Agradecí con un gesto a Tyr por quitarme aquella repugnante bebida, aunque procurando que nadie se diera cuenta. Tras unos minutos en el que el elfo se quedo en silencio revelo la que podría ser la localización de Tanya y su padre. No era mas que un rumor, pero era algo. Estaba nervioso y emocionado de tal manera, que ni siquiera me di cuenta que ya no estaban los guerreros. Tyr me chisto y explico que el lugar donde habían ido era mas que peligrosos. Maldije por lo bajo a todos los dioses. Fuera lo peligroso que fuera, Norlaom seria mi destino. Partimos tras alquilar unos caballos, aunque el dueño estaba seguro de que no volvería a verlos. Bien podría ser cierto, teniendo en cuenta que se adentrarían en tierras de bandidos. Vi como mi compañero se quitaba los símbolos de su jefe mientras explicaba que era lo mejor. A pesar de que apenas le había conocido, desde que deje Paso Helado todos conocían y temían al Mercader, por lo que el territorio por el que pasaban acababa de cambiar para mi de tierra de bandidos a tierra hostil. Tras varias horas de cabalgar en silencio divisamos lo que parecía una granja abandonada. Tyr indico que comeríamos allí y yo asentí. Allí estaríamos protegidos, aunque a mi me habría gustado comer mientras cabalgábamos para no perder tiempo. Desde que nombro a los bandidos tenia una necesidad aun mas grande de encontrar a Tanya. Después de descabalgar, llame a la puerta varias veces. Nadie respondió en un primer momento, asi que intente abrirla. Cerrada a cal y canto, y por lo que había deducido al intentar empujarla había algo al otro lado que la obstruía, seguramente un mueble o barril. Me deslice por una de las ventanas con la intención de desatrancar la puerta. Estaba oscuro, ya que la poca luz que se filtraba por las ventanas era muy poca al estar todas obstruidas menos una. Retire la mesa que atrancaba la puerta y al abrir me encontré de nuevo con Tyr.

Me entretuve entonces en quitar las tablas y los objetos que tapaban las ventanas. No me gustaba para nada la oscuridad, y menos si tenia que comer. La luz se abrió paso y revelo una escena un tanto terrorífica. No había un solo mueble en su sitio. Todo estaba tirado o volcado y había manchas de sangre, aunque no cuerpos. Al levantar una mesa y un par de sillas me encontré con una ballesta. Estaba bien, pero ni era mi estilo ni sabia usarla, por lo que la deje encima de la mesa. Saque lo que llevaba de comida. queso, jamón y varias manzanas. La bebida la llevaba Tyr, aunque seguramente solo llevaría leche o como mucho cerveza.

-Odio a los nobles. Ellos podrían evitar estas cosas gastándose el dinero en patrullas en vez de en banquetes.-dije mientras cogía una manzana y la mordía.- Menos mal que los mercenarios, después de una justa recompensa, de vez en cuando ayudan un poco.

Me tire al suelo en cuanto Tyr grito. Varios bandidos entraron en la habitación. Aproveche un momento de confusión para agarrar a Tanya y la levante justo para evitar el golpe de uno de los bandidos. Dos me rodeaban, pero uno cayó ante el poder de mi compañero. Eso me dejaba en un combate solitario, aunque en un espacio demasiado pequeño. Aunque apenas tenía instrucción en el manejo de la espada, el bandido parecía que solo había aprendido a usarla como si fuera un hacha. Aun así era fuerte y sus golpes me tenían prácticamente de rodillas. Parecía cuestión de tiempo que él me tirara al suelo y me matara, pero vi una oportunidad. Justo cuando acababa de golpear mi espada y levantaba la suya para asestar otro golpe contraataque.  Me levante rápidamente y con el impulso golpee a mi adversario en la cara con el pomo. Se desplomo a mis pies inconsciente, pero poco duro mi alegría. Otro bandido se había colado en la habitación y Tyr parecía seguir ocupado. Tendría que volver a hacerlo. Este bandido no era como los otros que vestían con trajes campesinos con alguna correa, este vestía una armadura de cuero completa. Casco, peto, guanteletes, pantalones, espinilleras y botas. Su espada era de acero común y tenia grabados en la empuñadura. Le lance un golpe horizontal desde la derecha, pero lo paro sin más problemas al tiempo que daba una vuelta y trataba de cortarme en dos desde mi izquierda. Sus golpes eran precisos y con la fuerza justa, no como su compañero que empleaba toda la fuerza desequilibrándose. Estaba curtido en varias batallas y yo ahora estaba en desventaja. Continúo golpeando, haciéndome retroceder. Sin darme cuenta empecé a subir las escaleras al segundo piso, seguido de mi contrincante. Un par de veces estuvo a punto de cortarme por los pies. En el piso superior continuamos nuestra contienda, que podría resumir en el atacando y yo parando sus golpes. Entramos en una habitación llena de trastos. Sartenes, sillas, sacos….. toda clase de objetos que deberían haber estado repartidos por toda la casa. En uno de los golpes, nuestras espadas quedaron entrecruzadas muy cerca del mango y empecé a hacer presión para evitar que volviera a golpearme. Giramos de un lado a otro, el intentando zafarse y yo evitándolo. La guarda de Tanya estaba justo debajo de la del bandido, así que decidí hacer una maniobra arriesgada. Con toda la fuerza que pude, empuje a Tanya hacia arriba, haciendo que esta y la otra espada se clavaran en una viga del techo. El bandido me empujo con la pierna, haciéndome caer sobre una montaña de trastos. Agarre una sartén y la descargue directamente sobre su cabeza, rompiéndola en el proceso. Ambos nos derrumbamos en el suelo, el inconsciente y yo exhausto. Solo esperaba que Tyr se hubiera ocupado de los bandidos de abajo, por que yo en esos momentos apenas podía sostener el mango de la sarten entre mis dedos.

Después de contemplar el mini-interrogatorio de Tyr y su final, el salio de la granja. Yo en cambio, antes de eso rebusque un poco en los cadáveres por si encontraba alguna pista mas que las sacadas en el interrogatorio. Solo encontré unas cuantas dagas, un par de arcos, flechas y algunas monedas, cinco colgantes y dos anillos de hierro. No era un buen botín, pero algo era algo. Sali de allí y vi que mi compañero ya había montado en su caballo y me dispuse a imitarle, cuando me fije en algo. Al otro lado del camino había tres trozos de tierra removidos, dos grandes y cinco mas pequeños. Estaba claro que allí habían enterrado a la familia de la granja. Cogí las joyas que había encontrado después de hacer un pequeño agujero en cada tumba y enterré los anillos en las tumbas grandes y los colgantes en los pequeños. Cerré el puño de rabia e hice una promesa silenciosa. Una promesa que solo los muertos y yo escuchamos. Volví a entrar en la casa. Tenia algo que hacer antes de irnos. Aun había un palo con fuego en la pequeña chimenea. Lo agarre y lo arroje a la habitación donde había luchado con el bandido experto. Sabia por el olor que en varios barriles había aceite. El resto seria cuestión de tiempo. Cuando volví a salir ya asomaban las llamas por la segunda planta. Me subí al caballo y nos pusimos en marcha en silencio. Por el camino quise imaginarme a la familia. Papa, mama y cinco niños que por el tamaño de las tumbas no tendrían mas de catorce años. Si bien yo apenas tenia dos mas, ellos eran campesinos pacíficos, no un nórdico aspirante a guerrero con ansias de venganza. Mis pensamientos fueron interrumpidos por un ruido a nuestras espaldas. Por lo visto las paredes no habían soportado las altas temperaturas y se derrumbaron. Lo tenia ya claro. Estuviera o no Tanya en el pueblo o alrededores, no pararía hasta detener o matar a los bandidos de la zona. Aunque tuviera que hacerlo solo. Mire por un momento a Tyr. No, solo seguro que no. A Tyr le gustaba mucho luchar. Demasiado,tal vez. Solo esperaba que en el pueblo le ayudaran también.

Observe como Tyr se iba a la cama mientras a mi me dejaba de guardia. Estaba de acuerdo. Ademas, seguramente no podría dormir ,por que ahora me estaban empezando a comer los remordimientos. La cara del bandido cuando le clave la daga, cuando Tyr le mato. Posiblemente era un pobre campesino que por las circunstancias de la vida se había tenido que dedicar a robar. Tal vez por culpa de una acusación de un rico había huido como yo y no le había quedado mas remedio que robar para comer. Tal vez incluso tenia familia. Pero incluso pensando eso, no podía evitar odiarle. Entonces recordé por que. Su sonrisa. Cuando le preguntaron por la familia sonrió antes de empezar a decir que los mataron. Recordé las tumbas y la sangre. Golpee con el puño la barra de pura rabia de tal forma, que el tabernero salio de la cocina asustado. Le mire, dedicándole una sonrisa cansada.

-No se preocupe-le dije al tiempo que se acercaba temblando- Le pido perdón. Pongame una cerveza, pero que sea suave. Y otra para usted si quiere.

Busque en mi bolsillo unas monedas para pagarle mientras me servia la cerveza. No estaba mal. Era suave y no estaba aguada. El tabernero por su parte se puso una jarra de cerveza negra. Por como se la bebia estaba claro que no la tomaba a menudo.