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Xerxes Break
Semielfo
Nombre : Xerxes Montgomery Break
Escuela : Escuela del Lago de la Luna, Castillo del Mar Espectral
Bando : Neutral
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Mentalista
Rango de mago : Mago consagrado, Especialista en Magia Chamánica
Clase social : Noble, Barón de la Casa de Reinsworth, Duque de los Elfos de las Brumas
Mensajes : 253
Fecha de inscripción : 09/12/2011
Edad : 29
¿Y ahora qué?por Xerxes Break, Jue Sep 12, 2013 9:26 pm
Borré la memoria del hombre al que "hipnoticé" para evitar cualquier tipo de problema. No fue nada agradable ver como el cuerpo de Felix colgaba de aquella triste soga. Y no es agradable pensar que, en estos momentos, el alma de Felix vaga por el Laberinto de las Sombras. Me prometí a mí mismo que su muerte será vengada.
Estaba en el Salón de Audiencias, junto a los demás miembros de los Seis Secretos (a excepción de Raven, que se encontraba en Vinterev Rin y Lucien, a quien le había encargado traerme a Xehanorth y a Flextus ante mí. Ha llegado la hora de rendir cuentas.
- Cómo bien sabéis, Felix ha muerto - anuncié a Andurk y a Iaga - El Palacio Élfico ha caído en manos del Concilio y Lord Stord ha sido eliminado.
Desde luego, había sido toda una hazaña. No en vano, Lord Strord era el Carcelero del Supplicium, un cargo que sólo unos pocos privilegiados pueden llegar a ostentar.
- Ahora que el Reino Élfico le ha sido arrebatado a Felix, que las tropas acaben atacando esta mansión es solo cuestión de tiempo - proseguí - Debemos estar preparados para cuando lleguen.
Dicho esto, esperé a que Lucien viniera con los prisioneros. Uno de ellos debe pagar cara su traición.
***
Estaba en el Salón de Audiencias, junto a los demás miembros de los Seis Secretos (a excepción de Raven, que se encontraba en Vinterev Rin y Lucien, a quien le había encargado traerme a Xehanorth y a Flextus ante mí. Ha llegado la hora de rendir cuentas.
- Cómo bien sabéis, Felix ha muerto - anuncié a Andurk y a Iaga - El Palacio Élfico ha caído en manos del Concilio y Lord Stord ha sido eliminado.
Desde luego, había sido toda una hazaña. No en vano, Lord Strord era el Carcelero del Supplicium, un cargo que sólo unos pocos privilegiados pueden llegar a ostentar.
- Ahora que el Reino Élfico le ha sido arrebatado a Felix, que las tropas acaben atacando esta mansión es solo cuestión de tiempo - proseguí - Debemos estar preparados para cuando lleguen.
Dicho esto, esperé a que Lucien viniera con los prisioneros. Uno de ellos debe pagar cara su traición.
Mark Hammerhand
Humano
Nombre : Mark Hammerhand del Paso Helado
Escuela : La Torre (ex-alumno), Guardiadragones del Mar (ex-alumno), Castillo del Mar Espectral (Maestro)
Bando : Neutral
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Maestro de Transformación (Mar Espectral)
Rango de mago : Mago consagrado, Especialista en Transformación
Rango de guerrero : Guerrero exaltado
Clase social : Noble, Señor del Paso Helado
Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 21/09/2013
Re: ¿Y ahora qué?por Mark Hammerhand, Dom Sep 22, 2013 9:34 pm
La Mansión de las Brumas se ubicaba al norte del Reino Élfico, en la región de Gadrýl, que era, sin lugar a dudas, uno de los rincones más hermosos del planeta. El bosque crecía alrededor del lago y alrededor del lago florecían las casas, los pueblos, los montes y hasta las mismas nubes, y el cielo y la tierra. Todo giraba en torno al enorme lago y en sus aguas siempre calmas se reflejaban todos los colores del universo.
No era la primera vez que pisaba aquellas tierras, pero eso no hizo que me sorprendiera menos cuando mis ojos se enfrentaron a tal belleza. Y respiré el aire limpio y puro, un viento libre, que corría y corría sobre los sauces y las encinas, y sobre otras plantas de nombres élfico y otras tantas sin nombre. Sobre todas ellas corría y lamenté que el continente de Enawë no fuera tan libre como el viento que lo recorría. De todos los lugares del mundo, ninguno estaba más sujeto a las normas de la Diosa que el Reino Élfico. Solo Ekhleer y el propio Concilio podrían haberlo superado.
Pero no estaba allí para contemplar el paisaje, sino para entrar en el refugio de esos Seis Secretos que tantos quebraderos de cabeza habían dado al mundo en los últimos tiempos. «Muy importantes tienen que ser —pensaba yo— para que las noticias lleguen hasta Vinteren Riv». E importantes eran, porque, de lo contrario, yo no habría estado allí.
A cada paso que daba, mi armadura sonaba, pero no había nadie para escucharla. Ante mis ojos se alzaba, sobre una roca altísima y escarpada, una mansión bonita a la par que tenebrosa, de estilo élfico. No tuve problemas para elevarme hasta allí y supuse que se debía a que Xerxes esperaba mi visita. Ubicar la mansión en un lugar de difícil acceso solo podía tener una explicación: solo entrarían —por medios lícitos, al menos— quienes estuvieran invitados a entrar.
Sin mayores preámbulos, me adentré en el edificio y me condujeron hasta el Salón de Audiencias, donde debía de estar celebrándose la reunión en aquellos momentos. A pesar de estar a punto de enfrentarme a una situación que podía desencadenar una guerra, estaba tranquilo y dispuesto a echar mano de toda mi cortesía. «¿Cuántas batallas habré librado ya?», pensé, casi con cansancio. Una más, una menos, eso no importaba demasiado.
Las puertas se abrieron y yo entré por ellas. En la sala me encontré con varias personas y mi mirada se paseó por cada una de ellas, por cada uno de sus rostros, por cada uno de sus cuerpos y de sus ropas, a la espera de descubrir, de alguna manera, cuál de ellos era el líder de la organización. Quién era Xerxes Break. Muchos conocían su nombre, pero pocos su rostro, y yo, que había descubierto su existencia recientemente, tenía curiosidad por saber quién era el hombre que estaba en boca de todos.
—Siento haber llegado tarde —me disculpé, con educación. No sabía muy bien a quién dirigirme, pero mi voz sonaba firme, cargada de respeto. Entorné los ojos grises y esperé en la entrada de la sala—. Soy Mark Hammerhand, Duque del Paso Helado, Guerrero Exaltado y Maestro de Magia de Transformación. Vengo en representación del Castillo del Mar Espectral. Tengo entendido que alguien de vuestra organización viajó hasta Vinteren Riv para solicitar nuestra ayuda. —Hice una pausa para intentar recordar su nombre—. Raven Darkhole, si no me equivoco.
A mis palabras las sobrevino un silencio. La situación me recordó a las muchas veces que había visitado salones de audiencias, casi siempre en el Palacio de Wölfkrone, muchas en mansiones y palacetes menores y pocas, muy pocas, en el Palacio de Ereaten. La espada pendía de mi cinto, callada y sosegada, como una compañera que en silencio aguarda. Allí estaba, pero no creía que tuviera que desenvainarla.
No era la primera vez que pisaba aquellas tierras, pero eso no hizo que me sorprendiera menos cuando mis ojos se enfrentaron a tal belleza. Y respiré el aire limpio y puro, un viento libre, que corría y corría sobre los sauces y las encinas, y sobre otras plantas de nombres élfico y otras tantas sin nombre. Sobre todas ellas corría y lamenté que el continente de Enawë no fuera tan libre como el viento que lo recorría. De todos los lugares del mundo, ninguno estaba más sujeto a las normas de la Diosa que el Reino Élfico. Solo Ekhleer y el propio Concilio podrían haberlo superado.
Pero no estaba allí para contemplar el paisaje, sino para entrar en el refugio de esos Seis Secretos que tantos quebraderos de cabeza habían dado al mundo en los últimos tiempos. «Muy importantes tienen que ser —pensaba yo— para que las noticias lleguen hasta Vinteren Riv». E importantes eran, porque, de lo contrario, yo no habría estado allí.
A cada paso que daba, mi armadura sonaba, pero no había nadie para escucharla. Ante mis ojos se alzaba, sobre una roca altísima y escarpada, una mansión bonita a la par que tenebrosa, de estilo élfico. No tuve problemas para elevarme hasta allí y supuse que se debía a que Xerxes esperaba mi visita. Ubicar la mansión en un lugar de difícil acceso solo podía tener una explicación: solo entrarían —por medios lícitos, al menos— quienes estuvieran invitados a entrar.
Sin mayores preámbulos, me adentré en el edificio y me condujeron hasta el Salón de Audiencias, donde debía de estar celebrándose la reunión en aquellos momentos. A pesar de estar a punto de enfrentarme a una situación que podía desencadenar una guerra, estaba tranquilo y dispuesto a echar mano de toda mi cortesía. «¿Cuántas batallas habré librado ya?», pensé, casi con cansancio. Una más, una menos, eso no importaba demasiado.
Las puertas se abrieron y yo entré por ellas. En la sala me encontré con varias personas y mi mirada se paseó por cada una de ellas, por cada uno de sus rostros, por cada uno de sus cuerpos y de sus ropas, a la espera de descubrir, de alguna manera, cuál de ellos era el líder de la organización. Quién era Xerxes Break. Muchos conocían su nombre, pero pocos su rostro, y yo, que había descubierto su existencia recientemente, tenía curiosidad por saber quién era el hombre que estaba en boca de todos.
—Siento haber llegado tarde —me disculpé, con educación. No sabía muy bien a quién dirigirme, pero mi voz sonaba firme, cargada de respeto. Entorné los ojos grises y esperé en la entrada de la sala—. Soy Mark Hammerhand, Duque del Paso Helado, Guerrero Exaltado y Maestro de Magia de Transformación. Vengo en representación del Castillo del Mar Espectral. Tengo entendido que alguien de vuestra organización viajó hasta Vinteren Riv para solicitar nuestra ayuda. —Hice una pausa para intentar recordar su nombre—. Raven Darkhole, si no me equivoco.
A mis palabras las sobrevino un silencio. La situación me recordó a las muchas veces que había visitado salones de audiencias, casi siempre en el Palacio de Wölfkrone, muchas en mansiones y palacetes menores y pocas, muy pocas, en el Palacio de Ereaten. La espada pendía de mi cinto, callada y sosegada, como una compañera que en silencio aguarda. Allí estaba, pero no creía que tuviera que desenvainarla.
Xerxes Break
Semielfo
Nombre : Xerxes Montgomery Break
Escuela : Escuela del Lago de la Luna, Castillo del Mar Espectral
Bando : Neutral
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Fecha de inscripción : 09/12/2011
Edad : 29
Re: ¿Y ahora qué?por Xerxes Break, Lun Sep 23, 2013 5:28 pm
Las puertas se abrieron de para en par para dar paso a un hombre cuyo rostro no supe identificar. Algo que, para ser sinceros, me chafó un poco, pues esperaba que fuera Lucien con los prisioneros.
El hombre se presentó: su nombre era Mark Hammerhand, y era uno de los maestros del Castillo del Mar Espectral. Nos habló de la visita de Raven, cuya carta notificando me que las negociaciones con Tai habían sido un éxito, recibí hará ya un par de días:
- Nos honra con su presencia, Maestro Hammerhand - le dije, lo más cordial que sabía - Aunque no puedo evitar preguntarme como es que ha conseguido entrar con tanta facilidad. Aún con todo, es usted bien recibido. Diganos: ¿qué le trae por este recóndito lugar del Reino Élfico?
¿Dónde diantres se ha metido Lucien? ¿Cuanto se tarda en traer a unos prisioneros?
El hombre se presentó: su nombre era Mark Hammerhand, y era uno de los maestros del Castillo del Mar Espectral. Nos habló de la visita de Raven, cuya carta notificando me que las negociaciones con Tai habían sido un éxito, recibí hará ya un par de días:
- Nos honra con su presencia, Maestro Hammerhand - le dije, lo más cordial que sabía - Aunque no puedo evitar preguntarme como es que ha conseguido entrar con tanta facilidad. Aún con todo, es usted bien recibido. Diganos: ¿qué le trae por este recóndito lugar del Reino Élfico?
¿Dónde diantres se ha metido Lucien? ¿Cuanto se tarda en traer a unos prisioneros?
Mark Hammerhand
Humano
Nombre : Mark Hammerhand del Paso Helado
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Re: ¿Y ahora qué?por Mark Hammerhand, Mar Sep 24, 2013 6:29 pm
Debo confesar que me extrañó que se preguntara cómo había entrado tan fácilmente en la Mansión de las Brumas, porque creía que había sido su voluntad que lo hiciera. Aún así, no hice más preguntas al respecto. Supuse que el hombre que hablaba era Xerxes Break; sí, él debía de ser el famoso líder. ¿Quién, sino el dueño de la mansión, iba a ser el primero en recibirme?
Mantuve los ojos fijos sobre su figura, sobre sus pupilas negras y sobre las palabras que escapaban de sus labios. Quería que le dijera por qué estaba allí y mis motivos eran, ciertamente, muy predecibles. Al fin y al cabo, ellos mismos lo habían dejado todo claro cuando visitaron el Castillo del Mar Espectral. Pero comprendía que lo preguntara. En Vinteren Riv no todos pensábamos igual y no todos apoyarían la misión de los Secretos. Ni siquiera yo estaba muy seguro de su poder o de su utilidad, pero no era un cobarde y estaba dispuesto a descubrir, aunque solo fuera por mera curiosidad, de qué trataba el asunto.
—¿Es usted Xerxes Break? —Hice una pausa y avancé un par de pasos—. Bien, supongo que ya habrá tenido noticias del asedio al Reino Élfico y de la recuperación del trono por parte de la reina Aliwen. No conozco demasiados detalles de su organización, debo reconocerlo, pero la Señora del Castillo me ha informado, a grandes rasgos, de las bases que fundamentan los Seis Secretos.
»Me parece interesante la propuesta de elevarnos por encima de los dioses. Es lo que deseamos todos, o casi todos, los que nos rebelamos contra ellos. Pero, tristemente, los seguidores de ambos dioses nos superan en número y también en poder. Y tal como acabaron con el Rey de los Elfos... —miré a mi alrededor y mi mirada se paseó por las paredes y los techos—, mucho me temo que el Concilio pretenda reducir a cenizas este refugio.
»¿Qué planean ustedes para defenderlo?
Quería saber, primero, cuáles eran sus planes iniciales. Si nuestros intereses se encaminaban en la misma dirección, tal vez pudiéramos sumar fuerzas, ¿quién sabe?
Mantuve los ojos fijos sobre su figura, sobre sus pupilas negras y sobre las palabras que escapaban de sus labios. Quería que le dijera por qué estaba allí y mis motivos eran, ciertamente, muy predecibles. Al fin y al cabo, ellos mismos lo habían dejado todo claro cuando visitaron el Castillo del Mar Espectral. Pero comprendía que lo preguntara. En Vinteren Riv no todos pensábamos igual y no todos apoyarían la misión de los Secretos. Ni siquiera yo estaba muy seguro de su poder o de su utilidad, pero no era un cobarde y estaba dispuesto a descubrir, aunque solo fuera por mera curiosidad, de qué trataba el asunto.
—¿Es usted Xerxes Break? —Hice una pausa y avancé un par de pasos—. Bien, supongo que ya habrá tenido noticias del asedio al Reino Élfico y de la recuperación del trono por parte de la reina Aliwen. No conozco demasiados detalles de su organización, debo reconocerlo, pero la Señora del Castillo me ha informado, a grandes rasgos, de las bases que fundamentan los Seis Secretos.
»Me parece interesante la propuesta de elevarnos por encima de los dioses. Es lo que deseamos todos, o casi todos, los que nos rebelamos contra ellos. Pero, tristemente, los seguidores de ambos dioses nos superan en número y también en poder. Y tal como acabaron con el Rey de los Elfos... —miré a mi alrededor y mi mirada se paseó por las paredes y los techos—, mucho me temo que el Concilio pretenda reducir a cenizas este refugio.
»¿Qué planean ustedes para defenderlo?
Quería saber, primero, cuáles eran sus planes iniciales. Si nuestros intereses se encaminaban en la misma dirección, tal vez pudiéramos sumar fuerzas, ¿quién sabe?
Xerxes Break
Semielfo
Nombre : Xerxes Montgomery Break
Escuela : Escuela del Lago de la Luna, Castillo del Mar Espectral
Bando : Neutral
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Mentalista
Rango de mago : Mago consagrado, Especialista en Magia Chamánica
Clase social : Noble, Barón de la Casa de Reinsworth, Duque de los Elfos de las Brumas
Mensajes : 253
Fecha de inscripción : 09/12/2011
Edad : 29
Re: ¿Y ahora qué?por Xerxes Break, Mar Oct 01, 2013 6:00 pm
OFF: Lamento enormemente el retraso, la universidad ocupa casi todo mi tiempo. Antes de que comencéis a leer este post, me gustaría aclarar que lo que le ocurre a Flextus ha sido hablado y pactado con su usuario, por lo que es completamente legal. Aprovecho también para dar por finalizada la espera y proceder con el ataque a la Mansión de las Brumas.
Estuve a punto de responder a nuestro invitado cuando las puertas se abrieron nuevamente. ¿Más visitas inesperadas?
No. Era Lucien, quien traía consigo a Xehanorth y a Flextus. ¡Por fin! ¡Empezaba a pensar que no llegarían nunca!
- Ya estáis aquí - les dije a los recién llegados, educada y cortes-mente - Gracias por venir
Bajé las escaleras para quedarme al mismo nivel que los rehenes, quienes se vieron obligados arrodillarse por orden de Lucien. Me dirigí a ellos y me detuve justo en frente de Flextus. Sonreí al ver su mirada desafiante y cargada de odio.
- Tú y yo - le murmuré, sin borrar la sonrisa de mi rostro - tenemos una cuenta pendiente
Dicho esto, giré la cabeza y me dirigí a Mark:
- ¿Que qué vamos hacer? - le pregunté, rozando el escepticismo - Yo te lo diré: castigar a todos los que han osado traicionarnos, y enfrentarnos a todos aquellos que se empeñan en frenar nuestro avance a la justicia.
Dicho esto, coloqué mi brazo en la cabeza de Flextus para, a continuación, murmurar unas palabras mágicas
De los poros de mi piel comenzó a salir una masa de color plateado metal, que se apresuró en recorrer mi brazo y el cuerpo del traidor hasta rodearlo por completo. Hice caso omiso a los gritos de dolor que este emitía, y me centré en canalizar mi energía mágica a través de aquel viscoso líquido, que ya había envuelto por completo a Flextus. Una vez instalada, el líquido comenzó a endurecerse, habiéndose creado así una especie de "armadura" que dio a Flextus un aspecto del que todos los ahí presentes se quedaron sorprendidos.
Retiré el brazo una vez concluida mi obra. Había gastado una cantidad considerable de magia, pero era un plan demasiado bueno como para desaprovecharlo.
- Señor Hammerhand - suspiré, agotado - Este es el plan...
Estuve a punto de responder a nuestro invitado cuando las puertas se abrieron nuevamente. ¿Más visitas inesperadas?
No. Era Lucien, quien traía consigo a Xehanorth y a Flextus. ¡Por fin! ¡Empezaba a pensar que no llegarían nunca!
- Ya estáis aquí - les dije a los recién llegados, educada y cortes-mente - Gracias por venir
Bajé las escaleras para quedarme al mismo nivel que los rehenes, quienes se vieron obligados arrodillarse por orden de Lucien. Me dirigí a ellos y me detuve justo en frente de Flextus. Sonreí al ver su mirada desafiante y cargada de odio.
- Tú y yo - le murmuré, sin borrar la sonrisa de mi rostro - tenemos una cuenta pendiente
Dicho esto, giré la cabeza y me dirigí a Mark:
- ¿Que qué vamos hacer? - le pregunté, rozando el escepticismo - Yo te lo diré: castigar a todos los que han osado traicionarnos, y enfrentarnos a todos aquellos que se empeñan en frenar nuestro avance a la justicia.
Dicho esto, coloqué mi brazo en la cabeza de Flextus para, a continuación, murmurar unas palabras mágicas
De los poros de mi piel comenzó a salir una masa de color plateado metal, que se apresuró en recorrer mi brazo y el cuerpo del traidor hasta rodearlo por completo. Hice caso omiso a los gritos de dolor que este emitía, y me centré en canalizar mi energía mágica a través de aquel viscoso líquido, que ya había envuelto por completo a Flextus. Una vez instalada, el líquido comenzó a endurecerse, habiéndose creado así una especie de "armadura" que dio a Flextus un aspecto del que todos los ahí presentes se quedaron sorprendidos.
Retiré el brazo una vez concluida mi obra. Había gastado una cantidad considerable de magia, pero era un plan demasiado bueno como para desaprovecharlo.
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