Visto que mi ultima pregunta fue en parte ignorada, me sentí ofendida por la mujer y por el elfo del que desconocía el nombre, más fue algo que deje pasar, igual no es como si pudiese hacer mucho con estos dos que parecían tener un especie de relación comprometedora sin importarles estábamos nosotros dos -Oscurentag y yo- de espectadores.

Oscurentag no parecía darme mucha cabida a el coqueteo, aunque era el más amable de los tres empezaba a sentir como perdía mi tiempo, cuando toco su cara ante mi comentario burlón no pude evitar reírme conmovida. -Eres bastante tierno incluso con esa cara de malo. Me gusta- Comente, cogiendo la copa para beber nuevamente, estaba pensando en una forma de escaparme de este asunto, de escaparme de ellos mientras me escondía detrás de mi copa bebiendo un poco más de la mitad del liquido que en ella residía, es que yo no debí acercarme, pero es que yo soy tonta y lanzada. Sentí el liquido pasar fuerte, un nudo en la garganta y el nerviosismo ante la pregunta hecha por él, fue entonces cuando lo mire esta vez directamente a sus ojos, demostrando en mis ojos grises un poco de indecisión en que responder. Me encongi de hombros, tomando una gran bocanada de aire y optando por decir la verdad, solo una parte, y es que había notado como los otros dos no me habían creído de antes. - En mi trabajo conozco a muchas personas, magos entre ellos. Me comentó acerca de este lugar un buen cliente, me dijo que acá podría trabajar muy cómodamente y sin presiones de jefes, o sea de manera independiente. Me trajo hace un par de días y la verdad es que es bastante bueno. Las personas son calladas y solo se interesan en sus asuntos, es agradable eso.

Me gire para quedar de cara al elfo que capto mi atención, colocando todo mi cabello en el hombro derecho empece a jugar con los mechones de este a la vez que le veía fijamente, pero con una de esas miradas dulces cargadas de picarda. - Cuando comen frente a los pobres, da más hambre ¿No crees?. - Le pregunte con una sonrisita, refiriéndome al hecho de que los dos magos que estaban compartiendo mesa con nosotros seguían con su coqueteo. Me gire a ellos nuevamente, chocando la copa con la mesa para atraer su atención. - Bianca, pareces apreciar mucho ese colgante ¿Por qué? Si no quieres responder no lo hagas, pero me causa bastante curiosidad. Por cierto, escuche antes de llegar que estabas feliz por realizar cierto asesinato... Puedo preguntarles, a los tres... ¿Qué se siente matar a alguien?, ¿Cuantos muertos llevan encima? - Me intrigaba esto a la vez que me asustaba un poco más, haciendo que me diera golpes internos a mi valentía ante la maldad. Yo no era una santa precisamente, pero la peor persona tampoco, y el solo hecho de pensar en matar a alguien me animaba en mi parte sentimental, yo he querido matar a mas de una persona, pero me afectaba mi parte moral, siendo mi mente algo muy contradictorio.

Adrianna cada vez parecía mas directa en lo que a mi se refería, a si que por que no? decidí seguirle el juego, le sonreí de forma muy picante, mientras Bianca y el mago seguían a lo suyo, normalmente intento no relacionarme con humanos, por que sus vidas son casi un suspiro, y antes de que me diese cuenta ya se convertían en ancianos, mientras que yo seguía siendo joven, eso era verdaderamente triste, y a mi no me gustaban las cosas tristes, si no mas bien las malignas o divertidas, que según mi punto de vista son casi la misma cosa.
Nos contó como era su trabajo, mientras la escuchaba me parecía un tanto sospechoso, no me parecía creíble, estaba claro que había algo que no nos quería contar, seguramente Bianca como mentalista ya se habrá dado cuenta de este detalle mucho antes que yo, y el mago no parece del tipo de gente a la que se la engaña fácilmente, me sentí un poco estúpido, por ser probablemente el único que no se ha dado cuenta.
Adrianna preguntó por el colgante de Bianca, acto seguido nos preguntó por lo que se sentía al matar a alguien, en ese mismo instante un recuerdo que llevaba enterrado en lo mas profundo de mi mente durante casi un siglo, si que había matado a alguien, pero hace mucho tiempo.

-Si, maté a un elfo hace mucho tiempo, poco después de escaparme de casa.- decidí no dar mas detalles, no era agradable recordad ese momento concreto de mi vida, aun que a lo mejor me vendría bien desahogarme con alguien, pero de momento no me veía muy capaz.

- «Sí, soy plenamente consciente». «¿También sobre la tuya?» - Lo acompañó de una sonrisa.
Le respondí a su mirada con la mía, mis ojos rojos y profundos se cruzaron con los suyos, también profundos y repletos de maldad pero hermosos.
- "Sobre la mía el primero" - Le sonreí
Pasó su mano a mi pierna dejándola allí y su sonrisa se tornó más amable y sincera.
- «Por cierto, ¿eres tú consciente del efecto que causas en la gente?»
- "Sí, soy consciente y me gusta"
Con mi mano libre la pasé por debajo de su brazo hasta ponerla sobre el otro hombro haciendo que la suya la imitase, abrazados nuestros cuerpos se rozaban desvió la mirada al ver que con mis brazos la acercaba quitando la poca distancia que nos separaba, así pegados me preguntó.
- «¿Hago bien en confiar en ti, Zeref?»
Mi sonrisa se agrandó, una sonrisa sincera pero un poco pícara.
- "No lo sé, tal vez" - Apreté los brazos, pegándola más a mí - "Creo que podemos divertirnos un rato más con esos dos" - Separé mi rostro lo suficiente para poder mirarla a los ojos pero casi no había distancia.

No respondió pero su sonrisa de preciosos labios rojos carnosos se curvó a la derecha y un brillo travieso iluminó su mirada, sobraban las palabras. Al unísono miramos a Adriana, Bianca despegó los labios y la dejé hablar primero.
-Vamos que eres puta, ¿no? - Comentó Bianca.
- Puta y neutral, lo tienes todo - Me Burlé - En mi opinión los neutrales deberían estar muertos, no son fieles a un dios ni a otro es decir, van contra ambos - Una mirada asesina acompañó a la divertida sonrisa cansada ya de tanta sutileza.

El que Oscurentag me correspondiese me empezaba a divertir un tanto mas, yo no tenia nada en contra de que estos dos hicieran de las suyas, al fin de cuentas cada quien hace de cada quien lo que quiere ¿No? Digo, yo aplicaba eso muy bien. Acaricie con mi dedo indice la cara de porcelana del elfo, de espalda a estos, en realidad si me interesaba un tanto la respuesta de los 3, pero mas la del chico que pretendía, era por eso que no les veía a ellos, sino que mi asiento estaba girado a él.

Apenas escuche lo que me temía supieran ellos de mi, no deje de acariciar al chico ahora con mi uña. Les escuchaba burlones, pero honestamente no era algo que me afectara, igual desde siempre había aceptado abiertamente lo que era, puesto que no me causaba vergüenza ni mucho mas o menos, me era algo neutral. - Si, soy una puta. - Baje mi dedo indice haciendo in recorrido con la uña hasta el cuello del elfo, aun no les mirabas a ellos. - Puedes comprobarlo si quieres, aunque a ti te atendería de gratis. - Estaba consciente de que los tres escucharon eso que dije, ellos eran felices tonteando enfrente de nosotros, pues perfecto, ellos podían tontear, en cambio yo buscaba con él algo más que eso. Mordí mi labio inferior, recordando lo de neutral, me reí esta vez si de forma un tanto dulzona, pero una de esas dulzuras fingidas, como las que solía demostrar.

Era neutral precisamente por eso, yo no amaba ni veneraba a un Dios que no veía, no me ponía loco cuando conocía a alguien que no le interesara acerca de lo que yo creía. - Creo que si, deberíamos estar muertos. Digo, ¿Por qué no creer en un ser que todo te da?, ¿Por que no venerar a alguien invisible? Es que eso es muy profundo para mi, y la verdad es que son cosas que no me interesan profundizar. - Mi sarcasmo se escucho de forma directa, no estaba ya con jugueteos. Me levante de la silla, haciéndole una seña al mesero para indicarle que me iba. El me debía dinero, por lo tanto no iba a cobrarme - Como no me importa defender algo que nada me ha dado, sino una filosofía de cada creencia, per se no niego que tienen historias interesantes cada creencias y que las personas que respetan, deben ser respetadas. - Les sonreí, mostrando la chispa de diversión en mis ojos grises, me coloque detrás del elfo que me gustaba y bese su mejilla, nada de esto iba con animo de ofenderle a él. - Me tengo que ir, ha sido un placer conocer personas tan entretenidas como ustedes. - La burla en mis palabras era claro, sin moverme mucho de la mejilla del elfo le ofreci me acompañase, y sin más salí del lugar, lo esperaría afuera un rato si deseaba acompañarme, pero no demasiado.

Todo lo que había dicho lo dije con la elegancia y educación que conservaba como una noble que fui.

Calma, elegancia, tranquilidad, paz. Como una dama que era.

Mientras Adrianna me acariciaba la cara suavemente, yo la miraba directamente a los ojos con una de mis manos acariciándole el hombro, Bianca y el mago la acusaron de ser puta, ella afirmó esta acusación, sinceramente a lo que se dedicase me traiga sin cuidado, aquella chica me atraía de varias formas y aquello era suficiente, como si fuese algo excitante, siguió acariciándome, pero esta vez con la uña, bajo hasta mi cuello, su comentario me pareció bastante interesante, a lo que yo le guiñe un ojo, era bastante interesante aquello que estaba pasando entre aquella chica y yo.

Hizo varios comentarios sarcásticos, sobre el comentario del mago sobre que los neutrales deberían estar muertos, a mi me daba igual si no obedecía al dios, mientras no lo hiciese con la diosa, me daba igual.

Se levantó y se puso detrás mía, besándome la mejilla, hecho esto se despidió y me ofreció que la acompañara, cuando salió por la puerta, me bebí mi copa, pagué al mesero de la taberna y me despedí de Bianca y le di las gracias por salvarme de los magos de hace unas horas, cosa que aun no había hecho, y me dirigí a la salida de la taberna, a unos metros de la puerta se encontraba Adrianna, apoyada en un pared, fui a su encuentro, le sonreí y le guiñé un ojo.

-¿Adonde vamos? la noche prometía.

Tras contestar a Adriana, Bianca me sonrió tímidamente y aunque no es que me pillase por sorpresa, sí que no lo esperaba, al principio había dudado porque hacía muy poco que la conocía pero desde la primera vez que la vi en ella advertí ese espíritu tan seguro y poderoso, por eso cuando me besó, con esos rojos y carnosos labios con sabor a vino fue algo delicioso que no rechacé. La sensación fue increíble, era el primer beso como aquél que había tenido y duró como un minuto, era un profundo contacto en el que me pareció detenerse el tiempo pero que finalizó demasiado rápido, o esa fue mi impresión.

El aprendiz salió de la taberna medio corriendo en pos de la mujer que se fue, no se sintió ofendida pero no me importó, tal vez en otra ocasión habría considerado sus palabras como una blasfemia y la habría matado pero por suerte para ella y gusto para mí, tenía a Bianca en mis brazos. Podía matar a aquella mujer la próxima vez que nos encontrásemos si lo hacíamos pero mi interés por Bianca había aumentado mucho y tenía ganas de más.
- Dejemos que se vayan, podrás ocuparte del chico cuando lo vuelvas a ver - Correspondí a su sonrisa
Mi mano derecha se introdujo en su pelo y la izquierda bajó a su cintura, sonriendo la miré de nuevo y mis ojos reflejaban aquél deseo, sentía que no tenía que decirle nada, que lo entendía incluso sin leerme la mente. La volví a besar esta vez con más ganas, cerré los ojos mientras mi mano subía con suavidad recorriendo su espalda, memorizando su figura. No supe cuánto tiempo había sido, no demasiado pero no se me había hecho corto, me había gustado, abrí los ojos sonriente.
- ¿Qué tal.. - Me corté de pronto notando la voz ronca - ..si nos vamos? - Terminé suavizando el tono.

No quería continuar en aquella taberna por más tiempo y el nombre de Bianca inundaba mi mente junto con las sensaciones que me transmitía, me daba igual a donde fuéramos, si me dejaba yo la seguiría.