No me gustaba para nada meterme en una ciudad despues de haberla advertido de mis intenciones belicas. Por ello me habia disfrazado junto a mis hombres. Salvo el tabernero, el resto de los presentes en la taberna eran hombres mios, ya que habia escuchado que el Rey de Zhanthe era mago y no queria arriesgarme. Dos hombres camuflados en la entrada impedia pasar a la gente mientras no divisaran al Rey. Cuando lo hicieron, entraron para avisarnos. La verdad es que no se parecia para nada a un rey, pero coincidia con las descripciones que nos habian hecho varios ciudadanos despues de interrogarlos "amablemente" .Se sento en una mesa alejada y entonces decidi entrar en accion. Iba vestido con ropas arapientas y una tunica gris sucia con la capucha puesta. Un parche en un ojo y una barba postiza me hacian aun mas irreconocible. De hecho la barba era de uno de los inquisidores de Karannes, por lo que era cien por cien autentica. Me acerque a el cojeando,imitando el paso de un mendigo.

Una limosna para un viejo marino que ya no puede surcar los mares- le dije cuando llegue a su mesa, con tono lastimero ytosiendo varias veces

Observe las monedas de oro durante un instante antes de volverme hacia la barra. No me habia pasado desapercibido que estaba tenso y preparado para sacar su arma. La verdad es que no esperaba menos de un mago. Deposite las monedas en la barra.

-Quiero una botella de tu mejor ron- le dije mientras miraba hacia el rey, sonriendo.Cuando me la dio, deje las dos monedas en la barra y volví hacia la mesa. Una vez allí me senté y abrí la botella.

-Siento discrepar, oh gran rey de Zhanthe-dije de forma burlona.-Pero esta botella si sirve de mucho

Eche un trago de la botella mientras no le quitaba un ojo de encima. Todos los presentes le miraban, posiblemente haciéndole sentir incomodo. La verdad es que a mi me daba igual. Había venido para asegurarme de que mis condiciones de capitulación de la ciudad se hicieran efectiva e incluso se ampliaran.

-Le diría que siento el numero de teatro, pero le estaría mintiendo-dije desde el interior de la capucha. No tenia intención de quitármela, pues algún día podría visitar Zhanthe como Javier de los Mares,el Mercader, y no quería que me reconocieran.- De hecho pude ser actor de teatro en su momento, pero dejémonos de historias. Hemos venido a negociar y eso haremos. De hecho quiero renegociar uno de los puntos que acordamos

-¿Difícil? Creo recordar que fue su grandiosa majestad el que insistió en negociar que dejara a Zhanthe en paz. No lo olvide.-estalle tras oir al rey. Me había equivocado, era exactamente igual que los demás nobles. Arrogantes y estúpidos. Daba igual que fuera mago, daba igual que estuviéramos en su ciudad. Tenia a toda la habitación en contra de el, pero no se si es que no se había dado cuenta o era demasiado estúpido.

-Claro, que eso puede solucionarse- dije mientras me levantaba y me dirigía a la puerta. Ninguno de mis hombres se movió, todavía metidos en el papel de simples clientes, excepto los dos de la puerta. Ahora tenia sentimientos encontrados. Por un lado quería que me detuviese y siguiéramos negociando. Por otra, que no lo hiciera y pudiera ver arder su querida ciudad. Todo dependía de el.

Me detuve con las ultimas palabras del mago. Parece ser que cuando uno se echa encima una reputación de pirata, todos piensan en el modelo de pirata. Lo que empezó una leve risa en mi boca evoluciono hacia una carcajada incontrolable . Mis hombres, que me estaban mirando empezaron a reírse también.

-Señor de Zhanthe,¿por quien nos ha tomado?-dije mientras me daba la vuelta hacia el-¿Crees que íbamos a atacar Zhanthe por el oro? 


Mis chicos,mis oficiales, mi familia, dejaron sus puestos de incógnito y empezamos a acercarnos peligrosamente a Kvothe. No tenia intención de atacarle, pero si amedrentarle un poco para que aprendiera. No podía creerme que ese dato no lo hubiera sacado de la carta que le envié. En ningún momento pedí oro como condición a no atacarle. En fin, nobles tenia que ser.

-Somos predicadores. Predicamos la Fe de Mantus por el mundo. Esa es nuestra meta. No necesitamos oro,pues en nuestra ciudad no hace falta. Cuando llegamos nos colman de ron,regalos y las mujeres se pelean por nosotros. Nos ayudan a reparar los desperfectos y se ofrecen voluntarios para sustituir a los caídos. El oro, si bien lo apreciamos, no lo necesitamos realmente


Esperaba que mis palabras le hubieran quedado bien claras, pues mis chicos eran un poco mas susceptibles que yo y seguramente mas de uno había pensado en degollarle tras sus palabras.

-No estas tratando con simples piratas.Somos los Dragones de las Arenas, guerreros nacidos en el Desierto,criados en los Volcanes y madurado en la Mar.

-No te creo con lo del veneno, mago. No te arriesgarías a envenenar a tus súbditos o a los comerciantes que te traen riqueza. Por otro lado, en el caso de que te creyera te seguiría sin servir de nada. Si no esta en Zhanthe es por que tarda su tiempo en hacer efecto, tiempo de sobra para llegar a nuestros curanderos.

Mire a los hombres que esperaban a mis espaldas, dispuestos a acabar con ese malnacido rey de Zhanthe. Pero en nuestro oficio y religión había algunas normas que no podían saltarse, y respetar la vida del anfitrión era una de ellas. Si lo del veneno era verdad, ya no estaba sujetas a ellas, pero de verdad que no le creía. Los adoradores del Dios de Ereaten podían ser unos bastardos, unos sanguinarios, unos desalmados en algunas ocasiones, pero le tenían miedo al Mas Allá y a las consecuencias de sus actos. Eso nos hacia mas fuertes. Había hecho bien en solo traerme a los Dragones, pues ninguno de nosotros le temía a la muerte. Después de tantos años de leal servicio, sabíamos que Mantus nos estaría agradecidos y nos recompensaría. No como la mayoría del resto de mi mermada tripulación, que si bien creían, no eran tan fieles. Con un gesto de cabeza, ordene a mis hombres abandonar la taberna.

-Nos marchamos. Con lo que ha ocurrido en esta taberna, nuestro dios nos permitiría romper el acuerdo establecido y reducir tu ciudad a un amasijo de piedra y madera humeante en la costa del mar. Sin embargo, vamos a respetarlo ,mientras Mantus no nos ordene que la ataquemos. Los constructores y sacerdotes de Mantus llegaran en un par de días. Ahh, y para tu información. El asunto que quería renegociar era el asunto de la situación del Templo. Puesto que al existir ya conformidad en el acuerdo, solo iba a solicitar poder situarlo aun mas cerca del mar


Con estas palabras yo también me di la vuelta, caminando tras mis hombres en dirección al cuerpo. La verdad es que me encontraba algo mal. No tenia por que ser veneno, podía ser la rabia que se estaba acumulando en mi interior por no poder llegar a un acuerdo mejor. Aun así, visitaría la fragua de Ykeon en Zhanthe. Seguro que su mago nos podría echar un vistazo por el precio adecuado.