Un año había pasado desde que me fui de mi ciudad. La maldita ciudaden la que naci. No sólo aquí abandone a mi familia por darme maltratos físicos, sino que también me abandonaron todos mis amigos. A los que ya trataba como mi segunda familia.

Mis estudios de magia lo acababa de terminar. Por fin me gradúe como mago oscuro en la fortaleza de Aressher. Desde que conocí a ese mago oscuro que me mando a estudiar magia en la escuela, se lo estoy profundamente agradecido.

En la fortaleza la gente era muy fría, muy ausente. Se podría decir que no había entablado amistad con nadie. Algo que hizo mejorar mis estudios, puesto que todo el tiempo libre que tenia lo empleaba en estudiar.

Ahora he vuelto a casa como despedida. Jure que devolvería al mundo todo el dolor que me hizo. Aunque los maltratos que recibí otras personas los podrían haber aguantado perfectamente, fue suficiente como para destruir mi persona.

Me voy a iniciar en un viaje en el que intentare causar todo el mal posible. Haciéndolo todo en el nombre del Dios, que fue el primero en darme algo bueno. El don de la magia. Con el que causare estragos, y le rendiré homenaje a el.

Cuando llegue a la ciudad que me crió lo primero que hice fue respirar el aire de mi ciudad. Sentir el calor eterno con el que viví durante muchos años. Gozar de el gran abanico de posibilidades malignas que podría hacer.

Me estuve paseando por el mercado. Tenia un poco de hambre debido al viaje. Así que en un descuido de uno de los tendederos pude robarle una simple manzana. Algo tan fácil que parecía un juego de niños.

Era ya tarde y el sol no pegaba casi, porque se escondía. Me hacia gracia pensar que el solo se iba porque me tenia miedo. Me teletransporte al tejado de una de las casas mas altas. Y allí estuve sentado viendo como el sol daba paso a ala lumbrera menor.

De regreso a la Fortaleza me pasé por un pueblo. Había un mercado y un mknton de sitios en los que se podría estar entre mucha multitud. Ya tenia suficiente con la manada y la Fortaleza para estar rodeada de gente en todos lados. Me dirigí hacia una parte en la que no había nadie, y cuando digo nadie, es NADIE. Sólo pasaban unas cuantas ratas por allí. Me senté en el suelo y miré la puesta del sol. Probablemte eso sea lo que más añore de estar con mi manada y en el bosque. Además de a ciertos lobos. Cuando todo se volvió oscuro, me levanté y volví al mercado. Estaba solitario, sólo habíaciertas personas cerca de algunas tabernas y sitios así. Me dirigí a un techo para pasar por allí sin toparme con algún borracho. Iba mirando hacia abajo, h me tropecé con alguien y caí al suelo.
-Ay-murmuré-. ¿Quién eres?-añadí mirando al chico que estaba frente a mí.

El sol acabo por esconderse. La gente ya se había ido a sus casa. Solo quedaban unos cuantos borrachos en las tabernas. Se escuchaba el sonido de los murciélagos aletear por el cielo nocturno en busca de alimento.

Hubo un momento en el que me divertía lanzando pequeñas bolas de fuego, inadvertidas para las personas de abajo, pero muy dolorosas para los murcielagos , los cuales eran mi blanco. Puedo alardear de que hacerte a siete de nueve. Creo que mi puntería comenzaba a mejorar

Pude ver a un muchacho, de unos diecisiete años, salir de la taberna tan borracho que no sabia ni donde ponía los pies. Una sonrisa se esbozo en mi cara. Era mi oportunidad de enseñarle a no beber hasta tan tarde.

El pobre se metió en un callejón sin salida. Algo que no dude en aprovechar. Cuando se vio con el camino obstruido, se giro para probar suerte con otro atajo a su casa.

Y allí es donde entre yo. Le impedí salir del callejón cortándole la única salida con llamas. Después hice que el fuego avanzara cada vez mas, dejándolo a cada momento con menos sitio por donde meterse.

El borracho hizo algo que me sorprendió. Intento pasar las llamas corriendo a través de ellas. Rápidamente le volví a cortar el camino. Pero esta vez con las lanzas edáficas. El chico no tenia salida. Las llamas por las que acababa de pasar le estaban quemando la piel. El gritaba, sin poder hacer nada.

La verdad es que no quise hacer tanto daño. Solo quería divertirme un poco, pero se me fue de las manos. El cuerpo del chico estaba tirado en el suelo, totalmente chamuscado. Cuando lo vida dejar de gritar es cuando me di cuenta de que ya había hecho suficiente por hoy. Lo deje en el callejón y me volví a mi posición en el tejado, desde donde se veía gran parte de la ciudad.

Entonces, mientras yo observaba el panorama sentado en el tejado, una persona tropezó conmigo. Cayo al suelo. Era una chica. Me pregunto quien era.

-¿Quien soy yo? Eso seguirá siendo un misterio para las chica que no debería ir por los tejados de la gente, y mucho menos sin mirar donde pisa o con quien tropieza- dije reincorporandome de pie. Siempre con una sonrisa en mis labios.

-Oye, tampcoco es para tanto, sólo me he tropezado-le dije.
Le miré mejor. Su pelo y sus ojos eran oscuros, algo más oscuros que los míos.
-Bueno, espero que si te digo mi nombre, me digas el tuyo. Soy Maddie, Mads para los amigos-dije tendiéndole la mano.
Miré la noche, aún tirada en el suelo. Todo estaba tan oscuro... Tan silencioso. Me levanté y me incliné un poco por el tejado, para ver lo que había más abajo. El mismo panorama. Borrachos, tabernas... Y en un callejón había el cuerpo de un chico de unos 17 años. Estaba chamuscado.
-Parece que ha tenido algún tipo de accidente con el fuego-me giré hacia él y sonreí divertida-. ¿Muy extraño no?
Me senté en el borde de la cornisa y seguí mirando.

Me dio su nombre con la esperanza de que yo hiciera lo mismo. Y lo consiguió, ya que parecía una chica normal. Me dijo que se llamaba Maddie y, seguidamente me tendió la mano aun desde el suelo.

-Yo me llamo Adham- dije. Hice caso omiso a su mano, dejándola con un brazo alzado en el aire. Me acerque al borde del tejado a ver el panorama del que goza amos, y ella hizo lo mismo.

Desde nuestra posición se alcanzaba a ver el desastre que hice con aquel chico. Algo que no me agrado. Pero bueno, un borracho mas, un borracho menos, nadie se ir ira a dar cuenta. A excepción de los familiares.

Madrid se avisto mi pequeño incidente. Y en vez de asustarse me dirigió unas palabras con un deje divertido. En ese momento me di cuentas de que Madrid era diferente. Puede que incluso fuera maga como yo.

Pero no podía reguntarselo abiertamente, porque en caso negativo llamaría la atención de la inquisición. Y eso es algo que no me gustaría. Tenia que sacarle la información sobre ella misma con sutileza. Igual era un chica normal.

-¿Te parece gracioso aquel fpcuerpo chamuscado?- pregunte intentando aparentar no saber nada del tema e intentando parecer lo mas extrañado posible.

-¿Te parece gracioso que un chico haya tenido un accidente con el fuego?- pregunte. No pude evitar esbozar una sonrisa en mi rostro.

-Pues encantada Adham-le dije.
Escuché lo que decía y sonreí, más divertida.
-No me parece gracioso, pero sólo creo que puede haber una persona que haya hecho esto, ya que no hay nadie más fuera ya. Apuesto cualquier cosa a que has sido tú. Y supongo que no podráshaberlo hecho sin algo de magia, ¿no? -le dije-. Supongo que, eres un mago.
Seguí con la vista hacia el frente.

¡Vaya! Eso es lo que se llama ir al grano. No solo conocía que la magia existia, sino que ttambién había descubierto al mago asesino del borracho, yo. Sin duda, ella también era maga, y le pareció divertido lo que hice con el borracho, así que también debía ser seguidora del Dios.

-Así que ya sabes que fui yo el que causo la muerte de ese chico. Sinceramente, no quería que acabase así, solo quería jugar un rato, pero se me fue de las manos- después de estas palabras solté una carcajada abierta.

-Además, ¿He de suponer que tu también eres una maga seguidora del Dios?_ pude preguntar al fin sin temer ninguna consecuencia. Ella seguía mirando el paisaje. Posiblemente lo único que me gustaba de la ciudad, ya que ahí residían también mis recuerdos.

Me senté en el borde del tejado, con mis piernas colgando, otorgándole esas sensación de vacío. Me quede mirando el paisaje. Esperando alguna respuesta concreta de Madrid.

El bar ya había cerrado, era tan tarde que incluso los borrachos se habían ido a su casa a bajar la borrachera. Ahora solo vagaban por la ciudad algún que otro gato callejero, murciélagos, e incluso luciérnagas. Las cuales hacían que el paisaje fuera aun mas maravillosos de lo que era.

-Así que se te fue de las manos-dije-. Sí, sigo al Dios. Y conozco a alguien a quien no le hubiera gustado ver ese cuerpo chamuscado-lo señalé.
Ya no quedaba nadie en las calles, solo gatos, murciélagos y algunas luciérnagas. Miré la enorme luna que hacia sobre nosotros. La noche pasó y llegó el día. Amaneció y miré a Adham.
-Vamos a comer algo, tengo hambre-le dije cogiéndolo por la muñeca y tirando de él hacia las calles-. Si quieres yo te invito.
Nos dirigimos a la calle, y tiré de él hacia la entrada de un pequeño bar. En la entrada babia un perro grande, me llegaba algo más arriba de las rodillas. Me miró y me gruñó, pero bastó una sola mirada mía para bajara las orejas y se fuera gimiendo con el rabo entre las patas. Entramos, y algunas personas nos miraron. Me miraron. Me sentí algo incómoda, y apartaron las sillas para dejarnos pasar. Nos sentamos en una mesa del fondo, y el camarero vino a atendernos. Yo pedí algo de carne y Adham pidió lo suyo. La gente nos miraba un poco, y cuando yo los miré, aportaron la mirada. ”¿Tanto miedo me tienen? ", pensé. "Si ni siquiera me conocen". Pero pueden saber cuando hay un depredador cerca, me dijo mi subconsciente.

Al fin me rebelo que también era maga seguidora del Dios. Por lo que no tenia nada de que temer ya. La noche se nos fue. A pesar de que para mi toda la noche se me paso como una media hora.

La luna llena hacia armonía con las luciérnagas que parecían hacer una especie de baile con algún significado misterioso. Las estrellas contemplaban la escena con gran admiración, o por lo menos yo creía. Los murciélagos cazaban a las pobres luciérnagas, y, algún que otro gato cazaba a los murciélagos. Y así se cerraba el ciclo de la vida.

Cuando el sol salio por entre los edificio que nos ocultaban el desierto, Maddie me dijo que tenia hambre, así que me cogió de la muñeca y fui arrastrado hacia la puerta de un restaurante. Un perro guardaba la entrada, pero con una sola mirada de Madrid basto para asustar al animal y a todas las personas allí presentes.

Enseguida fuimos atendidos por un camarero que nos evitaba la mirada. Yo no hice nada, aun seguía un poco resentido por lo del borracho. Así que pedí una ensalada fresca que era lo que mas me apetecía cuando estaba en el desierto.

Vi que se había pedido una ensalada fresca. Yo también la pediría, pero no me gustaba la verdura, era más de carne. Terminé de comer y esperé a que Adham también lo hiciera. Cuando lo hizo, pagué y salimos.
-¿Conoces bien este sitio?-le pregunté-. Es que estoy perdida-añadí.
Las calles ya se habían llenado, y el mercado estaba abarrotado. "Uff, cuánta gente", pensé. Esquivé gente para poder pasar, y me topé con un puesto en el que se vendían algunos colgantes. Miré uno en especial: la cadenita era dorada, y la piedra era de color verde esmeralda con forma de lobo. Miré de reojo a un niño que estaba viendo unas pulseras. Vi que la cogió y se fue corriendo. " Esta es la mía", pensé. Le grité al dueño que se la había llevado y él fue corriendo detrás de él, cosa que aproveché para coger el colgante y guardármelo en el bolsillo. Me giré hacia Adham.
-¿Por qué no estás en la Fortaleza?-le pregunté.

Cuando terminamos de comer, ella lago la comida y salimos a dar un paseo. Fuimos al mercado, el cual estaba lleno otra vez. La gente era tanta que tenias que pasar a empujones. De vez en cuando se podía ver a algún tendedero correr detrás de algún crió porque estos tienen las manos demasiado largas.

Madrid se puso a mirar algún abalorio que le gustaba. Entonces llego un chico, tenia apariencia de vivir en la calle. Ropas sucias y rotas, heridas por todas partes, etc. El chico cogió una pulsera y salio corriendo, una oportunidad que Maddie no tardo en aprovechar.

El tendedero dejo la tienda sin vigilancia por ir a pillar al landronzuelo. Maddie enseguida cogió el colgante y se lo guardo. Luego se giro hacia mi y me pregunto como es que no estaba en la fortaleza.

-La semana pasada me gradúe como mago oscuro, lo que quiere decir que tengo vía libre para hacer lo que me de la gana- dije con un tono tranquilo-Aunque después de Aleketh no se donde ir- dije pensando en mi próximo destino

Me quedé pensando en lo que dijo.
-Pues no te he visto nunca-le comenté-. Aunque estos últimos meses no he estado mucho en Aressher. Bueno, hay muchos sitios donde ir: Wölfkrone, Ënawe, Garnalia... En Garnalia te recomiendo que visistes el Valle de los Lobos, si te gustan los lobos, claro.
Seguí caminando, mirando a ambos lados de la calle. Miré un puesto en el se suponía que los objetos que vendían eran mágicos y absorbían y ayudaban a utilizar el poder de su portador. "En mi caso seria imposible", pensé. "Mi poder no se puede lanzar". Quería llevarle algo a una amiga, pero no sabia si estaría en Aressher. " Da igual. Al final hoy me gasto todo el dinero, ¿eh?". Miré un bastón. Era de madera, era más grande que yo, y posiblemente que ella. Era muy largo, y en la parte superior, tenía la forma de un semicírculo, de más de 20 centímetros. "Vaya cosa rara", me dije. Lo cogí y lo pagué, a la vez que me lo colgaba la la espalda.
-¿Entonces ya sabes adonde vas a ir?-le dije.

Maddie admitió que nunca me había visto en la fortaleza, y luego siguió con que tampoco había estado mucho allí en estos días.

-Si no me viste quizá fue porque me sumía de tal manera en los estudios que solo existía yo y los hechizos. Lo único que quería era terminar pronto mis estudios- dije excusando que no hubiera hecho mucha amistad en la fortaleza de Aressher.

Luego me menciono unos cuantos lugares que a ella le parecían interesantes visitar. El valle de los lobos me lo recalco mucho. Me dijo que seria como un lugar ideal al que ir si me gustaban los lobos.

Ninguno de esos sitios me convenció mucho, a decir verdad. Pero era necesario empezar por alguna parte a crear dolor. Y que mejor lugar que uno en el que todos sirven a la Diosa.

-Creo que finalmente me decidirse por El valle de los lobos. Tengo ganas de empezar a servir al Dios como se tiene que hacer. Causar estragos.- dije.

Seguimos caminando hasta llegar a una casa abandonada. No era muy grande. Tenia el estilo árabe de construcción y solo tenis una habitación en la planta baja y otra en la planta alta.

Entre sin mas dilación y subí a la planta alta. Había una ventana por donde perfe ta mente cabían tres personas. Me asome y pude ver todo Aleketh

Entré detrás de Adham en una casa con un estilo árabe. Se dirigió a una ventana y yo lo seguí. "Vaya, parezco un perro", pensé. Es lo que eres, dijo mi subconsciente. Decidí dejar de pensar en eso y me dirigí a sentarme en un sofá.
-El Valle de los Lobos es un buen lugar. Y los alumnos de la Torre son aún más buenos, la mayoría-añadí, pensando en la chica que nos había tirado una flecha. Me levanté y me senté sobre el alféizar de otra ventana, viendo el paisaje. No sé cuanto tiempo pasamos aquí, pero ya estaba anocheciendo. Ahora que lo pienso, ayer fue casi luna llena. Me transformaría hoy, mañana y pasado.
-Si quieres nos vemos mañana-fije algo agitada, algo se removía en mi interior, y al mirarme las manos las venas se me habían vuelta negruzcas, se veíacomo ffluía la sangre. A saber como se habrán puesto mis ojos de amarillos-. Tengo algo que hacer.
Salí corriendo de la casa y me dirigí a la parte de atrás de esa casa, donde, por suerte, no había nadie. Dejé que todo fluyera y cerré los ojos, para luego abrirlos, convertida en una enorme loba, del tamaño de un humano. Jadeé un poco, y luego me puse a correr un poco, evitando que me viesen, en dirección hacia la salida de la ciudad. Ya volvería por la mañana.

Maddie entro conmigo a la casa abandonada. Siempre tras de mi. Pero mientras yo me fui a la ventana grande ella se fui al alfeizar de otra mas pequeñita.

La noche comenzó a caer. Era luna llena. Algo que realmente hacia preciosos el cielo estrellado sobre una ciudad de estilo árabe. Pero Madrid comenzó a comportarse de manera extraña.

La vida algo blanca. Un poco nerviosa también. Me dijo que tenia algo que hacer y salio corriendo. La perdí de vista y me quede en la casa abandonada.

Allí solo sin nada que hacer decidí marcharme a iniciar mi viaje. Solo necesitaba un peregrinaje para devolver todo el dolor. Solo quería eso. La maldad que residía en mi corazón había crecido por únicamente esa razón.

Eche un ultimo visitado a la ciudad y me teletransporte.

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                                        FIN DEL TEMA