Juno
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Preguntas sin resolver | Librepor Juno, Mar Mayo 26, 2015 8:46 pm
En cuanto vislumbré La Torre en la distancia, esbocé una enorme sonrisa en mi rostro, y Luna, una pequeña ave que descansaba en mi hombro, respondió con un alegre piar mientras batía sus grandes alas con energía. Ella y yo éramos amigas, y solo nos teníamos la una a la otra. Tal vez, por eso mismo, ella fue capaz de ver lo que había tras mis oscuros ojos. Todo era una mentira, una actuación.

-Una bruja… Aún no me lo puedo creer.- Murmuraba mi padre, escupiendo las palabras indignado. Llevaba todo el viaje repitiendo lo mismo. Una y otra vez. Menos mal que el camino era corto.

Él no era mi padre. Yo lo sabía, él lo sabía. Él no sabía que yo conociera aquel pequeño detalle, pero sinceramente, me daba igual. Él me había cuidado y en aquel preciso instante, estaba llevándome a una escuela de magia teniendo en cuenta su opinión tan negativa respecto a esta. Me conformaba. Tampoco quería un padre. Quería alguien que me cuidara, y él lo hizo bastante bien.

-¡Papá! –Exclamé indignada, sin esperar ninguna clase de respuesta.

Mi papel era sencillo: Tenía que jugar, llorar e reír por todo. Básicamente, ser como la niña de ocho años que era. Por eso quería ir a La Torre. Realmente la magia no era algo que me llamara mucho la atención, y en cierto modo, sí. Me gustaba la magia no porque fuera magia, si no porque era útil.

Luna me dio un mordisco juguetón en la oreja, avisándome de que ya habíamos llegado.

Hubo una despedida, él lloró, yo lloré, nos abrazamos, dije que le quería, él reconoció que también, y se marchó. Era vergonzoso tener que hacer eso, pero lo hice a la perfección. Tal vez titubeé un poco cuando dije que le quería, pero por lo demás, fue una actuación perfecta. Merecía unos aplausos, sinceramente.

Y tras andar un par de metros, reconocí que me había perdido, posiblemente en los jardines de La Torre. No me hubiera costado nada encontrar un camino para entrar dentro de la escuela, pero a decir verdad, me dolían los pies. Había recorrido varios kilómetros, la mitad a pie, la mitad a caballo. Estaba agotada. Y... tampoco pasaba nada si no me abalanzaba como una loca a devorar libros. Me merecía unos minutos de descanso. Aunque solo fueran unos pocos.

...


Era asombroso lo gustito que se estaba tumbada tras la sombra de un árbol en una escuela de magia. Luna parecía pensar lo mismo, pues en cuanto me despisté unos segundos mientras miraba una piedra que parecía moverse, se había quedado dormida. Sonreí.

Aquel pájaro era el único ser de aquel mundo que podía sacarme una sonrisa sincera de mi rostro.
Lergand
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Elfo
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Re: Preguntas sin resolver | Librepor Lergand, Vie Mayo 29, 2015 7:38 pm
Acababa de llegar a la Torre no hacía mucho. Había tenido tiempo de sobra para visitarla, puede, pero no lo había hecho. Y como era de esperar, si empezaba a hacerlo hoy, sería por los jardines. Árboles, flores, zarzas, caminos de tierra, bancos de piedra... Era el tipo de lugar que más me gustaba y que más me relajaba. Después de salir de mi habitación, bajar las escaleras y cruzar el vestíbulo hasta la puerta, estaba fuera. Entonando una canción, llegué hasta los jardines. Crucé algunos arcos adornados con hiedras o flores, bóvedas enteras de verde follaje por el que, verdosa, la luz apenas llegaba a tocar el suelo. Más tarde, llegué a una zona más abierta y "salvaje". La brisa rozaba mis mejillas, bronceadas como la de los humanos del sur. Removía mis cabellos que, aunque verdosos, ya mostraban mechones amarillos. Señal de que el verano se aproximaba. Seguí caminando, sin temor a perderme, mientras jugueteaba con mi "arco", o más bien mi pendiente. Recordaba cómo había transformado mi preciado arco en aquel lustroso pendiente circular. Un aro que encajaba a la perfección en mi oreja, puntiaguda, como lo hacían los demás. Era una forma útil de tener siempre a mano mi arco.

Estaba tan sumido en mis pensamientos que casi tropiezo con algo. Paré justo a tiempo para no pisar a un elfo que yacía tumbado bajo un árbol. No parecía muy mayor, aunque seguramente sería mayor que yo. Tampoco era muy alto, pero claro, en comparación conmigo era más alto. De hecho me sacaría unos diez centímetros. Cerca suyo había un ave, dormida al parecer. Decidí que era de mala educación pasar de largo como si nada, y la verdad es que me apetecía algo de conversación, para variar.

—Mae govannen —saludé, amistoso. En realidad no sabía nada de élfico, o no mucho. Recordaba palabras sueltas de mi infancia, pero por desgracia no aprendí mucho. Para que la conversación pudiera seguir en un dialecto más conocido para mí seguí hablando en la "lengua común" (la que yo conocía y todo el mundo hablaba)—. No esperaba encontrarme a nadie por aquí. ¿Estudias en la Torre? Yo soy Lergand —sonreí.
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