"El caballero se acercó a su señor y se inclinó hacia él.
-Me dijo que le cedería su reino a cambio de morir rico- Le confesó
El otro hombre sonrió, y le tiró una bolsa de terciopelo rojo sellada con una dorada cinta de seda.
-Arrójale ésta bolsa repleta de monedas de oro encima-Desenvainó su espada del cinto de su armadura.
-Entonces, clávale esta espada en el vientre-Dijo con un tono triunfante mientras la clavaba en la cabeza dagrón artificial en la que apoyaba su pierna derecha "
Recordó.
Hacia apenas un tiempo Shauron se había encontrado en una isla desierta, a excepción de un mago con el que trabajó para hallar de nuevo tierra.
Tras separarse Shauron avanzó, adentrándose en Garnalia centro. En uno de los bosques que se alzan por aquellas tierras se encontró con un hombre. El hombre acordó con él que no lo usaría como festín y él a cambio apaciguaría su aburrimiento. Lo cierto es que él no podía aburrirse más por lo que aceptó la propuesta.
Y el hombre procedió a relatarle un trozo de una obra de teatro humana, lo cierto es que el hombre lo hizo bien pero al finalizar, el dragón se lo comió de todos modos.
Antes volaba sin rumbo fijo pero mas tarde pensó en volver a sus orígenes. Lo cierto es que había pasado mucho tiempo desde que no se hallaba en Garnalia, pero aún más de cuando había estado en los volcanes que le dieron la vida.

La torre de los Guardiadragones del mar se alzaba vigorosa, espléndida y rebosante de actividad, pero eso no fue suficiente para impresionar al dragón de 150 metros que la sobrevolaba a unos cientos de metros. Ni siquiera cuando el sol del atardecer realzó su figura.
Divisó uno de los primeros volcanes que formaban la gran cordillera volcánica, territorio de dragones, todo el mundo lo sabía. Sobrevoló sus alrededores, entonces divisó una pequeña figura en los alrededores. La curiosidad lo picó y se acercó.
Conforme se acercaba comprendió que la figura era humanoide y estando tan cerca del Guardiadragones del Mar cabría de esperar que tuviese algo que ver con ella. De todos la curiosidad predominó en él más que la razón o la precaución de hubiese o debiera de tener. Al parecer a los humanos les acongojaban los dragones y hacían bien en tomar precauciones, no todos son seres amables o a los que les guste charlar. En verdad, la mayoría son como los acabo de describir.
Por lo que se irguió de tal forma que mostrase todo su esplendor y envergadura como dragón, para cerciorarse que el humano advirtiese su poder.
Se acercó, al hombre, que ahora ya podía distinguirlo como tal.
-Buenas tardes, humano- Saludó sin mucho ánimo
No tenía hambre por lo que no iba a intentar comérselo, solo saludaba porque no había otra cosa que hacer.

Yandrack acaba de realizar una de sus frecuentes visitas a Ykeon,el herrero, necesitaba averiguar mas sobre aquel nigromante que había causado su cambio de forma-hacer semejante conjuro y nada menos que sobre un dragón,ese tipo debía de ser un monstruo en términos mágicos- la verdad siempre se había preguntado hasta donde podía llegar el poder de ese nigromante, lo había salvado al darle un cuerpo humano pero ¿ era suficiente para un dragón vivir aprisionado en un cuerpo tan pequeño-al menos ahora se que con el paso del tiempo podre recuperar mas de lo que perdí, puedo usar mi antigua forma y puedo fusionarla con esta, debo ser un nigromante o por lo menos alguien lo suficientemente poderoso como para revertir el tiempo del cambio,quizás algún día- por estos derroteros iban sus pensamientos mientras recorría el territorio de los dragones, era uno de los pocos lugares donde aun se sentía cómodo.


Habían pasado ya varias horas desde que comenzara la caminata, y aunque aquel lugar normalmente estaba desierto el joven seguía llevando sus características ropas negras,la capucha echada para ocultar el rostro y la espada mágica,vulcana, ceñida y envainada en su espalda,llevaba también el colgante que Ykeon le había hecho  y que nunca se quitaba, se había acostumbrado demasiado no dejar que nada extraño adivinara sus rasgos,pasando por una pequeña elevación que daba paso a un terreno mas o menos llano pudo ver una escena interesante, un gran dragón parecía entablar conversación con una figura humana, cosa extraña para la mayoría de los dragones, Yandrack torció el gesto desde el fondo de su capucha pero enseguida reconoció al dragón-Shauron- dijo en un susurro, se acerco entonces a ambos desde la distancia,despacio y con la capucha convenientemente echada, sabia que asi al menos se cubriría del humano aunque sabia de buena mano que el dragón le reconocería por el olor y ese sentimiento de familiaridad que une a todos los dragones en comparación a las razas humanoides



se paro a escasos metros de ambos,sin decir ni hacer absolutamente nada, no le gustaba interrumpir conversaciones ajenas y tampoco era bueno empezandolastiene bastante mejor aspecto que cuando nos separamos, parece que las quemaduras que le hice han remitido bastante bien- pensaba obviamente en la ultima vez que había estado con Shauron, en aquella ocasión Yandrack le quemo en el rostro con su propio fuego de dragon cuando Shauron le tomo por un inofensivo bocado, finalmente acabaron respetándose mutuamente o al menos asi lo parecia

A unos metros del humano pudo observar que este sostenía sus armas en manos dispuesto a luchar si fuese necesario.

La tarde caía poco a poco, y pronto anochecería. Pensaba quedarse allí a pasar la noche.
Sus volcanes, su cuna, el lugar que lo vio crecer lo aguardaba. Había pasado mucho tiempo lejos de ellos y los añoraba en el fondo de su ser. Dudas pasaban por su mente, ¿en qué estado se encontraría su región?, ¿seguirían corriendo aquellos rios de lava en los que nació?, ¿o por el contrario, se habrían enfriado hacía tiempo?.

-Un ser poderoso en este maldito valle vacio... debes de verdad estar perdiendo tu tiempo al acercarte a este lugar Dragon... Si buscas poder no encontraras mas que mediocridad en estas tierras-Dijo el hombre

-Los únicos valles malditos que conozco están al norte humano, eres muy ignorante si no sabes que este es territorio de dragones. ¿Consideras perder el tiempo volver a tu casa?, yo no. En verdad, tal vez seas tú quien solo encuentre mediocridad en tierras de Dragones...-Se interrumpió de pronto.
Se echó atrás unos metros- "Ese olor..."-Era cierto, por el olor reconocía que había un dragón cerca y ese sentimiento de familiaridad que une a todos los dragones en comparación a las razas humanoides, pero ese olor lo reconocí, y estaba muy cerca.
-¿Yandrack?- Hablé al viento, pero estaba seguro que me escucharía.

Observé la escena oculto entre las sombras, había acudido a Guardiadragones para hablar con el famoso Ykeon, cuando de improvisto, ví a un guerrero con cara de pocos amigos. Su manera de andar me recordaba a la mía y a la de mi maestro.
Explorando su mente descubrí detalles que encontré ciertamente curiosos, pensaba como yo pensaba hace tiempo, me recordaba a mí. Y era un sujeto ciertamente peculiar, me encantaría cruzar mi espada con él y mostrarle que no todos los dioses son para fanáticos, y si se uniese al Colmillo, mi alegría no daría más de sí.
Pero cuando me dispuse a hacer mi aparición...una sombra cubrió el cielo, Shauron, un dragón del Dios que como pude comprobar, había compartido algún que otro momento con Yandrack. Me pareció curioso que un chico dragón fuese el jinete de otro dragón
Entonces aparecí.
Un halo de oscuridad y poder me rodeaba, un poder que no era normal, no era magia, era algo más antiguo, era el poder de un Dios, de el Dios.
Dirigí mi mirada al dragón, era sirviente del dios como yo, y simplemente con mirarme sabría de mi poder, si era sabio, claro está, si era un dragón estúpido se enfrentaría a mí y él correría peligro. Mi mirada era de reproche, que no amenazase al guerrero.
Entonces, miré al hombre:
-Saludos Artemis, mi nombre es Dam Gurth. Y me gustaría hablar contigo.-no le prestaba atención ni a Yandrack ni al dragón, como si fuesen meros elementos del paisaje, mis nervios eran de hierro y mantenía un habla tranquila con el hombre.

Entonces apareció.
Un halo de oscuridad y poder le rodeaba, un poder que no era normal, no era magia, era algo más antiguo, era el poder de un Dios, de el Dios.
Dirigió su mirada al dragón, y simplemente con mirarle supo de su poder, era sabio, claro está, por lo que decidió que no se enfrentaría a él porque correría peligro. Su mirada era de reproche, que no amenazase al guerrero.
Entonces, miró al hombre:
-Saludos Artemis, mi nombre es Dam Gurth. Y me gustaría hablar contigo.-no le prestaba atención ni a Yandrack ni a mí, como si fuesemos meros elementos del paisaje, sus nervios eran de hierro y mantenía un habla tranquila con el hombre.

-Hola.-Dije y me escondí tras una gran roca porque me achantaba demasiado su mirada.

*Off Topic: Dice Admin que puedo hacer esto

Artemis estaba asustado, y notaba como los recuerdos de su dolorosa infancia acudían a su mente.
Hice desaparecer parte de ese aura que me rodeaba, no deseaba asustarle, el miedo afloraba en su piel.
Entonces, mi voz se alzó sobre ese silencio sobrenatural, con un tono sobrehumano:
-Exactamente, soy algo parecido a un demonio...-a mi espalda se desplegaron unas alas oscuras como la oscuridad, pero puras e inmaculadas como las de un ángel:-Soy el Ángel de la Noche.-las alas desaparecieron en un revoloteo:-Pero también soy quien puede darte una nueva vida. Venganza sobre la opresión de la Inquisición y la Diosa. Soy un elegido no de Dios, sino del Dios. Del Dios de la muerte, el caos, la oscuridad en la que te has refugiado tantos años. Porque tú, Enteri, no eres diferente a lo que fuí-puse una de mis manos en su cabeza, y mirándole a los ojos, compartí con él mis más antiguos recuerdos, aquellos días de soledad y hambruna, fusionándolos con los suyos propios. Cuando dejé de hacerlo, susurré:-Y porque puedes llegar a ser como yo, como un hombre que asusta a los mismísimos dragones-entonces compartí con él mis hazañas justicieras, salvando niños y gente indefensa, dejándolos al arropo del único Dios que aceptaba a todos fuera cual fuese su procedencia, mis recuerdos de la batalla contra la Inquisición, destrullendo a tantos monjes opresores con un simple movimiento. Hice que su mente volviese en sí:-Y a mi lado, no volverás a sentir miedo-mientras decía eso, hacía desaparecer ese sentimiento de su cuerpo, haciendo que su sudor se detubiese y aclarando sus ideas.-Si el bien te ha causado mal, el mal te causará bien. Yo soy el Mal.-sentencié. Esperé su respuesta.

"-No seguire a lo que sea que prediques, no me importa tu poder ni tu capacidad... Los tapices de mentira de las religiones no me interesan..."
Asentí a lo que dijo:
-No, no te pido que sigas mis ideales, puesto que no somos la misma persona. Te pido que me sigas a mí. ¿No crees en los dioses y vives en un mundo donde puebla la magia?. Una cosa te digo: los dioses del bien dan la espalda, los del mal esperan a que acudas a su seno. No te estoy pidiendo tu alma, no. De hecho, si en algún momento decides cambiar de senda y dejar a tras todo cuanto has hecho a mi lado, no añadiré reproches ni te produciría ningún daño, pero te haría olvidar y perder todo cuanto ganaste a mi lado, asumiría tus actos y crímenes y todo volvería a ser como antes. Porque tú, Artemis Enteri tienes el ingrediente que todo asesino necesita, y yo puedo ser tu chispa. Es un trato justo. Ya dije que me llamo Dam, Dam significa juez.
Le miré, analizándolo.
-Si sigues sin creer en los dioses, observa.
Comencé a acumular energía de las tinieblas a mi alrededor, evocando todo el poder del Dios. Invocándolo. Mientras miraba a los ojos de Enteri.
Mi armadura se materializó en mi cuerpo, y comenzó a tomar la forma de la del dios, el yelmo se fundió en una sola pieza mientras tapaba mis facciones, a través de cuyas rendijas y del humo oscuro solo podían verse dos pequeñas esferas flotantes de un color sobrenatural, en una tonalidad más oscura que la propia oscuridad. Del Yelmo se oían sonidos en una tonalidad solo detectable por el subconsciente humano, eran aullidos de dolor, voces de muerte.
Eso era lo que se veía, yo mismo estaba haciendo un esfuerzo atroz, absorviendo la vida natural que nos rodeaba, cualquier retazo de pequeña vida que nos rodease se apagaba, plantas, insectos, etc.
-Si te han atormentado tanto los monjes, a mi lado conseguirás esto-sus ojos estaban clavados en los mios.
Lo llevé a una visión, a un sueño en el que él era yo en la batalla contra la inquisición, destruyendo a todos esos opresores.
Cuando volvió de la visión, yo le miraba ya sin toda esa aura de poder:
-No te pido que me respondas ahora. Solo te pido que lo tengas en cuenta.-esperé su respuesta.

Artemis tenía un verdadero trauma, un problema que le llevaba a renunciar la existencia de cualquier dios.
Contaba con una fortaleza mental similar a la de muchos enanos:
-Me has sorprendido Enteri. Y pocas personas lo hacen. Ya fuera de cualquier tentación, me gustaría recompensarte. Eres un guerrero, me gustaría mejorar tus armas o darte algunas nuevas. El motivo de mi presencia aquí es la visita a un enano herrero, pero no se dónde se localiza su cueva...-me giré hacia Yandrack:-Pero él sí. Y él puede llevarnos-dije haciendo referencia al enorme dragón.



OFF: si vas a pedir un arma encantada o mejorar la tuya, pidelo por aquí o selecciona uno de éste catálogo . Si no quieres nada...pues haz lo que quieras ;) . Mi pj es cabezón hasta cierto punto XD

Tanto Shauron como el desconocido parecieron darse cuenta de la llegada de Yandrack, como esperaba el gran dragón le identifico, se acerco entonces hasta ellos y para su sorpresa dam apareció-si no fuera imposible pensaría que me sigue allá donde vaya- aunque sus pensamientos no pudieron llegar a mas, el joven torció el gesto al ver como Shauron se escondía tras mirar a dam fijamente, por un lado era normal, la energía de dam era enorme y para un dragón como ese era algo nuevo, estando acostumbrados a que se les tema, a ser los mas poderosos muchos acababan por asustarse fácilmente en cuanto algo se relevaba como mas poderoso que ellos o fuera de su entendimiento, algo parecido le había pasado a Yandrack al conocer a dam, aunque dado todo el rencor y concentración que este albergaba y que alberga no había sucumbido al miedo, Yandrack había aprendido a desoír esa arrogancia que mostraban la mayoría de los dragones, ademas, había sentido la energía de Dam en otras ocasiones así que estaba acostumbrado, eso sin contar el aumento gradual de su propio poder


Dragón rugidor poco mordedor,jamas vi una imagen mas decadente-no presto especial atención a la charla que Dam mantenía con el extraño, como siempre Dam usaba sus propios argumentos aunque era extraño, siendo como era un poderoso mentalista no quizás le parecía al joven que no debia de haber tardado tanto en convencerle


Finalmente Entreri pareció  aceptar ante la premisa de conseguir armas magicas o por lo menos mejores que las que ya tuviera, Dam pretendia  que Yandrack les mostrara el camino hasta alli, asi que viendo que ambos esperaban una reaccion por su parte hablo por primera vez, pues era necesario, aunque su rostro seguia oculto en la oscuridad de su capucha, no confiaba en ese sujeto-¿Estas seguro de esto?- Le pregunto a su maestro con voz neutra-¿que hay en su interior?- esperaba que dam contestara telepaticamente a la pregunta mental

El aura del hombre era potente sí, pero tanto él como Shauron eran del Dios por lo que no le haría nada. De todos modos no sería estúpido, de correr un grave riesgo para su vida se iría. Pero por supuesto, no sin antes hacerle el mayor daño posible, sería fuerte, pero nadie sale ileso tras una lucha a muerte contra Shauron.

Salió de la roca que lo "protegía y avanzó hasta su altura. Su conversación le pareció aburrida. Según lo que había comprendido o interpretado de ella, el señor caballero del Dios recorría una gran cantidad de terreno para convencer a un jóven neutral a que se postrase ante él y el Dios.

-"Todos hacen lo mismo, promesas de poder infinito, sin reglas, sin enemigos a los que no pueda vencer, saciar su venganza.."- Pensó

-¿Estas seguro de esto?- Le preguntó al hombre poderoso Yandrack.

Aun no le había contestado el hombre cuando me adelanté.

-Jajaja-Reí, mi risa, grave y potente resonó por las laderas que se extendían bajo ellos.

-No sé si está seguro, pero yo veo que este hombre tiene odio a todo lo que se mueve, y a lo que no. Cuando vine se puso presto en armas, como si me usase como entrenamiento, ¿saben?. En mi opinión este hombre puede tener un gran futuro y hacerse muy poderoso. Aunque yo siempre he visto los bandos mas o menos iguales, todos cometemos pecados y alguna venganza queremos cobrarnos-Hizo una pequeña pausa -A mi forma de entender, los del Dios lo reconocemos, los de la DIosa no. De los neutrales.. no lo sé. Nunca he llegado a entender el concepto que tienen de "neutral", por lo que nunca les menciono.-

Shauron hizo su aparición, quedaba bastante ridículo, entonces, interferí en su diálogo:
-Entreri, a mi me temen por mi dios. Porque él me dió poder, él me enseñó la senda que necesito. Es cierto que también soy mago. Pero soy un Guerrero de las Tinieblas. ¿Sabes cómo recoge la biblia a la gente como yo? Como los jinetes del apocalipsis. He visto gente volver de entre los muertos gracias a un Dios o a varios magos. Pero la magia la enseñan los servidores de los dioses. Y aquellas que juegan con la vida y la muerte solo son alcanzables por aquellos que han recibido el toque de los dioses. ¡Incluso yo mismo he vuelto de entre los muertos! Yo no te pido que luches por mi Dios ni que sigas mi ideología. Te pido que te unas a mi ejército, a mi horda, y te daré un poder sobre la oscuridad que agradecerás como asesino-le extendí la mano-Solo lealtad como capitán y compañerismo como guerreros. Aunque eso no es lo que nos interesa ahora. Shauron-alcé la voz.-Llévanos a donde te vaya indicando Yandrack. Yandrack, si me permites...-
Le apunté con mi puño y entonces, abrí mi mano mientras pronunciaba:
-
Esta vez fue más fácil que antes, en parte porque no fue la primera vez, en parte porque él había mejorado, y en parte porque yo era más poderoso. No me gastó practicamente ninguna energía.
Su cuerpo se convulsionó ligeramente, y en unos segundos fue creciendo hasta transformarse en un enorme dragón plateado:
-Se te ve muy bien, chaval-dije, hablándole como si aún siguiese siendo humano, mientras miraba hacia arriba.-Bueno, ¿Puedes guiarnos?-dije mientras me sacudía el polvo que se había levantado de mis ropas.