Participantes escribió:-Fuerzas Armadas de Zhante,comandadas por Kvothe Assherai y ayudado por Josep
-Expedición Venganza, comandada por Rohar Tormenta y ayudado por Mark Hammerhand

-Piratas de Mantus, comandadas por Pax(NPC de Javier de los Mares) y ayudado por Yandrack
-El Colmillo, comandado por Dam Gurth y ayudado por Raud

-La Santa Inquisición
*La Orden de San Telmo, comandada por Titus El Grande
*La Orden de San Yago, comandada por Marcus Caesar

-Sin faccion
*Draken
*Al Haman de Tyris
*Firxon

Duelos escribió:-Pax vs Marcus vs Rohar
-Titus vs Kvothe
-Dam vs Josep
-Yandrack vs Mark
-Raud vs Al Haman
-Firxom vs Ogadrack

La normativa par esta batalla no es diferente al resto del foro. 

-Nada de OP, por muy fuerte que sea nuestro personaje,arma o  ejercito. Todo puede fallar o afectar menos al objetivo
-En cuanto dos pendientes de duelo se encuentren o se vayan a encontrar se les avisara y creara un post aparte para garantizar fluidez. Una vez en un duelo no se puede postear en el post general salvo que dirijas tropas y solo las tropas.
-En el rol general, primero postea el jefe de facción y después su acompañante. Solo Yandrack esta exento hasta que Pax(Javier de los Mares) haga su aparición. Con esto se pretende no perder la linea
Al principio no estaremos todos en Zhante: Kvothe, Josep, Al Haman, Yandrack, Rohar y Mark seran los únicos que estén allí,salvo que los demás den una buena explicación del por que están allí y como han llegado. Por lo demás, disfrutar del macrorol.
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Llegue a la ciudad de Zhante poco después del amanecer y sus calles ya rebosaban de vida. Era magnifico, aunque se respiraba cierta tensión. Había muchos hombres armados que portaban la Cruz de Dios y la marca de otro dios extraño llamado Mantus que se vigilaban mutuamente. Por lo que oí ya habían tenido mas de un encontronazo, casi siempre empezando los de Mantus. Mientras avanzaba por una calle alguien vio mi tatuaje de la Inquisición y decenas de creyentes de Dios  se arremolinaron a mi alrededor pidiéndome ayuda. Arroje unas monedas al aire y aproveche la confusión para perderme entre los callejones. Tras llegar a la plaza de mercado saque la lista de objetos y especias que me habían encargado comprar y llegue a la conclusión de que iba a tardar bastante

Yandrack  llevaba algún tiempo en Zhante,con sus características ropas negras,con la capucha echada, su colgante y vulcana, la espada mágica que siempre le acompañaba en sus aventuras,que llevaba envainada en su espalda, no había tardado mucho en informar a Pax sobre el numero y la disposición de las tropas  Zhanthianas, quedando desocupado decidió prepararse para lo que se avecinaba .

Durante su estancia en la ciudad se había dedicado a familiarizarse con las calles,a explorar cerca de las murallas,escuchar rumores en las tabernas,a observar las costumbres de la guardia, aunque todo estaba tranquilo se respiraba una calma viciada y tensa, la calma antes de la tempestad, el mago sabia perfectamente lo que era cuestión de tiempo-la suerte de este pais ha sido ya decidida¿hará algo su majestad para impedirlo?-pensaba mientras observaba el ajetreo del lugar, el mercado estaba rebosante de vida


se habia visto obligado a presenciar un espectaculo interesante-los sirvientes del Dios y de la diosa pelean, deberian saber que pronto podran vertir toda la sangre que quieran- se dijo mientras entraba en una taberma cercana, se sento en una mesa alejada del centro del establecimiento, donde estaba fuera de la vista de aquellos demasiado ocupados como para ni mirar otra cosa que no fuera la pinta que llevaba en la mano, algunos hablaban en pequeños grupos-Dicen que esa reina presuntuosa quiere venir aqui e imponernos sus leyes- decia uno de los hombres con tono curioso, los demas se arremolinaron mientras iban hablando-que venga, jamas podra con nosotros-otro de los hombres alzo su jarra gritando con voz potente-¡Por el rey! ¡LARGA VIDA AL REY!- y todos a su alrededor respondieron alzándose y repitiendo la consigna, mientras Yandrack salia aprovechando el momento-puede que vuestro rey tenga una larga vida, vosotros en cambio...- se repitió ese pensamiento mientras recorría la ciudad

El viento soplaba a nuestro favor, haciendo que el buque  avanzara ágilmente en la boca del puerto. Enormes galeones y otros buques de la Armada de Zhante decoraban los muelles, con la intención de intimidar a posibles atacantes. Posiblemente un almirante de cualquier armada se lo pensaría dos veces. Pero yo no pertenecía a ninguna armada. A ninguna nación. Pax Thaos no rinde cuentas a nadie salvo a Javier de los Mares y las leyes de guerra no me afectan no para lo bueno ni para lo malo. Era por ello que teníamos un montón de brulotes armados con un espolón y aceite suficiente para hundir o inutilizar a la práctica totalidad de su Armada. El resto huirían, se rendirían o simplemente los hundiríamos nosotros mismos. Observe como los brulotes estaban fondeados cerca y apuntando con sus espolones a los barcos zhantianos. No los dejaríamos reaccionar.
 
-Lanzad la señal- ordene tranquilamente mientras apartaba al timonel para coger yo mismo el mando. Uno de los magos oscuros que nos acompañaban lanzo una bola de fuego negro y morado hacia el cielo, que estallo cuando alcanzo una altura considerable. El ataque había comenzado. Los brulotes cortaron sus amarres y anclas para dirigirse hacia sus objetivos. Vimos como los últimos tripulantes saltaban al mar justo antes de estrellarse. La mayoría de los barcos ardían en llamas y los que no estaban inutilizados con otro barco atravesándole uno de los costados. Todo había salido según lo previsto. Nuestros seguidores, los seguidores de Mantus ya estarían tomando para nosotros el puerto. Asi podríamos desembarcar con tranquilidad y con menos bajas. Un sinfín de cuernos se alzaron sobre el ruido de la batalla. El Ejercito de Zhante, nuestros aliados y los milicianos de la Iglesia del Dios de Ereaten. Esos malditos bastardos protegían sus iglesias y nos habían causado muchos problemas allí,pero nunca mas. Entonces un cuerno eclipso a todos los demás. Un cuerno que había oído mas de una vez y que había esperado no escuchar nunca más. Sobre una de las colinas cercanas a la ciudad podia apreciarse un ejercito de armaduras brillantes y otro de marron oscuro parecido al de los monjes. La Santa Inquisicion había llegado justo a tiempo para importunarnos.

- Que los barcos de ataque retrocedan para cubrir la retaguardia. Mandar un mensaje a Dam Gurth de que no desembarque en el puerto principal, si no al otro lado,cerca del palacio. El resto de transportes nos empotraremos en el puerto para desembarcar deprisa

El viaje desde la Academia había sido duro y lleno de penalidades. Una tormenta nos había obligado a desembarcar en un puerto a casi cien kilómetros de Zhante, teniendo que hacer el restante trozo a pie. Mis hombres, compuesto por la Orden de San Telmo y parte del Ejercito de Krom, eran dos mil setecientos treinta y dos soldados. Era un ejercito modesto, pero comparado con los casi seiscientos de la Orden de San Yago o los mil doscientos cincuenta del Ejercito de Zhante era bastante potente. San Yago. Se les había asignado a acompañarme por su experiencia con los piratas que abundaban en las ciudades del país desde la independencia. No me gustaban. Demasiado blandos e intelectuales. Ojala hubiera podido venir solo. Avistamos la ciudad justo cuando una serie de explosiones sacudieron el cercano puerto. El ataque pirata que había vaticinado Marcus Caesar.  Mientras el lo observaba horrorizado y empezaba a hablar con sus capitanes, yo sonreí.
 
-¡Avanzaremos hacia el Palacio aprovechando que sus soldados están ocupados en el puerto!- grite para que me escucharan todos
 
Entonces Marcus dejo de hablar con sus capitanes y se dirigió a donde yo estaba
 
-Lord Titus. Mi infantería ligera no es rival para los acorazados soldados de Zhante, por lo que iremos al puerto a luchar contra los piratas y evitar ser rodeados por los piratas y los soldados.


Asentí para darle mi conformidad y sonreí. Siempre tan lógicos y predecibles. Aunque tenían razón en lo de quedar atrapados, de esta forma toda la gloria de la reconquista de Zhante recaerá sobre mi y mi Orden. Alce la espada y empezamos a avanzar, mientras los tambores y cuernos de batalla rugían como si se tratara del Juicio Final

Vimos marchar a la Orden de San Telmo hacia las murallas de la ciudad. Alli montarían las armas de asedio para asaltar el palacio mientras nosotros avanzábamos hacia una puerta cercana, hacia el puerto principal. A pesar de estar justo al lado, el intrincado laberinto de Zhante hacia que estuvieran al mismo tiempo muy lejos, lo que nos impediría mandar o recibir refuerzos rápidamente.Mientras atravesamos las puertas de la ciudad pude sentir la respiración nerviosa de los quinientos setenta y tres hombres que me acompañaban. Era normal, entrabamos en tierra de magos y estos eran nuestros enemigos naturales.
 
-Nada de auras, caballeros. Nuestra lucha es contra los piratas- le dije a los Templarios para que fueran pasando el mensaje a los demás

Con un poco de suerte los magos no nos atacarían sin provocación. Cuando nos internamos en las calles descubrimos que la ciudad era un caos. Había hombres que portaban el símbolo de la Iglesia y otros el de Mantus luchando por todos lados. Los primeros nos vitorearon al vernos mientras los segundos salieron huyendo en dirección al puerto. En ningún momento rompimos la formación hasta llegar a la puerta del puerto. Alli nos esperaban los hombres de Mantus y justo detrás empezaron a estrellarse los barcos piratas, de los cuales empezó a bajar hombres a tierra. Habíamos llegado justo a tiempo para encerrarlos en el puerto. Entonces oi un zumbido y el ruido de varias explosiones. Un dragón negro sobrevoló varios barcos piratas, destruyéndolos a toda velocidad.

El olor a salado del mar llenaba mis pulmones cuando divise la ciudad. Era bastante grande al igual que su puerto. En este se encontraban numerosos barcos, como aquel en el que había sido encerrado y transportado como ganado. Justo a su lado se alzaba el Palacio Real. El Palacio de Kvothe Assherai. Estaba pensando en hacerle una visita cuando escuche el ruido de la madera ardiendo. Varios barcos avanzaban por hacia la ciudad lanzando flechas, virotes, piedras y otros proyectiles. Un ataque. Olvidándome completamente de que no viajaba solo, me lance en picado para coger velocidad. Recobre la horizontalidad justo en la boca del puerto y empecé a lanzar bolas de fuego mientras avanzaba hacia la ciudad. La mayoría impactaron, pero otras fueron desviadas por los magos que estaban a bordo, que no tardaron en responder. Una lluvia de proyectiles físicos y mágicos se abalanzo sobre mi que esquivaba no sin dificultad. Pero justo cuando iba a alzarme por encima de la ciudad un proyectil mágico me dio de lleno. Me encogí de dolor y caí sin control alguno en la ciudad, reduciendo un pequeño edificio a un montón de escombros. Sentí como mi cuerpo ardía en llamas  mientras volvía a mi tamaño anterior para poder curarme la herida. Pero no era suficiente así que volví a arder hasta volver a mi tamaño original. Ya no podía combatir y ahora debía huir para que nadie me atrapara, por lo que corrí con la multitud que huía de la lucha.

ANTES DEL ATAQUE

Había recibido avisos numerosos de que Zhanthé iba a ser atacado, definitivamente los rumores estaban en lo cierto. Pero aún tenía tiempo para prepaparar un plan, un plan lo suficientemente bueno como para defender la ciudad. No podía dejar que nadie la tomara... Ordené a uno de mis generales que fuera él el que llevase al ejercito por mar, yo me encargaría de llevarlo por tierra. Así podríamos compenetrarnos bien.
Mientras tanto, esperé en el palacio a que mi padre llegase, me había dicho que vendría antes del ataque, y esperaba que fuera así. Necesitaba ayuda para defenderme de todo lo que se avecinaba...

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Mientras tanto, en el mar, 55 barcos de guerra de distintos tipos se ocultaban listos para preparar una emboscada a los piratas que atacarían la ciudad. El general que los comandaba esperaba paciente con las manos en el timón y la vista puesta sobre las aguas calmas. Parecía no tener miedo a nada, parecía estar dispuesto a morir, y lo estaba. Pero algo en su interior se agitaba y se arremolinaba causándole una extraña sensación. No era mago, no era un gran guerrero, pero su instinto le decía que los piratas no serían solo los que atacarían la ciudad... Algo más vendría.

-Espero que la Diosa esté de nuestro lado...

ACTUALMENTE

Había preparado el ataque a tiempo, justo cuando en el cielo se alzaba una bola oscura, el ataque comenzó. Varios barcos se empotraron contra los que estaban amarrados al puerto. Inutilizándolos o bien destruyéndolos.
Los civiles comenzaron a gritar y a huir despavoridos, todos ellos se metieron en sus casas aterrados. Pero después de que todas las calles de la ciudad se vaciasen, en Zhanthé se respiraba una total calma. Una calma que, aparte de las explosiones, era interrumpida también por la respiración de una gran cantidad de soldados preparados para defender su ciudad, su reino. Dispuestos a morir por su rey.
Yo me encontraba a la cabeza de todos ellos, totalmente sereno. Tenía que infundir a mis hombres la valentía que yo tenía, no podía dejar que se acobardasen. Ellos ya sabían lo que sea avecinaba, sabían que la Inquisición también vendría. Que aquella reina de Ereaten, Isabella, no estaba de acuerdo con nuestra independencia y había mandado a sus hombres a tomarla de nuevo. Pero no lo harían, no mientras yo siguiera con vida.
Miré a un soldado que estaba algo más adelantado que los de la vanguardia y portaba un arco con una flecha incendiaria, o eso parecía. Asentí como señal y el arquero disparó al cielo, la flecha voló por los aires y entonces explotó, formando un humo negro en el cielo, el cual solo significaba una cosa:

-Es vuestro turno marineros...

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El rey había mandado su señal, y ahora era el turno de el general llevar el contraataque contra los piratas. Asintió para si mismo e hizo un gesto con la mano para que todos los barcos le siguieran, y así hicieron. Los barcos se movían en silencio, la tripulación no hacía ningún ruído. El sigilo era necesario en aquel momento. Cuando el mar abierto y la ciudad se alzaba ante ellos, el general gritó una órden:

-¡QUE ARDAN ESOS BASTARDOS!-Los demás barcos le corearon con más gritos, y comenzaron a disparar sus cañones. Una gran lluvia de polvora cayó sobre los barcos de ataque que ahora se retiraban hacia la retaguardia. El factor sorpresa era un punto a su favor, los piratas no se lo esperarían...
Pero entonces escuchó algo a lo lejos, no era humano, no era nada que hubiera escuchado a lo largo de su vida. Miró al cielo y observó una silueta oscura que lanzaba fuego hacia los barcos más cercanos al puerto, a los piratas.

-Un dragón... Ayudándonos...-Sonrió, algo más lleno de esperanza, y volvió a gritar, de júbilo.

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Escuché los gritos de mi flota, habían comenzado el contraataque, y sin duda no les parecía ir mal. Pero no podía verlo desde el sitio en el que estaba. Los arqueros estaban apostados todos ellos en los tejados de las casas, para poder tener una visión más amplia de la ciudad. Los soldados estaban ocultos en distintos sitios. Se habían movilizado para preparar la emboscada a la Inquisición, solo yo y Joseph estábamos en las calles. Cada uno en un sitio distinto. Cubriendo las entradas de la ciudad. Excepto la del puerto, que era por donde entrarían los piratas.
Mi plan era, si no fallaba. Dejar que los piratas avanzasen por la ciudad hasta llegar a donde estábamos nosotros. Que nos estaríamos enfrentando contra la Inquisición. Allí habría entonces un choque de ejércitos... Sería más fácil.

Escuché tambores y cuernos de batalla: La Inquisición... Seguramente se habrían aliado con algún ejército salvaje o... Quizás ellos fueran los salvajes. Respiré hondo y miré al cielo:

-Diosa si estás ahí... Espero que puedas perdonar todos mis pecados antes de encontrarme con la muerte...-Volví a mirar al frente, listo para luchar.

Off: El general que lleva la flota no es nadie importante, es únicamente una forma de poder llevar esa parte del ejército. Pero no morirá para poder llevarlo todo bien y eso.

Un reducido grupo de hombres del Colmillo Negro, cedidos por Santiago pero sin su consentimiento explicito era comandado por su comandante Raud Vientonegro llegó a las puertas principales de la ciudad, los arqueros les apuntaron y todos hicieron una formación tortuga con rapidez, de su interior salió el nórdico y caminó con decisión hacia las puertas, estas tenían una altura de unos veinte metros y eran de acerco forjado, Raud siguió cmainando hacia ellas aun cuando los capitanes de la guardia de la ciudad le ordenaban detenerse.

Solo dejó de caminar cuando estaba a veinte metros de las propias puertas, sin el más mínimo nervio desenfundo su espada Soñadora y con solo apretarla con fuerza se transformó en otra, una con el mango y medio filo hecho de algo parecido a carne, con una hoja en forma de garra y un ojo en la punta, Pesadilla Infernal se encontraba ahora entre sus dedos, con una sonrisa apuntó la punta de su arma a los arqueros y gritó:

- ¡Hoy se hará historia! -.

Bajó la mirada y susurró para si:

- Y se compondrán canciones de esto... -.

Colocó su espada en diagonal con su cuerpo, como si estuviera bloqueando un ataque, de su cuerpo comenzó a manar un humo rojizo oscuro y el suelo se agrietó entorno a él, de dichas aperturas salían unas extrañas luces verdes, los arqueros, asustados comenzaron a disparar contra él pero los proyectiles se rompían al chocar con los haces de esa tenebrosa luz, cuando pasaron cinco minutos Raud abrió los ojos, ya no eran azules, sino amarillos y con el borde rojizo, idénticos al que tenía su espada.

Sin previo aviso y a una velocidad casi imperceptible por la vista humana levantó la espada y lanzó un tajo vertical. La tierra frente a él se abrió hasta llegar al arco de la muralla la cual también empezó a rajarse, al llegar este torrente de energía a las puertas estas temblaron un segundo per acabaron sucumbiendo y se abrieron con muchísima fuerza, matando a varios soldados de detrás, cuando se detuvo este poder ante Raud y visto desde el cielo se iniciaba una enorme zanja que atravesaba la muralla y entraba en la ciudad con una distancia total de cincuenta metros.

El guerrero suspiró y bajó el arma que se convirtió en Soñadora de nuevo, levantó la mirada y vio acercarse una decena de proyectiles, en ese momento el agotamiento le impedía moverse bien pero sus hombres le metieron en la formación y entraron a atacar la ciudad, al cruzar las rajadas puertas el nórdico entró en una casetilla de la guardia y esperó pacientemente invocando a Pesadilla Infernal, cuando los arqueros empezaron a bajar para defender su hogar fueron atacados por él y al acabar con dos de ellos la espada ya le había regenerado toda su energía. Fue entonces cuando siguió a sus hombres en combate que tenían ordenes de únicamente matar a aquellos que los atacaran, defiendo a ser posible a los ciudadanos inocentes.

Kvothe era un buen Rey.
Eso era lo que pensaba mientras yo y un contingente de 500 guerreros, guerreras, magos y hechiceras pertenecientes al Colmillo Negro surcabamos, o más bien cortábamos en dos las aguas del Mar Ceratia. El anterior ataque a la Inquisición había servido de promotor para las tropas del ejército que capitaneaba, que había sufrido un impresionante incremento en número y podía permitirme sacar a tantos guerreros sin que la pérdida de más de la mitad de ellos fuese dañina para la división.
Volviendo al Rey Bastardo, me parecía un hombre honorable y un buen rey para su pueblo, un rey justo, capaz de dar su vida por sus tierras.
¿Cual era entonces el motivo de nuestro movimiento? No estaba muy seguro, pero lo básico era que la corona no era nuestra mayor preocupación, no pensaba quitar del medio a un noble honrado, es algo más extraño que encontrar una túnica dorada en la cueva oscura sin que ello desembocase en la muerte de alguien.
También estaba seguro de que sí que quería la caida de la inquisición, y aquel rey parecía apoyarlo, puesto que había dado el primer paso expulsando a esos idiotas de sus tierras.
Me subí a un tablón alto.
-¡Guerreros!-alcé mi voz, acallando cualquier murmullo, incluso el batir de las olas del mar pareció silenciarse:-, Guerreras, Magos, Hechiceras! Mi Ejército-levanté una mano y todos vitorearon al unísono, al cerrar mi puño la multitud volvió a aquel silencio sepulcral-Debeis saber que nuestro objetivo principal son los inquisidores-escupí esa última palabra y se pudo oir algún que otro "bastardos" entre mi público que fue acallado por miradas penetrantes de sus compañeros. Señalé al chico que lo había dicho:-Chico, ¿cual es tu nombre?-yo ya lo sabía, pero me gustaba confraternizar con mis hombres.
"-Ja-Jacob...Señor-dijo mientras su tez se tornaba pálida y su frente se perlaba de sudor-Capitán, Capitán, Señor...-logró decir."
-Sube aquí, chico.-cuando consiguió llegar, lo sujeté por los hombros, en parte para darle confianza, en parte para que no se desmallase aquí en medio. Era muy jóven, demasiado, pero no había mínimos en mi ejército:-Señor es una palabra demasiado honorable para mí. La cortesía es para los perros de la Diosa-esperé oir algún que otro vitoreo, pero todos estaban acallados para saber qué le pasaría:-Y voy a hacerte un regalo.-sus ojos, hasta entonces asustadizos y sumisos se hinchieron de orgullo. Los miré y le transmití mi regalo: mi visión de la muerte cuando morí aquel día. Se había arrodillado, al levantarse en su porte, en su mirada, en su ser se veía a una persona más madura, de mirada poderosa, dirigió sus ojos verde oscuro hacia los marineros, que acallaron un murmullo al percatarse del aura nueva que transmitía. Le levanté su brazo mientras lo miraba de nuevo:- Dime, Jacob, qué son los inquisidores?.
Sacó pecho y gritó mientras le sugetaba la mano y la zarandeaba:
"-Bastardos, bastardos, bastardos!"-siguió gritando mientras la multitud poco a poco le secundaba.
Había logrado un ambiente de familiaridad con mi ejército.
Cuando todo volvió a la calma poco a poco, volví a alzar mi mano mientras el chico miraba al público, solemne y alegre.
-Hecho esto, debéis saber que nuestro objetivo son los inquisidores-se iba a volver a armar jaleo pero levanté mi brazo y se extinguió:-No luchamos por la corona de Zhanté, por lo que no es necesario que os encareis con el ejército...no es necesario y no vamos a por la corona-sonreí maliciosamente-pero no significa que hagamos...algún desperfecto casual-ahora sí todos vitorearon, lo mejor de estar en mi división era la falta de normas:-Tenemos que reviindicar nuestro poder ante esos bastardos-volvió el jaleo y salté al suelo, el trabajo estaba hecho.
Cuando nos fuimos acercando al puerto que nos indicó uno de los ayudantes de Pax.
Parecería imposible que un barco de tales dimensiones pasase desapercibido, pero tenía hechizos en cada rincón.
En las mazmorras estaban las únicas bestias silach que había conseguido salvar del fuego, unas 18...3x6...curioso. Eran pocos pero seguía gustándome el número y me sorprendió que llegasen tantos soldados nuevos, por lo que tampoco me importó tener unos cuantos Silach en primera línea de combate.
Todo estaba hablado, Morbus y Aer se quedaron en una tienda de campaña, éste último sacó un extraño artefacto constituyente en una pirámide que transmitía una extraña aura en la cual un ojo achatado se imponía. No pregunté por el, su dueño sabría cómo usarlo.
Ví con una sonrisa como Morbus liberaba a unos 100 cuervos y preparaba algunas trampas más utilizando ciertos elementos del bosque adyacente.
Todo eso mientras embarcábamos, le pregunté al emisario tras salir de la tienda de mando donde los dos magos trabajaban:
-Bueno, ¿donde están esos mal nacidos?

Llegamos a la ciudad al mediodía, justo para comer. Los Guardias que nos habían acompañado, o mas bien a los que habíamos acompañado, querían invitarnos a una posada cercana a comer y tomar cerveza. Era una oferta que no podíamos rechazar. Pero entonces escuchamos una explosión proveniente del puerto. Una bola de fuego negro había estallado en el aire y la gente había empezado a gritar y a correr. Las calles se llenaron de hombres armados con símbolos de la Iglesia de Ereaten y otro que no pude reconocer. Ya tenia la espada preparada para arremeter contra los guerreros de la Iglesia cuando me fije que solo defendían a la gente desarmada. Por una vez, los seguidores de la Inquisición no eran los malos. 

-Parece ser que la información de que Zhante iba a ser atacado era cierta, solo que nos hemos confundido de atacantes.-le dije a Harald- A ver si aparece pronto el señor Ciceron. Vamos a necesitar su ayuda.

La lucha se extendía por todas las calles, aunque pude avanzar un trecho sin que nadie me atacara. Los dos bandos debían odiarse mucho para ignorar a un hombre armado que se paseaba entre ellos. Entonces oi a uno de los del extraño simbolo gritar.

-¡Por Aclaham!

Entonces no estaba preso, sino que estaba atacando la ciudad. El ataque acababa de comenzar, por lo que sabia donde podria encontrarlo. El puerto.

-¡Harald!¡Javier esta atacando la ciudad!¡Seguramente estara desembarcando en el puerto principal!-grite con todas mis fuerzas para que me escuchara.

La ciudad estaba siendo atacada. Piratas por el puerto, la Inquisición por tierra. Tuve la mala suerte de tropezarme con una patrulla de estos últimos. Por suerte vieron mi tatuaje y les explique que estaba de permiso. Me hicieron unirme a ellos en una misión de reconocimiento a una posible entrada de guerreros extraños por una de las puertas. Y vaya si estaban alli. Un solo hombre había roto las puertas y varios hombres estaban ya atacando. Me percate de que el hombre que derribo las puertas estaba rezagado y solo. Mis compañeros corrieron a alcanzar a los guerreros mientras yo, con la espada desenvainada, avanzaba hacia el guerrero.

-Habéis cometido el error de atacar la ciudad durante mi visita- dije cuando me encontré lo suficientemente cerca de el.

Al fondo se oía los ruidos de la batalla, pero para mi lo único que importaba era lo que pasara entre ese hombre y yo.


Off: Se han encontrado los siguientes duelistas:
-Al Haman y Raud
-Marcus Caesar y Pax(Javier de los Mares)
Suerte

Caos,un concierto de efectos discordantes que a menudo solían despreciar la comunidad y la rutina de la vida humana,no era diferente en este caso, saldados por las calles,hombres y mujeres,niños y ancianos,huyendo de algo mucho mas grande que ellos, había llegado el momento que de que la tormenta se abatiera contra Zhanthe.


La inquisición había irrumpido con varios batallones pero Yandrack no conocía estos detalles, solo había conocido la intrusión de los monjes soldado por los combates que libraban en las calles, al parecer los guardias de la ciudad ya se habían movilizado rápidamente, no solo contra ellos si no también contra los piratas de mantus, que habían golpeado el puerto con gran estrepito,


es peor de lo que pensaba, guardias de la ciudad,piratas de mantus,inquisidores... deberia aligerar un poco la carga de Pax-ciertamente habia demasiada confusión, en un primer momento el joven habia intentado no llamar la atencion pero a medida que avanzaba la batalla iba quedando patente que eso no iba a ser posible, ya se habia visto obligado a matar a 2 guardias de la ciudad y otros dos inquisidores-el puerto- se repetía una y otra vez,como una letanía,caminaba a paso ligero por una de las callejuelas laterales pero era imposible evitar todos los pelotones y patrullas porque incluso por aquellos senderos entre los edificios se colaban algunos guardias



doblando por un recodo el joven fue a dar con una de las calles principales, tuvo la mala suerte de encontrarse con bastantes soldados que no supo identificar por la incertidumbre y peligrosidad del momento,estos miraron su espada desenvainada y enseguida supieron que no se trataba de un civil o no quisieron creerlo, asi que Yandrack tuvo que correr espada en mano hacia, dio unos cuantos tajos y apenas un salto de 2 metros para conseguir esquivarlos saltando sobre aquellos que corrieron a embestirle, podia haberse dado la vuelta pero entonces no llegaria hasta los barcos...

Los piratas habían oído ha su jefe y sabían que ahora les tocaría enfrentarse a los inquisidores mientras ellos resolvían su propio combate. La mayoría estaban descontentos. Habían ido a Zhante a saquear y divertirse con los soldaditos del Rey Bastardo, no ha enfrentarse al mejor ejercito navalterrestre de Garnalia. Y.Y el no contar con un punto de huida lo hacia aun peor, aunque no seria por mucho tiempo. Mientras empezaba el duelo, una serie de proyectiles provenientes de sus barcos impactaron contra los muros del puerto, abriendo sendos boquetes por varios lados. La mayoría no se lo pensó y se lanzaron a las calles de la ciudad, donde podrían enfrentarse mejor a los inquisidores. Las calles estaban atestadas de simpatizantes y seguidores de la Inquisición, que luchaban a espada, lanza, puños y mordiscos, pues sabían que los perdedores no obtendrían clemencia. Eso lo hacia todo aun mas sangriento y macabro. No iba a ser una lucha fácil y nadie seria vencedor, aunque si habría vencidos.

OFF/Esta cuenta solo posteara cuando sea necesario aclarar alguna acción de los piratas repartidos por la ciudad, en especial la zona del puerto.

Miedo. La ciudad rebosaba de miedo. Gracias a los espías sabíamos que puertas estaban mas protegidas y cuales no. La mayor parte de mi ejercito avanzaba hacia una de las protegidas. Allí, ante las puertas de la ciudad las catapultas empezaron a escupir piedras sobre las casas cercanas, donde estaba casi seguro que les iban a tender una emboscada. El Rey sabia mucho sobre técnicas de combate a gran escala para la edad que tenia, pero nada comparado con lo que yo había aprendido en mas de medio milenio. Por que mientras el grueso atacaba las puertas, yo y parte de mi orden saltábamos los muros y nos dirigíamos al palacio. Cogimos los caballos que nos habían preparado los fieles creyentes de Zhante y cabalgamos hacia nuestro destino sin encontrarnos mucha resistencia. La mayoría estaban lejos de allí. La Plaza del Palacio estaba casi vacía salvo por unos pocos guardias. Bajamos de los caballos y empezamos a luchar. Mi martillo no paraba de machacar cabezas y otros miembros.

-¡BASTARDO!¡SAL Y DA LA CARA!-gritaba mientras nos acercábamos a las puertas-¡SAL PARA MORIR,COBARDE!

Las puertas estallaron cuando las golpee con mi martillo. Allí había un soldado joven al que había derribado. Le cogí con un brazo y le acerque a mi cara.

-Busca a tu rey. Dile que Titus I de Krom y Maestre de la Orden de San Telmo quiere negociar su muerte.

Acto seguido le arroje a un lado mientras nos internábamos en el palacio, buscando al llamado Kvothe Assherai.

Mientras Aer y Morbus se situaban en una tienda alejada de todo, cercana al bosque, yo avancé con una división de unos 50 guerreros del colmillo por una de las bifurcaciones del pueblo, entonces, me encontré con alguien cuya mera presencia me producía escalofríos y rabia irracional:
-Josep Winterose...un archimago- yo le conocía a él, quizás él no supiese tanto sobre mí, pero él llevaba más años en el concilio que yo con mi nuevo rango. Hice una bola de oscuridad momentanea en mi mano para que supusiera que era mago oscuro y me evaluase solo con dicha posibilidad y no como Guerrero de las Tinieblas.
Mi mirada se clavó en la suya, algo poderoso iba a tener lugar, luz y oscuridad se enfrentarían.
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Aer se esperaba ese encuentro, lo estaba viendo todo desde su nuevo juguete, el Iluminati, el ojo que todo lo ve, un óculo de propiedades impresionantes. Le permitía dividir su mente en miles de partes y observar el campo de batalla conforme sus aliados se moviesen, como si fuese un pájaro que protegía a sus tropas. A su vez le permitía establecer millones de pequeñas conexiones telepáticas para que los soldados comunicasen rápidas y concisas órdenes a sus compañeros o incluso alertas sobre una posible amenaza.
Comunicó una advertencia a esa división(menos a Dam, para no molestarle) de que usasen su habilidad tan solo de forma defensiva. Mandó varios arqueros y cuchilleros a los tejados para que atacasen a los acompañantes de Josep. Ninguno debía interferir en la lucha que iba a tener lugar.
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La batalla iba a empezar, miré a mi adversario y dije:
-Que el Dios decida la batalla.
El callejón tenía sombras que se proyectaban a unos 2 metros de ambas paredes y era de unos 15 metros de ancho, nos favorecía a ambos, veamos cómo se resuelve la batalla.
Un cuervo graznó en la distancia.


OFF: inicio de la batalla entre Josep y Dam Gurth

Los Inquisidores de la Orden de San Yago corrieron detrás de los piratas para tratar de detener sus saqueos y atrocidades, incluso ayudando a los pocos guardias de la ciudad que había por alli. Ellos no eran simples marionetas sin cerebro como podían ser los de San Telmo, que se regían por las ordenes de que era blanco y que era negro del papa. Ellos eran mas racionales y tenían una amplia comprensión de los matices del gris. Y ahora mismo les decía que para cumplir con su objetivo de ayudar a los civiles tenían que ayudar también a los guardias. Nadie miraba las auras, por que sabían que entonces si tendrían que atacarles por herejes y nos les convenía. Cuando escuchaban runas provenientes de alguien que no fuera pirata miraban a otro lado. Al ir tras los piratas, también ser desperdigaron por la ciudad cercana al distrito del puerto.

OFF/Esta cuenta solo posteara cuando sea necesario aclarar alguna acción de los inquisidores de San Yago repartidos por la ciudad, en especial la zona del puerto.