Invitado
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Llevaba días dándole vueltas a la idea o quizás semanas, no sabía cuanto tiempo había pasado desde su último encuentro con su hermana. Había intentado no pensar en ello todo lo posible, pero no lo había logrado. Era normal, si aquella escena la atormentaba día y noche, la cara de su hermana, sus palabras y nuevos recuerdos. Nuevos recuerdos que aparecían en su mente sin más ahora que aquella elfa de cabello castaño había desenterrado todos aquellos recuerdos que llevaban ocultos casi años en la mente de Kestra.

Y tras una larga mañana pensando en los pros y los contra, preparándose para marcharse y echándose atrás en el último momento y de nuevo al principio... Allí estaba... A lo largo del camino había dado media vuelta más de una vez, pero a pesar de ello y de su miedo, había llegado. Allí estaba, frente a la taberna... Frente a la taberna en la que trabajaba su supuesta hermana vendiendo su cuerpo. Tomó aire por última vez y dio un paso al frente, las puertas se abrieron para dejarla pasar, varios hombres dirigieron su mirada a la hermosa elfa que entraba en la taberna, pero muchos de ellos volvieron su mirada a la cerveza al darse cuenta de que esta joven no se dedicaba a lo mismo que las demás.

Kestra se dirigió a la barra, como la última vez y pidió una cerveza que claramente no pensaba beberse, pero que tenía que pedir para disimular. Mientras esperaba que el camarero le sirviera la cerveza miró tranquilamente a su alrededor, estaba muy nervios, pero sabía disimularlo bien. Veía muchas de esas mujeres, pero ninguna de ellas era la que buscaba... Cuando por fin tuvo su cerveza  miró nuevamente el establecimiento en busca de una mesa en la que sentarse, se fijó en una mesa libre junto a unas escaleras que debían llevar a la parte superior del edificio. Pensó que quizás su hermana podría estar allí... trabajando y se sentó en esa mesa, para así poder tener algo más controlada la escalera.

-Esperemos no se entretenga mucho allí arriba... -murmuró a la nada.

Kestra debió estar allí sentada durante por lo menos durante una hora, viendo mujeres subir y bajar seguidas de hombres. La mayoría de aquellas mujeres parecían trabajadoras del lugar, pero Kestra se había fijado en que también habían subido un par de parejas o al menos ella pensaba que lo eran por su comportamiento. Pero entre todo aquel desfile de personas, en ningún momento había visto a su hermana. Hasta que por fin, cuando la elfa estaba pensando en marcharse se escucharon unas fuertes pisadas por las escaleras. Kestra miró atenta a estas y de pronto vio a un hombre de por lo menos dos metros de altura, de una musculatura correspondiente a alguien de su altura y una cabellera bien oscura. Ante aquella visión, Kestra se puso en tensión, algo asustada. Pero enseguida se tranquilizó, sabiendo que era una estupidez asustarse, aquel hombre no había hecho nada, no había dado ningún tipo de muestra de que querer dañar a nadie, no debía preocuparse.

El hombre se fue de la taberna y la mirada de Kestra volvió a clavarse en las escaleras del lugar, esperando a que bajara de una maldita vez su acompañante. Había escuchado a ese hombre hablar con una mujer antes de marcharse, pero esa mujer seguía en las escaleras y no la podía ver. Kestra empezó a dar golpecitos en la mesa de puro nerviosismo, hasta que por fin apareció la mujer. Por fin apareció su hermana...

Sus nervios aumentaron ante la idea de que estaba a unos simples pasos de saber quien era de verdad, como había llegado a aquel bosque, que la había sucedido y mil cosas más que la atormentaban día y noche. Pensó en marcharse, en largarse de allí y no volver. Pero se quitó esas ideas de la cabeza rápidamente, debía hacerlo y punto. Intentó levantarse, pero no podía. No se encontraba mal, por suerte, simplemente el miedo la había clavado a su silla y no la dejaba levantarse... Kestra levantó la mirada de su cerveza y miró a su hermana, paseándose por el local con una sonrisa bastante amplia... Y de pronto, sus miradas se cruzaron, Kiara estaba mirando a su alrededor y tuvo que fijarse en la mesa en la que estaba Kestra sentada. Esta suspiró y se irguió en el sitio, sabiendo que su hermana iría a hablar con ella. Así lo hizo, se sentó frente a ella sin decir nada y se quedó mirándola. Algunas personas se quedaron mirando a ambas elfas, notando la tensión del momento, el odio en el aire, pero sin decir nadie nada. Hasta que Kiara abrió al boca.

-Vaya, que raro. Esta vez no has salido corriendo -dijo la joven soltando una risa, bastante divertida ante su propio comentario. Kestra no dijo nada, simplemente siguió mirándola impasible desde su sitio. Kiara dejó de sonreír al ver la reacción de Kestra, esperaba que se molestara, que montara un numerito, pero no lo había conseguido. Suspiró-. ¿Se puede saber a que narices has venido aquí? ¿Piensas decir algo? -preguntó algo furiosa.

-Tranquilízate -murmuró Kestra en tono autoritario, sin añadir más. Kiara quiso replicar, pero por algún motivo cerró la boca antes de hacerlo, quizás recordando que con la que estaba hablando era con su hermana mayor. Tras unos instantes cuando Kestra pudo comprobar que Kiara no iba a ser tan maleducada, se dispuso a hablar-. ¿Cómo te llamas? -preguntó sin más. Kiara la miró extrañada.

-Me llamó Kiara, lo sabes perfectamente -dijo algo confusa ante la pregunta. Pensó que su hermana la estaba gastando una broma, como venganza por el comentario anterior. Pero pensó que estaba demasiado seria para eso y además conocía a su hermana y ella no era de gastar ese tipo de bromas. Kestra suspiró, pensando en si contarle o no lo que la había ocurrido, su perdida de memoria, sus clases de magia... Finalmente se decidió por hacerlo, tomó aire una vez más y procedió a contar todo, lo más resumido posible, pero sin saltarse nada. No se interrumpió ni una sola vez, cada vez que Kiara quería decir algo Kestra levantaba la mano en señal de que esperara y seguía con su relato.

-Bueno... y eso es lo que ha ocurrido... -suspiró y removió su jarra de cerveza, la cual se había calentado ya. Estaba nerviosa y necesitaba ocupar sus manos con algo. Tenía la mirada clavada en la jarra, pero se imaginaba la expresión de asombro de su hermana.

-Vaya... -murmuró la segunda por fin-. Siempre pensé que nos habías abandonado... jamás se me ocurrió siquiera pensar en otra cosa... -Kestra levantó la mirada algo confusa.

-¿Nos? ¿Quienes son nos? -la pequeña de las hermanas miró a Kestra algo desconcertada en un principio, hasta que volvió a acordarse del accidente de su hermana. La costaría acostumbrarse.

-Yo y Zent, nuestro hermano mayor -Kestra parpadeó sorprendida. En ningún momento había pensado siquiera que podría tener un hermano, sabía que quizás podría tener alguna otra hermana, pero por algún morvio no se la ocurrío pensar que podría ser un chico. Murmuró un simple “vaya” y volvió a clavar su mirada en su jarra de cerveza. Todo aquello era muy difícil y la costaba demasiado acostumbrarse a todo aquello, a toda aquella nueva vida, o vieja, según se viera.

De pronto la puerta de la taberna se abrió de forma brusca. Ambas hermanas dirigieron sus miradas a dicha puerta. En esta se encontraba el hombre que había bajado anteriormente con Kiara, el cual parecía bastante furioso. Kiara se puso notablemente furiosa al verle de aquella manera y empezó a hacerle señas a Kestra con la mano para que se marchara, sin dejar de observar a aquel hombre. La elfa no comprendía que quería su hermana pequeña, por lo que no se movió del sitio, esperando una explicación por parte de Kiara.

-Kiara ¿que ocurre? -preguntó empezando a ponerse nerviosa ante el comportamiento de esta. Kiara simplemente susurró un “marchate” sin dejar de vigilar a aquel hombre. El cual encontró a la joven en ese mismo instantes, sin darle tiempo a Kestra para hacer lo que la habían dicho. Kiara le sonrió al hombre al ver que la habñia visto y le murmuró a su hermana que no se moviera mientras se ponía en pie.

-Hola Bert, ¿te has dejado algo? -preguntó sonriente mientras se acercaba al hombre. El cual la apartó de un empujón mientras clavaba su mirada en Kestra.

-¿Entonces era cierto? ¿Estas haciendo tratos con magos? -la sonrisa de Kiara desapareció de pronto, pero respiró hondo y volvió a fingir aquella sonrisa.

Volvió a acercarse al hombre y le miró con dulzura, aquella dulzura con la que miraban todas las prostitutas a sus clientes. Al tiempo le acariciaba el rostro intentando tranquilizarle mientras le decía que no sabía nada de tratos con magos. EL hombre ignoró todo aquello y volvió a apartar a Kiara de un empujón, dando después un paso al frente, acercándose más a Kestra. La cual se estaba arrepintiendo cada vez más de llevar su túnica puesta.

-Alejate de Kiara... -murmuró en tono tranquilo, pero algo le decía a Kestra que aquel hombre no estaba demasiado tranquilo-. ¿Me has escuchado... ? -preguntó tras unos instantes al ver que la elfa no demostraba querer marcharse. Esta miró a Kiara de reojo, le habían hecho falta semanas para convencerse para ir a hablar con su hermana, para descubrir algo de su pasado y no pensaba irse sin más, no. Así que se quedó allí sentada mirándo a aquel hombre impasible. Como él bien había dicho, ella era una maga y dudaba que él lo fuera también, así que si se atrevía a ponerle una sola mano encima ella usaría todos los hechizos que conocía para defenderse. Esto pareció enfurecer aun más a aquel hombre, que tras unos instantes acabó por avalanzarse sobre Kestra, llevando sus manos al cuello de la elfa y elevandola en el aire después.

Kestra abrió la boca intentando coger aire, pero las manos del hombre se lo impedían. Veía a Kiara detras de aquel enorme hombre, forcejeando y suplicando que la soltara, sin ningún resultado.

- Lindur Yefer Nän Xén Ewë -las palabras salieron de la boca de Kestra con gran esfuerzo, pero lo consiguió. Instantes después salían varias lanzas del suelo dirigidas a la espalda de aquel hombre. Este, gracias a que Kestra estaba débil, lo que hacía que las lanzas fueran lentas, puedo esquivarlas, pero el hecho de que Kestra le intentara atacar le enfureció. Por lo que completamente furioso golpeó a Kestra contra la pared, provocando que esta se golpeara la cabeza. Tras esto con una de sus manos le golpeó el estomago.

La elfa furiosa con las pocas fuerzas que la quedaban le escupió al hombre en la cara, mientras que Kiara seguía detras del hombre intentando conseguir que toda aquella escena acabara y el resto de presentes en la taberna miraban curiosos la escena sin intervenir en ella.

Ante el escupitajo en la cara el hombre separó a Kestra de la pared y volvió a golpear contra esta, con mucha más fuerza que la vez anterior... Produciendo que su cabeza impactara contra la pared con gran brutalidad, lo que provocó una gran herida en la cabeza, de la cual no dejaba de salir sangre... Al ver esto, Bert soltó el cuerpo inconsciente de Kestra y se marchó de la taberna, sin decir nada. Kiara empezó a gritar, pidiendo ayuda... Pero era tarde...

Kestra había muerto...

Yleon Shulek
Yleon Shulek
Humano
Nombre : Yleon Shulek
Escuela : Fortaleza de Aressher
Bando : El Dios
Condición vital : Vivo
Rango de mago : Aprendiz de tercer grado
Clase social : Clero (sacerdote oscuro)
Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 20/11/2015
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Yleon llevaba varios días en busca de la ciudad de Shaulen, por fin la había encontrado, lo primero que hizo fue buscar la iglesia del Dios, la cual buscaba para poder pedir asilo mientras acababa sus estudios, pero era muy tarde, y ya no revivían visitas, ni siquiera de un sacerdote como el, así que buscó una posada para hospedarse aquella noche, encontró una taberna y entró para ver si podría tomarse algo, cuando entró vio a un hombre excesivamente grande golpeando a una chica contra la pared, cuando la dejó y se fue, la pared tenia una mancha de sangre y la muchacha se encontraba inmóvil en el suelo, Yleon fue hacia ella, también había otra chica un poco mas joven que gritaba desconsoladamente y lloraba junto al cuerpo, Yleon miró con aire frio y calculador el cuerpo de la chica, claramente muerta, pensó en aquella situación en la que se encontraba y la analizó mentalmente, la chica seguía llorando y gritando.

-¿¡Puedes callarte!?-. rugió Yleon rompiendo su silencio, entonces la chica se dio la vuelta y se dio cuenta de la tunica que portaba y le pidió por favor que ayudase a su hermana.

-Tu hermana está muerta, no puedo hacer nada por ella.- dijo con calma absoluta.
La chica se arrodilló junto al cadaver y enterró la cara entre sus manos mientras lloraba cada vez mas fuerte.

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