En el interior del Palacio solo habia cinco personas. Titus,Kvothe, dos inquisidores y un general de Zhante. Este ultimo colgaba del cuello en la mano de Titus, el cual le tenia levantado dos palmos del suelo mientras los inquisidores le vigilaban las espaldas al Rey de Krom. Este ademas cuenta con un martillo a dos manos en la otra mano. El Rey de Zhante no puede ver desde su posición a su estimado general, pero eso no durara mucho.
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El interrogatorio no iba como quería exactamente, pero no me importaba. Matar a un hereje siempre era satisfactorio y mas teniendo en cuenta que ademas no era un humano corriente. Era un licantropo y había tenido que clavarle mi anillo de plata en el hombro para evitar que volviera a transformarse. En la próxima batalla tendría que llevar algún cazador para que me los detectase antes de causar estragos. Entonces oí la una voz a mis espaldas. La voz del Rey Bastardo.

-¡Bienvenido a tu fin!-exclame mientras me daba la vuelta aun con el prisionero en mi mano.-Ya no necesito tu información

Acto seguido apreté aun mas su cuello hasta que se escucho un ruido seco de huesos rotos y le deje caer al suelo, muerto. Sonreí hacia el recién llegado y cogí el martillo con las dos manos.

-Id a ayudar a nuestros hermanos con eso- le ordene a los dos inquisidores que aun me acompañaban

Estos me saludaron y abandonaron la sala por una puerta lateral. Su misión estaba clara y sabia que no me decepcionarían. Entonces me acerque un poco al trono. Allí, en medio de los dos tronos, se encontraba la corona de Zhante. Era bastante magnifica si no fuera por que representaba a un reino corrupto y a punto de desaparecer. Sin perder de vista a Kvothe, aplaste la corona con mi martillo.

-Bien, Sin Sangre. Parece que estamos solos aquí, hereje y ser demoníaco. Si, se lo que eres. Puedo ver tu aura roja serpentear al viento y corrompiendolo todo a tu alrededor. Dime, antiguo rey.¿Te atreverás a enfrentarte a un verdadero rey sin utilizar tus trucos infernales?

Le había dado la oportunidad de morir en un combate glorioso y lo había rechazado. Estaba totalmente corrompido por la magia y sumergido en un mar de pecado. Debía morir para que dejara de mancillar la tierra de Nuestro Señor.

-No he venido solo a enfrentarme a ti. He venido a mandarte al infierno y liberar esta tierra de los ritos demoníacos de la magia. Garnalia sera libre de vuestra influencia muy pronto.

Acabada la explicación empece a avanzar hacia el lentamente mientras giraba mi martillo en la mano derecha. Tenia que distraerlo para poder llevar a cabo mi plan. Al llegar junto a el,cogí el martillo con las dos manos y lance un golpe horizontal a la altura de su cabeza. Al mismo tiempo, de mis manos salio un polvo gris piedra que cubrió parte de la sala y posiblemente a Kvothe. Era polvo de Piedra de Dios. No era suficiente para evitar que realizara hechizos, pero si para que fallaran a menudo y no fueran tan potentes. Ademas, drenaria poco a poco su energía mágica hasta agotarla. Aunque esto ultimo tardaria bastante.

El polvo había cubierto a Kvothe, impidiéndole hace hechizos correctamente y el lo sabia. Esto me resultaría útil. Había parado el ataque, pero este le había hecho retroceder. Estaba a la defensiva. Ataque tras ataque fue retrocediendo. Estaba acabado, o eso pensaba en ese momento. No. Había caído en una trampa. Estaba junto al marco de una puerta, donde no podía usar bien mi arma. Estaba atrapado, pero no muerto. Lance una poderosa patada hacia el haciéndole retroceder lo suficiente para salir del marco. Rápido como el rayo comenzó a subir las escaleras, seguramente ayudado por un hechizo. Yo no podía alcanzarlo, pero daba igual. La única salida eran esas escaleras. Eran largas, desde luego. Y tenían que serlo, pues al llegar arriba me di cuenta de que era la almena principal, en la torre mas alta. Desde allí se podía ver toda la ciudad, incluso la batalla. Era una belleza. Mis hombres no hacían mas que presionar con sus escudos mientras las catapultas hacían llover fuego del cielo. En las cercanías del puerto también veía a los hombres de Marcus luchar contra los piratas. Que desperdicio de tropas. No veía al bastardo y empecé a pensar que había huido de algún modo. No, podía sentirlo aun allí. Y en efecto, estaba detrás de uno de los banderines observando la batalla. Deje que el mazo golpeara el suelo para alertarle, no quería matarle por la espalda.


-¿Has visto el humo que sale de las ventanas? Es el fuego purificador. Nada lo detendrá y este edificio ardera por los cuatro costados. Pero antes tu morirás


Volví a la carga. Intento lanzarme un hechizo, pero el polvo le había afectado y parte del muro que había detrás mío estallo en mil pedazos. Mi martillo de guerra descendió sobre su cabeza, provocando que el suelo se agrietase cuando se aparto. La lucha se estaba eternizando, no había un ganador claro. Pero yo no sucumbiría. Tenía a Dios de mi lado. Una flecha perdida se clavo en la espalda de Kvothe haciéndole expulsar todo el aire de sus pulmones y doblarse en una posición extraña. De un golpe le quite la espada, que salió volando hasta perderse de vista. Le agarre por el cuello, mientras lanzaba sus últimas bocanadas.


-Me habría gustado verte arder, pero dicen que no hay peor muerte que ahogarse en el agua-Entonces me subí al muro de la almena, que daba directamente al mar.-¡Escuchame,Zhante!¡Aquí esta vuestro Rey Herético!¡Ha caído ante las manos de un verdadero hijo de Dios!¡ Toda lucha es inútil y aquel que no se rinda de forma inmediata no tendrá ninguna clase de clemencia!¡Ardera en el infierno como vuestro Rey!



Mi voz resonó en toda la ciudad. No hubo un solo rincón de la ciudad donde no llego. Soldados, inquisidores, piratas y mercenarios podían contemplarme en lo alto del palacio. Y entonces le solté. No sabría decir cuantos metros había hasta el agua y tampoco me interesaban, aunque me gustaría que hubiera los justos para no muriera con el impacto y se ahogara. Merecía todo el sufrimiento del mundo, por sumir a toda una región en la más absoluta oscuridad.