Había pasado un tiempo desde que hice la prueba de la Tierra (días... meses... no sé, el tiempo se pasa endemoniadamente rápido aquí), y apenas había abierto el libro del Aire, no porque fuera difícil, sino porque me daba miedo continuar; había leído la historia de Garnalia una y otra vez, y estaba enterada de lo que pasaba... Era probable que en un momento crítico la Torre se viera envuelta en una batalla >>como la que se desarrolló en la biblioteca... aún no concibo cómo alguien puede ser tan cruel como para quemar libros... aún quemar humanos está bien, ¿pero libros? !qué atrocidad!... bueno... creo que exageré un poco<<. Si necesitan refuerzos y consigo la túnica roja, posiblemente me manden ahí junto con otros...por otro lado, si no subo de rango podría ser peligroso.

Quise salir un rato al bosque >>ja, como si  afuera no pasara nada: también esos pirómanos dejaron huella por aquí....<< ya que en mi habitación pasaba la mayor parte del tiempo. Desde mi llegada no había cruzado palabras con nadie, salvo Caroline y con un maestro... aunque dudo que la presentación del examen se pueda considerar una conversación... También había comido poco, y aunque puedo vivir de mi sangre, no es lo mismo... >>me pregunto si el dueño de aquél caballo notó algo<<....

Mi cabeza siguió vagando un rato, hasta que decidí practicar un poco. Saqué el libro del Aire que traía escondido *a mis bolsillos les cabe de todo*, me acomodé en algún claro y comencé a leer, rogando a la Diosa que no saliera ningún lobo por entre las sombras.

- ....    - dije sin querer en voz alta, y acto seguido mi cuerpo se levantó unos centímetros del suelo para después volver abajo

- mmmmmm... ¿y éste?    .... - salí disparada hacia el árbol y aterricé en una de sus ramas....

Después de unos cuantos intentos, levitar me salía a la perfección, y volar pues... no tan bien, pero no podía quejarme.
Me detuve un rato para descansar y pensar. Miré la luna.... De la nada comencé a mover mis dedos, girando, moldeando aire, hasta que se formó un pequeño remolino que cabía en la palma de mi mano. No es que tuviera afinidad con el aire, más bien era algo que al parecer sabía hacer... pero no recordaba desde cuándo o cómo lo había aprendido.... cerré la palma de mi mano para que el remolino desapareciera.

- Necesito recordar esos primeros cien años....

Estaba distraída de lo que pasaba en mi entorno, sin embargo pude oír que había alguien más en el claro.  Al principio no le tomé importancia, pero la curiosidad fue más fuerte, así que levanté un poco la vista, tratando de disimularlo....

A cierta distancia había algo que parecía una sombra. Al mirar con más detalle me di cuenta de que se trataba de una persona de cabello rojizo y túnica negra.... un ligero escalofrío recorrió mi columna; que yo recuerde, era la primera vez que veía un mago oscuro tan de cerca...

Había leído ciertas cosas no muy buenas sobre ellos, sin embargo no sentí el respectivo miedo que debería sentir cuando alguien se encuentra con uno... tal vez porque no tenía una remota idea de la magnitud de su poder. Y aunque supiera, no me serviría de nada, ¿o acaso un aprendiz de segundo podía hacer algo contra un mago consagrado? lo dudo, así que quedaba claro que, en ese sentido, estaba indefensa... pero el parecía más preocupado que yo, como si su intento de pasar desapercibido se hubiera venido abajo.
Mis nervios comenzaban a traicionarme >>maldita neurosis...<<, por lo que sólo se me ocurrió probar una cosa:

- ¿Buenas... noches? - dije, esperando no haber hecho algo de lo que debiera arrepentirme después....

- Buenas noches -respondió, de forma hasta cierto punto amable, pero no acabó ahí-  Bien, solo te diré una cosa: ni se te ocurra dar la voz de alarma. Ni se te ocurra decir que me has visto, porque te mataré. Y créeme, no me temblará la mano. Ya he matado a muchas personas.

¿Qué se suponía que era eso? ¿un saludo, una sugerencia.... una amenaza? fuera lo que fuere, estaba clara la intención. Sus ojos verdes me hacían ver que no vacilaría en cumplir lo dicho, pero había algo en sus palabras que sólo me confirmaban su nerviosismo.... aunque eso no reducía el peligro, sino todo lo contrario: lo aumentaba de manera preocupante....
Acto seguido, hizo aparecer una especie de esfera negra, la cual giraba sobre su mano. Después se acercó un poco más y señalo las columnas de humo:

-¿Qué sabes de eso?

-¿Eso? ¿los incendios? Unos pirómanos divirtiéndose: un nigromante atacó la biblioteca, mientras uno o dos dragones tratan de quemar el bosque.... -lo dije con tal indiferencia que hasta yo me sorprendí- y sobre avisar que usted está aquí, no tengo intenciones de delatarlo; desconozco las razones por las que vino y no pretendo interferir en eso, así que siéntase tranquilo, por mi parte nadie sabrá de su presencia.

Si bien, era toda la verdad, me invadió cierta curiosidad por saber qué buscaba allí esa persona, pero prefería quedarme con ganas de saberlo...

Me pidió, o mejor dicho, me exigió que lo llevara donde los dragones, aunque supongo que reflexionó un poco, ya que después quiso saber dónde estaba la Señora de la Torre. Sus ojos se dirigían hacia el humo mientras seguía sujetándome.

Miré mi brazo, lo miré a él, luego respondí, tratando de sonar lo más indiferente posible:

-La señorita Narshel, si bien, tengo entendido que estaba defendiendo la biblioteca... o al menos lo que queda de ella,  supongo que la pelea ya se habrá desplazado, así que lo más probable es que esté en las almenas.... -me levanté y también miré el humo- y los dragones, bueno, resulta difícil no verlos, y será aún menos difícil encontrarlos....

Se notaba *a leguas* su interés en la situación, y aunque no lo dijera, era evidente que quería más detalles, por lo que se me ocurrió agregar algo más:

-.... Sólo por si tiene curiosidad, quisiera decir que, por el modo en que opera y considerando que tiene cierta fama, es deducible la identidad del nigromante... ¿dígame, le suena de algo el nombre de "Arthenos"?

Resultó que sí lo conocia, y a juzgar por su cara, supuse que no le fue muy grato enterarse de ello, sobretodo si le agregamos los bichos escupefuego....

-Dime tu nombre

Eso era todo. Ahora sabia que lo volvería a ver por lo menos una próxima vez... y desde mi punto de vista eso no era muy bueno que digamos, sin embargo no me quedó opción, ya que mentir seria peor:

-¿Mi nombre? Shien Dogger -dije, después de descartar la idea de preguntar el suyo, si bien, podría sospechar algo incierto o innecesario, aun así hice una pregunta que no cambiaba mucho esa situación- Si no es molestia ¿puedo preguntar cuál es su plan, ya sea respecto al Mago Rojo o a las lagartijas voladoras?

Se notaba que no tenia muy claro qué hacer, sin embargo quería saberlo: si debía ir con él, fuere cual fuere su elección, mis probabilidades de morir aumentarían de forma nada bonita... y si a eso le añadimos la posible salida del Sol...

Fruncí el ceño. Sabía perfectamente que los dragones se ofendían muy fácil, debido a que son sumamente orgullosos, y pienso que son criaturas artísticamente perfectas.... sin embargo había excepciones; algunos, según yo, no merecían ese nombre ya que solo iban quemando todo indiscriminadamente, como si no hubiera un mañana... pero bueno, ese no era el punto, y no le veía el caso a discutir por eso.

Escuché todo lo que tenía pensado, y concordaba en que la prioridad era apagar el incendio en la medida de lo posible. También dijo que después lo ayudaría a encontrar algo... ¿algo? ¿qué había de especial en la Torre?  no veía mucho sentido en eso, pero, al fin de cuentas, ése era su problema....

-¿Qué tal se te da apagar fuegos?

Reprimí una risotada por miedo a que lo tomara a mal, pero no pude evitar una risa nerviosa, con la que sin querer mostré mis colmillos:

-Mi experiencia es nula, no se si haya notado que soy de segundo grado....- dije, con cierto sarcasmo- lo poco que sé sobre el tema es lo que viene en los libros, pero sólo eso, simple teoría.... usted sólo dígame qué hacer, y yo veré si está a mi alcance...

Si bien, las lecciones de los libros estaban probadas, con la, relativamente poca, energía mágica que había desarrollado, ciertamente dudaba que pudiera dar un resultado algo decente...

Respondí a su pregunta, de forma indirecta, con una media sonrisa casi inocente...

-Deberías habérmelo dicho desde el principio

Al parecer el pequeño descubrimiento había interesado al mago, y lo más seguro era que ahora los planes se vieran un poco modificados de buena manera, por lo menos para él....

Pasé mi lengua por mis dientes, señalando su filo:

-¿Esto? no creí que fuera de utilidad -dije, como si no le diera importancia, al tiempo en que me cruzaba de brazos- concretamente, ¿a quién deberé matar, o como mínimo, morder?

Si bien, lo decía como si fuera lo mas normal del mundo, lo cierto era que no seria tan fácil; llevaba poco más de cincuenta años sin morder a una persona, por consiguiente hacía bastante tiempo que no probaba sangre humana y no sabía cómo reaccionaría si lo hiciera...

-Volviendo al tema, será mejor apresurarse si es que aun queremos rescatar algo de bosque...

Eso era lo principal, y lo que viniera después se atendería después...