NORQUELINE 28 Apr 2011 6:01 pm

Cuando salí de mi habitación después de la invocación de aquel elemento me sentía débil.
Fui a la cocina a comer algo, y después fui a familiarizarme con el bosque que seria mi hogar en los próximos años.
Había crecido en el bosque, aparte de que los Elfos somos todo un don para esto de los animales y las plantas.
No me costo nada, encontrar varias cosas que andaba buscando, había buscado una hierba para fabricar una poción fertilizante, de la que hablaba el libro de la Tierra.
Había leído que era terriblemente extraña.
Pero sin embargo recordaba haberla visto en el Anillo, cuando vivía con mis padres. Empece a buscar otras hierbas mas comunes, como el Cardoraíz...
Encontré en mi búsqueda que la espesura del bosque se hacia cada vez mas húmeda así que supuse que una de dos.
Cerca había un rió o un lago, como por la zona sabia que no había existencia de ríos a varias millas a la redonda.
Encontré un pequeño lago:
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Re ordenando mis recuerdos, desde que llegue a la torre.
Me senté a la orilla de aquel lago...
Y oí pasos...

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ALIWEN 30 Apr 2011 11:57 am

Llevaba varias horas andando por el Valle de los Lobos, admirando el denso bosque que se extendía a mi alrededor. Había pasado mucho tiempo desde mi estancia en la Torre propiamente dicha; pues en los últimos años mi vida eran idas y venidas del Reino de los Elfos a los alrededores de la Torre. No obstante, echaba de menos el lugar en el cual me había formado como maga y, posteriormente, archimaga. Por eso estaba allí.

En mi caminata, llegué a un pequeño lago que se abría paso entre la espesura. Allí, en su orilla, se dibujaba la silueta de un elfo con túnica blanca. Rápidamente reconocí su rango como aprendiz de primer grado y me dispuse a saludarlo.

—Hola —dije, anunciando mi presencia.

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NORQUELINE 30 Apr 2011 5:35 pm

-Hola, dije y enarque una esplendida sonrisa.
- Veo que no soy el único elfo de por aquí.

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ALIWEN 30 Apr 2011 8:16 pm

—Lo cierto es que somos muchos por aquí —respondí.

Me acuclillé frente a la orilla y humedecí mis dedos en el agua. Estaba fresca. Luego miré al cielo y contemplé el ir y venir de las nubes surcando el cielo. A pesar de los cirros que decoraban la bóveda celeste, era un día despejado y muy bonito. Volví a bajar la mirada y caí en la cuenta de que no me había presentado.

—Mi nombre es Aliwen. —Le eché un breve vistazo a mi túnica—. Soy archimaga de la Torre, aunque hace ya mucho tiempo que no paso por allí. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

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LUMIERE NOIRE 01 May 2011 1:16 am

Cuando entré en los bosques, tras cruzar la cordillera, ni dudé en lo que hice. Pronuncié varias palabras, en élfico, en un susurro, que tomó el viento y se llevó con él, haciendo una suave reverberación, haciendo que mi voz sonara como si fuera una voz etérea. Y mi voz se la llevó el viento, danzando entre los árboles, girando alrededor de troncos de árboles.

Y una criatura de viento, de figura difusa, de un olor casi transparente, pero un color blanco, formarse ante mí, siguiendo mi voz, que iba desapareciendo poco a poco. Parte de mi ropa tomó un color violeta por la sangre que se secó, por la vida que antes segué. Era la de un mago oscuro, un mago oscuro que yo conocía y que una vez amé, pero… ¿Justificaba eso mis acciones? No sabía, y dudaba, verdaderamente, de si había hecho lo correcto. Así que me engañé a mi misma pensando que lo hice por el bien de la Torre… Del mismo modo que él hizo lo que hizo por mí. Alcé la mirada al cielo, y entre el follaje de los árboles pude divisar las últimas plantas de la torre. ¿Cuánto habría cambiado desde mi partida?

Oí unos movimientos entre la floresta, y bajé mi mirada. Primero vi dos pares de astas que crecieron en una espiral, enlazándose entre sí, estas talladas con motivos florales, y símbolos arcanos, entre los que se leía “Irja me llamo, el señor de los bosques soy” y bastantes inscripciones más. Después vi una nariz oscura, y después, una criatura similar a un ciervo, de ojos negros, negros completamente, sin iris.

Esta no era una criatura invocada por la magia, era una criatura que nació en total libertad. Las tallas de sus cornamentas se crearon solas, pues era uno de los pocos ejemplares de Ciervo Blanco que vivía en estos bosques. Pero había una mayor concentración en los bosques élficos. Por donde pisaba, brotaba la vida; crecían flores, y la hierba se hacía suavemente más alta y más espesa en pocos segundos. Y una suave brisa le rodeaba, haciendo que hojas giraran a su alrededor.

Se acercó a mí, y pareció arrodillarse, poniendo su cabeza en una posición vertical, y yo apoyé mi frente en la suya, y cerré los ojos, durante un segundo que me parecía eterno, susurré unas palabras en élfico, suavemente, como un susurro:

— Andaran alish’an daerven. Ma serannas*

Entonces monté el ciervo y partimos al galope, recorriendo el bosque, notando como la torre se hacía cada vez más grande según cada minuto que pensaba. Pero noté como Irja se cansaba, así que pronto reduje la velocidad, y dejé que continuara al paso. Y llegamos a un lago, y me bajé, dejando que bebiera libremente. Pronto divisé a dos elfos que hablaban entre sí, pero no pensaba intervenir en la conversación. Acaricié el lomo del animal mientras este bebía.

*Gracias por acudir a mi llamada.

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ALIWEN 01 May 2011 1:41 am

Alcé la mirada por encima del hombro del elfo y divisé una figura humana acompañada por un bonito ciervo de pelaje níveo y aspecto majestuoso; su sola presencia habría encandilado a un corazón de piedra. Su cuerpo impoluto se reflejaba, junto con el verde del paisaje, en las aguas llanas y cristalinas. El viento no era más que una brisa suave que mecía las plantas con mimo y dulzura, como acariciándolas, y jugueteaba con los pliegues de mi túnica dándole formas curvilíneas. El sol reinando sobre el cielo; su corte de nubes claras conformando su trono. Si realmente existe el Paraíso, es así como lo habría imaginado.

Me acerqué a la joven a paso ligero y dejé caer mis ojos, de nuevo, sobre el animal.

—Irja, el Ciervo Blanco —pronuncié, observando las inscripciones de sus astas—. En los tiempos que corren, es muy difícil dar con uno de su raza.

Contemplé a la joven y me fijé en sus ropas azules. No indicaban nada acerca de ella, pero bastaron un par de segundos de observación para saber que estaba frente a una maga.

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NORQUELINE 01 May 2011 7:04 pm

-Antes de que llegara el ciervo-
Soy un elfo, de una de las familias de guardianes del Anillo.
Mi nombre es Norqueline, de la familia Norque. Dije.
No es una familia muy adinerada. Apenas nos llegó el dinero cuando descubrimos mis poderes. Mi cara enarco una amplia sonrisa, En aquel territorio humano no estaba solo, según ella habían muchos Elfos.
Me encontré Feliz.
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Cuando vi la mirada perdida de la elfa, me volví. Era un ciervo blanco impoluto. En el reino de los elfos nunca había visto un ciervo Blanco.
Ella se levanto, y yo la seguí. ¿La conoces?

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LUMIERE NOIRE 01 May 2011 10:43 pm

Por un momento, me sentí reconfortada de que Irja escuchara mi llamada, porque es realmente difícil ver a uno de su especie, aquí en estos bosques, y que hubiera venido a mí hizo que se notara una sonrisa en mi rostro al apoyar mi frente contra la suya, y quedamos silentes unos segundos, como si estuviéramos conectados. El animal era majestuoso; su pelaje blanco como la nieve y como las nubes que en este momento adornaban el cielo, de un blanco impoluto. Sus cornamentas eran de un color plateado oscuro, y las tallas eran de un color más claro, creando un bello, pero suave contraste entre ambas.

Mi rostro quedaba oscurecido por la capucha de seda azul que llevaba cosida a mi capa. Mis ojos quedaron completamente oscurecidos, no se podían ver su color grisáceo, con un toque azulado, como la escarcha que brotaba de mis dedos, junto rayos, truenos y centellas. Una sonrisa recorrió mi rostro, desapareciendo casi al instante, mientras seguía viendo al ciervo beber y beber del lago en paz y tranquilo, reflejándose en el estanque, con una suave brisa meciendo sus suaves pelajes, finos, que parecían flotar a su alrededor.

Una elfa se acercó a mí, portando una túnica dorada que claramente indicaba que era una archimaga. Mis ropas azules parecían indicar que no era más que una aprendiza de tercer grado, pero la verdad es que era ya una maga consagrada desde hace más de un año. Y acababa de matar a un mago oscuro, un mago oscuro que era muy querido para mí. Evité que la tristeza se notara en mi rostro y en mi mirada. Pero no pude expulsarla de mi alma. Miré a la archimaga, tranquila, aun acariciando el lomo del animal.

— Sí, tengo suerte de que Irja respondiera a mi llamada. No es precisamente el tipo de ciervo blanco que acude a todo mago que lo llame— Esbocé una sonrisa, una sonrisa seca, carente de sentimiento— Ah, llámame Lumière, si quieres. Lumière Noire.

No reparé en el elfo que la seguía. Portaba la túnia blanca. ¿Qué podrían hacer un archimago y un aprendiz? ¿Simplemente se habrían encontrado? Eso no lo sabía.

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NORQUELINE 02 May 2011 6:43 pm

Al ver, que iban a entablar una conversación, me despedí de la elfa y me fui.
- Adios, y le sonreí.
No seria el único elfo en toda la torre.

Me despedí del elfo con un ligero movimiento de la mano y me volví hacia la chica. Se había presentado como Lumière, Lumière Noire. Debido al tiempo que había pasado lejos de la Torre, no conocía su nombre, ni su rango, ni su rostro; y, tal vez, llevara allí muchísimos años. El tiempo pasa de forma diferente cuando perteneces a la raza élfica; lo que para un humano son años, para nosotros son tan efímeros como los días. Por esa razón, siempre nos han recomendado mantenernos alejados de los humanos; para así no apreciarlos y no lamentar su madre. Sin embargo, yo no seguía aquellas normas.

—Yo soy Aliwen —repuse, pensativa.

En su sonrisa encontré algo que logró remover algo en mi interior. Era como si estuviera fuera de lugar, como si no encajara con el resto de su expresión. La miré a los ojos, ocultos en las sombras, y me pregunté quién sería y qué experiencias habría vivido. Solía hacerlo con cada persona nueva que se cruzaba en mi camino. Aunque ella era distinta. Indescifrable. No supe sacar nada en claro y tampoco creí conveniente preguntar nada al respecto, tanto por respeto como por educación.

Retiré la sonrisa al notar el sonido de las hojas al moverse en un árbol, pero no había viento que las meciera, ni animal que correteara entre las ramas. Retiré la sonrisa al notar que, claramente, esta quedaba fuera de lugar entre la seriedad de mi rostro. Retiré la sonrisa por que no me apetecía sonreír. El ciervo blanco paró de beber y miró hacia un árbol concreto, y a ese árbol miré yo también, acariciando el cuello del majestuoso animal, con dulzura y respeto, después diciéndole en un susurro que ya podía irse. Y se fue. Se fue con la facilidad con la que vino a mí, con una sola frase pronunciada por mí.

Casi olvidé que había alguien a mi lado, cuando me giré y retiré la capucha que ocultaba parte de mi rostro, mirando fijamente, ausente, el árbol de antes, frunciendo suavemente el ceño, mientras me acerqué unos pasos, siempre permaneciendo a una distancia cautelosa. Aquel árbol parecía milenario; era inmenso, con un denso follaje, una corteza muy áspera y rugosa, con un tronco que parecía haber sido golpeado por rayos varias veces.

— Rhaich*

Extendí mi mano, y esta comenzó a rodearse de un resplandor verde, pues estaba extrayendo la energía de la vida misma. Miré fijamente a ese árbol, y alrededor de él comenzaron a salir firmes enredaderas que se agarraron a varias de sus ramas y al tronco, fuertemente, sin querer soltarse, y con mi movimiento de mano, lo arrancaron del suelo, y lo elevaron a gran altura, donde comencé a agitarlo con las enredaderas, asegurándome de que lo que hubiera allí, cayese.

*Demonios

Observé la partida del ciervo con ojos fijos, buscando aquella figura blanca que se perdía entre la espesura como una luz iluminando las sombras. Finalmente, el animal se perdió en la oscuridad e imaginé que tardaría mucho tiempo en volver a verlo. Volví a clavar mi mirada en la joven, que ya no sonreía, confiriéndole así a su expresión el gesto que le correspondía. Ella, sin embargo, retiró la capucha que ocultaba su rostro y se quedó mirando el árbol. Pude ver entonces sus ojos plateados, iluminados por la luz del sol.

Me volví y miré en la misma dirección que ella. Así que también lo había notado. Alguien andaba observándonos, oculto entre la copa de aquel árbol imponente. Se acercó al lugar y conjuró un hechizo que hizo levitar el árbol. Alcé la cabeza y busqué la figura que se escondía entre las hojas aunque, debido a la densidad del follaje, pensé, no logré localizar el punto exacto en el que se encontraba.

—Si no bajas, puedes hacerte daño —le dije a quienquiera que se escondiera allí.

El ruido —o, más bien, el sonido— de su cuerpo al moverse había llegado hasta mis oídos por medio de la voz del árbol; el cual parecía quejarse del peso añadido que cargaba sobre sus ramas.