Un paseo por el paraiso(Libre para fantasmas,kay y los Dioses. Osea, para los que puedan estar aqui)

Marcus Caesar
Marcus Caesar
Humano
Nombre : Marcus Caesar
Escuela : La Santa Academia
Bando : La Diosa (conocida como Dios)
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Maestre de la Orden Militar y Religiosa de San Yago, Maestro de Guardián de la Fe (Santa Academia)
Rango de guerrero : Guerrero Exaltado, Especialista en Guardián de la Fe
Clase social : Noble (Heredero del Ducado de las Cascadas), Clero (fraile-guerrero)
Mensajes : 169
Fecha de inscripción : 12/08/2014
Edad : 31
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
Recuerdo del primer mensaje :

Apenas podía ver nada. Todo estaba cubierto por una densa niebla y no escuchaba absolutamente nada, como si estuviera allí solo. Eso no podía ser, estaba muerto y tanto el cielo como el infierno estaba lleno de las almas de otra gente. Pero así era. No veía nada ni a nadie. Sin ningún temor, pues ya nada podía tocarme, avance con decisión. Paso a paso recortaba la distancia con lo que hubiera delante. Lo que fuera. Tenia que haber algo. ¿Era posible que me estuvieran castigando por estar ciego en vida?¿Por seguir el camino incorrecto? Había faltado a una de las principales leyes de Dios suicidándome, no había cumplido su misión. Si era así, mi castigo era permanecer de esa forma por el tiempo que Dios lo considerara y no había nada que pudiera hacer. Era lo justo. Caí de rodillas y empecé a entonar oraciones al Señor. Nada de suplicas. Ninguna petición de clemencia, simplemente oraba. Entonces la niebla se fue despejando tan deprisa que pensaba que era un dragón que batía las alas. Frente a mi apareció un paisaje de lo mas hermoso. Estaba en lo alto de una montaña, con una cueva detrás. A los pies de aquella montaña se extendía una gran llanura verde tras lo cual se veía el mar azul. Era maravilloso. Pero seguía sin vera a nadie mas, aunque ya no me importaba tanto. Me senté en el borde del precipicio, con las piernas colgando y después me tumbe. La brisa marina llegaba hasta allí.¿Necesitaba respirar después de muerto o solo lo hacia por costumbre? Era increíble. Estaba muerto, libre de cualquier preocupación terrenal  y seguía haciéndome preguntas. Supongo que era mi naturaleza. Ya desde niño había destacado por ello.¿Por que el cielo es azul y no amarillo?¿Por que el sol calienta mas o menos dependiendo de la estación? ¿De donde salen los niños? Esa ultima había provocado que mi madre se sonrojara y mi padre se partiera de risa al tiempo que me mandaba a la cama. Había tenido una vida con algunos pasajes muy buenos y agradables y en ellos me concentre. Poco a poco fui relajándome y disfrutando simplemente de no tener que ver nunca mas al Cardenal Marco o al Maestre Titus. Era,desde luego, el Paraíso.
Marcus Caesar
Marcus Caesar
Humano
Nombre : Marcus Caesar
Escuela : La Santa Academia
Bando : La Diosa (conocida como Dios)
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Maestre de la Orden Militar y Religiosa de San Yago, Maestro de Guardián de la Fe (Santa Academia)
Rango de guerrero : Guerrero Exaltado, Especialista en Guardián de la Fe
Clase social : Noble (Heredero del Ducado de las Cascadas), Clero (fraile-guerrero)
Mensajes : 169
Fecha de inscripción : 12/08/2014
Edad : 31
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
Acompañe a Elia en su descenso por la escalera hasta la dorada puerta. Alli todo era de oro. Manzanas,techo, paredes y puerta. Me pareció que Elia me decía algo, pero ya no la escuchaba. Estaba leyendo la incripcion de la puerta. Sabia donde estábamos. No hacia falta haber leído ningún libro ni escuchar los evangelios de las ordenes mendigas. Las palabras solo podían describir un lugar: El Infierno. Estábamos en las puertas de los círculos infernales. De los nueve, si los escritos no se equivocaban. Finalmente se nos había revelado nuestro destino. Era lo justo, después de todo. Al menos para mi, desconocía el todo el pasado de Elia y aun asi yo no era nadie para juzgar aquello. 

-Ese es el camino por el que pasan solo aquellos que atentan contra la voluntad de Dios. O al menos eso es lo que se deduce de la puerta.-dije mientras me apoyaba en la puerta y empujaba con todas mis fuerzas.- En fin, cada uno elegimos nuestro propio destino

Estaba bastante dura, pero lentamente fue cediendo hasta abrirse lo suficiente como para pasar a través de ella. Al otro lado solo veia oscuridad. Podia ser el simple contraste con lo dorado y que cuando pasáramos al otro lado pudiéramos ver algo. Bueno, solo había una forma de saberlo.
Elia Aerlikr
Elia Aerlikr
Cuenta inactiva
Nombre : Elia Aerlikr
Escuela : La Torre
Bando : La Diosa
Condición vital : Fantasma, Kin-Shannay
Rango de mago : Aprendiza de tercer grado
Clase social : Pueblo llano, Campesina
Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 01/02/2013
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
Negro. Todo era negro, y la sólida oscuridad contrastaba con el dorado de la habitación. «No puede ser... En el Otro Lado, todas las almas...». Decían los que habían estudiado la dimensión de los muertos que no había distinciones entre el lugar en el que moraban unas almas y el lugar en el que moraban otras. Alguien había hecho incluso, alguna vez, un mapa, en el que no se señalaban zonas diferentes para los buenos o los malos espíritus. Y, sin embargo...

Nosotros dos debíamos haber hecho demasiado mal al mundo para abrir la entrada a los infiernos. «La morada de Ravn. Si no, ¿a qué se debería tanta oscuridad?». No dejaban de resonar en mi mente las palabras de la serpiente: la nigromante sembrará cien mil males en el mundo, y yo le regalé mi cuerpo. Marcus Caesar empujó la puerta y entró en la oscuridad; yo me quedé quiera unos momentos. Leí, otra vez, lo que ponía en la puerta. «No hay vuelta atrás. Obré según mi voluntad. Estoy condenada». Y entonces di un paso al frente, y dejé atrás toda esperanza.

En cuanto pisé la oscuridad, las puertas se cerraron, y se intensificó el frío, y sentí el frío, aunque no tuviera cuerpo alguno. Luego empezó a aclararse la oscuridad. No vi a Marcus; no estaba por ninguna parte. Noté en mis pies el tacto de la hierba, haciéndome cosquillas en los dedos. Era un mundo gris, neblinoso, como un día de invierno en algún lugar del Forstgärd. Más allá, había una escalera también gris, de escalones anchos, que, al contrario que la escalera dorada, ascendía. No podía ver adónde llevaba...

~ o ~

En cambio Marcus, cuando la oscuridad se disipó, todo lo que vio fue un lugar redondo, muy hundido en la tierra: estaba en el que era, decían las escrituras, el séptimo círculo del Infierno. A su alrededor había varios árboles sin hojas, con ramas rotas y podridas, en los que se posaban arpías que graznaban como si fueran cuervos. A pocos metros, entre dos árboles, se extendía una escalera de diez escalones, cada uno de los cuales era casi del tamaño del joven muerto. En cada escalón había una inscripción: Hermano Cicerón, Herejes, Inquisición, Karannes, Zhanthé, Titus el Grande y Marco Gladius, Dam Gurth, Amelia Lackless, Rohar Tormenta, Suicidio.        

¡SUBE! —clamó la voz de unas arpías.

Y, tras este grito, ella y todas sus compañeras se abalanzaron sobre Marcus, desgarrándolo, atacándolo: tenían unas garras muy fieras, preparadas para hacer daño a las almas de los muertos, pero, por mucho que fuera el daño que hicieran, nunca habría un final para la condena, pues ya no es posible morir estando muerto. Sin dejar de aletear, lo fueron empujando en una sola dirección: hacia las escaleras. Era su objetivo llegar hasta el último de los diez escalones, pero, en cada escalón, el dolor sería mayor.

¡Sube, sube! —decía otra arpía—. ¡Pues cada paso hacia abajo, de regreso, te acercará a Lucifer!

Y era cierto: retroceder haría que el dolor menguara, pero retroceder implicaría seguir descendiendo por los círculos del infierno, y en el fondo solo estaba el que llamaban el Diablo. Eran tantas las feroces criaturas que lo arañaban, empujaban y desgarraban que sus voces se confundían las unas con las otras, pero podría distinguir entre ellas frases que le resultarían familiares: «Dijo el Señor: "Perdonaos unos a otros". Pero antes de dar el perdón a los demás, debemos dárnoslo a nosotros mismos», «He venido para que no te olvides de quién soy ni de quién eres», «No he venido hasta ti para perdonarte yo, sino para que seas tú quien se perdone», «Te encomendé la tarea de limpiar la sociedad de todo aquello que la corrompe», «El mundo te necesitaba, ¡te necesita!, ahora más que nunca», «Estás destinado a remover los cimientos del universo».

Pero, sobre todas las frases y sobre todas las voces, ninguna se repetía tanto como la siguiente afirmación: «Más pronto que tarde, volveremos a vernos».

Marcus Caesar
Marcus Caesar
Humano
Nombre : Marcus Caesar
Escuela : La Santa Academia
Bando : La Diosa (conocida como Dios)
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Maestre de la Orden Militar y Religiosa de San Yago, Maestro de Guardián de la Fe (Santa Academia)
Rango de guerrero : Guerrero Exaltado, Especialista en Guardián de la Fe
Clase social : Noble (Heredero del Ducado de las Cascadas), Clero (fraile-guerrero)
Mensajes : 169
Fecha de inscripción : 12/08/2014
Edad : 31
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
El séptimo circulo, el tormento de los violentos. Me parecia adecuado, pues desde hacia meses que llevaba ejerciendo la violencia en vez de la vida contemplativa y de estudio que pregonábamos entonces. Las arpías me atacaban, y me obligaban a ir hacia la escalera. En ella estaban escritos varios nombres y acciones muy importantes en mi vida y seguramente relacionadas con mi condena. Subi el primer escalon de un salto y un dolor ,peor que el que me producian las arpias, se apodero de mi. Aun asi podía soportarlo y subí otro escalón, agravándose el dolor. Cada escalón que subia aumentaba el grado de dolor y si bajaba me condenaría a estar con Lucifer. No había mas camino que hacia arriba. Subí hasta que solo me quedaba un escalón, el que tenia escrito suicidio. Apenas podía moverme del dolor y sabia que ese seria aun peor. Pero al pararme pude escuchar un poco mejor las voces de las arpias. Entre ellas se infiltraba una voz diferente, una voz que ya habia escuchado antes en circustancias diferentes. Era la voz de Dios, que me animaba a perdonarme a mi mismo y me decía que era importante. No podia decepcionarlo,otra vez. Con un grito de rabia apoye mis manos en el ultimo escalón y comencé a subir poco a poco,mientras el dolor llegaba a limites totalmente desconocidos y delirantes. Las arpias ya no me atacaban y observaban en silencio como pretendia subir el ultimo escalon. Era mi ultima oportunidad, asi que sacando fuerzas de donde fuera me deje caer al suelo y como si de una pelota se tratara, cogi impulso y salte encima del escalon. Lo habia logrado, habia subido la escalera y estaba listo para lo que viniera, o al menos eso pensaba, pues aun sentia dolor dentro de mi.
La Diosa
La Diosa
Diosa
Mensajes : 193
Fecha de inscripción : 02/05/2011
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
Finalmente, había logrado subir la escalera del purgatorio y, en cada escalón, había dejado cada uno de los pecados, de los recuerdos o de los momentos para los que no encontraba perdón. Una vez llegado al último escalón, el del suicidio, las arpías se alejaron, rápidas, y volvieron a posarse sobre los árboles secos. Todo se quedó en silencio. Las penas habían quedado en el infierno.

El dolor causado por el difícil ascenso no había cesado dentro de Marcus Caesar, como no cesa el dolor de las cicatrices de inmediato. Tampoco cesó cuando todo el espacio empezó a iluminarse lentamente, progresivamente; la luz era cada vez más ancha, más intensa, y solo cuando llegó a formar un sol cálido, consistente, y los rayos de este sol llegaron hasta él, solo entonces el dolor empezó a desaparecer para ser sustituido por una agradable sensación de paz.

Pronto, todo fue luz. Envolvió el alma del joven espíritu en un abrazo único, intenso e irrepetible. Entonces, al encuentro conmigo, todo fue calor y calma, todo luz, solo luz. La esencia de la Diosa iluminó por un momento todo el infierno, todos los infiernos. Y luego, más tarde, todo regresó a la normalidad. Pero Marcus ya no estaba allí. Al fundirse con la luz había desaparecido cualquier rastro de su alma, como si nunca hubiera existido ni en el mundo de los muertos ni en el mundo de los vivos.

Contenido patrocinado

- Temas similares

Página 2 de 2. Precedente  1, 2


Cambiar de escuela