Preséntate esta misma noche en los aposentos del Señor del Bosque Dorado.

Ven sola y ni se te ocurra faltar a la cita, porque habrá consecuencias. Es urgente y hay mucho que aclarar.

Querida Catherine:

El Concilio lamenta lo ocurrido y yo también. Sé que será difícil para ti, pero tengo que pedirte que guardes silencio. Quizás lo comprendas mejor cuando el tiempo enfríe las emociones. Debes callar, actuar como si nada hubiera pasado. Para todos, el ataque fue obra de magos oscuros. De otra forma, nos veríamos envueltos en problemas terribles que tendrían consecuencias mucho peores.

Nada de esto volverá a suceder, te lo prometo. Siempre estarás a salvo y yo me encargaré de ello. A cambio solo te ruego que no digas nada. Lo siento, espero que puedas comprenderlo.

Querida Catherine:

Me alegra mucho que hayas decidido escribirme. Al leer tus palabras, me he quedado atónita; lo que me dices es realmente terrible. Pero no me resulta extraño. El Secreto de la Oscuridad no está hecho para que lo porte ningún archimago: es magia negra y debería ser destruido, o enviado muy lejos, a algún lugar donde nadie pueda tenerlo. No sabía que Shewë estuviera haciendo tal uso de él y, si es cierto lo que dices, merecería recibir el castigo consecuente.

No creo que disponga de tiempo para presentarme en Aryewïe, pero hablaré con los demás miembros del Concilio. Entiendo las razones por las que Joseph te ha aconsejado el silencio y es que, en estos asuntos, un enfrentamiento abierto no tendría ningún resultado. Pero hace tiempo que me temía que algo así pudiera suceder. Y haré todo lo que esté en mi mano para solucionarlo. Cuenta con mi ayuda y no dudes en escribirme para informarme de estas cosas. De hecho, deberías habérmelo dicho antes y podría haber actuado... No, estas cosas no se pueden permitir.

Con respecto a la Torre, en estos momentos vivimos un período de calma. Yo también estoy preocupada por la desaparición de Crescent, pero nadie ha vuelto a verlo desde la batalla y no me atrevo a decirte nada.

Espero poder verte pronto,
Narshel.

Mi apreciada amiga:

Nadie me informó de que seguías viva, pero es una noticia que me alegra, igual que me alegra que hayas decidido informarme. Es la mejor noticia que me podías dar y tú eres, desde luego, la más adecuada para dármela. Si no reconociera tu caligrafía, si no recordara ese momento que mencionas, no sería capaz de creerlo. Tendrás que explicármelo con más detalle cuando nos veamos.

Cathy, efectivamente participé en esa batalla y me duele reconocer que fuimos derrotados. Mi desaparición se debió a las consecuencias de esa batalla. No estoy seguro de lo que sucedió, pero perdí la conciencia de mis actos, y, aunque todo ocurrió en Gadrýl, aparecí en Ereaten, sin recordar casi nada sobre mi vida. A día de hoy, sin embargo, he vuelto a recordar muchas cosas, casi todas las cosas, lo cual es un alivio. Es frustrante no poder recordar pese a los empeños y ahora entiendo lo que debiste sentir cuando sufriste los efectos del veneno de Amelia.

Nada me gustaría más que verte, pero he pasado mucho tiempo fuera y debo encargarme de los asuntos del reino, los cuales no puedo posponer. Sufrí algunas heridas, como tú, según me participas, aunque ya estoy recuperado de casi todas ellas. No te preocupes por mí, Cathy, estoy bien. Y te prometo que, en cuanto solucione las tareas que tengo pendientes, ir a verte será lo primero que haga.

Mientras, podemos escribirnos. Me alegra poder recordarte y, sobre todo, me alegra que aún sigas con vida. Como te prometí yo en su día, tal vez debieras prometerme tú también no "morir dos veces".

Te he echado de menos,
Crescent.

Mi querida Cathy:

No me lo agradezcas, para mí es un placer recibir tus cartas en medio de una oleada de correspondencia sobre política, economía y, en definitiva, sobre trabajo. Y, por supuesto, es un placer responderte. Ha pasado también mucho tiempo desde la última vez que vi a Michelle. Fue en el juicio y creo recordar que, desde entonces, no hemos hablado.

En cuanto a lo de Xehanorth, sí, hace un par de días descubrí la noticia. Ya sabes que en Wölfkrone la magia no es un delito, pero tampoco se ve como algo cotidiano, y las noticias sobre el mundo mágico llegan a círculos muy cerrados. Por ese motivo, es una información que ha tardado un poco en llegarme. Pero también me alegro mucho por él; creo que se lo merece.

Tristemente, tienes razón en lo que dices. No creas que no he pensado alguna vez en escaparme alguna noche al Reino Élfico y regresar cuando amanezca, pero el trabajo me ocupa todo el día y buena parte de la noche, e, incluso, me roba horas de sueño. Y tal vez podría pasar contigo unas horas, o, quizás, unos minutos. Pero no quiero que nos pase como otras veces y considero que, cuando te vea, nos mereceremos mucho más que unas simples horas para hacer justicia al tiempo que hemos pasado separados.

Estaré encantado de ir contigo a ese balcón y ver esas aves que mencionas. Hoy, de camino a la casa de un noble, he pasado por el Lago Elaciarg. No sé si llegarías a verlo cuando viniste a Wölfkrone, pero, si te soy sincero, en estas fechas está mucho más bonito. Me gustaría llevarte alguna vez; creo que te gustaría.

Haré lo que esté en mi mano para adelantar todo el trabajo que pueda, aunque cada vez surgen más y más problemas en el reino. Ojalá pudiera tener algún día tranquilo, dar un paseo a caballo por el lago y disfrutar de la naturaleza, sin pensar en nada. Compartirlo contigo, además, pienso que sería agradable.

Tengo que despedirme ya, Cathy. Hoy tengo que reunirme con mi padre y con otros hombres más. Escríbeme pronto.

Un abrazo,
Crescent.

Mi preciosa Cathy:

Tus cartas son como una luz entre un millón de nubes oscuras. No es propio de mí hablar con tanta franqueza, pero tú misma lo has dicho, nos unen los lazos de los años. Tú me conoces y me recuerdas como yo era antes, y me conoces, también, como soy ahora.

Me alegra mucho saber que te has graduado en Magia Curativa, aunque debo decir que no me sorprende, porque siempre contaste con buenas aptitudes para la sanación. Estoy orgulloso de tus esfuerzos por superarte. Y, bueno, creo que ahora te estoy hablando como si fuera tu Maestro. Lo siento, a veces no lo puedo evitar.

Ya lo sabes, sé que lo sabes, pero te repito que yo también quiero verte. Al contrario que tú, yo si me acuerdo del sonido de tu voz. Suave y dulce. Muy bien. Veo que tendré que encargarme de hablarte todos los días y todas las noches, de susurrarte al oído, para que no vuelvas a olvidarte de cómo suenan mis palabras.

Estos últimos días han sido especialmente agotadores y ahora mismo te estoy escribiendo de madrugada, cuando he conseguido un poco de tiempo para garabatearte algunas letras en este papel. Algunas veces intento imaginar cómo te verás en estos momentos. Me pregunto si estarás aún más hermosa. Pero a menudo te pienso y veo tu cuerpo en el juicio, pálida, con heridas horribles.

No quiero verte así nunca más. Alzaré mi espada contra todos los que osen hacerte daño, sean quienes sean. Deseo que me regales una de tus sonrisas, mi amada y bella amiga, para poder borrar para siempre de mi mente esa imagen funesta.

Puede que esté hablando más de lo que debería. Siento tener que acabar aquí esta carta…

Nos veremos pronto,
Crescent.

Apreciada Cathy:

Debo reconocer que tu carta me ha intrigado. Te prometo, entonces, no sentir ni una gota de lástima por ti. Y ya sabes que puedes confiar plenamente en mi afecto por ti, y en mi espada, y en la vida que estaría dispuesto a entregar con tal de proteger a cualquiera de los míos.

Estaré impaciente por tu próxima carta,
Crescent.

Cathy:

Ven al Palacio de Wölfkrone en cuanto puedas.

No puedo escribirte más.

Crescent.