. Sabia que no tenia ni una sola oportunidad,tanto si se rendia como si no. Entonces tomo la única decisión con la que tenia una oportunidad y esta era huir, pero no le salio bien. Mi espada surco el aire como si hubiera sido lanzada por un scopion y se clavo en su espalda. Muerto el ultimo parecía que ya había acabado la cosa, pero no era así. Escuche un alarido y un golpe contra el suelo detrás mio. Era el pirata que había lanzado contra el poste, que se había levantado y pretendido empalarme por la espalda. Pero la criatura,el pequeño dragón había saltado a su cuello desgarrando carne,hueso y una de las arterias principales. Cuando le quedo claro que estaba muerto, levanto la mirada hacia mi. Tenia una expresión de miedo y rabia, aunque no sabia si era su sensacion general o que ahora me tocaba a mi luchar contra el.

-No tengas miedo.-le dije mientras me acercaba con cautela.-No quiero hacerte daño.

Pero el pequeño dragón no parecía muy convencido y me enseño los dientes mientra gruñía. Justo en ese momento apareció una escuadra de San Yago que habían oído los ruidos de batalla y que, al ver al dragon, se dispusieron a defenderme.

-¡Alto! Dejadle. No es peligroso, a menos que lo ataqueis. Ademas, nos hemos salvado la vida mutuamente.-ordene mientras recogía mi espada del cuerpo del pirata-Vamonos.

Ya estábamos casi al final del callejón cuando oímos una especie de gemido lastimero a nuestra espalda. El dragón nos había seguido y ahora se mostraba menos hostil. Estaba asustado y era comprensible. Al agacharme junto a el pareció arrepentirse durante un momento de su elección.

-¿Que pasa,pequeño?¿Acaso estas solo?-le pregunte a lo cual respondió con un nuevo sonido lastimero. Daba igual la especie al cual perteneciera una criatura. Las crías siempre serán crías.-¿Quieres venir con nosotros?

Retrocedió un poco al escuchar estas palabras,dejándome bastante claro que me había entendido bastante bien. La verdad es que me sorprendió. Yo sabia de la existencia de dragones inteligentes que incluso hablaban, pero no esperaba que una cría me entendiera. A pesar de su pronta respuesta, abrí los brazos. Ladeo un poco la cara, ahora sorprendiéndole yo a el y posiblemente haciéndole dudar. No duro mucho y finalmente se tiro a mi pecho.

-Bien,hermanos. Parece que tenemos a un nuevo iniciado en San Yago- dije al levantarme.

Acto seguidos todos empezaron a acercarse para tocar y felicitar al dragón. Este al ver el mar de manos se asusto,pero cuando estas empezaron a acariciarle y a golpearle cariñosamente claramente empezó a gustarle. Ahora emprenderíamos nuestro camino al Palacio

Me habían avisado. Una batalla en Zhanté en la que se enfrentaban neutrales, habitantes, Diosa y Dios, inquisidores y magos...unos contra otros, incluso había enfrentamientos dentro de los propios bandos. Las ideas se cruzaban, chocaban entre sí al igual que los aceros, librando más batallas de las que los ojos de cualquier mortal pudiesen percibir.
Entonces lo ví, justo a tiempo, tras el grito de un inquisidor con cara de enano enfadado, un semi inconsciente Kvothe Assherai, rey de Zhanté se precipitaba al vacío.
Casi instantáneamente, dos alas nacieron a mi espalda y mi cuerpo se movió a una velocidad vertiginosa para coger en mis brazos ese cuerpo.
El castillo estaba en llamas, moví las nubes y el cielo y poco a poco comenzaría a llover.
Una vez estuvo en contacto conmigo, me teletransporté a un campamento que intuí aliado.
Lo dejé en el suelo y me puse manos a la obra.
Saqué la flecha y metí de nuevo aire en sus pulmones, transferí energía a su cuerpo, que empezó a curarse solo valiéndose de la magia que le estaba cediendo y de los conocimientos de magia de sangre del Rey.
Le dí una última descarga de energía y me sacudí las manos. Al mirar hacia otro lado mi cabeza dio vueltas por algunos segundos, me levanté con dificultad, pero era una ciudad costera y el viento me reponía fuerzas.
Mi cabeza volvió a chocarme al ver los símbolos inquisitoriales alrededor nuestra, así como varios soldados que nos miraban sin saber qué hacer exactamente.
¿Mi intuición me había fallado? no podía ser, la magia del aire era la magia de la intuición.
Ví aparecer a un hombre que habría calificado como el líder. Me fijé en sus ropas y sus emblemas. ¡La Orden de San Yago!. La orden inquisitorial más sensata de todas. Poderosa y defensora de la magia en algunos de sus campos.
Relajé mis músculos del cuerpo, pero solo parcialmente, seguía alerta y con una mano sobre Kvothe, intentando protegerlo:
-La Orden de San Yago...espero que esteis de nuestra parte y de la de Zhanté. Sé vuestros ideales, últimamente se habla de vosotros en las altas esferas de la magia. Si es como creo que es, supongo que estaréis de acuerdo conmigo que él no debe morir. Porque él puede ser la solución, la unión entre magos e inquisidores. Puede que penseis mal de mí, sí, soy Rocuv, quien mató a cientos de vuestros compañeros en la batalla del Lago de la Luna. Pero ellos no habían hecho nada para merecer vuestro ataque. Niños y mujeres murieron en vuestro "intento de purificación". O al menos de vuestro bando, sé que la Orden de San Yago es más sensata que ninguna otra. Ofrezco que mireis en mi alma, en mi interior y digais si mis intenciones son buenas o malas.-me abrí de brazos

El campamento de San Yago se había levantado de forma apresurada tras la llegada de los primeros heridos y muertos. No era muy grande, pues la Orden era pequeña y tampoco tenían tantas bajas. Al frente estaba el Hermano Juramentado de origen bárbaro Kaul. Era un humano alto y musculoso, aunque no llegaba ni por asomo al tamaño de Titus El Grande. De barba blanca y ojos llenos de sabiduría, contemplo como un intruso llegaba y curaba a un herido. Entonces escucho las palabras del intruso y todas las alarmas se encendieron en su cabeza, por lo que aquello no podía quedar así.

-¡TU!¡MATAR INQUISIDORES!-dijo al acercarse al recién llegado y darle una patada frontal lo suficientemente fuerte como para lanzarle dentro de una de las tiendas.

Esta estaba vacía, ni siquiera había suministros, y había sido habilitada para una nueva oleada de enemigos. Kaul entro con la espada por delante, con clara intención de matarle. O mas bien con la intención de hacer ver que iba a matarle,pues en cuanto estuvo al resguardo de la tienda dejo su posición hostil.

-Tu transportar amigo cinco tiendas sur. No preguntar y callar. Necesitar tu sangre.-dijo mientras le cogia la mano y le hacia un pequeño corte con el filo de la espada.- Huir cuando el fuego.

Entonces salió y un incosciente Kvothe entro lanzado como un saco de patatas. Afuera,Kaul ya tenia una antorcha y la arrojo a la tienda.

-¡Llamas a demonios-grito Kaul mientras el resto miraban estupefactos a la escena que se estaba desarrollando. 

Aprovechando que todos estaban pendientes de que el fuego no se extendiera, Kaul se dirigió a la tienda que había indicado al mago. Era una tienda un tanto apartada, y era asi por que ocultaba un secreto. Otro mago, con denominación roja en estándares inquisitoriales, estaba siendo atendido de urgencia allí. Otro muchacho.

-¡Insensato!¡Inutil!-fueron las primeras palabras que pronuncio Kaul al ver de nuevo al mago. Entonces se fijo un poco mas en el  y pudo ver que sus orejas no eran muy redondas.-¡Niño y picudo!¡Muchos Iniciados!¡MUCHOS SAN TELMO! Ahora nosotros posible problema.Espero actuacion buena

Tras procesar las palabras sin preposiciones ni verbos derivados, llevé a cabo lo que me dijo y nos teletransporté a mí y a Kvothe hasta la otra tienda de campaña.
Anteriormente sus palabras simplemente me habrían resultado difíciles de entender. Desde el punto de vista élfico parecían insultantes y rudas, como un pedazo de barro mohoso. Sacudí la cabeza, era un elfo, pero los humanos también debían ser respetados, y conocía su situación puesto a que antes yo también lo había sido.
-Tranquilo, hermano. Por lo que veo no eres tu líder, bueno, mientras tanto podemos hablar. Pero mientras más pensemos, mejor.
Me acerqué al otro mago que estaba previamente en la tienda y puse una mano encima suya, transmitiéndole energías para que se despertase.
-Por cierto, domino algunas lenguas bárbaras, dime, cual es la tuya. El hecho es que yo antes era humano pero mi Diosa me transformó en Orejas picudas. Y antes yo vivía en las tierras muertas, era de la Tribu del Lobo y ahí nos enseñaban otras lenguas puesto a que no había gran pasatiempo.

-¡Y hereje!-escupió Kaul mientras se sentaba en una silla en un intento de contenerse. 

Los miembros de San Yago eran la cara amable de la inquisición. La mas sabia, la mas tolerante, pero eso no quería decir que cuando oian nombra a "La Diosa" no se pusieran histéricos a pesar de que consideraban a La Diosa, así como a Svea, Petra e incluso al Yehnev como representaciones erróneas de Dios.

-Deber odiarte para convertir en picudo.Mi ser de Hausffastan,aldea en Bosque Soledad. Tribu Lobo conocida.Famosa tribu de lobohombres.¿Tu ser lobohombre? No gustar lobohombres. Arrasar tierras y gente. 

Mientras, uno de los médicos golpeo la mano que tenia puesta el mago sobre el herido con la parte plana de un cuchillo.

-Manos fueras hasta que no le quitemos hasta el ultimo trozo de metal que tiene dentro. Es complicado sin interferencias así que no hablemos si estas en medio- le dijo el cirujano jefe, al que no se le veía la cara gracias a un artilugio con múltiples lentes,pequeños catalejos y una especie de mascara.

Estos continuaron hurgando con unas pequeñas pinzas y sacando pequeños trozos metalicos del tamaño de espinas. Al parecer, la hoja que lo atravesó se había "limado" con algunos huesos y las tiras resultantes se quedaron dentro.

Esa tribu me sonaba, usaban una variante del nórdico mezclada con otras lenguas, recordé su lenguaje y en segundos supe cómo hablarlo a la perfección. Dije ya, en su idioma:
-Oh, cierto, yo se una información que os sería útil. En mi tribu, una antigua bendición nos protege, los hombres lobo y los lobos no pueden dañar a sus habitantes a no ser que éstos hayan matado previamente a uno de ellos. Yo, efectivamente soy un licántropo, pero se controlarme y nunca le he hecho daño a nadie de esa forma. Incluso he evitado que otros maten puesto a que yo, al saber controlarme, ejerzo de su líder. Yo podría ayudaros contra hombres lobo malvados. Si algún hombre lobo muerde a alguno de los vuestros, podríais mandarlo a mis tierras, allí seguiría viviendo y no haría daño a nadie.
Me giré hacia el cirujano:
-Está bien, no te preocupes. Aunque yo podría quitarle todo el metal con unas palabras y ahorrarte el trabajo. Pero a delante.

-La licantropia-empezo Kaul, bastante contento de hablar en su propio idioma- es una enfermedad y como tal debe ser tratada. Todos aquellos que son mordidos se internan en la Fortaleza Arminia para su posterior estudio y tratamiento. Aunque esto ultimo aun no lo llevamos muy bien.

Kaul sabia mucho de eso. Siete de sus quince hermanos estaban en la fortaleza y solo dos eran de la guardia. El mismo iría a servir a la Fortaleza llegado el momento,pero serviría a Marcus Caesar en su cruzada contra el fanatismo actual de la Inquisición. Era una guerra dura, pero mas que necesaria.
 
-Al igual que con la magia, la cura parece ser dificil de conseguir.

El cirujano, aun concentrado en su tarea dudo entre responderle e ignorarle. Si bien seguramente el mago podria hacerlo rapido, se sentiria "contaminado" por el uso de la magia en su tienda y a la vez humillado al tener que requerir los servicios de otros para hacer su trabajo.

-Nada de magia. No tientes a la suerte,mago.-dijo un tanto cabreado el cirjano.-Estas hablando con el mejor cirujano a este lado del Oceano Intercontinental e Inquisidor General de Campaña de la Orden de San Yago.

-Para el tratamiento no hay mejor solución que la Tribu del Lobo, un tiempo allí y su cuerpo adquerirá la bendición y no volverán a dañar a nadie, cuando lo intenten, volverán a su forma humana. Para retirar la magia de alguien se necesita un sacrificio de un mago realizando un hechizo determinado con cierto objeto muy selecto. Se invoca la Mano Negra que consume el don de la magia del afectado a cambio de la muerte del lanzador del hechizo.-Expliqué-Como veis tengo información que os es de utilidad, no soy vuestro enemigo. Contra quien debéis enfrentaros es contra San Telmo, la radicalización y el fanatismo no son nada bueno. Para todo hay soluciones. Y los verdaderos enemigos son los magos negros.-sentencié.
Me giré hacia el cirujano:
-Está bien, como usted prefiera, señor.

-Eso no es una solucion. Hay que extirpar la enfermedad para que nunca mas vuelvan a transformarse. Y permitame desconfiar de las bendiciones de un tribu alejada de la Luz del Señor.-dijo Kaul,con un toque de rabia al afectarle casi directamente ese problema-Y no responderemos a la magia con mas magia. Nuestro objetivo es curar, no fomentar el uso de la enfermedad. La investigacion, el ensayo y la medicina son nuestros metodos.

Se interrumpió un momento por la caída del cirujano de espaldas cuando sacaba el ultimo trozo de espada del cuerpo de otro mago. Rápidamente y como si se tratara de un acto mecánico, el resto de médicos empezaron a coser a toda velocidad al muchacho.

-San Telmo no es nuestro enemigo. Son hermanos nuestros en la Gran Familia de la Santa Inquisición, si bien si son adversarios. Sus ideas confrontan claramente con las nuestras,que intentan llevar a la Inquisición a la senda de la guia y el consejo y no del castigo como es actualmente. Y en cuanto a los mago negros.....si que son nuestros auténticos enemigos. De hecho hace poco tuvimos que defender a la propia Santa Academia de un grupo de ellos. Pero al final los hicimos retroceder, no sin sufrir grandes perdidas.

La expresión de Kaul ahora era mas calmada y melancólica debido a los recuerdos de aquella batalla.

-La Santa Inquisición-dije apoyado en la puerta de la tienda,sobresaltando a algunos de los presentes

Había tenido que dar un rodeo, pero quería llevar personalmente a los heridos y dejar al dragón a salvo en mi tienda. Allí me habían dicho lo que había pasado con Kaul y los visitantes inesperados y el resto me lo imagine. El dragón se quedo comiendo una pata de cabra, y casi lo prefería. En la tienda medica solo estaban Kaul, los médicos, el antiguo rey Kvothe y un mago desconocido. Mi compañero mago aun estaba inconsciente y estaba dado la vuelta, no pudiéndole ver la cara desde mi posición.

-Pertenecemos a la Orden de San Yago y aun no se si consideraros prisioneros o invitados.-pronuncie muy seriamente-Puedes dejarnos,Kaul

Este asintió y abandono la tienda tras lanzarle una ultima mirada al mago desconocido. Una mirada que obviamente significaba "Ten cuidado con lo que dices"

-Me alegro que estés despierto, Kvothe, mi nombre es Rocuv.
Dije, tras su despertar.
Iba a responder a su pregunta, pero un nuevo inquisidor apareció y me ahorró las palabras. Me puse en pie y me acerqué a él, hice una reverencia:
-Saludos. Supongo que vos sois el inquisidor de quien tanto he oido hablar. El Padre del cambio. Marcus Caesar.
-Mi nombre es Rocuv Lopus, anteriormente humano, nacido en la Tribu del Lobo. La mía es una larga historia, pero en la guerra los juglares no cobran. Sí, fui yo quien mató a tantos inquisidores en la Batalla del Lago de la Luna, pero estaba defendiéndonos, nosotros no somos vuestros enemigos. El enemigo son los magos negros. Y la unión hace la fuerza, magos e inquisidores, juntos contra la verdadera amenaza. Pero antes deberíais convencer a vuestros compañeros de San Telmo, el fanatismo no lleva a nada bueno. Os recomiendo hacer lo siguiente: llevad a Kvothe sano y salvo ante el concilio, como una ofrenda de paz, os enemistareis con San Telmo, pero ganareis a unos poderosos aliados capaces de invocar a la Luz para destruir la Oscuridad.