Y mientras la oscuridad estaba por ceñirse sobre la capital de Aleketh, allí se encontraba la guardabosques ubicada en una posada, durmiendo como de costumbre sin ropa alguna sobre su cuerpo. Ya cuando los primeros atisbos del día empezaban a filtrarse por la ventana de la habitación, despertó abrazada a una almohada rellena de paja y completamente sudada. Se levantó de súbito, acudiendo al barreño de agua bajo su cama que siempre reservaba como costumbre en cualquier posada sureña - Jamás me acostumbrare a este calor... - maldecía por lo bajo. Miró hacia la puerta tras lavarse por encima y secarse con una toalla, era cuestión de tiempo que aquel vejestorio empezara a meterle prisas. Tras la puerta, le advirtió de que no entrase sin su permiso, no era la primera vez que intentaba entrar sin avisar con tal de pillarla "in-fraganti".

Como cualquier otro día en el que fingía ser una ciudadana, se vistió con unos harapos amarillos de rayas blanquecinas junto con unos zapatos. El hecho de no llevar ropa interior no la salvaría de la calor, consideraba suficiente ir totalmente cubierta con ropa típica de un ciudadano de clase media, como para pasar más calor llevando ropa innecesaria bajo su criterio. En su bolsa morada guardaba bien envuelto los ropajes de guardabosques, dicho utensilio de viaje se encontraba encima de una pequeña mesa al lado de la cama, con ciertas posaderas en la parte delantera para sus armas. Siempre solía ocultar la mochila bajo los harapos a modo de joroba sobre su espalda, y esto siempre traía consigo la atención de los guardas de la capital con los cuales ya había mantenido ciertas conversaciones, dado que no miraban demasiado bien a una ciudadana tan bien armada que decía ser una cazadora en sus tiempos libres.

Una vez vestida y con la mochila sobre su espalda, se inclinó a coger el barreño y conducirlo a la puerta. Tras abrirla, volvió a cogerlo dirigiendo la mirada hacia los pasillos adyacentes o hacia la puerta donde se encontraba la habitación de Recio, dependiendo de donde estuviese en el momento. Su primer paso fue devolver la llave de la habitación y el barreño al propietario.

Y en ese preciso instante, en dirección a la escaleras que daban al piso inferior, ya pudo escuchar como un peso muerto caía por las escaleras siendo bien recibido por la multitud - "A estas horas de la mañana solo puede ser el, verdad?" - se dijo a sí misma, tras cerrar la puerta con llave y cargar el barreño medio lleno de agua en brazos. Completamente familiarizada con sus quejidos, pasaba por su lado totalmente ajena a la escena hasta la barra.

Sureños de mierda, vuestro rey es patético ¡VIVA ISABELLA DE GARNALIA!
Aquí tiene, me ha servido bien - le dijo al tabernero, cediéndole el barreño y la llave de la habitación. El porte sereno de Ferzan fue capaz de ver a través de los ojos del dueño del local, tras que este oyera tal ofensa contra su tierra y su etnia - Parece que la borrachera se aplaza hasta la mañana para algunos - se giro para presenciar como múltiples miradas asesinas le rodeaban, ignorantes de sus suplicas. Cruzada de brazos y con la espalda apoyada en la barra, se sintió mal en el fondo por no ayudar a dicha gente a arrojarlo por la puerta. Aunque en verdad, le había cogido cierta empatía a Recio por haberle resultado útil en cierto modo. Tener por jefe a un borracho perverso y patriota tiene sus ventajas para pasar desapercibida hasta en un burdel, le ha otorgado la oportunidad de investigar más a fondo la ciudad de Aleketh, algún que otro lugar inhóspito y recóndito que nadie más entre los vivos podría conocer. Quien le iba a decir que la habitación de una bella y hermosa dama llamada Rosaline podría esconder algo tan esplendido para la Guardabosques, sin referirse a lo que dicha cortesana trae de serie entre sus piernas. Ferzan aun guardaba aquello que podía llamar "Diario de un muerto" en su mochila, junto con el resto de cosas que en su interior se hallaban - "Lastima que no haya invertido el tiempo necesario para ella, damas así no se ven todos los días, y menos gratis" - pensó, medianamente complacida por lo que pudo ver pero fastidiada por apenas tocar todo aquello que vio, mientras se dirigía afuera.

Su anciano patriota favorito, como no, besando el suelo un día mas de su tan amado Reino del Sur. Ferzan se acercó a él, agachándose a su altura para ayudarle a levantarse - No siempre hablando se entiende a la gente, señor Recio - tomando posteriormente su sitio en el carro - Aunque si opinas lo contrario, se agradecería un pequeño ascenso por mis servicios.

... los imperios económicos no se hacen ascendiendo a los empleados a no ser que sea para hacerme algún trabajito extra jeje
Enarca una ceja - Ni pagándome te voy a ofrecer mi paraíso - le soltó de refilón sin siquiera reparar en mirarle a la cara, ni le hizo falta con tal de dejárselo mas claro que el agua.

De Camino a Ereaten podemos parar por las aldeas que están en línea con el recorrido fronterizo, con medidas como esta puede que vaya ganando mas poco a poco y pueda subirte el sueldo.
Creía que eso era lo mínimo a hacer si queríamos vivir de algún capricho mas allá de unos cuantos zurrones y dos comidas diarias- le dijo, pensando por lo bajo - "Y así de paso que vaya a un burdel y se desquite las ganas que me tiene con otra"

Pusieron rumbo a la primera aldea que se encontraba en su trayecto. Tanto Recio como la salvaje solo pudieron avistar soldados patrullando las calles, ningún viandante corriente, y por tanto ningún cliente al que poder sonsacarle un viaje y unas monedas a cambio. Esto pintaba ser un mal día si a eso le añades el calor del desierto el cual azotaba a Ferzan a diario como de costumbre. Varios soldados se presentaron ante el carro, Ferzan ya se esperaba algo típico en esta interrupción - "Como no, ya van a inspeccionar otra vez el pescado del vejestorio" - pensó, viendo que a riendas de la conversación estaba totalmente equivocada. Si es cierto que la capital recorre malos tiempos tras la guerra y que todavía están lejos de alcanzar el ideal de libertad con el que el Sur lleva soñando tras mucho tiempo, consideraba oportuno que el centro atacase estas tierras ahora que todavía se están recuperando. La Guardabosques sabe de sobras el mal que trae la codicia humana sobre una gran cantidad de tierra inestable y recién conquistada. El centro y el Sur no se llevan demasiado bien, ni siquiera las tribus Sureñas pueden congeniarse bien con las del Centro, donde ella pertenece.

Se bajó del carro dirigiéndose a los soldados, sin importar que su opinión no valiese nada solo por ser mujer - Es el Centro? El Centro viene a por Aleketh?- empezó por preguntar - A cuanto están por llegar?

La cueva oscura? Jamás había oído ese nombre, por ese entonces Ferzan era totalmente ajena a cualquier religión, mostraba nulo interés al respecto. Por tanto, jamás llego siquiera a oír hablar acerca de dicho lugar, tanto El Dios como La Diosa no significaban nada para ella. Vio como el guardia hizo un gesto claro de desagrado ante la pregunta, no solo el centro quería tomar posesión del Sur, más bien estos parecían tener más enemigos de lo que esperaba.

Ferzan opinaba lo mismo que Recio dentro de su silencio, si bien es una buena idea esperar a que el enemigo entre en la boca del lobo, pero a qué se debe tanta confianza? Siguió con la  mirada el dedo del guardia hasta las mujeres - "Ya he visto a alguien con esas ropas... Alina" - recordó al momento por las ropas apretadas que todas llevaban. Recius fue quien primero las vio y tuvo sus buenas razones, Ferzan intentó despertarlo de su ensoñación con un par de golpes al hombro - Vámonos - los cuernos de guerra ya anunciaban la llegada del enemigo - Nos toca día libre viejo, mañana será otro día... si hay un mañana - dijo esto último en voz baja.

Las tropas enemigas ya empezaban a avistarse poco a poco al frente en la lejanía. Ferzan dio un par de empujones a la espalda del viejo para espabilarle, le indicó que subiera al carro en el mismo puesto de acompañante donde ella estaba, pues esta vez la salvaje tomaría las riendas. Se podría decir que no confiaba demasiado en la habilidad del vejestorio en sacarlos de allí rápido con tal de evitar ser rodeados.

Confió en que no lleguen a la capital, si es así toca refugiarse bajo techo o en un callejón - empezaba a decir, riendas en mano y con las monturas a buen trote - Si la cosa fuera a agravarse y ganaran la contienda, hay que intentar escabullirse hasta de este Reino si fuera necesario. Yo me las apañare para perderlos, tu... - se le queda mirando - Tu intenta seguir de una pieza - estaba bastante segura de que Recio solo había visto su silueta humana, tan solo era consciente de las dotes de Ferzan fuera de su forma Etérea. Para él, tan solo debería ser una humana mas, normal y corriente, estaba dispuesta a aprovechar eso - Sea como sea, quédate cerca y no molestes.

Su idea principal era regresar a la capital y agenciarse con un zurrón extra y dos piezas de fruta mas por si tenía que emigrar bien lejos de aquí. Durante el trayecto, su espíritu trazaba una gruesa línea de energía Etérea desplazándose hacia el enemigo, que se mantuvo circundante por la zona, totalmente ajena al resto de mortales, con tal de advertir a sus hermanas de lo que estaba por venir. Dejó el carro aparcado en la taberna donde empezaron el día, con cada montura amarrada de vuelta al sitio. Tras abastecerse, volvió a asegurarse una vez mas de que llevaba todo el equipaje y las armas. Se dirigió hacia Recio - Lo tienes todo listo?

Os han pillado de camino? - le oyó decir al tabernero. De brazos y piernas cruzadas, frente a frente con su jefe separados tan solo por una mesa de la misma taberna desde la que partieron, miró incrédula al dueño del local - Podría haber sido peor... - se había tomado unos segundos en responder, medianamente cabreada por dentro.

Ya se empezaba a rumorear desde que la gente empezaba a ver cada vez mas unidades del ejercito desplazándose a las afueras de la capital - comenzaba a decir mientras recogía jarras sucias y otros condimentos de las mesas circundantes, el local estaba bastante vacio y con razón, solo unos pocos clientes aparte de ellos dos estaban ahí, y sin montar demasiado bullicio - Que el centro recuperaría, lo que según ellos dicen, lo que les pertenece. Gran parte del ejercito marchaba hace unos días escasos, se veía venir algo así.

"Y porque no lo ha dicho antes de que nos fuéramos?" - pensó.

Quizás no sea el centro quien pretenda tomar Aleketh... pero quien mas querría dominar sobre estas tierras muertas? El ejercito de Dahiena? - se echo a reír en ironía, sin ser consciente que dos de los lugareños aun le eran fieles a la nigromante. Se levantaron mostrando indignación en sus rostros, dirigiéndose donde el tabernero - Dahiena por lo menos nos otorgaba paz, un mínimo de orden, no como ahora que en tiempos de guerra y sin los hombres necesarios aquí, mientras tú y yo nos reímos con cerveza en mano, están matando indiscriminadamente a gente inocente en la calle.

Calma buen señor, los tiempos de guerra vendrían tarde o temprano, con o sin Dahiena. La paciencia y el tiempo dirán de lo que es capaz el nuevo Rey.

¡A la mierda la paciencia y el nuevo gobernador! ¡Ellos no van a esperar de brazos cruzados, somos nosotros quienes tenemos que actuar! - demostraba cada vez más, que aun había gente de mente muy conservadora en el Reino.

Ferzan se levanto de súbito - ¡Ya basta los dos! El tiene... - fue interrumpida de súbito con un golpe con el puño semicerrado por parte del protestante - ¡Calla mujer! - a quien le devolvió sin temor una bofetada del revés cogiéndole a tiempo de la muñeca por el brazo con el que la había golpeado.

¡Haber, tranquilos! - el tabernero dejo a tiempo la bandeja en una mesa para apartarlos a los dos de un empujón - Aquí nadie más va a protestar ni nadie más va a intervenir con tal de propiciar otra pelea más - los señaló a ambos - Quien vuelva a lanzar la piedra, a la puta calle con el - siguió con su labor de recogida. Ferzan se volvió a sentar con la mano en la mejilla por el golpe, ni siquiera se digno a mirar por más de dos segundos al responsable. La mesa que compartía con Recio estaba cerca de una ventana del local, con lo cual tenía una vista fácil de lo que podía pasar ahí fuera. Si el bullicio de fuera comenzaba a escasear y los cuernos de guerra volvían a sonar en la capital, sería el momento de actuar - Has visto la pelea desde lejos? - le preguntó a Recio, refiriéndose al momento en que huían en carro hasta la capital - Si ellos no son capaces de retenerlos, no lo vamos a hacer nosotros. Si tenemos que huir, tendrás que seguir mis pasos, por muy hombre y jefe que seas.

¿Qué clase de rebeldía es esta? ¡Me niego a que una mujer me diga lo que tengo que hacer!
Si ellos llegan hasta la puerta y no podemos salir, no queda otra más que renunciar al carro si bloquean toda salida visible al exterior.
Eso si que no, a mi pescado no puedo dejarlo a merced de esa gentuza, que no sabe ni valorar el buen genero recién traído de alta mar.
No creo que vayan a molestarse mucho en algo que pueden encontrar en cualquier parte de la capital donde se precie.
¿¿C-Como?? ¿Qué has dicho de mi pescado?
El problema es el lugar donde estamos. Viene fresco, pero poco le va a durar la frescura en un desierto a pleno mediodía.
¿Intentando excusarte? ¡Este mes NO cobras!
Pero si me has pagado hace dos días por adelantado... el mes termina en tres di-.
Pues te lo confisco, donde lo tienes? No te esconderás mis valiosas monedas en el "chirri" verdad?

Ferzan y Recio discutían de sus asuntos en su hueco aparte de la taberna, cuando de pronto la puerta se abrió de golpe y con violencia dejando entrar una brisa cálida que poco tendía a parecerse a la brisa seca del desierto al amanecer. No solo ellos habían cesado sus conversaciones, prácticamente todo el local estaba pendiente de lo que fuera a entrar en ese momento. Gritos y palabras en el aire que poco podían expresarse con palabras, acompañaron al hombre de avanzada edad que se dejo ver después de entrar por completo al local, pues los rayos de sol impedían ver gran cosa del exterior desde dentro, menos aun desde la posición en la que se encontraban Ferzan y su jefe.

El hombre, exhausto y malherido, apenas podía sostenerse en pie por sus acompañantes. Fue atendido casi al momento por los residentes de la taberna, quienes despejaron una gran mesa donde acostar al caballero. Resultó ser un héroe local, el responsable de que aquellos pequeños desafortunados pudiesen volver a la capital, aquellos a quienes había salvado la vida. Aquel que se identificó como "Alonso Quijano", no había tardado demasiado en recibir ayuda de curanderos e incluso sacerdotes de la ciudad. Ferzan ni siquiera se había inmutado, permaneció sentada en su sitio de brazos y piernas cruzadas, tan solo observando con la mirada - No vayas Recio, solo molestaríamos - no iba a ganar nada con mirar más de cerca, solo lograría molestar a aquellos que realmente le pueden ayudar - Este podrá ser el primero de muchos hoy. Si no quieres acabar así, o peor, debes confiar en mí.

Pocos héroes regresaron a la capital de manera tan memorable para la población como era la llegada de Alonso Quijano a las puertas de la taberna. Algunos de ellos, con la suficiente fuerza de voluntad para relatar ante el populacho lo allá sucedido en el campo de batalla a pesar de sus heridas. Otros, desgraciadamente no vivieron para contar aquello. Ferzan se mostraba indiferente ante todos ellos, los carromatos cargados de heridos que entraban por una de las puertas principales ya hacían pensar que no había sido una batalla limpia. Sus gritos agonizantes la acompañaban durante uno de sus tantos trayectos desde la taberna a su carromato aparcado para comprobar la mercancía, alaridos de dolor que terminaban por resultarle incómodos durante aquel mediodía, por una razón. Aquel sufrimiento disperso en el aire le provocaba reparar en el pasado, en el daño que había hecho a tanta gente durante tantos años. Si el ejercito supiera, antes de que ellos tomaran posesión de Aleketh, que ella en su tiempo fue responsable de llenar uno de esos carros de gente herida, quizás no se hallaría tan campante y tranquila en aquella taberna del Reino, como una mercader cualquiera.

Ferzan se mantuvo cerca de su jefe gran parte del tiempo, ya fuese para no perderlo de vista como para vigilar que no se metiese en líos. Si le roban al jefe, le roban parte del salario a la trabajadora, le valía la pena mantenerlo a salvo. Así mismo, esto se aplicaba a la mercancía del carro, razón por la cual la mantuvo en constante vigilancia con tanto trayecto de dentro a fuera de la taberna. Con el paso de las horas, las tropas del crepúsculo informaron a la población de que el peligro había pasado por hoy, identificaron la procedencia de sus enemigos y la hicieron pública para que todo el mundo fuese consciente de los verdaderos culpables. Ferzan y Recio concluyeron en comenzar su marcha laboral con normalidad a partir de mañana, por hoy descansaran hasta que los caminos a la capital hayan sido habilitados. Recio paso la mayor parte del tiempo en la taberna, ya sea para apaciguar su sed como para tratar de cortejarse a alguna dama. A Ferzan no le importaba lo que el hiciese, siempre que la mujer a quien tratase de llevarse a la cama no fuese ella. Se desplazaba por un barrio comercial durante la tarde buscando víveres para lo poco que quedaba del día de hoy, no esperaba aprovisionarse más de la cuenta hasta mañana, donde se mostraría más interesada en adquirir fruta fresca para sus viajes. Cuando se hallaba en el susodicho puesto comprando un par de peras, la figura imponente y corpulenta de una mujer de rasgos oscuros que llegaba casi a los dos metros de altura, oculta bajo una túnica sureña similar a la de Ferzan con una capucha, chocó a propósito contra esta - Ven a "Chacal Sarnoso", planta de arriba, penúltima puerta a la derecha - dijo, tan pronto como sus labios alcanzaron el oído de la Guardabosques. Sus palabras se esfumaron tan rápido como su presencia en aquel barrio mercantil. Ferzan se sobresalto levemente un momento al oírla, tras verla de refilón a sus espaldas y mientras se marchaba. Se dio cuenta casi al momento de quien se trataba, por su corpulencia, voz y rasgo en la piel. No solo eso, también emanaba la misma energía que ella, y estaba instanciada en su misma taberna. Tras cargar con los víveres en un bolsillo aparte de su bolsa ubicado en un lateral, volvió sus pasos hacia la taberna donde estaba con Recio.


=======================================================
En la taberna...
========================================================


Entonces, es cierto que vienen de esa... cueva?
No saber con certeza Ferzan. Sé que venir desde muy lejos, una gran patrulla vi desde Garnalia Oriental hasta aquí.

Ambas se habían reencontrado de vuelta en una habitación cercana a la que Ferzan tenía alquilada para esta noche, lugar donde había dejado con anterioridad su mochila junto con sus armas, cerrada a cal y canto con su llave que mantuvo a buen recaudo. Ferzan estaba apoyada  en la pared de brazos cruzados cerca de la ventana, mientras que su compañera se había acomodado en el lecho del cuarto sin la capucha puesta. La habitación presentaba una escasa decoración y mobiliario, que consistía tan solo en una cama individual junto a un pequeño escritorio polvoriento, en el cual habían apoyados en sus patas una serie de pertenencias personales junto con un gran escudo de madera azul-azabache. Sin duda Maryn, la mujer de piel negra, había invertido un pequeño ahorro alquilando esto.

A pesar de haber venido del Centro, jamás he sabido donde está. Tampoco es la primera vez que oigo hablar de ella. Acaso son sospechosos de...?
No - la irrumpió de manera algo precipitada - No serlo, no. Estar bastante segura de que no - dijo, empleando de manera pobre el lenguaje vulgar.
Y que buscan reconquistando el sur?
Maryn negó con la cabeza a modo de respuesta.
Ferzan resopló angustiada por dentro, no era suficiente con tener que soportar al vejestorio como para tener un ejercito detrás del Reino donde esta apostada por un tiempo - Estaré aquí un tiempo, quizás uno o dos meses más, después me encargare del Reino Elfico. Estarás aquí mientras tanto?
Si, ser al fin y al cabo donde deber estar, no como tú. Tan mal estar de fondos que trabajar con alguien así?
No todos los días se le puede sacar provecho al dinero de alguien solo porque no soy hombre. No paga mal, puedo comer, y no me veo obligada a entregarme a él. Qué más puedo pedir? - se sienta a su lado - Además, ya que estuve tiempo atrás pasando calor como tú en este desierto infernal, he aprovechado el tiempo para reunir información y ayudarte un poco - le acaricia el muslo con la yema de sus dedos.
A que referirte? - toma la otra mano de Ferzan, estirando lentamente hacia sí misma.
El local de "La Rosa Termal", en el barrio de mercaderes, calle arriba - se detiene apoyando la mano por la cual estaba agarrada en el vientre de su compañera - En ese Burdel se halla cierta mujer en cuya habitación escondía algo tan interesante como lo es su cuerpo... escondía - sonríe - Ahora me pertenece.
Como tu pertenecerme a mí? - dijo de pronto, levantando medio cuerpo de la cama hasta alcanzar el trasero de Ferzan con la mano, empujándola suavemente hasta ella. Ambas se miraron unos instantes a apenas unos centímetros de distancia, sus labios se cruzaron en un beso con lengua suave y lento que fue interrumpido por Ferzan, quien miro hacia la puerta ligeramente temerosa - Déjame enseñártelo - levantándose hacia la salida. Abrió la puerta lentamente mirando de un extremo a otro del pasillo - Acaso espiarte el vejestorio? - Ferzan asintió, dirigiéndose a su cuarto. Volvió al minuto con un libro en mano, sentándose de espaldas a Maryn en su lecho. Su cabeza buscaba un regazo en el hombro de ella, mientras le mostraba por encima del hombro el diario del fallecido que encontró en las ruinas del Burdel. Comenzó a leerlo lentamente para que lo entendiese, hasta que leyó el párrafo "clave" al que quería llegar.



Bajo el Burdel se esconden unas antiguas ruinas desiertas, en lo más hondo, prácticamente debajo de esta ciudad. Son tan diminutas que ocuparían más o menos la dimensión de una calle entera en Aleketh. En ellas, un ente de la misma similitud a un joven, se hallaba sollozando a mi alrededor mientras me espiaba con este libro en mano. Tratándose de un Gehrich, pues actuaba como tal y poseía algunas de sus cualidades, era más semejante a un humano en su aspecto físico. Tenía sentimientos, lloraba, rabiaba cuando se enfrentó a mi... Qué opinas al respecto?
Maryn mostraba una mueca de confusión al reflejar la escena en su cabeza - Gehrich... poder tener hijos?
Según estas frases, no pueden reproducirse entre ellos. Necesitan de alguien que manipule las almas de los muertos... tal vez... un nigromante? Eso me hace pensar si Dahienna tuvo algún contacto con ellos.
Quizás en el pasado, ahora no haber problema con difunta nigromante. Si sabe volver de entre la muerte, nosotras dársela de nuevo, si no hacerlo humanos primero.
Maryn... si esto fuera cierto, si ese joven fuera en verdad un humano con el alma de un Gehrich incrustada en el, se están reproduciendo mas y mas mientras pasamos los días aquí.
No preocuparte por eso, no haber necesidad ahora.
También hay algo que no alcanzo a comprender. En el caso de que ellos pudiesen tener realmente una descendencia, porque nosotras no? Porque dependemos de un hombre para tener hijos?
Ellos tener los dos sexos en uno, Ferzan. Sino, no poder ser posible
Son abominaciones de otra dimension, no deberían de tener un sexo en concreto.
Quien lo prohíbe?
Exhalando un suspiro de fastidio y algo de enojo, Ferzan inclinó la cabeza a un lado para mirarla en silencio. Se había tomado unos segundos en responder - Quizás el mismo hijo de perra que decidió hacer que mujeres dependiesen de los hombres para poder parir - sonrió de súbito restándole importancia al asunto con otro beso a sus labios.
Con quien gustarías tener descendencia?
Con ella Maryn, con esa pelirroja que me ha robado algo más que el corazón.
No deberías pensar en ser madre aun, disfruta de la juventud antes de que seamos más maduras - los dedos de Maryn se escurrían en las tiras de la túnica de Ferzan, que mantenían la prenda bien sujeta a su cuerpo. Ferzan no se resistió ante el gesto - Solo son planes de futuro, nada más. Seguimos en el presente - se acuesta boca arriba en la cama, abriendo su túnica por debajo del cuello hasta mostrar su escote a su compañera de habitación. Su sonrisita picarona e inocente quiso dejar a un lado lo que su cabeza no podía por sí sola - No decías que te pertenezco?
Me perteneces, Corderita. Si Eir no darte lo que buscas, yo te lo daré - Maryn se desabrocho la túnica al igual que ella, de manera más burda y directa pero sin llegar a mostrar nada más que su delantera ante la mirada de Ferzan, colocándose encima de la llamada Cordera del clan de las Guardabosques Etéreas.
Pues hazme sentir mujer, aquí y ahora - le acaricia la barbilla - Te lo ordena la prometida de Eir Stegalkin - dijo por último, dejándose llevar por un beso intenso que daría comienzo a una tarde más entretenida de lo que ambas pensaban. Una tarde lejos de Recio, lejos de sus molestas ordenes. Una tarde para ser la mujer que realmente es.


=======================================================
Dos días después...
=======================================================


¡Amiga bollera, el panadero al habla! ¡Reclamo que salgas del horno ahora mismo! - Lo que parecía ser una mañana más tranquila para Ferzan, empezaba siendo un dolor de cabeza por parte de las ordenes del gallo mañanero Recius, plantado frente a la puerta cerrada de su habitación dentro de la posada.
Necesito que esperes un minuto... - se oyó al otro lado, con un tono de voz vago y agotado.
¿Esperar? ¿Yo? ¿A qué se debe? No te estarás tocando en horas de trabajo...
La puerta se abrió de golpe, mostrando una Ferzan que poca semejanza guardaba con su habitual serenidad, con el pelo mojado y completamente desvestida, cubriéndose el cuerpo completo con la túnica suelta a modo de capa - Es temprano Recio, ni siquiera me has avisado de que hoy trabajamos antes...
Un jefe no necesita avisar de nada, son los trabajadores quienes SIEMPRE deben adaptarse a mis órdenes. Venga, andando. Vístete rápido - la puerta volvió a cerrarse tan abruptamente como se había abierto - Ay dios santo, como va provocando la guarrilla~ - dijo en voz muy baja para el mismo mientras se llevaba las manos a la cara en un gesto de bochorno. Tras un pequeño rato, Ferzan salió de la habitación vestida con su túnica habitual y la mochila con sus armas debajo de esta, como cualquier día normal de trabajo en Aleketh.
Vámonos Panadero, salgamos de este horno - siguiéndole la corriente, cogió su balde de agua personal sacándolo fuera de la habitación, cerrándola tras de sí - Como si asarme de calor todas las mañanas no fuera suficiente.
No seas exagerada, yo soy Centro-Garnalico y mírame, tan fuerte y recio como un toro, valga la redundancia. Eso es que te estabas tocando, a mi no me engañas, como todas las noches ahí solita en la habitación, rezando un "Ave-María" con las piernas abiertas.
Sí, claro... - desanimada con el balde de agua en sus brazos, comenzaron a caminar al piso inferior. Su mirada se distrajo un momento hacia el cuarto alquilado de Maryn, desconocía si aún permanecía ahí o ya se había marchado - ... Como todas las noches en las que me siento sola y me dedico a pensar en ti.
Encima de guarrilla, te dedicas a hacerme la pelota con mentiras. Si no fueses tan amable de venir al Burdel conmigo te habría dejado en bragas con un sueldo miserable. Que por cierto, hablando de Burdeles... -  se encogió de hombros, pensativo - ¿Te fuiste a la habitación de una mujerzuela sureña solo para "hablar" con ella?
En el fondo, se había asustado un poco al oír esto. La había estado espiando mientras iba a la habitación de Maryn? - A que te refieres? - respondió disimulando con otra pregunta.
A cuando te fuiste a la habitación de esa tal "Rosaline" en el Burdel - Ferzan volvió a relajarse bajo su gesto inalterable de agotamiento, sabia a que se estaba refiriendo - Te pagas a una Dama para que te haga lo que quiera y dices que solo estabais hablando? Ferzan, que no cuela hija mía, mientras yo estaba en la boca del cielo con otra, tú estabas en el paraíso con la Rosalina esa, ahí las dos frotándose los PECH**** mojaditos! - volvió  a abochornarse con las manos en la cara.
Recio por favor... - indignada trataba de tomar mas y mas distancia con él, la estaba abochornando y no por vergüenza, sino por la comedia que estaba montando en el piso superior con sus vozarrones repentinos.
¡Jajaja! ¡Pillada al canto! ¡Qué bueno soy y que culito tengo! - bajaron por las escaleras, el dependiente de la barra se hallaba limpiando jarras con un paño mojado en ese momento, cuando un día mas estuvo pendiente de aquellos dos, en especial de Recio, montando otra escena más a pleno día por la mañana - "Siempre están igual esos dos..."... - pensó, tomando el balde de agua que Ferzan le devolvió de su habitación.