Su cuerpo siempre presenta rojeces y es raro no verlo cubierto de sangre, ya sea ajena o propia. La mitad de su cara está quemada y deformada, como una de las partes de su pacto. Aún así, dice que ese lado es más hermoso. Su cuerpo en general está repleto de cicatrices y ha perdido parte de la sensibilidad en algunas zonas. Su ojo de la parte quemada está inyectado en sangre y el iris es de un amarillo enfermizo, el otro es de un azul apagado, casi grisáceo. No tiene pelo a causa de las contínuas heridas y calcinaciones que recibió junto con sus poderes. Suele vestir una túnica negra y roja.
En su forma lobuna, es un lobo negro con partes carmesí, como su túnica, sus ojos se vuelven ambos como el quemado.

¿Cómo describir a Lasartes? Físicamente es, en cierto modo, sencillo. Psicológicamente es otro cantar. Si su aspecto parece consumido y estropeado, su alma es lo siguiente. Odia a los Dioses de cualquier religión hasta la muerte y más allá, solo cree en sí mismo. Sádico y masoquista al mismo tiempo, le gusta la sangre hasta tal punto que incluso puede llegar a llevarse bien con los vampiros. No hace ascos a cualquier tipo de carne, su favorita, la humana. No le gusta comer vegetales, puesto que son fruto directo de una Diosa, pero ¿si estos están calcinados o algo pasados? sin problema; tolera el pan. Está algo loco.

En alguna posada de algún lugar, un jóven encapuchado contaba una historia:
-De Lasartes poco importa su infancia o su vida en las calles, poco importa que desertase de la Diosa buscando el poder el el Dios, poco importa que, por una razón u otra, acabara por odiarlos a ambos. Porque ese no era Lasartes. Ese era un simple humano, un humano que eligió el camino más corrupto. Sentaos todos porque lo que vais a oir no es la historia de un mago negro más. Es el nacimiento de una pesadilla. Si crees o sirves a algún Dios, te recomiendo que vallas a tu habitación y cierres con llave. Porque a los demonios se les invoca hablando sobre ellos...

«Tras conseguir especializarse en magia demoníaca, Lasartes siguió investigando, a pesar de su odio a los Dioses, en la Biblioteca de Rossnatt puesto a que aún no lo había manifestado.
Por fín, consiguió su cometido, un mal día en el cual pactó con el más poderoso de los demonios mercatores que mejoró su Gemstone, perfeccionándola y le dió lo que quería: crear destruyendo la creación de los dioses. El demonio aceptó enseguida, puesto a que lo que el jóven le ofreció fueron sus poderes mágicos en los cuales estaban los demoníacos, lo cual aumentó con creces también los poderes del demonio. El mercator estaba tan agradecido que le permitió quedarse con la posibilidad de usar el hechizo de cicatrización para que así su Gemstone fuese aún más mortífera.
Durante el pacto, el jóven vió como la mitad de sus facciones era quemada, como cambiaba parte de su personalidad, y lo aceptaba, aceptaba todo el dolor, aceptaba parte del alma del mercator.
-Y así, nació Lasartes, un demonio, una pesadilla. Por lo que, niños, niñas, hombres y mujeres, si le veis, no corráis, porque entonces irá a por ustedes. Cuando veais a un hombre con la mitad de la cara quemada, con un ojo amarillo inyectado en sangre-se quitó la capucha-Preparáos para morir-dijo con una voz psicópata y abriendo mucho los ojos.
De su cuerpo nacieron varias cadenas, de la posada, gritos. De los cuerpos, sangre.
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