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Magnar Sygerrik
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Nombre : Magnar Sygerrick Lucis
Escuela : La Torre
Bando : La Diosa
Condición vital : Vivo
Rango de guerrero : Guerrero aprendiz (Espadas, una mano)
Clase social : Pueblo llano, Campesino
Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 14/08/2013
Habitación de Magnar. (Primer piso)por Magnar Sygerrik, Jue Sep 05, 2013 12:46 pm
Las dagas se calentaban... estaban al rojo vivo, y se iban clavando lentamente en mi piel, causándome un increíble dolor que me hacia llorar del dolor. Gritaba, quería morir.
Estaba en la absoluta oscuridad. Nadie escucharía mis gritos, nadie me ayudaría... ¿Esa seria mi muerte? Ni si quiera pude vengar la muerte de mi padre... Y entonces... desperté.
Me levante de la cama rápidamente tocando mi espalda, comprobando que solo había sido una pesadilla y que realmente no había sido victima de unas dagas ardientes como el mismo infierno. Estaba sudando, mi corazón iba a mil, aun estaba asustado, había sido tan real...
Entonces, caminado lentamente y con débilmente, me puse mi túnica azul junto a mis botas de cuero negro.
-¿Habré gritado? Que vergüenza...-Pensé en voz alta, mientras la vergüenza sustituía al miedo.
Entonces, me agache y y fui buscando debajo de mi cama mi espada... Y... ¿Que pasó? Pues que la agarré y me le puse en una especie de cinturón de cuero... o lo que fuera eso. Entonces, di un pequeño bostezo y fui rápidamente a coger una mochila de cuero que colgaba de una silla. ¡Wow! La mochila pesaba lo suyo, ¡A saber las cosas que habría! Después, salí de la habitación sin un rumbo fijo.
Estaba en la absoluta oscuridad. Nadie escucharía mis gritos, nadie me ayudaría... ¿Esa seria mi muerte? Ni si quiera pude vengar la muerte de mi padre... Y entonces... desperté.
Me levante de la cama rápidamente tocando mi espalda, comprobando que solo había sido una pesadilla y que realmente no había sido victima de unas dagas ardientes como el mismo infierno. Estaba sudando, mi corazón iba a mil, aun estaba asustado, había sido tan real...
Entonces, caminado lentamente y con débilmente, me puse mi túnica azul junto a mis botas de cuero negro.
-¿Habré gritado? Que vergüenza...-Pensé en voz alta, mientras la vergüenza sustituía al miedo.
Entonces, me agache y y fui buscando debajo de mi cama mi espada... Y... ¿Que pasó? Pues que la agarré y me le puse en una especie de cinturón de cuero... o lo que fuera eso. Entonces, di un pequeño bostezo y fui rápidamente a coger una mochila de cuero que colgaba de una silla. ¡Wow! La mochila pesaba lo suyo, ¡A saber las cosas que habría! Después, salí de la habitación sin un rumbo fijo.
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