"Disfruta de tu aprendizaje. Cuando pasan los años terminas por añorar los tiempos en que eras aprendiz." ¿Si? Pues yo me muero por ser ya una maga negra, para poder tener libertad...  Para apuntarme al ejercito. Kestra intentó pensar en otra cosa, no podía pasarse el día dándole vueltas a aquello. Si Sui decidía marcharse ella no podía hacer nada. Aunque fueran pareja, la vida de Sui seguía siendo de Sui y Kestra no tenía derecho a entrometerse en ella.

De pronto la voz de Toremus la sacó de sus cavilaciones. No sabía que hacer, decir la verdad o responder con un simple "si" para no hablar del tema. Era un desconocido, no podía contarle tan tranquilamente sus problemas amorosos. A parte de que no podía contarle a nadie nada sobre su relación con Sui. Al final se decidió por la primera opción. Tampoco tengo porque explicárselo todo al detalle.

-La verdad es que no... -no dijo más. No veía la necesidad, Toremus solo la había preguntado eso. En aquel momento si que no quería hablar más de la cuenta. Sabía que quizás el hacerlo le trajese problemas.

-Ya... -fue lo único que dijo. Ya que no sabía que más decir. No estaba del todo segura de querer contarle sus problemas a Toremus. Suspiró, no iba a perder nada por hacerlo-. Es simplemente que últimamente tengo problemas con mi pareja... -si quería saber más se lo diría, pero evitaría todo lo posible mencionar que su pareja era una mujer. A parte de que Sui se enfadaría por habérselo contado, sabía perfectamente que tendría problemas por ello. Aquel tipo de relaciones por algún motivo no estaban muy bien vistas.

Suspiró. ¿Por que tenían que ser las cosas tan difíciles? ¿Por que no podía tener una relación normal con Sui, como las parejas heterosexuales? Salir a la calle, hablar de su relación, sin tener que preocuparse de quien la escuchara o las viera, ni de lo que podrían pensar o decir. ¿Por que tenían que ser las cosas tan complicadas? Y todo solo porque somos del mismo sexo... Suspiró, no podía hacer nada. Aunque lo intentara, ella sola no podría cambiar el modo de pensamiento de todo el mundo. Era algo completamente imposible. Volvió a darle un trago a su cerveza. No. Sigue igual de asquerosa...

"...el amor tiene el poder de solucionarlos todos..." Aquellas palabras en lugar de animar a Kestra, como pretendía Toremus, la entristecieron aun más. ¿Y si no hay amor? Yo a ella la quiero, con toda mi alma, pero a pesar de que me lo haya dicho ya varias veces no estoy segura de que Sui me quiera... Al menos no tanto como yo a ella.

Pensó en cambiar de tema, ya que Toremus no la había preguntado nada más, pensó que quizás no quisiera seguir hablando de ello. Pero necesitaba hablar con alguien, ahora que había empezado a hablar de ello se había dado cuenta de que necesitaba hacerlo.

-Bueno, lo que ocurre es que... -no sabía como referirse a Sui. No quería referirse a ella como a un hombre pero tampoco podía referirse a ella como mujer... Al final decidió referirse de igual manera que lo había hecho antes, aunque fuera algo extraño-. Mi pareja se ha alistado al ejercito sin consultármelo... Me avisó hace poco que se iba en un par de semanas y he intentado conve... Que se quede, pero no sé exactamente que va a hacer. A cada momento me dice una cosa... -suspiró. En parte se sentía algo más aliviada por haberle contado todo aquello a otra persona, pero por otro lado el decir todo aquello en voz alta la hizo darse cuenta de ciertas cosas. Si Sui no tenía claro el marcharse o no era porque tampoco tenía claro su relación... Y entonces si que era verdad que todo esta en mi cabeza... Nosotras no somos pareja... No somos nada...

Agachó la cabeza bastante deprimida para encontrarse con su jarra de cerveza. La cogió y se la bebió toda de una, seguía igual de amarga que antes, pero esta vez le daba igual. Todo le daba igual. Se levantó de su asiento sin decir nada mientras rebuscaba en su bolsillo algunas monedas. Poco después volvió a la mesa con otra jarra de cerveza.

Sus palabras nuevamente no la ayudaban, había intentado ya hablar con Sui, intentar convencerla para que se quedara, pero no había servido de nada. ¿Qué más da ya? Nosotras no somos pareja, yo no tengo derecho a detenerla, yo no tengo derecho a nada... Volvió a hundir su mirada en la jarra de cerveza, a la que le dio un trago, pero esta vez no se la bebió del tirón.

-Gracias por intentar ayudarme, de verdad... Pero creo que no vale la pena intentarlo... Será mejor que la -se mordió la lengua nada más pronunciar aquellas dos letras. Pensó rápidamente como salir de aquello- la relación no se interponga en sus planes. No quiero que me odie después por ser la culpable de no haber cumplido su deber... Y aunque después no me odiara, estoy segura de que se arrepentiría siempre de ello y que estaría siempre muy triste por ello. No quiero que eso pase... -suspiró. De pronto la imagen de Sui acudió a su cabeza, sonrió sin darse cuenta-. Si debo soportar el que estemos lejos, lo hare. Todo sea por su bien -suspiró. No somos nada... Aquellas palabras se repetían una y otra vez en su cabeza, volvió a tomar un largo trago de su cerveza, con la esperanza de que así dejaran de sonar.

Kestra sonrió ante las palabras de Toremus, pero desvió la mirada un poco incómoda cuando este se refirió a Sui como "él". En ningún momento me he referido a ella como a un hombre, pero de todas formas ha dado por hecho que lo es... Suspiró, en verdad sabía desde el principio que aquello pasaría, pero de todas formas la había incomodado un poco.

A Kestra la sorprendió la pregunta, lo pensó durante unos segundos.

-La verdad es que no lo sé. No me dio muchos detalles y los pocos que me dio no presté mucha atención cuando me los dijo... reflexionó un poco más hasta que se acordó de una cosa que le había dicho Sui-. No estoy del todo segura pero creo que se llama el ejercito del Crepúsculo... Pero no estoy del todo convencida -miró a Toremus con atención-. Pero... ¿por que lo preguntas? -preguntó un poco preocupada. Cuando Toremus la preguntó ella no le dio mucha importancia, pero en aquel momento se dio cuenta de que aquel tema no era uno cualquiera. Estaban hablando de un ejercito, un ejercito que probablemente fuera a la guerra; y en las guerras siempre había como mínimo dos bandos... Nada podía asegurarle a Kestra que Toremus estuviera en el mismo bando. Se sintió algo estúpida, quizás hubiese dicho algo que pusiera en riesgo su vida.

Se puso en tensión, preparada para cualquier cosa, pero intentando disimularlo.

Kestra escuchó atenta a Toremus, relajándose notablemente. Apenas entendía la mitad de lo que decía Toremus, nunca se la habían dado bien las guerras. Pero con el simple detalle de nombrar que la guerra era entre los seguidores de la Diosa y nigromantes, además de nombrar la Necravia -de la que Kestra quería formar parte algún día-, a ella le pareció más que suficiente.

Cuando Toremus volvió a hablar por fin Kestra se tranquilizó de verdad un poco. Si aquello era verdad entonces había bastantes más posibilidades de que Sui volviera con vida de las que Kestra se había imaginado. Suspiró. Aunque Sui volviera con vida del ejercito, aquello no haría que la quisiera de verdad... Kestra volvió a tomar un trago de su cerveza y pensó e cambiar de tema.

-Bueno, cambiemos de tema ya. ¿No? -dijo mientras miraba a su alrededor con aire critico. Sabía perfectamente que en lugares como aquel no se podía hablar de cualquier cosa tranquilamente, había algún que otro tema que era mejor no comentar estando allí, pero lo que no sabía era cuales eran esos temas y prefería no descubrirlo por la malas. Pensó con detenimiento, cuando de pronto su mirada se paró en la mujer que la había sonreído al entrar. Kestra volvió la mirada rápidamente hacia su cerveza, pero pudo ver perfectamente por el rabillo del ojo que la mujer se estaba dirigiendo a la mesa. ¡Mierda! Apretó los dientes, si aquella mujer venía a la mesa y hablaba con Kestra... Todo aquel esfuerzo que había hecho por no nombrar que Sui era una mujer sería en vano. Lo mejor será que cuando venga estemos hablando de algo, no creo que vaya a interrumpir la conversación... ¿Pero que? Piensa, joder. Al final dijo lo primero que se le ocurrió-. Dijiste que ya habías terminado tu estudios... ¿Y ahora a que te dedicas? Si puedo preguntar -esperaba que Toremus le diera conversación, porque en el mismo momento en que aquella mujer se la acercara Kestra no sabría que hacer.

Off-Rol:

Por desgracia Toremus no parecía muy dispuesto a dar mucha charla acerca de su trabajo. Aunque no tenga podría contarme algo más. Pensó Kestra nerviosa. De pronto vio de reojo como una mano se posaba en la esquina de la mesa. Suspiró, se imaginaba quien era sin siquiera levantar la mirada de allí. Pensó rápidamente de que manera podía decirle a aquella mujer que no quería nada de ella sin llegar a estallar y decirle cuatro cosas sobre su profesión.

-Buenos días Kestra... Veo que sigues tan amable como siempre, ni saludas, ni nada... -Kestra no supo que decir. ¿De donde conocía su nombre? ¿Por que hablaba con ella como si la conociera de toda la vida? Kestra levantó rápidamente la cabeza para observarla bien. No, no la conocía. ¿O si...? Y si la conocía antes... Antes de perder la memoria. Kestra la miró asustada. Hacia tanto tiempo que quería saber quien era en verdad, de donde venía, que le había sucedido... Y ahora tenía en frente suya a alguien que podía contestarle a todas aquellas preguntas. Pero temía hacerlas, por primera vez se planteó que quizás no quisiera saber su pasado. Quizás estuviera mejor así, creando una nueva vida desde cero y sin saber sus procedencias. Bajo la mirada y la volvió a clavar en su cerveza-. ¿Se puede saber que te pasa? Ni que hubieses visto un fantasma... -Kestra seguía sin decir nada, con la mirada clavada en su cerveza e intentando pensar que podía hacer-. Oye. Sé que hace mucho que no nos vemos, pero fuiste tú la que se largo. Yo no tengo la culpa -añadió la mujer notablemente cabrada con Kestra por ignorarla. Esta seguía sin saber que hacer.

Off-Rol:

Kestra levantó rápidamente la mirada al escuchar a Toremus. No, no podía marcharse, no podía quedarse a solas con aquella mujer, no podía... Miró de reojo a la mujer, asegurándose de que no se acordaba de ella. Después volvió a mirar a Toremus y en tono tranquilo dijo:

-No tienes porque marcharte... Yo no conozco a esta mujer de nada -dijo con tono firme y seguro. Entonces miró seriamente a la mujer-. Con que si me hace el favor de marcharse... Porque si se queda aquí no tendré más remedio que preguntarle de donde conoce mi nombre y creo que la respuesta la pondría en una situación un tanto incómoda -dijo de forma tranquila. Claramente estaba nerviosa, pero había podido disimularlo perfectamente. Mantuvo la mirada sostenida a la mujer, dando a entender que estaba completamente segura de sus palabras. Pero entonces la otra elfa estalló.

-Jajaja, mira como me rio. Mira... Kestrita, a mi no me toques las narices. No sé si te has dado cuenta pero este es mi terreno -dijo haciendo una amplio gesto con la mano-. Así que creo que no es muy buena idea ponérteme chula ahora. ¿Vale hermanita? -Kestra volvió a palidecer al escuchar la última palabra de la desconocida. Bajó la mirada y la clavó en Toremus, como esperando que este dijera algo, pero antes de que pudiera hacerlo Kestra salió corriendo del lugar, tirando la silla en la que estaba sentada sobre la desconocida.

Tenía miedo, miedo de su pasado, de quien podría haber sido... Miedo al fin y al cabo. Al salir del local miró a ambas direcciones, preguntándose a donde ir. Vio un callejón a su izquierda y corrió allí, necesitaba estar sola, aclarar sus ideas y aquel era el sitio más cercano donde podía hacerlo. Al llegar allí se sentó, con la respiración acelerada y con miles de ideas acudiendo a su cabeza. ¿Quién era aquella mujer? Y ¿quién era ella? Necesitaba saberlo, pero a la vez temía averiguarlo.

Estuvo durante quizás más de una hora allí sentada, intentando aclarar sus ideas. No puedo comportarme así, no soy una cría. Ahora mismo voy a volver a la taberna y a hablar con esa chica... Y que me cuente quien soy. Kestra se levantó, decidida a hacer lo que se había dicho. Camino con paso firma hasta la puerta de la taberna, allí se paró y tomó aire, abrió un poco la puerta y vio a la joven al fondo de la taberna en brazos de un hombre notablemente ebrio. Poco a tardado en volver a su trabajo... Volvió a coger aire, pero no se atrevió a entrar en la taberna. Se dio media vuelta y se dirigió a la fortaleza.

No pensó en porque se marchaba, directamente no pensó en ello. Pensaba en todo menos en eso, sabía que si lo hacía volvería a ponerse de los nervios y prefería no hacerlo. Simplemente siguió como si nada de aquello hubiese ocurrido, hasta llegar a la fortaleza. Al llegar allí y después a su habitación ya no pudo soportarlo más, se sentó en un rincón y se puso a llorar. Ni siquiera sé quien soy... Estuvo así, quizás horas hasta que se calmo. Entonces rebuscó su diario, hacía mucho que no escribía en él y tenía muchas cosas importantes que escribir, demasiadas cosas que no debía olvidar.