Salgo de la Torre para que me de un poco el aire y me dirijo directamente a los jardines, ya que es uno de mis lugares preferidos de la Torre.
Me siento en una roca cercana e invoco un Gólem Etéreo para practicar el examen:
:v:t:v:a:d:i:
Después le ordeno una serie de cosas y como me obedece a la perfección decido que ya es hora de devolverle a su plano:
:i:d:a:v:t:v:
Me enorgullezco de mi poder y decido ir a por Luck a las caballerizas. Una vez allí lo "visto"y me lo llevo a dar una vuelta. Se me hace un poco de noche por lo que decido volver a la Torre, pero una especie de barrera mágica me impide el paso...

Al aparecer en los jardines, no encontré a quien buscaba, pero observé a través de la verja y pude ver a una de las aprendizas de la Torre a lomos de su corcel... y parecía algo alterada.

Me acerqué a buen paso hasta encontrarnos cara a cara, separados solamente por el metálico muro... o tal vez por algo más.

Acerco la mano a la puerta de forja, pero un escudo mágico repele mi contacto, dejándome un ligero cosquilleo en los dedos.

Pronuncio las palabras de un conjuro revelador, y veo un pequeño globo aislante que rodea a ala joven, impidiéndola acercarse a la verja y prohibiendome el paso a mi también.

- Vaya, vaya... parece que los aprendices están haciendo de las suyas.- sonrío, tranquilizando a la joven. - Parece que tus compañeros han querido gastarte una bromilla. - Hago un pase mágico acompañado del correspondiente contrahechizo. La barrera desaparece.
- Ya está, chiquilla, ya puedes entrar. Ha sido una broma inocente, pero deberían haber previsto la posibilidad de que nadie saliera a pasear a estas horas. Si no te hubiera visto, habrías pasado la noche al raso. - Comenté jocoso.

La aprendiza entró en el recinto aún montando a su caballo y me agradeció la intervención.

Tenía muchas cosas en mente últimamente, y aunque no podía perder el tiempo, una conversación inocente con una de las aprendizas podía refrescarme un poco la sesera. Siempre me gustó ejercer de maestro y, aunque oficialmente no lo era, los hechiceros teníamos permitido asesorar y ayudar a los aprendices siempre que éstos lo desearan.

Así pues, acompañé a la joven de regreso a la Torre, y por los jardines, iniciamos una amena conversación acerca de las diferentes bromas que había sufrido o perpetrado yo durante mis estudios en el Lago de Luna.

- En fin, forma parte de estudiar magia; las bromas son bastante más espectaculares que las de cualquier otro chiquillo. - Concluimos llegando ya a la puerta de la Torre. - Y dime, ¿en que grado estás ya?

Al parecer un hombre me ve, cuando se acerca distingo, en efecto, que se trata de un varón, humano.
Intenta cruzar la "Barrera mágica" pero no puede por lo que dice:
- Vaya, vaya... parece que los aprendices están haciendo de las suyas.- sonrío, tranquilizando a la joven. - Parece que tus compañeros han querido gastarte una bromilla. - Hace un pase mágico acompañado del correspondiente contrahechizo. La barrera desaparece.
- Ya está, chiquilla, ya puedes entrar. Ha sido una broma inocente, pero deberían haber previsto la posibilidad de que nadie saliera a pasear a estas horas. Si no te hubiera visto, habrías pasado la noche al raso. - Comentó jocoso.
Ho... hola. Nose si nos conocemos, creo que no. En primer lugar: Gracias, me llamo Martah.
Fuimos llendo hacia la Torre, yo aún montada en Luck.
Me contó todas las bromas que le habían hecho durante sus estudios en El Lago de la Luna. Entonces me dijo:
- En fin, forma parte de estudiar magia; las bromas son bastante más espectaculares que las de cualquier otro chiquillo. - Concluyó llegando ya a la puerta de la Torre. - Y dime, ¿en que grado estás ya?

Bueno la verdad es que estoy en primer grado, pero me estoy planteando hacer la prueba para el elemento Aire y convertirme en aprendiza de segundo grado.- Dije con satisfacción.

Había caído la noche y llevaba unas horas amparado a la sombra de los grandes robles que circundaban el terreno de los jardines de la Torre.

Poco antes del ocaso, una aprendiza salió a pasear con su caballo. Se disponía a volver a la Torre tras recorrer un trecho disfrutando del paisaje, pero antes de que llegara a la verja, una barrera le cortó el paso.

Antes de que consiguiera deshacerlo, el demonio efectuaría su entrada.

Me dispuse para el combate, pero antes de que el demonio apareciera, una silueta roja se dibujó en la entrada a los jardines.
¿Otra vez tú? pensé indignado al ver aparecer a Guzmán, que rompió la barrera mágica y permitió que la muchacha entrara en la Torre.

Sin perder tiempo, me teletransporté a la puerta misma de la Torre, y cuando la chica apareció hablando con ese espeluznante hechicero vi claro lo que tenía que hacer.

Lancé un hechizo de silencio, que impediría por un tiempo a Guzmán lanzar hechizo alguno. Sin embargo me localizó y me lanzó una mirada que denotaba sorpresa pero también entendimiento.

Me acerqué al enmudecido mago y la asustada aprendiza.

- ¿Creías que podías eludirme una vez más, Guzmán? - Después miré a la joven con expresión apremiante - Por ahora estás a salvo, pero debes tener más cuidado con la gente a la que te acercas. - Guzmán pugnaba por liberarse y trataba de confundir a la joven con sus expresiones y movimientos. - ¡Déjala en paz! Esta vez no lograrás secuestrar a nadie. - Diciendo esto realicé sobre el, que ya se abalanzaba sobre mi hecho una furia, el pase del hechizo de teletransportación, enviándole lejos de la asustada y confundida alumna.

- No te preocupes, ya pasó todo. -Dije abrazando a la temblorosa chica. - Ese tal Guzmán es un espía de la Fortaleza, la escuela de los nigromantes. Busca por todo el mundo alumnos despistados a los que raptar para sus malvados experimentos.

Le expliqué a la joven que había seguido los pasos de Guzmán mucho tiempo, y que en varias ocasiones se me había adelantado. Afortunadamente esta vez, me anticipé a sus movimientos.

- Ha sido una suerte que estuviera distraído hablando contigo, de lo contrario no habría podido atacarle sin que reaccionara a tiempo. Es un mago muy poderoso y peligroso. Pero no debes preocuparte, le e enviado fuera de los límites de la Torre, donde un demonio estaba a punto de atacarte. Seguramente, la barrera que te impedía entrar la había creado él mismo, para ponerte al alcance del demonio. Mi afinidad especial con el elemento ígneo de los demonios me permitió sentir su presencia y acudir a tu rescate. Lo que no entiendo es por qué deshizo la barrera antes de tiempo. Puede que percibiera una presencia y decidiera no revelar su verdadera cara.

No quería atosigar a la joven, pero la gravedad del asunto requería explicaciones repentinas.

-Ahora refúgiate en la escuela. Iré a enfrentarme a Guzmán antes de que siga haciendo de las suyas.

Me teletransporté al inicio del bosque, donde había enviado a Guzmán y donde debía presenciarse Ilfrit, el demonio de fuego, que privado de una presa a la que atacar, se lanzaría contra su invocador. No llegué a ver si la joven se ponía a salvo, pero lo supuse; era lo más sensato.

----------------------------------------------------------------------------

En el bosque, Guzmán ponía en práctica todos sus conocimientos mágicos para defenderse de la ira de Ilfrit, pero por lo visto, librarse de la mudez mágica a la que le sometí le había costado un tiempo precioso; tiempo que el demonio aprovechó para herirle en un brazo.

- Más te valdría huir, mago. El demonio acabará matándote.

Se giró hacia mi y me atacó con un rayo helado. Pronuncié un conjuro térmico y el hielo se fundió. Para cuando impactó contra mi no era más que una caldeada sopa.

El demonio lanzó de nuevo su maldición contra Guzmán pero éste demostró de nuevo sus facultades y creó un impenetrable escudo entorno a si. Concentré mis poderes y convoqué a la magia ígnea que aprendí a controlar en la Escuela del Sol Poniente. Un torrente de fuego envolvió el escudo del mago y la maldición del demonio estalló también contra él.

Si Guzmán quería salir de este aprieto, tendría que poner en juego toda su magia.

Estaba en el comedor cuando Martah vino corriendo a avisarme de que un peligroso mago la había atacado. Me levanté de inmediato, preocupado, y pidiéndole explicaciones a Martah.

Me explicó lo sucedido con prisa y a gran velocidad. Sin pensármelo dos veces, me teletransporté hacia el lugar en el que se suponía que el Demonio de Fuego atacaría a Guzmán.

Y allí estaban: el Demonio de Fuego a punto de acabar con un malherido Guzmán Elaguadelvalle. Sin perder ni un sólo instante, proyecté una esfera de agua desde la punta de mi bastón, que salió disparada contra el Demonio de Fuego. El impacto logró el efecto deseado: Ilfrit retrocedió y pude teletransportarme justo al lado de Guzmán, que estaba en el suelo, herido y gimiendo:

- No te estarás acostumbrando a que te salve, ¿verdad? - le dije, optimista

Comprobé la gravedad de su herida. Lo cierto es que era una quemadura bastante fea. Me giré y vi al responsable del ataque: Alquamed

- Debí suponer que intentarías algo - le escupí, indignado - Traicionar la hospitalidad de la Torre. ¡No tienes vergüenza!

Analizé mentalmente la situación mientras pronunciaba esas palabras. ¿Qué debo hacer? ¿Me enfrento a Alquamed y a su demonio directamente? ¿O lo mejor sería retirarse y atender las heridas de Guzmán?

Después de contarle todo a Xehanorth vio como este se teletrasportó al instante, supuse donde iba y le seguí.
Llegué y vi a Guzmán en el suelo mientras Xehanorth le decía:
No te estarás acostumbrando a que te salve, ¿verdad?
Me acerqué todo lo que pude sin estar atenta a los ataques que escuchaba a mis espaldas y decidí aplicarle un hechizo de curación a Guzmán para dejar que el humano peleara sin preocupaciones.No me quedó nada claro lo que pasaba, al principio Alquamed me había "salvado" supuestamente de que Guzmán me raptara... Se lo cuento a Xehanorth y me dice que hay que salvarle...
No entiendo nada y digo:
Pero, ¿Qué está pasando aquí?

Esa tarde me encontraba en pleno bosque había estado toda la tarde en el bosque y se me estaba haciendo tarde así que me disponía a volver a la torre cuando pase por un lugar en el que una escena que me sorprendió bastante.

se trataban de tres hombres y una extraña criatura que parecía ser un demonio,
enseguida pude observar que uno de los hombres estaba herido en el suelo y a su lado se encontraba Xehanorth que al principio yo no sabia que el era uno de esos tres hombres pero en seguida lo recordé.


entonces aquella extraña criatura me miro y yo no sabia que debía hacer, asi que me quede parado en el sitio, mi primera impresión fue que los tres hombres se estaban enfrentando al demonio pero luego note que me equivocaba a causa de la severa expresión de Xehanorth y de el hombre herido sobre el otro hombre al que parecía controlar al demonio.

aquel demonio seguía mirándome eso llamo la atencion de los tres hombres que dirigieron su mirada hacia mi y yo me quede inmóvil.


Entonces llego otra alumna que yo recordaba a ver visto por la torre y ejerció un hechizo de curación sobre el hombre herido.

Miré hacia donde todos miraban y vi a Flextus inmóvil. Me teletransporté a su lado lo cogí del brazo y me volví a teletransportar al lado de Guzmán, esta vez Flextus se encontraba a mi lado.
¿Que haces aquí?
Veo que comienza el combate y entonces es cuando digo:
¡Flextus!
Ven ayúdame.
Llevamos el cuerpo de Guzmán lejos de aquel sitio para que se recuperara.

martah se transporto a mi lado me cogió de el brazo y se volvió a transportarse al lado de el hombre herido y me pregunto que porque estaba allí y yo dije: pues me encontraba por el bosque cuando llegue asta aquí y me encontré con esta escena

luego ella me llamo para que le ayudara a llevar al hombre herido a un lugar seguro
y rápidamente acudí a su llamada y le dije: ¿que a pasado?

Flextus me lo cuenta todo, por lo que le digo:
No deberías ir solo por aquí a estas horas...
¿que a pasado?
Me encontraba sola con Luck, mi caballo, intenté volver a la Torre, no podía pasar porque había una especie de barrera mágica. Vino este hombre que estamos sujetando y me ayudó a pasar, después vino otro, el que estaba junto al demonio, me dijo que Guzmán era peligroso, que me iba a raptar. Me fui dentro de la Torre y se lo conté todo al maestro Xehanorth y dijo que había que salvar a Guzmán.Le seguí hasta aquí, ya estaban peleando, Guzmán herido, le he aplicado el hechizo de curación y has aparecido tú.

Todo era muy confuso. Por lo que podia concluir hasta el.momento, Alquamed habia creado la barrera para detener a la aprendiza. Despues, al ver su plan frustrado me salio al paso y puso a la chica en mi contra, y para colmo me envió a la batalla contra un demonio enmudecido. No era una persona fácil de enfadar, pero el maldito mago se la estaba ganando.

En un momento me vi herido y cansado. Luchar contra un demonio y un.mago poderoso al mismo tiempo era ardua tarea. Cuando pense que todo estaba perdido, Xehanort apareció ami lado y rechazó un nuevo ataque. Antes de que pudieramos reaccionar, Martah y otro alumno estaban a mi lado. Ella me aplicó un hechizo curativo, pero las dotes magicas de un aprendiz, por bueno que fuera, no no conseguirían curarme a tiempo.

Debía distraer al demonio y sacar a los alumnos de alli, antes de que salieran malparados.

Invoque un escudo helado entre el demonio y nosotros.

-Salid de aquí de inmediato. Es muy peligroso.

Guzmán invoco un escudo helado y nos pidió a Martah y a mi que nos fuéramos de ay.
yo no sabia que hacer y la verdad me preocupaban los dos magos aunque no los conociera bien pero que pintaba un alumno de tercer grado en plena batalla, supe que yo no tenia nada que hacer ay, entonces mire a martah y dije: debemos marcharnos cuanto antes yo no sabia si martah quería irse pero yo no pensaba irme y dejarla allí ya que igual que era peligroso para mi también lo era para ella así que la cogí de el hombro concentre mi energía y me transporte en los jardines de la torre.

Todo fue muy rápido. Guzmán nos dijo que nos fueramos, yono sabía que hacer, pero antes de decir nada Flextus me había cogido del hombro y nos habíamos teletransportado donde comenzó todo, a los jardines de la Torre.
Que...?-me lanzé llorando a los brazos de Flextus-Tengo miedo...Estoy asustada...-concluí entre sollozos.

Desde luego la maldita gente de la Torre no sabía meterse en sus propios asuntos...

Cuando estaba a punto de acabar con Guzmán, Xehanort, al que hacía mucho que no le echaba el ojo, apareció en escena y defendió a éste de mi último ataque. Por suerte, el demonio estaba lleno de energía, energía ígnea que podía utilizar a mi antojo.

Pero entonces apareció la alrendiza... seguramente ella había alertado a Xehanort. Y un momento después, apareció otro joven. Ordené mentalmente al demonio que atacara. Seguramente, atacar a los alumnos era la mejor estrategia; los magos se centrarían en protegerlos en vez de atacarme.

Sin embargo, la chica se movió con rapidez, y con dos hechizos de teletransportación había llevado al joven con el resto del grupo.

El demonio atacó de todas formas, pero el maldito Guzmán alzó una barrera de hielo bastante gruesa. Me costaría trabajo derretirla.

Decidí utilizarla a mi favor.

-¿Pensáis de verdad que un maestro acomodado, un lisiado y dos aprendices pueden derrotar al poderoso Ilfrit? ¡Demuéstrales tu poder!

El demonio golpeó el suelo y una grieta recorrió el terreno hasta la base de la barrera helada. De la grieta salió fuego que empezó a derretir la base del muro.

Conjuré un poderoso viento contra el hielo, que debilitado en su base, cedió hacia mis oponentes.

Sin embargo, cuando la pared se destrozó en miles de fragmentos, tras golpear a Xehanort y Guzmán que no habían levantado sus defensas a tiempo, pude ver que los alumnos habían desaparecido.
Era una mala noticia; hubiera sido más fácil si estuvieran ahí, estorbando a sus maestros. Y además, la chica era la elegida para nuestros propósitos. Ahora que había saltado la liebre, sería muy difícil conseguir un adepto dentro de los muros de la Torre. Xerxes estará decepcionado, sin duda.

-¡Corred y esconder a vuestro niños al amparo de la Escuela! Lo mismo da; cuando haya acabado con vosotros nade quedará para protegerlos. Llevo mucho tiempo estudiando la Torre y sé que la Señora no está en ella, y que quedan pocos maestros en estas fechas. - No era dado a bravuconadas, pero esperaba mellar un poco la moral de los magos, que se recuperaban del golpe sufrido por su propio hielo.

Una nueva orden e Ilfrit boqueó una potente llamarada sobre ellos, a la vez que yo conjuraba un rayo directo a Xehanort, el rival más capaz en este momento. Era un poco lento de conseguir, pero si se centraban en defenderse del poderoso fuego del demonio, quizás podría acertar en su mano y hacerle soltar ese maldito bastón suyo..

!!!

Martah bino hacia mi llorando y diciendo que tenia miedo y estaba asustada,
entonces yo la tranquilice y le dije: tranquila... debemos confiar en el maestro Xehanort y en Guzmán la verdad era que yo no entendía bien a que se debía esa batalla y todo ese lío y en realidad me preocupaban los dos magos
pero no les iba a servir de nada que yo estuviera allí en medio entorpeciéndoles.

Flextus me dijo:
tranquila... debemos confiar en el maestro Xehanort y en Guzmán
Me gustaría ayudarles, pero no puedo hacer nada solo soy una aprendiza...
Ven a mi habitación, debo de ensañarte algo... No es de gran valor, lo encontré en la habitación, no se lo he dicho a nadie, pero confío en ti y por eso te lo enseño, ven.
Le cogí del brazo mientras él me seguía hacía el segundo piso donde se encontraba mi cuarto.

Martah me dijo que quería enseñarme algo que no se lo había enseñado a nadie,
yo sin decir nada la seguí mientras ella me cogía el brazo.
la verdad no tenia ni idea de que podía ser eso que me iba a enseñar y la preocupación por la batalla no me dejaban pensar tranquilo, por un momento también pensé en buscar a alguien para pedirle ayuda pero desgraciada mente yo no conocía a nadie en la torre y no sabia si abría algún maestro por ai y como es obvio no le iba a pedir ayuda a otro aprendiz.

Cuando llegamos a mi habitación rebusqué entre los cajones y al cabo de unos 10 minutos encontré lo que buscaba, una caja en forma de triángulo.
Aquí esta.-dije misteriosamente-Mira.
Comencé a abrirla dentro de esta caja había otra y otra dentro de esta. Al fin abrí la última y salió un destello de ella, pero la puerta se abrió misteriosamente y la cerré de golpe guardándola donde estaba.
¿Quién hay ahí?-pregunté con voz temblorosa.