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Libre de las ataduras del pasado (Priv. Alexander James)por Invitado, Jue Sep 03, 2015 1:06 am
Después de tanto tiempo lo había conseguido. La sensación de libertad volvió a adueñarse de ella, se sentía libre de ataduras, libre de obligaciones. Como todo el mundo, tenía una meta que seguir, pero podía alcanzarla cuando ella quisiera, sin prisas, a su tiempo.

Ferzan había recorrido a galope la mayor parte de Garnalia Sur, vestida con los ropajes desérticos habituales que solía llevar. A su espalda portaba una mochila de tela ligeramente maltrecha donde guardaba sus vestimentas reales, una reserva importante de su dinero, cecina y fruta, así como su diario robado y el mapa de Cadoc. En su cintura portaba la bolsa de dinero que este le regalo, sus dagas bien guardadas y un zurrón de agua medio lleno, la bolsa contenía poco dinero de su reserva, era el poco que iba a necesitar para el resto del dia.

Después de los extraños acontecimientos en las afueras de Aleketh, víctima del caos y la inseguridad, tomo uno de los caballos del carromato como montura personal y como método de huida rápida. No sabía quién era ese hombre, pero por algún motivo sabía mucho acerca de ella, más de lo que la joven pensaba desde un principio. No solo parecía saber su nombre y su identidad en el momento que la acogió bajo su cargo después de salir de prisión, no… la conocía de antes, de mucho antes. No obstante su muerte se llevo consigo su confesión, y nulas eran las pistas que ella tenía para adivinar quién era realmente.

Se encontraba en el Reino de Qala Raml, el atardecer comenzaba a desvanecerse dando paso al anochecer. El clima nocturno del desierto podía resultar, en un principio, un alivio momentáneo para calmar el calor que una servidora había sufrido durante el resto del día, pero una noche a la intemperie con este frio y posibles tormentas de arenas no era para nada conveniente, había que encontrar una ciudad antes de que eso ocurriera, y en su mapa Ferzan tenía visualizado cierto sitio de interés…

Tardo un par de horas en llegar a la capital del Reino, Harez. A su llegada, la noche empezaba a hacer mella en la actividad urbana, la gente se dirigía a sus casas y los comercios comenzaban a cerrar hasta el día siguiente. Ferzan iba bien provista de lo poco que le hacía falta por hoy, aunque mañana iba a necesitar algo más para pasar un pequeño trecho antes de llegar a Guardiadragones del Mar. El caballo que portaba como montura, conforme pasaban los días se volvía más difícil de controlar, al mando del carromato era mucho más dócil pero en solitario con una dueña que conocía de poco… la desconfianza se hacía notar, y si iba a mayores Ferzan tendría que terminar el camino utilizando el método de transporte más longevo que existe.

Se había aproximado a la entrada de una posada, bajo de su montura y con esfuerzo amarro al animal al poste. El caballo parecía relinchar de molestia, y por poco se lleva la mano de la salvaje de un mordisco. Con la mochila y las pertenencias dentro de ella, se dispuso a entrar.

Siendo sinceros no era la primera posada a la que acudía, Ferzan ya se conocía el ambiente que podía haber en uno de estos lugares. A un rincón, un buen par de amigos con unas buenas cervezas en mano y unas buenas historias que compartir. En otro rincón, personas de mente perversa y otras varias muy poco fiables. En otro rincón aparte estaban los solitarios, su rincón preferido, silencio y solo las charlas necesarias, en intimidad y con seriedad, este era el rincón preferido de la joven, y por tanto, el que escogió al momento de entrar en la posada.

Había pedido una habitación individual en la barra, aparte de una jarra de Hidromiel para calmar la sed. No le agradaba mucho el alcohol, pero le gustaba hacer excepciones con una bebida suave y deliciosa como esa. Dejo el dinero de su bolsa sobre la mesa y se sentó en una mesa apartada y solitaria donde se hallaban otras tres sillas vacías. Ferzan tomo una de estas sillas con la intención de alojar su mochila en ella, dejo su jarra en la mesa y observo unos instantes su alrededor sin quitarse la capucha.
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Re: Libre de las ataduras del pasado (Priv. Alexander James)por Alexander James, Mar Sep 08, 2015 11:12 am
Después de un mes aproximado de viaje ya estaba un poco más cerca de mi destino, el Anillo en el Reino de los Elfos. He de decir que el viaje iba bastante bien, no había tenido problemas y aún iba bien provisto de comida. Además de que mi fiel corcel no intentaba escapar ni nada. No me daba problemas y me hacía compañía.

Al llegar a Harez, la capital de Qala Raml; lo primero que busqué fue una posada donde hospedarme. Después de merodear un poco por las calles la encontré, amarré mi caballo al poste junto a los demás caballos y entré.

El ambiente era el de cualquier posada supongo, sin prestar la más mínima atención a la gente que me rodeaba me acerqué al posadero, y después de conseguir una habitación fui a sentarme en una de las pocas mesas que quedaban libres, me quité la capucha y me puse a inspeccionar tranquilamente mi entorno.

Realmente no encontré nada que llamara mi atención, salvo una cosa: en una mesa apartada había alguien sentado solo. El hecho de que estuviera solo no fue lo que me llamó la atención, me fije en ese alguien porque era la única persona de la posada que no llevaba la cara al descubierto. Tenía una capucha puesta, así que no alcancé a distinguir si era hombre o mujer.

Me quedé mirando a esa persona fijamente intentando averiguar algo, al menos quería saber si era hombre o mujer. Pero nada, no había forma de verle la cara. Excepto por un momento que se giró y yo instintivamente aparté mi mirada. Estaba seguro de que me había visto mirando, solo rezaba para que no me dijera nada. Lejos de mi escuela lo último que quería era tener problemas estando solo ante el peligro.
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Necesitas compañía pequeña?

Por desgracia para su intimidad, alguien de cierto rincón no deseado se le acerco a la mesa tomando la silla libre que estaba más cercana a Ferzan, acercándose hasta estar a su lado. Parecía estar bastante ebrio y portaba una jarra de cerveza en la mano, resultaba extraño que hubiese percibido el género de la chica con la capucha puesta, habría estado observándola desde que entro, tal vez.

Ferzan no respondió a su pregunta, permanecía cabizbaja ignorándole como si no existiera – Eh, te he hecho una pregunta – Volvió a hablar dándole un leve empujón en el hombro a la chica, lo que atrajo su atención. Levanto la cabeza lentamente para verle el rostro, se trataba de un adulto calvo y de complexion corporal algo obesa. No parecía demasiado fuerte, fue en lo siguiente que se fijo, si no fuera por la multitud plantarle cara seria un gusto para ella.

No – respondió con sequedad volviendo a su jarra de aguamiel
Vamos, si apenas tendrás dinero para pagarte una bebida mas como esa, te dejare dormir en mi habitación a cambio de una buena charla
… Solo una charla? – la conversación no iba a terminar bien, pero Ferzan decidió seguirle el juego
Claro, tenias alguna propuesta mejor chica? – sus intenciones se notaban claramente incluso al otro lado del muro de la ciudad, hasta un sordo o un ciego podía comprender su motivación
Jum, no se me ocurriría nada mejor, y a ti?

La charla fluia en un tono de voz neutral, intermedio, que permanecía impasible si se comparaba con el bullicio del resto de la posada. Tan solo alguien con una audición equiparable a la de un elfo podría oírnos medianamente bien, seria demasiada casualidad que hubiese uno aquí mismo… Ferzan miro a su alrededor otro momento, nadie parecía estar animando al señor que tenía a su lado, por lo que se podía deducir que estaba solo, eso parece.

Se me ocurrirían muchas cosas con alguien como tú en mi habitación – esbozo una sonrisa, creyéndose que había conseguido ganársela – Vámonos arriba – la espabilo de dos manotazos al hombro bastante vulgares, desagradable... El hombre se termino de un solo trago su cerveza y dejo la jarra sobre la mesa con total rudeza, levantándose de la silla.

Ya nos vamos? – confiando en que esa persona estuviera sola y sin compañia, Ferzan se bajo la capucha lentamente para no llamar la atención a su alrededor, dejando que viera sus rasgos faciales y su cabello como falsa muestra de confianza, así sus siguientes palabras serian más efectivas – Se un caballero al menos y deja que me termine lo que he pedido, o estas demasiado agotado para esperar? - a pesar de que sus palabras podían resultar en un golpe bajo, para alguien ebrio e incapaz de pensar con la cabeza sería fácil ceder ante una provocación tan simple y sencilla. Los hombres como el son los más divertidos a la hora de jugar, y ella se lo haría saber pronto.

Espero a que volviera con ella, entonces Ferzan termino de tomarse la bebida de un trago y reacciono rápido. Agudizo su voz y levanto el tono para hablarle, fingiendo una mueca de sorpresa en su rostro – De verdad tienes que hacerme esto solo porque vivo en esta ciudad? – el hombre se extraño como era de esperar, Ferzan tomo la jarra vacía donde antes se hallaba su aguamiel – Eh! Que estas…!? – exclamo, lanzando la jarra a cierto individuo que se hallaba a apenas dos metros de la sala con una rápida finta. Estaba de espaldas y acompañado, la jarra impacto en su hombro y no le haría apenas mella, solo era para captar su atención y la de sus compañeros contra el hombre que buscaba intimar con ella. En el momento en el que se girase, se encontraría con un posible acosador enfrente de una indefensa mujer situándose a la defensiva, de pie y cerca de la pared, con un rostro que hablaba por sí solo, no parecía estar pasándolo bien con aquel hombre. No solo había fingido su comportamiento, también sus exclamaciones anteriores a cuando lanzara la jarra para recrear una falsa escena donde ella actuaria como acosada ante los demás presentes.

Su juego se había vuelto más interesante de lo que esperaba.

La persona que fue golpeada por la jarra de aguamiel se levanto, sus compañeros imitaron el gesto acercándose a la persona que momentos antes trataba de intimar con Ferzan llevándola a su lecho. Para los hombres como ellos, el rostro de una mujer aterrada podía fácilmente contra el de un hombre ebrio en cuanto a "quien dice la verdad", no les llevo mucho tiempo iniciar una pequeña pelea tabernaria con él que terminaria con mas de una persona durmiendo en la calle. Ferzan tomo sus cosas de la silla que reposaba cerca de ella y se escabullo hacia las escaleras pasando por la barra. Examino rápidamente sus pertenencias para asegurarse de que lo tenía todo, con la mala pata de chocarse contra el cuerpo de alguien en el camino. Era un chico de cabello liso y puntas rizadas, su complexión era delgada y por la constitución de sus orejas parecía ser un elfo, valga la redundancia.

Pero no fue esto lo que llamo la atención de Ferzan…

Cuando le miro a los ojos después de chocar con el sintió algo que le hizo permanecer inmóvil unos segundos, una sensación ya conocida recorrió su cuerpo por completo causándole un ligero escalofrió. Esencia animal, esencia Licantropa, así es. La loba solitaria lo había conseguido de nuevo en poco más de una semana, había más como ella…

Sacudió levemente la cabeza volviendo a la realidad, sus andares se dirigían hacia las escaleras. Quinta puerta a la izquierda del segundo pasillo, allí se encontraba su habitación.
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Re: Libre de las ataduras del pasado (Priv. Alexander James)por Alexander James, Lun Sep 14, 2015 4:27 pm
En cuanto aparté la mirada de aquella persona vi como un hombre acudía a sentarse en su mesa, probablemente se conocerían. Me quedé escuchando sin poder evitarlo, y tan solo con sus primeras palabras ya di por hecho que no tenían ningún tipo de relación; ero al menos averigüe que era una chica la que se escondía bajo la capucha.
Seguí escuchando la conversación y pensé que igual debería intervenir y sacarla de allí, pero pensándolo mejor no era asunto mío por muy egoísta que sonara, y además no quería problemas innecesarios. Me distraje apenas unos segundos y cuando volví a mirar de reojo vi que se había armado un follón enorme. Unos hombres que antes estaban sentados cerca de la chica ahora se hallaban gritándole al señor que había intentado intimar con la chica.
Para evitar problemas fui a la barra y le pedí las llaves de mi habitación al tabernero. En cuanto me las dio caminé hacia las escaleras, me detuve un momento para mirar hacia donde antes había estado sentada aquella chica y al volver la mirada hacia delante choqué con alguien.
-Oh, mis disculpas... -agaché un poco la cabeza para mirarle y vi a la chica. La miré a los ojos apenas un instante, pero una sensación de familiaridad que llevaba años sin sentir se apoderó de mi.
No, era imposible que aquella chica fuera como yo. Aunque tampoco habría podido preguntarle porque salió corriendo hacia las escaleras, y yo sin saber porque la seguí sigilosamente hasta que la vi entrar en su habitación. Caminé por el pasillo hasta detenerme ante su puerta y levanté mi mano con la intención de llamar; sin embargo, me detuve y lo pensé mejor.
Quizás aquella chica tenía las respuestas que necesitaba, pero también era posible que ni siquiera fuera como yo y que aquella sensación de familiaridad hubiera sido imaginación mía.
Fuera como fuese tenía que decidir algo: Irme a mi habitación o llamar a la puerta de aquella desconocida.
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Re: Libre de las ataduras del pasado (Priv. Alexander James)por Invitado, Miér Sep 16, 2015 12:25 am
Había recorrido las escaleras con prisas, siguiendo el pasillo que daba hasta su habitación con más lentitud. La quinta puerta se hallaba al final de este. Ferzan se detuvo antes de abrirla echando un vistazo hacia atrás, recordó la figura del licántropo y su reacción, ambos habían reaccionado de manera inesperada al encontrarse el uno con el otro. Tal vez aquel muchacho se sentía atraído por la presencia de una hembra de su especie, o tan solo se encontraba en la misma situación que ella y se había sorprendido también al darse cuenta que no era el único lobo caminante sobre este desierto.

El pasillo estaba muy poco iluminado, tan solo contaba con una vela encendida, engarzada a la pared que daba de frente nada más subir las escaleras, el resto las habría apagado el viento. A mano izquierda de Ferzan había una ventana cerrada, por ella se filtraba la tenue luz de la luna que iluminaba el final del pasillo donde estaba ubicada su habitación. La chica no vio a nadie subir las escaleras, dio por hecho que el elfo no subió pero no estaba segura…

Abrió la puerta de su habitación y la cerro tras pasar adentro sin cerrarla con llave. Permaneció inmóvil en un costado, apoyando con mucha suavidad la mochila en el suelo casi sin producir ruido. Intento escuchar si algo se movía por ahí fuera mediante algún ruido que fuera capaz de captar, mientras tanto la joven tenía el corazón palpitando en un puño, el subidon de adrenalina sufrido al huir de la escena ocurrida en la posada ya de por si la ponía nerviosa por el hecho de que las cosas no siempre podían salirle bien, además la presencia del elfo no hizo más que animar este estado. Volvió a pensar en lo que sintió al verle, repetidas veces, no quería estar equivocada con esa sensación, no quería hacerse con una falsa sensación de esperanza. Fue calmándose poco a poco, y entonces oyó algo, pisadas crujir suavemente sobre la madera. La primera que pudo oír le sirvió de advertencia, las siguientes creían indicarle que algo se acercaba a su puerta. La madera no es la superficie más adecuada para andar en sigilo, mas aun estando deteriorada o en mal estado.

Podía ser el elfo que finalmente haya decidido seguirla, la reacción inicial que había tenido con el no había sido nada formal, pues tenía que escabullirse del primer piso y no podía permitirse hablarle como si nada. También podía ser alguien del piso de abajo, de los hombres que ella misma llamo la atención y tarde o temprano hubieran descubierto su pequeña treta. O podían ser ambos. Ferzan no quiso arriesgarse, no podía permitírselo. Tomo la daga de la empuñadura a su derecha y desenvaino lentamente, se acerco a la puerta y la abrió, manteniendo la mitad derecha de su cuerpo oculta tras la estructura, con la daga cerca de su cadera, esto mantendría el arma oculta.

En el pasillo, iluminado por la tenue luz de luna, estaba el elfo. Sus vestiduras, su rostro, todo encajaba, era el licántropo que se cruzo en las escaleras. Guardo la daga de vuelta en la empuñadura y realizo un gesto al elfo para que no mencionase palabra alguna ahí fuera, no terminaba de fiarse del todo. Salió afuera con cuidado, miro el pasillo con detenimiento sin dejar de prestar atención a cualquier movimiento brusco del muchacho, siguió sin ver nada y el elfo no parecía mostrar sospechas. Aunque pareciera arriesgado, ella confiaba en la lealtad de la manada como licántropos que son, no debería traicionar a una supuesta hermana, y además el pasillo oscuro resultaba más inseguro que su propia habitación por pura falta de visión en el entorno. Entro en la habitación y le permitió pasar con un simple gesto con la cabeza.

Una vez entraran los dos, Ferzan cerraría la puerta con llave. Cogió su mochila con sus cosas y la dejo sobre la cama, mirando al muchacho - Llevaba mucho tiempo sin poder hablar a solas con otro de los míos... - inicio la conversación con una confesión sincera. Al lado de la cama había una mesita pequeña donde deposito sus dagas, era una muestra de confianza de que no habría ningún apuñalamiento a traición, además si el elfo resultara ser alguien hostil podía defenderse, las salvajes no solo saben pelear armadas - Siento no haber dicho nada cuando choque contigo en las escaleras, soy Ferzan... - fue acercándose hacia él con lentitud hasta colocarse a una distancia cara a cara. Observo su mirada y la misma sensación volvía a ella - ... Me siento como en casa... Que... que hace alguien como tú en este desierto? - pregunto algo desconcertada en un principio, pues sus palabras no representaban mentira alguna.
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Re: Libre de las ataduras del pasado (Priv. Alexander James)por Alexander James, Vie Sep 18, 2015 12:47 pm
Antes si quiera de que pudiera decidirme la puerta de la habitación se abrió y ante mi apareció aquella chica. Me miró, se aseguró de que estábamos solos y con un gesto de cabeza me invitó a entrar a la habitación. Pasé adentro, y en cuanto cerró la puerta nos quedamos en silencio hasta que ella habló.

Al parecer había encontrado a otra loba solitaria como yo, se llamaba Ferzan, pero lo que más me sorprendió fueron sus palabras: "...Me siento como en casa...Que...¿Que hace alguien como tu en este desierto?"
Por un momento me quedé un poco cortado ya que no esperaba tanta sinceridad de una desconocida, aunque los licántropos entre nosotros nos consideramos hermanos yo ya no me fiaba ni de mi propia sombra.

-Me llamo Alexander.- me presenté- Estoy aquí de paso. -expliqué, tampoco hacia falta dar detalles sobre mi viaje todavía.- ¿Y tu? ¿Qué haces aquí...tu sola?
Puede que suene un poco machista o como queráis llamarlo, pero yo siempre había dado por sentado que una mujer debe viajar con un acompañante; ya que aunque sepa valerse perfectamente por si misma, siempre debe tener a alguien que la cuide y la proteja. Así que ver a Ferzan allí sola me resultaba bastante raro.

-¿Por qué no llevas acompañante? La chicas no deberíais viajar solas. Ya has visto lo que les hacen a las solitarias...- con aquel comentario me refería al hombre del bar que había intentado intimar con ella.
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Le había resultado extraño oír tan poco sobre él, tratándose de un elfo que está lejos de su continente. Ferzan veía a los elfos como seres muy protectores de sus propias tierras, que raras veces abandonaban su hogar a no ser que fuera por algo importante, eso es lo que ella pensaba. El licántropo que tenia frente a él parecía ser una excepción, estaría partiendo de vuelta a su continente o traía algo importante que hacer en territorio humano.

Su primera cuestión le resulto confusa a Ferzan. La realizo con una tonalidad en su voz que, más que averiguar que hacia ella aquí, parecía querer saber el porqué no tenía a nadie conmigo. Eso había entendido desde un principio, y parecía estar en lo correcto después de oír la aclaración del llamado Alexander. Ferzan se cruzo de brazos aun frente a él, enarco una ceja expresando duda en su rostro, que tras unos segundos se convirtió en una muy suave carcajada que disimulo tapándose la boca y parte del rostro.

También has visto como ha acabado el, cierto? – su voz se había vuelto más amigable por un momento, volviendo a la tonalidad seria – Se bien a que te refieres con que no está bien que una mujer viaje sola… pero yo no soy alguien civilizada – se aseguro de bajar el tono de voz para evitar que alguien ajeno pudiese oírles, arremangándose las mangas de los harapos desérticos que llevaba sobre su cuerpo. Sus brazos y por tanto, la pintura de guerra marrón oscura que portaba en ellos quedaría visible para el – Si sabes que es, sabrás que clase de personas lo llevan sobre su cuerpo – volvió a colocarse bien las mangas como si nada hubiera pasado.

Se sentó en el borde de la cama mientras él se paraba a pensar, si es que no conocía la respuesta, cruzándose de brazos y piernas – No soy una doncella noble que esconde la cara por miedo a que la tomen una noche un par de desconocidos fuera de su hogar plagado de lujos, no soy una ciudadana de clase media que venga a la posada una noche para huir de su marido ebrio y gruñón. Soy una salvaje, he robado, matado, y timado a una decena de hombres como el que has visto abajo, entre otras cosas. Ser una mujer no es sinónimo de que necesite protección, no es lo mismo una mujer guerrera que una doncella o una princesa – se tomo una pequeña pausa para que asimilara todo – Te preguntaras como he llegado hasta aquí, cierto? Me capturaron robando un carromato, no todo crimen sale impune. He permanecido dos meses en la prisión de Aleketh, alejada de la tribu nómada que me acogio desde que tenia seis años. Me concedieron la libertad condicional a cambio de trabajar como conductora de carromatos, y para asegurarse de que no me escapaba me confiaron a cierta persona que actuaba como un espia privado – recordó por unos momentos el rostro de aquella persona, todo lo que le había dicho antes de morir - Aleketh está en guerra Alexander, tenía que largarme de allí después de asesinarle. Voy hacia Guardiadragones del Mar para entrenarme y buscarme una nueva vida, y este reino es el último sitio medianamente seguro del camino donde podre descansar en paz una noche, libre de que alguien me controle y me ponga entre rejas como el animal que soy en lo más profundo de mi ser…

Ferzan estiro los brazos para desperezarse un poco, se levanto y se acerco a la ventana observando las calles de la capital en mitad de la noche, el ambiente era más tranquilo de lo que pensaba para una ciudad tan grande – Bueno, según un dicho de vosotros, la gente civilizada, dice que “las damas van primero” no es así? Creo que te toca a ti ahora decirme que buscas y como has llegado hasta aquí, si es que confías en mi.
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Re: Libre de las ataduras del pasado (Priv. Alexander James)por Alexander James, Dom Sep 27, 2015 5:03 pm
Tardé un poco en asimilar tanta información, pero he de admitir que para antes de que Ferzan terminara su historia yo ya había sacado mis propias conclusiones: no era una chica corriente ni por casualidad, y nunca antes había tenido el placer de conocer a alguien que se pareciera en lo más mínimo a ella.
Me preguntó que que buscaba yo, y que como había llegado hasta allí. Yo no era muy de confiar en la gente, pero se supone que entre "hermanos" no nos traicionamos, así que decidí darle un voto de confianza y le conté mi historia.

-Verás, se podría decir que no tuve una infancia muy feliz que digamos...- me senté en la cama y miré un punto fijo en el suelo.- Cuando llegué ha cierta edad descubrí que por suerte tenía ciertas dotes que los demás no tenían, así que aproveché mi oportunidad y escapé de casa.- Levanté la vista un segundo para mirarla y proseguí.- Unos hermanos me acogieron y me enseñaron a controlarme, para no hacer daño a los demás. Cuando ya supe controlarme descubrí que tenía dotes mágicas, así que dije adiós a mi vida salvaje y fui a una escuela a comenzar de cero.- Me levanté de la cama y fui a la ventana junto a ella.- Estando en esa escuela me reencontré con un vieja amiga, ella también tenía ciertas dotes como yo...- miré por la ventana un momento.- Bueno, como nosotros. Pero no somo de la misma condición. Aún así, ella me enseñó lo poco que sabía sobre nuestros hermanos; así que vuelvo a mi tierra natal en busca de respuestas.- Aparté la mirada de la ventana y me senté en el suelo apoyado mi espalda contra la pared.- En cuanto como he llegado aquí, he de admitir que no estaba en mis planes. Yo tenía pensado viajar alejado de la poblaciones y durmiendo al raso, vamos, volver a la vida salvaje.- Concreté.- Pero prometí que me cuidaría, así que he tenido que ir de posada en posada. Y bueno...Aquí estoy...
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Al igual que ella, Alexander también se decanto por no recordar nada relacionado con su infancia. Le resultó curioso que ambos hubieran pasado por lo mismo, los dos habían sido “adoptados” por otros como ellos tras descubrir lo que realmente son, solo que él se había escapado de casa por su propia cuenta. A simple vista parecía un muchacho corriente de clase media, alguien incapaz de lidiar o relacionarse con gente hostil, un elfo civilizado y educado por gente de alta cuna, con todas las costumbres que ello conllevaría… en pocas palabras, un niño mimado.

Con que eres otro salvaje… las apariencias engañan más de lo que pensaba.

Ferzan descartó de inmediato que pudieran ser de la misma tribu. Primero, no le conocía de rostro y mucho menos por el nombre. Segundo, en el grupo de Ferzan no había sitio para hombres, todas eran hermanas de sangre que compartían en común la licantropía.

Mmm… Qué clase de respuestas buscas? – no le había quedado claro ese detalle, buscaba respuestas sobre licántropos como nosotros? O sobre alguien o algunos conocidos que compartían también nuestro talento racial?

Por un momento pensó en qué clase de escuela habría estado aquella persona. Guardiadragones del Mar, adonde se dirigía ella, según las palabras de Cadoc era una escuela hecha para entrenar la lucha física, no era un lugar donde perfeccionar las dotes mágicas. En ese momento a Ferzan no se le ocurrieron nombres familiares que pudiera relacionar con una escuela, de hecho no conocía mucho sobre ellas. Por otra parte, admiraba la valentía del joven por querer retomar la vida que en un pasado tuvo como salvaje – Yo también hubiera optado por dormir al raso, de no ser por esa mala gente que quiere atracarme y violarme… Bandidos del desierto creo que los llaman – su manera de hablar a veces, demostraba la falta de modales de la chica, lo que confirmaba que realmente no es muy civilizada. Se situó a un lado de la ventana y se cruzo de brazos, apoyando su espalda en la pared con lo cual, la tenue luz de la luna solo iluminaba una pequeña parte de su tez.

Una vez la abandonas, no es fácil volver a vivir como un salvaje en grupo, menos aun si no es con gente de tu propia especie. Los humanos de pura raza, más que una manada se asemejan más a un grupo de descerebrados que solo piensan en dinero. He visto humanos abandonar a sus compañeros por unas simples monedas que no dan para más que una cuña de queso en mal estado, abandonan compañeros con los que compartieron tanto como si se tratara de estiércol, es enfermizo. Nosotros no somos como ellos, nosotros somos una manada que sabe cuidarse los unos de los otros, y si nos abandonamos para conseguir un beneficio debe ser algo que nos beneficie a toda la manada. ¡Eso, ESO, fue lo que me paso a mí! – termino por exclamar, en sus palabras se podía notar fácilmente el enfado y el rencor acumulado. Se tomo una pausa de escasos segundos para calmarse – La tribu nómada de la que te hable antes… ellos… ellos me abandonaron a cambio de comida para todos, de prisioneros que vender por una buena suma de dinero… era un paso hacia adelante para todos, un gran paso. Yo estaba comprometida con ellos si algo me pasaba, habíamos realizado un juramento que no había quebrantado. Yo me sacrifique para que ellos obtuvieran ese gran beneficio. A pesar de ser una loba solitaria lo comprendo, además… aunque duela decirlo tú y yo, por muy licántropos que seamos, también somos humanos… creo que por un momento he perdido la sangre fría.

Se acercó adonde el estaba sentado en el suelo, le tendió la mano con firmeza esperando una respuesta suya – Hay mejores lugares donde sentarse, Alexander. Espero no haberte asustado – le dio la espalda retrocediendo un par de pasos. Observo la pared de la habitación que daba a la cama, se había quedado en silencio una vez más. Cuando le había tendido la mano, en el momento que sintió la piel de Alexander, su roce le había resultado tan suave, tan apacible… la última vez que sintió algo similar fue hace diez años, cuando tuvo un primer contacto físico con su mejor amiga, dentro del grupo de salvajes donde ella estaba.

Le gustaba tanto dejarse llevar por la nostalgia… solo así sentía que descansaba su mente.

Entonces… - prosiguió, volviendo a encarar a Alexander desde una distancia respetable – Si vas a volver a tu hogar aun te queda un buen trecho por delante. Te queda medio continente y un mar entero por delante, sabes qué camino seguir?
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Re: Libre de las ataduras del pasado (Priv. Alexander James)por Alexander James, Lun Oct 05, 2015 6:57 pm
No estaba acostumbrado a tener ningún tipo de contacto físico con gente como yo, así que cuando tomé la mano de ella para levantarme, he de admitir que una extraña sensación me recorrió el cuerpo. Me daban ganas de abrazarla y sentirme de nuevo como en casa, como que estaba en el lugar correcto.

Me preguntó que si sabía que camino seguir y asentí levemente acercándome un poco a ella. -No es la primera vez que hago este camino, y además tengo un mapa.- Sonreí ligeramente.

Me quedé mirándola hasta que nuestras miradas se cruzaron, y de nuevo aquellas ganas de abrazarla volvieron a mi. Aquello no era normal, nunca había sentido tantas ganas de sentirme como en casa. Cada vez que la miraba a los ojos recordaba mi pasado, cosa que dolía, pero también me traía buenos recuerdos. Sin decir nada me acerqué lentamente a ella y la abracé suavemente, pero rápidamente me separé en cuanto volví a la realidad y fui consciente de la estupidez que acababa de hacer.

-Lo siento, yo...- dije dándole la espalda y mirando por la ventana.- Solo quería sentirme como en casa otra vez. -susurré un poco avergonzado.

Seguramente ahora se sentiría muy incómoda con mi presencia, si me daba una bofetada desde luego la tenía bien merecida.
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No quiso realizar cuestiones sobre su cambio brusco de comportamiento, algo que agradeció en silencio. Su conocimiento sobre el terreno le ahorraría muchas palabras a la chica, en concreto de cierta zona la cual no quería recordar ahora mismo. Si continuaba por un camino señalizado no tendría porque pasarle nada… bueno, quien sabe.

Asintió con la cabeza, acudiendo a la cama para comprobar que tenía todas sus cosas en la mochila. Sacó su mapa de dentro y volvió con Alexander. Cuando estuvo cerca de él, lo observo por un momento en silencio. Sus miradas habían vuelto a cruzarse. Los andares del joven indicaban que quería acercarse más aun a Ferzan, la cual se había quedado inmóvil. Si es cierto que cuando lo tomó de la mano sintió una suavidad en su piel similar a la que sintió tiempo atrás con su mejor amiga, mas no era nada más que eso, simple similitud.

Su parte humana no descartaba la idea de rechazar su abrazo. Su parte Licantropa termino por aceptarlo. No correspondió este gesto, permanecía inmóvil bajo los brazos y el cuerpo del licántropo, vigilando con la vista y el tacto que mantuviera sus manos lejos de ciertas zonas clave. Lejos de que este gesto pudiera resultarle extraño, el calor corporal de un hermano de sangre le proporcionaba paz, le hacía recordar una vez más la imagen de su compañera, cuyo nombre pronuncio en un suspiro que resulto imperceptible a oídos de Alexander cuando este se alejo.

“Jade”

Apretó su puño con fuerza, a veces la nostalgia podía hacerla rabiar por no poseer aquello que deseaba tener en ese instante. Se acerco a Alexander con el puño cerrado, lo abrió con lentitud dándole una muy suave palmada en la espalda. Ferzan se detuvo a acariciarla unos segundos. No había porque pegar a nadie, ni abofetearlo por lo que ha hecho, más bien al contrario. Por muy solitaria que sea esta loba, sigue siendo una loba y en el fondo, apreciaba mucho la aparición de otro lobo solitario como ella. Le había hecho recordar tanto en tan poco tiempo…

Me estás haciendo dudar de que de verdad fuiste un salvaje – Bromeo haciendo referencia a su actitud avergonzada de antes. Por un momento, en su rostro se dibujo una muy suave sonrisa cariñosa que se esfumo en unos instantes. No era demasiado expresiva, menos aun con las sonrisas.

Al igual que Alexander, Ferzan también miro por la ventana junto a él. Reflexiono sobre su opinión a la hora de dormir al raso, sobre el peligro que podía conllevar hacerlo. Había abandonado todas aquellas palabras por un momento, recordaba lo que era cazar en grupo, cazar en pareja. Robar las pertenencias de otros bandidos, despojarles hasta de sus propias armas y ropajes, dejándolos a merced del bosque. Que habían sido de esos buenos tiempos para licántropos como nosotros? Se habían esfumado con el tiempo, pero no para siempre, Ferzan no lo quería así.

Vamos por caminos contrarios Alexander. Guardiadragones del Mar esta por el lado contrario al continente de los tuyos – la mano de Ferzan abandono su espalda, desplegando el mapa que traía consigo. Lo enfoco hacia la ventana para que la poca claridad que había les permitiera verlo en condiciones – Aleketh está en guerra ahora mismo, no creo que sea buena idea que cojas el puerto de la capital. Aunque te lleve directamente al Reino Elfico es la decisión más arriesgada, esa gente tiene dragones, antes de irme pude ver hasta cuatro sobrevolando la capital. Yo había pensado en Laylawan o Nagda, hay que realizar un transbordo de embarcación pero son más seguras. Que ruta habías pensado tu?

Volvió a plegar el mapa. Se alejo de su lado, guardando el mapa de vuelta en la mochila que tenía acostada en la cama – He estado pensando en algo Alexander – volvió a su lado, mirándole a la cara con los brazos cruzados – Antes mencionabas que te parecía raro ver a una mujer sola sin compañía de un hombre… hagamos algo, si no tienes prisa en regresar al Reino Elfico puedes acompañarme a Guardiadragones del mar durante unos días, y después podemos ir juntos a buscar esas respuestas de las que hablabas. Alli puedes aprovechar el tiempo para especializarte en algún tipo de lucha física, y con el paso de los dias, las cosas se irán calmando poco a poco en Aleketh, por si estabas pensando en tomar el puerto de la capital. Que me dices? – podía parecer una broma en un principio con la referencia al ligero “machismo” de Alexander, pero conforme Ferzan se desenvolvía con su idea, su seriedad se hacía presente en su tono de voz y en su rostro.
Invitado
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El silencio se había apoderado de los dos en aquel momento, silencio que había terminado por hacerse incomodo, demasiado incomodo...

Ferzan pensó en ese momento que aquella propuesta tal vez sobraba en la conversación, aunque fuera tarde para darse cuenta, aquello podía haberle afectado de dos maneras. Se había tomado como una ofensa el intentar acompañarlo de bruces a un asunto que para Alexander puede ser algo muy privado, o bien no sabía que responder este muchacho - ... Creo que no es algo de mi incumbencia, tenía que haberme callado... O es más bien inseguridad?

No se puede revertir lo que ya está hecho, así que quiso estar segura de la causa de su silencio, tal vez Alexander solo no sabía que decir en ese momento. Se limitó a prestarle atención a sus palabras, si decidía acompañarla podían quedar para mañana justo delante de su puerta, cuando el sol comience a asomarse, bien temprano. De lo contrario, cada uno seguiría su camino. Sea como sea, Ferzan podía sentirse satisfecha de ver que no es la única loba solitaria dentro de estas arduas tierras.

Se despidió de él, quedándose sola en la habitación de nuevo. Sentada en el borde de la cama, con los brazos y piernas cruzadas, su mente comenzó a divagar de nuevo por sus recuerdos. Se giro hacia las sabanas, palpando la suave tela donde más tarde se acostaría. Cerro la mano, como si estuviera intentando cruzarla con la de alguien, tratando de sentir la calidez de alguien más que ella misma. Volvió a levantarse. Su mirada se posó sobre la lejanía, tratando de ver algo mas allá de las murallas de la capital. Desde el más reducido de los oasis hasta la menos extensa de las vegetaciones dentro de Garnalia Sur. Conocía este reino tan bien como Garnalia Centro u Oriental, desde las sombras junto a sus hermanas, había conocido tantos sitios como le fue posible, logrando conocimiento del territorio, pocas amistades, desmesuradas enemistades. Nadie recordara de por vida el rostro de una ladrona indígena, o más bien, de algo más que una indígena. Pero de todas formas, debía de hacer algo con su apariencia para evitar que alguien la reconociese. No había tenido tiempo de cambiar su aspecto durante su huida de Aleketh, ahora que podía estar más segura que cualquier otra noche, debía de hacerlo.

Antes de nada, volvió a colocarse la capucha. Bajo al piso de abajo de la posada para pedir un cubo de agua bien cargado, ella misma se encargo de subirlo. En la habitación había visto un espejo lo suficientemente grande como para reflejar en él su rostro y buena parte de su anatomía, estaba colgado de la pared frente a un pequeño escritorio delante de la cama, la luz le jugaba en contra a la joven dado que estaba algo lejos de la ventana. Cogió el espejo y lo puso en el suelo, de cara a la luz de luna que entraba por la ventana, esto le valdría. Había dejado el cubo de agua justo a su lado.

Primero de todo, se despojo de los pendientes que llevaba puestos. Los rulos que mantenían su pelo bien ondulado cayeron después, había dejado todos estos accesorios a un lado aparte. Con el calor del día, su cabello estaba seco y el frio de la noche no bastaba para arreglar esto. Sumergió la cabeza con cuidado dentro del cubo de agua, bañándose el pelo poco a poco con las manos. Ferzan en verdad era una mujer de cabellos lisos que, cuando se instancio con sus hermanas, decidió adoptar esta forma de llevar el cabello para salvaguardar su identidad natural.

Alisarse el cabello con tan solo agua no iba a ser cuestión de un corto momento, aquello le había llevado tiempo pero termino por hacerlo. Cuando se miro al espejo le había costado reconocerse, aun teniendo el cabello desordenado y pendiente de secarse, la forma del cabello puede cambiar mucho la apariencia de alguien. Volvió a dejar el espejo en el suelo, guardando las roscas marrones que tenia por pendientes en la mochila, junto a sus vestimentas nativas y su corona que nunca jamás volvió a ponerse desde que salió de prisión. Dejo el cubo de agua cerca de la cama por si lo necesitara. De nuevo, su mirada se poso sobre el horizonte a través de la ventana, más allá de lo que sus ojos podían alcanzar a ver.

Lo último que quiero es ser una cara conocida para mis enemigos. Antes de que ellos puedan reconocerme, yo os habré encontrado. Suku, Jade, esperadme hasta mi regreso.

...

El sol volvía a otear el horizonte, y con él, el clima seco se apodero lentamente del lugar. Ferzan se habia despertado despues de notar que el tan adorado fresco nocturno se habia esfumado, su cabello liso decoraba la almohada donde tenía apoyada la cabeza, las suaves sabanas de tela cubrían su anatomía hasta los hombros.

Se levanto casi de bruces, despojándose de golpe de sus sabanas. Antes de refrescarse con el cubo de agua que descansaba a su lado, se había asegurado de tener sus pertenencias a mano y en su lugar. Debajo de la almohada estaba guardando una de sus dagas en caso de necesitar defensa personal. Había acudido a una silla cercana al escritorio que tenía enfrente de la cama, al otro lado de la habitación, pues en su respaldo se hallaban las vestimentas que Ferzan vestía a diario. Esta vez, antes de colocarse tan solo los harapos desérticos, quiso colocarse justo debajo los ropajes indígenas que cargaba en su mochila durante tanto tiempo, tal vez los iba a necesitar sobre su cuerpo. Había dejado el espejo en su sitio y el cubo en un rincón apartado del lugar, con la poca agua que quedaba. Cogió sus pertenencias, echando un vistazo hacia atrás para no olvidarse de nada.

Si Alexander la había estado esperando en la entrada de su habitación, lo más probable es que llegara antes que ella por poco tiempo. Al momento de abrir la puerta, Alexander se la encontraría ahi, con la mochila sobre uno de sus hombros y las dagas bien ocultas debajo de la túnica desértica - Buenos días, creo que así estoy más presentable - bromeo por un instante sobre el cambio de aspecto en su cabello.
Alexander James
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Señor de los lobos (elfo)
Nombre : Alexander James
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Re: Libre de las ataduras del pasado (Priv. Alexander James)por Alexander James, Sáb Oct 31, 2015 7:15 pm
Me desperté cuando los primeros rayos de sol entraron por mi ventana, y sin pensármelo mucho salí de la cama y fui directo a vestirme. Decidí ponerme la ropa de la noche anterior, puesto que me parecía lo más apropiado para lo que prometía ser un largo día de viaje. Me peine con los dedos lo mejor que pude y tras guardar todas mis pertenencias, coloqué mi daga en el cinto dejándola oculta bajo mi camisa y salí de la habitación cerrando la puerta tras de mi.
Aún medio adormilado y con los ojos entrecerrados bajé las escaleras y recorrí el largo pasillo que llevaba a la habitación de Ferzan, donde ella ya me estaba esperando en la puerta. Nada más llegar me saludo sonriente.

-Buenos días,- saludé intentando reprimir un bostezo y sonreí ligeramente.- te queda bien.- comenté refiriéndome al notable cambio de su cabello. -Bueno, ¿nos vamos?- pregunté poniendo una ano en su espalda y señalándole el pasillo. En cuanto ella comenzó a caminar me coloqué bien el saco con mis pertenencias y la seguí en dirección a la salida.
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