Ficha de Tomás Blancatormenta

• Nombre y apellidos: Tomás Blancatormenta.

• Sexo: masculino.

• Edad: 18.

• Condición vital: vivo.

• Bando: La Diosa.

• Raza: humano.

• Profesión: Aprendiz de Magia de Primer Grado, Aprendiz de Guerrero (espadas a una mano).

• Escuela: ninguna.

• Clase social: hijodalgo (infanzón) de sangre, aunque actualmente su estatus es desconocido.

• Descripción física, prosopografía: Midiendo algo menos que dos varas de altura, más un palmo que levanta del suelo, (≅ 1,77 metros), y de complexión algo delgada debida a la escasa alimentación, Tomás presenta el típico aspecto desgarbado de cualquier joven de campo o de pobre en la ciudad, pues la comida, si bien siempre se las logra apañar para no pasar nunca demasiada hambre, es cierto que no abunda. Debido a la actividad física a la que se somete a diario, pues se dedica a especialmente a la caza y a la recolección, si bien es cierto que desempeña otras tareas (generalmente la realización de ciertas elaboraciones simplonas o la obtención de recursos que después vende), su musculatura se ha afianzado y afirmado tanto en su cuerpo, que lejos de poder considerarle de tener un cuerpo hercúleo y soberano, si cabe en el entendimiento de cualquiera que algo de molla tiene, y que los músculos los tiene bien definidos.

Pese a la falta de medios, intenta cada cierto tiempo recortar sus blancos cabellos para no tener el pelo demasiado largo, pues le es más cómodo tenerlo más corto, sobre todo porque le es más fácil de lavar y le molesta menos. Claro está que no es un consagrado peluquero, pero ya acostumbrado a tijerearse los pelos, es capaz de dejarse unos pelos enmarañados, algo revueltos, así como de peregrino, pero que mal no le hacen a la vista. No le dan un aire de gracioso o de lunático, quiero decir, sino de chico humilde. Tampoco lo suele llevar nunca especialmente corto.

Tiene los ojos pardos, y según le de la luz, con un brillo ligeramente rojizo. No ha sido frecuente, pero alguna vez le han acusado de estar endemoniado, poseído, o de ser un devorahombres por ese rasgo ocular suyo tan particular. Como se le suele cansar rápidamente a vista, y es muy propenso a tener jaquecas, siempre ha pensado que debía de tener alguna enfermedad, y que el color de sus ojos, un síntoma más; así que esa siempre ha sido su excusa: la enfermedad.

Los rasgos de su cara van entorno a la niñez y la madurez. Faltándole aún el vello facial, tiene unos labios finos, ligeramente pequeños, así como una nariz puntiaguda y algo arqueada hacia la casa de dios. Sus cejas son finas, so de los cabellos. Hay algo de palidez en todo su cuerpo, al igual que hay cierta palidez escondida en su gesto, que cambia cuando se rodea con gente: su rostro se llena de color, entorna sonrisas, los ojos se le llenan de vida.


• Descripción psicológica, etopeya: Aunque haya escogido la soledad como vía, no le gusta estar solo. Prefiere estar con las personas, y cuando coincide con alguna, intenta retenerla el mayor tiempo posible, aunque siendo plenamente consciente que nunca podrá retener a nadie para siempre, y que muy difícilmente dejará aquella vida salvaje. A pesar de todo, y pese a ser una persona muy simpática y dada al escarnio juguetón, a la despiadada sátira y al bienaventurado humor, es también un joven de lo más cabezota, y a la larga, muy difícil de convencer de hacer algo que no quiera.

Es bastante ingenioso, y capaz intelectualmente, lo que le ha permitido vivir en los bosques, si bien algunas veces ha intentado subirse a los carros de la civilización, aunque nunca con buenos resultados. No por nada concreto, sino porque fuera del bosque sentía que tenía que desempeñar una función social, un rol determinado en la sociedad: casi se le imponía una identidad, demasiado concreta quizás para alguien que no tenía pasado. Tener que rendir cuentas a alguien que ostenta poderes sobre ti, cuando no sabes ni quien eres, no es sencillo. Y no solo es esta sensación, ni la imposición de una identidad, sino la presión de que seas alguien, de limitarse de aquella manera. En el bosque era más libre, se sentía que podía lidiar con más facilidad su falta de recuerdos. En la ciudad, o en la aldea, llegaban las etiquetas, las expectativas, los rumores, los paternalismos, las envidias. Y debía obediencia, y no quería.

Respecto a querer recordar, o preferir el olvido… No lo tenía claro. Generalmente, tenía la necesidad de recordar, recuperar su pasado y poder ser alguien, y dedicaba las horas en intentar recordar, aunque nunca con éxito. Había temporadas, quizás provocadas por la tristeza que le provocaba la imposibilidad de reconciliarse con su pasado, que prefería no recordar. Quizás su pasado le limitara más de lo que pudiera aportarle, o quizás tuviera un pasado triste, uno demasiado doloroso, que era mejor olvidar?


• Historia, biografía: Despertó hace un año en la playa. Al abrir los ojos, se encontró con una terrible tormenta azotando la costa. Caía tanto rayo, y tanto tronaba, que el cielo parecía un mar de plata agitado. La costa también estaba intranquila, la marea se agitaba de la misma forma.

Al despertar, gritó. Estaba demasiado desorientado, y tenía el cuerpo tan dolorido, que, al primer intento de levantarse, se dio de bruces contra el suelo. En su cabeza pasaban mil imágenes sin sentido: conforme iban pasando por su mente, se desvanecían. El dolor de cabeza era terrible, así como tan fuerte era el dolor de no saber quién era. Al despertar, era incapaz de no recordar nada.

Alguien lo agarró, y lo rescató. Lo llevó al monasterio y ese fue su primera toma de contacto con el mundo. Se llama Cob, era párroco. Pero era un eclesiástico curioso, de Garnalia Central, sí, pero era simpatizante de los magos, si bien es cierto que no era practicante. Cob lo cuidó durante un par de meses, meses que se basaron en trabajar en la parroquia y aprender todo lo que este señor le pudiera ofrecer, aunque en cuanto este comenzaba con sus meditaciones teológicas, Tomás dejaba de prestarle atención. De hecho, su nombre, Tomás, se lo dio Cob, al igual que su apellido. Se conocieron en medio de una tormenta casi apocalíptica, así que… ¿Por qué no “Tormentablanca”?

Asumieron que, por su madurez y por sus rasgos físicos, tendría entorno alrededor de los 18 años, pero no averiguaron nada más acerca de él. Bueno, sí: descubrieron que sabía leer y escribir. Por lo tanto, eso significaba que había tenido que recibir algún tipo de educación.

Y fue, precisamente gracias a Cob, que comenzó a obsesionarse con “la magia antigua”, una magia que como su propio nombre decía… pues era antigua. Nunca le comentó nada concreto, salvo algún mito o leyenda. Desde entonces, intenta por todos sus medios investigar más acerca de este tipo de magia. Cuando no tiene nada que hacer, se dedica a probar nuevos trazados para investigar glifos que le puedan servir para esa tal “magia antigua”, aunque todavía no ha descubierto ninguna formula que le sea funcional. Todo lo que ha dibujado hasta ahora le parece incompleto, el esquema inicial de algo mucho mayor. Presiente que le queda poco para hallar algo que le sea útil, un glifo que sea capaz de utilizar. Ni si quiera sabe si posee el don de la magia, o si acaso se requiere del don para utilizar estas arcaicas formas de magia, pero una parte de él, una parte casi enfermiza de él insiste en que continúe con esas investigaciones, que nunca se detenga. Resulta una obsesión casi repulsiva. A veces se justifica pensando que es porque, según las historias que ha escuchado, es el único tipo de magia capaz de ayudarlo. No le importa que no haya recibido formación mágica de algún tipo: presiente que esta vía es la respuesta. Quizás solo de esta manera pueda recuperar su pasado, a pesar de que a veces no tenga tan claro si es lo que realmente quiere.

Después de medio año viviendo con Cob, decidió partir. Aquella vida no era la suya. Trató durante los siguientes meses tratando de adecuarse en la ciudad, en otras aldeas, pero siempre había algo que no terminaba de encajar. Así que un buen día decidió mandarlo todo al carajo, y se fue a vivir al bosque.


+ Gustos y aficiones: estar tumbado bajo el sol sin hacer nada, la carne fresca. Una afición, que en parte es un trabajo a la par, es hacer tinta vegetal, que después se la vende al bueno de Cob, que la utiliza para uso personal.

+ Cosas que detesta: odia los insectos, la lluvia porque lo estropea todo, y los bandidos, porque son insufribles y te lo quitan todo.

+ Virtudes y defectos: es muy buen charlatán y es bastante inteligente, muy mañoso; pero es extremadamente perezoso, y peca a veces de ser... demasiado sincero.

+ Manías: chascarse los dedos, echarle muy poca sal a la comida (a ver, es que es cara).

+ Curiosidades: es un poco don Juan, pero no ha tenido demasiadas oportunidades, y como no tiene mucha experiencia, le da un poco de vergüenza experimentar.

+ Objetivos y metas: recuperar la memoria y aprender a usar la magia de la que le habló Cob.

+ Otros datos de interés: es sonámbulo, aunque solo las noches de luna llena.

• Físico del personaje: Fushi - Fumetsu no anata e - Tomás Blancatormenta.

• Cuenta principal: Zane.