Andurk y yo llegamos rápidamente a las cercanías de la Torre.
Raven y Titannia habían venido a secuestrar a Sasha, pero ese trabajo ya estaba hecho, aunque ellas no lo sabían.

Montamos un pequeño campamento, asegurando nuestra espalada contra unas rocas que reposaban al lado del río, por si los magos de la Torre decidían indignarse con nuestra presencia en su bosque y quisieran "invitarnos" a marchar.

Una vez estuvimos preparados, invoqué varios fuegos fatuos que volaron rápidamente en todas direcciones, con orden de buscar a las dos mujeres por la inmediaciones.

Por si acaso y por casualidad estaban cerca, visualicé sus rostros y envié un mensaje telepático

<< Hola, preciosas damiselas. Aquí ya no hay nada que hacer. Reuniros con nosotros junto al río, volveremos a la base esta misma tarde >>

Ahora, solo quedaba esperar.

¡Tres días! ¡Tres condenados días buscando a ese desgraciado sin descanso! ¡¿Dónde se ha metido?!

Maldecía nuestra mala suerte cuando Titannia y yo recibimos un mensaje de Alquamed:

- De modo que ya están todos... - pensé para mis adentros - ... perfecto.


Titannia y yo alcanzamos el campamento del río. Ahí estaban Alquamed y Andurk, comiendo sentados enfrente de una vigorosa hoguera:

- Ya hemos llegado - les avisé, cansada - Deberíamos irnos cuanto antes. ¿Tú que dices, Titannia?

Después de que Alquamed enviara el mensaje llegaron Raven y Titannia.
Yo me quede callado como de costumbre, esperando que alguno dijera que nos íbamos para desaparecer de ese bosque.

Desde el aire, con mis preciosas alas batiendo plácidamente entre las frescas corrientes que recorrían el valle, divisé el improvisado campamento de mis compañeros.

Descendí, haciendo que la masa de tierra que me seguía lo hiciera conmigo. Cuando posé los pies en el suelo, a unos metros de mis hermanos, las alas desaparecieron y la isla flotante también tocó tierra. Me giré hacia ella y apretando el puño, reduje su tamaño hasta alcanzar las dimensiones de un par de metros. Las plantas que retenían a Bast se irguieron y petrificaron, creando una jaula pétrea. Así me sería menos costoso transportarla.

Caminé hacia los magos allí reunidos y saludé;

-Buenos días, camaradas. Aquí está el mago que quiere Xerxes. Por cierto ¿alguno sabe para qué?- No esperé a que contestaran. - Lo mismo da; aquí ya no pintamos nada, volvamos a la base.

Arghh...me duele...quema...¡QUEMA!

Despierto bajo mi pequeña protección a base de hojas. Una pesadilla...como mis últimos días. Trató de frotarme mi mano dolorida, pero algo me lo impide. Son esas plantas, se han vuelto de piedra. Parece que alguien quiere retenerme.

En otro momento lo habría analizado con frialdad pero la falta del elixir escarlata me lo impide. Me encuentro de un humor de perros y me apetece romper algo.

Pero eso no me vuelve en un idiota. No saldré de repente y atacaré a todo aquel que vea. En vez de eso creo una capa por encima de mí y de las zarzas, como si de un molde se tratara. De esta manera aunque me fuera, nadie se enteraría, ya que la capa de hojas no cambiaría por fuera. Luego transformo el suelo bajo mis pies en fina arena, que me traga casi inmediatamente. Una vez bajo tierra, gracias a la libertad de movimientos de no tener suelo y a mi nueva fuerza vampírica, logré librarme de estas.

Salgo de bajo tierra en una parte mas fonda del bosque, donde el sol no puede abrasarme. Nada mas lo hago me encuentro cara a cara con un ciervo. Mientras la persecución empieza negras nubes cubren el cielo. Hoy será un buen día de caza.

¡Maldita sea! ¡Ese mocoso se ha escapado! ¡¿Cómo se atreve a ponérnoslo tan difícil?!

- ¡Registrad la zona! - les dije a los demás - ¡No podemos volver hasta que no le encontremos!

Y sin más dilación, me introduje en el follaje para capturar a nuestro prisionero

La persecución de mi presa me permite acostumbrarme a mis nuevas capacidades físicas vampíricas. Sin embargo, antes de que apacigüe mi sed oigo una voz chillona ordenando que me busquen.¡Rayos! ¿Porque ha de ser todo tan difícil?.

Miro durante unos segundos un árbol, antes de de decidir que he de probarlo. Me lanzo sobre el tronco y con la ayuda de mi nueva fuerza escalo a toda velocidad hasta la copa. Una vez allí contemplo a la mujer que ha empezado la persecución.

-Debajo el suelo hay cosas malas...

Me giro sorprendido para encontrarme con un niño de facciones tristes y ojo vendado. Su aspecto semietéreo demuestra que se trata de un fantasma.

-Antes era un palacio, pero pasó algo malo...

-¿Algo malo? ¿A que te refieres?-digo, tratando de sacarle información.

-Papa decía que era un lugar maléfico, donde ni siquiera la inquisición se atrevía a actuar.Un día las fuerzas oscuras se desbordaron y hubo un desastre. Ahora cambia constantemente de ubicación, aunque siempre está bajo tierra. Y yo estoy atado a él.

¿Fuerzas oscuras? ¿Inquisición? Esto huele a magia...y de hecho, ahora que me fijo si que percibo una débil presencia mágica debajo de la maga, aunque está tan bien camuflada que había sido imposible detectarla antes.

Respiro hondo, me concentro y filtro parte de mi energía mágica hacia esa parte del suelo. Entonces compruebo, ante mi sorpresa, como la maga desaparece como si la tierra se la hubiese tragado.

Bajo al suelo y aparto la parte mas superficial de esta, encontrándome con un espejo con una serie de runas escritas en el borde. Es... increíble. parece como un dispositivo para teletransportarse. Funciona de la misma manera del hechizo, pero en vez de que tu tengas que cambiar tu posición y hacer todos los rituales tu reflejo los hace por tí en milésimas de segundo. Él único problema es que no puedes concretar donde acabarás yendo a parar, o yo no entiendo como. Ahora mismo la maga oscuro puede estar en cualquier lugar del planeta.

Me siento algo reacio ha usarlo, pero noto como la esencia mágica empieza a desaparecer, desvelando que el palacio volverá a cambiar de lugar pronto. A la vez oigo un ruido sospechoso detrás de mí, lo que me hace teletransportarme en el último segundo antes que el misterioso edificio desaparezca.

Registramos el bosque durante horas, pero no logramos encontrar al chico. Sin duda, esto era como encontrar una aguja en un pajar. Además, llevábamos demasiado tiempo fuera del cuartel. ¡No podemos arriesgarnos a que nos encuentren!

A Xerxes no le gustará que regresemos con las manos vacías, pero... no podemos hacer más:

- Bien, chicos - les dije al resto - ¡Hemos acabado! ¡Nos marchamos!

Y sin dar tiempo a que los demás preguntasen por qué, pronuncié el conjuro de teletransportación y desaparecí de allí.