Después de husmear en los primeros pisos, encontré los laboratorios, por lo que pensé que me convendría instalarme cerca >>uno nunca sabe cuándo le puede venir el hambre... aunque, si a esas vamos, me vendría mejor vivir junto a la enfermería... ¿qué estoy pensando? ¡no me cenaré a nadie de aquí!<< Un piso abajo estaba la biblioteca, así que me quedaba perfecto ese lugar... sólo por un ridículo y pequeño inconveniente... los números impares, en este caso el "3", me desesperaban... Pero bueno, eso no importaba mucho ahora.

Cuando por fin encontré una habitación, que a decir verdad, había muchas vacías, entré y lo primero que hice fue hechizar las ventanas, volviendo negros los cristales. Si bien, aún no había el libro de la Tierra, cabe recordar que antaño era una aficionada, por lo que todavía recordaba algunos conjuros menores.

Observé la estancia: era fría, algo perfecto para mí. La decoración, digna de relato de caballería, era de un estilo similar al vestíbulo, destacando el tallado de piedra en los marcos de la puerta y ventanas. La distribución de los pocos muebles daban una vista espaciosa: La cama, pequeña, pero de aspecto cómodo, en una esquina. Un escritorio con unos cuantos libros, entre los cuales saltaba a la vista el libro de la Tierra, se arrinconaba en la esquina contraria. Por último, a un lado de la cama, un armario de madera tallada con motivos de árboles y flores, dentro del cual estaba mi nueva túnica blanca.

Cada detalle daba a la habitación un aspecto, en lo personal, artísticamente perfecto...

Luego de unos días de estar fuera de mi habitación por fin regresé a lo que yo considero mi cueva >>mi refugio<<.

Aún estaba con los nervios de punta después de la prueba de la Tierra... la idea de defenderme de fenómenos creados para ese fin me aterraba desde siempre.

Me tumbé en mi cama y me quedé observando el techo que, a diferencia de algunos muebles, estaba limpio... vacío... sin adorno alguno...
- - dije, pensando en voz alta y sin prestar atención a lo que decía
Comenzó a brotar lo que parecía una planta que se enredaba en las vigas del techo >>joder, espero que esto no moleste a alguien del piso de arriba...<<
Observé detenidamente como la planta crecía y se amoldaba al terreno por donde pasaba la mirada... se me ocurrió una idea, no muy cuerda, pero sí entretenida:

Si algo había aprendido en mis tiempos de pintora ambulante era a manejar tintas y a jugar a mi antojo con estas e incluso a hacer pequeños espectáculos de “pintura danzante”, y ahora que sabía cómo canalizar un poco de mi magia, el resultado sería mejor.
Hurgué entre los bolsillos de mi anterior túnica y saqué cuatro pequeños frascos, cada uno con pintura de diferentes colores (azul, rojo, verde y negro, respectivamente) y vacié el contenido en el piso, dejando que se extendiera y se mezclara, mientras pensaba en cierto hechizo:
-Si sirve para animar, tal vez con un pequeño cambio de runas…. Podría funcionar:
- - pronuncié, esperando a que hubiera alguna reacción… lo cual no pasó.
Lo pensé un poco más, y ahora pronuncié:
-
Para mi sorpresa, la tinta que había vaciado comenzó a moverse, teniendo el mismo comportamiento que la planta del techo: se movía hacia donde llevaba la mirada, dejando una estela de pintura a su paso.

Al poco tiempo me encontraba dando vueltas por toda la habitación, seguida de delgados relámpagos de colores que dejaban huella por paredes, piso y vigas, simulando hojas, ríos, espirales de luz, y cualquier extraño paisaje que pudiera imaginar…

Cuando la tinta se acabó, contemplé mi obra, orgullosa y extrañada por tal despliegue de euforia… >>sólo espero que si alguien ve esto, no me eche problema…. Demonios, debería estar estudiando<<