Sumido en oscuros recuerdos me había encaminado hacia el valle de los lobos, viendo sin ver, caminando sin pensar, esquivando árboles y rocas por mero instinto. En la cocina había intentado ser cortés con la elfa pero aun así la conversación se había ido degradando hasta un punto en el que me recordó uno de mis mas oscuros recuerdos, y había casi huido precipitadamente para que no generase preguntas que no iba a contestar.

Aun así no había podido comer mucho y estaba muy hambriento. Saqué mi arco y me subí a una de las ramas del árbol más cercano, tras un rato de observación avisté dos conejos, apunté al más cercano, con uno me sobraba. Justo cuando disparé algo asustó al conejo y mi flecha falló. Maldije por lo bajo, ¿que era lo que lo había asustado?. Entonces vi a un hombre con ropas de cazador o mercenario cogiendo a los conejos.

Crispé la mirada, era mi presa maldito sea. Lo seguí por entre las ramas de los arboles para pasar desapercibido ante su mirada y para que el viento no revelase mi olor. Al fin llegó a una cabaña de madera y entró en ella. No tenía ganas de esperar a poder cazar otra presa por lo que opté en intentar que compartiese.

Me asome a la ventana y lo vi arrodillado con un cuchillo en las manos preparando a los conejos para lo que supuse sería un asado. Tras un segundo de vacilación llamé a la puerta de la cabaña con dos golpes no muy fuertes pero firmes. Me aseguré de ocultar bien las alas en la túnica como si se tratase de algún tipo de equipaje, aunque, en cierto modo lo era.

Tras inspeccionarme, me habló malhumorado:

- ¿Qué quieres?

Me quedé un poco cortado, el hombre tenia ropa que le cubría casi todo el cuerpo. Me quedé un segundo en silencio. Por un lado quería reprocharle que me había quitado la presa, lo cual ahora que lo pensaba era un comportamiento bastante estúpido y que no llevaría a nada bueno. Por otra parte quería comer, estaba realmente hambriento y no podía negar que los conejos presentaban un aspecto delicioso.

- Buenos días, estaba caminando por el bosque y me he perdido - Qué excusa más pobre, si fuese de un enano vale pero viniendo de un elfo... en fin, es una dato que el humano no tenía porqué saber - Supongo podré regresar si me aplico un poco pero estoy hambriento, ¿podría pasar por favor? - Le confesé.

Para asegurarme que el humano no rechazara mi oferta de entre la túnica saqué dos conejos que había cazado tras seguir al cazador cogidos por las patas traseras, tal vez esto cambiase la primera impresión del cazador.
-Pensé que podrían estar mejor asados - Comenté

Tardó un rato en abrir aunque la mirilla se abrió una vez, y tras un sonido de soltar algo pesado éste abrió la puerta. En efecto, se trataba de un humano aunque no podía deducir su edad porque llevaba ropas que le cubrían todo el cuerpo menos los ojos.

-Si has sido capaz de atrapar esos conejos sin ayuda, entonces también podrás asarlos solo. Largo de aquí. -dijo mientras agarraba de nuevo el tirador de la puerta y se disponía a cerrarla.

Me quedé extrañado por su comentario en un primer momento aunque me recuperé en seguida,
Advertí sus intenciones y coloqué el pié entre la puerta y la pared para evitar que ésta se cerrase.

- Insisto en mi propuesta, entre dos sabrá mejor - Apunté mientras bloqueaba la puerta.

Con un rápido y casi imperceptible movimiento apliqué un hechizo de ocultación a mis alas, era un hechizo que había perfeccionado para conseguir convertirlas en aire hasta que yo le ordenase volverse sólidas, gracias al gran poder que estas me conferían sobre la magia del aire no tuve problema alguno en realizar el hechizo, así no debía preocuparme de si eran descubiertas.

- Tal vez podamos hablar de algo, me encuentro un tanto aburrido - Insistí

Alternó la mirada entre mí, los conejos que él tenía en la mano, y los que estaban en su mesa a medio preparar. Caviló unos instantes.
Se giró hacia mí

-Éste es el trato. Tú sabes cosas que me interesan, y yo tengo comida.-dijo, y señaló a sus conejos- Comemos juntos. A cambio, respondes a mis preguntas. Luego, te vas, y no le hablas a nadie de que estoy aquí. ¿Entendido? -dijo mirándome a los ojos.

Me alegró saber el cambio de parecer del hombre, aunque me pareció un poco extraña su propuesta.

- En fin, un interrogatorio no es mi idea de conversación pero por algo se empieza supongo.

El hombre asintió y abrió la puerta para que pasase. Entré, la cabaña era más espaciosa de lo que daba la impresión. Me senté en un taburete de madera junto a la mesa.

Me pasó un cuchillo para que preparase mis conejos. Sacó un par de cuencos de madera y empezó ha seleccionar las partes comestibles, yo hice lo mismo aunque sin pensar mucho en lo que estaba haciendo, tenía curiosidad por qué es lo que él quería saber.

-Tú eres el que ha venido aquí, y nada te está obligando a quedarte. No es un interrogatorio, es un acuerdo. - Dijo

Alcé la mirada un momento como evaluando si lo que acababa de decir precisaba una respuesta, decidí que no y volví a mis quehaceres.

Él acabó antes que yo, seguramente porque tendría más práctica

-Mientras tu terminas, encenderé el fuego.- Dijo levantándose

Salió al exterior, y comenzó a reunir ramitas y hojas secas necesarias para iniciar la hoguera, y a colocarlas formando una pirámide en un hoyo que había preparado para el fuego. Yo no tardé en acabar y pronto estuvo todo listo y encendimos el fuego.

No le miré, solo observaba el movimiento cambiante del fuego de la hoguera.
- Dime, ¿qué quieres saber exactamente? - Le pregunté aunque mi mirada seguía posada en el fuego y mi mente en recuerdos lejanos, casi no prestaba atención, aun así esa atención era suficiente para saber qué decía, qué responder y estar pendiente del entorno a mi alrededor.

Él acercó sus trozos al fuego y yo hice lo mismo. Esperó un rato antes de hablar.
Cuando creí verlo listo lo saqué del fuego, esperé a que se enfriara un poco y me lo metí en la boca, estaba realmente delicioso, aunque había cosas mejores. La próxima vez lo dejaría un poco más para que se pusiese en su punto.

-Quiero saber sobre la Torre.-alzó la mirada, clavando sus ojos en mí-¿Cómo es? ¿Cómo haceis esa... magia, y todo eso?

Sentí su mirada clavándose en mí como si con eso pudiese obtener algún dato extra. Pero yo continué mirando el fuego y cuidando de no quemar la carne pero dejarla en su punto sin mirarle con expresión serena.

- Tal vez no haya interpretado bien tu pregunta, aunque diría que quieres saber cómo conseguimos hacer magia en la Torre. Bueno, para empezar, la torre es una gran torre, como supongo que habrás podido imaginar. Lo cierto es que ha diferencia de otras escuelas la torre es bastante simple, quiero decir, no tiene una gran arquitectura ni detalles que podamos decir, relevantes. - Callé un momento mientras sacaba del fuego el trozo- Aunque supongo tiene que ver con la magia que porta, la de la tierra, como ella, la magia de la tierra es una magia tosca y sin muchos detalles, pero fuerte y poderosa.

Me llevé el trozo a la boca, esta vez estaba en su punto.

- En cuanto a realizar magia.. veras, la magia no es coger un libro y empezar a recitar las primeras runas que veas, en primer lugar porque hay que tener cuidado del hechizo que se realiza, y lo segundo es algo bastante obvio, ser mago, me refiero a tener magia dentro de tí, Los magos nacen, no se hacen, y se forman en las escuelas para aprender a usar y perfeccionar esa magia que llevan dentro.


Lo cierto es que había sido bastante claro diciendo las cosas, todo era verídico aunque no entendía qué fin podría tener saberlo. De todos modos, si no eres mago, nada que hacer tienes con un libro de hechizos en la mano.

- Por cierto, la Torre no es un sitio que se pueda asaltar y empezar a destruir, quemar o robar algo de ella. Básicamente porque a menos que fuesen cuatro nigromantes juntos y sin un enfrentamiento directo con los magos, simplemente no habría posibilidad alguna de salir con vida - Dije poniendo otro trozo en el fuego con serenidad.  

Esperó a que terminase de hablar, y tras una pausa, formuló su siguiente pregunta.

-¿Y qué sois capaces de hacer? ¿Fuego? ¿Volar? ¿Hablar con los animales?

- Realmente creo que la magia no es hacer fuego, volar o hablar con los animales, creo que esos son sus usos pero la magia es crear, la magia es imaginar y dar forma a esas imaginaciones, a hacer que sus pensamientos, ideas o emociones se expresen mediante hechizos.
- Pero, de todos modos, ¿para qué querría alguien que no es mago tal información?, ¿para qué la quieres tú? - Pregunté mirándole a los ojos por primera vez.

Me miró a los ojos, y no pudo contener una sonrisa de medio lado.

-Para saber cómo mataros.

No hizo ningún movimiento en absoluto, salvo volver a bajar la vista al fuego.
Lo escuché, mis sospechas no habían ido mal encaminadas.

- ¿Con que inquisidor verdad? - No era una pregunta, mas bien una afirmación.

Miré a sus pies.

- - Un anillo de fuego lo envolvió

Le volví a mirar a los ojos.

- Verás - Dije mientras que mastica otro trozo - No pienso matarte ni hacerte daño alguno, aunque bien podría hacerlo - Dije señalando el anillo de fuego que lo envolvía y que lo impedía salir de donde se hallaba o se incineraría.- En efecto, domino el fuego.

- Solo me gustaría saber qué tienes en nuestra contra - Dije con tranquilidad.

Sabía que era una situación delicada, le había dado la vuelta a la situación. Tal vez podría considerarlo juego sucio aunque no era así.

El hombre rió al ver el círculo de llamas. Un hilo de sudor comenzó a recorrer su frente pese a su expresión despreocupada por lo que supuse sería de calor.

-No, no soy inquisidor. -dijo- Ni tampoco tengo nada en contra de vosotros los túnicas rojas.

Intentó alcanzar un trozo pero las llamas no le dejaron.

- Soy mercenario. Me he enfrentado a toda clase de gente durante mi vida, y me las he arreglado para seguir vivo al final de cada pelea. Nunca he luchado contra un mago, pero sé que tarde o temprano tendré que hacerlo. Quería estar preparado para el momento, y el primer paso para derrotar a tu enemigo es conocerlo. -se encogió de hombros- Es solo eso. Si sigue sin gustarte la idea, o si crees que miento, cierra el círculo y quémame.

Volvió a bajar la vista, respirando con algo de dificultad debido al humo.

-Comprendo - Hice una pausa - Es cierto que tendrás que enfrentarte si te lo piden, aunque debes tener cuidado, a diferencia de los guerreros los magos no necesitamos acercarnos para matar. No creo que mientas y, aunque lo hicieses no me importaría. En fin, no voy a enseñarte a matar magos si es lo que pretendes, pero yo tampoco tengo nada en contra tuya.

- - Las llamas desaparecieron.

- No creo que quieras matarme en este momento por lo que no necesito retenerte de forma alguna, es solo que la inquisición es peligrosa y de ser uno de ellos no podía dejarte marchar tan cerca de la torre. Dime, ¿cual es tu nombre? - Pregunté